Monday, November 29, 2010

“Hasta ahora, mi nuevo libro me está saliendo súper mal”



Entrevista al escritor dominicano Junot Díaz, ganador del Premio Pulitzer 2007 por La maravillosa vida breve de Oscar Wao • Asegura que la literatura “es una verdadera mierda, por lo difícil”. De su nueva novela escribe “alrededor de un capítulo cada dos años y no tengo miedo ni nada de eso”

por Mónica Maristain


Dice que su nombre se pronuncia “Junó”, que la letra “t” no se pronuncia y que obedece a alguna rémora haitiana de su padre, un soldado trujillista que vive ahora en la península de la Florida, “donde se van a vivir todos los padres malos”. “En Haití hay muchos Junot, es un nombre muy común allí y muy raro en otras partes del mundo”, aclara Junot Díaz, Premio Pulitzer 2007 por su novela La maravillosa vida breve de Oscar Wao y estrella incandescente en la trigésima edición de la Feria del Libro de Oaxaca, que terminó el domingo 21 en esa ciudad del sur de México.

Pocas veces una primera novela genera tanto revuelo y la de Díaz fue un tsunami en la vida del escritor nacido en Santo Domingo en 1968, que llegó a Estados Unidos cuando era apenas un adolescente y no era políticamente correcto jugarla de latino en un universo donde todo lo cool era gringo. “Yo no era cool, era un nerd, porque si naces en una familia conservadora como la mía, tu rebeldía se basa en mirar muchas películas de ciencia ficción; luego, claro, de tu práctica de tiro y de boxeo, a la que estuve abonado durante todos los fines de semana de mi infancia”, cuenta.

En su novela, que lo hizo famoso, el inefable dictador Rafael Leónidas Trujillo cobra la forma de Saurón, el mago malo de El señor de los anillos, y esa ha sido por ahora la única incursión en el género fantástico de Díaz. Luego, claro, del intento frustrado de escribir una historia de ciencia ficción cuyo primer capítulo envió a su editor para que este respondiera con un telegrama que tenía una única palabra: “No”.

“Sirve para que me inviten a Oaxaca, por ejemplo”, dice de su Pulitzer, premio del cual se enteró por un amigo que había escuchado la noticia por televisión. “Soy un escritor muy feo y no me llamaron directamente para avisarme, como sí lo hicieron el año anterior con una amiga dramaturga, muy bonita”, se ríe. En el medio de ese interés mediático, el escritor “con talentos muy limitados”, que elabora sus historias con ritmo “muy lento” y para quien hacer literatura “es una verdadera mierda, por lo difícil”, intenta avanzar con una segunda novela que ya ha comenzado a generar mucha expectativa.

“Escribo alrededor de un capítulo cada dos años y no tengo miedo ni nada de eso. Para un escritor no importa si su segunda novela va a ser mejor que la primera. Lo único que quiere es terminar el proyecto y dedicarle el sacrificio y el amor que se merece”, asegura, y sigue: “Se trata de una historia de dos hermanas que viven en tiempos de Joaquín Balaguer, que gobernó el país durante doce años, en ese período postrujillista que se llamó ‘dictadura blanda’, y en el que muchos militantes de izquierda fueron asesinados u obligados al exilio. Ha sido una generación perdida en la República Dominicana. Y hasta ahora, la novela me está saliendo súper mal”, confiesa.

De ideas fuertes y precisas en torno de lo que él llama “la diáspora de los inmigrantes” en Estados Unidos, Díaz está convencido de que los latinoamericanos “no entienden a las colonias que viven en ese país, y suelen ser más gringos que los gringos”.

“Cuando voy a Santo Domingo, mis primos me hablan de Coldplay, de White Stripes, como si yo supiera algo o me interesara esa vaina de los blancos”, afirma, al tiempo que reconoce que “es muy interesante ser parte de una diáspora, pues ambas comunidades te rechazan y a la vez te integran”.

“No hay suficientes proyectos culturales para los inmigrantes en Estados Unidos, pero las cosas han cambiado mucho en los últimos años. Hay que decir, no obstante, que cuando un extranjero llega a ese país se vuelve loco por el dinero, no por la poesía”, agrega.

EL BRUTO DEL GIMNASIO

Cuando Díaz era niño, era “un verdadero bruto”, afirma. “Me la pasaba en el gimnasio y escribir no era lo mío. Mi familia detesta la literatura y ama el ejército, así que llegué a mi primer día en la universidad con un par de pesas en las manos. Poco a poco fui entendiendo que lo único que más o menos me sale bien es escribir y que amo a los escritores”, dice el autor residente en Nueva York, donde estudió en la Universidad Rutgers de Nueva Jersey. Allí era profesor Tomás Eloy Martínez, de quien se hizo muy amigo. “Siempre le decía a Tomás: ‘nunca seré tan cool como tú’”, cuenta.

Consciente en grado máximo de la mirada prejuiciosa que suelen tener lectores y críticos estadounidenses respecto de los autores latinoamericanos, Díaz se queja: “Si en mi novela pongo un hurón como personaje, enseguida llaman a eso realismo mágico, porque no se les pasa por la cabeza que puedo haberme formado mucho más en la ciencia ficción que en ese género de la literatura de nuestro continente. En todo caso, he leído a todos los escritores del boom y lo único que puedo decir es que en mi novela trato de jugar con todos los géneros posibles, sin pegarme demasiado a ninguno”.

“¿Que mis dos libritos son más importantes para leer que toda la obra de Roberto Bolaño? Esa es la cosa más ridícula que he escuchado este año y mire que en Nueva York escucho cosas ridículas todos los días”, dice el también autor del libro de cuentos Los boys al conocer la recomendación que hace el chileno Antonio Skármeta cuando se le pregunta por Bolaño. “Hay que leer a Junot Díaz, ese es el bueno”, suele decir Skármeta, un enemigo acérrimo del fallecido autor de Los detectives salvajes.

“Esas cosas pasan porque en América latina hay demasiados escritores machos que no entienden que leer no es como tener amigos. Veo la literatura como una estrategia y nadie puede negar o rechazar una estrategia. Además, es tan difícil escribir que no quiero rechazar ni a mis enemigos, nunca sabes cuándo un libro de otra persona va a venir a salvarte en tu propia escritura”, expresa.

