Monday, August 31, 2009




NUEVA VISITA A LOS CLÁSICOS ESPAÑOLES



1.

la barca
de la vida
es un calderón
de mierda



2.

el clarín
de leopoldo
tenía alas



3.

quevedo vivía
dentro de sus anteojos
donde soñaba
con una villa
de gas



4.

santa teresa
de ávila
practicaba
el sexo seguro
con los ángeles



5.

unamuno poseía
un sentido trágico
por la vida
que sólo la lengua
podía aplacar



6.

cervantes soñó
a don quijote
que soño
a sancho panza
que soñó
a dulcinea
que soñó
a rocinante
que soñó
con la palabra

fin de la historia

ALBERTO MARTÍNEZ-MÁRQUEZ



3 de agosto de 2009

Friday, August 28, 2009


TÁBANOS

(TRECE POETAS CHILENOS)
1966 - 1979



Selección y prólogo: MARIO MELÉNDEZ



BREVÍSIMO PANORAMA DE LA POESÍA EMERGENTE


Los nombres de Manuel Silva Acevedo, Hahn, Zurita, Maqueira, Millán, Chihuailaf, Memet, Lira, Llanos, Riedemann, Harris, son antecedentes insustituibles para la nueva poesía chilena. Creadores que también han logrado abrir un espacio y cuyas obras se consolidan una vez “recuperada la democracia”.

La generación posterior, los herederos de la dictadura, los bárbaros, los desterrados, constituye una vertiente que recupera en sus textos la visión de la ciudad como refugio. La poesía se hace canto desde lo marginal. Lo urbano habla en una lengua opaca que es, al mismo tiempo, lamento de la tribu, voz de la periferia que estalla contra el poder económico e ideológico.

En tal escenario, las voces de Sergio Parra, Marcelo Novoa, Ernesto Guajardo, Malú Urriola, Jesús Sepúlveda, Bárbara Délano, Harry Vollmer, Yuri Pérez, por nombrar algunos, reinterpretan y rearman la realidad o tratan de hacerlo a partir de los pedazos dejados por este pequeño holocausto material y humano.

Al inicio de los 90, la poesía se vuelve autocrítica y reflexiva. El muro de Berlín entierra los últimos paradigmas y utopías, y con ello lo épico, lo social, lo episódico, dan paso a un neovanguardismo donde el hablante lírico es un sujeto ambiguo, sin identidad, las más de las veces desorientado, confundido en un lenguaje de signos y formas cabalísticas, acertijos que debe y necesita descifrar para comunicar una verdad.

En este contexto, la intertextualidad, el collage, la fragmentación, los códigos y metalenguajes, la parodia, constituyen una trama en la cual se sustenta gran parte de la nueva poesía. Así lo reflejan las obras de Armando Roa, Leo Lobos, Marcelo Rioseco, Javier Bello, Yanko González, Damsi Figueroa, David Preiss, Germán Carrasco, Julio Espinosa, Alejandra del Río, Andrés Anwandter, Rafael Rubio, que incorporan parte apreciable de los elementos ya descritos.

Otros desde lo etnocultural, como Jaime Huenún, Leonel Lienlaf, Paulo Huirimilla, Bernardo Colipán, reafirman las bases de su identidad y denuncian los vicios de un mundo que los asfixia e instrumentaliza.

Mención aparte, merecen poetas como Francisco Véjar y Héctor Hernández Montecinos. El primero hace suyo ciertas claves del larismo y las transfigura a su propio e impersonal radio urbano. El segundo recicla los ingredientes de su imaginario y los devuelve a la página en blanco a partir de una notable y extraña lucidez.

Muchos nombres y otros tantos que quedan en la memoria se dispersan o confluyen en un presente demasiado autista y fragmentario, incapaz de ofrecer señales de ruta en las cuales reconocerse y que, además, los arrastra en un vértigo de contradicciones, convirtiéndolos en seres a la deriva, náufragos en un océano de imágenes y sueños castrados, donde sobreviven con el germen de la palabra que es, la mayor de las veces, complicidad y silencio.



Armando Roa Vial (Santiago, 1966)

LA DICHA DE ENMUDECER.
A LA MANERA DE JOHANNES BOROWSKI

De par en par nos abrieron las palabras.
Las palabras, con sus lívidos desechos,
saltando de boca en boca,
dejándonos a la intemperie,
cambiándonos de soledad.
Nada cede su sitio a este frío,
a esta vasta sombra, a esta noche interminable
de palabras gastando y viciando a las cosas.
Lo sonoro nos invade por todas partes.
Ya no brilla el silencio
desde el fondo de lo oscuro.
Ahora que las palabras nos han arrebatado
la dicha de enmudecer.

(De “El apocalipsis de las palabras/La dicha de enmudecer”)


Yuri Pérez (San Bernardo, 1966)

ADIÓS MY LOVE

El día que me pudra sin haber dicho lo justo
A la luz de velas color mausoleo
Vendrás a tocar mi garganta de peste
Con la tristeza de una viuda hermosa

Querrás pulir mi nombre en tu boca
Y descubrir el eterno embrujo de la muerte
En la fosa donde los muertos se excitan
Intentarás adivinar el nuevo espesor de mi sangre

Irás a contemplar las tumbas de tus parientes
A los que nunca importé
Y de los cuales no supe más que eso

Me buscarás entre el zumbido de las moscas
Y te echarás cansada de intentarlo
Bajo el rosal más bello del cementerio

Desde la tierra de gusanos hambrientos
Leeré para ti el mejor poema ruso
Dormiré
Y te alegrarás de haberme perdido

(De “Cartas del interno”)



Leo Lobos (Santiago, 1966)


TRES MUJERES, UN PIANO, UN GATO,
Y UNA TORMENTA

a Alexandra Keim

Es difícil ser un pájaro
y volar contra la tormenta sobre
la cicatriz de la Tierra
mejor es como un gato estar
siempre atento a las brasas
cerca de la chimenea
y escuchar
siempre atento escuchar
a tres lenguas diferentes hablar
un idioma a la vez fascinante
a la vez misterioso y conocido
oír e ir en su música
en sus luces y propias
y universales sombras
fotografiar
por tan solo un segundo
fotografiar con la mirada sus perfiles
de ser posible
flotar
dentro
de la sala
como
un pájaro
en
la
tormenta

(De “Marnay: Notas de un cotidiano”)


Jaime Huenún (Valdivia, 1967)

EN LA CASA DE ZULEMA HUAIQUIPÁN

Junto al río de estos cielos
verdinegro hacia la costa,
levantamos la casa de Zulema Huaiquipán.
Hace ya tantas muertes los cimientos,
hace ya tantos hijos para el polvo
colorado del camino.
Frente al llano y el lomaje del oeste,
levantamos la mirada de mañío
de Zulema Huaiquipán.
Embrujados en sus ojos ya sin luz
construimos las paredes de su sueño.
Cada tabla de pellín huele a la niebla
que levantan los campos de la noche.
Cada umbral que mira al río y los lancheros
guarda el vuelo de peces y de pájaros.
Bajo el ojo de agua en el declive
donde duermen animales de otro mundo
terminamos las ventanas.
Y en la arena hemos hincado nuestras sombras
como estacas que sostienen la techumbre
de la casa de Zulema Huaiquipán.

(De “Reducciones”)


Marcelo Rioseco (Concepción, 1967)

SALUDO A LA LEYENDA DEL MAÑANA

Ludovicos
energía de cráteres concentrados
vendaval y férreo elemento de guerra
A tu figura la luz proyecta su destino y cede el milagro
no hay quien pueda declararse enemigo de tu música
naciste inmenso
y más inmenso habrás de morir
porque en tus pulmones entra todo el oxígeno del mundo
y a tu corazón corresponde la argolla del impulso último

Eres igual a océanos de ronca voz
a bosques y sus perfumes de árboles orgullosos
a ríos enteros, archipiélagos
península o roca volcánica
te pareces a todo lo que vive
como si tu corazón concentrara un átomo especial

Yo tiendo mi mano hacia ti y saludo tu viejo peregrinar
brindo por tu inconstancia
bendigo la irresponsabilidad que te ha dado tanta belleza
te proclamo la sustancia de lo maravilloso
materia y crisol de la poesía paralela
Qué perpetua inquietud te asiste
como el crecimiento del liquen o cardúmenes sin sosiego
semejante a manadas de búfalos en trote furioso
te observo en la rueda obstinada de la vida
abriéndole el vientre a las semillas
yendo por estrellas y desde allí al infinito

Qué puede importar si el hombre ciego no comprende
el deseo de estar por sobre toda realidad
Yo me adhiero a tu salto de ala abierta
y eso es más que el entendimiento
Me anudo a las cruces de las catedrales
e igual a un elemento divino
desde todas partes surges llevándome

¡Ah! Ludovicos
monje guerrero del porvenir
hijo de la tierra y su propio vagabundo contradictorio
la mirada de tus ojos traspasa el obstáculo
y aérea como ninguna
anuda águilas eternas a tus párpados
Qué puedes hacer sino atormentarte con los necios
Ludovicos
sé ese ángel aliado al trueno resplandeciente
coloso
enemigo de las anclas y su peso de muerte silenciosa
Sé el solitario corazón que no cesa de luchar

Yo bebo a tu salud, camarada místico
Por todas partes te salen imprevistos
brilla la espada
Nunca un armisticio, una rendición
a eso llamo locura, insensatez, desmán
y desde mi posición de espectador favorecido
aplaudo, aplaudo
así vive el espíritu exaltado
similar al potro embravecido con el relámpago
vacilante
y aún así, arrojado a regias tormentas
con sueños al alcance de la mano
su arquitectura estelar comprende el imán del mundo
vivo y más vivo
con explosiones en el pecho
histórico y absoluto
vuelto hacia el porvenir de la luz
Así, Ludovicos
Así por siempre.

