Thursday, September 22, 2011


Reseña: Una vida en la encrucijada,
novela del escritor español, Josan Sánchez.



Sinopsis: Una vida en la encrucijada se desarrolla durante la posguerra de la Guerra civil española. Es la historia de vida de un niño que con sólo doce años se ve en la necesidad de huir del hogar familiar por los malos tratos sufridos por parte de su padre. Toda su vida fue errante y carente de calor familiar. Cincuenta años después, desahuciado por la medicina relata su historia a su enfermera en los días cercanos a su final.

De esta forma conocemos que durante la posguerra fue un niño que tuvo que vérselas con el hambre y los malos tratos de su padre, que decidió abandonar a éste y sus hermanos para aventurarse en la búsqueda de una vida mejor. Así, trabaja para distintos señores, pasa por un reformatorio, es engañado, hace el servicio militar y conoce a Ana, el amor de su vida. Éstas son sus memorias, ricas en anécdotas y llenas de vida.

Friday, September 16, 2011

Darsi Fernández: “Gestionar cultura debe ser una vocación”



Entrevista a Darsi Fernández, gestora cultural y abogada cubana, especialista en derecho de autor, a propósito del Taller de Producción y Gestión Cultural que tendrá lugar en la Casa entre el 14 y el 16 de septiembre

por Marianela González

Un Taller de Producción y Gestión Cultural sesionará en la Casa de las Américas entre el 14 y el 16 de septiembre. Considerando las características de ambos perfiles en el entorno iberoamericano y especialmente en Cuba, convergirán en la sala Manuel Galich diferentes actores sociales, enrolados de una u otra forma en el desarrollo de proyectos musicales, escénicos o de tipo comunitario.

La gestión cultural, como especialización en el desarrollo de iniciativas que garanticen el acceso de toda la sociedad a los bienes comunes, ha derivado en los últimos años en un instrumento fundamental. Iberoamérica cuenta ya con numerosas asociaciones y redes de estos profesionales. Paralelamente, los centros académicos del mundo han ido perfilando su dimensión teórica. En Cuba, no obstante, constituye un tema poco abordado en toda su complejidad. Aun cuando proliferan experiencias prácticas, no abundan espacios que las conecten.

Como un primer intento por sistematizar vivencias y aproximaciones teóricas, en el 2010 tuvo lugar en la Casa un Taller de Producción Musical, en colaboración con la Oficina de Coordinación Instituto Cubano de la Música (ICM) – Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) en Cuba. El segundo encuentro, que sesionará la semana próxima, ha sido también coordinado por ambas instituciones.

Durante tres días, los panelistas y las personas inscritas podrán discutir sobre los retos que supone este ejercicio en las sociedades contemporáneas, las estrategias que garantizarían la formación profesional de gestores y productores culturales nuestro país, la inserción del gestor en el contexto de las Nuevas Tecnologías y sus relaciones con la política cultural.

A modo de preámbulo de lo que podrían ser esos tres días de Taller, la abogada y gestora cultural Darsi Fernández conversa con La Ventana.

¿Qué define a un gestor cultural? ¿Cómo se relaciona su trabajo con el del promotor o el del productor?

―Creo que lo define la vocación de gestionar o gestar cultura. Existen gestores culturales que provienen de la creación, o sea, artistas-gestores; funcionarios de instituciones culturales que son verdaderos gestores; y personas que no tienen formación artística ni la obligación de gestionar cultura, pero no pueden dejar de hacerlo.

»También existen personas en cargos o puestos de trabajo que deberían ser ocupados por gestores culturales. Es decir, personas que se dedican a administrar recursos para eventos culturales, a definir políticas, a organizar conciertos o curar exposiciones; pero que podrían dedicarse a cualquier otra cosa o que simplemente trabajan por ganar dinero. No quiero decir que esté mal, pero no definen esta profesión».

En los últimos años, el rol y los perfiles del gestor cultural han sido objeto de teorizaciones sistemáticas desde las academias. Sin embargo, estimo que su práctica es mucho más antigua. ¿Cómo cree que se concilian hoy ambas dimensiones: teoría y práctica?

