Monday, September 30, 2013

Poesía que nos une

La cita denominada “Poesía de Islas” reunió el jueves en la Sala Manuel Galich a un grupo de intelectuales en torno a la obra de dos prestigiosas figuras caribeñas

Una vez más fue la Casa de las Américas escenario de recordaciones y homenajes. En esta ocasión, el Centro de Estudios del Caribe (CEC) en colaboración con la Cátedra Juan Bosch de la Universidad de La Habana condujeron las remembranzas de dos poetas caribeños: Aimé Césaire, de Martinica, y Pedro Mir, de la República Dominicana, cuyos centenarios coinciden este 2013.

En el panel, moderado por la directora del CEC, Dra. Yolanda Wood, las palabras introductorias a la obra de los escritores estuvieron a cargo del poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar, presidente de la Institución, quien en preciso recorrido destacó la vinculación de ambos escritores con Cuba.

En particular, Retamar abordó las publicaciones de las obras de Césaire y Mir hechas por la Casa. Del primero de ellos señaló también la antología que prepara actualmente el Fondo Editorial.

Una secuencia del documental Dos grandes del Caribe, del realizador Roberto Chile, fue presentado por Luis Céspedes, director de la Cátedra Juan Bosch, quien se refirió a la colaboración entre esta instancia y la Casa. Además, subrayó que el material audiovisual no pretende ser biográfico, sino una unión de voces sobre el sentir del Caribe y su clamor de espacios y de justicia. Apuntó que el audiovisual se presentará primero en República Dominicana y en noviembre será exhibido en la Casa de las Américas.

En un segundo momento del panel los escritores cubanos Nancy Morejón y Pablo Armando Fernández, ambos Premios Nacional de Literatura, leyeron sus poemas dedicados a Aimé Césaire y a Pedro Mir, respectivamente. Las intervenciones estuvieron seguidas por otro material en el cual pudieron apreciarse imágenes de Pedro Mir en su visita como jurado del Premio Literario Casa de las Américas.

Enrique Sainz, Roberto Méndez y Rogelio Rodríguez Coronel tuvieron a su cargo el cierre del encuentro. Cada uno de los intelectuales ahondó en los poemas principales de los dos autores y su vinculación con los procesos políticos y culturales del Caribe, así como su relación con otros artistas importantes de la región. Rodríguez Coronel dio lectura al texto “Evocando a Pedro Mir” del Dr. Leonel Fernández, expresidente dominicano.

En la sala Manuel Galich estuvieron presentes, además, el Consejero Cultural de la República Dominicana, Señor Pedro Ureña y su homóloga de Francia, Camille Barnaud junto a la Primera Secretaria y responsable de Asuntos Culturales de la Embajada de Suriname en Cuba, Nadia Raveles. Igualmente, se dieron cita un grupo de alumnos y profesores del Liceo Francés de La Habana..

Tomado de La Ventana

Saturday, September 28, 2013

VOCES DEL SIGLO XXI Fabio Castillo


 VOCES DEL SIGLO XXI
Fabio Castillo
(Comayagua, Honduras)



Tíbet

Cuando llegué a la cima
de las palabras
y las nubes
se derretían sobre el horizonte,
supe que habías estado allí,
azotando la brisa
y tragando los últimos suspiros
que hacían pacto con el ocaso.
No sé si ya era tarde
para ocultar los últimos rayos de luz
en mi espalda
y llevarlos hasta mi próxima estación.

No sé si hice bien
al dejar que las caricias
quedaran colgadas
en las puertas de la mañana,
y que se secaran nuestros momentos más húmedos.

No sé si debí dejar que nuestros niños mecanos
recitaran sus propias estrofas de un himno
que nunca aprendieron,
de un canto que nadie les enseñó
de una vida que todos le negaron.

Bajé al pie de ese monte perdido
donde podía sentir que los brazos
de sus pendientes
depositaban en un catafalco
mi rostro enjuto y limítrofe.


Volví a ver a esa cima,
y miré a los albatros pasar,
como una bandera que en su centro se leía
el lugar donde te habías ido
y el sitio donde quedaron las cenizas de la tarde.




26.-


Te he
estado esperando
en medio
del silencio.
Las horas
se parecen al jade
y se derrite
este tiempo que
pasa.
Hablo, hablo
y hablo,
pero no me escuchan
los oídos despiertos.
Estoy
parado
en
el centro de la palabra,
y te sigo esperando.



