Thursday, February 20, 2014


 Julia de Burgos: entre el amor y la vanguardia

La Sala Nicolás Guillén de la Cabaña recibió este lunes la presentación de Julia de Burgos, obra poética completa, del Fondo Editorial Casa de las Américas como parte de la Feria Internacional del Libro de La Habana en su edición 23

Exactamente cien años han transcurrido desde que naciera un 17 de febrero la poeta puertorriqueña Julia de Burgos, y este mismo tiempo han tenido que esperar sus seguidores y estudiosos para disfrutar, ahora, del homenaje merecido por la autora. Si bien es cierto que la artista permaneció por muchos años a la sombra de la literatura latinoamericana y caribeña, en la actualidad se admite y promueve el lugar cimero que debe ocupar en nuestras letras la autora de Canción de la verdad sencilla.

En 2013, la Casa de las Américas y su fondo editorial emprendieron la labor de compilar la obra completa de Julia de Burgos, el título, presentado con anterioridad en la Casa, fue puesto a disposición del púbico de la Feria del Libro de la Habana este 17 de febrero, acompañado por un panel en recordación de su creación literaria.

La dominicana Chiqui Vicioso asumió parte importante en las presentaciones junto a los cubanos Emilio Jorge Rodríguez y Oday Enríquez. Vicioso se refirió a que la obra de Julia y su proyección social ya no es desconocida, pero aún es muy poco divulgada. Igualmente, la escritora dominicana, mencionó algunos de los detalles del programa cultural por el aniversario cien de Julia de Burgos y dio lectura a su ensayo de 1987 titulado Julia de Burgos la nuestra, en el cual menciona la estadía de la poeta en La Habana.

Chiqui enfatizó la radicalidad política del discurso de Julia y la profunda contemporaneidad de su literatura. Asimismo destacó la búsqueda de unidad entre la esencia y la forma en el poema Nada y la profunda contradicción campo-ciudad en Poema en veinte surcos, en el cual, además, critica la condición colonial de Puerto Rico. También mencionó los poemas escritos en 1944 y dedicados a la República Dominicana cuando esta se encontraba en plena represión de la dictadura de Trujillo. Vicioso, subrayó el hecho de que Julia conoció desde muy pequeña las contradicciones de la estructura social puertorriqueña, la cual vivió en carne propia con la muerte de algunos de sus hermanos.

Julia de burgos, continuó Chiqui, rompió con todos los cánones de comportamiento femenino de su época y le devolvió al amor su carácter de sencillez y simpleza contra cualquier intento de prohibición. Aún con todas sus contradicciones, su búsqueda literaria era sostenida por una gran resistencia hacia la muerte. Sus múltiples facetas no la limitaron a contradicciones internas y aspectos esencialmente líricos, sino a la búsqueda y el contacto con otras realidades.

Por su parte, Oday Enríquez abordó los tópicos neorrománticos en la obra de Julia de Burgos y destacó que el intimismo se hacia recurrente en su literatura, con una vuelta a la vida interior y el amor como sentimiento más importante. No obstante, la especialista señaló que la experiencia personal de la autora no limita el abordaje de aspectos como la reforma social y otros de carácter mayormente vanguardistas. Sus poemas son marcadamente autobiográficos y enfrentan a su yo interno con su yo social. Su obra, reiteró, fue más cercana a las vanguardias poéticas que a las propias tendencias neorrománticas.

Emilio Jorge, luego de destacar algunos aspectos esenciales del prólogo de Juan Nicolás Padrón señaló el coloquialismo de Julia de Burgos con la obra poética de Efraín Huerta, otro de los grandes autores cuyo centenario celebra este año la Casa de las Américas. En este sentido, Chiqui Vicioso resaltó el empeño de la Casa por ceñirse al ordenamiento original que hizo Julia de su obra, lo cual calificó de “aporte invaluable dentro de sus antologías”. 

Tomado de La Ventana.

Thursday, February 13, 2014

Julia de Burgos en su poesía completa
Libros y Revistas
Días atrás, la Facultad de Artes y Letras, de la Universidad de La Habana, recibió, como viene siendo costumbre, las presentaciones de títulos recientes del Fondo Editorial Casa de las Américas. Anticipándonos a la XXIII Feria Internacional del Libro, la editora Iris Cano comentó a alumnos y profesores del centro la Obra poética completa, de Julia de Burgos, cuyo centenario la institución está celebrando

Por Iris Cano

Dentro de unos días se cumplen cien años del nacimiento de Julia de Burgos. No había cumplido aún los 50 años cuando, abandonada y alcohólica, muere en Nueva York, el seis de julio de 1953. Fue encontrada inconsciente y sin identificación, sepultada como Jane Doe y enterrada en una tumba anónima, sus amigos la rastrearon y su cuerpo fue trasladado y sepultado en Puerto Rico, en Carolina, su ciudad natal.