―Efectivamente, la clasificación o semantización puede ser más o menos nueva y convencional. La actividad probablemente sea tan antigua como las primeras manifestaciones artísticas. Lo interesante es que esta es una materia en la que se ha teorizado relativamente tarde, a partir del concepto de Estudios Culturales o Socioculturales. Con anterioridad, puede que tuviera un carácter más espontáneo y empírico. Tal desarrollo significa que, de algún modo, la sociedad moderna valora el rol del gestor y la gestión cultural como una actividad. Solo se llega a teorizar en profundidad sobre algo, en la medida que adquiere relevancia ―en este caso― para el desarrollo de la cultura, de las industrias culturales, de la vida de los pueblos.

»La conciliación teoría-praxis es obvia, como en todas las esferas del conocimiento. Los gestores más preparados e informados gestionan mejor. Ellos están llamados también a engrosar, con su accionar y su experiencia, el corpus teórico de la profesión».

¿Cómo se inserta el rol del gestor cultural en una época tan determinada por las Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), las redes sociales, etc.?

―De eso hablaremos también en el Taller. La gestión cultural ha ampliado sus horizontes con el uso de las TIC. En muchos sentidos, se facilita la actividad con el uso adecuado de esas herramientas. Además, desde que existe la cultura digital, han ido surgiendo gestores culturales en ese entorno. Pero una de las características más interesantes de este trabajo y que a la vez complejiza su teorización, es que el gestor cultural puede ser alguien completamente desconectado del mundo virtual, un individuo que labora con la artesanía de una zona indígena del Amazonas.

»Naturalmente, es útil que el gestor cultural maneje el mayor número de herramientas de gestión posibles, pues las Nuevas Tecnologías están cambiando tanto los modos de creación, como los modos de consumo del arte y de la cultura».

Ha sido voluntad expresa en Cuba considerar la cultura no solo como las bellas artes ni como privilegio de una minoría, y materializar esa aspiración le ha otorgado un rol decisivo a las instituciones y organismos estatales. Sin embargo, en los últimos años se ha visto también la emergencia de otros sujetos sociales que intervienen en la gestión cultural de forma alternativa al Estado. En su criterio, ¿cómo se expresa en Cuba esta concurrencia?

―Creo que hace muchísimo tiempo también existen en Cuba personas con inmensa vocación y talento para la gestión cultural, sujetos que por una u otra razón no formaron parte del sistema institucional de la cultura. Recuerdo una época en que la sola mención de la figura del representante de un artista en una institución cultural provocaba urticaria, espanto, no se sabía cómo lidiar con la labor no institucionalizada, con necesidades del artista o de cualquiera de las etapas del proceso de creación, difusión y consumo de la cultura. Las propias instituciones no podían cubrirlas y, lógicamente, lo hacían otros.

»Se han ido puliendo esas relaciones, creo que todo el mundo va aprendiendo en el camino. Los gestores autónomos o no institucionalizados van haciendo más profesional su labor, las instituciones van aprendiendo que hay espacios de acción que ellas difícilmente pueden cubrir y que resulta incluso deseable que sean realizados por otras personas, fuera del marco estatal.

»Luego, en el fondo, se trata del mismo asunto que estamos intentando resolver como país, como sociedad: reconocer que el Estado no puede hacerlo todo ni conviene que lo haga, encontrar qué actividades es más conveniente que adopten otras fórmulas, etc. Existen muy pocas regulaciones en la cultura acerca del espacio de los gestores autónomos, de los proyectos que tienen iniciativas culturales; habrá que ir aprendiendo a relacionarse, sobre la base del respeto al trabajo honrado. Creo que convocatorias y eventos como este Taller, ayudarán a despejar el camino».

¿Cuán importante es para Cuba la conformación de una estructura que agrupe a los gestores culturales del país?

―Esta pregunta se adelanta a posibles propuestas que pueden salir del Taller y que, de hecho, fueron esbozadas en el que realizamos el año pasado sobre la producción musical. Considero que es imprescindible establecer una red, conocernos, interactuar, por muchas razones. Las experiencias de uno pueden ser útiles para los demás. Cuando se identifican problemas, es más fácil llegar a las soluciones de manera conjunta. La existencia de un cuerpo más o menos serio, quizá con algún tipo de código de ética o de principios de la profesión, avalaría la figura del gestor, profesionalizándola de alguna manera. Hay propuestas que podrían hacerse si las identificamos como necesidades; podemos ayudar a modificar legislaciones obsoletas, podemos hacer mucho todos juntos.

