LINA ZERÓN
(Ciudad de México, 1959)
Hoy escribí tu nombre bajo la almohada
y no me sentí sola.
ODA MAYOR
A mis amigos en el exilio
Patria mía,
quién pudiera volver a beberte
en la copa de una mirada,
a sentir tu paisaje
adentrándose en el alma.
A mirar tus hombres,
tus niños,
tus mujeres,
creando de nuevo la esperanza,
entre las ruinas del odio caminando,
extendiendo otra vez
la mano amiga y compañera.
Y,
entre todas las manos,
la mano del ausente,
la mano del que se fue por el río,
de los que cayeron esos días,
antes del alba, en las sombras,
cercenados de fuego,
de tortura y espanto.
Quién pudiera volver a verte
con estos ojos de niebla
cuando me atropella el llanto.
(de “La espiral de fuego”, 1999)
MORADAS MARIPOSAS
Fui semilla de sol plantada en la tierra,
parida por un tornado de agua,
entre polvo estelar y alarido de colores.
Yo quería nacer mariposa,
águila,
y que me crecieran doradas plumas,
pero nací higuera de enormes raíces
y me salieron ramas
y de las ramas hojas
y me nacieron ojos en la corteza.
De las hojas brotaron palomas,
acunaron suspiros mis rojos dedos,
mis manos abanicaron tinieblas
y probé la manzana del Edén.
Supe del sabor de la sangre
y me punzaron los huesos,
aprendí a llorar con mi sombra
y a cargar la cruz del fruto de María,
pero también probé la miel sagrada de la rosa,
la carne del cordero,
tuve sangre virgen en las venas
y entre mis piernas el jugo de Adán corrió.
Mi vientre parió moradas mariposas
que alimenté con savia pura de abeja
y me convertí en olmo
para defender los frutos
y ni sequías
ni tempestades
arrancaron mi tronco de la tierra.
Cantaron muchas primaveras con sus inviernos,
maduraron los higos, a la vida cayeron,
se olvidaron de este árbol
y desnudas quedaron mis ramas.
Dejé de ser higuera y olmo,
me crecieron alas
y en las plumas colores
y en los colores agua
y me convertí en pez-golondrina.
Mis lágrimas humedecen las escamas
y los suspiros hacen volar mis alas
cuando veo las semillas que mis frutos dieron.
Soy feliz de haber nacido higuera,
volverme olmo
y ahora ser pez-golondrina
sin nido fijo y sin cadenas.
CORTESANA
Soy la mujer que duerme en la jaula con los leones
/al ponerse el sol.
Carne cruda como de sus pestilentes fauces,
lamo sus recovecos denigrantes,
y, sin importarles, prueban cada mes mi sangre.
Me he dejado ultrajar por conveniencia,
soy mansa por una retribución,
abro mis posiciones
para conseguir prodigios mayores,
mejores pagas.
Todas las noches meto al sol en mi cama
y caliento deshilachados cuerpos.
A veces suplico ternura desde el fondo de mi alma,
desde el encierro de mi jaula
repleta de vacíos inconmensurables,
pero ellos no escuchan.
El mundo me desprecia,
yo lo ignoro.
Vivo para alimentar a las bestias
con mi carne.
Soy libre de volar si quisiera,
de escapar,
mas, no tengo a donde ir...
Pertenezco a esta jaula.
UN GRAN PAÍS
Vivo en un país tan grande que todo queda lejos:
la educación,
la comida,
la vivienda.
Tan extenso es mi país
que la justicia no alcanza para todos.
(de “Moradas mariposas”, 2002)
JARDÍN EN LLAMAS
Te amo porque tus labios
saben a claveles y magnolias,
tu espalda a frescas hojas,
tu pecho a trino de gorriones,
tus piernas a rojo sauce,
tu sexo a enjambre de abejas.
Porque tu cuerpo es fuego de artificios
que explota en horizonte nuevo,
se inundan mis entrañas de sonidos.
Los jugos de mi almendra
a incienso de violetas huelen.
En tus dedos, infinita noria soy.
Me acaricias con ternura de algodones,
colmas mi vientre con frutos esmeraldas.