“A partir de entonces, la poeta comenzó a recibir homenajes en su Isla y en los propios Estados Unidos: se le dedicaron monográficos en revistas y otras publicaciones; congresos y múltiples actividades de promoción se hicieron eco de parte de su vida y de su obra; sus poemas amorosos fueron reproducidos en camisetas y banderines; grabados y serigrafías ilustraron sus versos de frustración y desengaño; hubo conciertos y discos dedicados a su arruinada vida...”. Ahora mismo, en este instante, se está celebrando en República Dominicana los festejos por su centenario, organizado por la poeta y ensayista dominicana Chiqui Vicioso.

Misterios y leyendas se tejen en torno a la vida y a la obra de Julia de Burgos. Muchos tienen que ver con su difundida imagen de mujer destruida por los desengaños amorosos, el alcohol y una vida disipada. Otros, con su temprana proyección política, pues desde muy joven fue una ferviente defensora de la independencia de Puerto Rico, actividad por la que fue vigilada y perseguida, al tiempo que la aleja de la vida cultural. Lo cierto es que su obra poética ha sido escasamente reconocida y, como dice Juan Nicolás Padrón en su prólogo, de ella se ha preferido estudiar la imagen de mujer fracasada en amores, deprimida, alcohólica y desilusionada; se le han señalado excesos de todo tipo y durante mucho tiempo se prefirió poner en primer plano datos más o menos «escabrosos» de su biografía y casi nada de sus postulados estéticos, valores literarios , ni, menos aún, de sus preocupaciones sociales y políticas: se prefirió insistir en algunos hechos y acomodarlos a ciertos cánones de «mujer fatal», y ocultar otros que revelan lo más valioso de su condición de ser humano y artista.

Aún hoy publicar la obra poética completa de Julia de Burgos implica, a la hora de trabajar los textos, afrontar grandes dificultades que, a falta de una edición crítica, apenas tienen la solución que el lector y la propia autora merecen. Estos problemas se vienen arrastrando en sucesivas ediciones por errores causados a la hora de transcribir los textos del manuscrito original y por el desconocimiento en la fecha de muchos de los poemas, sobre todo de los que no fueron recogidos en los libros editados en vida de la autora –Poema en veinte surcos (1938) y Canción de la verdad sencilla (1939)–, o en El mar y tú. Otros poemas (1954), concebido por ella pero publicado póstumamente.

Para esta edición el Fondo Editorial Casa de las Américas ha respetado esencialmente el criterio de la autora. La Parte I recoge los libros impresos tal como fueron estructurados por ella, ordenados de manera cronológica por la fecha de publicación y separados por las respectivas portadillas. No se incluye la sección «Otros poemas» del libro El mar y tú. Esos versos se integraron al cuerpo de la Parte II, donde se ha seguido el criterio de nombrar con el primer verso cuando el poema no aparece con título y se ha tenido en cuenta el orden cronológico que consta en la papelería considerada. La sección, “Poesía en Nueva York", forma parte de un cuadernillo aparecido póstumamente y recogido aquí con este nombre, y, como acota Padrón, es evidentemente un texto en preparación; prolonga la madurez ya expuesta en El mar y tú, y se evidencia la necesidad del agua como tránsito en la búsqueda de la identidad amorosa, la indagación en sus propias reacciones y la investigación siempre incompleta de sí misma.

Concuerdo con Padrón en que “la poesía de Julia es el hueso de la pasión de una mujer que persistió con dignidad en su condición femenina e indagó en los más tibios rincones de su conciencia, y si bien pretendió hallar un equilibrio, no lo pudo lograr; en su puro ardor hasta intentó hablarle a Dios, pero su cosmogonía interior la obligaba a regresar al mismo punto de partida, a donde nació, en un movimiento circular perpetuo".

Los poemas menos conocidos de Burgos son los políticos, “aquí pueden leerse varios poemas a Albizu Campos, a Bolívar, a Martí; hace un llamado a las mujeres para que luchen por sus derechos y saluda a la nueva mujer americana; le canta a la España republicana y repudia el fascismo; se pone al lado de los obreros en sus conquistas y denuncia la voracidad de las compañías norteamericanas; se pronuncia contra la dictadura sangrienta de Rafael Trujillo en Santo Domingo y la obsesiona el «estado asociado y ridículo» de Puerto Rico. Julia de Burgos, que nunca tuvo paz en su alma atormentada, se perdió en su solitaria lucha en los Estados Unidos”.

En el centenario de su nacimiento, sirva la edición de esta obra poética completa para colocar a su autora en el lugar que le corresponde dentro del panorama de la literatura latinoamericana y caribeña, más allá de su trascendencia como icono popular puertorriqueño, y sirva también para reconocer la vigencia de su pensamiento y la excelencia de su poesía.
 