(De “Ludovicos o la aristocracia del universo”)



Francisco Véjar (Viña del Mar, 1967)


ALLÍ DUERME MI PADRE

Visito el cementerio:
allí duerme mi padre
sobre polvo y más polvo,
donde no hay más que el silencio sordo
de otras voces,
lápidas casi borradas por las tempestades:
débiles huellas sobre el mármol.

El viento desordena el entorno.
Camino sobre pétalos resecos
que se unen a la tierra,
sobre pedazos de labios
que se juntaban para amarse.
Pero no hay respuesta.

Un día espíritu y carne
fueron fuertes,
vagaban sin prisa,
releyendo en el aire las señales de la vida.

Estoy de pie en este mundo,
mirando como muere la tarde,
sintiendo la enarbolada sensación
de contener en un segundo otros ecos.

Hay pasos que oyen,
hay ojos disueltos que observan,
también el destello de la nada.

Allí duerme mi padre,
frío y delicado como la nieve.

(De “Canciones imposibles”)



Leonel Lienlaf (Alepue, 1969)

PASOS SOBRE TU ROSTRO

Madre, sobre tu rostro, con un
traje desconocido
apareció el murmullo del agua.
Todos los recuerdos presentes
envolvían ese sonido
y algo me miró.
Yo era un tronco formado
por miles de caras
que salían de tu rostro.
Por el tronco caminé a través
de cientos de generaciones
sufriendo, riendo,
y vi una cruz que me cortaba
la cabeza
y vi una espada que me bendecía
antes de mi muerte.
Soy el tronco, madre,
el que arde
en el fuego de nuestra ruka.

(De “Se ha despertado el ave de mi corazón”)



Mario Meléndez (Linares, 1971)

QUE SALGA EL INDIO ENTRE LAS PIEDRAS

Que salga el Guayasamín que cada uno tenemos
que salga el indio entre las piedras, médula a médula
el gran precipicio que somos, la gran llaga ecuatoriana
y lo que cae del ojo al cielo, y lo que arruga el aire
y lo que sale de nosotros mismos como una rosa deforme
y lo que araña más adentro que salga
que salga el trueno, la bocanada, el relámpago
la hebra furiosa y tuerta que mira sangrar el alma
y aquí, en esta jaula ardiente que es América de luto
están pendientes los nombres de aquellas manos clavadas
de aquellos pies desahuciados, de aquellos huesos de humo
de aquel sueño arrojado al gran ataúd del miedo
o simplemente del árbol con sus ramas infinitamente secas
Porque no estamos muertos, no estamos
y hay uno que ahora brinca por encima de los sables
y hay uno que bebe fuego y lleva alas de ceniza
y hay uno que agrieta el río con su cráneo universal
y hay uno que dice yo, yo soy el indio entre las piedras
y todo el horror humano se me apaga en el cuerpo
y tengo lágrimas y penas
y el corazón como una luna borracha
y el esqueleto dormido, y la mandíbula tiesa
y a mi oído brama el perro de las noches podridas
y a mi boca rueda el beso de la angustia que mata
Y yo pinto, yo pinto con mi voz y con mis uñas repletas
yo pinto con mi oxígeno la cicatriz del viento
raspo la puñalada maldita de los siglos
me sumerjo en el ácido mortal de las pupilas andinas
desnudo el recuerdo de la calavera sombría
y en mí sobreviven las tripas cortadas de cuajo
y cada grito soy yo, cada mejilla nacida del grito
cada suspiro fatal y su patria de aguja
cada mujer, cada hombre
cada animal volteado en la vértebra dramática
todos y cada uno de ellos
y en todas partes la vida como un sol amargo
y yo, hinchado de colores
cierro las alas y duermo sobre la tristeza

(De “Poesía desdoblada”)



Javier Bello (Concepción, 1972)


LA JAULA DE LA SENTENCIA

I

Cuídate de los viajes, hijo mío,
cuídate de los viajes y de los trenes
y del tambaleo de los barcos en la batalla del amanecer.

Cuídate de los trenes
y de la tierra donde baila sepultada una llama,
cuídate de los barcos y de los fuegos fatuos
como escondes tus rodillas del tormento de la tempestad.

Nunca entenderás el recorrido de los animales
por las veredas y los parques,
los animales malos que se comen la sed.
Nunca entenderás los ojos de los perros
que desaparecen tras el silbido de los cazadores.
No me digas que no has visto
los animales negros que tienen cara de anciano.
No me digas que no has visto
los caballos cansados que cruzan con sus patas la verdad.

Ten cuidado de los viajes,
ten cuidado de los trenes y de las potencias malignas
y de perderte entre tus propias aguas.

No dejes tu sombrero fuera de la casa,
no dejes tus guantes lejos del amanecer,
porque las hormigas te golpearán con sus antenas
/hasta causarte daño,
porque las piedras arderán en tus zapatos negros,
para que aprendas a no jugar con las líneas de tus manos,
para que recuerdes, hijo mío,
que el norte de las brújulas se come la cabeza
/de tu propio animal.

Cuídate de los viajes,
cuídate de los viajes y de los trenes
y del tambaleo de los barcos en los mares sin ley,
porque en los viajes va la muerte hablándote al oído,
porque en los trenes va la muerte sentada
y en los barcos va la muerte de pie.

(De “Las jaulas”)



Juan Paulo Huirimilla (Isla de Calbuco, 1973)

RANCHERA DE MADRUGADA

"al vino no lo vence ni la muerte"


Mi corazón de madrugada busca tu partida
En un gato negro que ha cada rato
/cruza mi garganta.
Es preciso acaso renunciar a la luz que sopla
porque al vino no lo vence ni la muerte.
Tu imagen en la T.V. a tubos aparece
Escucho a Antonio Aguilar
/en las radionovelas.
De nuevo el soñar con una piedra en el zapato
Y sin embargo, tu sombra queda en mí
Cual estrella en un lavatorio de agua.

(De “La vuelta del ojo de vidrio”)


Julio Espinosa (Santiago, 1974)

INCERTIDUMBRE

Certidumbre del pájaro que muere en la carrera hacia el infinito
del hombre haciéndose viejo para dormir
del río que no es el mismo río
de bóvedas sin luna
de la luz que capturan los ojos en la aurora.

Certidumbre de regiones que dan miedo
de historias que nos persiguen
de gente sola fumando en la penumbra
de la mujer enferma
de otro día que levantará los cuerpos
de la manzana cayendo hacia el vacío.

Certidumbre del viajero que se marcha para volver
de la ciudad y su locura
del vino rojo acabado entre amigos
de que hubo algún comienzo
del caudal que avanza que llega al mar.

Certidumbre del aullido que augura desgracia
de nuevos corderos que serán llevados al matadero
de pasajes solitarios
de bares abiertos a la medianoche
de niños jugando en cementerios
de no poder nombrarlo todo.