Porque eres curva perfecta
que se amolda a mi cuerpo,
conviertes en jardín mi corazón en llamas.
(de “Vino rojo”, 2003)
A TODOS LOS HE AMADO
Te advierto que cuando muera,
ellos buscarán mis cenizas
esparcidas en el viento,
recordarán el rojo profundo de mis besos
y el azul revuelto de mis mares.
Volverán a la playa de olas satisfechas,
donde mi piel gemía en sus cuerpos,
se buscarán en cada uno de mis poemas
y en silencio gritarán mi nombre ante el espejo.
A todos los amé por igual:
nunca necesité descanso o más pulmones,
todos tuvieron su sitio y su tiempo,
siempre tejí océanos de ternura
con hilos de caricias en cada encuentro.
La vida pasa y la lluvia seguirá cayendo,
Mas, día a día recordaré cada nombre,
cada rostro, torso, manos, boca,
los “te quiero” y las despedidas.
Así que hoy tu traición no me derrumba,
hoy el amor encerró a sus mendigos;
todo será perfecto,
tú vendrás oliendo a fresco,
bien vestido,
cabello en orden;
yo besaré tus labios
y en tus labios, te prometo,
recordaré todos las bocas que he besado.
(de “Nostalgia de vida”, 2005)
LETANÍA
Benditas las mujeres que protegen el fruto de su vientre,
asumiendo la parábola de su belleza bajo un delantal,
aquellas que lavan su rostro con el manto de la rutina
y aprenden a alzar la voz , aunque sólo se tenga la voz.
Benditas las mujeres que arrastran la cruz de impuras,
regando su futuro con lágrimas de ausencias,
que encuentran purificación en el agua de cualquier río
y tejen amores dispersos en el manar del tiempo.
Benditas las mujeres que se enamoran,
las hechiceras de la noche,
las que comparten el fuego de las bodas del cuerpo
en la consagración de la piel.
Benditas las que gritan lo que el corazón profesa,
las que escuchan y las que imponen su palabra,
también las que callan su verdadera pasión,
sobreviviendo como agua estancada y triste.
Benditas las que enfrentan el nido vacío,
reviviendo cada noche el éxodo desde su origen.
Benditas las que son tormenta, río sin cauce,
a las que llaman locas, revoltosas,
liberadas, feministas,
y son capaces de atropellar al viento con una mirada.
Benditas las hembras con fracturas y fragmentos.
Benditas Nosotras, matriz del universo.
GITANA AZUL
Hace mucho fui gitana azul,
tiré mis cartas con la mano izquierda,
mientras la otra tocaba con desprecio tu recuerdo.
Cadenciosos futuros reverberaron en mis labios
y el sol de marzo calentó mis andariegas manos
que me condujeron al viejo edificio de tu cuerpo.
Ayer, fui una iglesia colmada de oraciones,
un ángel cercando el cuadro de mi santo preferido,
-“San Judas Tadeo, en ti confío mis secretos”-
mi moral sujeta con alambres ortopédicos
porque este amor que por él siento
es un disfraz de noche de espantos mal cosido.
Hoy, tú eres ave carroñera despavorida tras los restos,
que me busca fuera y dentro de sus delirios,
entre las letras del teclado
donde a veces soy luminoso texto,
otras oscuridad de invierno
pero nunca la misma.
Mañana seré cirquera,
prestidigitadora,
¿y tú? una ronda de poemas
tirados por esta talladora de la vida,
entre los versos de mi último libro.
En el futuro serás ni 2 segundos por teléfono.
