Friday, February 29, 2008

Hablará sobre la narrativa de la década del ochenta (programa adjunto)
MIAMI, FL.- René Rodríguez Soriano viaja esta semana a Puerto Rico para disertar sobre el cuento dominicano en el Coloquio Cultura y Literatura en el Caribe que se llevará a efecto del 3 al 7 de marzo en el recinto Cayey de la Universidad de Puerto Rico.

El escritor dominicano participará junto con su compatriota Miguel Ángel Fornerín y los puertorriqueños Edgardo Mieles Nieves y José Ángel Rosado en el panel “El cuento en Santo Domingo y Puerto Rico en la década de los ochenta”. Además, realizará presentaciones y lecturas con estudiantes y profesores en otros recintos del prestigioso centro de estudios caribeño.

La actividad contará con la presencia además de destacados investigadores del área caribeña que expondrán trabajos científico-humanísticos, como los doctores Christian Girault, director de investigaciones del Centro de la Investigación Científica, Sorbonne Nouvelle, de París, Francia, el doctor Ernest Hallhonrat iLlurba de Tarragona, España y el doctor Diógenes Céspedes, crítico literario dominicano.
René Rodríguez Soriano, ganador del Premio Nacional de novela UCE 2007 y el Nacional de Cuento de la Secretaría de Educación 1997, nació en 1950, y está considerado como uno de los autores dominicanos con mayor proyección internacional desde que emigró hacia Estados Unidos, donde vive hace más de una década. Entre sus títulos destacan “Sólo de vez en cuando”, Queda la música”, “Su nombre Julia”, “La radio y otros boleros”, “Apunte a lápiz” y “Todos los juegos el juego”.

poeMARTES 054 y proSÁBADO 049

Estimados habitantes de mediaIsla:

Ya están disponibles los boletines No. 053 de poeMARTES [Joaquín Pasos), y el No. 048 de proSÁBADO [Silvina Ocampo]. Como siempre, abriendo nuevas ventanas a la creación y al pensamiento de nuestros pobladores

poeMARTES
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proSÁBADO
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Wednesday, February 27, 2008




Obra: Apuntes Lisérgicos.
Álvaro Antón

EN BUSCA DEL ARBOL DE LA INFANCIA


Fuiste en busca del árbol
que habría de revelarte
este mundo.
Más, en tu ruta encontraste,
los huesos del padre que nunca viste:
Tu madre, que llorando,
tejía un cuerpo
para tu nombre.
Ahora quieres sacar tus ojos.
Parar la caravana en medio de la noche
y desparecer
en busca de la esfinge
con la llave de tu muerte.
Despiertas de tu mito
porque la esfinge,
ha muerto.


Daniel Montoly ©

Tuesday, February 26, 2008


Entrevista : Sin soledad no se puede escribir


"Uno para escribir necesita hacerse muchas ilusiones y creerse muchas cosas, he creado ese mundo aparte de mi mundo" • Entrevista al escritor cubano Antón Arrufat


por Johanna Puyol

La XVII Feria Internacional del Libro dedica este año su homenaje especial al escritor Antón Arrufat (Santiago de Cuba, 1935), junto a la doctora Graziella Poggolotti. Poeta, narrador, dramaturgo y ensayista, Arrufat mereció el Premio Nacional de Literatura en el año 2000 y ha cosechado numerosos reconocimientos desde entonces, con una obra diversa y numerosa, pero unificada en su excelencia. Lo avalan lauros tales como el Premio Alejo Carpentier por La noche del aguafiestas, o el Premio Iberoamericano Julio Cortázar 2005 por El envés de la trama.

Se ha descrito a sí mismo como un escritor experimental, y su obra no ha escapado a la polémica, marcada siempre por lenguaje rico y por momentos irónico. La celebración del reciente estreno sobre las tablas de su obra Los siete contra Tebas, casi cuatro décadas después de su primera publicación, añade esplendor a este homenaje merecido.

Con este homenaje su nombre queda estrechamente ligado a la historia de la Feria Internacional del Libro. ¿Qué piensa de este vínculo?