(De “La soledad del encuentro”)



Damsi Figueroa (Talcahuano, 1976)

AUTORRECONOCIMIENTO

Yo no soy la que se pierde
tan pronto como se la encuentra
El amor en mí no se toca
se escribe
Yo no soy la piadosa con los hombres de poca fe
no intercambio los calzones con nadie
En cambio asumo la desvergüenza
de una desnudez colectiva
en una casa de playa
o en una playa a secas
Yo no escribo para nadie
aunque intente escapar
y evite sacarte al baile
tus malabares y piruetas
siempre exigen un aplauso cerrado
es decir, una palabra
Yo no me complico la vida
omitiendo adverbios y conjunciones
Patino por la hoja y tapo los surcos amargos
con la sangre de mis amigos
Yo no hago el amor
lo desarmo
por el puro gusto de volverlo a armar
una y otra vez
hasta tener sexo
para olvidarme del amor
y de todos ustedes

(De “Cartografía del éter”)



Héctor Hernández (Santiago, 1979)


Las rodillas de mi madre se me aparecen en sueños Con súbito pavor salgo corriendo de mi casa en llamas Veo las rodillas de mi madre bajo la noche porque la noche es como una manta de rostros indios Mi abuelo conocía un dialecto mapudungun Mi madre todavía habla con los muertos La noche está repleta Vivo en La Colina de la Sorpresa Sus rodillas están secas y pálidas No me olvido del dolor de nunca haberme pateado el espasmo ¿porqué tenían que aparecerme en sueños? Una mujer le dice a otra en nombre del señor su esposo va a volver Una loca le dice a los niños ustedes son bonitos ustedes son más locos que yo Oigo Escucho lo que hablan estas mujeres mientras pienso en las rodillas de mi madre que se me aparecieron en sueño Estoy estremecido Un peregrino le dijo a alguien que si los perros ladran es que se cabalga ¿qué quieres de mí? ¿que también diga algo? ¿acaso recordar la vez que incendiamos nuestra casita?

*****

Anoche volví a soñar con las rodillas de mi madre Siento el mismo miedo Cierro los ojos pero esas rodillas son un sueño y permanecen Mi madre ahora hablaba con los pájaros Les decía que me mantuvieran lejos mientras ella llevaba el fondo de mi corazón a la última de las montañas conocidas en El Desierto de la Ceniza y lo enterraba Me dan tantas ganas de llorar Esta vez no sólo veo sus rodillas Veo también sus muslos Cierro los ojos pero esos muslos son un sueño y permanecen Los pájaros traen amarrada en sus alas una maravilla que se llama Fuego Paralelo ¡Qué terror! No son solamente sus muslos También veo su… vulva e introduciéndose en ella hay una mano haciendo señales a la muerte Esta noche que es la única sigue repleta de misterio Esa mano es la de mi padre y ahora le odio también

(De “Este libro se llama como el que yo una vez escribí”)




DATOS DE LOS AUTORES

Armando Roa Vial (Santiago, 1966). Abogado. Su trabajo literario abarca la narrativa, el ensayo, la poesía y la traducción. Entre sus libros destacan: “El hombre de papel y otros poemas”, "Zarabanda de la Muerte Oscura", (galardonada el año 2000 con el Premio Nacional otorgado por el Círculo de Críticos de Arte), "Estancias en homenaje a Gregorio Samsa" y “Hotel Celine”. El año 2002 obtuvo el premio Pablo Neruda.

Yuri Pérez (San Bernardo, 1966). Es una de las voces más representativas de su generación. Entre sus libros figuran: Mala yerba, Antología registrada, Cumbia y Ceremonia del Cristo blanco. Textos suyos aparecen en importantes revistas y antologías literarias. Por su obra ha recibido el Premio Municipal de Literatura de su ciudad natal en dos oportunidades (1997 y 2001), la beca de la Fundación Neruda y la beca Fondart del Ministerio de Educación. Actualmente dirige la Academia de Letras de San Bernardo y realiza talleres literarios en sectores poblacionales.

Leo Lobos (Santiago, 1966). Poeta, traductor y artista visual. Ha escrito en diversas publicaciones y leído sus textos en Chile y el extranjero. Entre sus obras figuran: Nueva York en un poeta, Marnay. Notas de un cotidiano, Devagar, Turbosílabas. Poesía Reunida 1986-2003, Mar esmeralda y Un sin nombre. El 2002 recibe la beca UNESCO Aschberg de literatura y desarrolla una residencia creativa en CAMAC Centre d´art. Marnay Art Centre en Marnay-sur-Seine, Francia. Ha traducido a destacados escritores brasileños contemporáneos como Roberto Piva, Tarso de Melo, Tanussi Cardoso, Hilda Hilst, entre otros.

Jaime Huenún (Valdivia, 1967). Estudió Pedagogía en Castellano en el Instituto Profesional de Osorno y en la Universidad de la Frontera en Temuco. Entre sus libros destacan: “Ceremonias”, “Puerto Trakl” y “Reducciones”. El 2003 obtuvo el premio Pablo Neruda. A fines del mismo año compila y antologa el libro Epu Mari Ulkantufe ta Fachantü/ 20 poetas mapuche contemporáneos (Lom ediciones). Actualmente realiza talleres de expresión poética en Temuco.

Marcelo Rioseco (Concepción, 1967). Se tituló de ingeniero en la universidad de Concepción. Más tarde fue encargado del Departamento de Extensión en la universidad del Bío-Bío. Ha publicado: “Ludovicos o la aristocracia del universo” (Premio de Poesía Revista de Libros del diario El Mercurio, 1994), “El cazador y otros relatos” y "Chile, poesía contemporánea, con una mirada al arte actual" (editada por la Revista Litoral, en Málaga, España).

Francisco Véjar (Viña del Mar, 1967). Poeta, antologador, ensayista, crítico literario. Ha publicado la “Antología de la poesía joven chilena” y los poemarios “Fluvial”, “Canciones imposibles”, “País insomnio” y “Bitácora del emboscado”, entre otros. Fue becario de la Fundación Pablo Neruda en 1990. En la actualidad es colaborador de la Revista de Libros del diario El Mercurio, y se desempeña como profesor de literatura en la Universidad del Desarrollo.

Leonel Lienlaf (Alepue, 1969). Pertenece a la nueva generación de poetas que escriben en mapudungun y español. Estudió Pedagogía Bilingüe en la Universidad Católica de Chile, sede Villarrica. Entre sus obras destacan: “Se ha despertado el ave de mi corazón” (Premio Municipal de Santiago, 1990), “Canto y poesía mapuche” (disco compacto, 1995, edición trilingüe), y “Palabras soñadas” (LOM ediciones, 2004).

Mario Meléndez (Linares, 1971). Estudió Periodismo en la Universidad La República de Santiago. Entre sus libros destacan: “Apuntes para una leyenda” y “Vuelo subterráneo”. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. El 2003 es invitado al Primer Encuentro Internacional de Amnistía y Solidaridad con el Pueblo, en Roma, Italia, donde es nombrado Miembro de Honor de la Academia de la Cultura Europea.

Javier Bello (Concepción, 1972). Es Licenciado en Literatura Hispánica por la Universidad de Chile y Doctor en Literatura Española Contemporánea por la Complutense de Madrid. Entre sus libros figuran: “La rosa del mundo”, “Las jaulas” (galardonado con uno de los premios de poesía en el Concurso Jaime Gil de Biedma, Segovia, España), y “El fulgor del vacío”. Durante el 2006 obtiene el XXVI Premio Hispanoamericano de Poesía "Juan Ramón Jiménez", organizado por la Diputación de Huelva, España. Actualmente es coeditor de la revista electrónica Cyber Humanitas, dependiente de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.

Juan Paulo Huirimilla (Isla de Calbuco, 1973). Entre sus obras figuran: “El ojo de vidrio”, “Cantos para niños de Chile” y “Palimpsesto”. Sus textos se difunden en diversas publicaciones nacionales y extranjeras. Ha ganado los concursos de poesía: Primeros Juegos Literarios de Puerto Montt y Luis Oyarzún, entre otros. Actualmente se desempeña como profesor de las asignaturas de lengua materna y fundamentos filosóficos de la carrera de pedagogía básica, mención inglés, en la Universidad de Los Lagos.

Julio Espinosa (Santiago, 1974). Reside en España desde marzo de 2001. Ha publicado los libros de poesía La soledad del encuentro, Las metamorfosis de un animal sin paraíso (Premio Villa de Leganés), la antología La poesía del siglo XX en Chile y la novela El día que fue ayer (finalista del premio Herralde 2006)Ha sido incluido en diversas antologías y revistas literarias. Es profesor de www.escueladeescritores.com desde 2003 y actualmente dirige la revista de poesía Heterogénea.

Damsi Figueroa (Talcahuano, 1976). Es egresada de la carrera de Pedagogía en Español en la Universidad de Concepción. En 1994 publica su primer libro "Judith y Eleofonte". Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías. El año 2000 publica textos inéditos en revistas literarias, tales como: Trilce, de Concepción; Archipiélagus, de Valparaíso, y Vox, de Buenos Aires. En el 2003 aparece su obra “Cartografía del éter”.

