Friday, March 27, 2009




7


Verás como al atardecer, los muertos.
Pasan a tu lado
con el viento;
borrando las huellas
con sus miradas
lánguidas;
pecan en ti. Lo ya perdido.

Lanzan al fondo
las llaves,
vetadas por inocultables
tumbas.


Daniel Montoly©

Tuesday, March 24, 2009

Blanca Varela (1926-2009)


La escritora peruana Blanca Varela, fallecida el pasado 12 de marzo, es considerada una de las voces más originales de la poesía en lengua española y una de las mujeres más importantes de América Latina

por Alfredo Herrera Flores

En pocos minutos la noticia dio la vuelta al mundo. Blanca Varela ha muerto. La tarde del jueves 12 de marzo, esas cuatro palabras se desplazaron a todas las salas de redacción, abarrotaron las páginas digitales en todos los idiomas y se internaron en los círculos literarios más diversos, deteniéndose en todas las paradas imaginables de la infinita y violenta autopista de la información. Es que la poeta limeña es la peruana más universal.

Decir que la muerte motiva el homenaje postergado no es tan cierto en el caso de esta escritora sobria y templada. Ha sido reconocida y premiada con galardones como el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo, el Premio de Poesía Federico García Lorca y el Premio de Poesía Hispanoamericana Reyna Sofía, además de su postulación al Premio Nobel de Literatura y de las múltiples distinciones académicas en el Perú y el extranjero y de las ediciones literarias que se han publicado en su honor.

Pero sobre todo ha sido reconocida por los jóvenes como un importante ejemplo a seguir desde que empezara a ser vista como una de las voces más originales de la poesía en lengua española.

Pero a Blanca Varela había que verla (y escucharla, sentirla) a través de su poesía y su presencia, como aquella vez de los primeros años de la década del noventa, cuando la Universidad San Agustín de Arequipa organizó, de la mano del poeta Hugo Yuén y otros aventureros, el ciclo de poesía “La república de los poetas”. Cada semana un poeta excepcional se instalaba en la recién inaugurada sala Mariano Melgar, del también recién recuperado Claustro Menor de la calle San Agustín, y leía y conversaba con el público.

Por ahí pasaron Washington Delgado, Pablo Guevara, José Ruiz Rosas, Javier Sologuren, Antonio Cisneros, entre otros. Pero en ningún caso el soberbio salón de sillar y madera estuvo tan colmado, repleto, tan pasmado y tan encandilado como cuando Blanca Varela ocupó su silla, cogió delicadamente el micrófono y, después de mirar sosegadamente a cada uno de los asistentes, leyó sus poemas. Al otro lado la mudez, era como si te leyera al oído. No había silencio ni melodía que se compare a su voz perfecta, a su entonación exacta, a su cadencia invisible.

Al final de la lectura, el moderador tuvo que ser el primero en dar unas palmaditas tímidas para romper el frágil mutismo en que aún se mantenía el público, varios minutos después había que llamar a la cordura para que cesaran los aplausos. Al lograrlo, el moderador, que en ese momento era solo una sombra, una especie de fantasma que nos guiaba en el limbo, invitó a que se le hiciera alguna pregunta a la poeta. Nuevo y más tenso silencio, hasta que en medio del salón se levantó una mano, como si fuera la de un escolar en el primer día de clases, el hombre se puso de pie y dijo “por favor, señora, léanos un poema más”. El respetable aplaudía largamente de pie.

Blanca Varela pertenece a la extraordinaria promoción de poetas que los teóricos han dado en llamar Generación del 50. Hemos sentido ya la inevitable partida de varios de ellos. Casada muchos años con el pintor Fernando de Szyszlo, tuvo que soportar la trágica muerte de su hijo Lorenzo en el accidente aéreo de Arequipa, hecho que aceleró el desgaste de su salud, hasta postrarla en cama los últimos años, alejándola de cuanta presentación pública y homenaje que se organizaba en su honor.

El título Canto Villano, bajo el cual aparece toda su obra poética, se ha convertido pronto en un clásico de la literatura latinoamericana, y algunos de sus versos son materia de reproducción en cuanta instalación, feria o festival de cultura haya. Su biografía está entre las de las mujeres más importantes de América y su influencia literaria es reconocida de manera sincera por las últimas generaciones.

A lo largo de su vida ha ejercido el periodismo y cultivado amistades importantes con otros artistas universales, peruanos como José María Arguedas, Emilio Adolfo Westphalen y Jorge Eduardo Eielson y extranjeros como Julio Cortázar, Ernesto Cardenal y Octavio Paz; ha mantenido prudencia en diversos círculos literarios y artísticos y ejercido funciones de promoción cultural como la dirección de la filial peruana de la editorial Fondo de Cultura Económica, de México.

En su libro Concierto animal (1999) hay un poema premonitorio, con las palabras que seguramente ella misma nos habría anunciado su partida:

esta mañana soy otra
toda la noche
el viento me dio alas
para caer

la sin sombra
la muerte
como una mala madre
me tocó bajo los ojos

entonces dividida
dando tumbos
de lo oscuro a lo oscuro
giré recién llegada
a la luz de esta línea

en pleno abismo
abriéndose
y cerrándose
la línea

sin música
pero llamando
sin voz
pero llamando
sin palabras
llamando.



Tomados de Los Andes.


Reproducido de: La Ventana

Sunday, March 22, 2009




TOMÁS HERNADEZ FRANCO

(Tamboril, República Dominicana, 1904-1952)




Un antes


Erick el muchacho noruego que tenía
alma de fiord y corazón de niebla
apenas sospechaba en su larga vagancia de horizontes
la boreal estirpe de la sangre que le cantaba caminos en las sienes.

En el más largo mes del año había nacido
en la pequeña choza de brea y redes salpicadas caso por las olas
parido estaba entre el milagro del mar y el sol de medianoche
de padre ausente naufragado
nadador ya de algas profundas y arenas sorprendidas
de escamas y de agallas y de aletas.

Era el quinto hijo para el mar nacido
y Erick creció en su idioma de anzuelo y de corriente
fuerza de remo y sencillez de espuma
como todos los muchachos de la playa
mitad Tritón y mitad Ángel.

Pero Erick no sabía nada de eso
--pulso de viento y terquedad de proa—
aprendió los nombres de los peces de las puntas y cabos
la oración del canal y la bahía
a los quince años conocía mil golfos
y sin contar el ya remoto y salobre seno de la madre
ni un solo pensamiento de noruega
le había caminado entre las cejas rubias.

En un anual calafateo de lanchas
llamas estopas y brea
Erick tenía veinte años y era virgen dentro de sus botas de hule
y creía que los niños nacen así como los peces
en la noche quieta de los reposos del mar
pero el tío piloto contaba entre dientes largas historias de islas
con puertos bruñidos y azules
donde centenares de mujeres desnudas subían carbón al barco

donde había pájaros verdes hirviendo de palabra obscenas
y donde en la noche florecía el burdel con hondo aliento de tam—tam.

El tío mascullaba una lejana canción
de sol y cocoteros
en lengua que no podía se noruega y que ponía
en el pulso de viento de Erick pequeños remolinos.

A los veintidós años Erick tenía la mirada gris azul
densa de su alma puesta en dique
y una voluntad de timón y de quilla
por llegar a las islas de montanas de azúcar
donde –decía el tío—las noches olían a cedro como las barricadas de ron.
Erick sabia que los marinos noruegos siempre desertaban en las islas
pero cuando estaban bien borrachos los capitanes los metían a patadas
en las bodegas sucias y entonces volvían a Noruega

flacos y callados y tristes.

Con todo y las patadas el marinero Erick ya estaba en ruta.