—Me interesa tener un vínculo casi histórico con la Feria. Creo que además es un fenómeno social que tiene que continuar y debe hacerlo. Imagino que tal vez se perfeccione, que se modifique, es algo que el curso de la historia indicará. Pero indudablemente la Feria es permanente, porque mientras el hombre lea y le interesen los libros este espacio permanecerá. Yo estaré ligado a esa historia permanente, que también es la del gusto por el libro, la del acercamiento al libro.

“Sabes que en el mundo moderno estas cosas están en peligro porque los jóvenes están más interesados en la lectura en la pantalla. Son nuevos gustos, nuevas adquisiciones que el hombre ha hecho. Cuando surgió la televisión, la gente dijo: el cine se va a acabar. Cuando empezó el cine la gente dijo: el teatro se va a acabar. Ni el teatro se terminó ni el cine tampoco, simplemente se adecuaron, hubo una relación de interinfluencias, y en el cine hacen las cosas de una manera y en la televisión de otra. Indudablemente la televisión tiene la ventaja de que, como la vida moderna en las grandes ciudades es muy peligrosa, sobre todo por las noches, y además el trabajo diario es muy intenso, la gente se queda en las casas. Eso le da una fuerza de comunicación a la televisión que no tienen las otras manifestaciones.”

En un reciente artículo sobre escritores y sus rutinas de trabajo Ciro Bianchi relata que Ud. se resistió a la computadora por mucho tiempo. ¿Se aferra a ciertos rituales a la hora de crear?

—Escribo de dos maneras. La primera es a mano, escribo así todos mis poemas. La otra era a máquina, los artículos, las novelas, los ensayos y sobre todo el teatro los hacía de esta manera. La máquina y yo estábamos muy acostumbrados el uno al otro y la tecnología moderna no me despierta mucha curiosidad. Soy de otra época y estos adelantos me dejan un poco frío.

“Cuando llegó la computadora, era como un artefacto enorme que puse en mi estudio, y yo la miraba y pensaba: tal vez un día… Pero no me interesaba trabajar con ella, me llevaba muy bien con mi máquina de escribir. Luego, hago los poemas a mano, porque se me puede ocurrir uno en la cocina, cuando estoy preparando el desayuno, y tomo un lápiz y un papel y lo escribo. Mientras camino hasta mi estudio, enciendo la computadora y abro el Word ya no tengo absolutamente nada en la cabeza.

“Esta creación necesita de unas herramientas muy elementales y rudimentarias, el lápiz y el papel, que es una manera antiquísima, pero es la manera de hacer un poema. Algunos poetas me han dicho que tienen la computadora encendida el día entero y cuando se les ocurre algo corren hacia ella. No es algo que pueda practicar.

“Sin embargo, sí estoy escribiendo algunas cosas en la computadora, como los ensayos y discursos como el que acabo de hacer en la inauguración.”

De joven solía encerrarse en el baño a leer. La lectura era para usted una experiencia solitaria. ¿Ocurre lo mismo con la escritura?


—Sin soledad no se puede escribir. Hace poco leí con verdadero asombro en una biografía que Goethe escribía con toda la familia alrededor. Aunque Goethe vivía en una casa mucho más grande que la mía, y era un alto funcionario, no tenía ninguna necesidad de la soledad. O sea, estaban sus nietos junto a toda la familia, y las familias son muy ruidosas tanto las alemanas, como las cubanas. Se acostumbró de tal manera a escribir con ese ruido y que el nieto se le subiera a las piernas, que lograba concentrarse así. Eso sería completamente imposible para mí ni creo que deba ejercitarme en ello. Simplemente busco un lugar apartado, el estudio de mi casa, y a veces busco la mañana, que es solitaria, o la alta noche cuando está dormido el barrio. Esa hora es propicia para mí.

Suele citar una frase que le dijeron una vez: que lo importante para un escritor en cualquier tipo de sociedad es sobrevivir. ¿En qué consiste esta sobrevivencia?

—Sobrevivir en cuanto a escritor. Me gusta una frase de Borges: “Siempre nos han tocado malos tiempos en que vivir”. La relación entre el estado y el escritor es siempre peligrosa, difícil, pasa malos y buenos momentos. Hay momentos en que un rey como Luis XIV puede proteger a un dramaturgo tan grande como Racine. Luego el rey se vuelve contra él y Racine tiene que irse a un exilio de nueve años fuera del palacio de Versalles. El escritor corre sus peligros.