Héctor Hernández (Santiago, 1979). Es Licenciado en Letras con mención en Literatura y Doctor en Filosofía mención Estética y Teoría del Arte. Entre sus obras figuran: "Objeto/Reflejo", "No!" y “Este libro se llama como el que yo una vez escribí”. Ha recibido importantes premios entre los que destacan: "Mustakis" (1999), "Concurso Nacional de Literatura Joven" (2000), "Poesía On Line" del Instituto Nacional de la Juventud e "Instituto de Letras" de la Universidad Católica (2001 y 2002). Algunos de sus textos han aparecido en antologías y revistas literarias nacionales y extranjeras.
Nota del autor del blog: Expreso mi gratitud al poeta y antólogo, Mario Meléndez como también a cada uno de los poetas que figuran en esta antología de la poesía chilena contemporánea por permitirme publicarla en el Wrong Side. También quiero dar las gracias al artista y poeta, VBZ por la gentileza de autorizarme a usar sus magníficos trabajos visuales y por último, a todos(as) los(as) lectores que han hecho de este blog un rinconcito literario.

Wednesday, August 26, 2009



VOCES DEL SIGLO XXI






Este poema



Este poema viene desnudo y transparente,
delgado como un hilo,
liviano,
imprescindible,
cotidiano como los enseres de la casa.
Este poema viene sin sexo y sin horas,
sin drogas y sin amigas,
de espaldas,
con cuchillos en sus fauces,
sin faldas y cigarrillos,
como un pájaro,
una caída
o un alumbramiento.
Este poema viene con latidos
y sangre,
dentro de un panal de abejas asesinas,
doloroso y nauseabundo,
salvaje y con pelos en las piernas.
Este poema viene de adentro,
trae la ingravidez del alma
y las rosas que dormitan en el pecho,
trae la tristeza en un frasco pequeño
y lo destapa,
y lo huele,
y se enamora de su fragancia lacrimógena.
Este poema viene del fondo,
se me escapó de un resquicio del alma
y ya no consigo hacerlo regresar.




Hay que ponerle nombre a esta tristeza


Hay que ponerle un nombre a esta tristeza
hay que ponerle un corazón,
un ojo de gato o de serpiente,
hay que ponerle un vestido
tacones
maquillaje
y sacarla a pasear
emborracharla
y cogérsela en una esquina
o en un motel de mala muerte.
Hay que golpear a esta tristeza,
darle latigazos,
enseñarle quién manda,
amarrarla a un poste eléctrico
o deshojarla en una tarde de septiembre.
Hay que saber que el mundo
es una telaraña o una sombra ancha
dispuesta a devorarlo todo,
a tragárselo todo de una bocanada
o de un zarpazo.
Hay que entender que las cosas
tienen un lugar geográfico, un nombre,
una textura exacta y una forma
y que dentro de esas cosas
está desnuda y en silencio
la tristeza,
como una corriente de aire frío
o el mar cuando se han dormido las olas,
como un conuco solitario,
un rancho de tabaco a oscuras
o Matanzas a las cinco de la tarde.
Hay que saber que la tristeza existe
como existe la casa, la tacita de té,
el reloj, el árbol, los recuerdos
o la fotografía de mi abuela
con una blusa llena de pájaros blancos
y una mirada que me hace recordar
a todos los muertos que ha tenido que llorar
mi pobre abuela.
Hay que saber que la tristeza no sólo existe
sino que también tiene su espacio,
su rincón en el interior de cada cosa,
su propia coloratura, sus exigencias
e incluso sus horarios
y que a veces uno se cansa,
se harta de tanta mansedumbre,
de tumbarse en una cama,
de tomarse un frasco de pastillas,
de pensar en sogas, en puentes
o en desahogos sentimentales,
y de repente uno se levanta
y dice coño
y decide cambiar el orden del mundo,
ponerle un nombre a la tristeza,
etiquetarla,
mandarla a la mierda,
y seguir hacia delante,
siempre adelante,
como el que va en un tren
o en un motoconcho,
aunque el vacío siga en el lugar de siempre,
aunque nada sea como antes,
aunque el amanecer sea luminoso,
aunque la tristeza jamás desaparezca.



Leer un libro


Leer un libro de pie,
sentada,
llorando,
haciendo el amor,
desnuda,
con el café en la mano,
con un poco de droga en los bolsillos,
con un cuchillo entre las venas,
sin ganas de aprender, sin horarios,
sin ruta de navegación y sin remos.
Leerlo con ganas,
a prisa,
sudando,
acongojada.
Leerlo en los parques, en los aviones,
en los edificios públicos,
en las peluquerías y los trenes.
Leerlo con hambre,
sin fe y sin justicia,
leer por leerlo,
leerlo entre el pan y la mañana.



Mata a la gallina


Llegó la hora de la enfermedad y de la angustia
el tiempo de los gusanos
la hora de los aullidos
de la sombra y las enredaderas
Llegó el momento de descargar la pistola
de matar a la gallina
Nadie podrá encontrarte
nadie podrá señalarte con el dedo
o condenarte
o vengarse por tu crimen
El velo miserable de la noche te protegerá
en ese instante
y todos los lobos estarán contigo
Así que lanza tu telaraña seductora
mete a la presa en el corral
engórdala
y cuando haya transcurrido
la estación de los crisantemos
cuando no haya luz, ni un caracol,
ni una descarga eléctrica en el horizonte,
mata a la gallina
destrúyela
mátala
mátala
mátala.


Somos tú y yo nada más


Somos tú y yo nada más
entre estos mares azules, la escarcha y el deshielo.
Somos nosotros solos como dos náufragos que han sido olvidados,
devorando las migajas de lo que ha quedado luego de la guerra.
Somos tú y yo todavía vivos entre las cenizas,
unidos por el destierro y el fuego abrasador de lo que ha sido,
atados por un antiguo nudo de marinero experimentado,
vaciados uno dentro del otro en medio de la noche.
Somos tú y yo temblando de frío en esta gran nada,
esperando un bote salvavidas o un milagro,
reconstruyendo en el imaginario lo perdido,
pensando en segundas o en terceras oportunidades,
ocultando las llagas para que no se burlen de nosotros.
Somos tú y yo nada más,
tú y yo reinventando lo imposible,
con la gran sombrilla llena de balazos,
refugiado cada uno en la desvalidez del otro,
fingiendo, como siempre, que el final no se aproxima.
Somos tú y yo nada más,
tú y yo abandonados a la suerte,
tú y yo mirándonos con miedo
mientras desde arriba nos observa un viejo buitre.



Un hombre sabe cómo partirte en dos


Un hombre sabe cómo partirte en dos
ha estudiado bien dónde hacer el corte
el lugar exacto en donde debe enterrar el cuchillo.
Sabe también que antes de desplumarte
debe retorcerte el cuello
calentar el agua
luego podrá guisarte con sus especias favoritas.
Un hombre conoce los trucos para ganar la partida
para quedarse con el botín
y huir sin dar explicaciones.
Siempre memoriza tus puntos cardinales
siempre te engatusa
te caza
te domestica
y luego te corta como una naranja
que reparte con presunción entre sus amigos.
Un hombre actúa como un dios
te trata como un pastel
y sabe cómo partirte en dos
sabe cómo hacerte infeliz
sí que lo sabe.


La mujer transparente


De repente, como por arte de magia,
mi cuerpo comienza a volverse transparente,
desaparecen mis manos, mis piernas ambulantes,
se vuelve invisible la sonrisa
y al asomarme al espejo descubro
que hace falta mi imagen,
que mi cabello negro se ha escondido
en el mismo lugar en donde se esconde el alma,
y me sorprendo porque sé que estoy ahí,
que sigo siendo la misma,
que no me he ido a ninguna parte,
que esto no es un sueño,
que simplemente me he hecho invisible
y salgo por el mundo para ver si no estoy delirando,
camino por la calle El Conde, me siento en el parque,
y saludo a un turista que enamora a una muchacha,
pero ni él, ni el limpiabotas, ni las palomas hambrientas
se fijan en mí, no advierten mi presencia,
no saben que estoy aquí sentada,
totalmente desnuda, como una recién nacida o un fantasma
que se detiene a escarbarles las imperfecciones y las sombras.

De repente me doy cuenta de que esto es en serio,
de que a partir de ahora nadie reparará en mí,
y quizás tampoco nadie me extrañe.
Nadie dirá “¿dónde está María?”, “¿por qué no llega?”,
“¿le habrá pasado algo?”, “¿estará enojada esta María?”.
Nadie se preocupará, a nadie le dolerá,
nadie irá a rescatarme,
nadie irá a derribar la puerta y a devolverme la vida.

Desde hace mucho tiempo,
desde antes de que mis líneas se borraran de esta historia,
yo había empezado a desaparecer para todos,
había ido, poco a poco, borrándome a mí misma,
despojándome de todo lo que no me hacía falta,
descarnándome con el viejo cuchillo de cocina,
dejando en la goma rosada toda mi negrura.

Y qué felicidad la de ser transparente,
la de no existir, la de no ser para nadie,
qué manera de enfrentar el mundo,
qué forma de salvarme, qué crueldad,
qué método,
qué solución más extraña he encontrado.

