Friday, February 25, 2011

VOCES DEL SIGLO XXI

Fernando Valerio Holguín
(La Vega, República Dominicana, 1956)




La magie noire, René Magritte



Hay mujeres que se contaminan de mar o cielo
con sólo posar en un balcón marino y entonces
se van tiñendo de azul y tristeza.

Hay mujeres que poseen esa belleza estatuaria
sin tener que fingir
y uno no sabe entonces qué hacer
si amarlas —aun al riesgo del contagio—
o perderlas para siempre en su ensueño azul
como si todo el deseo se empozara
en su pubis negro y mágico.

De Poemas al óleo (2010)






Autorretrato con alces en Pingree Park


me sorprende verme a mí mismo en este paisaje de cumbres al pastel y difuminados pinos y alces que pastan el rocío en la brizna

suspendido entre la bruma y los desfiladeros rocosos de este paisaje nórdico, siento vértigo, siento frío y me asfixio lentamente entre el alto cielo y las cumbres nevadas

un alce levanta sus ojos y me mira como si fuera yo del Holoceno y entonces me exige que hable, y trato de descolgarme por una escalera de niebla entre los abetos para decirle que no puedo, que mi voz se quedó, hace ya mucho tiempo, madurando entre los nísperos, allá en las islas de fuego

y otro alce pasa corriendo y me pide que guíe en tropel por los trillos la manada, -y no puedo- no quiero ser sino líder de la flor y el rocío, líder del pasto y la lluvia, del crepúsculo malva, líder del viento y su queja entre los árboles, líder de nadie, ni aun de mí mismo

y otro alce de ramas secas en la frente me suplica que sea entusiasta y dinámico y me atreva a seguirlo por los blancos picachos, y apenas si puedo respirar este aire tan fino que parece transparente y me quedo flotando en la niebla, sobre los pinos más callados, con la memoria vegetal quebrada y sin entusiasmo para otra cosa que no sean las tardes frente al mar, las mañanas del sábado, las mágicas palabras, las sonrisas de quienes quiero y me conocen

y una manada de alces pasa y me muge con sus caras de burro pleistocénico y me suplican, me piden, me exigen, que hable, que corra, que me descuelgue de la neblina triste y no puedo -ni quiero-, me rehúso a perderme en el mugido y la manada

De Autorretratos (2002)







Escepticismo”


3

........ y en la Ciudad pirrónica me senté a contemplar la tarde indolente: pasó un pájaro, rauda flecha en el cielo, y también pasó Anaxarco, mi Maestro, sin detenerse a verme, agonizaron las hojas de un otoño temprano, en la memoria desleí los versos que hablaban de mi infancia, y fui feliz en la sucesión sosegada de las noches y los días

........ y no entendí la esencia del puente ni la piedra, o la infinita arena en la playa, ni el porqué de la rosa y su osadía, o el proceloso mar en mi memoria, ni las inusitadas formas de la dicha, y es que las cosas -no afirmo ni niego- parecen alejarse de sí mismas cuando no estoy o no comprendo

........ toda carne enmudeció
........ y no escribí ningún libro


De Las Eras del Viento (2006)




Poema a la Bella Pagana comiendo frutas


Y me alegra tanto que caiga la tarde y que bajo esta luz mortecina la Bella Pagana recueste su cabeza en mi pecho con ese aire de fingida felicidad y cierre los ojos y me diga “Te quiero”, aunque sólo sea un espejismo

Me alegra que su cuerpo flexible se desperece como una pantera mínima después de la siesta y se levante y tome de la cesta una mandarina, que como un cofre de bronce, va pelando y desgajando con sus finos dedos; y se lleva un gajo a la boca y lo muerde; y corre el jugo por la comisura de sus labios y me le acerco y me bebo el jugo de sus labios que saben a mandarina

Me alegra que la Bella Pagana tome de la cesta un cajuilito solimán del color de sus pezones y muerda el cajuil, y acaricio con mi lengua sus pezones que saben a cajuil, a esa carne frutal que devoro con mi boca, y entonces voy recorriendo con mi lengua su cuerpo, hasta llegar al suave níspero de su sexo que se abre como una herida muy dulce

Y había que ver el placer en su boca —o la mía— devorando las frutas suculentas; había que ver el placer de mi boca —o la suya— devorando la carne rezumante, y padeciendo en la maravillosa confusión de aromas y sabores el frutal placer de nuestra felicidad

Si algún día pudiera deshacer el malentendido de nuestro amor —porque el amor no es más que un malentendido— me comería todas las frutas del Paraíso con tal de salvarme en su cuerpo

¡Oh la Frutal Pagana!

Y entonces ya salvado —porque el amor es también una salvación—, la besaría incesante con besos que saben a nísperos, la acariciaría una y otra vez con mis dedos perfumados de mandarina, lamería perennemente con mi lengua el vello suave de su pubis de albaricoque

Esta historia es también un Paraíso y la sospecha de una dulce agonía de felicidad

De Rituales de la Bella Pagana (2008)





Nota suicida I


Que a nadie se culpe de mi tristeza
Si ando solo por ahí
Entregado a la melancolía
Atravesando sueños
Con ojos muy abiertos
En medio de la estepa baldía.

Que a nadie se culpe de mi tristeza
Si así nací de triste en el hospital de pobres
La Humanitaria
De una madre también triste y un padre ausente
en La Vega
un remoto pueblo que ya no existe.

Que a nadie se culpe de mi tristeza
Si con ella he vivido por más de cincuenta años
Sin la necesidad de anti-tristesivos ni padre ni nada.
Si he vivido
Salvándome yo solo
por las calles y los bares
de cualquier ciudad
o en los brazos de cualquier mujer
inventándome otras vidas posibles.

De Retratos (Inédito) (2011)



Canto a la Vida


He cantado tanto a la Muerte,
cimbreada en mi prosa
con fragancia de azucena
y alardes
de amante desdeñosa, necesaria.

He cantado tanto a la Muerte,
en mis versos llenos de buitres
y flores amargas
y ruidos sordos como de río desbordado
de catástrofes, bostezos y lagartos grises.

Que hoy sólo quiero cantarle a la Vida
que tanto amo
—aunque bien lo disimule—.

Quiero cantar la alegría del vino en la mesa
los amigos
una tarde cualquiera en verano.
La mirada de Adela sonriendo
desde el extremo de la mesa
¡Que ángel de amor
y osadías!
—Un gato ronronea entre las piernas
de los comensales—.

Quiero cantar la esperanza
aun de la piedra cansada
en el camino.
Y cambiar las lágrimas por el presentimiento
de una dicha inminente.
Hoy sólo deseo sentirme
simplemente feliz
y salir a comprar tinta verde
y escribir en papel cebolla.