(de “Consagración de la piel”, 2007)
http://www.linazeron.com/
JOSÉ ÁNGEL LEYVA
(Durango, 1958)
NAGUAL 10
Poeta
Al final uno se convierte en lo que escribe
o no con mano propia
Quién habrá de creer en tu nagual
si no olfatea el temblor de la imagen aterida
muerta de miedo ante los ojos que la observan
Borrón mancha signo tipográfico
Tinta sin control en el papel desierto
Chorro de sombras en la hoja infestada de olvidos
predadores de lo nuevo
Urgencia de oxígeno en la cumbre o en el fondo
donde no volamos ni anduvimos con las branquias puestas
Levantas la tapa y ves tu propia muerte
Bulle el gusanero de letras debajo de un título y de otro
Parecen luces de neón cubiertas de ceniza
Tu máscara y tu nombre ocupan el lugar
de esa persona que no llegaste a ser
Un día cualquiera la ahogaste con la almohada
Algo de ti quedó en su testamento
Acabas de nacer
Alguien te lee
LÍNEAS
Entre dos puntos la línea divide un infinito
los límites de un cuerpo
de un volumen
el comienzo de la imagen
El pincel con fibras asombrosas
se desliza entre espectros de manos dibujantes
Durero Leonardo Doré Shitao Klee
Alambres nerviosos del silencio
Caligrafías de los sentidos y del sueño Un lápiz desmadeja las formas informales
el presente amorfo de recuerdos del futuro
las rayas de la palma y de los dedos
en cuevas muros y peñascos En las manos que escriben va la suerte
del grafito con su punta desgastada
Resistencias cuerdas filamentos espirales
encendidas por Ariadna en las cavernas
en la mirada medio humana de la bestia al descender a la rúbrica y al trazo
la línea es frontera y es principio
de quien escribe y dibuja sus fantasmas
MI ABUELO
a Juan Gelman
Mi abuelo tenía unos largos cuchillos afilados
y un extraño silencio de sauce en las pestañas
Dice mi padre que era experto en matar de un solo tajo
abrir las bestias en canal y desollarlas con pericia
Desvanecer en cortes cirujanos a la presa
Mi abuelo José Ángel no pensaba en el dolor
ni en la muerte de la carne
Cada mañana en su interior se desangraba una palabra
Un pinchazo al corazón se le clavaba al hundir el pan
en el café matinal en medio de los fiambres
Imaginaba que encendía temprano un horno
amasaba harina y enseñaba a los nietos a inventar
formas con nombres que se encienden al calor del barro
El carnicero despertaba en su local de garfios y de sangre
Rebanaba piezas de res de cabra de cerdo de cordero
Callado
Regalaba a la clientela una sonrisa calma
A veces el alcohol recuperaba el sueño
el aroma del pan
las ascuas brillantes de sus ojos grandes
Tomaba la calle con risa y voz desconocidas
Compraba en el retorno a casa la mejor repostería
Murió el abuelo porque el trigo le dolía al miocardio
antes de conocer nietos y de ser viejo
Sus hijos heredaron de mi abuela el magisterio
y una sentencia que dijo era de José Ángel
“La palabra es al hombre lo que el hombre a la palabra”
Abandonó la familia el matadero por un salón de clases
En mi infancia recuerdo a mi padre sacrificar animales
con manos de maestro
escribir discursos y poemas para grandes banquetes
en una comunidad analfabeta
También lo vi hacer hornos y pan junto a mi madre
Ahora me pregunto al escribir sobre el abuelo
En dónde quedaron sus largos cuchillos afilados
Los nombres de la harina
En dónde la palabra-carne
TONINÁ
Un camino de hormigas abre el rastro
allana la maleza hasta la piedra
Aún se escuchan los pasos olvidados
de los indios que erigieron monumentos a la luz
Perduran las estelas mayas con todo y sus pirámides
También el zumbido de las flechas lanzadas a los cuerpos estelares
¿En dónde comenzó la muerte a ser agricultora de los vivos?