Mientras tanto la vida sigue su curso
y nadie sospecha que un pez se ha escapado del acuario.



Lúgubre


Se ha hecho tarde.
Es hora de agrupar las pastillas,
de acariciar el borde del vaso,
de empujar con mi lengua el bálsamo
que silenciará este enorme vacío.
Nunca mis ventanas estuvieron tan blancas
como en este momento en el que la vida se agota.
Se me ha hecho tarde para hilvanar mariposas,
para encender la lámpara que está sobre la mesa.
Ya se acabó la leche fresca del gato,
ni siquiera cuelga la lluvia de los tejados
ahora que se chorrea el alma
por las grietas de mis ojos.
Se me han muerto todas las cosas:
el lápiz, el papel, los libros y la música.
Sólo ha sobrevivido mi mano a esta hecatombe,
mi mano donde se confunden las aguas,
la misma que le da los granos a esta gallina
hasta llenarle el buche de hastío.


Mi mano


Mi mano nunca siembra,
mi mano mata,
se suicida lentamente,
como la última nota de una marcha fúnebre.
Mi mano es un racimo de balas,
cuchillos afilados que cortan las venas,
pastillas que dan alas a la muerte,
corales rotos inundados de rocío.





Renacer


Por fin amaneció y yo no estaba conmigo,
era otra la que disfrutaba la mañana,
no era yo la que contemplaba el día de las flores,
era otra la que silenciaba a las fieras
y se sentía dichosa
porque nació una mejor,
más inocente y más blanca,
sin el labio profanado,
sin heridas en el cuerpo
que asustaran a la aves.


La mujer dormida



Silvia salió a recorrer caminos,
a beberse el mundo de un sorbo,
a soñar y hacer el amor
hasta que desaparecieran las estrellas.
Silvia salió dormida,
con los ojos abiertos pero dormida,
con las pestañas tiesas de tanto rimel pero dormida,
con el vestido de fiesta pero dormida.
Dormida y quieta
como un cisne en la mañana.
Y sin saber que dormía anduvo los cinco continentes,
escaló montañas, destruyó poblaciones,
se bebió todo el licor del planeta
y se acostó con príncipes y ratas.
Ella siguió rodando como una pelota por el mundo,
saltando charcos, matando peces,
inventando nuevos explosivos.
Así descubrió el hambre y la locura,
el juego en los casinos,
la tristeza de la lluvia
y la asombrosa primavera.
Silvia vio, tocó, degusto, olió y sintió de todo,
y aunque quiso escuchar poco
mucho tuvo que escuchar.
Y los días se hicieron semanas,
y las semanas meses,
y los meses años,
y los años canas, arrugas, heridas, cicatrices,
achaques de más, dientes de menos,
pero nada impidió que Silvia siguiera
ajada y dormida,
cansada de hacer el amor y dormida,
experta en bombas atómicas y dormida,
con lentejuelas y dormida.
Como un copo de nieve aún sin derretirse.
Como una rosa joven
sin manchas ni fisuras.
A veces triste.
En ocasiones sola.
Nunca inalcanzable.
Pero siempre dormida.


Sueño estéril


Anoche soñé que estaba embarazada.
Pasaron noventa días y una gota rojiza
salió de mi sexo y se deslizó suavemente por mis muslos.
Mis entrañas no querían aquella cosa que cortaba,
arañaba y se abría espacio,
y exigía,
y se alimentaba de mí como una pulga o una solitaria.
Pero yo no lloraba.
Debe constar que lloro a menudo
y me regodeo de las cursilerías.
Sin embargo, en mi sueño yo reía,
reía a carcajadas ante la sangre
y me alegraba de mi vientre estéril,
de mi tierra seca, de mi ánfora inútil.
Reía por el fruto perdido,
por las ventanas abiertas,
y me burlaba de Hera y de Juno
mientras éstas derramaban lágrimas en mi nombre.
Yo era feliz en mi sueño,
yo era una Isis invertida y poderosa,
una serpiente que se había envenenado a sí misma,
un vientre segado ante cualquier posibilidad de vida
que no sea la propia,
una antorcha quemante y solitaria.
Me reía de los hombres, del mar, de la estrella,
del mito de Dios y sus prohibiciones,
del frondoso árbol que da frutos
y alimenta a la mujer y su manada.
Me reía de la flor valiente y sensitiva
de mi fantasía loca y perversa.
Aunque ahora me estremezco cuando pienso
que todo es mentira,
que quizás bajo la risa haya una lágrima,
un agujero hondo, una lámpara rota,
una lechuza herida,
una pantera que se filtra por las rendijas de la noche
en busca de otro sueño,
de otra carcajada,
de otra víctima,
de otro salto hacia la nada,
del último zarpazo que le dará la oscuridad.


El parque



Siempre que voy al parque termino yéndome abatida,
sintiéndome ajena y solitaria,
fantasmal y enferma,
molesta por la risa de los niños,
acosada por el ladrido de los perros.
El parque se me antoja triste,
parece una ballena grande perdida entre las aguas,
parece una pequeña isla, un cementerio,
un corazón sin sangre y sin amigos,
una embarcación rota en medio de la nada.
¿Habrá un sitio para mí para mí en esta fosa?
¿Habrá una lumbre para mis manos frías
o un banco para las espadas y los sueños?
No lo sé. De lo única que estoy segura
es de que cuando se adormece la tarde
y mis pasos se pierden por las calles,
termino en el parque de siempre,
como un río que llega a su desembocadura,
como una rata que huye a su cloaca,
como un animal que se acuesta en su guarida,
como una mujer anónima que se arrima
al lugar adonde van a morir todas las cosas.



Rosa Silverio nació el 30 de agosto de 1978 en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Escritora y periodista. Coordinó por varios años el Taller Literario Tinta Fresca. Ha recibido varios premios por sus cuentos. Ha publicado los poemarios De vuelta a casa (2002), Desnuda (2005) y Rosa íntima (2008).
En 2005 fue reconocida como la Vencedora Absoluta del XXI Premio Internacional Nosside que organiza el Centro de Estudios Bosio en Reggio Calabria (Italia). Sus cuentos y poemas figuran en varias antologías y han sido publicados por revistas y suplementos culturales de diversos países. Su obra ha sido traducida a varios idiomas.




NOTA: Las ilustraciones son del artista y poeta español, VBZ. Pueden encontrar sus trabajos visuales y excelentes poemas en su página personal en el siguiente enlace: http://www.vbz.es/vbz.htm

Friday, August 21, 2009

VOCES DEL SIGLO XXI



SEÑORES DEL SUR


Señores del sur
he comprometido mis raíces con ustedes
mi palabra llegará como un río
a recoger la tierra y su origen
Llámenme agricultor
cuando el trigo se despierte
cuando cruja la semilla
y el invierno se levante en una mano
Llámenme soldado
cuando el agua y la piedra se reúnan
entonces seré el puñal
que desgarre ceniza y envoltura
No digan al Maule como me llamo
me reconocerá por la voz
por los susurros que mis labios
llevarán hasta su lecho
No digan nada en Constitución
o en Pelluhue o en Chanco o en Curanipe
mi nombre fue encontrado en una ola
no es necesario que digan nada
Señores del sur
mi casa es mi mejor emblema
Pueden ver a través de las ventanas
o a través de mis ojos
lo que les tengo preparado
Abriré de una en una mis heridas
y escupiré poemas en vez de sangre
y a todos les diré mi nombre
Porque no quiero ver a Pedro
arrinconado en un museo
o a Manuel Francisco
retenido en una boca
Ellos sabían cantar
eran dos vientos de distinto oficio
dos gotas que el Maule
sacudió con violencia
Y yo ¿quién soy?
algo tengo de todos
cara de pan o de hormiga
muslos comprometidos
con el sabor de la tierra
hombros de padre
dientes de inquilino o de patrón
Soy una flor con espinas
y pétalos de mármol
un poema preparado
con la lluvia de cada día