Díaz aporta su cuota de afición a la literatura argentina y se decanta por César Aira a la hora de elegir un autor favorito. “Sé que está loco, pero su obra es fantástica”, asegura.



Usted dice reiteradamente que escribir es una mierda. ¿Por qué, entonces, se dedicó a la escritura?

—Es que uno tiene ideas que quiere expresar, comunicar, y la literatura es un buen vehículo para ello. Aunque, en realidad, lo más importante en este asunto es que en realidad escribir es la única cosa que sé hacer. Para mucha gente, lo más difícil es entender que no porque uno haga algo porque no sabe hacer otra cosa, eso signifique que le resulte fácil. Quiero mucho a la literatura y entiendo perfectamente el efecto que produce en un lector cuando un libro le cae muy bien, cuando un libro tiene la capacidad de cambiarle la vida, de transformar para siempre lo que es esa persona. Como lector, tengo muchos libros que me han cambiado la vida, que me han cambiado el alma.

¿Como cuáles?

—La primera fue una novela que leí en mi niñez, era sobre conejitos. De adulto, me impresionó mucho La canción de Salomón, de Toni Morrison. La gran novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo, ¡mi Dios!

¿Qué le gusta que se diga de usted? ¿Que es activista social o que es escritor?

—Ojalá no tenga que elegir entre ninguna de las dos. Soy esas dos cosas y lo que más me importa es ser consciente de que formo parte de una sociedad y que como tal debo e intento hacer lo posible por mejorar lo que veo, aunque sea una vaina chiquitita, mejorar la vida de alguna gente. La vida mía no valdría la pena si no hiciera eso.

¿Cuáles son los temas que le interesan?

—Sobre todo aquellos relacionados con los inmigrantes, el abuso policial; trabajo mucho con la juventud pobre, ¿sabe? Lo importante es que entendamos que las cosas no las va a cambiar un voto... Una elección no basta, tenemos que participar de todas las formas posibles para mejorar nuestra sociedad. Así que yo, que tengo tantos privilegios, que todavía estoy joven, tengo dos brazos y dos piernas, estoy obligado a asumir mi responsabilidad como miembro de la sociedad civil.

¿Hay una izquierda en Estados Unidos?

—Sí, pero está muy fragmentada, lo que no significa que no valga la pena o que no trabaje. Soy miembro de muchos grupos progresistas y se hacen cosas, aunque también hay una crisis en todos estos movimientos.

¿Se vive mejor en los Estados Unidos de Obama?

—No, decididamente no. Ha sido una desilusión muy grande. La reacción de la derecha ha sido tan fuerte, con el Tea Party y todo eso... Obama no ha sabido hacer frente a eso.

¿Vivirá para siempre en Estados Unidos?

—La vida mía es la de un pájaro transeúnte, voy alrededor de tres o cuatro veces al año a República Dominicana y el día que deje de hacerlo, moriré.

Ya no se hacen buenas películas de ciencia ficción, ¿verdad?

—Bueno, soy un fanático del género y diría que uno tiene que darle chances a las nuevas películas. Claro que The Matrix no es Blade Runner, pero tiene lo suyo. Y a veces nos toca pasar por una mala temporada. Hollywood tiene a todos en un puño y coloca tanta presión en los directores y productores, buscando ganar cantidades enormes de dinero, que se borran las partes más interesantes de los filmes para que sean más suaves y más blandos.

Y cuando se filme La maravillosa vida breve de Oscar Wao, ¿usted será el guionista?

—No, de ninguna manera. Ya están vendidos los derechos, aunque eso no significa que la película vaya a hacerse, pero en el caso de que suceda, no tendré nada que ver en ese asunto. La verdad es que nadie se muere por ver un filme de nerds dominicanos de Nueva Jersey.

Usted siempre dice que no escribe en spanglish.

—No tengo la menor idea de lo que es el spanglish. Como buen inmigrante, tengo mis grandes dificultades idiomáticas. Llegué a los Estados Unidos cuando no era cool hablar español. Ahora las cosas han cambiado un poco en ese sentido. En Dominicana me dicen que no hablo español y en Estados Unidos, que no hablo inglés. Por eso, en mi libro quise investigar cómo funciona ese fanatismo nacionalista que esgrimen muchas personas cuando hablan de la pureza del idioma. Para hablar de los problemas de una comunidad de inmigrantes, para narrar la diáspora, hace falta incorporar todos los idiomas que se hablan en dicha comunidad.

¿Sigue una rutina para la escritura?

—Sí, me levanto todos los días a las 6, y escribo durante tres o cuatro horas todas las mañanas de mi vida.

¿Escribe artículos para periódicos, reseñas para revistas?

—No soy bueno en eso. Nunca he escrito un ensayo, la verdad, el talento mío en todo este asunto es muy limitado.

¿Está feliz con su vida?

—Bueno, es una lucha, usted sabe... Soy un ser humano, soy un hombre... Y en estos tiempos, por lo menos muchos hombres que conozco, están obsesionados por no envejecer, buscan una muchacha veinte años más joven para colgarla de su brazo y se niegan a aceptar el paso del tiempo. Hablo de mi grupo, no del mundo, pero encuentro a mis amigas mucho más prácticas, mucho más inteligentes y sabias, entendiendo que las cosas cambian...

¿Cambiaron para usted a los cuarenta?

—Uy, las cosas para mí comenzaron a cambiar a los treinta y cinco...

¿Tiene hijos?

—No, fue una decisión, quería dedicarme a mi carrera. Y ahora que tengo cuarenta y dos años, creo que no fue tan buena idea...

¿Qué le dejan tantas entrevistas, que la gente lo siga a todos lados para preguntarle cosas?

—La gente me recomienda muchas cosas en las entrevistas: libros, música, otros escritores. Una entrevista para mí es una excusa para conocer a alguien. Por supuesto que las entrevistas son una mierda, pero me han hecho ganar muchos amigos entre los periodistas.

Tomado de Página/12


Tomado de La Ventana

Monday, November 22, 2010

Rumor de pez, yin-yang del lenguaje sensorial
de René Rodríguez Soriano


Por Daniel Montoly

Rumor de pez confirma lo que ha dicho Roland Barthes sobre la lectura como placer o el placer de la lectura; cada verso es un inconfundible deleite, un bocado que induce al lector a no querer hacer de lado el libro, sino a seguir las aletas del pez hasta el fondo cognoscitivo de la percepción abstracta de lo poético.