Quedan desde hoy proscritos
en la prosa y el verso
los finales tristes
el desconsuelo.
Quedan proscritos también
los días jueves, Vallejo, su tristeza,
como cosida detrás de los párpados.
Quedan proscritos
el recuerdo vano
las madrugadas del sábado
la soledad de mis cincuenta años.

Hoy sólo quiero
pura y simplemente
cantar a la vida
y beberme el sol
que se cuela entre las ramas de los árboles
una tarde cualquiera de junio.


De Retratos (Inédito) (2011)


Insomnio


Yo me paseo por este insomnio azul lleno de ojos
con una enorme herida luminosa
en medio de la estepa baldía.

Yo deambulo por estas páginas llenas de miedo
y frío,
atiborrado de sedantes y anti-tristesivos,
con la garganta calcinada,
soñando despierto con libros que no existen.

Yo recorro estas calles como un animal nocturno,
volviendo el rostro hacia cualquier lado,
ensombrecido como una luna menguante,
buscando tus palabras en otras palabras.

Yo ando por ahí con las manos vacías
y el corazón lleno de ojos,
caminando bajo la sonrisa del transeúnte
que no entiende mi dolor.

Yo deambulo por estos pasillos ajedrezados
de manicomio,
mientras tú, distraída, en las mismas
calles de otra ciudad,
haces tus cosas en silencio
pensando en mí.

Yo regreso incesante a la vida con mi cadáver
de anoche,
envejecido y gris,
y, entonces, tardo tanto en morir,
que no me basta todo el insomnio
para olvidarte y así volver a amarte.

De Retratos (Inédito) (2011)





De casas y fantasmas


Hay quienes construyen casas
en medio de la vasta pradera de sol y silencio
para que no los sorprenda la noche
de sombras y olvidos y cansancios grises.

Hay quienes construyen enormes casas
con ventanas
que dan a una ciudad de corazones verdes;
y después beben tisanas amargas para que la tristura no los atrape desprevenidos
de perfil contra una baranda crepuscular.

Hay quienes construyen casas monumentales
como si fueran a vivir mil años,
en la hora indecisa, indefinida de los atardeceres,
sin ni siquiera detenerse a reordenar la memoria
del día en sílabas elementales.
Y entonces se pasean por la sala y la cocina
y van del baño hasta el balcón
en felpudas pantuflas y batas floridas
y riegan las plantas
sin reparar que hoy tampoco acudió nadie
a la puerta
y que la ventana es un mero decorado de soledad.


Hay quienes construyen casas que parecen museos,
y las pintan de verde limón
para que no se les llenen de fantasmas y voces
y no les ensucien con sus zapatos la alfombra.
Y entonces tararean una canción
mientras cocinan o lavan los platos,
como ajenos a su propia desgracia.

Hay quienes construyen casas demasiado grandes
y después las habitan
como si fueran fantasmas de su propia existencia,
sin importarles el verde limón de las paredes,
o el intruso que cocina o lava los platos
mientras tararea una canción.

De Retratos (Inédito) (2011)



©Fernando Valerio Holguín
















VALERIO-HOLGUÍN, Fernando
(La Vega, 11/09/1956). Poeta, cuentista, novelista y ensayista. Realizó sus estudios de Licenciatura en Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Becario Fulbright, obtuvo un Doctorado en Letras Hispánicas en Tulane University en 1994. Ha sido profesor de literatura latinoamericana y de teoría literaria en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC); actualmente, es Profesor Titular de literatura y cultura afro-caribeñas en Colorado State University. Ha recibido varias becas para investigación entre las que se encuentran: Fulbright Scholarship para estudios avanzados en literatura latinoamericana (1985), British Academy para actividades culturales internacionales (en colaboración con la Dra. Vanessa Knights) (2004-2006), U. S. Department of Education International Development Studies Undergraduate Enhancement Project (2000-2002), Culpeper Teaching with Technology (1998), y Mellon Summer Seminar Teaching for Language Instruction for the 21st Century (1997). Ha organizado paneles y hecho presentaciones en congresos en los Estados Unidos, Latinoamérica y Europa. También ha sido invitado por varias universidades a dictar conferencias sobre literatura dominicana y caribeña. En 1997, co-organizó el congreso internacional "La República Dominicana en el umbral del siglo XXI", celebrado en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. En 1999 fue invitado por el Julian Samora Research Institute y Michigan State University a dictar una conferencia magistral con motivo del Día de la Independencia Dominicana. En 2002 fue invitado por el Smithsonian Institution para presentar la ponencia “La Novela-bolero en la Era de la Reproducción Mecánica” en el coloquio Boleros: La canción romántica de las Américas. En 2007, fue invitado por Oxford University a presentar una ponencia sobre inmigración y cultura en Oxford Round Table. En 2010, fue invitado por la Universidad de Amberes, Bélgica, a dictar un curso de Maestría sobre literatura dominicana. Ha publicado poemas y cuentos en revistas, periódicos y antologías en la República Dominicana y en el extranjero. Sus ensayos de crítica literaria y cultural han aparecido en libros de recopilaciones como The Returning Gaze: Primitivism and Identity in Latin America; Cine-Lit III: Essays on Hispanic Film and Fiction, y en revistas especializadas tales como Explicación de textos Literarios, Revista de Estudios Hispánicos, Chasqui: Revista de Literatura Latinoamericana, Romance Quarterly, Revista Hispánica Moderna, Romance Notes y Confluencia, entre otras. Publicó varias reseñas sobre escritores dominicanos en el Dictionary of Twentieth Century Culture. Hispanic Culture of Mexico, Central America, and the Caribbean en 1996. Ese mismo año, fue comisionado para escribir setenta entradas sobre cultura dominicana para la Encyclopedia of Contemporary Latin American and Caribbean Culture publicada por Routledge en Nueva York y Londres.




BIBLIOGRAFIA ACTIVA

POESIA. Autorretratos. Saint Albans, West Virginia, USA: Ediciones El Salvaje Refinado, 2002. Las Eras del Viento. Scott Depot, West Virginia, USA Obsidiana Press, 2006. Rituales de la Bella Pagana. Santo Domingo, República Dominicana: Editora Búho, 2008. Poemas al óleo, Fort Collins, USA: Edición artesanal, 2010.

NOVELA. Memorias del último cielo. San Juan, Puerto Rico: Editorial Isla Negra, 2002. Los huéspedes del paraíso. Santo Domingo, República Dominicana: Editora Universitaria, Universidad Autónoma de Santo Domingo, 2008.