QUE SALGA EL INDIO ENTRE LAS PIEDRAS


Que salga el Guayasamín que cada uno tenemos
que salga el indio entre las piedras, médula a médula
el gran precipicio que somos, la gran llaga ecuatoriana
y lo que cae del ojo al cielo, y lo que arruga el aire
y lo que sale de nosotros mismos como una rosa deforme
y lo que araña más adentro que salga
que salga el trueno, la bocanada, el relámpago
la hebra furiosa y tuerta que mira sangrar el alma
y aquí, en esta jaula ardiente que es América de luto
están pendientes los nombres de aquellas manos clavadas
de aquellos pies desahuciados, de aquellos huesos de humo
de aquel sueño arrojado al gran ataúd del miedo
o simplemente del árbol con sus ramas infinitamente secas
Porque no estamos muertos, no estamos
y hay uno que ahora brinca por encima de los sables
y hay uno que bebe fuego y lleva alas de ceniza
y hay uno que agrieta el río con su cráneo universal
y hay uno que dice yo, yo soy el indio entre las piedras
y todo el horror humano se me apaga en el cuerpo
y tengo lágrimas y penas
y el corazón como una luna borracha
y el esqueleto dormido, y la mandíbula tiesa
y a mi oído brama el perro de las noches podridas
y a mi boca rueda el beso de la angustia que mata
Y yo pinto, yo pinto con mi voz y con mis uñas repletas
yo pinto con mi oxígeno la cicatriz del viento
raspo la puñalada maldita de los siglos
me sumerjo en el ácido mortal de las pupilas andinas
desnudo el recuerdo de la calavera sombría
y en mí sobreviven las tripas cortadas de cuajo
y cada grito soy yo, cada mejilla nacida del grito
cada suspiro fatal y su patria de aguja
cada mujer, cada hombre
cada animal volteado en la vértebra dramática
todos y cada uno de ellos
y en todas partes la vida como un sol amargo
y yo, hinchado de colores
cierro las alas y duermo sobre la tristeza




VINCENT 1993


a Vicente Huidobro


El gran poeta de las vanidades
se mira al espejo y dice
no hay otro mejor que yo
no hay otro más hermoso y delicado
más burlón, paradojal e irresistible
Y cuando voy por las calles
me persiguen y me piden autógrafos
se aglutinan en torno mío o se desmayan
porque soy más inmortal que las agujas
y en mi boca suspiran las estrellas
Así, cada montaña es un pelo en mi oreja
y cada nube una escalera de emergencia
donde subo y bajo como un mago
persiguiendo su conejo sin darle jamás alcance
No obstante los helicópteros me adoran
me adoran también las escolares que diviso de reojo
me adora el trapecista de un circo desahuciado
me adora la azafata de un vuelo imaginario
me adoran los enanos, los duendes, los fantasmas
y todos gritan "Ahí va Vicente, ahí va
con su cara encerrada en un sombrero
ahí va, el que se orina en los astros
el que respira copihues
y cambia de color hasta volverse inaguantable"
Y yo me río como un Buda chocho
cuando arrojan flores a mis pies
y me lleno de números telefónicos
y de mujeres que darían sus propios pechos
por rozar mi frente de amante multitudinario
o por mirar mis cabellos salidos de un arcoiris de fruta
Tengo unos cuantos lunares en francés
y un gato que me habla en un idioma póstumo
y un perro que me muerde y me lame las antenas
y un cilantro preguntando quién soy
y yo le digo "No me busques
no hagas caso de la rosa deshojada
tú tienes tu propia sabiduría
tu propio olor
tu apellido en la cazuela del domingo
y no necesitas ser tan hermoso
para que ellos te respeten
cuando con sólo probarte
tienes ganado el cielo
y un espacio en mi garganta"
Ahora me marcho en mi paracaídas
me marcho en mi aeronave de plumas anónimas
me marcho a pellizcarle las nalgas a un piano
a dormir una siesta en un ataúd de huevo



GUACOLDA


Hembra continental vestida para un viaje sin palabras
la sombra del espejo donde mueren las miradas
se parece a ti
tiene las mismas grietas esparcidas en un mar amargo
la misma historia adolorida en el balcón
donde la raza asoma
Oye a los jinetes adherirse al gran imán de los recuerdos
siente a la manada desgarrar las armaduras de los dioses
huele al primogénito del viento galopar de noche
mientras sangran a lo lejos las encías
y la muerte entra en la herida de la muerte
deshuesando el bien y el mal
Sube en el latido del cultrún
hasta donde el cóndor sacude su cabellera intratable
su túnica de plumas ancestrales
su vuelo matrimonial de alas sonámbulas
Y baila
baila junto a los hijos que no vendrán a consolarte
baila entre los guerreros que degollará el olvido
baila con tu pueblo el rito de la flecha sudorosa
el rito de la flecha sin piedad
el rito de la flecha sin sonrisa
el rito de la flecha humedecida
por el llanto de las calaveras
por el llanto de los coihues y de los sueños castrados
Y aún así
cuando la sangre mueva los pies
para hablar con los espíritus
y tú la veas venir hacia tu propia sangre
hacia tu propio pie
hacia tu propio origen
cuando el musgo tape las sobras
de la gran ira de Arauco
y los pájaros queden con la servilleta puesta
malhumorados por no haber llegado antes
cuando los ríos se ahoguen de ardor
y el queltehue amontone los gestos
del último de los caídos
lucha
lucha para que el pan se desmigue en tu mesa
lucha para que el maíz recupere su orgullo
lucha para que la flecha sonría de nuevo
para que el ciervo te enseñe a beber
para que el miedo no roa tu alma
Lucha hasta que el luto anestesie tu edad
porque estás destinada a hacerte llaga
y en ti mamarán las estrellas



MÁS ALLÁ DE LA GUITARRA


a Víctor Jara


Más allá de la guitarra
están las manos separadas de la patria
un sonido de alas que arde
y quema mis zapatos
una invitación a orinar sobre la tierra
con la semilla pura del canto
Más allá de la guitarra
la sangre dibuja una música violenta
y la cabeza del cantor se llena de agujeros
y de besos con olor a muerte
Más allá de la guitarra
los caminos lloran
la lluvia llora y cae de rodillas
porque el hijo de la tierra
no completará sus pasos
Más allá de la guitarra
más allá del estallido
que apagó los corazones
más allá de este poema
y con la herida inolvidable
de un tiempo inolvidable
los ojos buscan a Víctor
más allá de la guitarra
y de la patria



LA PLAYA DE LOS POBRES


1

Los pobres veranean en un mar
que sólo ellos conocen
Allí instalan sus carpas
hechas de mimbre y celofán
y luego bajan a la orilla
para ver la llegada de los botes
curtidos de adioses
En la playa
la miseria se broncea boca abajo
el hambre toma sol en una roca
los niños hacen mediaguas en la arena
y las muchachas se pasean
con sus bikinis pasados de moda
Ellas tienden sus toallas de papel
y se recuestan a mirar el reventar de las olas
que les recuerda la forma de un pan
o una cebolla
Mar adentro nadan los sueños
Y ellas ven al vendedor de helados
acariciando sus pechos
o a ellas mismas en un viaje hacia la espuma
del que regresan con vestidos nuevos
y una sonrisa en el alma


2

Los pobres veranean en un mar
que sólo ellos conocen
Y cuando cae la tarde
y el horizonte se desviste frente a ellos
y las gaviotas se desclavan del aire
para volver a casa
y el crepúsculo es una olla común
llena de peces y colores
ellos encienden sus fogatas en la arena
y comienzan a cantar y a reír
y a respirar la breve historia de sus nombres
y beben vino y cerveza
y se emborrachan
abrazados a sus mejores recuerdos
Mar adentro nadan los sueños
Y ellos ven a sus hijos camino de la escuela
cargando libros y zapatos y juguetes
o a ellos mismos regresando del trabajo
con los bolsillos hinchados
y con un beso pintado en el alma
Y mientras ellos sueñan
el hambre apaga sus fogatas
y se echa a correr desnuda por la playa
con los huesos llenos de lágrimas


LA INVITACIÓN


Mis funerales serán mañana
no te los pierdas
trae a los niños si quieres
habrá números para todos los gustos
habrá mimos y magos y payasos
y una cantante
como nunca has escuchado
Vendrá gente de todas partes
a celebrar este día
Los estudiantes llegarán
con sus globos azules
los pobladores alzarán sus banderas
a un lado de mi tumba
las hojas bailarán
al compás del viento
que también estará presente
en este sencillo homenaje
y una mujer desnuda
como nunca has visto antes
entrará en mi ataúd
y lo sellará por dentro
Qué más te puedo contar
Los vendedores gritarán sus ofertas
apostados en las cruces
y ofrecerán retratos míos
que no me favorecen
y también mis originales
que no son originales
sino copias que algún vivo
imitó con cuidado para enriquecerse
Te pido no compres nada
más bien disfruta el momento
porque a las quince en punto
un coro de grillos
dará inicio a la fiesta
Entonces
se apagará el cielo de golpe
cuando las nubes lo cubran
en señal de respeto
y las palomas dibujen mi nombre
en pleno vuelo
y las abejas llenen de miel
los recuerdos y las lágrimas
Y hacia el final del día
cuando todos estén cansados
y borrachos
un niño que no sabe leer
pedirá la palabra
y dirá el más bello discurso
que jamás has escuchado
Ya sabes
no faltes a esta cita
no hagas que me levante
de mi tumba
para tirarte las orejas
o que esconda para siempre
las llaves del cementerio
y no tengas a quien
llevarle flores


EL ÚLTIMO GUERRERO



Lautaro – Lautaro, dice su galopar
y sus perros lo siguen como el viento
(Leonel Lienlaf)