¿Qué sucede con su nueva novela, en proceso de escritura, Cambio de escala, que tiene como protagonista a un escritor ya entrado en años? ¿Sugiere el título un nuevo modo de juzgar el mundo?

—Confieso que no hago literatura autobiográfica ni quiero reconocer que hay una parte de mi vida puesta en mis libros, porque siempre me he creído que he inventado un mundo. Uno para escribir necesita hacerse muchas ilusiones y creerse muchas cosas, si no para qué va a sentarse uno frente a una máquina —o en una computadora, ahora que me modernicé—, en ese oficio tan absolutamente solitario como escribir. He creado ese mundo aparte de mi mundo, aunque indudablemente tienen vínculos. Cuando yo muera, que mis cartas aparezcan, que se publique mi diario, los lectores encontrarán que, sin duda, había una relación mayor que la que yo sospechaba, que la que yo confesaba, entre mis textos y mi vida.

“Ahora bien, Cambio de escala es una obra de un escritor viejo que no tiene nada que ver conmigo. Soy escritor y soy viejo, pero no soy ese personaje. Ese personaje surge de oscuridades dentro de mí, dentro de mis amigos, dentro de gente que he conocido. Es una mezcla de historias que no me pertenecen. Lo único que he logrado es coser lo mejor que he podido estas historias. Creo que los tres capítulos que ya están listos son las mejores cosas que he hecho en el mundo de la narrativa.”

La pasión por la literatura, en sus palabras uno de los mayores legados que le dejó Virgilio, ¿ha sobrevivido a los años, o, como en su novela, han cambiado las escalas y la forma de enfrentarse a aquella?

—La forma que uno tiene de acercarse a la literatura va cambiando a medida que uno va teniendo otras formas de acercarse a la vida, porque uno no es igual a sí mismo todo el tiempo, ni la sociedad es igual a sí misma todo el tiempo, ni la identidad permanece idéntica a sí misma a lo largo de toda la historia. Esas cosas no ocurren en la vida, solamente pueden ocurrir en el pensamiento dogmático. Pero indudablemente tendré otras formas de acercarme a la literatura, o mejor dicho, que la literatura permita que yo me acerque, porque ella está ahí, en su altar, y yo oficio en ese altar.


Tomado de La Jiribilla

Reproducido de La Ventana

Sunday, February 24, 2008



Obra: CON-FIGURACIONES-SIGNICA
del artista dominicano, JUAN MAYÍ


Labios de oscuridad

Ese barco que se acerca
con su naturaleza misteriosa
a morir entre mis dedos.




Un poema es un pedazo de luz
en la inexorable oscuridad
cuando se nos cae la máscara
y la ley del silencio
lo vuelve una pieza de orfebrería
o en la caja de resonancia
donde su significante
se confunde por los ruidos.


® Daniel Montoly

Wednesday, February 13, 2008

EL CAZADOR DE SUEÑOS

Para Ananda en su cumpleaños


En una pequeña y remota aldea de Macedonia vivía una pobre familia de gitanos. Se componía de la madre, el padre y tres hijos que viajaban por toda Europa del Este como parte de una caravana junto a otros miembros del mismo clan familiar. El padre, herrero de ocupación, algunas veces conseguía pequeños trabajos, reemplazando herraduras a los caballos de los dueños de los viñedos en los pueblos donde acampaban.

Los niños ocupaban sus días jugando al fútbol porque les estaba prohibido asistir a la escuela por ser gitanos.

Kiro, el mayor de los tres le preguntó un día a su padre, Gorán: “¿Por qué somos tan pobres?” Gorán, algo triste le respondió que eran pobres porque no habían podido cazar suficientes sueños en una botella de cristal, como para hacerse ricos. Kiro, que era introvertido y curioso, se acercó pidiéndole que le enseñara cómo cazar sueños, porque él no quería ser pobre nunca más.

La voz de Gorán se notó entrecortada por la emoción. Le explicó que debía esperar a la primavera cuando las estrellas fueran visibles fácilmente en el cielo, porque entonces se podía atrapar mejor a los sueños en una botella. Al ver al niño dubitativo, Gorán le dijo para animarlo que era algo muy difícil, pero no imposible, si él creía en si mismo.