»En mi opinión, por ejemplo, es obvia la necesidad de una formación especializada para gestores culturales. Exceptuando algunas acciones del Centro de Superación para la Cultura y algunos talleres convocados por la UNEAC, no existen cursos de pregrado y postgrado que aporten currículos completos y herramientas actualizadas para formar administradores, gestores o promotores culturales. El Colegio de San Gerónimo de La Habana está realizando la segunda convocatoria de un Diplomado en Gestión del Patrimonio Musical, y ambas ediciones han tenido una gran demanda y aceptación».

Al Taller de Producción y Gestión Cultural que tendrá lugar en la Casa entre el 14 y el 16 de septiembre, le precede un Taller de Producción Musical. ¿Cómo pueden complementarse ambas experiencias y cuáles podrían ser los temas de mayor interés en esta ocasión?

―El Taller que hicimos en julio del año pasado es un antecedente directo de este. Ahora se pretende abrir un poco más, de manera que también incluya como mínimo a gestores de las artes escénicas. Es difícil acotar. Existe gestión cultural en todas las manifestaciones del arte y la cultura; también en los gestores del patrimonio cultural. La cultura se gestiona desde las instituciones, desde proyectos colectivos o personales, desde la actividad de un artista concreto. Por eso pretendemos ir precisando aspectos teóricos que puedan ser útiles a la mayoría: el uso de la Nuevas Tecnologías en la gestión cultural, las diferentes fórmulas de financiamiento que pueden utilizarse o el trabajo en comunidades que habitualmente tienen menos contacto con el arte ―por razones económicas y sociales― y que los gestores culturales que se respeten no deben ni pueden perder de vista.

»Ambos talleres se complementan perfectamente. El año pasado hablábamos más concretamente de cuáles son las fases de trabajo del productor de un evento: la preproducción, la producción, la postproducción, el trabajo con el sonido o las luces. Nos enfocamos en elementos más prácticos. Tiene en común con este, por ejemplo, que debatimos experiencias prácticas. En el primer Taller, se expusieron las diferentes formas en que varias instituciones y proyectos gestionan sus eventos: el Centro Pablo de la Torriente Brau; la Oficina del Historiador de la Ciudad, con el Festival de Música Antigua; PM, con el Festival Proposiciones; la Asociación Hermanos Saíz, con sus eventos de todo tipo a lo largo del país; Matraka, con el Festival Rotilla; Kewelta, como espacio de difusión; la Fábrica de Arte Cubano.

»Este año pretendemos que nos cuenten sus experiencias de gestión cultural la Compañía de Teatro El Público, la Agencia Cubana de Rock, PMM y La Colmenita. Habrá que seguir estudiando y conociéndonos todos: los que trabajan con el patrimonio, con el cine, con las artes plásticas, etc. Tenemos muchas cosas en común y muchas aristas que discutir, siempre con el ojo puesto en la conservación de nuestro patrimonio y las mejores vías para el desarrollo cultural de nuestro pueblo».

Tuesday, September 13, 2011


VOCES DEL SIGLO XXI

NAT GAETE

(Chile, 1962)



Stand-by


cansa
ser letra
ser palabra / ser locura


la invisibilidad persiste
como un amante psicótico
que se niega a abandonar la piel
de quien no le desea


cansa
lamer letras
lamer bocas / besar cadáveres



De sal


Cómo recoger las huellas
de pasos en falso / de gritos ciegos
de lágrimas inútiles.

Si bastara sólo un segundo
de irse a negro
eliminando raccontos inquisidores
silenciando verbos de pasados imperfectos.

Poseer la sabiduría
de asir los rastros en una mano
para ajarlos con dolor retribuido.

Sadomasoquismo
dar vuelta la cabeza en noventa grados
y no convertirse en sal.




Demudar la piel


Vomitar toda la poesía
que se lleva dentro
demudar de una vez la piel
parirse de nuevo
bajo roídas sábanas de camas calientes
que albergan aureolas
como trofeos de soledad.


Adelantar la herida que vendrá
cerrando los cuerpos
con barrotes de púas
descarnando la carne
haciendo sordos los oídos
al lenguaje de los dedos y sus vaivenes.


Los ácaros propios
deambulan por la alfombra ámbar
de la soledad.

Pasos adelante
sombras en el andén
demudar de una vez la piel
parirse de nuevo
a vidas muertas.