Otro antes


Esta no es la historia de Erick al fin y al cabo
que a los treinta años ya no era marinero
y vendía arenques noruegos en su tienda de Fort Liberté
mientras la esposa de Erick madam Suquí
rezaba a Legbá y a Ogún por su hombre blanco
rezaba en la catedral por su hombre rubio.

Madam Suquí había sido antes mamuasel Suquiete
virgen suelta por el muelle del pueblo
hecha de medianoche a toda hora
con hielo y filo de menguante turbio
grumete hembra de burdel anclado
calcinada cerámica con alma de fuente
himen preservado por el amuleto de mamaluá Clarise
eficaz por años a la sombra de ombligo profundo.

Erick amó a Suquiete entre accesos de fiebre
escalofríos y palideces y tomaba quinina en grandes tragos de tafiá
para sacarse de la carne a la muchacha negra
para ahuyentarla de su cabeza rubia
para que de los brazos y del cuerpo se le fuera
aquel pulido y agrio olor de bronce vivo y de jungla borracha
para poder pensar en su playa noruega con las barcas volteadas
como ballenas muertas.

Pero Suquiete lo amaba demasiado porque era blanco y rubio
y cambió el amuleto de mamaluá Clarise
por el corazón de una gallina negra
que Erick bebió en viernes bajo la luna llena con su tafiá y su quinina
y muy pronto los casó el obispo francés
mientras en la montana el papaluá Luipié
cantaba el canto de la Guinea y bebía la sangre de un chivato blanco.

En la noche sudaba de fiebres y marismas
Erick sin sueño marinero varado sobre la carne fría y nocturna de Suquí
fue dejando su estirpe sucia de hematozoarios y nostalgias
en el vientre de humus fértil de su esposa de tierra
y Erick murió un buen día entre Jesucristo y Danbakká –Oueddó
apagado el pulso de viento del velero perdido en el sargazo
su alma sin brújula voló para Noruega
donde todavía le quedaba el recuerdo

de un pie de mujer blanca que hacía frágiles huellas en la arena mojada.


Un después


Y así vino al mundo Yelidá en su vagido de gato tierno
mientras se soltaba la leche blanca de los senos negros de Suquí
alegre de todos sus dientes y de su forma rota
por el regalo del marido rubio
y Yelidá estaba inerme entre los trapos
con su torpeza jugosa de raíz y de sueño
pero empezó a crecer con lentitud de espiga
negra un día sí y un día no

Blanca los otros
nombres de vodú y apellido de kaes
lengua de zetas
corazón de ice-berg
vientre de llama
hoja de alga flotando en el instinto
nórdico viento preso en el subsuelo de la noche
con fogatas y lejana llamada sorda para el rito.

Los otros sólo tuvieron la sospecha de un peligro cercano
mientras Suquí descendía su alma por los caminos de noche de su entraña
y engordaba en su alegría de matriz de misterio
ternura de polen en su hija de llama
para cuyo destino no tuvieron respuesta el gallo y la lechuza
ni sabían nada el más sabio ni el más viejo.

Los peces lo sabían y la noche y la selva y la luna y el tiempo de calor
y el tiempo de frío
y el alma de garra del pantano
y el dios que enmaraña las raíces y las empujas fuera de la tierra
y el macho y hembra que en los cementerios
enciende fuegos verdes sobre el vientre helado de los muertos
y el que está en la garganta de los perros lejanos
y el del miedo con su mil pies y su cabeza cortada

y ésta quiere se la historia de Yelidá al fin y al cabo.

Tacto de clave
flanco sonoro al simple peso de la mirada
paladar de fiera
cuerpo de eterna juventud de serpiente nuevo para cada luna nueva
completa para siempre como el mito
hermafrodita en el principio del mundo
cuando descuartizaron a los dioses
enigma subterráneo de la resina y del ámbar

pacto roto de la costilla de oro
traición hembra del tiempo libertada.



Un paréntesis


Los liliputienses dioses infantiles de la nieve
los viejecillos vestidos de rojo
que sacuden la niebla de sus barbas
y los que soplan sobre las letras sin rumbo de las veletas
los habitantes del rescoldo
los del viento ululante
los que dibujan las árticas auroras
;os dioses de algodón y de manzanas

Que tienen largos el sur y corto el norte
los que sobre la tímida y verde vida del musgo verde
resbalan y juegan con las flores del hielo
los hiperbóreos duendes del trineo y del reno
supieron la noticia en la lengua de disuelto huracanes lejanos.

Sangre varega en la aventura de cosas de hombre
por cosas de mujer se trasplantaba
en islas de caracol y de pimienta
perdida iba a quedar para su ártico
en el flotante archipiélago encendido
perdida iba a quedar para su mansa
vegetación de pino ordenada
perdida iba a quedar para su lucha

de olas aceite y peces
perdida iba a quedar de Noruega
en las islas de fuego condenada.

Viajero por los hondos caminos del subsuelo adornados de tumbas
donde dialoga el fósil con la raíz podrida
y el hueso suelto espera la trompeta
y se hace oscuro el secreto del agua
que lava las pupilas insomnes del mineral perdido
por la grieta y la gruta y el estrato
los dioses de leche y nube con el sexo de niño
buscaron al otro dios de los mil nombres

al dios negro de atabal y la azagaya
comedor de hombres constelado de muertes
Wangol del cementerio y del trueno
el dueño del ojo vidriado del zombí y la serpiente.

Buscaron a Badagris dictador de la puñalada y el veneno
espíritu suelto de los cañaverales
donde el tafiá es primero flor y luego miel
e padre del rencor y de la ira
él que enciende la choza al leve contacto de su mano negra
y viola a todas las niñas en el vientre de las madres dormidas.

Buscaron a Agoué dios ventrudo del agua
mitad evaporado al sol del pantano
aburrido de moscas y de olas
en su casa de vientos y de esponjas.

Buscaron a Ayidá –Oueddó que es la que pone
a arder la lámpara roja del estupro
la que en el hondo vientre del cueva del bongó mantiene
las cien serpientes locas de dolor y la vida
la que en la noche de Legbá suelta los perros del deseo
la que está partida en dos mitades por el sexo infinito
maestra del la danza sagrada para llegar hasta ella misma
domadora del grito y del espasmo.

Implorante de llantos en sordina
casi borrachos ya de olor de isla
los dioses de Noruega pedían salvar la última gota de la sangre de Erick
la escandinava inocencia de una gota de sangre.

Hablaron con los ojillos azules entornados
mientras la sangre se les iba haciendo de plata derretida
porque Ayidá—Oueddó bailaba en el canto del gallo
con los senos brillantes de sudor y de estrellas.

Pero aquella noche Yelidá había tenido su primer amante
estaba tendida y fresca como una hoja amarilla muy llovida
adolorida sin dolor casi despierta en la hamaca de un sueño tibio
le vivía tan sólo un golpe amado de tambor en las sienes
y en el vientre se le dormía la música y la danza.

Por los caminos de la lombriz y de la hormiga
rota toda esperaza regresaron.


Otro después


Con alma de araña para el macho cómplice del espasmo
Yelidá por el propio camino de su vientre
asesina del viento perdido entre los dientes de la gruta
ahí se estaba el vegetal y ardiente
en húmedo humedad de hongo y de liquen
caliente como todo lo caliente
cosa de hoja podrida fermentada en penumbra tiempo y luna
hecha del filtro y de palabra rara

en el agua del charco con su verde y su larva
y su ala a medio nacer y su nadar de meteoro
Yelidá deshojada a sí y a no
por éxtasis de blanco y frenesís de negro
profunda hacia la tierra y alta hacia el cielo
en secreto de surco y en místico de llamas.



