Wednesday, February 15, 2006

Alejandro Drewes (Argentina)


Alejandro Drewes (Argentina)
1. URBI ET ORBI

Se abrirán las puertas del polígamo Londres...
Dylan Thomas

Son gritos en el Cielo, y en la tierra son actos
Gabriel Celaya


Por esas largas calles grises donde no alcanza
el eco de campanas oxidadas, ni un centavo en
silencio cubre ni roza los abismos de la vida,
por esas mismas calles vencidas de tristeza y

los pies que invencibles multitudes caminan,
sigo el camino del Calvario bajo la lluvia
persistente, bajo una cruz gastada y a los negros flancos,
una sombra en la curva sibilante bajo la ciega mirada,

pensando en la mano de uranio ayer lanzada y ese plomo de lágrimas.
en rostros de nadie que abren la enésima puerta de taxi
a un pálido turista de otro mundo en la sórdida Babel de cada día:
esas manos por las que ya nadie pregunta y sus tumbas anónimas

como este desaforado viento al costado de la cruz,
sobrecogedora visión de un mundo desolado y su vergüenza
haciendo zapping a la carrera desaforada de la Historia,
desparramados bultos por las puertas de hoteles de lujo

ya sin apenas estrellas -formas vacías que fueron almas, quién sabe-
en el ancho tablero de las mismas calles grises y avenidas
de a poco hundidas en el agrio vino de sus sombras
que se recogen, dejada fuera toda esperanza, a mi Costado.

(julio 2005)



2. ENSAYOS DE TINIEBLAS
Pero a mi noche no la mata ningún sol.
Alejandra Pizarnik

Pero estoy mudo para decirle a la amada
que por mi sábana avanza encorvado el mismo gusano.
Dylan Thomas



I

Y ahora esta suprema oscuridad
clavada en el madero del día.
Tres negaciones de palabras
que una vez te convocaron,
y ahora voces baldías apenas,
la ignorada por siempre
velada mitad de tu lecho.

Saber con la certeza más triste
que hoy comienza la oscura
noche insepulta del alma.
La larga, la dura, la lenta,
implacable en los huesos
cuando ya nadie espera aquí,
como en tiempos esperara.

Sí, me pierden laberintos tan grises
como la hosca lluvia entre flores
arrancadas por fin de la tierra;
la vieja copa de oro quebrada
en el agriado vino del último sueño,
la ignorada frontera del viento
en su melancólico paso.

Y ahora esta tensa calma contenida,
cristal de palabras ya dichas
que una vez te soñaron, desnuda
y única en el difícil hotel de las horas;
porque suenan campanas oscuras
-en este instante agreste alguno ha partido,
alguien más, ayer entre los vivos-

Pero cómo decirle a la boca
que tú ya no estás, que me llevo
apenas la frágil ternura de tus pechos
en el preludio de la despedida;
que el tesoro de tus dedos
me arde en las manos, me lleva hasta nunca:
que me vuelvo nada, nada, nada.


II

Sin otra pregunta y un oscuro cielo en acecho
de exiliados ángeles por negras estrellas,
sin siquiera saber a qué dios preguntarle
por estas cuerdas desafinadas, rotas.
No tener ni el mar que me lleve,
ni otra peregrina sombra de pasos
para dar testimonio de todas las lunas,

del ingrato trabajo de las noches y los días
que los amantes conocen por la obra de las manos.
Ah, saber qué oscura clave te ha llevado
al país donde los ladrones no entran ni roban,
qué espejo han de cruzar ahora mismo tus ojos,
qué pozo han dejado los breves días contigo,
qué huella o qué sombra de labios.

La realidad con sus torpes dedos grises;
la huída de siempre por inseguros parajes
tendidos de hoy a mañana,
futura ruina en cada ruido que pasa
a través de la sístole que apenas percibe
su jornal por el denario miserable del sueño
que una vez alumbrara el parto del tiempo.

Amada, leerás estos versos en el libro oscuro
de una noche que se lleva las mejores palabras
a ningún paraíso posible,
amada leerás estos versos -cuándo-
Pero no la última voz que presto a tu voz:
ni la simple alquimia que troca el color de la piedra
en albas gotas de plomo y naciente dolor.


Julio 2005


3. PRAGA EN UN 20 DE AGOSTO
in memoriam


Praga, tu primavera vuelta invierno
y otoño y silenciosa melancolía
en las notas desgarradas
de violines conocidos, y no tanto.
Sal de la muerte por las calles
cuando el circo ruso
seguía sus doce años de giras,
y tú no quisiste alimentar a las fieras.

Ah Praga, tu mítico nombre
donde siempre retornan los pasos
-cuando ya el largo tren de la Historia
y el gorro de Clementis ya no vuelven-
ni la nieve a caer sobre las torres de Týn;
reflejo del cielo y esa pequeña cruz
que te ve caminar de uno a otro terror,
desfile de ayer por tus rostros familiares.

