Tuesday, October 17, 2006


RESCATE DE LOS ARCHIVOS.
Entrevistas: Los poemas no dejan de venir.
Diálogo con Roberto Fernández Retamar
por Ernesto Sierra

Roberto Fernández Retamar es una de las existencias más lúcidas de la cultura latinoamericana de hoy. Poeta, ensayista, profesor universitario, editor, fundador de revistas literarias, Presidente de la Casa de las Américas, amante de la música, la pintura y el béisbol, más que al hombre de letras moderno, encarna al humanista del renacimiento, pasado por la gravedad filosófica agonista de Unamuno y Antonio Machado.

En los cincuenta aparece su poesía, junto a la de otros jóvenes poetas que forman parte de la cima de la poesía cubana actual. A los aires conversacionales y líricos de sus poemas, suma rápidamente la agudeza de su pensamiento y su temprana erudición para ofrecernos una obra ensayística que desciende, por línea directa, de Bello, Sarmiento, Martí, Rodó, Reyes, Mariátegui. Desde entonces, la obra escrita de Retamar transita por el meridiano de la mejor literatura contemporánea en lengua española. Fiel a su espíritu vanguardista, publicó en los noventa cerca de una docena de libros que recorren un amplísimo espectro genérico, en ejemplar demostración de la vitalidad de su literatura. Como se sabe, la Feria del libro de la Habana, de este año, estuvo dedicada a él y, a España como país invitado. En los días previos a la inauguración de la Feria intercambiamos unas palabras, apenas las suficientes para curiosear en la actualidad de su pensamiento.

Retamar posee, además, el don de la “labia”; dejémoslo hablar.

Terminó el siglo veinte y son mayoría los que aceptan que marcó la madurez de la llamada literatura latinoamericana ¿Qué género alcanzó mayor desarrollo, la poesía, el ensayo o la prosa de ficción?

- Ángel Rama dijo que los géneros reyes en nuestra literatura (la hispanoamericana, no sé si también la latinoamericana y caribeña, con zonas de la cual no estoy lo familiarizado que querría, como la literatura brasileña, la francocaribeña, la anglocaribeña, etc.) son la poesía y el ensayo. Ambos alcanzaron su madurez entre finales del siglo XIX y principios del XX, con el modernismo, pero en el caso del ensayo alguna vez fuera de él. Pienso, en figuras como Martí (claro), González Prada, Gutiérrez Nájera, Casal, Silva, Darío, Sanín Cano, Rodó, Herrera y Reissig, Lugones, González Martínez (se sabe en cuál de los dos géneros, o en ambos, descollaron esos escritores). En lo tocante al ensayo, añadiría a Varona, evidentemente no modernista, pero notable ensayista. De la faena de criaturas así viene, con los enriquecimientos del caso, lo hecho hasta hoy en las áreas mencionadas. Ejemplos de ello son las obras de Ortiz, Pedro Henríquez Ureña, Reyes, Gabriela, Fernández Moreno, Vallejo, Huidobro, Mariátegui, Martínez Estrada, Borges, Pellicer, Guillén, Neruda, Portuondo, M. Aguirre, Lezama, Paz, Benedetti, Diego, Cintio Viter, Cardenal, García Marruz, Rama, Adoum, Fayad, Gelman, Roque, Galeano, tantas y tantos más...hasta este 2001.
La narrativa correspondiente, aunque tenía antecedentes valiosos (baste el ejemplo de Quiroga), no alcanzó madurez en su conjunto sino décadas después del modernismo, sobre todo a raíz de la vanguardia. Lo ejemplifican las producciones de Asturias, Borges, Marechal, Carpentier, Rulfo, Arguedas, Onetti, Lezama, Cortázar, Roa Bastos, García Márquez y la cohorte bien conocida... también hasta este 2001. Ahora, una cosa es el nivel de una literatura, y otra su difusión o su acogida. Esto último, como sabemos de sobra, ocurrió, en lo que toca a la literatura hispanoamericana, a partir de la década del 60 del siglo XX, cuando la atención mundial, por razones extraliterarias (en primer lugar, la Revolución Cubana), se volvió sobre nuestra América, y encontró allí (aquí) una literatura de calidad en los géneros mentados. La narrativa se benefició en particular de aquella difusión o acogida, porque la narrativa, en particular la novela, es con frecuencia un género de masas, a diferencia de la poesía y el ensayo.