Final


Será difícil escribir la historia de Yelidá un día cualquiera.



TOMÁS HERNADEZ FRANCO, Poeta y ensayista. Nació en Tamboril. Dedicado a las letras desde joven. Partidario del ascenso de Trujillo, escribió poco después su primer ensayo importante: "La más bella Revolución de América", para referirse a la toma del poder por Trujillo. Ocupó importantes cargos públicos durante ese régimen. Cultivó además la poesía y el cuento. Obra poética fundamental: "Yelidá", gran poema épico. En San Salvador publicó: "Apuntes sobre poesía popular y negra en las Antillas" (1942), "Canciones del Litoral alegre", (1948): "Síntesis y Magnitud de un Problema", (1943); "Cibao" (cuento) (1942).

Thursday, March 19, 2009

Transición


Voy comprendiendo con la vigilia vespertina
este inexpugnable círculo kármico.
Rompiendo espejos de agua,
sin cobardía o pasos en falso.
Dejando atrás,
Las huellas de este irreversible aburrimiento,
que llegó un día
bajo las alas ensombrecidas de las esperanzas.
Levantó tienda,
como una enfermedad perenne.
Adueñándose de todo mi universo.
Hoy, pienso nombrarlo con otro símbolo,
bañarme en el río de Heráclito,
dejar que sean sus aguas trascendentes
las que arrastren mi cadáver
hacia las estribaciones del éceano.
Y ver todo, con otros ojos,
inmunes a mi vulnerable condición de hombre.

Daniel Montoly©

Tuesday, March 17, 2009

VOCES DEL SIGLO XXI


ROLANDO SÁNCHÉZ MEJÍAS
(Holguín, Cuba, 1959)






JARDÍN ZEN DE KIOTO



Sólo un poco de grava inerte
quizás sirva para explicar
(al fin como metáfora vana)
que la dignidad del mundo consiste
en conservar para sí
cualquier inclemencia de ruina.

El monje
cortésmente inclinado
quizás también explique
con los dibujos del rastrillo
que no existe el ardor,
solamente el limpio espacio
que antecede a la ruina.

Alrededor del jardín
en movimiento nulo
de irrealidad o poesía
pernotan
en un aire civil de turistas y curiosos
sílabas de sutras, pájaros
que estallan sus pechos
contra sonidos de gong. Todo envuelto
en el halo de la historia
como en celofán tardío.

El lugar ha sido cercado:
breves muros y arboledas
contra el mundanal ruido
suspenden la certeza
en teatro de hielo.

La cabeza rapada del monje
conserva la naturaleza de la grava
y de un tiempo circular, levemente
azul: cráneo de papel
o libro muerto,
absorbe el sentido
que pueda venir de afuera.

En la disposición de las grandes piedras
(con esfuerzo
pueden ser vistas
como azarosos dados de dioses
en quietud proverbial)
tampoco hay ardor. Sólo un resto
de cálida confianza
que el sol deposita
en su parodia de retorno sin fin.

La muerte
(siempre de algún modo poderosa)
podría situarnos
abruptamente dentro
y nos daría, tal vez,
la ilusión del ardor.

Igual a un mimo, entonces
trataríamos de concertar
desde el cuerpo acabado
el ninguna parte donde hay ardor alguno
en el corazón secreto
que pudiera brindar el jardín.

Pero hay algo
de helada costumbre
en el jardín
y en el ojo que observa.
Es posible que sea el vacío
(¿por fin el vacío?)
o la ciega intimidad
con que cada cosa responde
a su llamado de muerte.

Y esto desdibuja
con cierta pasión
en los trazos del rastrillos
junto a las pobres huellas del monje,
entre inadvertidas cenizas de cigarros
y otras insignificancias
que a fin de cuentas
en el seno del jardín
parece caídas del cielo.





MARCAS



Han vuelto algunos desterrados, dando tumbos, la ropa raída, los ojos inservibles en un rictus animal.

En las aldeas juegan con metales y balbucean emblemas confusos, añorando los espacios abominables que conocieron.


ANALECTAS


Se trata, siguiendo el consejo de Confucio, de poner orden: primero en ti y luego en tu familia. Nada de esos niños que se suicidan, consecutivos y alegres, colgados de las lámparas. Ni de ese perro que adopta configuraciones ajenas a su perridad, degenerando en zorro o en otra sustancia antipática. Ni de esa mujer—sí, tu esposa—que dispone en tus libros una caprichosa concepción de la Cultura. Por orden en ti. Serena tu corazón.


A PIER PAOLO PASOLINI



Ya habías muerto, mucho antes,
de transhumanamiento o
en desacuerdo
con El Vasto Poder Del Lenguaje,
muerto, es decir: vivo
en la dimensión donde el tiempo
de la muerte
obstruye
el movimiento de la vida.

Y esto lo sabías
frente a un sol meridional:
las manos en los bolsillos,
la certeza dura de tu rostro
y la realeza de otros rostros
modificando el horizonte.

El tiempo olía a cebollas:
un crudo vaivén o deshojarse
de películas absortas, rápidas
y completivas como el muñón que
arma la presta mano médica.

Pero la cebolla ( que es en Realidad!)
desmultiplicaba sus planos. Entonces todo
desde un principio
estuvo signado
para esa fatal ausencia de armonía.

Pero no es sólo esto, no.

Si fuera sólo esto
seria menos complicado y
el advenimiento ( la intervención del ser
o de cualquier otro trasunto como la escritura)
quedaría
por fin
en Completud.

Hay más cosas: bajo
un cielo convexo y frío
(cielo de post-tiempo)
henos allí, avanzando, no ligados
por el Lenguaje, apenas
por el lamento
(la taigá, el lamento culpable de la matria,*
lobos, etc.).

Sí. Mucho menos
de lo que pensabas: la zona
obscura y tibia de la lengua ( que incluye la Lengua)
latiendo oportuna
completamente, el cigote
en la cavidad central del Tiempo,
puro imaginario de terciopelo,
leve y grave
allí, al alcance de la mano, diestra o
siniestra, en el letargo de silencio
todavía interior aunque casi suprahistórico
(como movimiento
de las partículas
de un terrón de azúcar sobre la mesa).

También junto al fuego:
en la dilapidación de cigarros y saliva,
la frente
proyectando
la orilla del mar
un perfil salvaje,
la utopía entre ceja y ceja,
entre muslo y muslo el roce con la luna
y entrevisto
de golpe
el Sentido: la pasión, la fuente
donde manan, una a una, las palabras.
Todo tan metafísico, aún,
para nuestras sólidas esperanzas históricas.**

Pero no es sólo esto. Ni
en el deslizarse
de la muerte
a ras de asfalto
mientras la cámara no tomaba en consideración
los escasos segundos
en que se produjo el vaciamiento,
el segamiento de la vita:
la incompletad plenaria de un pecho
que rechina su corazón
contra el mundo todavía cálido……………

¿Y qué nos sucedía de este lado?
¿También el Suceso?
¿La intervención de la Otra Parte?
¿O sólo el fantasma del Eventum?

Aquí.

Más allá del como.

A la izquierda o.

Absortos

Como si la Historia
de súbito.

ROLANDO SANCHÉZ MEJÍAS


* Hijo mío, yo que fui sólo vida
te he dado el amor de la muerte.
Naciera de la prehistoria la suerte
que por la furia de la masa enfurecida
sacude la cumplida historia.
(Balada de la madre de Stalin, Pier Paolo Psaolini.)