CUENTO. Viajantes Insomnes. Santo Domingo, República Dominicana: Editorial ¡Hola!, 1982. Café Insomnia. Santo Domingo, República Dominicana: Ediciones librería La Trinitaria, 2003. El Palacio de Eros. Tegucigalpa, Honduras: Ixbalam Editores, 2004. Elogio de las salamandras. Santo Domingo, República Dominicana: Editora Búho, 2010.

ENSAYO. Poética de la Frialdad: La Narrativa de Virgilio Piñera. Lanham, MD, New York, London: University Press of America, 1997. The Caribbean(s) Redefined. Special Issue of Latin American Issues. [Con Jaume Martí-Olivella y Giles Wayland-Smith]. Meadville, Pennsylvania: Allegheny College, 1997. (De)Constructing the Mexican-American Border. Special Issue of Latin American Issues. [Con Jaume Martí-Olivella y Giles Wayland-Smith]. Meadville, Pennsylvania: Allegheny College, 1998. La República Dominicana en el umbral del Siglo XXI. Cultura, política y cambio social. [Con Ramonina Brea y Rosario Espinal]. Santo Domingo, República Dominicana: Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, 1999. Arqueología de las sombras: La narrativa de Marcio Veloz Maggiolo. Santo Domingo, República Dominicana: Editora Amigo del Hogar, 2000. Presencia de Trujillo en la narrativa contemporánea. Santo Domingo, República Dominicana: Editora Universitaria, Universidad Autónoma de Santo Domingo, 2006. Banalidad posmoderna: ensayos sobre identidad cultural latinoamericana. Santo Domingo, República Dominicana: Editora Universitaria, Universidad Autónoma de Santo Domingo, 2006. El bolero literario en Latinoamérica. [Con Vanesa Knights] San Juan, Puerto Rico: Isla Negra Editores, 2008.


BIBLIOGRAFIA PASIVA

Alcántara Almánzar, José. "Los viajantes insomnes de Fernando Valerio Holguín" en Revista Ahora. 9 de mayo de 1983: 36-39. | Aguilar Castro, Jaditza. “El otro sueño”. Confluencia: Revista Hispánica de Cultura y Literatura 24:2 (2009): 8-20. | Álvarez, Soledad. “Arqueología de las sombras o arqueología de una ruptura”. El Siglo [Cultura], Sábado 11 Noviembre, 2000: 7E. | Barradas, Efraín. "Notas sobre un nuevo narrador dominicano: Fernando Valerio Holguín". Hoy [Isla Abierta] 3 de septiembre de 1983: 21. | Belliard, Basilio. "Autorretratos". Xinesquema 2. "Libros". (Octubre, 2002): 174-175. | Cabrera, Carlos Enrique. “Banalidad posmoderna: la obra nada banal de un ensayista claro y con coraje”. Caudal: Revista Trimestral de Letras, Artes y Pensamiento 20 (2006): 54-57. |Castro, Amanda.”Prólogo”. El Palacio de Eros. Tegucigalpa, Honduras: Ixbalam Editores, 2004. 9-19. | Collado, Lipe. "Viajantes insomnes". La Noticia [Del Diario vivir] 18 de julio, 1983: 6. | Collado, Miguel. “Fernando Valerio-Holguín”, en Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana. Santo Domingo: Biblioteca nacional, 1983: 66, 73-75, 82, 85, 89, 97. | Comarazamy, Francisco. "Viajantes insomnes". Listín Diario. 1983. | Comarazamy, Francisco. "Autorretratos". Libros Dominicanos. “La Vida”. Listin Diario, 8 de octubre de 2002. | Comarazamy, Francisco. “Fernando Valerio-Holguín”, en Comentarios sobre libros dominicanos. San Pedro de Macorís: Universidad Central del Este, 1985. | Gerón, Cándido. “Fernando Valerio-Holguín”, en Diccionario de autores dominicanos 1492-2000. 3era. ed. Santo Domingo: Editora de Colores, 2001. | Medina, Regil. "Viajantes insomnes". La Noticia [Libros Diagnosticados] 25 de noviembre de 1983. | Molina Morillo, Rafael. “Fernando Valerio-Holguín”, en Personalidades dominicanas 1988-1993. Santo Domingo: Molina Morillo & Asociados, 1993: 613. | Rodríguez, Néstor E. “Café Insomnia de Fernando Valerio-Holguín. Caribe 7.1 (2004): 138-139. | Santa Cruz, Eduardo. "Poética de la Frialdad: La narrativa de Virgilio Piñera". Confluencia 18:1 (2002): 96- 99. | Valdez, Pedro Antonio. “Memorias del último cielo”. Xinesquema 2 (2002): 197-200. Veloz Maggiolo, Marcio. "Virgilio Piñera: una cita con el frío". Listín Diario [Barril sin Fondo] 31 de agosto de 1997: 8. | Veloz Maggiolo, Marcio. “Fernando Valerio o el insomnio como instrumento del sueño I”. Listín Diario [Ventana]. Domingo 20 julio, 2003. Veloz Maggiolo, Marcio. “Fernando Valerio o el insomnio como instrumento del sueño II”. Listín Diario[Ventana] . Domingo 27 julio, 2003. Veloz Maggiolo, Marcio. “Fernando Valerio o el insomnio como instrumento del sueño III”. Listín Diario [Ventana]. Domingo 3 agosto, 2003.


Nota del autor del blog: Los trabajos visuales que ilustran esta antología personal del poeta dominicano, Fernando Valerio Holguín son del famoso pintor surrealista francés, René Magritte.

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Thursday, February 17, 2011

La gran locura de ser escritor

por Mabel Machado

Entrevista al escritor y periodista cubano Jaime Sarusky, a quien está dedicada la 20a. Feria Internacional del Libro, Cuba 2011: «Por disciplina, hay que escribir todos los días. Si consigue diez líneas será magnífico, pero si escribe dos estará muy bien»

Cuando Jaime Sarusky me recibió en su apartamento, me extendió la mano y comenzó a tratarme de “usted”, enseguida noté las coincidencias con lo que había leído en una entrevista que le concediera en 2005 al historiador y periodista Ciro Bianchi: la amabilidad del escritor, el lugar desordenado, el caos de la biblioteca, los cuadros de pintores cubanos, la luz que entra desde el balcón y se apodera de la sala donde conversa con las visitas. Crucé los dedos para no correr la misma suerte de Ciro, para que aquel hombre alto apodado El Tigre, que estudió en La Sorbona con Roland Barthes, que mereció dos veces mención en el Premio Casa de las Américas, el Alejo Carpentier y el Nacional de Literatura, no se convirtiera también en el más difícil de mis entrevistados.