Después de echarme un viaje por la transustanciación de la palabra poética de la mano del Rumor de pez de René Rodríguez Soriano, me he quedado con las imágenes que resurgen de la relectura entre las cejas, porque éste no es el habitual libro de poemas que llega a nuestras manos cualquier día a fundar una aldea de rutina. Por el contrario, como su título lo indica, es un susurro, un rapto, un fluir que emerge de la profundidad del lenguaje para llevarnos con él hasta el fondo del universo poético del autor. Por alguna razón este libro fue merecedor del Premio de Poesía UCE 2008, como reconocimiento a la celebración de la poesía, y con ello al largo recorrido literario de su autor.

Presiento a veces que habito entre las torres | que incierto y sacudido crezco hacia el vacío, | como luz de agua turbia, derramada. Pág. 13

Las entradas a las grutas de Rumor de pez se abren con un sobresalto de inquietud o un cuestionamiento existencial, donde el golpe del pasado repercute como una inquietante tromba que pasa inventario a lo ya perdido; ese compendio de cosas que hicieron partes del lienzo sicológico del sujeto poético. Y que, de alguna manera, transmitían una sensación de orden físico y balance interior. Algo que no debe pasar desapercibido, es el aspecto humano del yo poético que, aunque reconoce el colapso de su visión de mundo, rehúsa culpar o descargar la dolorosa frustración sobre “esos otros”.

Nada | frente a la nada, contra nadie. Nunca. Pág. 13


Y es aquí, lo importante de Rumor de pez; el espíritu humanista que permea en el fondo del poemario, porque normalmente un ser herido tiende, por naturaleza, a emprenderla como un toro contra quien o quienes “son responsables” de su dolor, pero nuestro poeta no cede ante el torbellino de esa fuerza oscura del subconsciente.

Quienes estén algo familiarizados con la cultura oriental, el título mismo bastará para inducirlos a la experiencia sensorial de la belleza natural del paisaje; elemento muy presente en la tradición filosófico-espiritual china y japonesa, donde el pez es un símbolo de riqueza, armonía espiritual y balance entre las dos fuerzas que rigen el universo, como aparece representado en el símbolo del Tao, el yin-yang. Estas dos fuerzas están presentes en Rumor de pez, porque, por un lado, está el aspecto masculino representado por el sujeto del habla y el aspecto femenino, al que se dirige, representando la fuerza opuesta. Pero ambos flujos convergerán en un punto en el espacio para fundirse en una nueva identidad. Porque como señala el verso que subrayo más abajo, la voz tiene conciencia de ser y, en ese reconocimiento, distingue la luz opuesta. Pero reconoce en ella la refulgencia interna, que dará respuesta a su vacío, aunque desde un marco trazado por la distancia, como resultado de la experiencia previa del dolor, que vuelve ahora para cerrar el círculo:

¿A qué has vuelto mujer, distinta luz? Pág. 15


René Rodríguez Soriano es cuentista, narrador, gestor cultural, pero el René que nos revela este Rumor de pez es al poeta, que, sin hacer gala, goza de un distintivo sello de identidad o estilo en el manejo de la fuerza sensorial del lenguaje; independientemente de cualquier apreciación local, la poesía de Rodríguez Soriano es universal, y eso es lo que hace que los lectores se identifiquen con ella, más allá del regionalismo lingüístico o del nacionalismo poético, underground en algunos sectores de la poesía hispanoamericana.

El erotismo, como sujeto, está presente en cada una de las páginas de este libro como la experiencia seductora ejercida por un perfume femenino a la medianoche; mas cabe destacar que el erotismo aquí “es una fuerza que revela la transparencia del símbolo, no el que enseña la miseria física del cuerpo”, como forma de degradar el aspecto femenino, empujado por “las aguas turbias” que, subconscientemente busca perpetuar la patriarcal figura del macho en la sociedad. Rumor de pez confirma lo que ha dicho Roland Barthes sobre la lectura como placer o el placer de la lectura; cada verso es un inconfundible deleite, un bocado que induce al lector a no querer hacer de lado el libro, sino a seguir las aletas del pez hasta el fondo cognoscitivo de la percepción abstracta de lo poético.

El vino sabe a tardes perdidas en tu pelo | y un guiño de tus ojos pernocta en mis recuerdos.
Pág. 58


Cuántas veces nos no hemos sentido atrapados en la sensación del no tiempo, encarcelados por la imagen imborrable de ese amor de adolescencia o por la inquietud de lo que no pudo ser. Rumor de Pez tiene respuesta o al menos nos invita a nadar en un río iluminado por la belleza y la exaltación del valor de lo femenino como ideal de esperanza.


Tomado de Mediaisla

Friday, November 19, 2010

VOCES DEL SIGLO XX

Alexander Alvarado
(Heredia, Costa Rica, 1978)



La intacta brevedad


Has transitado de frente mi sangre,
tan aguda en tu relieve de niebla
que olvido habitarte sin herirme de amor.

Y es que tú siempre
irrumpes anónima en mi vientre,
con todas las llaves delatoras del beso.

Llegas con tu cuerpo desatado,
cómplice asidero del fuego,
y luego simplemente partes
con tu rostro de poema innecesario,
todavía creyéndote la intacta brevedad.

Pero aún me serás vital ante la noche,
como una trinchera ante la deuda de amarte,
como un utillaje de lloviznas
para retardar la aurora,
para penetrar tardíamente cada espejo
hacia donde no hayas huido todavía.

(La tregua imposible, 2005)






Incitada cumbre


Escucha…
que la lluvia se desgarra
presurosa contra las sábanas
sobre este ardor del aire,
ardor de entrega.

Escucha como creces
desde lo más oscuro del sudor.

Es tu voz que se corta,
-ajena flor del ansia-
en los íntimos ángulos de la humedad.
Es el deseo y su silabario de fuego,
como una redimida marejada
abriéndose desde tu vientre.

Es tu aliento, niebla amante.
Niebla atada a sus ritmos de flama,
acá entre nuestras bocas
suspendidas como mundos de sal.
Sí, escúchate, eres toda tú,
la brisa más próxima al amor,
abriendo mi torso
hasta tu más incitada cumbre.

(La tregua imposible, 2005)


Muelle final


Y aún preguntas,
¿qué hacer ahora conmigo
en tu gris sed de escarchas?