**El hambre, aún, es metafísica. Ayer, en la carnicería, hacíamos colas para el pollo. Esta vez fue un pollo traído de Guerlesquin, cuya novedad eran las gruesas capas de grasa. Los viejos observaban el pollo de Guerlesquin con la suspicacia helada y ávida de quien no incluye a Guerlesquin en la percepción y sí las novedosas capas de grasa del pollo de Guerlesquin. Aunque, de algún modo, ellos sabían (¿sentido común que proporciona la Historia?).

Sunday, March 15, 2009

El negro en la obra de Nicolás Guillén

Palabras de Fernando Martínez Heredia en la presentación del libro El negro en la obra de Nicolás Guillén, compilado por la investigadora cubana Denia García Ronda: “son muy necesarios trabajos como este, para hacer pública y asumir la cuestión racial, con la sensibilidad y con el pensamiento”

por Fernando Martínez Heredia

Es muy sólida y resulta muy oportuna esta antología, fruto del estudio y la compilación de Denia [García Ronda], a partir de una búsqueda de las especialistas de la Fundación Nicolás Guillén para establecer todos sus textos referidos al tema. Poemas, artículos, discursos y cartas, fechados entre 1929 y 1982, nos permiten entrar en el mundo de la palabra de uno de los más grandes intelectuales que ha dado Cuba, desde una perspectiva particular que recoge el título: el negro en la obra de Guillén.

Quiero celebrar esos trabajos —y la iniciativa de la Fundación y la Editorial—, por cuatro razones: 1) la calidad misma del resultado; 2) el tema abordado es demasiadas veces escamoteado, se da por supuesto o se omite; 3) es de una gran justicia con Nicolás hacer expreso y ofrecer este tema, que para él fue principal entre sus motivaciones y en su obra. Sin tenerlo en cuenta no podría entendérsele bien ni valorarlo; y 4) porque son muy necesarios trabajos como este, para hacer pública y asumir la cuestión racial, con la sensibilidad y con el pensamiento.

Cuando estos son los de una persona tan descollante como Guillén, leerlos nos hace crecer como individuos, por un lado, y por otro, nos sirve como un instrumento más para combatir el racismo antinegro que persiste en Cuba y amenaza con crecer, para discutir y proponer vías y métodos que ayuden a acabar con él y a consumar la integración de los factores constituyentes de nuestra nación.

Guillén es ante todo y sobre todo el gran poeta. Pero posee también un pensamiento y una posición sobre la cuestión racial. Pondré esa cualidad en el centro de mi breve comentario, como apoyo y reconocimiento a la publicación de este libro —que nos brindará mucho provecho—, y como un acto de justicia hacia Nicolás.

Las construcciones sociales de raza y de racismo tienen su historia en Cuba —como en todas partes—, pero sus contenidos y funciones, sus conflictos y procesos en la historia del país son muy poco conocidos y manejados. Guillén vivió lo suficiente para experimentar esos procesos en tres etapas sucesivas del siglo XX cubano, entre sus años de niñez y mocedad y la década de los ochenta. Fue heredero directo de la gran gesta creadora de la nación, la Revolución del 95, que tuvo entre otras consecuencias la de modificar profundamente la construcción racial y de racismo elaborada durante el siglo XIX.

Pero su mundo primero y su formación personal y social fueron otros: los de la primera república burguesa neocolonial, su crisis y la tercera revolución cubana, la de 1930-1935. Desde sus impactos se formó y en ellos encontró muchos de sus materiales intelectuales, pero también comenzó a reaccionar y actuar sobre sus condicionamientos. En los años 20-30, Guillén comparte visiones y posiciones sobre la cuestión racial o disiente de ellas, va construyendo sus ideas y su obra, y encontrando su lugar ideológico y político. Este es el poeta de Sóngoro Cosongo, West Indies, Ltd. y Cantos para soldados y sones para turistas.

El orden posrevolucionario de la segunda república reconoció los cambios registrados en la construcción social de razas y racismo y les brindó más amplio marco legal y más espacios en sus discursos. La identidad de ser negro o mulato como parte de la identidad nacional, y el hecho histórico y presente de lo cubano procedente de África como uno de los elementos fundamentales de la cultura nacional, se hicieron más visibles y ganaron aceptación y mayor peso.

Pero todo lo esencial del sistema de dominación se mantuvo incólume; dentro de él, las desventajas asociadas a las razas siguieron agobiando a la mayoría de los negros y mulatos, agravadas por la enorme tasa de desempleo y subempleo que ahora caracterizó a la formación económica. Y el racismo, monstruo cultural crónico, retrocedió en varios terrenos pero persistió.

Mulato “de pelo” para la antropología coloquial racista, Nicolás Guillén se asume a sí mismo como negro en su sensibilidad poética y su producción intelectual. Negro cubano, eso sí y, por tanto, cubano negro. En “El camino de Harlem”, breve manifiesto publicado en 1929, expone con gran lucidez cívica el cuadro real de separaciones, prejuicios y racismo republicanos, y sus nefastas consecuencias. Frente a la posible consumación de una vida social paralela y separada entre las razas —“como en nuestros vecinos del Norte”, dice—, que legitime y eternice la desigualdad, el recelo o el rencor entre unos y otros, y los intereses de los dominantes por encima de todos, Guillén reclama con vigor que los blancos y los negros luchen juntos por una integración racial de los cubanos.

Al releer los debates que sostenían entonces minorías intelectuales acerca de las relaciones entre las razas y la integración nacional —incluso en el Diario de la Marina, un medio de prensa que con razón calificamos de infame—, pienso en que hoy, quizás al calor de la crisis desatada en los años noventa, un joven profesional ha sido capaz de decirnos en público: “yo soy primero yoruba, y después cubano”. Y en que miles de cubanos están aprovechando la posibilidad que les da el apellido de algún antepasado directo para adquirir la ciudadanía española, aunque tal vez una parte de ellos no supiera prácticamente nada de España.

El poeta conocido que participa en el Congreso de Valencia en 1937, en defensa de la República española en plena Guerra Civil, abre sus palabras diciendo que hablará en nombre de los negros de Cuba. Ese mismo año ha publicado Racismo y cubanidad. Con argumentos muy sólidos, expone los aportes capitales de los negros a la formación de los cubanos, su vida social y su cultura, en vínculos íntimos con los blancos. Y proclama:

“…ha estado integrándose todo un vasto y profundo proceso de unificación racial, de soldadura que está en vías de formar la verdadera alma nacional, hecha por explotados y explotadores, por esclavos y libres, por africanos y españoles, por negros y blancos, por todo ello mezclado…”
Al final, advierte que la separación de razas “atentaría contra la unidad fundamental de nuestro pueblo, contra nuestra formación social e histórica, labrada sudorosamente por ambas razas, y contra el porvenir de la República…”

Ya está Guillén en posesión de una concepción de lo cubano. Lo dirá mejor aún en multitud de poemas. Les pido releer, por ejemplo, “Son número 6”, el de: “Estamos juntos desde muy lejos, / jóvenes, viejos, / negros y blancos, todo mezclado; / uno mandando y otro mandado, / todo mezclado”. El carácter mestizo de la personalidad social cubana es cultural, no biológico, afirma Nicolás, y al mismo tiempo va más allá: son inseparables la creación de la nueva comunidad y los sistemas de explotación del trabajo y opresión de las personas que han regido en Cuba.

La rica diversidad viene del origen múltiple y de los nuevos frutos que sus relaciones van dando, la desigualdad es creada por los sistemas sociales de dominación, que trasmutan la ganancia capitalista en el poder del dinero y el despojo en propiedad privada. “¿Es mi nombre, estáis ciertos? / ¿Tenéis todas mis señas?” —preguntará el autor de “El apellido”— “Lo habéis robado a un pobre negro indefenso. / Lo escondistéis creyendo / que iba a bajar los ojos yo de la vergüenza”.