1

Hijo del más sangriento día
tu ardor ilumina la ruta donde pasas
tu cabellera de cruces se alarga
y se pierde en sí misma
y en ella cuelga la noche con dientes y cometas
en ella cuelgan las gotas de un amanecer distante
incierto y desbocado como un caballo ciego
trotando sin edad y sin memoria
secretamente adherido al resplandor de un beso
Secretamente hacinado entre sombras y estrellas
llegas de donde nadie ha venido jamás
jinete de la luz sin estandarte
recopilado en antologías futuras
en episodios por siglos malheridos
traes la evocadora acústica de los mares
el eco de un relámpago que roe la tiniebla
traes un millón de abejas atadas al cuello
imitando los gestos de un espejo sonámbulo
traes en tu corazón un bosque azul
una semilla para ser repartida
una trinchera donde aguardan los olvidados de siempre
Y pareciera que tu voz es brisa, lluvia, tempestad
lamento de volcán recién nacido
campana de una aurora preñada
más primitiva y más pura que el deseo y su ceniza
más aferrada a la tierra que a su propia vida

2

Vocero de los sueños
los pejerreyes no saben de ti
pero han navegado las aguas que riegan tu origen
han visto latir las aguas
y en ellas quieren morir
sin más adiós que un mediodía de escamas
sin más despedida que tu sangre río abajo
destiñéndolo todo
Porque a pesar de los ladridos del hambre
a pesar de las caricias del miedo
a pesar del trino manoseado del recuerdo
te sacudes las hormigas espolvoreándolas
más allá de la penumbra
te levantas como un viento acorralado
echando fuego y telarañas de luto
cicatrices de una guadaña ensañada
con los verdugos del alma
con aquéllos que reparten el dolor
y la miseria a bocanadas
contra ésos te levantas
sin espada y sin coraza
armado solamente de palomas
y murciélagos inéditos
de grillos que interpretan a capella
la eternidad de tu alegría


LA DANZA DEL TORO


a Carlos Díaz Loyola


Difícilmente olvidarte porque la sangre no se olvida
no se olvida el volcán o el cuchillo de tu boca
o la barba desgarrada en el muro de los siglos
o el eructo de la tierra con su llanto de trinchera
y su color de mosca y su veneno anónimo
Difícilmente la orina del mar con sus alas marchitas
y el grito funerario del cielo y el ojo del relámpago
y la muerte de los muertos y la vida de los muertos
y el mantel del infinito a saltos
sobre los pechos del destino que devora, araña
rompe las cavidades del pubis y su recuerdo ardiente
de cada memoria fría, de cada aullido en llamas
terrible como la cópula de las entrañas
o el latido de un trueno enfermo
terrible en su plumaje de holocausto
en su piel de cataclismo
en su cintura trizada por la sed y el hambre
en los labios del otro, en los huesos del otro
en el gran animal que somos
mientras la panza gime y se retuerce de lombrices
y las arrugas crecen y los bigotes crecen
y crece también la muerte como una muchedumbre
la muerte diaria que nos acompaña, oscura, macabra
deforme en su legado de grietas, en su acento de oruga
en el perfil de las hogueras y de los hipos del universo
Difícilmente olvidarte en la cascada de los sueños
en el gran litoral del miedo o en la vendimia de mi alma
en el vuelo rasante de las letras y de las piedras humanas
en la anatomía del fuego y en las momias recientes
Difícilmente olvidarte cuando caen los bostezos
y la luna tiene un raro parecido al aire
que sofoca las arterias
y aparecen los ciegos y aparecen los ciegos
y aparecen los ciegos cantando con tu voz de bestia
con tus uñas ancladas, con tu eco de tren deshabitado
y con tu noche de alambre y de esqueleto sonámbulo
Porque difícilmente podremos olvidarte, difícilmente
aunque no traigas regalos, aunque te canses del viento
aunque se apaguen tus muelas, difícilmente en el rugido
de un viejo corazón o una camisa de fuerza, difícilmente
en el olor a pólvora de los sesos, en la saliva ausente
y en el verso degollado a la luz de los infiernos




ME SOBRA UN MUERTO



a Pablo de Rokha


Me sobra un muerto
me sobra
me sobra un muerto y no soy yo
quién es
y viene de la levadura y de los precipicios
me sobra un muerto
un muerto martillándome la piel
me sobra un muerto y no soy yo
porque estoy vivo y lo presiento
lo respiro
y cae de la manga de otro muerto
y cae y cruza mi camisa
y da la vuelta
y sigue y sigue en mi esqueleto
un muerto
un muerto en mi esqueleto
instalado de por vida
un muerto me sobra y no soy yo
y llora y grita y ríe con su carcajada demoniaca
un muerto
un muerto sagrado
un muerto en el gemido del espanto
un muerto derramado en mi garganta y en mi sed
con su ceniza de elefante
en el vinagre
en el aliño de los años
un muerto arañando los cristales
entre tábanos
y hormigas
y gusanos hambrientos
defecando un muerto sus palabras
o en la suma de las voluntades o en ninguna
o en la roca de las rocas
trapicado el invencible
el muerto agujereado por los otros
inmutable en el zarpazo
en la estocada del olvido
me sobra
me sobra un muerto y no soy yo
porque patea y raspa
engulle con su dentadura cavernaria
hasta rozar por fin la sal del universo


Abrígate, Gladys


a Gladys Marín


Abrígate, Gladys
que la muerte tiene los pies helados
y una lágrima en la sien
No bastarán tus rojos huesos para este viaje
ni la saliva de tu corazón
Date trato
que hay lombrices añorando tus entrañas
tus axilas luminosas
tus rodillas que adivinan el país de los enanos
Ve despacio
no te olvides de marchar entre las tumbas
no te canses
y ojo con las hormigas que te deprimen
con aquéllas que presienten tu color desde lejos
tu color sin maquillaje, tus encías de viento
tu cabello enjaulado que crece cuando ríes
compañera de las horas golpeadas
todo vale en esta noche sin orillas
donde la eternidad pasa descalza entre tus muertos
y tiene hambre de abrazarte
porque sabe que tus gestos resucitan
y se echan a volar sin despedirse
y se pierden en la patria de los sueños
y ya no vuelven
Qué harás ahora sin ti
sin tu esqueleto de pan mojado
sin tus pechos que ladran de orgullo
sin tus sábanas heridas
ahora que la ausencia se desviste para otros
qué harás bajo la tierra sin conocer a nadie
Abrígate, Gladys
y amarra bien tus cenizas por si te arrepientes




SANGRE EN EL EXILIO


Cuando llegó el invierno a Chile
miles de pájaros volaron con la primera lluvia
estaban asustados entre la sombra y la muerte
y prefirieron emigrar con sus vidas hacia otras vidas

Tomaron el primer avión, desesperados
se arrojaron a los muelles persiguiendo barcos
cruzaron las montañas huyendo de las lanzas
y dejaron atrás la patria y a los herederos del hambre

Algunos no despegaron jamás
les arrancaron las alas en el intento y la lucha
desaparecieron con nombre y apellido
bajo los árboles de hierro
los encerraron en jaulas por especies
y cuando años después los encontraron
tenían la caricia del cuervo entre sus plumas

Los otros, los perseguidos
los pájaros del pueblo que lograron atravesar la muerte
debieron acostumbrarse a volar de otra manera
a sentir de otra manera, a respirar de otra manera

La tierra ajena los había recibido
la tierra amiga los invitaba a su mesa
a compartir el pan y sus dolores
Muchos incluso en la agonía

soñaron con ver la patria por última vez
pero la patria también agonizaba
había querido volar con sus alas rotas


MI PUEBLO


Mi pueblo tiene frío cada día del año
tiene hambre y sed y juventud
Mi pueblo es un pedazo de madera
de cama que no alcanza para cuatro o para ocho
Mi pueblo tiene lluvia y viento
tiene caras dibujadas con ceniza
tiene manos que aplauden para no morirse
Mi pueblo no tiene nombre
no tiene edad ni edades
no tiene calles ni sonrisas
Mi pueblo no tiene Dios
la levadura y la sal vencieron a los santos
el agua de los grifos fue más pura que una iglesia
Mi pueblo es un resumen del amor cansado
es una biografía sin orillas ni rincones
un cadáver reciente
una copa que jamás será llenada
Mi pueblo tiene niños que parecen ancianos
y ancianos que se robaron los años
tiene mujeres con ojos apagados
y hombres cortados por la mitad
Mi pueblo tiene árboles sin troncos y sin hojas
tiene rosas que cambiaron su color
por un kilo de pan
Mi pueblo es una herida en el tiempo
una guitarra enferma y sorda y muda
una canción de nombres definitivamente tristes
definitivamente amargos
definitivamente olvidados en el gran sueño de la vida