Sin embargo, son muchos los que afirman que la narrativa de ficción, especialmente la novela, se ha desarrollado más en las últimas décadas ¿Qué legado nos dejó el llamado "boom" de los sesenta? ¿Existe la literatura del "posboom"?
- No me gusta (y creo no haberlo empleado salvo para impugnarlo) el término “boom” (Viñas prefiere decir “bum”), término nada literario, referido a un pequeño grupo de buenos novelistas hispanoamericanos que se beneficiaron grandemente de aquella acogida. Con mayor razón me desagrada la expresión epigonal “posboom”. En consecuencia, no hablaré de ellos.
La poesía en lengua española es pródiga en versos, rimas y figuras estróficas
¿ El siglo que acabó trajo la muerte de esta diversidad y la tiranía del verso libre?

- No. Creo que la riqueza, la diversidad, no el empobrecimiento, prevalecen y prevalecerán.

Un escritor cuya obra admiro ha dicho que el poeta es un imitador de Dios porque, al igual que este, crea nombrando ¿Qué opinión le merece esa idea?
- No me gusta mezclar la teología en estos asuntos.

¿La poesía..., el poeta..., el escritor...? ¿Se considera un escritor de libros?

- Definir es con frecuencia matar o congelar. Seré pues cauteloso. La poesía es el sitio incandescente de la literatura, y el poeta es el que produce la poesía, o, si se quiere, le sirve de cauce. El escritor (que puede ser o no poeta) se vale de las palabras para incrementar la realidad gracias entre otras cosas a la imaginación, y a veces para hacerla inteligible. En cuanto a si me considero un escritor de libros (primera de estas preguntas que se refiere a lo que yo hago), la respuesta es no. He escrito, antes de mis treinta años, dos libros orgánicos, que eran estudios. Por lo demás, pienso que procedo como decía Nietzsche, en observación que complacía a Mariátegui: escribo piezas que luego se reúnen en libros.

Hay quien afirma que la poesía es un género de juventud. Usted ha cumplido algunos años y continúa escribiendo y publicando versos, incluso ha ganado premios importantes ¿Por qué sigue escribiendo poemas?

- La poesía aparece, a partir de la adolescencia, en cualquier edad. Martí publicó su primer libro de versos a los veintinueve años; y el segundo (y último y espléndido) a los treinta y ocho. El primer libro de poesías de Unamuno apareció a sus cuarenta y tres años. Otros poetas han publicado precozmente, pero no sus libros mejores, como Darío y Juan Ramón. Es citadísimo el caso del Rimbaud juvenil; y también merece serlo el del Goethe muy anciano. En cuanto a mí, sigo escribiendo poemas porque ellos no dejan de venir.

¿Se considera un poeta de la Generación de los 50 o un poeta conversacional?

- No importa mucho lo que uno se considere. Pero he objetado llamar a la generación a la que pertenezco “de los 50”. En España, se habla de una generación “del 98” porque ese fue un año relevante en lo histórico; y de una “del 27”, porque fue un año en que se conmemoraba el tricentenario de Góngora. Supongo que por similitud con nuestros coetáneos españoles, agrupados en la llamada “generación de los 50”, algunos han querido nombrar así la nuestra. Pero 1950 es un año vacío, y nosotros, en Cuba y en Hispanoamérica, contamos con una fecha resonante: 1959, como dijo hace tiempo José Emilio Pacheco. En todo caso, no es cosa demasiado importante. Por otra parte, poetas conversacionales los ha habido en incontables generaciones.

¿Existe la tan esperada literatura de la Revolución?

- Si a más de cuarenta y dos años de 1959 tal literatura es todavía “tan esperada”, ni la pregunta ni la conjetural respuesta podrían tener sentido.
¿Qué cree de la literatura cubana de los noventa, de los nuevos, los novísimos y la pródiga lista de adjetivos similares? ¿Hacia dónde va la literatura cubana entre el curso natural que sigue en la isla y las estrategias promocionales de las editoriales extranjeras?
- He leído y leo, en el tiempo de que dispongo, cuantos autores jóvenes puedo. Son tantos y tan variados, que no pueden englobarse en un calificativo común. Y no sé (ni creo que nadie sabe) hacia dónde va la literatura cubana. Quisiera que fuese hacia metas de alto nivel.