Todas las desolaciones y cada transido
matiz de la palabra lítost en otra boca
callada, en otro rostro sangrante.
Praha/ Prag, sangrante umbral de memoria
oh qué oscuro denso poso decantado
por la amarga cepa de aquel tiempo:
tu irreversible tiempo, animal de ojos ciegos,
ven y comparte mis pasos errantes.

Sí, camina conmigo una vez más los pasos
hasta la digna Ciudad Vieja y los sobrios
fantasmas huídos, cuando nadie supo
del antiguo arte de ver el cristal
destrozado del tiempo, las aguas futuras.
Oh por Dios camina conmigo,
no quiero quebrarme ahora y sin ti,
recordar la sangre sin nieve, los muertos.

Cae lenta la tarde y camina ahora conmigo, amor
tus inútiles lágrimas por última vez.
Oh eleva esas lágrimas hasta la pequeña cruz de Týn.

(mayo-junio 2005)


4. HELLAS


Mis amargos guijarros cuento, me oyes
y es el tiempo una gran iglesia, me oyes
donde a veces en las imágenes, me oyes
de los santos
surgen lágrimas verdaderas, me oyes
y las campanas abren en lo alto, me oyes
un hondo pasaje que permita mi paso
Aguardan los ángeles con cirios y fúnebres salmos.

Odiseas Elitis: El monograma (fragmento)



Hunde tus dedos azules
en el anillo de las Islas,
y solamente calla:
porque la voz que me agita
no es ya ni un remo roto de mi voz,
ni vuelve Atenas a huir
de los persas al poniente.
Nada es como era,
ni sombra de alas
perdidas en el cielo, perdidas.
Hemos esperado a los bárbaros
hasta que subieron las aguas
sepultando los huesos de Jonia
y sólo esto queda: por eso
tú solamente calla,
y graba azul en la memoria
cada íntimo guijarro del mundo,
nuestro mundo que partió
al lugar de nunca jamás.
Y graba y graba, mar azul, en tu memoria.
Por todas las voces que suenan
en mitad del silencio
y por la oscura boca de los muertos
que viven aquí. Pero es tarde,
tan tarde, y se consume la última lámpara.
El viento y las zarzas sacuden
los viejos olivos de Lesbos:
donde la luna se ha ido a disgusto
y han caído las Pléyades,
errantes órbitas en tierra baldía.

Ya ni siquiera gritos de angustia
recorren las aguas celestes,
ni la cítara del viento en la noche
ilumina nuestro paso de polvo
entre tumbas egregias
y el mármol violado de Byron.
-Pero tú solamente calla-
y escucha en demótico
la clave del tiempo
en relojes azules de estrellas.

Aquí vivieron sus sombras
oscuras o blancas
entre sombras de zafiros.
-Y allí sobre la arena
una vez me diste tu mano-.
Extraños para otros oídos suenan
los números pares
en las múltiples rutas del arpa:
Pero tú calla: calla y escucha crecer
azorado como ramas las columnas del silencio.

(febrero 2005)




5. EN EL VERDE VIENTRE


scordato strumento,
cuore.

Eugenio Montale:
Corno inglese

.
Un ínfimo beso de luz nos traspasa,
tan suave y entonces, la tierra descansa.
.
Gotas de agua en el verde vientre
primordial de unas hojas, gotas...
.
En la nave mayor del silencio,
ver de pronto un destello de alas diminutas.
.
Entre el deseo y la prisa,
nuestra exacta lucha breve, salvaje.
.
Tan sólo el reflejo de luna en el agua
-ojo de aguja por donde pasa rauda la noche-.


junio 2005
A. POEMAS EN PROSA

1. LINEA DE SOMBRA (I - II)

Música, siempre está, nace y muere en mí.

Silvina Garré: Palmas azules

LINEA DE SOMBRA (I)

1.
Ahora o cuando irreversible sienta mi barco oscilando en oscuras aguas, tan pronto a partir, buscarte, capitán-capitán. Oh tú que te habrás disuelto ya en la misma niebla, esa que ahora tan súbita se levanta y ciega.

2.
El Juez en su inmarcesible torre y en torno, apolillados expedientes, cartas nunca abiertas

3.
En una visión del maestro, hierbas azules en espejo del cielo. Y unos pájaros tan blancos hacia los árboles verdes. Y sus envenenados frutos, ah tan dulces.

4.
Te supe mía desde entonces, y entonces la vida, y entonces los otros. Y esa misma mañana, de pronto despertar.

5.
Pero sabes que el tiempo se acaba. Sea lo que sea lo que eso signifique.

6.
Habitar una casa, su tiempo, astillas de sol en las ventanas del Este. Irse apenas sin que nadie lo vea, a lo largo de esos infinitos espejos, irse. A Grecia en la noche doble del mundo.