Nicolás hurga en el fondo de las identidades y las defiende y levanta, pero no se limita al negrismo, ni al folklore de lo afro. “Llegada”, de 1931, no era anuncio de paz; “estos versos”, dice, “tratan asuntos de los negros y del pueblo”.

Contra la naturalización racista de las iniquidades sociales, que las devuelve como el destino al que cada uno debe resignarse, los poemas del joven Guillén son arte y denuncia, estro y llamado a actuar. “Me matan, si no trabajo, / y si trabajo, me matan: / siempre me matan, me matan / ¡siempre me matan!”, grita en 1934. Y a Sabás, “el negro sin veneno”, le reclama: “¡Sabas, no seas tan bruto, / ni tan bueno!”

A los poemas de West Indies… se les sale la rebeldía por los poros. Como tantas veces, el arte, por su naturaleza, su audacia y su alcance, encuentra y anuncia lo que el conocimiento, tan prisionero, advertirá después y admitirá finalmente. Veinticinco años después, el canto último de la Elegía a Jesús Menéndez resultará premonitorio.

El triunfo de la revolución en 1959 y el salto gigantesco hacia adelante de la justicia social y la libertad implicaron para Guillén —como para toda la gente del pueblo— alegrías de victoria y cambios extraordinarios. No alargaré este texto con esa etapa, que es la más conocida de su vida y la de eventos más cercanos a nosotros. Sólo quiero ilustrar dos direcciones de su posición en las nuevas condiciones que se fueron creando.

Primero, revolución e integración racial ahora se regían por las conquistas y los objetivos más generales, nacionales y de liberación. La insurrección había producido el maravilloso y humilde himno del 26 de Julio, compuesto por un peón de albañil negro que combatió aquel primer día; los años sesenta trajeron un mar de sencillas inspiraciones populares. Para la Reforma Agraria, Guillén escribió a mi juicio el más hermoso de esos himnos, que entre sus versos decía: “Nuestra es la tierra / con agua y con viento… / Que nada pueda lograr / romper nuestra unión…”

Su poema “Tengo” alcanzó una fama enorme, como síntesis excelsa de lo que la persona común estaba recibiendo, y la justicia de que así fuera. Para mí, como para tantos seguramente, “Tengo” también proclamaba el contenido de las conquistas y la hora de la justicia para los cubanos no blancos.

Segundo, la continuación de la brega de toda la vida, ahora con un poder revolucionario. Muy al inicio, en marzo de 1959, Guillén celebra que Fidel aborde también “nuestros más íntimos y delicados problemas. Entre ellos, el de mayor relieve y peligro, pues que resquebraja la unidad nacional: el problema ‘negro’, o si el lector lo prefiere, el problema ‘blanco’, que de las dos maneras puede llamársele”. Se refiere a las dos intervenciones de Fidel sobre el tema, y a la algazara que la primera de ellas levantó: “esto bastó para que los reaccionarios de toda laya —ricos y pobres— pusieran el grito en el cielo”.

Nicolás sabía que se abría una etapa nueva y diferente, al fin, pero de un largo camino, y participó en ella con el verso, la prosa y la actuación, con lealtad y lucidez.

No quiero terminar sin unas palabras desde un ángulo más personal. Cuando era un muchacho, sentía orgullo al saber que el gran poeta Nicolás Guillén era “de color”. De adolescente y muy joven, antes y después de 1959, quería leer todo Guillén, que era para mí la profundización poética de la revolución social de liberación y, a la vez, el amor mejor cantado en versos. No olvido que, en la Universidad, nuestro profesor Alejo Carpentier nos dijo que clasificar su obra como de “poesía negra” era no entender que este poeta cubano usaba el castellano con la maestría de los mejores del Siglo de Oro español.

Y después, tener la experiencia de tratar personalmente a Nicolás, que me daba generosamente su amistad y sus palabras y recuerdos, sagaces e irreverentes. De Nicolás guardo también la única caricatura que me han hecho.

Aquí está también, en esta antología, Nicolás Guillén, librando sus combates veinte años después de su desaparición física. Lo tenemos de nuestro lado, en esta necesidad cubana de ganar finalmente la pelea contra el racismo y por la integración plena, para la felicidad de todos conseguida entre todos, y para el avance cierto y socialista de Cuba.


Tomado de Cubarte


Reproducido de: La Ventana

Friday, March 6, 2009


Laura Yasan: “La poesía es mi lugar en el mundo”

Conversación con la escritora argentina, ganadora del Premio Casa 2008 de poesía, a propósito de la presentación de su libro en la edición cincuenta del concurso literario y en la XVIII Feria Internacional Cuba 2009

por Xenia Reloba

El teléfono sonaba una y otra vez esa mañana, pero ella se resistía a responder porque es muy dormilona. Ante la insistencia, acabó por atender. «Era de Prensa Latina para hacerme una entrevista por el Casa de las Américas. “Señor, usted está equivocado, no gané el Casa de las Américas”. “Sí, acá tengo el cable”. “Debo haber ganado una mención”. “No, no, usted ganó el Casa de las Américas”. Y fue una entrevista que contesté sin haber procesado el premio. Me emocioné, me puse a llorar, no sabía lo que decía. Me preguntaban de qué se trataba el libro y no podía resumirlo.»

Las palabras de Laura Yasan brotan raudas en la noche apacible del Hotel Nacional. Está en La Habana. Se hizo el sueño. Vino a encontrar la llave marilyn, ahora editada, un año después de conocer inesperadamente que había ganado el Premio Literario Casa de las Américas en la categoría de poesía.

«Creo que me presenté con todos mis libros al Premio Casa de las Américas porque es lo máximo a lo que puedes aspirar como autor latinoamericano. Es un referente muy importante, muy prestigioso. Sabía que un día iba a ganarlo, no sabía cuándo, pero un día. Siempre digo que me dieron tiempo para mejorarme porque lo gané con mi séptimo libro.»

Un puente, una roca, un lugar que resiste en el espejo

Una se fija metas. Dije: quiero ganar un Casa de las Américas, sé que tengo con qué, algún día me lo ganaré… o no. La poesía es mi lugar en el mundo, es el lugar donde hago militancia, y creo que Casa de las Américas es el único lugar que resiste en el espejo y allí es donde uno quiere estar, en ese puente —porque vas de ida y vuelta—, y a la vez es una roca sólida en el medio del mundo, que también es mi impresión del país con lo poco que lo conocí.

El lugar por donde la aguja tiene que pasar

A veces o en general cuando cumples el sueño y llegas al lugar del sueño, te decepciona, porque ya conseguiste lo que deseabas. En este caso fue al revés, superó totalmente mis expectativas. Encontré un espacio donde se trabaja tan seriamente como jamás vi. Fue muy emocionante para mí tanto la presentación del libro como la ceremonia donde el jurado dio a conocer los premios del 2009. Fue algo tremendamente emocionante estar ahí. Me sentía como en el lugar de gestación, del nacimiento de las cosas, del flujo de la cultura. El lugar por donde la aguja tiene que pasar para hilvanar.

Un Premio limpio

Todos sabemos que los premios importantes en general son muy marketineros. Creo que el que no tiene una sola mancha es el Casa de las Américas. Me parece un premio limpio desde todo punto de vista porque ves los autores que lo ganaron y realmente todos persistieron en el tiempo. Hay muchos premios que ves quién ganó y dices: ¿quién es? No lo sé, ya fue olvidado. Pero lees los ganadores del Casa de los cincuenta años y todos son perdurables, son ejemplo, son maestros. Por eso me cuesta tanto precisar que lo gané. Si bien envío la obra para ganar, una vez que gano digo: ¡Wow!, ¿ahora qué hago con esta responsabilidad?

la llave marilyn, un libro distinto

Cada uno tiene sus obsesiones y escribe siempre sobre el mismo punto y tropieza siempre con la misma piedra, pero creo que lo que va cambiando con la edad es el ángulo desde el cual miras a eso que te obsesiona. El desafío cuando termino un libro y abro otro, lo que deseo y más miedo me da es: ahora qué. No quiero más de lo mismo, quiero encontrar otras formas estéticas.