Réquiem

En dónde están
-pregunto con voz aciaga-
los sueños que hasta ayer vivían
en los pliegues de mi alma.

A veces me miro y no me reconozco
en el color de mis ojos
y menos
en el trinar de mis sentimientos.

Hace frio allá en el fondo de mí misma
hace frío.

Y ya ni eso me conmueve.


Cenizas diarias

Sueño
y los días languidecen ante la sombra
de un onírico dios
que me vuelve
nido
rama
gorjeo de alondra en primavera
jardín con fuente de agua.

Me visten de besos los días
ante sus laberintos de espejos me arrastran
me despiertan con sus cantos unicordes
clavan en mi carne sus garras


No desean que sea
jardín con fuente de agua
gorjeo de alondra en primavera
nido
rama.


Entonces abro los ojos
y camino sobre las luces del día
deshojando cenizas blancas.


Laberintos silenciosos


Tú en tu laberinto
yo en el mío

ciegos
sordos
agónicos.

Arrojándonos mensajes
para vislumbrar la salida.

Aferrándonos a sueños añejos
que pierden en la soledad
sus aromas de primavera.

Tu latir se desvanece
también se pierde el mío
en el camino revestido
de rugosas decepciones.

Laberintos sin salidas
silencio de seres
cansados de la vida.




No more Carlisle

( A Leesa Braun)

No more
no more
las hojas de Carlisle
la lluvia torrencial
manos negras y amarillas.

Allá en un otoño quedó
Leesa y su sonrisa diáfana
los velos cubriendo los rostros
el lago cantarino
y el cementerio indio
custodiado por urracas.

No more
no more
sentir caminando Fifth Avenue
como si fuera patria
o el café del Starbucks a media mañana.

No more
no more
los libros de Borders
Sinatra silbando en el Cadillac
ni todas esas estrellas
que titilaban en el sur de la nostalgia.

No more
no more
las hojas ocres de Carlisle


©Nat Gaete


Nat Gaete (Chile, 1962) Publicista (Universidad de Santiago de Chile), diplomada en Dirección de Proyectos Sociales y Culturales, gestora cultural, creadora multidisciplinar.

Fundadora de Haz rodar una poesía, acción de intervención cultural para difundir la poesía y que se consolida a nivel iberoamericano el año 2008 con GiraPoema, poemario dedicado a celebrar el Día Mundial de la Poesía.

Gestora y directora de la red de difusión artística LetrasKiltras, asociación cultural de artistas emergentes.

Directora de la Editorial Digital LetrasKiltras.

Con publicaciones en España, Israel, Chile, U.S.A.

Participante en exposiciones plásticas de fotografía, recitales poéticos en Carlisle (U.S.A.), Madrid y Barcelona (España), Santiago de Chile (Chile).


Nota del autor del blog: Los trabajos visuales que acompañan esta antología breve de la poeta chilena, Nat Gaete, son del famoso pintor y fotógrafo dadaísta, Man Ray. Los mismos proceden de diversas fuentes del Internet.

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Wednesday, September 7, 2011



Entrevistas: Legna Rodríguez:
“Escribo como me gusta leer”


Entrevista a la escritora cubana Legna Rodríguez, ganadora del premio Iberoamericano de cuento Julio Cortázar: «Los premios son algo subjetivo. Son un problema y a la vez un placer. Puedes llegar a creer que de verdad estás escribiendo bien, aunque no deberías hacerlo»


por Helen H. Hormilla

Para quienes persiguen las nuevas voces de la literatura cubana contemporánea, la mención de Legna Rodríguez Iglesias no será un descubrimiento. Se trata de una de las jóvenes autoras de obra más prometedora si atendemos a los lauros obtenidos y al hecho de que con 26 años ya suma ocho libros, además de estar presente en varias antologías.

Cuando uno la conoce, advierte de inmediato la razón de su temprano éxito. Se trata de una de esas personas para las que las palabras no brotan nunca mejor que frente a la página. Discreta, observadora, casi tímida, va revelando poco a poco sus pasiones, totalmente relativas a la literatura.

No puede ser de otro modo si desde que tiene uso de razón ha estado rodeada de libros. Ni siquiera recuerda cuándo comenzó a escribir. Parece que “desde siempre”, asegura, si bien no deja de reconocer que la publicación temprana puede ser un peligro por la falta de madurez.