7.
¿Y para qué, poetas?







LINEA DE SOMBRA (II)


8.
Y al fin sabes que todo converge, como un postrer grumo de oro descendente en su clepsidra.

9.
Llegada en arduo viaje hasta el jardín del profeta. Pero quién ha de abrir esa puerta, qué aire vacío detrás, en la noche de tu propio sueño.

10.
Aquí vivieron, y guarda su memoria como sus errantes sombras azules cubre la tierra.

11.
Habita la blanca casa frágil de las palabras, y piensa en los demonios que insomnes aúllan afuera, apenas al otro lado de tu alma.

12.
Innumerables seres de arena reverberando al borde de la enésima playa del Universo, agua y disolución. Infierno de luz sin oscuridad, raíz donde ha muerto agostada la maleza. Donde habita el silencio.

13.
Ahora, ver como se yergue ante ti el sereno doble del árbol en pleno desierto: como una anhelada palabra, como poema alzado en medio de la bruma.

14.
Acallada y queda, tal como la sombra perdida en el fondo de la luz; el invisible pez de sombras bajo el mar de la luz.





2. AJEDREZ


Es tiempo de las negras, sangre en las paredes y en mi túnica-
Aleph y alfa y sus celestes signos en rotación, atónita cuenta larga del vacío existencial, del tiempo que se cierra apenas para recomenzar su desesperante sacrificio, tras la humillante caída del bando blanco. ¿Cómo no entender tu anhelado y deseado helénico refugio, pálido sol invernal a cambio del frío del mundo?.
El tablero de ajedrez del universo donde las piezas, cada pieza bajo peregrinas y sumarias manos no tiene otro remedio que avanzar, hasta los límites de un cuadrado finito, que deviene imposible círculo, o uno sin cuadratura posible.
Helena ya sin Paris ni Godot, tiempo de la espera que concluye. Tránsito por las cinco estaciones del sueño que cierra el acceso al Olimpo, acerada y filosa muralla entre nosotros y los Inmortales.

Ajedrez de Dios, siempre abriendo con blancas, eterna luz como ariete rompiendo lo oscuro. Oscura luz que tiembla a través de una cortina de lluvia

El chacal atisba, solitario bajo las nubes, y hay dioses observando. Y él, que apenas espera una víscera, -una sola -, sobre la arena. En el tablero ha quedado la ruina brillante de un corazón.
Mueven blancas.
Alfil negro en fianchetto, y su ojo sibilante, alquimia que vuelve a la torre un blanco castillo de escarcha. Dama por dama, mujer por mujer, se observan, ya casi se tocan y se aman fieramente ahora en el centro, muerte por muerte. Corceles y cascos oscuros y asesinos, los mismos cascos que retumban ahora y que ya casi están pisando la exánime infantería blanca. Pálido rey temblando en la última esquina de un cuadrado Universo.
Sin huída posible, ni siquiera el tiempo de una mirada, y alumbra el último cielo de estrellas fijas.
Pero ha salido al fin la luna, alta reina desnuda en la noche de las almas.
Sub luna mutant.

(mayo 2005)


3. HABITACIÓN Y ESPEJO


Una noche como puente -¿hacia dónde?-, y una habitación invadida por las huidizas sombras de la noche.
El ojo de la cámara en su desplazarse moroso que apenas logra darnos nada más que un gran espejo de pie, junto a la cómoda. Dentro de la luna, nada. Ni fuera otra cosa que tiemble, como esas mismas aguas tiemblan.
Muy tenues pasos -¿dónde?- apenas quebrando la solemnidad del instante, el crepitar de su incendio suave.
Una noche como puente a tantas otras largas noches, breves noches, azules, rojas, blancas. Alza apenas tu única voz, y luego tan sólo espera quieta, muy quieta. Ella, o al menos su Sombra en la tierra, vendrá. Tú sin preguntas, sabes qué vendrá, cuándo.
Gota de agua que tiembla y pende todavía de la afilada cornisa del íntimo instante. Agua y fuego, raro placer de las horas que pasan, y de pronto no sabes, y es noche en el mundo, y en esta cúbica miniatura del mundo.
Alguien que grita o ha gritado, un gemido tal vez. Diluida corriente de una voz en el espacio, oh tan lejos.
Cómo saber el lugar preciso que cobija, la manera especial en que la última luz abandona el recinto y cada mueble, y recoge cada detalle: la oscura alfombra color de mar en calma; un fragmento del lecho vacío y el contorno en el vano de una puerta cerrada.
Una noche -y esta misma noche- como un barco lentamente derivando, lentamente bajo las estrellas. Oh tú, alto mar de la noche: tus signos, tus Itacas, todos los mundos en la esfera perfecta.
Pente-pente-deca, armónica medida de unas manos que prueban a medir el Universo.
Rutas que ignoro, voces que no escucho, tiempo que ya no habitarán mis gestos.
Camino en la cuenta larga de los días que conducen hacia ese puente preciso, en temor de la vida, Biblioteca de Patmos, presente temblor de algo inaudito escondido, acechante en esta profunda y tensa calma.
Algo que de pronto, a mis espaldas, estalle.