Elegí sentarme en una comadrita, de espaldas a la calle y de frente a los libros. Jaime se acomodó en un asiento de mimbre blanco y preguntó primero: “¿Vio anoche el programa Escriba y Lea?”. Respiré de alivio. No fui yo, sino él, que conoce bien el oficio periodístico, quien se encargó de amenizar el comienzo de la charla. Le conté lo que había dicho la Doctora María Dolores Ortiz tras descubrir las pistas que lo propusieron a él como “personaje incógnito de la noche”. Arqueó las cejas varias veces, porque “una cosa es la simpatía a nivel estrictamente personal y otra es decirlo en un programa de televisión” y rápidamente me exhortó a empezar con las preguntas, “para no distraernos”.

Una llamada imprevista le había anunciado la noche anterior algo que le cambió los planes del día. No parecía muy contento con la idea de ir a ensayar otro programa de televisión a las 12 y que con ello se limitara el tiempo de nuestro diálogo; pero esto formaba parte del ajetreo de la Feria del Libro, dedicada a él y a Fernando Martínez Heredia este año. A Sarusky ya no le van muy bien tantos trajines. Le avisa hasta su propia voz en la contestadora que recita lentamente su número de teléfono, y la computadora, ubicada en medio de la sala, que da fe de la centralidad y la urgencia que concede este hombre al acto de escribir. Porque escribir fue lo que quiso siempre, fue su “mayor locura”; y ahora su mayor obsesión es tener fuerzas para terminar al menos dos de sus próximas novelas.

Me apuré para averiguar todo lo que pude sobre Sarusky hasta el punto en que, en broma, me sugirió que yo preguntaba mucho. Lo interrogué a él y a las cajas y estantes de libros, a las marquillas de tabaco colgadas en el pasillo sobre lomitas de papeles en los que apunta los recados, al cuadro de Zaida del Río, a la oscuridad de la cocina, a la jaba y los dos panes que trajo el mensajero. Él rió mucho con aquella conversación anárquica, sin orden cronológico alguno, y me interrumpió, con delicadeza, cada vez que mis comentarios le sugirieron alguna idea.

Se le ha dedicado la 20a. Feria Internacional del Libro de La Habana. Para un escritor tal vez lo más interesante no sea convertirse en el centro de determinados homenajes ―además de que esto propicia la reflexión en torno a la obra propia―, sino la publicación de sus libros.

―Yo mismo estoy sorprendido con esto. Una de las primeras sorpresas para mí fue que a la Editorial Unión le interesara hacer una reedición de Los fantasmas de Omaja. El libro se publicó por primera vez hace veinticinco años y yo pensé que ya no interesaría. Pero una editorial sabe muy bien lo que puede interesar y lo que no; puede equivocarse, pero en principio tiene información suficiente sobre las inquietudes de los lectores e incluso algunos editores con respecto a la literatura.

»Los fantasmas… podía tener la desventaja de que uno de los trabajos que se publica es sobre los suecos en Cuba, y había dado lugar trece años más tarde, a que apareciera otro libro: La aventura de lo suecos en Cuba. Me hizo muy feliz que se decidiera publicar la historia de los suecos; pero también la de los norteamericanos en Omaja (Las Tunas), los hindúes en el Valle de Guantánamo, los japoneses y los yucatecos, porque muchas personas me habían preguntado por este texto y su posible reedición.

»No esperaba que la editorial se fijara en un libro publicado hace un cuarto de siglo; pero ocurre también que este es un pueblo de lectores, que hay varias generaciones cultivadas ―no digo intelectuales, sino que saben leer y escribir a diferencia de lo que pasa en otros países subdesarrollados―, que existe una cultura del conocimiento.

»La Feria ha propiciado que vuelvan a salir Las dos caras del paraíso y El unicornio y otras invenciones, ambos editados hace menos tiempo. La idea de retomar este último volumen me regocija particularmente porque es un libro de gente loca. Un campesino de Felicidad de Yateras, donde “ya casi más allá no hay otro pueblo”, en el extremo este de la Isla, dentro de una finca “roñosa”, llena de pedruscos enormes, de repente decide dejar de cultivar para dedicarse a esculpir. ¿No le parece una cosa completamente loca? Tuve la enorme suerte ―a veces también esas cosas influyen― de que mientras visitaba Guantánamo, un amigo me invitó a conocer a aquel hombre, que vivía en un bohío descuidado, porque se había metido de lleno en su escultura.

»Fue una experiencia singular, pues caminamos varios kilómetros a campo traviesa hasta llegar al monte, donde el campesino estaba haciendo la cabeza de un elefante sobre una piedra muy blanca. Había también un león sonriente, porque el hombre no había estudiado en academias ni escuela alguna. El campesino todavía vive, aunque medio sordo por el ruido del cincel sobre la roca, y su hijo lo acompaña a visitar el zoológico que terminó haciendo al cabo de varios años.

»Lo mismo me sucedió cuando supe del Centro Cultural de Velasco, recinto gigantesco mandado a construir por un cubano y un arquitecto norteamericano para un pueblo de solo tres mil habitantes. Aquella empresa duró veintiséis años, y me llamó atención por ser peculiar en cada uno de sus detalles.

»También aparece la novela Glauber en La Habana. El amor y otras obsesiones. Es un texto que combina la ficción y el testimonio, cuya aventura comenzó porque Alfredo Guevara me llamó un día para preguntarme si estaba interesado en entrevistar a Glauber Rocha, quien acababa de llegar a Cuba. Luego de entrevistarlo me quedé con la curiosidad por dentro y le seguí la pista en el año en que estuvo en la Isla. Aquí se enamoró de una cubana a quien entrevisté largamente varias veces, como a la gente cercana al mundillo de Glauber ―Tomás Gutiérrez Alea entre ellos―. Se hospedaba en el Hotel Nacional; pero se iba casi todos los días al apartamento de Titón, donde se sentía muy bien; y andaba descalzo por las calles del Vedado. Me parecía tan interesante seguirle la pista, que el libro se extendió hacia Roma y París, pasajes que yo aprovecho para contar las interioridades de su pensamiento y acción.

»La Editorial Oriente me pidió publicar nuevamente Rebelión en la octava casa, mientras que Letras Cubanas asumió Conversaciones confidencias, diez trabajos sobre artistas y poetas nacionales, excepto Roque Dalton y Jean Paul Sartre, de quien fui traductor y compartí algunas experiencias. Roque era mi amigo y al mismo tiempo lo admiraba mucho como poeta y como persona, por eso le dediqué un trabajo extenso.