Puedes ponerme
fingidamente amado entre tu talle,
o completamente ajeno
en cada cumbre de tu adiós.
O engancharme a tus noches
como un zarcillo herido
columpiado por tus lejanías.

Ponme al filo de tu invierno.
O dóblame como una deuda,
o una niebla sin saldar.
O déjame de nuevo,
de nuevo sin anclajes ni cenizas,
Porque siempre fui tu punto final,
el muelle último de tu piel.

(Ritual de invierno, 2010)






Wonderland


Después de ti atravesé
el enrojecido estupor de mi espejo.
Y descubrí boquetes en la lluvia,
y estanques de ceniza alucinada.
Y descubrí sonrisas tan felinas,
como lunas rasguñando mis duelos.

Seguí las rojas alfombras del olvido.
Hallé escalinatas hacia el viento.
El dolor se volvió sólo un juego
retándome lejanías.
Fui un profundo alfil de aire
y gané las reinas rojas del deseo.

Después de ti,
había bestiecillas de arena
desbastando la muerte
con festivales de otoño.
Orugas azules que me contaban ocasos.
Y ardían luciérnagas inundando
esta altura sin fin de no tenerte.

Después de ti los relojes perdieron
su urgente misión de borrasca.
Después de ti no tengo deudas.
Solo tengo estas barajas de fuego
atizando irrevocablemente
esta anchura de no tenerte.

(Ritual de invierno, 2010)



Umbral de extravíos


Ya es viernes,
silenciada obertura de mi abismo,
sorda hoguera de mi voz.
Todo es viernes
en el desolado gesto de la lluvia.
Pero ya no regresas
con tu ciega jornada
de hambres y de abrazos.

Ya no vienes
porque estás detrás,
muy detrás de la noche,
allá entre las inapelables
grietas del viento,
justo en este viernes,
gruta de todos los lutos.

Hoy es viernes,
copiosamente viernes,
desvalido salto de mi sangre,
umbral extraviado de Dios.
Pero tú ya no vienes
con tu antiguo júbilo
de clavel tiznado,
a desmoronarte fatigadamente
amada sobre mi pecho.

(Ritual de invierno, 2010)

Epitafio


Esta soledad hoy se lava la cara.

Esta soledad renuncia
a sus tumultos
de arena y silencio.

Esta soledad está ruido,
está escarcha, está amor…

Hoy esta soledad
quiere huir de sus mendigos.

(Ritual de invierno, 2010)




Inventario de lo recién amado

Tras el último jadeo
todo vuelve a su oficio de otoño.
Todo cae en esta inercia
de marea recién amada.

Nuestros relojes son pequeñas muertes
que van a la deriva,
apenas palpitando sobre el vuelo
consumado de esta sábana.

Allá los libros
y los libros de sus libros,
se van sumando vencidos
a las ovilladas letras de tu aliento.

Acá la camisa, la blusa,
la bruma y sus botones
traspasados hasta el silencio.
Las sandalias, los pasillos,
tantos muelles y sus derrotas…
Todos han desistido
de su sorda faena de adioses.

¿Para qué ahora
tus llaves y mis llaves?
Si ya han reventado los cerrojos
en este domicilio culpable de abriles.

Todo se adormila
cuando se ha amado.
También nosotros, capullos en brasa,
apiñados en la febril anchura
que han cumplido nuestros cuerpos.


(Abril contra la muerte, inédito)

Quickie

¡De prisa, de prisa!
¡Florece, que ahora nadie nos mira!
Aparta ya el húmedo telón
que nos separa del gemido.

Porque sólo tenemos
este impulso de sangre.
Porque nos hemos vuelto
llamas casuales,
dardos del ansia,
urgentes libélulas
sin otro horizonte,
que el tembloroso ardor
de tu vientre lloviznándome
en plena cima de la mañana.

(Abril contra la muerte, inédito)


©Alexander Alvarado



























Alexander Alvarado nació en Heredia, Costa Rica en 1978. En el año 2000 se graduó de la carrera de Bachillerato en Enseñanza del Inglés en la Universidad Nacional. En el año 2003 ingresó a la carrera de Filología Española en la Universidad de Costa Rica. En el año 2008 se graduó de la carrera de Diseño Gráfico en la misma institución. Desde el año 2002 asiste a los talleres del Círculo de Poetas Costarricenses creado en 1961 por Jorge Debravo y Laureano Albán.
En el año 2009 gana el primer premio en el Actualmente forma parte activa del Movimiento Literario Trascendentalista fundado en 1974. Es autor de los poemarios “Certamen de poesía Lisímaco Chavarría”.“La tregua imposible” (2005), “Ritual de invierno” (2010) y “Abril contra la muerte” (inédito).



Nota del autor del blog: Los trabajos visuales que sirven como ilustración de esta breve antología del poeta costarricense, Alexander Alvarado, son del artista catalán Joan Miró y provienen de diversas fuentes del Internet.

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Wednesday, November 17, 2010

El mito desplazado


En Moi, Tituba sorciere... Noire de Salem la poética de Maryse Condé se anima de lo idéntico a lo diferente, del pasado al presente, de lo absoluto a lo relativo, de la heroína a la antiheroína

por Nara Araujo

En Moi, Tituba sorciere... Noire de Salem[1] una serie de indicios apuntan hacia la gravedad de esta novela de Maryse Condé. Su asunto es la historia «real» de una esclava de Barbados que es implicada en el famoso proceso de brujas del siglo XVII, en Salem, Massachusetts. En un paratexto final, que aparece como «Nota histórica», firmado con las iniciales de la autora, se avala la legitimidad de la protagonista y se explica el deseo de completar el final de su vida, ausente del registro de archivo.

Este propósito supone el otorgamiento de voz y estatuto a una (doblemente) oscura testimoniante del juicio de Salem, voz de triple subalternidad, por su clase, su raza y su género. Propósito que entrega al arte la misión de completar una existencia trunca e ignorada, de validar su existencia imaginaria como completamiento de la Historia oficial.


En este relato de supervivencia, se reconstruye desde el nacimiento hasta la muerte de la protagonista. Se completa su último destino y los antecedentes a su experiencia en Salem. La anécdota comienza con la violación de su madre por un marino inglés, de la cual ella es fruto, hasta su ahorcamiento por su colaboración en una frustrada revuelta de esclavos en Barbados. En el epílogo, Tituba prolonga su existencia en el mundo de los invisibles y participa del mundo de los vivos.

