Monday, June 23, 2008

BLUES CONTRA EL MAYOR D’ ABUISSONES

There’s some streets in Houston
I stay clear after dark,
‘cause there’s some cat that’ll bump you of
just to hear his pistol bark.

- Juke Boy Bonner-


Vuelve su rostro convulso
mira la imagen
del Sagrado Corazón
con angustia
Pero los muertos pisan
los talones cada noche
Se da tres golpes
en el pecho
golpea su cabeza
contra el muro
Mas sus víctimas
no retroceden
y el “buen diosito”
es indiferente
a sus gritos esquizofrénicos
Agarra su revólver
Smith & Wesson
sorbe un trago
de ginebra
suenan tres disparos
y fragmentos
de la sagrada imagen
caen al suelo

Daniel Montoly© 2007

Wednesday, June 18, 2008

CARLOS PELLICER
(Villahermosa, Tabasco, México 1899-1977)


ESTUDIO

A Pedro Henríquez Ureña

Jugaré con las casas de Curazao,
podré el mar a la izquierda
y haré mas puentes movedizos.
¡Lo que diga el poeta!
Estamos en Holanda y en América
y es una isla de juguetería.
con las cuerdas de la lira
y los pañuelos del viaje,
haremos velas para los botes
que no van a ninguna parte.
La casa de gobierno es demasiada pequeña
para una familia holandesa.
Por la tarde vendrá Monet
a comer cosas azules y eléctricas.
y por esa callejuela sospechosa
haremos pasar la Ronda de Rembrandt.
… pásame el puerto Curazao!
isla de juguetería,
con decretos de reina
y ventanas y puertas de alegría.


DESEOS

A Salvador Novo
Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color.
Todo lo que yo toque
se llenará de sol.
En las tardes sutiles de otras tierras
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.
Déjame un solo instante
dejar de ser grito y color.
Déjame un solo instante
cambiar de clima el corazón,
beber la penumbra de una cosa desierta,
inclinarme en silencio sobre un remoto balcón,
ahondarme en el manto de pliegues finos,
dispersarme en la orilla de una suave devoción,
acariciar dulcemente las cabelleras lacias
y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
¡Oh, dejar de ser un solo instante
el Ayudante de Campo del sol!
¡Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color!

GRUPOS DE PALOMAS

A la señora Lupe Medina de Ortega

1

Los grupos de palomas,
notas, claves, silencios, alteraciones,
modifican el ritmo de la loma.
La que se sabe tornasol afina
las ruedas luminosas de su cuello
con mirar hacia atrás a su vecina.
Le da al sol la mirada
y escurre en una sola pincelada
plan de vuelos a nubes campesinas।

2

La gris es una joven extranjera
cuyas ropas de viaje
dan aire de sorpresas al paisaje
sin compradoras y sin primaveras।

3

Hay una casi negra
que bebe astillas de agua en una piedra.
Después se pule el pico,
mira sus uñas, ve las de las otras,
abre un ala y la cierra, tira un brinco
y se para debajo de las rosas.
El fotógrafo dice:
para el jueves, señora.
Un palomo amontona sus erres cabeceadas,
y ella busca alfileres
en el suelo que brilla por nada.
Los grupos de palomas
—notas, claves, silencios, alteraciones—,
modifican lugares de la loma।

4

La inevitablemente blanca,
sabe su perfección. Bebe en la fuente
y se bebe a sí misma y se adelgaza
cual un poco de brisa en una lente
que recoge el paisaje.
Es una simpleza
cerca del agua. Inclina la cabeza
con tal dulzura,
que la escritura desfallece
en una serie de sílabas maduras।

5

Corre un automóvil y las palomas vuelan.
En la aritmética del vuelo,
los ochos árabes desdóblanse
y la suma es impar. Se mueve el cielo
y la casa se vuelve redonda.
Un viraje profundo.
Regresan las palomas.
Notas. Claves. Silencios. Alteraciones.
El lápiz se descubre, se inclinan las lomas,
y por 20 centavos se cantan las canciones.