»Entre las novedades sale un libro de cuentos, realizado a partir de que un crítico amigo ―un poco en serio y otro tanto retador― notara que yo había escrito reportajes, crónicas, novelas, entrevistas etc., pero jamás me había dedicado al cuento. Tenía alguno ya listo y escribí otros, hasta que salieron ocho relatos, que le interesaron a la editorial holguinera».

¿Por qué no había escrito cuentos? ¿No es este acaso uno de los caminos para llegar a la novela?


―Es que mi camino ha sido totalmente al revés. Esto que usted me pregunta les ha llamado la atención a otras personas, que no se explican cómo pasé del periodismo directo a la novela. Cuando vivía en París, colaboré en Bohemia mientras estaba escribiendo mi primera novela. No dejaba de hacerlo, aunque la novela me costaba más, porque psicológicamente uno tiene mucha más presión cuando está haciendo literatura que cuando escribe en la prensa. Son dos tareas diferentes: en la ficción uno tiene que pensar en las reacciones del protagonista; pero también de los antagonistas, no puede violar ciertas reglas de su vida, aunque parezca que el escritor, el que inventa los personajes y las situaciones, puede luego andar haciendo y creando a su manera. Una vez que ya usted ha perfilado un personaje tiene que haber coherencia, tiene que respetar las leyes de la psicología humana y todo ello lo mantiene a uno con la preocupación de no equivocarse.

»En el sentido que yo buscaba en aquel momento no me equivoqué, aunque el personaje principal no era un hombre de grandes hazañas. De alguna manera también tiene su carga simbólica, pues estaba paralizado, congelado, sin saber cómo actuar a la altura de sus aspiraciones. Cuando uno piensa un personaje no lo tiene completo, redondo, por lo menos yo siento que se va conformando en la medida en que se va escribiendo, en que van apareciendo sus problemas, sus soluciones».

Es como si tuviera que vivir varias veces cuando escribe para la piel de otros…

―Exactamente.

¿No ha querido alguna vez hacer lo que ellos hacen?

―(Ríe). De cierta forma tengo que experimentarlo, porque no puedo traicionar lo que se ha dicho en las seis líneas o en la cuartilla que fue escrita el día anterior. Tengo que seguir buscando los problemas que afecten a mis personajes y ensayar sus reacciones. Es mucho más complejo de lo que parece.

»Respeto la forma en que todos los escritores conciben y desarrollan su obra, pero mi manera está basada fundamentalmente en la evolución de la novela a través de personajes. Porque en los últimos años se ha estado dando la tenencia de ir contando historias sin la intervención de los personajes, aunque eso lo puede hacer alguien desde el periodismo. La diferencia está en que si uno va a reportar lo que sucede en un trabajo voluntario y se encuentra que Fulanito, reconocido como un buen compañero, tiene que alzar un ladrillo del fango y no quiere porque no le gusta ensuciarse las manos, eso a la vez presentará el conflicto de que Fulanito será mal juzgado… y por ahí uno sigue fabulando, y aparece sin más, el inicio de un cuento».

En su caso, recurrir al testimonio le ha servido para enriquecer la vida de los personajes que construye.

―Muchísimo. Sucede que por la edad no tengo ya tiempo, no me puedo lanzar a escribir una novela que tengo pensada hace años sobre el Centro Cultural de Velasco en Holguín. Porque investigando, preguntando, hablando con la gente, me encontré con historias más insólitas todavía. ¿Sabe lo que es que subían y bajaban un cordelito para cobrar un peaje en la zona, con el objetivo de pagar el teatro del pueblo? Eso y muchas otras cosas, como que la gente llevaba las sillas de su casa a las puestas en escena que había concebido Félix Varona, me parecen fabulosas. Detrás de todo eso está la imaginación del cubano.

Será que Cuba es un país muy dado a la ficción. Aquello de “lo real maravilloso” ya dice mucho. Pero ¿qué habilidades hay que tener para trasladar a los libros lo más interesante de esas historias cotidianas?

―Hacer un edificio así, emprender un proyecto de tal envergadura en un pueblo de campo ya es ficción. Pero lo sería aún más si yo le dijera que pasaron mucho trabajo para conseguir los materiales, los mismos que después terminaban en algunas de las lápidas del cementerio porque la gente se las robaba.

»Esto ya es una novela. Tengo para ella las notas de los documentos que fui consultando, de las conversaciones que tuve con la gente de allá, aunque sé que no la voy a escribir, porque estoy preparando otras dos. Ojalá tuviera unos años menos. A lo mejor termino dándole la información a otro escritor».

Eso no lo hace todo el mundo. ¿Lo ha pensado seriamente? ¿Me va a confesar a quién escogería?


―(Ríe largamente). No lo sé, francamente. Tampoco escogería a cualquiera, sino a alguien con sensibilidad para identificarse con el tema. O basta con que sea un buen escritor, porque hay buenos escritores que nunca abordarían determinados asuntos. Y bueno, hay otros que harían cualquier cosa con tal de tener notoriedad. En términos profesionales, tendría que ser alguien que se identifique con el tema y, sobre todo, con los personajes.

Usted ha mencionado varias veces el componente investigativo que tienen sus trabajos de ficción y eso me remite otra vez al periodismo, que según me cuenta, no ha abandonado mientras escribe novelas. ¿Cuánto se mezclan el periodista y el escritor cada vez que se sienta frente a la página en blanco?

―Se mezclan bastante, hasta el punto de que me molesto si la línea que escribí no juega con las anteriores o las que pienso escribir después. La diferencia, en última instancia, es que uno tiene mucho más cuidado cuando está haciendo literatura, porque lo van a juzgar con más severidad que cuando hace periodismo. No me descuido porque se trata de ser fiel a la literatura. El problema radica en el orgullo profesional, que te obliga a no escribir algo que desdiga ese profesionalismo y esa voluntad de decir bien las cosas.

Llama la atención la escasa presencia de escritores que encontramos hoy en la prensa periódica cubana. ¿Qué opina usted al respecto?

―Quizá lo veo con una perspectiva muy corta. Tal vez las nuevas generaciones al ponerse en contacto con la literatura de otros países y su mayor o menor éxito, se concentren en hacer literatura sin darle mucha importancia y atención al periodismo. Tal vez las circunstancias no son las más favorables para poder relacionar ambas profesiones. No estoy seguro de que el periodismo que se hace hoy en Cuba les resulte demasiado atractivo a los jóvenes que quieren escribir. Prefieren ir directamente a la literatura, contar sus experiencias y no tener que ir a buscar una noticia o ir a descubrir una situación determinada, puesto que ellos tienen ya algo que contar a su modo. Me estoy atreviendo un poco con esta hipótesis; no sé si tengo la razón.