De esta anécdota se deriva la construcción de varias líneas temáticas. La historia fabulada es un encadenamiento de sucesos que engarzan experiencias vitales de la mujer: el amor, la sexualidad, la maternidad, la relación madre/hija, la amistad femenina, la búsqueda del propio ser. La clase, la raza y el género de la protagonista, su ubicación epocal —siglo XVII— y espacial —una colonia en el Caribe y un asentamiento puritano en los Estados Unidos—, permiten la crítica al racismo. Crítica que a través del pasado mira al presente.

En nota al pie de página (117) se informa al lector que la fuente acerca de la participación de Tituba en el proceso de Salem se encuentra en los Archivos del Condado de Essex, en Massachusetts. Este texto documental es pre-texto ideal para la dinámica del desplazamiento en un texto de ficción. En el sentido más elemental, la protagonista se traslada de un país a otro, y sobre todo, de una cultura a otra. Esa traslación cultural refuerza la diferencia entre las creencias animistas africanas y las del cristianismo europeo. El conocimiento de los secretos de la naturaleza, las habilidades curativas y el contacto con el mundo de los invisibles, atributo sustancial de la protagonista, recibe otra interpretación en el mundo de los blancos.

La historia de esta esclava cumple con ciertas expectativas de una literatura de reivindicación y rescate como la literatura caribeña. Su pesar fundamental reside en su propia condición y existencia. El ahorcamiento de su madre, el abandono a su propia suerte, los abusos e injurias, la tortura mental y física, su encarcelamiento y muerte son el efecto de una causa inalienable: ser una negra esclava. Para reivindicarla, se hace de ella como protagonista, un personaje sufriente, que sobrevive fuertes conmociones y cuya resistencia reside en su contacto con el mundo del más allá, en su arraigamiento etno-cultural.

En la perspectiva de una poética de desplazamiento, este trazado no podría ser definitivo. El contacto con las ánimas es la fuerza de la protagonista pero al mismo tiempo, su textualización sugiere una voluntad desacralizadora y por tanto, un desplazamiento. Los diálogos de Tituba con los espíritus de su madre, de Man Ya —su iniciadora en los poderes ocultos—, de su padre adoptivo, no tienen solemnidad y por el contrario se construyen dándoles un tono de «naturalidad» que de alguna manera los banaliza.

El golpe final se le asesta a través del discurso de uno de los personajes. En el preludio a la insurrección, la protagonista, ya con canas, sostiene este diálogo con Iphigene, su joven amante:

—Hemos decidido atacar dentro de cuatro noches.

Protesté:

—¿Dentro de cuatro noches? ¿Por qué tanta precipitación? Déjame por lo menos interrogar a mis invisibles para saber si esa noche será la adecuada.

Emitió una carcajada que sus lugartenientes corearon y dijo:

—Hasta ahora, madre, los invisibles no te han tratado demasiado bien. Si no, no estarías donde estás [...] (180)

En Moi, Tituba... el animismo pasivo que acepta el fatalismo de la mala suerte (Tituba) es enfrentado a un pragmatismo activo que lo rechaza (Iphigene).


Como personaje, Tituba tenía todos los requisitos para convertirse en un personaje mítico. Al sacarla del anonimato, Maryse Condé podría haberla vestido de atributos que la hicieran rebasar lo ordinario y elevarse a la categoría de lo trascendente. Su historia «real» se prestaba para la mitificación y de hecho, hacerla perdurar en el mundo de los muertos, inclinaba hacia esa construcción.

Esa propuesta era coherente con una cultura necesitada de mitos fundacionales, asociados con las raíces culturales y con formas de resistencia y supervivencia y por ese motivo, rica en ellos. Condé escribió una novela seria, en la cual la ficción salva e inscribe un personaje histórico en el imaginario caribeño.

Sin embargo, Tituba, al tiempo que cumple esa función, no deja de ser un personaje ordinario. Sus alegrías y sus pesares se construyen en el decursar de una existencia a ratos antiheroica. La declaración enfática del título, Moi, Tituba sorciere... Noire de Salem (“Yo, la bruja Tituba, negra de Salem”)[2] apunta hacia una voluntad afirmativa, hacia una declaración de principios, subrayada luego por el uso de la primera persona en la narración.

Pero la estrategia discursiva de Condé incluye un paratexto inicial en el cual ella declara: «Tituba y yo hemos vivido en estrecha intimidad durante un año. En el transcurso de nuestras interminables conversaciones me ha dicho cosas que no había confesado a nadie». (s/p) Esa primera persona, entonces, puede desdoblarse en la voz de otra narradora, Condé en este caso, que toma distancia de su protagonista e ironiza: «Los que han seguido hasta aquí mi relato deben de estar irritados. ¿Qué clase de bruja es esta que no sabe odiar y que se asombra una y otra vez de la maldad que se aloja en el corazón del hombre?» (167)

En el pasaje del proceso de las brujas, la protagonista se distancia de sí misma y se autopresenta en esa dimensión ordinaria que la escritora busca dar: «Yo tenía simplemente miedo. Los pensamientos heroicos que había concebido en casa y en mi celda se desvanecían». (117)

La fuerza dramática de la amenaza del capitán del navío en el cual regresa a Barbados —«Negra, cuando te dirijas a mí llámame patrón y baja los ojos, si no te haré volar en pedazos los pocos dientes que te quedan» (150)—, se disuelve con la nota al pie de página: «He olvidado decir que en la cárcel había perdido la mayor parte de mis piezas dentales» (idem). El dato puntual neutraliza el dramatismo, lo desautomatiza, tanto más cuanto que está ubicado «fuera» del texto, como acotación informativa.