SEGUNDA VEZ

Lo que me importa el mundo
desde la sombra eléctrica del aeroplano.
-- Soy un poco de sol desnudo
libres de los pies y de las manos.
Estoy, solamente,
estoy, nada más.
El cielo en mi frente
cambiándome el mar.
El motor que perfora el aire espeso
algo tiene de bólido y toro.
Pasamos muy cerca del queso
de la luna matinal, leche y oro.
Bajo las alas tensas, plásticas,
la naturaleza es un proyecto aceptable,
las mujeres nunca han sido románticas
y la patria es continentalizable.
El mundo es una pobre cosa
llena de gusto yanquis y consideraciones.
Mas desde el aeroplano se medita en la gloria
de unir banderas y cantar canciones.
Se ve hasta el Polo Sur.
(Naturalmente. Con los anteojos de mis ojos.)
En el idioma quedan lo rápido y lo azul
dominando un mapa incoloro.
Abajo están las viudas y los juristas,
la Emulsión de Scout y los grandes deudores.
( Por un momento el alma se contrista
como un poco de viento sobre un campo sin flores.)
Se raja la hélice mil veces por minutos.
Una nube pasó sin volar.
abajo, en el fondo del mundo
la tinta del poema se ha empezado a borrar.

(SÁBADO)

En Amsterdam
las grúas hablan alemán.
La sinfonía del puerto
llega con un andante de 100 000 toneladas.
Los trasatlánticos salen en re;
los remolcadores en .
Unos enanos pintan una proa enorme.
Desembarcan loros de Java
gritando en portugués.
Pasa una vaca poderosa
con aretes y corsé. Petróleo de México.
Fieras de Borneo. Tres millones de kilos
de café.
El aire es mundial.
Y las mujeres – naturalezas—muertas.
Nos veremos a las 7 en Kalverstraat.
no puedo porque voy a la sinagoga.
Es falso; la reina no abdicará.
“Simplicissimus.” “ Il Sécolo d’ Italia.”
“ Izvestia..” “ The Times.” “Sol y Sombra.” “Le Journal.”
¡Curazao, 1920! Nostalgias marino-comercial.

Y la divina poesía
circula paralela y tangencial
solfeando en una antigua geografía
el viejo caro y serio que sale de Ámsterdam

Carlos Pellicer

Ilustración por: Osvaldo Guayasamín

Carlos Pellicer Cámara, era oriundo de San Juan Bautista (actual Villahermosa) capital del estado de Tabasco. Su padre, también llamado Carlos, era farmacéutico, y su madre, Deifilia fue quién le enseñó las primeras letras, a leer versos y quién despertó en él una preocupación social.
Pellicer inició sus estudios de primaria en la escuela Daría González. La revolución mexicana lo contagia de su ímpetu. Los aviones lo hacen soñar con ser piloto civil. Pero desde muy temprana edad descubre su vena poética y la convicción de llegar a ser alguien importante.
En 1909, como consecuencia de la situación política que vivía Villahermosa, su padre se alistó en el ejército constitucionalista, por lo que él y su madre se trasladaron a vivir a la ciudad de Campeche. Por lo precario de su economía tuvo que trabajar y vender los dulces que elaboraba su madre, y allí empezó a escribir sus primeros sonetos.
Cursó estudios en la Escuela Nacional Preparatoria y en Colombia, a donde fue enviado por el gobierno del entonces presidente Venustiano Carranza. Fue cofundador de la revista San-Ev-Ank (1918) y de un nuevo Ateneo de la Juventud (1919) y secretario privado de José Vasconcelos Calderón.
En la Escuela Nacional Preparatoria se relacionó con intelectuales de primera línea. Es nombrado agregado estudiantil para representar a México en Colombia y Venezuela. Desempeña su labor con éxito y regresa sorprendido por la dictadura Venezolana. Al rendir el informe de sus actividades ante la Federación de Estudiantes, pronuncia un airado discurso en contra del dictador Juan Vicente Gómez, que causa un gran tumulto.