Unos años atrás —no muchos— se veía con más asiduidad a escritores en los periódicos. El cubano, que imagina tanto, también necesita verse reflejado en ese espacio de otra forma.

―Le hace falta. Y sería bueno que los escritores colaboraran más en la prensa, como ocurre en todo el mundo. Pero no estoy seguro de que esa armonía entre el periodismo y la literatura haya madurado lo suficiente. Puede ser que haya celos y recelos y que no se quiere mezclarlos. Aunque haya un periodista que hace literatura, le dejan eso a la UNEAC.

Ya que mencionamos a los jóvenes que quieren escribir, se me ocurre preguntarle, ¿qué hubiera pasado sin en lugar de haberlo llamado para esta entrevista, le hubiera pedido que me revisara unos cuentos, que me orientara en el camino de la literatura?

―Te hubiera dicho que sí con mucho gusto, pero después de la Feria del Libro, con la cual comienza un periplo que no me dejará tiempo para más.

Le preguntaba porque me interesa lo que puede dar su experiencia a alguien que comienza a escribir.

―El primer consejo: Si usted no está de acuerdo con una opinión que ha pedido a alguien, aunque tenga canas y experiencia, no la acepte. A menos que sea muy flagrante su error de entusiasmarse demasiado con algo sin darse cuenta. Pero si tiene una duda, no se rinda fácilmente.

»Lo más importante: escribir, escribir, escribir. Así es como se aprende.

»En algún momento alguien me acordó que tuve la ventaja de haber estudiado en La Sorbona y respondí: no la tuve. Estudié allí la literatura francesa, pero no la fórmula para escribir una novela. Eso lo tuve que vivir yo solo, sin que nadie me dijera nada, encontrando mis errores y mis posibles errores, y leyendo mucho a los franceses, los norteamericanos, los españoles, entre otros.

»El secreto está en escribir. Al cabo de semanas o meses, usted verá que lo que escribe se va soltando. Por disciplina, hay que escribir todos los días. Si consigue diez líneas será magnífico, pero si escribe dos estará muy bien. Tiene que observar todo lo que está alrededor, lo que distingue a cada persona y cosa del resto. Y tener curiosidad por todo, y digo “todo” porque a mí me pasa. Esa curiosidad permite que no se refresque mucho espiritualmente, pues no se está ajeno al mundo, y si hay algo que está ligado al mundo es la literatura».

Un buen calificativo que he leído de usted es “rastreador de historias”.

―(Jaime lanza una carcajada larga y comienza a hablar entre risas). Eso lo dijo Reynaldo González cuando presidió el jurado que me otorgó el Premio Nacional de Literatura. Rastreador de historias… el resultado está, más que todo, en Los fantasmas de Omaja, La aventura de los suecos en Cuba y Las dos caras del paraíso.

Esto tiene que ver con ese afán suyo de observar, pero también de vivir. Sus anécdotas de juventud ―el club literario, la partida a París― lo corroboran.


―Completamente locas. Lo menos loco fue irme a París. La locura, la gran locura, estaba en que yo quería ser escritor. Tenía un comercio que emprendí sin razones comerciales. Alguien que lo observa a uno seguro pensó que de muchacho no tenía los pies en el suelo. Lo que sucedió fue que tuve muchísima suerte. La suerte de que mis decisiones vinieron a coincidir con sucesos históricos que me abrían las puertas de una manera que yo no imaginaba ni remotamente. De no haberse dado aquellos hechos históricos, no sé qué estaría haciendo yo hoy, podría ser un buen tema para imaginar el de los oficios que me habrían tocado.

»No sé cuánto talento tengo, pero algo debe haber cuando he podido tener esa suerte y el empeño de tener una obra tanto literaria como periodística».

¿Qué fue Europa para su generación?

―Era como el centro del mundo. Fayad (Jamís), por ejemplo, tan o más loco que yo, porque era muy pobre. Decidimos irnos a París porque allí estaba la información de primera mano, había una historia y una cultura de la cual sabíamos que se podía aprender mucho. Teníamos la certeza de que no iríamos a perder el tiempo. Si decidíamos jugarnos el todo con la literatura o con la plástica, ya desde allá, enviaríamos lo que estábamos haciendo.

»No voy a insistir en lo de la suerte, pero todavía me pregunto qué conjunciones ―y no voy a decir que astrales para no imitar a Petronila Ferro― se mezclaron para favorecer mi desarrollo personal y llegar más o menos donde he llegado, haciendo lo que yo quería. Nos estábamos jugando la vida: quería escribir y lo hice, no fui un desecho humano. Es una maravilla poder hacer lo que uno desea en la vida y un desastre terrible tener que hacer algo que no se quiere.

»He tenido la suerte de escribir y seguiré escribiendo mientras tenga lucidez. No voy a decir que escribir es una fiesta, porque es otra cosa. Sucede como cuando uno está con el ser amado y se siente muy bien, de alguna forma se enriquece, entre otras cuestiones, porque no se está amargando. Es muy importante no traicionar al corazón, no permitirle morir de infarto por amargura».

¿Qué ha sido del traductor?


―Ocupó en algún momento un lugar importante en mi trabajo, porque me interesaba dar a conocer determinados textos, sobre todo en los años 60 y parte de los 70. Leo en francés ―por los años que viví allá― y en inglés ―idioma que había aprendido en Cuba y que fui a perfeccionar a Londres, porque no quería quedarme colgado de un inglés mediocre―. No estuve en ninguna escuela, pero sí visité mucho los museos y otras instituciones que me hicieron ampliar las perspectivas para conocer aquellas sociedades y sus lenguas.

De su relación con la plástica cubana han salido varios trabajos, incluso un libro que se presentará en esta Feria…

El color de los sueños nace porque me di cuenta ―y aquí entra a jugar la observación― de que había varios artistas de la plástica conocidos que eran de origen campesino: uno había nacido en una finca en las afueras de una ciudad, otra en el campo de Las Villas, otro en la Sierra Maestra, otro entre dos pueblos. Me llamaba la atención porque la plástica contemporánea es un fenómeno eminentemente urbano. Digo contemporáneo porque hubo grandes artistas de origen campesino en la Edad Media, como El Giotto, por poner un solo ejemplo. Estos cubanos, a los que está dedicado el libro, siendo niños, tuvieron la enorme suerte de que los pusieran a estudiar en una escuela dedicada a formar artistas. Funcionó y de allí salieron talentos como Ever Fonseca, Nelson Domínguez, Roberto Fabelo, Tommy, Zaida del Río y Osneldo García, entre otros.