agosto-octubre 2005

4. ROMA, NON FA LA STUPIDA STASERA


Oscuros presagios de los magos, las letras del futuro en el libro del vientre de los pájaros sacrificiales, anunciando el pronto fin del Imperio.
Solitario entre el bullicio banal de la corte, el César avanza tras la huella desdichada del padre: los otros, senadores y patricios, hijos pródigos del vértigo de la Historia- se pierden presurosos en sitios equívocos, mientras Roma toda se vuelve un único Trastevere ardiente.
Una dudosa penumbra delineando una danza lasciva de sombras rojas traslúcidas, silencio entrecortado de suspiros que no distingue damas nobles de esclavas.
No lejos, al otro lado de la misma penumbra, mendigos harapientos escanciando el aire de la noche infinita.
Unos y otros ojos han abandonado hace tiempo a los pequeños dioses lares, cuyas lágrimas parcas se mezclan revueltas con el polvo.
En el horizonte del tiempo sobrevuela la insurrección en Iberia, la larga marcha de Galba sobre Roma, la sombra furtiva de Alarico. Exacto tiempo de los traidores, madrugadas de incendio, damas nobles y esclavas otra vez igualadas por los saqueadores.
Entretanto, aún este breve interludio:
Dos gladiadores extranjeros -corpulentos, rudos-, lanzados a la arena indiferente entre el vocerío de la muchedumbre densa y rugiente. Horas de lucha bestial, y el tracio que cae, en un baño de sangre.
Nadie atiende al pulgar en alto de Nerón, y todo el Coliseo enmudece, ante el cadáver mutilado de la rosa, cuya sombra frágil crece y se agiganta por instantes sobre la arena amarilla y ocre, ahora ligeramente roja.


agosto 1995 – enero 2002
Alejandro Drewes, (Argentina) es un poeta de singularidad porque en su tono puede sentirse la búsqueda de una realidad más allá de la percepción sensorial, pero al mismo tiempo parte de una visión conceptual del entorno transmutado por la crisálida tela de la melancolía.

“Y el mundo es simplemente esa antigua calle conocida y esos labios
a los que todo converge…”

“Y ahora esta suprema oscuridad
clavada en el madero del día.”


Estos versos nos muestran al poeta que con voz de desazón y desgarrado describe su mundo circundante a partir de la emoción sedimentaria que deja en su interior como si fuese un torbellino de dolor influenciado por la cosmogonía cristiana del martirio. Su poesía se nutre de la vivencia del poeta, pero de una experiencia que bien puede ser suprareal porque lo enunciado pertenece a un mundo propiamente sujetivo y no al contexto de lo cotidiano. El yo enunciativo diáloga con ese otro dimensional, describiéndole desde su melancolía esa otra intemporalidad de lo observado, que parte del plexo solar del yo hablante y no de su racionalidad emocional. En palabra del crítico Julio Ortega, “(… el lenguaje es más enunciativo que desplegado, el hablante está más cerca del lector, el acto poético es menos performativo y más dialógico.)”

Sus poemas en prosa gozan de belleza cromática que muy bien no recuerda los filmes de Bertolucci y del cineasta francés Bertran Tavernier.

“Oscuros presagios de los magos, las letras del futuro en el libro del vientre de los pájaros sacrificiales, anunciando el pronto fin del Imperio.”

Una hermosa conjugación de lo épico y lo profético denota de este poema en prosa una profundidad para transparentar el sub-mensaje que tiene mucho que ver con el presente inmediato de la raza humana. Cuando los hombres que tienen en sus manos el destino de la humanidad hablan desde el contexto de la arrogancia olvidan las lecciones dadas por la historia. Citarlos aquí sobra porque desde los inmemoriales tiempos el poder ha sido esa ceguera humana que ha corroído todo sentir humano y ha hecho del hombre una bestia de la modernidad.

Le dejo con esta muestra de Alejandro Drenes esperando que la disfruten como yo la he disfrutado. A partir de esta semana varios cambios serán introducidos en el Wrong Side. Cada semana tendremos a un autor invitado. Expreso mi agradecimiento a todos los poetas por las colaboraciones recibidas desde todos los confines de Latinoamérica y España.

Sencillamente, gracias. Daniel Montoly

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