En mi primer libro puedes ver lo que llamo poesía de pasillo, que son todos los versos cortados finitos, como el tronquito de una palmera. En Ripio, el libro anterior a la llave marilyn, los versos son tan largos que está lleno de corchetes, porque los versos se chocan con el margen. Después de Ripio nació la llave…, que fue la primera vez que utilizo una unidad temática en un libro. Porque escribí la llave… pensando que era un poema que terminaba allí, sin embargo, me salió una “llave marilyn versión libre”, y después “la llave marilyn toma 2”, y me fui dando cuenta de que este era un libro distinto, que todos los poemas iban a pasar por la llave marilyn.


No puedes ser prolijo y ser un buen poeta

Considero que para contar una historia está la narrativa, y la poesía es un lugar para dejar la impronta, la huella de la historia. La poesía es el lugar de máxima libertad del escritor. Para mí el desafío de la poesía es violentar la gramática y encontrar un nuevo lenguaje. Para ser original tengo que romper con lo convencional. No entiendo por qué se ponen las comas al final de los versos. Si el blanco de la hoja es lenguaje en el poema... ¿Para qué hay un doble espacio entre una estrofa y otra? Es una respiración, un aire, un momento. También lo es el corte de verso: es musicalidad, ritmo. No puedes ser prolijo y ser un buen poeta. No combina eso.

No elegí quedarme con la poesía

Hay algo extraño, muy misterioso, a cuyo fondo no pude llegar: ¿por qué desde que aprendí a unir las letras hice poemas? Escribí mi primer poema a los 6 años, pero no tenía estímulos literarios ni en mi casa ni en la escuela. Fue algo que nació de mí. Recuerdo incluso el momento en que escribí ese primer poema, que fue para mi mamá.

Mi infancia fue de clase media. Soy de origen rumano por parte de madre y ruso por mi padre. Mis abuelos eran inmigrantes muy humildes, y mis padres, de clase media. Consumían mucho bestseller, literatura chatarra, y yo era ávida lectora, pero de toda esa basura. Escribía cosas horrendas. Tenía toda mi habitación llena de frases escritas por mí. Fui autodidacta hasta mis veintitantos años. Me creía una genia, que me tenían que descubrir y dar el Nobel, hasta que di con mi primera orientadora, una poeta argentina, Diana Bellesi, que me hizo leer un montón de poetas que desconocía por completo, me enseñó a corregir mis poemas. A partir de ahí se me abrió mucho la cabeza, y conforme fui leyendo buena poesía fui modificando mucho mi manera de escribir.

En mi adolescencia probé todas las artes: hice teatro, música, expresión corporal, cerámica, escultura, bellas artes; cursé la carrera de Bellas Artes. Fui pésima dibujante, pintora. Había una inclinación natural hacia todas las formas del arte. No elegí quedarme con la poesía, ella quedó, sobrevivió a todo, y la enriquecí con esos pasos. Lo que fue cambiando en cada uno de mis libros fue la mirada del mundo, porque los temas son siempre los mismos: uno escribe sobre la muerte, sobre el amor o el desamor…

¿Poesía para mujeres, para hombres?



Es igual que en la vida. Cuando hablas con una mujer, esta entiende una cosa. Cuando hablas de lo mismo con un hombre, este entiende otra. El lector siempre completa. La poesía tiene que ser lo suficientemente abierta para que el lector complete con lo suyo. La poesía y la literatura en general. Si uno diera los textos como concluidos, cerrados, para qué necesitas un lector. La poesía femenina o masculina es para todo público, y también cada uno tomará de esa lectura que hace, lo pasará por su propio tamiz, por su necesidad, su imaginario, su historia. Escribo desde mí, y jamás voy a poder saber qué hay del otro lado del espejo.

Sobre las lecturas, las influencias, la originalidad

Me gusta que se vean las influencias, porque considero que los poetas solo podemos aprender de otros poetas. No existe una escuela de poetas. La única forma de aprender a escribir, de que tu voz sea más sólida, es leyendo a otros. Entonces, me gusta que se vea en mi poesía a Alejandra Pizarnik, Olga Orozco, Gelman, Boccanera, y me gusta descubrir nuevos poetas, y probar cómo es escribir como ellos, porque siempre va a ser diferente cuando lo pase por mí. Siempre que lees un poeta te queda como una especie de rastro, de sabor, de tono, de música, y me encanta que se vea en mi poética porque me siento orgullosa de mis lecturas y me gusta ver en otros poetas los rastros que dejaron las lecturas que ese poeta hizo.

¿De dónde sale la poesía?

El narrador tiene que tener una conducta y sentarse todos los días, porque si quieres escribir una novela no te queda otra, pero el poeta tiene que hacer una suerte de equilibrio: por un lado existe la inspiración, la musa, pero te visita muy poco. Uno tiene que estar en momentos muy abiertos, muy especiales, y se te tiene que juntar la musa con el tiempo de escribir. Si te sientas a esperar la musa vas a escribir dos poemas en la vida. Creo en el trabajo, y tiene que ver con la mirada. Si salgo de mi casa cerrada y voy por la ciudad cerrada, no me va a llegar nada del mundo exterior. En cambio, si dejo mi mirada abierta y veo en profundidad, entonces se me arma una suerte de cóctel con los restos diurnos, con las frases que oí, con lo que vi... A mí el poema me sale del lugar más común, no de lo elevado, salgo de abajo de todo.

Sacar un cisne de un ladrillo

Para mí escribir un poema es sacar un cisne de un ladrillo, porque mi primer poema en estado puro es espantoso. Dejo que salga todo, que fluya hasta que se acabe. Termino esa cosa catártica del vómito y después empieza mi verdadero trabajo placentero que es convertir esa porquería en una joya. Es trabajo, mucho trabajo, verso por verso, encontrar las imágenes. Mi poesía es muy visual, es como mi ideología de la poética, que tiene que comunicar la sensación a través de lo visual.

Hay poesía abstracta que te lleva a lugares muy especiales, pero creo que la imagen es la herramienta más poderosa de la poesía, la más inmediata. Entonces, en la corrección trabajo mucho lo visual, lo musical. El poema no está terminado hasta que no sea una respiración sin una sola interrupción, excepto que el propósito sea hacer un poema interrumpido.

Después de la llave marilyn

Me empezó a salir una poesía que vuelve un poco a mis fuentes irónicas, y estoy trabajando mucho el doble y múltiple sentido. Mi segundo libro, Cambiar las armas, es muy irónico, pero considero que con muy poco trabajo lírico. En su momento era un libro que me gustaba y ahora me parece muy pobre en su trabajo formal. Esta vuelta de tuercas después de la llave…, que por suerte me salió algo totalmente nuevo, fresco, distinto, es un libro que les da mucho palo a las convenciones del matrimonio. El desafío fundamental es que llegues a un verso y creas que tiene un sentido, y leas el siguiente y veas que trataba de otra cosa… Son muchas lecturas que se van abriendo.

Por cábala no te voy a decir el título, porque tampoco lo quiero cerrar. Recién tuve en mis manos un ejemplar de la llave marilyn por primera vez. Quiero disfrutar de la llave… editado, seguir escribiendo, y cuando vea que el que estoy haciendo es ya un libro, cerrarlo. Tengo una idea del título pero no la quiero quemar.