»Este fenómeno me pareció interesante, no para el “teque” de decir que triunfaron siendo campesinos, sino para hacer notar lo que la nueva experiencia significaba para esos muchachos que se formarían desde la estética y trabajarían en la ciudad. Algo que golpea y marca fuertemente a una persona es haber vivido en el campo, y por eso les pedí a cada uno que me fueran contando sus historias, muy personales, muy diferentes, porque no todos tienen la misma procedencia socioeconómica. De allí salieron diez artículos, que son una especie de confrontación entre el ambiente rural y la ciudad, entre las sensibilidades que trae el muchacho que emigra y las que desarrolla cuando llega al espacio urbano, muchas veces construyendo para su vida cotidiana un hábitat parecido al del campo».

Dijo en una ocasión que cada línea que se escriba o se publique es un compromiso individual y con la sociedad. ¿Cómo entiende usted la responsabilidad del intelectual en el mundo contemporáneo?


―Es primordial para alguien que quiere escribir. Saber dónde está viviendo, en qué momento, cómo abordar esa realidad que es inabarcable completamente, y solo puede atraparse en fragmentos. Ahí primero desempeña un papel muy importante la experiencia, y segundo ―doblemente importante para usted, porque es mujer― la intuición alrededor de las reglas del juego, acerca de los caminos que se deben intentar. Tiene que ver con un proyecto personal, en el cual se define a dónde quiere y cómo quiere llegar, qué desea decir y de qué forma.

Acaba de referirse a la condición femenina. Me parece haber escuchado que a su juicio, también las mujeres son las mejores cronistas de la cotidianidad.

―Las novelas escritas por mujeres son un buen ejemplo, porque esa que escribe tiene hijos, casa, sábados o domingos que no existen sino para “lavar la ropa de la familia”, y se enfrenta a ese mundo abrumador que probablemente para un hombre sea apabullante.

»La mujer ha desarrollado muy bien la intuición, y aunque esté más el corazón que la cabeza, la alerta frente a distintas situaciones».

Y para usted en lo personal, ¿qué representan?


―No estoy seguro de que yo sea un buen ejemplo. Ese personaje de Petronila Ferro entra en una categoría mucho más simbólica sobre una situación de la historia de Cuba. Nadie mejor que usted misma para conocer a la mujer. Estúdiese. Estudie el alcance, la profundidad, la frecuencia de su intuición.

Ha afirmado también que en la literatura cubana actual no existe el nivel de diálogo de otras épocas. ¿Cómo la valora en sentido general?

―No se puede generalizar tanto, en el sentido de que los críticos no decretan algo, son seres humanos que tienen su subjetividad, gustos, preferencias sobre determinadas vertientes de la literatura. Hay que ser cuidadoso: uno sabe más o menos cuáles son los intereses que puede tener un crítico, qué tipo de literatura es la que él con mucho gusto aconsejaría y cuál no negaría, porque se supone que este debe ser lo suficientemente hábil para no hablar de lo que no debe o no quiere, porque no ha de darle realce a un trabajo que no le interesa. Es mucho más complejo que el simple hecho de que un crítico o un escritor que quiera dar su opinión se siente a escribir y a pontificar, a defender un tipo de literatura o a rechazar otra.

Usted se identifica como “obsesivo” y “meticuloso” con su trabajo. ¿Es así solo cuando escribe o en todo momento? ¿Cómo puede describir ese ambiente que se crea cuando se enfrenta a la investigación y escritura?


―Para no contradecirme, no voy a generalizar. Cuando hice el trabajo sobre el Central Ecuador, al costado de la carretera entre Ciego de Ávila y Camagüey, donde vivían los emigrados barbadenses, me interesaba que me contaran cómo comían, cuáles eran sus costumbres de vida. Allí apareció la nostalgia por lo que hacían en el pasado, por el árbol del pan que crecía en su tierra. Me volvía obsesivo queriendo saber cómo era aquel fruto que no existía en Cuba, cuál era la manera de condimentar sus comidas… Me volví obsesivo también con los japoneses en la Isla de la Juventud, pasé muchos años tratando de explicarme cómo una madre de doce hijos, los formaba ―en la misma casa― a seis de ellos con las costumbres cubanas y a los otros seis con las de su tierra. Me obsesionaba, por ejemplo, ir tras ella en la cocina, cuando tenía que preparar menús completamente diferentes.

¿De qué forma llegaron hasta aquí todos estos libros?

―La mayoría vinieron conmigo desde Francia. Cuando triunfó la Revolución y muchos intelectuales que estábamos allá decidimos regresar, algunos vinieron inmediatamente y perdieron los suyos; pero me propuse no abandonar mis libros, que contenían información muy valiosa y que me había costado tanto comprar. Busqué un baúl para guardarlos y no vine en avión, sino en barco.

¿Acostumbra a prestarlos?

―He prestado muchos y los he perdido. Claro, hay personas a las que uno tiene afecto y no se los niega. Ahora, si veo alguno que sé le pueda interesar a alguien más, lo compro doble.

Tomado de La Jiribilla


Tomado de La Ventana

Tuesday, February 15, 2011

VOCES DEL SIGLO XXI

RICARDO BUSTOS GONZÁLEZ

(Valladolid,España,1970)




SI TE VAS

Se me hace tan difícil comprender
que seas parte del ayer.
Descubrir tu cuerpo en cada amanecer
olvidándome tal vez,
que no queda nada de él.
Perderme en el veneno de tu piel
una y otra vez.
Consumirme poco a poco en tu volcán,
siendo fuego y yo papel.
Si tú te vas nada quedará.
Si tú no estás ya nada me queda.
Si tú no estás ya nada me queda.
Si tú te vas ya nada soy.
Trepar por tu cintura sin censura
como la hierba alcanza altura.
Liar cada noche en tu pelo,
la red en que yo muero.
Revivir en esta cama el dulce drama
confundiendo cuerpo y alma.
Vuelve a romperme de deseo,
a enloquecerme con tus besos.
Si tú te vas nada quedará.
Si tú no estás ya nada me queda.
Si tú no estás ya nada me queda.


DOCE ROSAS


El llanto de un bebé se escucha al amanecer,
escondido en un bidón que carece de corazón.
Apelando a la razón, no consigo comprender,
el sendero a recorrer por la madre del varón.
Hace falta tener dudas...,
perder la cordura...,
creer en la locura...,
condenando la ternura.
Doce horas ha vivido.
Doce rosas han crecido.
Ha nacido una luz,
bajo el signo de la cruz.
Desde el pecado original hasta la muerte irracional,
es difícil comprender el camino que hay que recorrer.
Doce horas ha vivido.
Doce rosas han crecido.
Ha nacido una luz,
bajo el signo de la cruz.





