Friday, August 4, 2006

Seis voces a dos orillas de una isla.


Madre


Mi madre no tuvo jardín
sino islas acantiladas
flotando, bajo el sol,
en sus corales delicados.
No huba una rama limpia
en su pupila sino muchos garrotes.
Qué tiempo aquel cuando corría, descalza,
sobre la cal de los orfelinatos
y no sabía reir
y podía siquiera mirar el horizonte.
Ella no tuvo el aposento del marfil,
ni la sala de mimbre,
ni el vitral silencioso del trópico.
Mi madre tuvo el canto y el pañuelo
para acunar la fe de mis entrañas,
para alzar su cabeza de reina desoída
y dejarnos sus manos, como piedras preciosas,
frente a los restos fríos de enemigo.


Nancy Morejón



El Tambor


Mi cuerpo convoca la llama
Mi cuerpo convoca los humos
Mi cuerpo en el desastre
Como un pájaro blando
Mi cuerpo como islas.
Mi cuerpo junto a las catedrales.
Mi cuerpo en el coral
Aires los de mi bruma
Fuego sobre mis aguas.
Aguas irreversibles
En los azules de la tierra
Mi cuerpo en plenilunio
Mi cuerpo como las codornices
Mi cuerpo en una pluma
Mi cuerpo al sacrificio
Mi cuerpo en la penumbra
Mi cuerpo en claridad
Mi cuerpo ingrávido en la luz
Vuestra, libre, en el arco.



Nancy Morejón

(Tomado de Elogio y Paisaje ,
La rueda dentada, Ediciones Unión, 1996)





POÉTICA


DI LA VERDAD.
Di, al menos, tu verdad.
Y después
deja que cualquier cosa ocurra:
que te rompan la página querida,
que te tumben a pedradas la puerta,
que la gente
se amontone delante de tu cuerpo
como si fueras
un prodigio o un muerto.


Heberto Padilla



EN TIEMPOS DIFÍCILES


A AQUEL HOMBRE le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una epoca dificil
nada hay mejor que un par de buenas manos.
Le pidieron los ojos
que alguna vez tuvieron lagrimas
para que contemplara el lado claro
(especialmente el lado claro de la vida)
porque para el horror basta un ojo de asombro.
Le pidieron sus labios
resecos y cuarteados para afirmar,
para erigir, con cada afirmacion, un sueño
(el-alto-sueño);
le pidieron las piernas,
duras y nudosas,
(sus viejas piernas andariegas)
porque en tiempos dificiles
¿algo hay mejor que un par de piernas
para la construccion o la trinchera?
Le pidieron el bosque que lo nutrió de mno,
con su árbol obediente.
Le pidieron el pecho, el corazon, los hombros.
Le dijeron
que eso era estrictamente necesario.
Le explicaron después
que toda esta donación resultaría inútil
sin entregar la lengua,
porque en tiempos difíciles
nada es tan útil para atajar el odio o la mentira.
Y finalmente le rogaron
que, por favor, echase a andar,
porque en tiempos difíciles esta es, sin duda, la prueba decisiva.


Heberto Padilla Fuera del juego (1968)



EL ÚLTIMO CASO DEL INSPECTOR



El lugar del crimen
no es aún el lugar del crimen:
es sólo un cuarto de penumbras
donde las sombras desnudas se besan.

El asesino
no es aún el asesino:
es sólo un hombre cansado
que va llegando a su casa un día antes de lo previsto,
después de un largo viaje.

La víctima
no es aún la víctima:
es sólo una mujer ardiendo
en otros brazos.

El testigo de excepción
no es aún el testigo de excepción:
es sólo un inspector osado
que goza de la mujer del prójimo
sobre el lecho del prójimo.

El arma del crimen
no es aún el arma del crimen:
es sólo una lámpara de bronce apagada,
tranquila, inocente
sobre una mesa de caoba.

Luis Rogelio Nogueras



OFICIO


Veo lo mismo que tú ves
(o incluso menos, porque mi vista declina).
Sólo que, cuando tú duermes,
o haces el amor en complicadas posiciones
(lo que también hago, con dificultad),
yo trato, con dificultad, de convertir
lo que ambos vimos en palabras;
y luego, con dificultad, las palabras en versos;
y más tarde, con dificultad, los versos en poemas
(cosas que a veces consigo, con dificultad).
Y entonces publico esos poemas, con dificultad;
y por ellos, a menudo, con dificultad, me
felicitan amigos y desconocidos,
y también con dificultad,
me odian más los mentirosos,
me llaman mentiroso los ciegos,
las mentiras me ciegan de odio.


Luis Rogelio Nogueras



The Parade Ends

" Paseos por las calles que revientan,
pues las cañerías ya no dan más
por entre edificios que hay que esquivar,
pues se nos vienen encima,
por entre hoscos rostros que nos escrutan y sentencian,
por entre establecimientos cerrados,
mercados cerrados,
cines cerrados,
parques cerrados,
cafeterías cerradas.
Exhibiendo a veces carteles (justificaciones) ya polvorientos,
CERRADO POR REFORMAS,
CERRADO POR REPARACIÓN.
¿Qué tipo de reparación?
¿Cuándo termina dicha reparación, dicha reforma?
¿Cuándo, por lo menos,
empezará?
Cerrado...cerrado...cerrado...
todo cerrado...
Llego, abro los innumerables candados, subo corriendo la improvisada escalera.
Ahí está, ella, aguardándome.
La descubro, retiro la lona y contemplo sus polvorientas y frías dimensiones.
Le quito el polvo y vuelvo a pasarle la mano.
Con pequeñas palmadas limpio su lomo, su base, sus costados.
Me siento, desesperado, feliz, a su lado, frente a ella,
paso las manos por su teclado, y, rápidamente, todo se pone en marcha.
El ta ta, el tintineo, la música comienza, poco a poco, ya más rápido
ahora, a toda velocidad.
Paredes, árboles, calles,
catedrales, rostros y playas,
celdas, mini celdas,
grandes celdas,
noche estrellada, pies
desnudos, pinares, nubes,
centenares, miles,
un millón de cotorras
taburetes y una enredadera.
Todo acude, todo llega, todos vienen.
Los muros se ensanchan, el techo desaparece y, naturalmente, flotas,
flotas, flotas arrancado, arrastrado,
elevado,
llevado, transportado, eternizado,
salvado, en aras, y,
por esa minúscula y constante cadencia,
por esa música,
por ese ta ta incesante. "