Fuente: www.granma.cubaweb.cu/.../carlospellicer.jpg
फुएंते: Wikipedia

Monday, June 16, 2008


Autor de la ilustración: Álvaro Antón




REQUIÉM A LOS CEREZOS

A José Watanabe

Poeta, el cerezo florecido lágrimas
sobre la levedad de la tumba
te acoge como distinguido huésped.
Los bueyes llevan púrpuras guirnaldas
en sus menguantes cuernos
las garzas blanquean el lago
y en el fondo los peces
zurcen una estrella en tu destino
con el fulgor de sus escamas.
La brisa ruge detrás de los montes
como una leona enamorada
los pájaros escuchan sus rugidos
despiertan con sus vuelos
la apacibilidad del río de los rostros
donde millones de piedras encendidas
forman un bosque de arco iris.
Poeta, con tu muerte el cielo se cubre
con lentejuelas arrancadas
al vestido de lo incierto.
Las visibles huellas del invierno
se extienden a lo largo.
El guardián del hielo arrastra en soledad
sus pasos hacia el Monte Fuji.

Daniel Montoly© 2007

Friday, June 13, 2008




Di que me quieres

____________
Pedro M. Martínez



Esta tarde vi la fotografía que nos hicimos en el Village. Brillaba en el fondo de una maleta vieja que encontré en el altillo. Entre gorras ridículas, navajas roñosas y libros sin dedicar, hallé también las pistolas. Recordé cómo las compraste, una pastosa tarde de verano. Hacía poco que habíamos visto ¿Quién teme a Virginia Wolf?, en aquel cine de la 42, y acariciaste la caja de las armas como si fuera el bebé extraviado de la Taylor. Qué bonita mitomanía, corazón: ésta dispara, ésta no…

He escogido una de las pistolas. Monto el percutor. Te oigo llegar por el pasillo. ¿De dónde vienes, cariño?: no me digas que «de por ahí», nadie anda «por ahí» a estas horas. Ya estás muy cerca de la puerta entreabierta… Como en la película, que tanto te gustó, vas a encontrarte con un cañón entre las cejas. Las pestañas te tartamudean, mi amor, pero contéstame sin falta, la urgencia del cañón lo requiere. Mírame como lo hacías en la vieja foto, tesoro, y di que me quieres.
¿Temes que haya cogido la pistola de verdad? No te preocupes por nada, cielo, sé lo que vas a responder…


____________________
Relato perteneciente al libro Nunca llueve sobre el Sáhara (Ed. Mandala & LápizCero – Madrid 2008) ISBN 978-84-935712-8-3
Página web del autor: www.martinezcorada.es

Nota: El libro puede ser adquirido en el siguiente enlace: http://www.casadellibro.com/fichas/fichabiblio/0,,2900001241431,00.html?codigo=2900001241431 o dirigiéndose al correo personal del autor: www.martinezcorada.es

Saturday, June 7, 2008

NOCTURNA DISLUCIDACIÓN DE UN GONSO


“Life here is like leave in hell.
You all listens the stranger
stop you and asks:
From which side o’ the road
the wind gonna blow tonight?
tell me brother, before
I take this long ride.”


A Billie Holliday y Max Roch



Hay noches que desconoce para qué lado soplará el viento. Esas noches cuando todo luce nublado a pesar del brillo intenso de los cigarrillos en la oscuridad, y se siente que llueve adentro del ser, aunque no caiga una gota. Entonces, la buena música va más allá de las hélices del abanico, que cuelga de los ojos insomnes igual a líquenes ergonómicos para resarcir la penitencia, si eres metafísico o la tortura de tratarse de un secular. Los cigarrillos entran y salen estrangulados por los bulevares de los dedos, buscando traducir ansiedad al lenguaje del optimismo o ponerle costo a las rencillas del entusiasmo pequeño burgués con el que, la angustia define en estos tiempos la existencia de un prolífico escritor mediocre.