En una edad “bisagra”

El Premio Casa cristalizó en un momento de mi vida que es como una bisagra. Tengo 48 años, estoy yendo hacia los 50, que es una edad importante en una mujer, y me siento muy afortunada porque estoy llegando con muchos logros personales. Y eso me hace sentir muy agradecida con la vida porque trabajé mucho y estoy recibiendo a cambio.
Entrevista reproducida cortesía de: La Ventana




LAS HOJARASCAS DE LOS CUERPOS


{.....} el otoño arrastra las tibias hojarascas
que los cuerpos no desean
esconderle al público.
pero las mordaces lenguas rehúsan
o, se pretenden ciegas, y sordas
cuando hipócritas alzan sus voces
condenando sus pasos en frágil.
--nada justifica el silencio abrumante
que deshonra mi espalda.-- responde.
mas ellas ocultan sus manos sucias
entre las inocentes piedras
ungidas para levantar muros invisibles.


Daniel Montoly/©

Sunday, March 1, 2009

SE ACERCA EL ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE BORIS VIAN.

EL WRONG SIDE LE DEDICA UN MERECIDO HOMENAJE A ESTE GRAN Y POLIFACÉTICO ARTISTA FRANCÉS.




CON LA EBRIA ABSTINENCIA DE UN PREDICADOR SOÑANDO EN BLUES


Oh! sí nena
sería una bendición
brillar toda la noche
en la tibia ciudad de tus caderas
grito en la soledad
con la ebria abstinencia de un predicador

¡sí! ¡empuja mi pasión!
hasta el límite ardiente de las sombras
donde se aviva el fuego entre piel y saliva

mujer que nunca duermes
compás de mi nostalgia
¿en dónde te has metido que no puedo encontrarte?

saltan por el espacio ocultos desafíos
bordados en alcohol color corintio
y en el fondo del vaso
se dibuja el vaivén de tu canícula

Oh! sí nena aparece
¡sé mi respiración!
¡vuelve esta noche casta en clandestina!
que el swing sea la fuga que rompa la cordura
y el brillo de tu pelo se enroque en mi costado
como un loco piano que quiere devorarme

Juan Carlos Gómez©



NATURAL MUSIC vs JAZZ MUSIC



Mientras el viento
hace sonar el arpa doblando las palmeras
y la lluvia percute
con su sonar metálico en las hojas
los pájaros policromos entonan
sílabas de coral desconcertantes
en locos arreboles
y arpegios de tribales melodías

encuentro en esa acústica
un silencio
que se une a la cadencia de la lluvia

raudas vuelan mis vidas los instantes
que hasta aquí me han traído
hasta esta lluvia que vivifica el mundo
atropelladamente
con vehemencia de siglos
torrente de pasión que se desgrana
provocando
el tenaz martilleo de la vida…

y me abrazo a la aurora mientras súbito
se desgrana en mi mente un saxo alto
descorriendo cerrojos con su hálito
encadenando sílabas de aire
frases entrecruzadas que surgen del abismo
arrinconando el trino de los pájaros
/ que antes revoloteaban y ahora escuchan /
y al ritmo de la lluvia
modulando en mi vena la locura
liberando la vida con notas desacordes
reinando en le silencio igual que los tiranos
o con la sabiduría flipada de los santos

y mientras yo desciendo todo suena
sucede

y soy cuanto sucede

no queda otra verdad sobre mi pecho
más que este instante
justo y suspenso como un péndulo inmóvil
vida y muerte
encadenadas a cada respirar

AHORA
es la palabra justa
esa es la ley del tiempo
AHORA
todo el valor escrito en estas sílabas
precisas limpias neutras
mientras el saxo alto pelea su batalla
de volver a buscar la melodía
y la lluvia no cesa
y el viento no descansa de remover las cosas
y los pájaros vuelven
a su trinar tribal y misceláneo
y yo respiro ahora

solamente respiro

lo observo todo y voraz lo respiro


Juan Carlos Gómez©




Down the wall’s, on my road



Eran los tiempos en que el algodonero
proliferaba como la misma peste…
Así aprendimos la oración de
granny Emma
y la obstinada devoción por Jimmy Reed.

I saw that story
this morning
down the walls, on my road.

Era tan melodioso y triste el crepitar del mundo
abriéndose en los zócalos del delta
que preservaba en el misterio apasionante
al viejo zorro y a la harmónica de Son House.

I saw that story
this morning
down the walls, on my road.

Daddy Thedore rumiaba su cansancio
but, no paraba de nombrar a Magic Sam;
allí soñó con largarse hacia Chicago
en un intento de imitar a Carey Bell.

I saw that story
this morning
down the walls of my road.

Es una historia simple la de los algodoneros,
understandingly root on Mississippi’s way.

María Eugenia Caseiro©


Into my voice


Cuando fuimos orugas
en el Este
recogíamos las hojas arrugadas.

Joe Rice tenía ojos de gato
solía masticar los tallos verdes
babeaba sus lamentos como blues:

Ah! mama,
bring something to calm down my voice
drop my troubles through the valley…


Cuando estábamos ausentes
sin aspiraciones
parió un rey el delta, y trajo luz.

Ah! mama,
bring something to calm down my troubles
drop the valley into my voice.

María Eugenia Caseiro©


Buddy Bolden no encuentra sus zapatos


La música suplanta a la triteza
King Bolden estornuda
un piano, la corneta, el saxo,
hacen vibrar el candelabro de marfil;
tiembla la luz, tiembla la noche
tiembla el recodo en que un espectro
moverá su sombra como las sombras
son capaces de mover la luz,
y Buddy Bolden que no encuentra sus zapatos
abordará descalzo el tren
o la luna de New Orleans.
En el sillón el gato que se eriza
King Bolden no está loco...
La casa es toda música.

María Eugenia Caseiro©


Aún llueve en Tupelo, Mississippi


Lord, have mercy!
sobre la cuerda del ahorcado
sobre el perro que no duerme...
Deja de llover sobre nosotros
esa carga de domingos con tintes de velorio
que sostienen planicies en la mugre
para que seamos dignos de soportar la música.

Oh! John Lee Hoocker, tú que aún llueves
sobre ese traje ajado de domingo indestructible
sé también compasivo
no me dejes sin lágrimas como dejaste aquel cartel
de Tom,s sea food; ¿ recuerdas?
aquel día de lluvia, nuestra lluvia,
desgastando las esquinas de las calles y los viejos edificios
dejándonos tan solos en la esfera gris de nuestra tarde
ya sin apurarnos a recuperar el sueño
cansados, apenas caminantes fantasmas.

Oh! Lord, Oh! John, both of you, have mercy!
La gente en Tupelo envejece
entristecen como cuerdas de guitarra
y entre ellos hay dos niños negros de sonrisas blancas
empujando el carro que se lleva los letreros,
y bajan de tus hombros, Oh! My Lord!
aquellos enormes recipientes cargados con tu lluvia
que arremeten contra nuestras esperanzas
y desbordan el río Mississippi.

Oh! Lord, have mercy
once in a life, just once, have mercy!,

deja ya de llover sobre nosotros.

