
Sueño con sirena en una tarde de verano
Yo seguiré aquí.
Inmóvil.
Escuchando
sus latidos,
su voz
corpórea
en los árboles,
mientras
súbita,
esta herida
insaciable
enraíza
ínsulas azules
en su esófago,
así,
así...
-a manos
armadas-
se aparece
ella.
A más
intentos
de escapar,
más su boca atrae
mis oídos
hasta
su música,
y no
hay garganta
que no la escuche.
® Daniel Montoly
Del libro "La ritualidad del círculo"
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