En mi auto-flagelación neurótica busco interpretar en mi intelecto leyes absurdas como “La Jim Crow”*, que empujó a Mingus a escribir una de sus piezas clásicas y quizás, el manifiesto jazzístico para el Movimiento de Los Derechos Civiles: aquel viento de verano fresco contra la injusticia y el vicioso racismo. Linchamientos, atropellos, violaciones, incendiar iglesias y bombardear niños eran entretenimientos comunes para hordas de racistas, que se tomaban fotos junto a jóvenes negros, linchados en los árboles, souveniles macabros como dice la famosa canción de Bob Dylan. “But, hold a minute” ese inhumano lastre que soñábamos haber extinguido, es hoy por hoy, “The new expresion of freedom” en boca de caza inmigrantes y xenófobos amaestrados por la inteligencia. Basta vendarse la sensatez y arrojarse a cruzar frente a un pequeño grupo de duendes para sentir en la piel sus escalofriantes miradas, decirte: “hi”, un “hi” suprematista, que produce escalofrío, con barbas y bigotes entumecidos en las aguas turbias del cinismo.

Fue a través de las canciones de Billie como entré en contacto con “The history of the magical place”* que se vivía en su época, donde “la soga” era el principio y autoridad de la ley como también la leña para la hoguera sutil del racismo. La marginación social sufrida por los afros americanos y el boom industrial capitalista alcanzado en la sociedad del cuarenta y cincuenta en Los Estados Unidos empujó mareada tras mareada de empobrecidos inmigrantes provenientes del Sur hacia las grandes ciudades del Norte, como Chicago, Detroit, Cleveland, entre otras. Huían del racismo y de la más espantosa miseria. Una vez asentados en las nuevas ciudades muchos de entre ellos eran músicos, cantantes y artistas que trabajaban para clubes nocturnos, centros de baile, sirviendo de entretenimiento a la población negra segregada en los guettos y suburbios, pero más tarde, como la música tiene alma y no color de piel, terminó encantando los oídos de la clase media blanca, ahora convertida, en fiel amante del Blues y el Jazz.

Billie, mi amante de la angelical flor en su pelo recogido en forma de torbellino, como era su vida. Fue la amante anónima que un día soñé tener, pero que nunca tuve, porque para su tiempo, yo era un mocoso en un pequeño pueblo tercermundista. Pero desprenderme de sus ojos me ha costado casi la vida. “My Lady Day”. A veces pienso, qué hubiera sido sí Billie no hubiese tenido que vivir en un ambiente tan hostil como también contra lo suyo, pero entender esta ballena lleva tiempo, sangre y dólares. Esa amorosa relación nunca correspondida entre Billie y yo me llevó a explorar en su personalidad para entenderla como mi mujer ideal y a través de ella conocer esa otra realidad oprobiosa contra mis hermanos afro-americanos, que se rehusaban a aceptar el amor del desprecio y la bondad de los abusos.

Que Billie Holliday fuera una especie de diosa en el escenario, no hizo de ella la excepción, porque también padeció el racismo, sobretodo durante su infancia en los estados del Sur antes de convertirse en la famosa, Lady D. Mi Afrodita del jazz... De ser testigo activo de la oprobiosa situación de sus semejantes le nació aquel espíritu autodestructivo, de querer refugiarse en el alcohol y el uso de drogas como paliativos contra la impotencia. Hoy por hoy los sauces aún continúan llorando en el sur, fueron tantas las atrocidades que presenciaron, que se niegan a levantar sus ramas o a mirar a los ojos de quien los planta. De la misma manera como los afros americanos del sur les estaba prohibido mirar a los ojos de una persona blanca, so pena de ser asesinado por turbas organizadas por el Ku-Klux-Klan con la anuencia expresa de las autoridades locales y estatales. Basta con recordar el caso del niño Emmett Hill* brutalmente asesinado y cuyo cadáver fue arrojado al río Tallahatchie.

El jazz vive por Billie de la misma manera, que el blues ve a través del melancólico crisol de los ojos de Bessie Smith y ni hablar del bohemio amor del rock con Janis Joplin. A cada género una diva y cada loco la melomanía de un tema...