Reinaldo Arenas



Tú y yo estamos condenados


Tú y yo estamos condenados
por la ira de un sseñor que no da el rostro
a danzar sobre un paraje calcinado
o a escondernos en el culo de algún monstruo.

Tú y yo siempre prisioneros
de aquella maldición desconocida.
Sin vivr, luchando por la vida.
Sin cabeza, poniéndonos sombrero.

Vagabundos sin tiempo y sin espacio,
una noche incesante nos envuelve,
nos enreda los pies, nos entorpece.

Caminamos soñando un gran palacio
y el sol su imagen rota nos devuelve
transformada en prisión que nos guarece.

Reinaldo Arenas (La Habana, 1971)



LA HABANA, TESTIMONIO 69


Los barcos entran al puerto de La Habana
como gigantes ciegos
tanteándole el alma a la bahía.
A bordo traen tractores
carros, maquinarias agrícolas
que horas después opera una muchacha en Camagüey
o un adolescente que abandonó su casa
que dejó la ciudad y se rompe las manos contra la tierra
porque el futuro
el pueblo
la esperanza.
A bordo vienen los marinos
poseídos por sus antepasados
nuevos conquistadores
llenos de baratijas
radios portátiles, grabadoras sanyo, camisas y perfumes
a perderse en las calles del Vedado
a cambiarlas por la piel
por la noche
por la labor de Celestina que ejerce sin prejuicio
el maricón moderno.
Los grandes barcos entran al puerto de La Habana
con sus marinos y sus máquinas
como gigantes ciegos
tanteándole el alma a la bahía.


Raúl Rivero


MURALLAS


Se han reunido allá abajo.

Los pastorean desde motos oscuras
Que parecen bestias de los Montes Urales.

Quieren que nos mate el pánico
Pero Blanca y yo
Tenemos compromisos
Con otras agonías.
Mientras encienden las antorchas
Y ensamblan las catapultas
Le servimos una mesa de lujo
A los muertos de la familia
Y escribimos mensajes
A nuestros hijos que están lejos.

Ya empezaron los gritos de guerra
y una avanzada conquista la escalera.

El cañonazo de las nueve
anuncia que cerraron la muralla
y se inicia la ofensiva final.

Esta noche es imposible
Dormir en intramuros.

Alabado sea el cimarrón
que descubrió la libertad en el monte.


Raúl Rivero



Examen del maniqueo

" Cuántas veces ha sido humillada tu soberbia:
la soberbia del maniqueo.
Cuántas veces has tenido que beberte las lágrimas de hiel
de no ser puro como un ángel.
¿De qué vale sutilizar los argumentos?
-Sí, has colaborado con todo lo que odias,
con la múltiple, infinita cara del mal.
¿En mínima medida? ¿Sólo por omisión? ¿Sólo para ganar el pan?
Nada puede consolarte.
-Nada: porque mientras menor o más irrechazable haya sido tu complicidad,
más esencial es tu miseria, y mientras creías estar amparando en tu casa a los dioses
siempre derrotados,
no eras más que un oscuro obrero de la monstruosa construcción.
Y así, cuando llegues a la presencia de tu Señor,
no podrás decirle: fui puro, no pacté, no mezclé mi alma con las tinieblas,
sino tendrás que confesarle: soy
esta mezcla deleznable,
me fue impuesto el insulto de la promiscuidad,
tuve que dar al César lo que es del César
y al cuerpo lo que es del cuerpo,
soy uno más, perdido y manchado, en el rebaño,
-quise salvar la luz, pero no pude. "


Cintio Vitier


TRABAJO

Esto hicieron otros
mejores que tú
durante siglos.
De ellos dependía
tu sensación de libertad
tu camisa limpia
y el ocio de tus lecturas y escrituras.
De ellos depende
todo
lo que te parecía natural
como ir al cine
o estar triste, levemente.
Lo natural, sin embargo, es el fango,
el sudor, el excremento.
A partir de ahí, comienza
la epopeya, que no es sólo
un asunto de héroes deslumbrantes,
sino también
de oscuros héroes, suelo de tus pisadas,
página donde se escriben las palabras.
Deja las palabras, prueba
un poco
lo que ellos hicieron, hacen,
seguirán haciendo
para que seas:
ellos,
los sumidos en la necesidad
y la gravitación,
los molidos por los soles implacables
para que tu pan siempre esté fresco,
los atados
al poste férreo de la monotonía
para que puedas barajar todos los temas,
los mutilados
por un mecánico gesto infinitamente repetido
para que puedas hacer
lo que te plazca con tu alma y con tu cuerpo.
Redúcete como ellos.
Paladea el horno,
come fatiga.
Entra un poco, siquiera sea clandestinamente,
en el terrible reino de los sustentadores
de la vida.


Cintio Vitier

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