Los poderes de Tituba, rasgos fundamentales en la caracterización del personaje, son atributos que la escritora toma de un imaginario en el cual el contacto con lo esotérico es esencial. Pero esos atributos son sometidos a un deslizamiento cuando la protagonista/narradora/Condé banaliza lo que podría haber sido solemne:

Una o dos veces, vagando por el bosque me tropecé con habitantes del pueblo que se inclinaban torpemente sobre hierbas y plantas con miradas furtivas que revelaban las intenciones de sus corazones. Esto me divertía mucho. El arte de hacer daño es complejo. Si se apoya en el conocimiento de las plantas, debe estar asociado a un poder de actuación sobre unas fuerzas evanescentes como el aire, en primer lugar rebeldes, y a las que se trata de conjurar. ¡No se declara bruja quien quiere! (77)


Este desmontaje del acto de la «brujería», le resta gravedad y misterio, lo trivializa; al desproveerlo del hechizo de lo maravilloso, por su explicitación, lo convierte en un acto pragmático, funcional. A la pregunta de Françoise Pfaff sobre la posibilidad de un vínculo entre el tratamiento de lo oculto en esta novela con el «realismo mágico», Condé responde enfática: «De ninguna manera. Todo es irrisión. No veo cómo algunos han podido leer Moi, Tituba sorciere... Noire de Salem en serio y en primer grado y hacer de Tituba lo que ella no es».(90)

Mi respuesta a la pregunta es que en la novela coexisten lo serio y la burla, el primero y el segundo grado. Quizás en la tradición de Rabelais, Condé construye y luego pone de cabeza, afirma y luego niega, mediante el distanciamiento de la ironía y la parodia. Eso explica que a pesar de sus intenciones, el horizonte de recepción incluye la posible lectura seria, porque ella misma lo condiciona con sus paratextos, nada irónicos y con el acto mismo de completar artísticamente esta historia trunca.

Condé dice a Pfaff: «[...] como no me inclino a crear modelos, me apresuré a destruir todo lo que en la historia podía ser ejemplar para finalmente hacer de Tituba alguien bastante ingenuo y a veces ridículo». (91) Pero lo ejemplar y modélico son necesarios para poder luego ser desplazados, desdibujados más que destruidos, debilitados. La heroína dice de sí misma: «¡Créanme, no soy gran cosa!». (171)

En esa misma perspectiva, la maternidad es desacralizada en la medida en que se condiciona históricamente. En un mundo de iniquidades la maternidad, tanto para la madre como para la hija, puede no ser fuente de felicidad. Condé rechaza el modelo de la madre y la abuela «sacrosantas» que en las novelas caribeñas contemporáneas se multiplicaban como personajes/asideros/de resistencia. En la anécdota, todos los actos de maternidad biológica son frustrados o violentos (Tituba nace de una violación; Hester, embarazada, se suicida; Tituba, embarazada, es ahorcada..., por solo citar los casos más dramáticos). No es tanto que se niegue la maternidad sino que se desmitifica, al contextualizarla y por tanto, relativizarla.

Igualmente, la existencia no puede ser vista de un solo color. Como otra forma del movimiento esta se traslada de las alegrías a los pesares. Aún en medio de la amargura —«La vida solo podría ser un don si cada uno de nosotros pudiera elegir el vientre materno» (133), «[...] la vida no es más que una piedra atada al cuello de los hombres o de las mujeres. ¡Amarga y triste poción!» (150)—, las alegrías compensan.

La autodefensa frente a la adversidad se alimenta del esfuerzo por encontrar una posible felicidad, aunque solo sea en una memoria selectiva:

[…] nuestras infancias de pequeñas esclavas, sin embargo tan amargas, parecían luminosas, alumbradas por el sol de nuestros juegos, de los paseos, de los vagabundeos en común. Hacíamos flotar balsas de corteza de caña de azúcar por los torrentes. Asábamos pescados rosados y amarillos sobre hogueras de leña verde. Bailábamos. (71)

La alegría del sexo, el placer de los cuerpos, la sexualidad desprejuiciada también es contrapeso para el pesar fatal de la existencia. En un movimiento dual, la sexualidad es la alegría frente a la tristeza, pero también punto de contraste en culturas diferentes. Si la protagonista disfruta sexualmente, desde la juventud hasta la vejez —e incluso ya muerta visita a los vivos en busca del goce—, los personajes de las blancas no viven esas experiencias. Contraste que en un tercer nivel del desplazamiento ironiza los modelos de la negra sexual/gozadora hasta el cansancio y la blanca asexuada/frígida hasta la neurosis.

Entre los personajes de las blancas se destaca Hester. Mediante ella, se establecen diversas relaciones. Se trata de un guiño intertextual a La letra escarlata (1850), y por lo tanto una proyección hacia otro espacio literario. Como Hawthorne, Condé ha encontrado en un archivo el asunto para su novela, y como él, ha fabulado una historia para rellenar un vacío. Ambos cuentan un relato de persecución e intolerancia que tiene a una comunidad puritana de Nueva Inglaterra como locus de la acción y como referente histórico la segunda mitad del siglo XVII.

Nathaniel Hawthorne (desde Salem) ha narrado la historia de la adúltera Hester, en la asfixiante atmósfera religiosa y moralizante de Bastan. Maryse Condé hace coincidir la historia de Hester —pues construye otro final para ella—, como acontecimiento paralelo al proceso de las brujas. Coincidencia pertinente y alusiva en el plano temático. Esa reduplicación supone una traslación textual, un diálogo entre las dos novelas y otro movimiento.

En la anécdota de Moi, Tituba..., el personaje de Hester conserva de la caracterización de su antecesora los cabellos muy negros y de su historia, el embarazo adúltero. Pero su recorrido argumental es distinto. Su reacción al engaño y abandono del amante, a la vejación de la cárcel, no es la aceptación de su culpa y su supervivencia por la fuerza interior y el amor a su hija, sino el aborrecimiento al varón y su anhelo de una sociedad futura, dirigida por mujeres. Hester sugiere a Tituba la posibilidad de una sexualidad otra. En un doble giro, al hacer de ella una feminista avant la lettre, radical, Condé la acerca a una época presente, al tiempo que la distancia del personaje del pasado, construido por Hawthorne. La homología entre ambas persiste en la condición de víctimas, pero la de Condé es más moderna.

En el epílogo, el personaje referido permite establecer aún otro nexo temático/ argumental, que enfatiza la relatividad de la experiencia humana. En la felicidad del mundo de los muertos, persisten los pesares: «Solo tengo un pesar, porque los invisibles tienen sus pesares a fin de que su parte de felicidad tenga más sabor, y es el de estar separada de Hester». (195)

De lo uno a lo otro, de lo idéntico a lo diferente, del pasado al presente, de lo absoluto a lo relativo, de la heroína a la antiheroína, de la máscara trágica a la cómica, del sentido directo al irónico, la poética de Maryse Condé se anima y construye de un movimiento perpetuo. Perpetuum mobile que se resiste al locus unitario y la sujeción de los modelos, a la identidad inmutable y los clisés. Poética que se corresponde con una concepción antidogmática y fluida del decursar humano: No hay fracaso total ni éxito total y uno siempre encuentra algo válido en todos los pasos que da.