Desde entonces fue común verlo en el techo del carruaje de la familia esperando en la oscuridad a la aparición de los astros. Hasta que una noche, mientras todos dormían, Kiro notó el paso de una estrellas fugaz. Cerró sus ojos y removió el tapón de la botella. Extendió la mano derecha y sintió una ligera sensación de calor arremolinándose entre sus dedos. Entró el halo dentro de la botella y la tapó nuevamente.

Se fue a dormir ansioso a que amaneciera para mostrarles a todos el halo del cometa, pero sus padres se despertaron muy temprano porque el menor de sus hermanos estaba muy enfermo. Al ver un resplandor inmenso saliendo de abajo de la cama de Kiro se acercaron temerosos a ver qué era. La sorpresa resultó ser tan impactante, que Gorán perdió el conocimiento por varios segundos, mientras sostenía una botella llena de un polvo mineral, parecido al oro entre sus manos. La madre asustada y nerviosa, pensó que el niño la había robado a alguien durante la noche. Comenzó a despertarlo para preguntarle por el extraño polvo dentro de la botella.

¡Kiro! ¡Kiro! ¡Despiértate! Gritó enojada la mujer. Kiro comenzó a abrir los ojos, y aún soñoliento comenzó a contarle la historia del cometa y cómo logró atrapar su halo dentro de la botella. La madre se puso a llorar. El padre no lo podía creer. Pero recordó la maravillosa historia que le había contado apenas semanas atrás.

Desde aquel día, Kiro iba en la colorida caravana seguido por un grupo de músicos, titiriteros y malabaristas, aldea por aldea, villa por villa, contando esta historia a los niños, quienes dejaban de ser pobres y se hicieron también famosos por compartir la leyenda con otros niños en otras partes del mundo.



Daniel Montoly©// 2007

Monday, February 4, 2008


Entrevistas: Poesía, viaje y exilio

“La poesía es el ejercicio de desaprender para volver a escribir” • Conversación con el poeta argentino Jorge Boccanera, jurado del Premio Casa 2008


por Maité Hernández-Lorenzo

Pudiera decirse que Jorge Boccanera tiene una relación desafiante con el tiempo. No pudo disfrutar del Premio Casa que obtuviera en 1976 porque apenas se enteró de la noticia, se vio obligado a dejar su país y exiliarse en México y luego en Costa Rica. Quizás si su obra no hubiera llegado tarde y no hubiera tenido que esperar a la siguiente edición, lo hubiera festejado mejor. Veintidós años después de que su libro Contraseña ganara el Premio Casa, la institución lo invita para compartir con amigos el jurado de poesía de la 49 edición.

Los viajes y el exilio han ido tejiendo también la historia de su poesía.

—Es un tema que ha marcado a muchos escritores más allá de la circunstancia política inclusive. El escritor siempre transforma eso, lo sumerge en su hacer, en su imaginario y ha llegado a ser el eje de algunas obras. Por ejemplo, el eje de la obra de Juan Gelman se podría decir que es el exilio, sobre todo los últimos libros. El que no se llama Exilio se llama País que fue será; muchos títulos de él caminan al exilio, no solamente político sino geográfico, continental, puntual, sino los otros exilios, el de la lengua, el del reverso de las cosas.

“En mi caso también es una marca quizá distinta a algunos escritores que el destierro les tocó a otra edad. Yo me exilié a los 23 años. Frente al infortunio que significa ese alejamiento forzado de la patria, está el hecho de una época de aprendizaje, de intercambio fuerte, de dejarse armar por el viaje, por lo diferente, porque el exilio es un viaje, o descubrir cosas desconocidas. Es un viaje que no termina ni siquiera cuando regresas.

“He escrito un libro que se llama Tierra que anda. El exilio de los escritores. Es un mosaico de cartas, de textos de ficción, de testimonios. Me interesa mucho el tema para seguir trabajándolo; ya forma parte también de lo que escribo, de lo que hago.”

Aquí en Cuba el tema del exilio está muy politizado, a pesar de que es mayormente económico y no político. Está politizado tanto por los de aquí como por los de afuera. ¿Cómo ha funcionado esto en el caso argentino?