Daniel Montoly©

Thursday, June 5, 2008




La ritualidad del círculo de Daniel Montoly



“I’m beat (right down) to my socks”
FATS DOMINO


La ritualidad del círculo del dominicano Daniel Montoly participa de una asociación de conceptos símiles por contraste, una antítesis. Desde su inicio, mejor dicho, en su inicial y circular continuidad, esta combinación materializa dos nociones que, como propone el poeta, pesan y duelen tanto sobre el ser humano en su intangibilidad y en su materia: el alma y el cuerpo. Ya desde la primera sección del poemario “La obesidad de tu dolor y el esqueleto de tu alma” la pesadumbre se desborda, asfixiantemente cae, y buscando una salida acierta en la memoria. La segunda sustancia, el alma, aunque etérea, igual siente dolor. El poeta le ofrece un cuerpo, un esqueleto, otorgándole existir en este mundo material, más aún, humaniza y baja a un estado terrenal la esencia que, por desconocida, llamamos alma. Entre golpe y golpe (between beats) La ritualidad del círculo se va re/creando como una composición musical de jazz, donde los recuerdos que surgen de la vida misma logran un homenaje tipo beatnick. Estos golpes que brotan en la fuente del ingenio de Montoly se manifiestan como un contrapunteo, donde cada palabra, cada verso, finalmente encuentran su lugar en la composición poética.
A través de La ritualidad del círculo hay un desarrollo que se lee y escucha en movimientos acompasados y poli-rítmicos. Estos a su vez, al forjar los versos - el canto -, intentan la re-creación y recuperación en la reminiscencia, o bien, anhelan el retorno al feliz y eterno instante que se fijó durante la niñez y que en el poeta aún sigue vigente en la memoria. El primer poema abre con un epígrafe de Norge Espinosa, poeta cubano del grupo de escritores que aparece a finales de los ochenta en medio de un socialismo utópico y cuyo elemento definitorio también parte de la memoria. Montoly escoge el verso “Que no caiga sobre mi tanta limosna” de Espinosa para iniciar y continuar la propuesta poética, cuya circularidad se expresa a modo del ritual de lo habitual. “Mimetismo” abre el canto e invita al lector a explorar -porque el poeta así lo ha decidido,- en el pretérito y el imperfecto de sus experiencias, mejor dicho, de su memoria:

Recuerdo aquel cuadro en el museo
Aquella tarde lluviosa…
Aquella escena renacentista,
aquellos labios
salvados del holocausto del tiempo

Un texto con dirección anafórica sumerge al lector en el universo de los recuerdos. Después del recorrido, a la salida del trance, el lector queda engarzado en un mundo mimético; en la cíclica, instantánea y seductora, ritualidad del círculo. A partir del segundo poema el lector se interna en los recuerdos y éstos se presentan como alucinaciones de nocturna y camuflajeada estirpe. El poemario sigue hasta abordar “Inconfesiones íntimas”, texto en donde el poeta destapa la inmaculada obesidad de su dolor y el esqueleto de su alma. Dicho de otro modo, se da la imposible búsqueda por un eterno retorno a ese instante en que la vida parecía tener sentido, la lejana felicidad, tema que Milan Kundera ya explorara en La insoportable levedad del ser. Así como el recuerdo sucede en un instante, o bien, en una serie de únicos momentos que se definen y defienden, la vida para Montoly pareciera ser, a veces, como dioses que saben morir y a veces “como aves de alucinadas noches”.

Se ha dicho que en la poética de Montoly, además del retorno imposible, el juego de la memoria se vuelve tan perceptible, ya sea como el elemento presente y vivo a través del poemario o como el lejano e imperceptible pasado que el canto intenta recuperar. Sin embargo también aparece la duda existencial, el sin fin temático en las relaciones humanas, la vida cotidiana, permeada por el aparente sentido trascendental de la existencia en la modernidad. El poeta se siente influido grandemente por el espíritu de su/s época/s, por el estado de ánimo colectivo, el desencanto sosegado que ya Sastre y Camus desenvolvieran. Pero esta es otra época, otro espíritu, otro tiempo y, como si fuera una obra teatral, se abre el telón a la memoria: Montoly recuerda y compara, añade conflictos, el poeta pisa el campo de juego, en éste afloran las emociones y las pasiones, la línea divisoria entre la vida y la muerte. En el transcurso del partido (la representación), el árbitro imposibilita el eterno retorno, por lo tanto, finaliza el partido en la hoguera del sexo, lugar donde el poeta arde, se beatifica –según canta- y como toda materia, se transforma; en alucinaciones que son presagios, que son sueños, que son diálogos de humo.