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Notas:

1. La edición original fue publicada en París en 1986, por la editorial Mercure de France. Para este trabajo utilizo la traducción al español, La bruja de Salem, Barcelona, Ediciones B, 1988. Es una buena traducción en la cual desapruebo el título y el uso de algunas formas verbales, como «creedme», que sustituyo en una de las citas que hago de esa edición, por el más neutral «créanme».

2. Lamentablemente, este énfasis se pierde en la traducción al español del título (La bruja de Salem), al eliminarse el pronombre personal, el nombre de la protagonista y su autodenominación de bruja y negra.


Tomado de La Ventana




Saturday, November 13, 2010

VOCES DEL SIGLO XXI

Jacqueline Goldberg
(Maracaibo, Venezuela, 1966)




A FUERZA DE CIUDAD



XIX

Duelen
tus bestias
invadidas
Repletas
de mí

XX

Sin ese río
Sin casa
ni patio
para esperarte




XXI

De este lado
el enigma
.... Mujeres
y bandidos
a fuerza
de ciudad


XXII

Hay un tiempo
de espera
y calles altas
Un hombre
...... Un ángel
....... Un sueño
que escribo
desde siempre
en la madera
del deseo
En los últimos rincones
de lo que
..... simplemente
no puedo decir





XXIII

Sólo caben
restos
de un combate
sostenido en la sombra
... Esto
que en mí
arde
es lo de antes
lo de la casa
y la calle sucia
la mesa mal puesta
la ropa sudando palabras
.. tu boca
aferrada a mi pecho
y la cama
siempre
siempre sola







XXIV

Hablar de uno
avergüenza
Se pierden
los momentos
sacudiendo mentiras
Nos miramos
y sabemos lo que somos
Y eso
Eso jode






XXV

Vigílame
en tu cuerpo abierto
Que no haya
prisa
ni brazos
desvelados
Sólo yo
... arrimada
seca



XXVII

Sudo
encierros
..... mordeduras
traficando
calles
de mi boca
a la noche








XXVIII


Hay una mujer
destinada a la sombra
Una mujer
Que como yo
repite sus rostros
en las grietas
de una calle sin nombre
Ambas
... resistimos
a la mentira
de hacernos las buenas
las del árbol solo
Colgamos
el miedo
y las ganas
y cuando
nadie pregunta
cuando por fin
no dejen sostener
raíces en los ojos

iniciamos
el regreso

permitimos a extraños
adivinar
lo que nos detiene


©Jacqueline Goldberg














Jacqueline Goldberg Nació en Maracaibo, Venezuela, en 1966. Doctora en Ciencias Sociales y Licenciada en Letras. Desde comienzos de los años noventa su trabajo discurre entre la literatura y el periodismo. Es autora de una vasta obra que incluye la poesía, el ensayo, la literatura infantil, el reportaje y el género testimonial. Su trabajo poético aparece incluido y reseñado en antologías en Rumania, España, Puerto Rico, Estados Unidos, México y Venezuela.



Nota del autor del blog: La fotografía como también la breve reseña biográfica que aparece en esta muestra de poemas fue tomada del blog de la autora, cuyo enlace es:
http://jacquelinegoldberg-poesia.blogspot.com/

Los trabajos visuales que sirven como ilustración de esta breve antología son del artista italiano, Amadeo Modigliani y la fuente de donde fueron tomadas es:
http://www.abcgallery.com/M/modigliani/modigliani8.html

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Wednesday, November 10, 2010

VOCES DEL SIGLO XXI

Floriano Martins
(Brasil, 1957)




ALICIA


Tus besos ensayan una alegoría en mi espalda.
Los siento como árboles que danzan, llameantes
pétalos, constelación de árboles en plena cosecha
susurrando: todo hombre es una recreación.

Señalas una ciudad lejana en mi vértigo.
Vendaval de migajas, islas ciegas, viejos
mapas que no contaban con tu desamparo.
El amor gira siempre en torno de sí mismo.

Pasa por aquí al galope tu sexo emocionado,
tu piedad de Dios picada de remordimientos.
Un castillo agitado repleto de males menores
y el vestido de baile de tu primera ilusión.

Pasan máscaras como un llanto de roedores
y luces ahogadas en pozos de la más blanda soledad.
Un solo personaje en ti se atreve a hablar
y me acusa de no haber salido jamás del poema.

Aquí estoy deshecho en verso, mal recreado,
y sin saber cómo evitar volver a ser lo que soy.


Traducción de Marta Spagnuolo




ALICE


Teus beijos ensaiam uma alegoria em meu dorso.
Eu os sinto como árvores dançando, flamejantes
pétalas, constelação de árvores em plena colheita
a sussurrar: todo homem é uma recriação.

Apontas uma cidade longe em minha vertigem.
Vendaval de migalhas, ilhas cegas, velhos
mapas que não contavam com teu desamparo.
O amor gira sempre em torno de si mesmo.

Passa por aqui a galope o teu sexo emocionado,
tua piedade de Deus bicada de remorsos.
Um castelo agitado repleto de males menores
e o vestido de baile de tua primeira ilusão.

Passam máscaras como um pranto de roedores
e luzes afogadas em poços da mais meiga solidão.
Um único personagem em ti se atreve a falar
e me acusa de jamais haver saído do poema.

Aqui estou eu desfeito em verso, mal recriado,
e sem saber como evitar voltar a ser o que sou.



OLIVIA


Robo los declives crispados
de la luz en la cavidad de tu abrazo,
audacia de sudores con que interrogas
ciertos puntos encubiertos por la breña
de vicios que renacen en tu cuerpo.
No hay mejor salida para el indicio
que quieres instigar en mis aguas.
Barajo tus caídas incompletas,
sus hipótesis rotas entre besos.
Erras de un extremo a otro de la pena,
revelando tus máscaras insospechadas
en los tejidos disipados de la escritura.
Rehago tus dolores mientras piensas
que el fuego no me quema dentro de ti.