—La historia argentina es una historia de exilios. Así que el exilio político está en toda nuestra historia, el económico también, y luego el exilio de los que se quedaron: el inxilio. Alguien dijo que el exilio es una dislocadura, estar en un lado y en otro al mismo tiempo, el deseo que anda por otro lado, esta cosa frugal y antitética al mismo tiempo. A mí me gusta la frase «En el exilio se pierden las cosas de la infancia y la infancia de las cosas al mismo tiempo».

“En Argentina es una fantasía constante y casi siempre se tiene más en cuenta lo económico, como si uno viviera solamente de eso.

“Hay que ver todo lo que haces en la vida cotidiana, los afectos, tu historia, son muchos elementos. Alguna gente cuando me pregunta sobre el lugar donde viví quiere saber datos económicos. Son muchos que se van y no aprenden otro idioma, no les gustan lo que se comen, no tienen amigos, y entra una serie de elementos que te dan una imagen de tristeza y nostalgia infinitas.”

En 1976 saliste de Argentina cuando recién te iniciabas en la poesía y habías obtenido el Premio Casa …

—Soy de una generación que apenas asomó la cabeza recibió el golpe, literalmente, del golpe militar. Tal es así que yo estaba mirando un diccionario de autores argentinos nacidos de 1949 para acá, y no soy de hacer estadísticas, pero se notaba una especie de hueco durante los años de la dictadura. La gente o empezó a publicar antes y no vuelve hacerlo hasta hace recientemente, la mayoría, o empieza después sin haberlo hecho antes. Esto no quiere decir que no se escribía, pero hay una generación que al empezar se truncó.

“Salí a Perú unos meses después de haberlo obtenido y luego, por tierra, llegué a México. El Premio Casa apenas lo pude celebrar en ese momento, me cayó en medio de desapariciones de compañeros, de secuestros, y llegaban todos esos años de plomo. Pero el Premio me abrió puertas y no fueron puertas para publicar en casas editoriales, o para el reconocimiento, fueron puertas para denunciar, que era lo que necesitaba en ese momento.

“Llegaba a un lugar y me daban entrevistas para la televisión y ahí podía decirlo todo. En el exilio se hizo una gran tarea en ese sentido, de denuncia a la dictadura militar en el plano internacional. No sé si salvó a alguna gente, pero fue algo que los militares resintieron mucho, ellos hablaban de una campaña contra Argentina desde el exilio.

“En México David Viñas, Humberto Costantini, Pedro Orgambide y Alberto Adellach y yo creamos la editorial Tierra de Fuego, allí además de publicar libros también denunciamos. Lo llamativo era que todos éramos argentinos y ganadores del Premio Casa. No digo que a ellos se les abrieron los mismos espacios que a mí, porque eran ya escritores con una obra más consolidada, pero se dio esa casualidad.

“A mí el exilio me marcó mucho. Me hice periodista, sobre todo en México, tuve que hacer aprendizajes rápidos en agencias noticiosas, en radio y diarios. Y como escritor todos los discursos de la literatura en ese viaje me enriquecieron. Eran autores que no solamente no había leído nunca, sino que en ese viaje los fui conociendo. En un momento me di cuenta que había conocido a numerosos escritores de la vanguardia de los años veinte. Conocí a Cardoza y Aragón en México, Coronel Urtrecho en Nicaragua, aquí a José Zacarías Tallet y a Nicolás Guillén. Y también me formé en esa zona ensayística, que es también mía. Me gusta mucho el ensayo, no como académico con formato tesis, sino más libre.

“Creo que abrí mucho los ojos y los oídos en ese momento y todo eso me enriqueció. Por eso he dicho que el exilio para mí fue una desgracia, pero también fue muy importante por haber dialogado tanto, por ejemplo, con Cardoza y Aragón o con Cortázar en Nicaragua. Fueron experiencias muy fuertes.”

A pesar de que Jorge Boccanera ha confesado no sentirse conmovido por los versos de su coterráneo y tocayo, el bien querido Jorge Luis Borges, la poesía de Boccanera, provoca en mí equivalentes sentimientos que los del autor de Cristo en la cruz.

—La poesía es el ejercicio de desaprender para volver a escribir. Si uno la aprende o cree que aprendió, en el sentido de un oficio de certezas, va en contra de la poesía. Es ver por dónde titilan algunas imágenes y cómo uno las puede ir enhebrando. Hay poemas que los rehago y rehago, y los voy trabajando como si fuera una cosa de juguetería. Tiene algo de artesanía, es como si entraran las manos en eso. A mí me gusta mucho lo lúdico de la poesía. No me enamoro de lo que escribo, es algo maleable. Cuando estoy corrigiendo la poesía, la estoy haciendo también. Es un proceso muy difícil de explicar.