Tomado de La Ventana.

Monday, February 3, 2014

 Fallece el poeta y novelista mexicano José Emilio Pacheco


México y el mundo dicen adiós a uno de los escritores más importantes del continente...poeta, novelista, periodista, crítico y traductor, Pacheco sorprendió al mundo con su humildad, su vocación social y su particular manera de "pensar el mundo en versos".

Había hecho de la humildad y el bajo perfil una manera de vivir, una forma desde la cual traducir en versos los secretos más profundos. Ni siquiera se consideraba el mejor poeta de su barrio, decía, porque tenía de vecino a Juan Gelman, su gran amigo. Pero lo mexicanos –y cualquiera que lo haya leído alguna vez– lo amaban. José Emilio Pacheco, el poeta más importante de México detrás de Octavio Paz, falleció el domingo último en la ciudad de México, a los 74 años, tras tropezarse con unos libros en su cuarto y golpearse la cabeza.

“Mi padre se murió en la raya como él hubiera querido. Trabajó en los últimos días con el brevario de su amigo Juan Gelman. Se durmió y ya no despertó”, señaló a la prensa Laura Emilia, la hija del ganador del Premio Cervantes en 2009. Autor de más de treinta obras, entre poemarios, ensayos y novelas, Pacheco perteneció a la llamada “generación del ’50” mexicana, junto a Carlos Monsiváis, Sergio Pitol y Juan Vicente Melo, entre otros autores que iluminaron las letras hispanoamericanas.

Novelista, traductor, ensayista, periodista, guionista de cine, Pacheco supo ganarse un lugar entre los grandes de la literatura merced a su peculiar manera de ver el mundo, donde a la simpleza de su prosa le agregaba una fina ironía, de la que él mismo era objeto.

Miembro de Honor de la Academia Mexicana de la Lengua, Pacheco recibió los más importantes galardones de habla hispana, como el Premio Xavier Villaurrutia, en 1973; el José Donoso, en 2001; el Octavio Paz, en 2003; el Pablo Neruda, en 2004; el Federico García Lorca, en 2005; así como el Premio Cervantes de Literatura en 2009, y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, ese mismo año. “Yo lo quería muchísimo. Es una pérdida infinita porque era un gran hombre en el que se unían la literatura con la crítica política y social. Además, él siempre dedicó sus escritos a la gente más valiosa de México”, subrayó Elena Poniatowska, ganadora el año pasado del Cervantes, tras enterarse de la triste muerte del autor de Las batallas del desierto, a causa de un paro cardiorrespiratorio.

Pacheco había nacido en la ciudad de México en 1939, donde luego de una infancia y adolescencia rodeado de libros, estudió derecho y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Si bien la escritura había sido parte central de su vida, recién se dio a conocer en 1958, con La sangre de Medusa, un cuento de 20 páginas que le publicó su amigo Juan José Arreola, en su colección “Cuadernos del Unicornio”. Desde aquella primera publicación, el joven Pacheco no dejó de sorprender con su manera de pensar el mundo en versos, al punto de que el mismísimo Octavio Paz haya señalado alguna vez que “la poesía de José Emilio Pacheco no se inscribe en el mundo de la naturaleza, sino en el de la cultura”.

Amante de la poesía (género al que consideraba “el arte absoluto”), Pacheco creó uno de los poemas más emblemáticos de su país, Alta traición, que se convirtió en bandera de los jóvenes mexicanos. “No amo mi patria/ su fulgor abstracto es inasible/ Pero (aunque suene mal) daría la vida/ por diez lugares suyos, cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias figuras de su historia, montañas, y tres o cuatro ríos”, escribió. Además de poeta, con libros de la talla de El reposo del fuego (1966) y Los trabajos del mar (1984), Pacheco fue novelista, periodista, crítico y traductor de obras como La estrella de madera, de Marcel Schwob, y Cuatro cuartetos, de T. S. Eliot. Entre sus novelas se destacan Morirás lejos (1967), El principio del placer (1972) y Las batallas en el desierto (1981), y los libros de poesía como Miro la tierra (1987), Siglo pasado (2000) y Como la lluvia (2009).

A lo largo de su vida también colaboró en la revista Estaciones y en la antología de poesía mexicana Poesía en movimiento, prologada por Octavio Paz; realizó la compilación La Poesía mexicana del siglo XIX y colaboró como periodista en El Heraldo de México, Letras Libres, Plural y Proceso, donde el último domingo publicó sus últimos versos, en homenaje a su amigo Juan Gelman, fallecido semanas atrás.


Tomado de Página 12
 
Tomado de La Ventana.
 
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