Con ese mismo tono -ya logrado -, el de los recuerdos (también) y a través del sueño, se desenvuelve la palabra en el poemario. Las visiones se hacen presentes, en secreto viajan las visiones antes del espectáculo, antes de hacerse vigentes en un espontáneo y más arduo resurgir. De la fuente poética brotan las imágenes, limpias, ahí donde la lluvia tibia va cubriendo de humedad las piedras. En otras ocasiones parece haber un tono mordaz, una venganza, en la cual la palabra crece y ofrece poder y las in/confesiones íntimas llegan a ser una plena expresión y extorsión del deseo. Por lo tanto cierto erotismo y enamoramiento se dibuja en los versos, como se aprecia “En una mesa” poema donde las miradas fueron baúles “en donde floreció mi adolescencia, - dice el poeta - azuzada por el calor de sus senos.”

El (auto)exilio acompaña al poeta día y noche, no solamente trae consigo la movilidad física, la mudanza, la pérdida de una realidad, sino que también se abre al hallazgo de otra/s. La transformación mental sucede a través del tiempo, quizás fantasmal para quien no lo experimenta, pero quien si la sufre no puede evitar la influencia de la nueva realidad; sin olvidar del todo… aquella otra. En este proceso de ajuste, emociones y sentimientos múltiples brotan dentro del ser: recuerdo, amor, ira, odio, venganza, deseos, templanza… Por eso el tinte puede incluso parecer prosaico e incluso de tono cercano a la protesta. El matiz crítico, bajo la influencia de su nueva vida en los Estados Unidos, se desarrolla como parte de su observación, la contemplación, el recorrido diario por las calles y el deseo de expresarse. Por eso el amor, la sensualidad y el erotismo también son elementos importantes en este poemario, porque muestran que Montoly vive: sufre y ama, e incluso puede morir/se en vida. Como se ha hecho referencia anteriormente, La ritualidad del círculo pareciera compartir el desencanto existencialista y sin embargo deja ver una conciencia política, una activismo pacifista. Un ejemplo de lo dicho se aprecia en “Macromedia”, donde las ciudades y los pueblos del norte se transforman llenándose de lotes, donde los “héroes muertos” se vuelven títeres-fantasmas, manipulados por el poder de la mentira.

Naufraga el poeta y sin embargo continúa en espera de un Yo místico que surja del caos y lo rescate de la desilusión y el miedo. Daniel Montoly ha sido fuerte, creativo, persistente, ha logrado dar forma – con sus manos – a la rosa que Huidobro proponía, una que en este caso ha sido “capaz de cantar con su silencio.”… y florecer en el deseo. Existir es la propuesta, prevalecer a través de los sueños, en los dibujos de la niñez y en los elementos sensuales. Existir incluso en la pérdida y desilusión por estar conciente que todo acontecimiento natural, que antes causaba asombro e invitaba a la imaginación del niño al vuelo, “…Murió / ahogado, al caer de brusco / a la intensidad / de un desolador paisaje.” Así lo expresa Montoly, el poeta (auto)exiliado que no se acostumbra a la idea de pensarse allí… ¡aquí!

Ese sentir conduce a los poemas, pero… ¿Qué es un poema? Para Montoly una de las posibles respuestas la ofrece en “Labios de oscuridad” cuyo inicio expresa que “Un poema es un pedazo de luz / en la inexorable oscuridad.” A partir de este instante La ritualidad del círculo es un perseverante vuelo, es decir, empiezan a cruzarse en las palabras pájaros crepusculares de ineludible voz, pájaros “que vuelan / entre las ramas de los árboles” y que, como los recuerdos, caen del árbol como frutos y ya a nadie apetecen. También los hay kamikaze, como palabras mortales, y los hay secuestradores de memoria. En este nuevo libro de Daniel Montoly las aves juegan un rol decisivo, ya que de alguna manera impulsan y dirigen – en su viaje o migración – la imagen del poema (todo vuelo se traza sobre un mapa imaginario), de tal manera hay aves que, como el poeta mismo, traspasan las barreras de la normalidad y la cotidianidad como en el poema “Viuda” en el cual unas gaviotas nocturnas matizan la memoria.

