En una mesa.
y en una copa de vino
dejo su enervante rostro tendido
tal luna sobre el mar de Oporto.
Más tarde escuché entre burbujas
las sílabas rumorosas de su aroma,
y fueron sus miradas baúles
donde floreció mi adolescencia
azuzada por el calor de su senos.
Daniel Montoly/© 2003
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