La plaza

Pude ver
la piedra que envejece
con todo y con nada,
mientras un niño sacrifica
mis labios.
No quiero irme,
pero al descalzar
mi mirada
se forman nubes
en la frente
de la pequeña
brisa que nos apremia.
No sé
mucho.
Sólo sé que
en un maldito rincón
reposan las ratas
con sus oprobios
y nosotros nos lamentamos
de no ser un océano de dudas.
No ha pasado
tanto rato
el tiempo
me tira
las horas
mientras me pregunto
si mi bandera se remienda los años
(los viejos van hacia la nada).



Poema para mi padre

Su figura es silente,
cautiva,
retraída en espasmos de ternura.
Sus pasos
adormecen la brisa
y trazan la senda que he de recorrer
día a día,
minuto a minuto.
Mi padre depositó
en mis manos
los versos
que le arrancó
a la noche
y que hicieron
que mi amanecer
se conjugara
con su sonrisa.
Procuró que su palabra
se deslizara
entre mis versos
para que su voz resonara
en todas mis
canciones.
Mi padre es una mañana
llena de orquídeas,
bautizadas con olor a pino,
a bosque sacro,
y deseo de volver a ser niño;
ese niño que crece en sus ojos,
y que aún habita en sus manos breves.
Mi padre es una figura eterna,
pequeña,
gigante.
Capaz de atrapar al sol
para que ilumine mi frente
y despertar las horas
para que apuren mis pasos.

Mi padre
es una gota de silencio
que describe mi alma.



Mi madre

Mi madre supo llamar
las
aves al
atardecer
y supo
esconder en su regazo
el rocío de la noche
para que
no me faltara
cuando el sol
despertase
y la nubes separaran sus manos.
Supo
detener el tiempo
en sus labios
para cantarme
las horas al oído
y procurar que
que el viaje de vuelta
no fuese muy tarde.
Quiso
regalarme
un cometa
un
estrato
un puñado
de viento,
los días de la
semana
en
las puntas de sus dedos
el canto de la sirenas
en la playas
del universo
la
sonrisa
de un anciano
despidiéndose
de sus años,
la danza del cisne
sobre
mimar de lágrimas,
Mi madre
me ha llevado
al
centro
de
la lluvia,
y se ha quedado ahí
conmigo.




Nocturno

Me hablaste
en medio de tus silencios.
Me hiciste crecer en medio
de las brumas
de tu palabra.
Una vez contemplé el mar
y me di cuenta
que sus olas
cantaban
himnos de esperanza.
Porque ya habías
cabalgado
la más alta
de sus mareas,
y habías depositado
en mis
manos dormidas
el canto
de los niños
cuando
duermen.
Cuando sueñan
y se comen las
mañanas
en sus párpados
sonrientes.
Una vez contemplé
la noche.
Y me di cuenta
que ya
tenías  la palabra
de la mañana
siguiente.
Rauda. Irreverente.
Pausada y tajante.
Que cortó
el día en dos  partes
para que ambos tuviéramos
que comer,
cuando la sal
de ese mar
nos alcanzara
y que esa noche
nos dejara
sin el verbo.
Sin la palabra.
Sin la vida misma.

Fabio Castillo

Fabio Castillo, Poeta y gestor cultural. Reconocido como parte de la nueva muestra poética de la ciudad de Comayagua, fue miembro del Círculo Literario de Comayagua, co-organizador de los certámenes literarios «Edilberto Cardona Bulnes». Sus trabajos han sido antologados en «Sociedad Anónima» (2007) y seleccionados para la antología «Herederos del pánico» (2013). Miembro fundador del movimiento literario «Lienzo breve», un colectivo poético que se alza como voz de protesta y de dinámica literaria ante una sociedad que se niega a brindar y promocionar espacios para la manifestación cultural.


. Nota del autor del blog: Las obras visuales que ilustran esta muestra poética del poeta hondureño Favio Castillo son del artista francés, Jean Francois Millet y provienen de diversas fuentes del Internet.