Traducción de Marta Spagnuolo


OLÍVIA


Eu roubo os declives crispados
da luz na cavidade de teu abraço,
audácia de suores com que interrogas
certos pontos encobertos na brenha
de vícios que renascem em teu corpo.
Não há melhor saída para o indício
que queres instigar em minhas águas.
Embaralho tuas quedas incompletas,
suas hipóteses rompidas entre beijos.
Erras de um extremo a outro da pena,
revelando tuas máscaras insuspeitas
nos tecidos dissipados da escrita.
Refaço tuas dores enquanto pensas
que o fogo não me queima dentro de ti.



ÁNGELA


Tu cuerpo y el mío cayendo sobre el mundo:
noche saqueada por una caravana de relámpagos.
Despojos del tiempo forajido de su fuente,
minando abismos a la deriva, pérdidas fluctuantes.
El rostro deformado de la belleza que las ruinas adoran,
lenguaje extraviado al querer penetrarse.

Tu cuerpo y el mío en su caída más secreta.
Un laberinto que fuera un desierto y un dios
esciente que de allí no hay retorno. Fuga de tinieblas.
Los disfraces fatales de la memoria ante el infinito.
Imparables sombras cayendo sobre el mundo.
Tu cuerpo y el mío: lo que queda de uno en el otro.


Traducción de Marta Spagnuolo




ÂNGELA


Teu corpo e o meu caindo sobre o mundo:
noite saqueada por uma caravana de relâmpagos.
Despojos do tempo foragido de sua fonte,
minando abismos à deriva, perdas flutuantes.
O rosto deformado da beleza que as ruínas cultuam,
linguagem extraviada ao querer entrar em si.

Teu corpo e o meu em sua queda mais secreta.
Um labirinto que fosse um deserto e um deus
ciente que dali não há retorno. Fuga de trevas.
Os disfarces fatais da memória ante o infinito.
Indetíveis sombras caindo sobre o mundo.
Teu corpo e o meu: o que resta de um no outro.





SELMA


Tu incendio forma una cadena de laberintos,
despojos afligidos con sus ríos quemados.
Un cuerpo remando contra los delitos
prolongados en una y otra margen, ritos
cargados de súplicas y negras puertas.
Alfabeto de piedras recogiendo sus espectros,
como un estoque de dolores en armarios colgados,
todo allí parece quemar de modos distintos:
furor de salmos con pasos descontrolados,
cenizas maltratadas sin saber dónde caer.
Tu incendio funda una reserva de tumultos.
Un cuerpo inmerso en lágrimas volcánicas,
violando los nombres que dedico a sus rostros,
cada uno abriendo las tumbas de su testimonio.


Traducción de Marta Spagnuolo



SELMA


Teu incêndio forma uma cadeia de labirintos,
despojos aflitos com seus rios queimados.
Um corpo remando contra os delitos
prolongados numa margem e outra, ritos
carregados de súplicas e negras portas.
Alfabeto de pedras a recolher seus espectros.
como um estoque de dores em armários suspensos,
tudo ali parece queimar em modos distintos:
furor de salmos com passos descontrolados,
cinzas maltratadas sem saber onde cair.
Teu incêndio funda uma reserva de tumultos.
Um corpo imerso em lágrimas vulcânicas,
violando os nomes que dedico a seus rostos,
cada um abrindo as covas de seu testemunho.






ZENAIDA


Tu caligrafía vibra en mi cuerpo,
suspende las distancias, recrea puertas,
desgastándome de tanto entusiasmo.
La terneza de tu escritura me vacía.
Me lavo con tus palabras, navego
la insensatez de sus virtudes: hablan
a través de mí en impetuoso idioma.
Por donde viajo hace mil años me eliges,
siempre el mismo hombre que relee sombras,
como si en trance la piel hiciese aflorar
otra agonía, vómito de vértigos,
un nuevo huésped de tu fuego, ángel tembloroso
con su manuscrito arrebatado y sutil.
De un súbito naufragio en tu ser renazco.


Traducción de Marta Spagnuolo



ZENAIDE


A tua caligrafia vibra em meu corpo,
suspende as distâncias, recria portas,
a desgastar-me de tanto entusiasmo.
A meiguice de tua escrita me esvazia.
Eu me lavo com tuas palavras, e navego
a insensatez de suas virtudes: falam
através de mim em impetuoso idioma.
Por onde viajo há mil anos me eleges,
sempre o mesmo homem relendo sombras,
como se em transe a pele fizesse aflorar
uma outra agonia, vômito de vertigens,
um novo hóspede de teu fogo, anjo tremente
com seu manuscrito arrebatado e sutil.
De um súbito naufrágio em teu ser renasço.


©Floriano Martins

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Poemas inéditos, integram o livro La efigie sospechosa (A efígie suspeita), com edição prevista para 2010 (Ediciones Andrómeda, San José, Costa Rica).



















Floriano Martins (Brasil, 1957). Poeta, ensayista, traductor, artista plástico y editor. Dirige el Proyecto Editorial Banda Hispánica. Es coordinador de la colección Ponte Velha, de autores de lengua portuguesa, de Escrituras Editora (San Pablo, Brasil). Curador de la Bienal Internacional del Libro del Ceará (2008). Profesor invitado de la Universidad de Cincinatti (Ohio, Estados Unidos). Codirige la Revista TriploV de Artes, Religiones y Ciencias(Lisboa, Portugal). Autor de libros como Fuego en las Cartas (poesía, España), A inocência de pensar (ensayos, Brasil) y A alma desfeita em corpo (poesia, Portugal), todos publicados en 2009. Contacto: floriano.agulha@gmail.com.

Marta Spagnuolo (Argentina, 1942). Escritora, periodista y traductora. Libros publicados: Historias de Maizales (cuentos, 1990), Tres visiones del encuentro de dos mundos (ensayo sobre Ruy Díaz de Guzmán, Bernal Díaz del Castillo, Inca Garcilaso de la Vega, 1992), Fray Mocho, el estilo matrero (ensayo, 1992), El aprendizaje del misterio (ensayo sobre Felisberto Hernández, 1996), Claro el afán (Poesía, 1995), La lectura, recurso básico para el desarrollo humano, sociocultural y económico (ensayo, 2005). Contacto: martaspag@hotmail.com.


Nota: Los trabajos visuales de Picasso que acompañan esta breve muestra de poesía de Floriano Martins fueron tomadas de diversas fuentes del Internet.
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