Es graduada de teatro en la Escuela de Instructores de Arte en su natal Camagüey, pero nunca ejerció la profesión pues prefirió dedicar todo su tiempo a escribir. Tiene obras de poesía y narrativa, entre ellas una novela dedicada al público infantil. Querida lluvia, 2002; Arroz con mango, 2002; Zapatos para no volver, 2004; Instalando me, 2005; El mundo de Laura, 2007; Ciudad de pobres corazones, 2008; Los Mágicos, 2008; y Ne me quitte pas, 2009, ganador del concurso Calendario otorgado por la AHS en la categoría de cuento, son hasta ahora sus títulos publicados.

Esta semana la camagüeyana ha vuelto a ser noticia, luego de convertirse en la ganadora del Premio Iberoamericano de cuento Julio Cortázar. El jurado —integrado por el narrador cubano Reynaldo González, el crítico y editor Ariel Camejo y el escritor argentino Mario Goloboff— seleccionó su relato “Hasta Feldafing no paro” entre más de 300 propuestas, por “la originalidad de su discurso narrativo y la destreza para construir un relato que recrea de forma peculiar, atmósferas y personajes contemporáneos”.

Se trata de uno de los escritores favoritos de Legna, por eso se sintió como un cronopio asustado cuando se enteró del premio. “Es demasiado fuerte alcanzar un reconocimiento así, tan grande, y con ese nombre. Siempre he sentido por Cortázar una admiración tremenda, tal vez demasiada”.

Eres también la narradora más joven que se lleva el lauro. ¿Crees que este tipo de certámenes estén abriendo posibilidades a los nuevos escritores?

―No estoy segura, pero debe ser así. Ojalá se mantuviera como algo sostenido la presencia juvenil, que no tiene siempre que ver con la edad. Aunque uno tenga 80 años puede escribir contemporáneamente.

¿Así lo haces tú?

―Sí, claro. Prefiero no escribir que escribir como un viejo; pero no en el sentido de los años vividos, sino por lo caduco, por lo pacato. Me parece que hay que escribir como todos los escritores trascendentes: escribir como es tu tiempo, o más allá.

¿Cuáles son entonces los temas que te preocupan?

―Son temas sociales sobre todo, y humanos. Mis protagonistas siempre son las personas. Escribo también literatura infantil y nunca el protagonista es un pato. Lo que más preocupa es el ser humano, la sociedad, su hábitat.

No son pocos los jóvenes que se inclinan por este género.

―Muchos escritores escriben para niños porque se ha vuelto medio moda. Pero bueno, ahí está el tiempo para decidir, sin perder de vista que las artes también se hacen de modas.

»Tal vez debemos refrescar la literatura para niños. Los niños tienen mayores fantasía e imaginación que cualquier editor. Acabo de impartir un taller para ellos en la Habana Vieja y en los juegos de creación colectiva me di cuenta de que nunca salía una flor, ni una amapola con ojos.

»Hay un gran atraso en ese sentido. Yo he sido censurada, no a gran escala, pero sí con opiniones, debido al criterio de que “algo” no es para niños. Luego se lo he leído a ellos y se divierten, lo comprenden todo. No sé qué es lo que entienden algunos por literatura infantil, pero entre esas personas retrógradas están los jurados y editores, que continúan publicando libros para niños sobre los patos».

Tal vez por ese interés de transformar el canon, en los últimos años se advierte una tendencia a tratar problemas sociales en la literatura infantil, como la violencia.

―Porque entre ellos también hay agresividad. Existe una violencia total en el mundo, y si la sociedad es de una manera, así son los niños. Ellos cantan y bailan reguetón, un tipo de música cargada de violencia, sobre todo simbólica. A ese niño no le puedes hacer un cuento sobre los paticos, porque su realidad es otra. Tienes que escribir algo que sea creíble para él y que contradiga lo que le enseña el reguetón. No puede ser fácil. Hay que trabajar, ser muy imaginativo; pero uno es el artista y tiene que crear.

Hay en tu generación una tendencia a desmarcarse de la impronta realista que ha caracterizado a la literatura cubana contemporánea, sobre todo en los 90. Según dijiste una vez, lo único que no le puede faltar a tus cuentos es realidad. ¿Cómo dialogas con eso?