Friday, September 27, 2013

Poesía de dos islas: Pedro Mir y Aimé Césaire


El próximo 26 de septiembre, en la Casa de las Américas a las 3 de la tarde, el Centro de Estudios del Caribe, en colaboración con la Cátedra Juan Bosch de la Universidad de La Habana, invitan a recordar la vida y obra de dos grandes figuras del Caribe en el centenario de sus natalicios

por Camila Valdés


Es 2013 el año en que coinciden los ecos centenarios de dos avenimientos en las aguas comunes del Caribe: en Base Point (Martinica) nace Aimé Césaire, en San Pedro de Macorís (República Dominicana) nace Pedro Julio Mir. Pero no es solo la coincidencia histórica ―la de los hechos aislados que se tropiezan como fugaces meteoritos por los caminos del universo― la que une a estos dos hombres; entre ellos la luminosa invocación de la palabra poética, anclada la voz en un espacio insular y caribeño, ha urdido senderos de significados compartidos, que circulan por debajo de la acción real que ambos ejercieron como hombres de su tiempo histórico.

Pedro Mir tiene alrededor de las Antillas hispanas una biografía de muchos contactos. Su padre, Pedro Celestino Mir Brugal, era cubano. En 1910, Pedro C., que a la sazón trabajaba como tornero en la Base Naval de Guantánamo, se trasladó a República Dominicana para trabajar, en medio del florecimiento de la industria azucarera, en el central Cristóbal Colón, en los alrededores de San Pedro de Macorís. Allí conocería a la puertorriqueña de la isla de Vieques, Vicenta Valentín Mendoza, y con ella tendría tres hijos, el mayor de ellos Pedro Mir.[1]

En resumen, Mir es hijo sanguíneo y espiritual de los tres grandes territorios hispánicos de las Antillas: República Dominicana, Cuba y Puerto Rico. Su propia genealogía da fe de las rutas humanas andadas y desandadas en el espacio Caribe a todo lo largo de la primera mitad del siglo XX. En la historia de su nacimiento se perciben las huellas sudorosas de la caña, que configura un paisaje y una cultura. De ello es consciente en su propia creación poética en el célebre “Contracanto a Walt Whitman”:

Yo,
un hijo del Caribe,
precisamente antillano.
Producto primitivo de una ingenua
criatura borinqueña
y un obrero cubano,
nacido justamente, y pobremente,
en suelo quisqueyano
.[2]

Desde la lejanía de la isla, sobreviene la mirada aguzada sobre la tierra natal, la anagnórisis de un camino, que tiene un pasado recorrido y un futuro por pisar. Así como Pedro Mir se desplaza a Cuba en la que traba conexiones y de donde parte a otras tierras de América y Europa;[3] Aimé Césaire se mueve hacia otro epicentro de concentración de la futura intelectualidad de vanguardia en el Caribe: París. Será allí donde se conecte con coterráneos, caribeños francófonos y africanos; será allí ―a un océano de distancia―, donde comenzará a evocar el futuro retorno a su isla natal. Se publicará una primera versión de Cahier d’un retour au pays natal, en la revista parisina Volonté, en 1939.

Luego del retorno real a Martinica, la inspiración comprometida de fundar Tropiques junto con Suzanne Césaire y René Menil, el encuentro con André Breton, y vendrá la publicación del Cahier… el descubrimiento de la poesía de Césaire para el surrealismo europeo.

“Recogido de voces,/ lleno de pupilas/ que a través de las islas se dilatan”,[4] la geografía de las islas, insoladas y aisladas en “un inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol”[5] se evoca como configuración de una “región interior” ―citando las palabras de Édouard Glissant― que tanto en Mir como en Césaire se recorre palmo a palmo en la memoria y se enuncia como espacio lleno de fulguraciones simbólicas. Dice Césaire:

Islas anilladas, única carena hermosa
Y te acaricio con mis manos de océano. Y no te cambio
de rumbo con mis palabras alisias. Y no te lamo
con mis lenguas de algas.
Y te navego fuera del filibusterismo
[6]

Comparten igualmente el accionar político, la convicción de que la voz poética es y debe ser también una voz política, insertada en el tronco de la humanidad y a ella debiéndose en la expresión de sus fuerzas. En el caso de Pedro Mir su primera y principal lucha fue contra el gobierno de Rafael Leónidas Trujillo quien representaba la perpetuación, tras el rostro de una dictadura, de las relaciones coloniales de dependencia, en este caso con la metrópoli ubicada al norte y no allende los mares. El programa ideológico de su gobierno (si tal nombre se le puede dar) reconstituía los mitos construidos sobre la nación y el ser dominicano en los tiempos de la colonia, entre ellos el del ideal caucásico y el anti-haitianismo exacerbado.

