Para guardar

No olvides la paciencia
el lugar sin origen
el reverso de tu yo
encaramado sobre tus edades
en el centro de la carne
ni el rocío que emana de tu voz
fruto de tu silencio
Puede ser que este rostro tuyo, que yo debo recorrer,
quede fijado en la piedra
hay allí frutos devastados
movimientos derrumbados
una garganta fresca
y la llamarada de los adioses bajo un cielo sin gracia
que nuestras lágrimas, despedidas, quiebren los tallos de
las cañas
navegando por caminos subterráneos, el viento
nos empuja como si fuésemos su obra maestra
Qué violencia la de estas humaredas
avanzan apretadas
apagadas
descalzas
hay que olvidar la perspectiva del deseo inflamado
la permanencia de la llama compacta
son las herramientas de un recuerdo destruido
empujado hacia el polvo áspero
empujado por el amor al incendio
para complacer a las cenizas
si ese postigo no regres
asi ese calor nos expulsa de la madrugada.

Por ese suelo en el que no pongo pie
por los silencios y los dones del día olvidado
por el oído que sólo escucha el rodar de las piedras
por el aire desbrozado lleno de claridad
por ese horizonte sedentario que no podemos traspasar
por el tiempo del goce perdido y entero
separado de las constelaciones
y el viento que retengo en el corazón
apresado entre muros
en el lecho ausente ese espasmo sin cesar
ese placer obstinado
esa vigilia sobre mi nuca.
Si apoyo el hombro contra el mar
¿dónde se detienen las estrellas fugaces?
vuelvo a la crueldad al final de este día
regreso a la venganza por el camino seco
sobre ese desierto que se extiende en mi mano
que no puedo reemplazar, que atraviesa la
habitación o se entrega a su servidumbre
en medio de ese pozo de arena me agité
con la lentitud de la vigilia
y el silencio endurecido
la angustia se inclina frente a mi rostro
tomo la herramienta de la infelicidad
y abro las puertas de mi prisión.
Nota: Esta breve selección de poemas fue tomada del Internet.
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