Son varios los escritores que como Marinello, Guillén, Carpentier, Roque Dalton, Benedetti, Rama, Cortázar, y otros entre los que se cuenta usted mismo, han ayudado a moldear de obra y palabra, la imagen del escritor comprometido ¿Cómo ve al intelectual cubano y latinoamericano del siglo que comienza en relación con la política?
- Habrá siempre los que se interesen en ella abiertamente, y los que lo hagan sin decirlo. Estos últimos suelen considerarse apolíticos. Pero raras veces lo son de veras. Por lo general, son gente de derecha que no osan decir su filiación.

¿Cómo se han llevado en Retamar el homo literarius y el homo politicus?

- Soy un escritor que tiene preocupaciones políticas, no un político que escribe literatura.

¿Por qué a los periodistas les gusta tanto preguntarle por Neruda?

- Algunos periodistas me hacen la pregunta porque suponen saber ya la respuesta. Se trata de una forma como cualquier otra de perder el tiempo. Aristóteles decía que hay preguntas que llevan en sí la categoría de la respuesta. Los periodistas avispados (entre los que se cuenta usted) no pierden en ello su tiempo. Como saben los informados, se trata de un asunto aclarado, incluso por mí mismo. Y también, de forma luminosa, por Volodia Teitelboim, la última vez que estuve en Chile.

Gerald Martin lo ha catalogado recientemente como “puente intelectual indispensable entre el siglo diecinueve latinoamericano y el siglo veintiuno” ¿Se considera usted un hombre famoso?

- Rilke dijo que la fama es el conjunto de equívocos en torno a una persona. No veo razón alguna para contradecirlo.

La Feria del libro de la Habana de este año está dedicada a usted ¿ Qué piensa hacer en esos días?

- Sobrevivir.

¿Por qué dejó de usar los tirantes?

- No he dejado del todo de hacerlo. Los alterno con los cintos (que en Cuba llamamos fajas). Me gustaría escribir una “Teoría de los tirantes”, pero probablemente no es éste el momento de hacerlo.

Tomada de: La ventana, Órgano informativo de la Casa de las Américas

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Onetti tiene un decálogo, así como Quiroga, donde aconseja no limitarse a leer los libros ya consagrados (dice que Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz y hoy son genios).

Aunque no creo en decálogos y además no soy escritora, últimamente pensé en esto porque Jorge Lafforgue defendió a Quiroga cuando los estudiosos lo consideraban un escritor menor y la semana pasada me encontré al mismo Lafforgue apostando por un escritor nuevo... y en mi cabecita empezaron a pasar cosas.

O sea que el tipo, con una trayectoria de medio siglo, no tiene miedo en decir lo que piensa y levanta a un escritor que hasta ahora solamente ha publicado un libro.

Yo me hice con el libro y lo leí porque si para Lafforgue es bueno debe ser bueno y pensé después de leerlos que sí, que es bueno, pero que no sé si yo sola me hubiese animado a decirlo sin la autoridad de un groso que me abra la puerta antes. Y esto me dejó pensando.

Lo que quiero decir es cómo yo que no tengo ningún prestigio para perder nunca me animé a levantar a alguien que nadie haya consagrado antes. Ya sé que no me puedo comparar con Lafforgue que soy una lectora casi del montón, pero justamente por eso ¡¡¡¿por qué tenerle miedo a equivocarse?!!!

Bueno... que por todo esto abrí un blog en http://misescritorespreferidos.blogspot.com con la idea de que la gente haga conocer a sus buenos escritores en las sombras, para que los compartamos y encontremos a los futuros Quirogas, Onettis, Cortázares y Borges por nosotros mismos. ¿Demasiado delirante? No será la primera vez que me lo dicen pero quiero hacerlo y creo que está bien que lo hagamos.

Ojalá visiten el blog y opinen algo al respecto. Gracias.

Lau.

1:04 PM  

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