“Estoy hecho de cruces de discursos, donde puede entrar un lenguaje coloquial al lado de imágenes que tienen que ver con una textura surrealizante. Algunos críticos lo han dicho.

“Hay que ver entonces cómo funciona esa mezcla, las dosis de lo que puede ser la ironía, lo dramático, a veces quiero dejar una idea más despojada o más limpia.

“Sabría hablar de otros poetas, y hasta un punto. De Eliseo Diego, por ejemplo, el tiempo, la luz. Inclusive a veces hay poemas que me dicen cosas nuevas, matices, a veces me gustan más otras menos. Y mis temas son muy teatrales también. Entran personajes, la Sordomuda, el Domador de leones, el Motociclista, y recorren mi poesía. Creo que la acercan a la historieta.

“La poesía está hecha de cruces, por eso cuando dicen este es un poeta surrealista, aquel conversacional, son rótulos que dejan fuera mucho del acervo de ese poeta.

“Estoy muy marcado por los viajes y mi escritura también. Hay mucho lenguaje y locuciones populares procedentes de otros lugares, tengo palabras sonoras, músicos de otros sitios en mi poesía: al trío Matamoros cantando Lágrimas negras, México, sabores, olores y otros temas.
“En Argentina hay una poesía muy urbana, salvo en poetas fuera de Buenos Aires, también muy importantes. El último libro que escribí en el que estuve trabajando doce años y creo que ahora ya está, Palma Real, me permitió jugar mucho. Es la selva. Un lugar entre Costa Rica y Nicaragua, bosque primario de mucha lluvia. Ahí encontré lo que siempre buscaba como escritor, para mí fue ese espacio. Le va a resultar muy raro a la gente un libro donde el protagonista es un bosque que imagina que crece, todos lo creen y todo es imaginación. Y hablan pájaros y animales de amor, de filosofía, pueden escribir un haiku. Y el viaje me condujo a todos esos ámbitos.”

Argentina siempre ha sido el país desde donde se recibe la mayor cantidad de obras en concurso. Este dato ha despertado la curiosidad de muchos…

—A mí también me llamó la atención. Puede tener varias respuestas. Primero, quizás, que hay mayor distribución de las bases del concurso en Argentina que en otros países. Es la respuesta más fácil.

“Otra razón puede ser el respeto que los argentinos sienten por el Premio, aunque pienso que eso es general. Pero en Argentina siempre se ha visto como una distinción muy alta, muy importante. Y también pienso en la relación de los argentinos con Cuba. Igualmente podría pensar en los talleres literarios, pero existen en muchos lados.

“He escuchado también que en México hay muchos premios literarios y la convocatoria impide que los autores participen en más de un certamen. Y quizás en Argentina no haya tantos premios y entonces hay una avidez por participar. Tal es así, que en la revista Nómada (Universidad Nacional de San Martín) lanzamos el premio Olga Orozco y llegaron casi 700 trabajos, es una enormidad cuando se trata de un concurso convocado por una universidad. En estos casos los jóvenes lo ven no solamente como un reconocimiento sino como la posibilidad de publicación.

“En la época en que recibo el Premio formábamos grupos culturales muy fuertes que convocan a músicos, teatristas, a muchos. La composición de esos grupos era importante, por ejemplo, la nuestra era muy simbólica, con cruces interesantes porque nuestra madrina era Olga Orozco, poeta surrealista, y nuestro padrino era Catulo Castillo, uno de los grandes letristas de tango. Esa combinación nos marcó mucho para diversificarnos.

“Me entero de la convocatoria al Premio porque la leo en una revista mexicana, donde decía que había que enviar las obras vía Berna, Suiza. Mi obra llegó tarde esa vez. Y recibí una carta firmada por Haydee Santamaría, que aún conservo, en la que me solicitaba esperar a la siguiente edición del Premio. Y así fue. El Premio me acompañó siempre de una manera especial porque fue también un compromiso para escribir más.”

Reproducido de: LA VENTANA



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