EL PERDEDOR


Esta canción esta sellada con los recuerdos del viento.
Eran lamentos con fundamentos y trampas del tiempo.
Era impotencia y desesperación lo que sentía el compositor.
Era nostalgia y frustración lo que me acercó a ella.
Basta, es suficiente. ¡Ya no puedo seguir!
Basta, es suficiente. Es una derrota más.
Basta, es suficiente. Este es mi final.
Basta, es suficiente. ¡Ya no puedo seguir!
Fueron horas en el metro y noches en el desierto.
Eran calles sin final y la lluvia del frío invierno.
Eran compañeros que se perdieron en el abismo del Universo.
El mundo musical es un huracán que te arrastra sin piedad.
Me cansé de seguir carreteras sin fin.
Me cansé de golpear puertas sin final.
Me olvidé hasta de vivir y de pensar algo en mí.
Basta, es suficiente. ¡Ya no puedo seguir!
Basta, es suficiente. Es una derrota más.
Basta, es suficiente. Este es mi final.
Basta, es suficiente. ¡Ya no puedo seguir!





VALOR


No te des por vencido, ni aún vencido.
No te sientas esclavo, ni aún esclavo.
Trémulo de pavor, siéntete enorme,
y arremete feroz, mal herido.
Ten el tesón del clavo oxidado,
que ya viejo y cansino vuelve a ser sepultado.
Procede como el roble, cuya grandeza,
necesita del agua, y no la implora...




¡COMO SABES TÚ!


Ya lo ves, a mi edad no me puedo enamorar,
el destino me controla, no me deja respirar.
A tu edad, tú tienes libertad,
simpática y sensual, sabes impactar.
Yo sigo intentando escapar de esta trampa
que me atrapa sin piedad.
Sabes robar mi tranquilidad,
¡Sí!, sabes desgarrar mi alma sin pensar...
...el daño que harás.
¡Sí!, como sólo sabes tú...
¡Sí!, como sólo sabes tú...
Me creas confusión y eres creación,
amas, eres obsesión en mi corazón.
Tiemblo con la idea de rozar
tus labios al besar y fundir tu piel.
Sabes robar mi tranquilidad,
¡Sí!, sabes desgarrar mi alma sin pensar...
...,que te quiero a rabiar.
¡Sí!, como sólo sabes tú...
¡Sí!, como sólo sabes tú...





ME NIEGO A OLVIDARTE


Cada noche, a cada instante, apareces tan fascinante.
Recuerdo como hilvanabas las palabras de cada frase.
Mejor es amar y olvidar que nunca haber amado.
¿Es mejor? ¡Tal vez!...
No quiero olvidarte.
No quiero olvidarte porque en mi mente eres constante.
No quiero olvidarte.
No quiero olvidarte porque aún no te siento distante.
A veces mi mente se resiste a contenerse,
imaginando una y mil veces que estás presente.
Y es que mis sentimientos prevalecen con el tiempo.
Aunque la memoria no sea eterna.
Aunque la distancia sea extrema.
Este mortal se niega a olvidarte.
No quiero olvidarte...
Me niego

Ricardo Bustos González©




Ricardo Bustos González, ( nacido el 1 de Noviembre de 1970 en Valladolid, España )es un cantante, compositor, productor y escritor español. Apreciado y valorado por su trayectoria profesional, tanto en su faceta académica como artística ( músico-literaria ).

Familia. Vida académica y profesional

Nació el 1 de Noviembre de 1970 como Ricardo Bustos González, en el seno de una familia humilde en Valladolid, España. Su padre, murió cuando él tenía 10 años. Tiene una hermana menor, Blanca Rosa, maestra y pianista ( cursó estudios y se tituló en el “Conservatorio de Música” de su ciudad ). Su madre, Blanca Rosa, mujer luchadora y emprendedora incansable hecha a sí misma, siempre respaldó los proyectos profesionales de su hijo, si bien es cierto que siempre fue sumamente crítica y exigente con su trabajo.

A nivel académico, ha pasado por los tres estadios universitarios ( Diplomado, Licenciado y Doctorado ) antes de entrar en vigor los ya conocidos “Planes de Bolonia” que equiparan prácticamente la totalidad de las carreras universitarias a 4 años, existiendo grado y postgrado.

Cursó estudios en la Facultad de Educación ( UVA ), obteniendo la Diplomatura de Maestro en la especialidad de Matemáticas y Ciencias de la Naturaleza. A modo anecdótico, cabe destacar que el primer año ( 1989 ) se matriculó de las 27 asignaturas que constituían los tres cursos académicos de la titulación, llegando a superar prácticamente la totalidad de ellas.

Años después, alcanza la Licenciatura en Ciencias Físicas en la especialidad de Física Industrial y Automática ( UNED ). Finalmente, enlaza esta titulación con los estudios de “Master en Física-Médica” que conducen al Doctorado en Físicas. Sin embargo, tiene que desistir temporalmente de ello, debido a su obligado regreso a Valladolid.

También, posee el título de “Técnico Especialista en Equipos de Informática” y numerosos estudios acreditados de Formación Permanente.

Con respecto a la enseñanza, ha trabajado para entidades y Administraciones, tanto públicas como privadas, impartiendo docencia a todos los niveles, excepto educación infantil y estudios oficiales dentro de la propia Universidad.

Fuera del ámbito puramente académico, es autor y propietario de más de cien obras ( musicales y literarias ), tal y como consta en el Registro de la Propiedad Intelectual de Madrid ( España ). Ha editado tres discos ( “Recuerdos”, “Con todo mi amor” y “Etiqueta Negra” - Recopilatorio ) en 1993, 2001 y 2007, respectivamente, varias maquetas ( “A Corazón Abierto”, “Melancolía”, “Cada vez menos y peor” ) y publicado un libro ( “La vida de un bobo” ) en 2004.

En la actualidad, compagina su faceta artística con la profesional en la Consejería de Educación, trabajando como docente en un Centro Público de la Junta de Castilla y León.


Enlace a su sitio web: http://www.ricardobustosgonzalez.com/page1.html

Nota del autor del blog: Los trabajos visuales que sirven como ilustraciones a esta breve muestra poética del poeta español, Ricardo Bustos González son del poeta y artista visual, Gonzalo y pueden visitar su web en: http://www.vbz.es/vbz.htm


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