En este contexto, la poesía de Pedro Mir, al igual que la de sus coterráneos, los llamados “independientes del 40” (Manuel Del Cabral, Tomás Hernández Franco y Héctor Incháustegui) reactualiza el tema negro en el Caribe insular, y lo ubica, como lo harán Jacques Roumain, Nicolás Guillén, Luis Palés Matos, en franco desborde de los límites de la ínsula pues el movimiento poético se inclina hacia el mundo en un anhelo a tono con los momentos en que estos hombres vivieron: la lucha descolonizadora a escala mundial.

Césaire también es timón de guía de esta recolocación de la poesía que en sus manos ―y con sus especificidades y las de su generación (Leopold Sedar Senghor y Leon Gontran Damas)― le hará pronunciar en Cuaderno de un retorno al país natal:
    Mi boca será la boca de tus desgracias que no tienen boca, mi voz la libertad de estas otras voces que se desploman en el calabozo de la desesperación (…) guardaos de cruzar los brazos en la actitud estéril del espectador, pues la vida no es un espectáculo, un mar de dolores no es un proscenio, un hombre que grita no es un oso que danza.[7]
En esta conmemoración de un centenario nos vemos girados hacia esas voces poéticas que se entrecruzan en sus caminos de vida, pues para ambas fue la poesía una piedra encantada, que puede convocar pueblos y geografías; una piedra imantada que atrae a otras voces, una piedra en la honda que lanzada con fuerza penetra con limpieza en la carne de su diana. Desde el “país del que nunca se vuelve”[8] nos llegan las voces de Pedro Mir, de Aimé Césaire, que siguen diciendo:

Y ahora
ya no es la palabra
yo
la palabra cumplida
la palabra de toque para empezar el mundo.
Y ahora
ahora es la palabra
nosotros.
Y ahora,
ahora es llegada la hora del Contracanto
[9]

ha llegado el tiempo de ceñirse la cintura como un valiente.
Mas (al hacerlo) preservadme, mi corazón, de todo odio,
No hagáis de mí este hombre de odio para quien sólo
abrigo odio
[10]

▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪

Notas:


1. Cfr. Testimonio de Luis Emilio Mir, en Ernesto Pérez Shelton: Guantánamo en Pedro Mir, Ediciones El Mar y la Montaña, Guantánamo, 2009.

2. Pedro Mir: “Contracanto a Walt Withman”.

3. Ya había estado antes en Cuba, en 1944, para visitar a su hermano que estudiaba en la isla. Participó en la frustrada expedición de Cayo Confite en 1947, por ello se refugió donde su familia cubana en Guantánamo. Desde esa fecha permaneció en Cuba la mayor parte de sus 15 años de exilio. En los años cincuenta, tuvo que salir de Cuba, por problemas con el gobierno de Batista (en la Cadena Oriental de Radio en donde trabajaba le acusaron de escribir editoriales poco favorables al gobierno en el poder). Estuvo en Guatemala, EE.UU., México (aquí escribió Si alguien quiere saber cuál es mi patria). En 1962 regresó, tras la muerte Rafael Leónidas Trujillo, a República Dominicana. Allí fue recibido con grandes honores y muestras populares de júbilo. Pero, tras el golpe de estado cívico-militar al presidente electo democráticamente Juan Bosch, tras las cruentas jornadas de resistencia a la intervención militar, parte enfermo a la URSS con su esposa embarazada. Esta regresará a Cuba y aquí tendrá su hija, Geraldine; meses luego se les unirá Mir. No regresarán a República Dominicana hasta 1968.

4. Pedro Mir: “Contracanto a Walt Withman”, Poemas de una isla y de dos pueblos, Fondo Editorial Casa de las Américas, La Habana, 1974.

5. Pedro Mir: “Hay un país en el mundo”, en ob. cit.

6. Aimé Césaire, Cuaderno de un retorno al país natal, (trad. de Lydia Cabrera y Lourdes Arencibia), Colección Sur, La Habana, 2011.

7. Aimé Césaire, ob. cit.

8. “Carta de Pedro Mir a Gloria Ramos, Santo Domingo, 20 de mayo de 1993”, en Guantánamo en Pedro Mir, Ediciones El Mar y la Montaña, Guantánamo.

9. Pedro Mir “Contracanto a Whitman”, en ob.cit.

10. Aimé Césaire, ob.cit. 

Tomado de La Ventana.
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