―Igual que Cortázar. Él era un hombre que escribía desde lo fantástico sobre la realidad, o con la realidad. Cuando en la premiación el argentino Mario Goloboff se refería a esto, yo me sentía aún más asustada, porque el cuento premiado era justamente un cuento fantástico lleno de realidad, o una realidad llena de luces, de cosas que no son reales. Al escribir intento una completa mezcla de realidad y fantasía.

¿El cuento ganador forma parte de un cuaderno?

―Sí. Es un libro que debo terminar pronto. Tiene relatos muy distintos, pero cada uno es un homenaje a alguien importante de la literatura, escritores especiales. El cuento “Hasta Feldafing no paro” está dedicado a Julio Cortázar, el más grande de todos. Narra la historia de una mujer que necesita encontrarse con sus amigos en Feldafing, Alemania. Un día ellos comienzan a reclamarla y a llamarla por todos los teléfonos públicos de la ciudad. Ella explota de alegría, pero sin sus gavetas no se va, y sus gavetas están llenas de mazos de berro. En la aduana le ponen resistencia. Al final lo logra, pero cuando llega a su destino puede suceder algo inesperado.

Tiendes a dedicar obras a tus amigos, o a referirte a tus amigos cuando escribes.

―Es que los amigos son muy especiales. Son todo a lo que uno se aprehende en la vida, porque la familia es también tu amigo, y lo que lees, y la música que escuchas, y las personas que eliges. En fin, la vida está llena de amigos, algunos especiales y otros a los que conviertes tú en especiales. Es como los niños cuando imaginan un perro y le dicen “vamos”, y no existe. Los amigos pueden también no existir.

Empezaste a publicar bastante joven y eso puede ser ventaja o riesgo.

―Fue una gran suerte poder publicar rápido, pero hubiera preferido dejar inéditos los dos primeros libros. Yo era muy joven e inmadura y, por tanto, esos libros son así. No obstante, creo que fue bueno encontrar en Camagüey a personas interesadas en mis poemas, sobre todo Jesús David Curbelo. Escuché rumores de que a él le encantaba el primero, “Querida lluvia”, que obtuvo mención en un concurso. Fue él mismo quien luego editó ambos textos.

Desde entonces se aprecia un crecimiento en tu trabajo.

―Sí, una evolución total, pero que, al mismo tiempo, está todavía a medias o a tres cuartos o en cero, de lo que podrá llegar a ser. Una persona de 14 años no puede escribir como una de 25, y eso se nota.

Los problemas de la adolescencia ocupan varios de tus textos. ¿Ha cambiado eso con la madurez?

―Tal vez sí, pero tal vez no. Como te dije, una persona de 50 años es adolescente. Uno siempre adolece de miles de cosas, sobre todo materiales. Hay lagunas de afecto, de información. Mis personajes seguirán adoleciendo de todo eso. Siempre serán héroes imperfectos. Y tienen que ser jóvenes, para que sean verdaderos y vivos. Si es un muerto, que esté vivo.

¿Cuándo comenzaste a escribir?

―He escrito desde siempre, desde que era niña. Primero quería ser actriz, pero todo me daba pena. Si me asusto con un premio y una entrevista, imagina con un público. Por eso escribir fue la salida, lo más agradable para expresarme. No tengo antecedentes literarios en mi familia, pero siempre recuerdo estar rodeada de libros, sabérmelos de memoria. Mi mamá, mi papá, mis tíos, mi familia entera me compraba libros y esa fue la motivación más importante para escribir, leer. Si no leo no puedo escribir.

¿Cuáles son los pros y contras de los premios?

―Casi todos los jóvenes escritores necesitan sentirse motivados y un premio es una motivación tanto material como profesional. Puedes llegar a creer que de verdad estás escribiendo bien, aunque no deberías hacerlo. Los premios son algo subjetivo, llenos de gamas y contrastes. Son un problema y a la vez un placer. En Cuba te dan la posibilidad de publicar, lo mismo en una revista que en un libro, y eso es lo más importante. Son casi el único modo de llegar a ver tu obra impresa. Claro, hay que tener en cuenta a los jurados, los movimientos literarios y otros miles de aspectos que determinan a quién se elige. Si no estás en ese círculo van pasando las vueltas y no alcanzas nada.

¿Qué puntos de contacto encuentras entre tu obra y la de otros escritores de tu generación?