En La ritualidad del círculo los elementos se eternizan, se yerguen inmortales, espacio y tiempo se entrelazan a raíz de la palabra (esa perpetua luz), existen en la unidad de la circunferencia que los protege y les asegura la vida. Sin embargo, en este diálogo poético (el rito), entra el poeta y en el círculo la mente divaga en pos de la memoria, los recuerdos. Se ha dicho que el poemario está permeado por el jazz y precisamente uno de los poemas más representativos de esta colección se titula “Billie Holiday”, texto en el cual el instante poético queda inmortalizado por la imagen. A partir de este recuerdo el poeta incansablemente busca aferrarse al árbol frutal que en la infancia todo niño circula y adora mientras canta la ronda, el crecimiento entre ambos ha sido paralelo, la revelación ha sido única, el despertar busca y espera, la revelación de su mundo, el juego del eterno regreso. Sin embargo, pasa el tiempo, el despertar suele ser brusco, cuando el extraño fruto que el árbol al niño le ofrece le aleja de su inocencia y le presenta su realidad tan vulnerable, tan frágil.

En “Soy amo de lo que callo y dueño de lo que escondo entre cadáveres”, el silencio es un elemento esencial ya que es muy necesario para lograr una creación plena. De tal manera la clara y justa desnudez de la palabra crea y se re/crea en sí misma y el poeta ofrece el testimonio de su creación: “Me nace una mariposa entre los dedos,… / y vuela, como un opúsculo del polvo / algún punto en la circunferencia…” y también, cuando el poeta se extravía, enloquecidamente se reinventa en las orillas, volviendo al jazz para volver al origen mientras tanto, frente al él, desfilan Marilin, Nat King Cole, George Wallace, Louis Armstrong. Hay un regreso a la inocencia y la imaginación se remonta a la vieja isla, aquella que se repite una y otra vez como alguna vez lo escribiera el célebre cubano Antonio Benítez-Rojo. De forma similar, Daniel Montoly regresa a repetir su isla, para no perderse en el olvido; se aferra a la memoria, a la inocencia de la infancia y como tal dedica algún poema a los limpiabotas de su infancia. Montoly también lanza una injuria y amenaza a los cobardes en su poema “Días contados” donde escribe que a ellos dejará caer todo el rigor de la palabra “Porque el dolor no se olvida / una vez que penetra en el costado,”. Por eso los “mercaderes / entusiastas de la muerte”, los indigentes, sabrán de él “cuando el día anochezca”. El ritual del círculo se torna pronunciado y crítico, el despertar ha sido brusco y el poeta monta en cólera, el eterno retorno parece imposible y la infancia, desconocida. El pasado – canta el poeta – “es una forma ingrávida / de celebrar la incongruencia.”

El giro continúa, los versos se vuelven más y más espontáneos, más experimentales. El poeta sugiere que se les deje en paz, “que piensen que todo fue un hechizo arrastrado por el viento”. Las danzas y rituales continúan y Montoly confiesa ser amo de lo que calla y dueño de lo que esconde. Hay una regresión que más bien parecer ser la llegada al punto inicial en La ritualidad del círculo. ¿Será acaso el eterno retorno? Definitivamente hay una vuelta al inicio, un giro en la espiral y por eso en su testamento, Montoly no quiere velámenes, ni flores. Desea morir para estar en lo cierto, y ser la casualidad de sus coincidencias. Para que Isis – dice el poeta - raje el velo de sus ojos. Para que el lector decida su instante en La ritualidad del círculo y sea participe en la eterna antítesis, esa infinita circularidad que canta el poeta en su intangibilidad y en su materia.

Juan Armando Rojas Joo
Ohio Wesleyan University
5 de mayo de 2008
Nota: Los (as) interesados (as) en adquirir ejemplares pueden enviarme un mensaje a:
Creative Commons License
Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.