María Eugenia Caseiro©




BIRACIAL MOOD



De conocer antes a Joni Mitchell,
hubiese tenido con ella
cinco muchachos.
Uno tendría por nombre:
John Coltrane;
y los otros: Miles Davis,
Charles Mingus,
Max Roach
y Herbie Hancock.
Iríamos a recorrer
el Central Park
los calurosos días del verano
neoyorquino;
y, aunque menores de edad,
los llevaría conmigo
a los clubes de jazz
más famosos
diciéndoles: "No tengan miedo
mis hijos, porque
absolutamente nadie
les pondrá
un dedo encima."
Vayan, entreténganse
con esos instrumentos,
y hagan bulla.
Eso sí, con armonía.
Y Joni, de pie en el escenario,
orgullosa de su prole
seguiría a Herbie
en el piano,
y a Miles con su trompeta,
¡Oh Dios!
No sientas celos. ¡No! No,
me condenes autócrata,
no soy hereje, nunca quise
dejarte afuera del Quinteto.

©Daniel Montoly


"Le Bilboquet"


A Boris Vian



Me duele aquí... en el alma misma,
en ella traigo sus gritos negros
con labios de trompeta
con nudillos de hierro sonoro
como truenos zigzagueantes.
¡Bañad mi espíritu
con la sacra iniciación!
¡daros a beber del agua de su música!
¡Desnudad mi piel
de cuanto me sobra
para ser de ustedes!
¡Ungidme con sus dolores!
Calzad mis huellas con sus misterios.
Dadme un nuevo nombre
para ser alegre
sintiendo los días, como noches
tras los blancos cortinajes
del crepúsculo.
Que al morir, las notas del Jazz
escupan mi tumba.
¡Bailad sobre mis huesos tibios!
¡Sacad lo mejor de mí,
y arrojadlo al río Mississippi
para que mañana nazcan
de mi ser, las partituras,
y sean mis cenizas, continuidad
de la alegría!
¡Bailad! ¡bailad todas las noches,
que el Jazz, se ha hecho mi destino.
¿Y el cielo?... !Oh el cielo!
Ahora piso el cielo
en Saint-Germain-des-Pré.

©Daniel Montoly


BROTHER AND SISTERS


Hermanos y hermanas
hijos del látigo:
Ustedes
con sangre
hicieron un blues
de rabia
para no dar lugar
a la tristeza,
ante la burla
u opresión
del amo.
Yo también
conozco el dolor
de la vértebra.
He temblado
descalzo
al recorrer
los campos
en busca
del sustento
de mi madre, e hija:

Jornalero
tras la ciega.

Brothers
and sisters:
Su sed,
es también mi sed.
Vengo del sol,
y en estos
ojos negros,
el espíritu
de la rebelión
no murió
con Boutman
Toussaint
o con Lemba.

©Daniel Montoly


Jazz



A Alejandro Drewes



Thelonious Monk
me abrió
las puertas
a Miles.
Su virtuosismo
me indujo
a un trance
hipnótico.
El tercer ojo
de sus dedos,
embriagó
mis apáticas
venas.
Ya no huelo
islas.
Solo,
sepultados
barcos
de esclavos
observo
a la luz del día.

©Daniel Montoly


Boris Vian,
nació en Ville D’Avray, suburbio de París, en el año 1920. En su entorno familiar el arte era una cuestión importante, su madre era una amante de la ópera; su padre hacía de todo, era poeta aficionado, traductor de inglés y alemán, aparte de interesarse por la mecánica y la electrónica. También de su padre (Victor Santamaria) viene su fuerte tendencia anti-militarista y atea.

En su adolescencia comenzó a sufrir problemas de salud: tuvo un ataque de reumatismo cardíaco y luego fiebre tifoidea. Fue un estudiante excepcional, aunque sus intereses más serios en esos momentos giraban en torno al Jazz y las fiestas. Ya a los 20 años participó en una orquesta amateur de Jazz junto a sus hermanos, donde sobre todo interpretaban obras de autores estadounidenses.

Obtuvo el título de ingeniero en 1942, y un año después escribiría sus primeras novelas: Trouble dans les Andains y Vercoquin y el plancton. En esta última se ven reflejadas sus actividades reales, como pueden ser su trabajo en la Asociación Francesa de Normalización y la organización de desmesuradas fiestas –las llamadas surprise-parties–. Fiestas delirantes, alcohol, sexo y crítica a la burocracia, todo mezclado con un estilo personal donde lo absurdo y lo grotesco siempre están presentes.

En los años siguientes repartió su tiempo en diferentes actividades: además de novelas, comenzó a escribir cuentos, algunos publicados en Les Temps Modernes, –invitado por Jean Paul Sartre,- donde también escribió crónicas y criticas de aspectos sociales. En el periódico Combat –dirigido por Albert Camus–, abordó la crítica de jazz. En 1946 publicó dos novelas: La espuma de los días y El otoño en Pekín.

También en 1946 publicó su primera novela con el seudónimo de Vernon Sullivan, supuesto escritor negro estadounidense, y su nombre real figuraba como traductor de la obra. Ésta y las siguientes, dentro del estilo de la novela negra, fueron censuradas por su contenido de violencia y sexo, con su consiguiente aumento en la notoriedad y ventas. Luego de años de juicios contra el supuesto autor y su editor, Vian terminó reconociendo su autoría, mientras tanto habían sido cuatro las novelas publicadas con el seudónimo. La crítica se sintió ofendida por esta impostura, y a partir de ese momento el autor recibió ataques constantes, no sólo contra sus novelas como Sullivan, sino también contra su obra ‘seria’.

Aparte de frecuentar a la intelectualidad existencialista de aquellos tiempos, en Saint-Germain-des-Prés, conoció a los grandes del Jazz como Duke Ellington, Miles Davis y Charlie Parker.

Dejó finalmente su profesión de ingeniero, y paralelamente a sus principales actividades, se dedicó a traducir novelas negras (esta vez de autores reales), y a dar conferencias sobre temas diversos.

En 1950 publica La hierba roja, considerada una de sus obras más autobiográficas.

Luego sobrevinieron varios fracasos literarios, sobre todo con la publicación de El Arrancacorazones, Vian decidió dejar de lado la narrativa y se dedicó a otras artes: compuso una ópera (El caballero de las nieves), y varias canciones, con las cuales llegó a grabar un disco y salir de gira. Una de sus canciones volvió a provocar el rechazo de la crítica y el público, “El desertor”, que incitaba a no cumplir con el servicio militar, en tiempos en que Francia tenía problemas con su ocupación argelina y otras incursiones militares.

En 1955 encara una nueva actividad, Philips le encomienda realizar un catálogo de jazz y tiempo después pasa a ser el director artístico de la compañía. Al año siguiente actúa en varias películas, una de las cuales ganó la palma de oro en el Cannes, pero este año también significó su recaída en los problemas de salud, esta vez con un edema pulmonar, que se volvería a repetir tiempo después.

Su salud se deterioraba cada vez más, lo que implicó que realizara varios retiros para mejorar su condición. A pesar de eso no dejó de escribir canciones y participar en películas.

Boris Vian vendió los derechos de su novela Escupiré sobre vuestras tumbas para una adaptación cinematográfica. Aunque inicialmente estuvo encargado del guión, tras diversas peleas con la productora, el director y el guionista, Vian quedó fuera del proyecto, y tuvo que concurrir de incógnito al preestreno de la película. Tal vez debido a las contrariedades de estos hechos y sumado a su precario estado de salud, ni bien comenzó la proyección de la película, falleció de un fallo cardíaco.[cita requerida]

Años después de su muerte obtendría el merecido reconocimiento del público y la crítica, y llegó a vender varios miles de ejemplares de sus obras.


Nota del autor del blog:
La fotografía y los datos biográficos de Boris Vian que aparecen en este homenaje a Boris Vian fue tomada de Wikipedia. Las ilustraciones son del artista y poeta español, VBZ. Pueden encontrar sus trabajos visuales y excelentes poemas en su página personal en el siguiente enlace: http://www.vbz.es/vbz.htm


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