―La mayor emoción, vergüenza y sorpresa al obtener el premio Julio Cortázar estuvo motivada por la cantidad de buenos escritores jóvenes que hay ahora mismo en Cuba. En La Habana he conocido autores sorprendentes como Raúl Flores, Anisley Negrín, Orlando Luis Pardo, Ahmel Echevarría, Jorge Enrique Lage, entre otros.

»En cuanto a las preocupaciones comunes, se trata de una pregunta analítica, y no me he detenido a repasar el trabajo de cada uno. Los leo con placer. No sé si sus intereses son los mismos que los míos. Los escritores, en sentido general, siempre tenemos algo que nos une, algún tema o manera de escribir; pero en este caso no estoy segura de cuáles».

Igual existe una gran cantidad de narradoras jóvenes. ¿Implica en algo tu género al concebir los textos?

―Nunca he tomado la literatura desde el punto de vista de la mujer. La mujer está defendida. Me parece que no hay que defenderla como tampoco al hombre. El hombre también está defendido. Yo escribo lo que veo en mí y, sobre todo, lo que veo en los demás, lo que veo en la calle. Pero no desde mujer, sino desde persona. Mis personajes son femeninos porque soy yo. Si hubiera sido hombre hubiera escrito así, pero de otra manera.

¿Tienes alguna preocupación especial por la forma?

―En los cursos de técnicas narrativas siempre hay un problema, pues algunos dicen que es más importante el contenido y otros que la forma. Evidentemente, los dos son importantes, pero creo que la forma es lo que puede embellecer el contenido. Para mí la forma es fundamental, y el lenguaje, desde el momento en que es literatura, se convierte en hermoso.

Tus textos se leen cómodos, sin rebuscamientos.

―En la comodidad también hay hermosura. El lenguaje es algo mágico, no puede ser feo. Escribo como me gusta leer.

¿Y en la poesía? Uno de tus críticos te llamó poeta lírica.

―No, creo que no soy lírica. Estoy en contra de todo lo que se imposta. Hay una gran pose en la poesía cubana actual, de belleza forzada que, por supuesto, no es belleza. El instrumento más fácil para esa poesía falsa es el lirismo. Por eso trato de no ser fácil, porque no puedo escribir poesía pensándola totalmente. La pienso, sí, pero trato más de sentirla. Si algo intento es ser sincera.

¿Qué lugar ocupa en tus intereses como autora esta zona de la creación?

―Todos los lugares. La poesía es principal para mí. Mis cuentos son poemas, y mis poemas son historias. Pero prefiero la poesía, y leer novelas.

¿Has escrito alguna para adultos?

―Sí, pero no sé si soy totalmente adulta ya. No sé si la novela sirva. La narrativa para mí es muy complicada. Escribir un texto largo, que aúne personajes y conflictos, esté bien escrito, etc., es difícil. Para mí un cuento puede tener dos palabras, pero ese no es el canon.

¿Cuáles son tus proyectos inmediatos?

―Todos literarios. Estoy terminando este libro de cuentos y empecé uno de poesía. Me imagino que estaré escribiéndolos. No tienen nada que ver uno con el otro, pero aspiro a que al final se conecten.

¿Guardan tus textos esa continuidad de la que hablan los críticos?

―Sí. Mis obras se continúan. Aunque cambien de tema o de forma, si es que cambian, tienen una relación.

Tomado de La Jiribilla



Tomado de La Ventana

Tuesday, September 6, 2011



Arte: Goya


FUIMOS

/Ronda Poética I/Lokdos Poesía & Juanca Vecchi

Fuimos el grito dentro del fuego
cuando las cenizas silbaban el himno de los laureados,
un espasmo de estrellas sobre los féretros
huecos de la memoria, una historia de pocas pulgas
escrita con otra espuma,
el aliento de anoche empañando el ritmo de las manos descalzas,
el pàrpado indomito de los misterios,
el guante que se hunde en la pereza
para mudarla,
una medianoche enana gateando la soledad,
dos o tres promesas dignas de un rey sin trono,
una luz importante en la cocina apagada
el rìo despiadado,
la agonìa de la brisa enredando las palabras
cuando es puerto seguro el punto final.

2011, Ronda Poética I, por:
Lokdos Poesía & Juan Carlos Vecchi (Argentina).
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