VUELO SUBTERRÁNEO


Soy el objeto que soy
y a veces también soy otro y estoy lejos
sentado en agua y tierra
y en el eco de las lenguas ardientes
Y duermo, sí, duermo la colosal aventura
de la palabra humana acuchillada y ebria
sangrante en el recuerdo de los muertos
que parecieran venir de adentro
y sollozaran al verme escribir sus nombres
Y ahora, cuando sale de mi boca
esa tonada de lluvia y sol mojado
me recuesto por todas partes y respiro cicatrices
y recojo las migajas que le sobran a mi alma
y tengo frío
y me despierto en medio de las rosas
sin entender quien vive o ama todavía
Por eso es que mi ombligo no tiene edad
y sigo esperando el día de los besos perdidos
aún cuando mis uñas no tienen ganas
y mi cabeza está más triste y oscura que nunca
aún cuando mis sueños son anónimos
y mis huesos ya no encuentran
el murmullo de los siglos
Y vuelvo a deletrear cenizas
y vuelvo a perseguir mi sombra
y a este árbol que agoniza entre mis dedos
lo enterraré conmigo
y volaremos en espiral
como los dientes de algún resorte
y moriremos juntos, sin ataúd
como las cuerdas de una guitarra olvidada
y moriremos por siempre y será un premio
un premio a nuestros pies y a nuestra médula
un premio a nuestra antología de vidrio
Y lloraremos gusanos y lloraremos ratas
y lloraremos hormigas sin fecha y gatos de luto
y lloraremos sonrisas en los ojos ajenos
y negros bosques
donde una flor se arrancará los cabellos
Porque este cielo aún no me conoce
aún no oye el acorde que llevo en los sesos
no me conoce, y soy el objeto que soy
y a veces también soy otro y estoy lejos
y me extiendo por muros y calles
y pueblo estrellas
y dejo la luna en la mesa, sin avisar
y me emborracho a la salud de nadie
y me despierto en medio de las cruces
con una vigilia de araña
y con un beso dedicado a cada muerto
y a cada muerto un abrazo y un latido de tumba
y a cada muerto un suspiro
un trozo de mi antiguo corazón
que se derrama como un río de gemidos



HAN VUELTO LOS TAMBORES


a Nelson Mandela


Hay que ayudar a Tarzán a reconstruir la selva
Los animales también aportarán lo suyo
y un día no muy lejano veremos al mono feliz
colgado del árbol más hermoso
como en las tardes inolvidables del cine
y las revistas animadas. Qué tiempos aquéllos
Los elefantes estaban seguros que vivirían cien años
y el cocodrilo soñaba con ser el malo de la película
Pero el hombre llegó con una industria bajo el brazo
llegó derribando montañas, llegó a silenciar las cascadas
a derramar esquirlas y muerte
al paraíso sagrado de las moscas
avanzó con su tenaza cortando, hiriendo, acorralando
se abrió paso entre el follaje dejando la suave marca del acero
y la sonrisa de la pólvora, hizo camino de las flores
se aprovechó de la semilla, de la piedra, de la rama
rapó la mejilla del indio e instaló su reino aguas arriba
donde la luna de vez en cuando bajaba a beber
y a conversar con las cenizas
Todo se convirtió en ciudad o campo ajeno
todo se lo llevó el cemento
Y aparecieron razas nuevas y nuevas enfermedades
nuevas miserias que venían de rincones poderosos
con mucha sangre y páginas de odio
con muchos rifles y cadenas recién pintadas
Tarzán entonces trató de hablar y fue acusado de herejía
y declarado enemigo de Su Majestad
y de los piojos de La Corona
A Jane le sucedió algo parecido y debió correr
a casa de su madre
y esconderse bajo la cama para no ser encontrada
Del grueso de los animales nunca más se supo
Cuentan las malas lenguas
como la fiera luchó en vano durante siglos
y los pocos ejemplares sobrevivientes
tuvieron que huir muy lejos y así evitar el exterminio
El resto no corrió la misma suerte
cayeron en la trampa del marfil y del colmillo traicionero
Por otro lado el negro cambió de color
y fue más claro hasta hacerse irreconocible
Otros se mantuvieron intactos
pero el destino los durmió en un sueño amargo
los sedujo en una feria de alacranes
y acabó por retorcerse en cada uno de sus labios
Al tigre se le cayeron las muelas
el agua pensó en envejecer
la víbora nadó en su propio veneno
el ciervo y la polilla sólo deseaban la muerte
Pero una noche un grito sacudió la selva
se propagó hasta confundir la tierra
hasta pelar las tripas del más crudo de los chacales
Era Tarzán quien regresaba
Tarzán desde la liana de los años
Tarzán entre las canas de una jaula, venía para quedarse
venía cuchillo en mano a liberar las ataduras
a castigar los torsos blancos
Y ellos tuvieron que retroceder
tuvieron que tragarse sus propias pisadas
tuvieron que guardar sus trofeos, sus pieles, sus fotografías
mientras el cielo contemplaba emocionado
y una canción se derramaba en la niebla
"Sonríe, niña, y oye los tambores
porque el sonido de mi llama ensangrentada
está más verde y más vivo que nunca
sonríe, niña, sonríe
porque he sembrado en el huerto de mi alma
tu voz morena que florecerá por siempre"



EL SUEÑO DE LAS LANZAS


Perdóname, Señor: he nacido esclavo
tendrás que protegerme mientras viva
Algunos no me dejarán tranquilo
no le darán descanso a mi sombra
ni una camisa para abrigar mi soledad
Y tú tendrás que ayudarme
cuando me cierren las puertas al revelar mi origen
cuando me caigan a pedradas a la salida del trabajo
cuando me escupan la cara
y me levanten de noche para golpearme
hasta dejarme sin pulso
y me digan: “Negro, no te queremos
vuelve a la selva a cazar lagartijas
vuelve a la orilla a vender tus canoas
vuelve a la escarcha a revolcarte con los tuyos
no te queremos
Somos nosotros los elegidos en esta historia
no te queremos
somos hermosos y valientes y justos
para nosotros el oro, para ti las cadenas
para nosotros el trigo, para ti la maleza
para nosotros las palabras
para ti los sonidos, los gestos y las lágrimas
no te queremos, regresa”
Pero yo no me iré, Señor, y mostraré mis llagas
y estaré orgulloso de mis llagas
y cantaré y bailaré y moriré por los míos
y por ellos seré pasto, piedra, camino, océano
por ellos seré árbol encadenado a la tierra
por ellos me levantaré del barro hasta ser bandera
me abrazaré a la sangre de mis antepasados
ellos me seguirán con sus tambores
ellos me prestarán sus cuchillos y sus flechas
ellos rezarán por mí y por los que vienen detrás de mí
y cuando mi alma desfallezca
y mis manos desfallezcan y mis huesos desfallezcan
ellos me levantarán de nuevo para seguir luchando
y yo veré la luz a pesar de las heridas
y a pesar de los rencores florecerán los sueños
y mis pasos poco a poco visitarán los mercados
mis manos recorrerán el pelaje de las panaderías
mis ojos aprenderán a ver otros ojos
mi voz se fundirá con otras voces
mis palabras serán escuchadas y yo escucharé otras palabras
y ya no habrá ira ni llanto ya no habrá miedo ni olvido
y nuestro pueblo será uno más entre los pueblos de la tierra
nuestra raza propagará su canto como una semilla
y tú, Señor, de memoria, cantarás con nosotros



Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran: “Autocultura y juicio” (con prólogo del Premio Nacional de Literatura, Roque Esteban Scarpa), “Poesía desdoblada”, “Apuntes para una leyenda”, “Vuelo subterráneo” y “El circo de papel”. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. Ha sido invitado a numerosos encuentros literarios entre los que destacan el Primer y Segundo Encuentro de Escritores Latinoamericanos, organizado por la Sociedad de Escritores de Chile (Sech), Santiago, 2001 y 2002, y el Primer Encuentro Internacional de Amnistía y Solidaridad con el Pueblo, Roma, Italia, 2003, donde es nombrado miembro de honor de la Academia de la Cultura Europea. A comienzos del 2005, es publicado en las prestigiosas revistas “Other Voices Poetry” y “Literati Magazine”. Durante el mismo año obtiene el premio "Harvest International" al mejor poema en español otorgado por la University of California Polytechnic, en Estados Unidos. Parte de su obra se encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, alemán, rumano, búlgaro, persa y catalán. Actualmente vive en Ciudad de México, donde realiza talleres literarios y diversos proyectos culturales.



NOTA: Las ilustraciones son del artista y poeta español, VBZ. Pueden encontrar sus trabajos visuales y excelentes poemas en su página personal en el siguiente enlace: http://www.vbz.es/vbz.htm
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