La exploración del cielo la cifra vertical
En el telar de los primeros cuentos borda
un vigía el destino de los héroes inmortales
Urde la mente los hilos de su propia sombra
Ilumina la noche con ráfagas de dudas
Las cuelga del pozo firme del silencio
El ojo estanque rebosa de memoria
Los dioses se ahogaron en la imagen de los hombres
en sus pupilas espejos de obsidiana
La verdad descarnada se aproxima
El pozo de los astros se llenó de polvo
Reposa en el fondo la palabra de los muertos
Toniná es un camino de hormigas militares
Arrasan con su verde infértil la maleza
y ondean su bandera incrédula
donde ventea el hambre del jaguar
Han plantado los insectos su campo insustancial
El orden brutal de medallas y de estrellas
Garitas recelosas del tiempo
de un pasado presente en las miradas
El verde olivo despliega sus cuarteles
Toniná es una punta de dardo
constelación de signos en espera
Allí muy cerca
se escucha el clarín tembloroso de la guerra
Los hombres de maíz
observadores del cielo
descubren las señales de los sueños
BOGOTÁ
El filo de la noche me rompe la suela del zapato
Llueve
Al pie de Monserrate mis plantas
Son verdes también como los negros ojos
El calcetín recorre la séptima carrera
Sin prisa
la décima la trece el maratón de niebla en la sabana
En el futuro estuve aquí
Tenaz como el pasado
Y en el ayer que es hoy
Su geometría rondaba mi ignorancia
No para de llover
Ladrillos y piedras me indican
Que voy de atrás para adelante
La candelaria envejeció desde el recuerdo
No para de llover
La juventud de Bogotá borbota en las aceras
Forman arroyos sus risas sus deseos
Saltan como hongos de humedad las voces
Caderas senos pasos devenir en baile
No tengo zapatos suficientes para expresar
la intensidad del tiempo
Habrá cielo despejado
Con sol bajo la suela
EL ÁRBOL DE LA MUERTE
El viento aclara la novedad del follaje
Entre los huecos de los pájaros anidan
el estupor y la zozobra
Puñados de sombras parecen agitar las ramas
Sólo ausencias se desprenden del árbol de la muerte
Cuelgan sin gravedad medusas del dolor
Vienen desde abajo
con la raíz en la cabeza del gusano
que aprende a florecer sin frutos
EL POETA LLEVA UN TIRO EN LA CABEZA
a Fausto
Pensaba que la muerte no dolía
mas sintió una explosión de dolor en la cabeza
Era un joven intenso de Colombia
Hombre niño viejo
Le gustaba arriesgar el corazón en la ruleta
y jugar a darle sentido a las palabras
a ponerle nombre a los sucesos
que la demencia y el horror definen innombrables
Se puso a revolver las letras del revólver
Se puso el chaleco salvavidas
Alquiló su vida como escolta
¿En qué país estoy? se dijo
cuando la bala le rompía la frente
y se alojaba estupefacta en el cerebro
Nunca perdió el conocimiento
ni la imagen vívida del arma
¿En qué país estoy? interrogaba a los curiosos
el guardaespaldas boca arriba
con ojos de poeta
de mártir
de extraviado
de suicida
¿En dónde sobrevivo? se pregunta
Ese hombre cuando escribe
y le pesan los versos como plomo
y le vuelven los nombres de la muerte
¿En qué país en qué país?
repite la bala estacionada en la cabeza.
LA POESÍA
Pasaban los árboles veloces de mi infancia
El autobús me arrancaba de los ojos
uno a uno los pinos y las nubes
Devoraba el asfalto tembloroso de la sierra
Yo dije la palabra inútil
y vi la mirada de la muerte
Su tieso semblante y la rigidez
del aire que no pesa y no camina
¿De qué están sembrados los sepulcros
que no echan hacia fuera gusanos sino flores?
Toc toc toc
toc toc toc
Sonó mi cráneo o calavera hueca
Alguien llamaba desde el bosque
Pasaban las sombras de los árboles
y repetí con balbuceos la palabra aliento
Un velo en el cristal de la ventana
la colocó al revés y en forma de conjuro
Entonces las fosas de la tierra
dieron a luz mi propia lengua
José Ángel Leyva (Durango, 1958). Ha publicado: Libros de poesía: Botellas de sed, Catulo en el Destierro, Entresueños, El espinazo del Diablo, Duranguraños, Aguja. Novela: La noche del jabalí (Fábulas de lo efímero). Periodismo literario: El Naranjo en Flor. Homenaje a los Revueltas. Coordinó y forma parte de los libros Versoconverso (Poetas entrevistan a poetas mexicanos), México, 2000; Versos comunicantes (Poetas entrevistan a poetas iberoamericanos), Ediciones Alforja y UAM, 2001. Versos Comunicantes II y III, ediciones Alforja-UAM, México, 2005, y Alforja-Universidad de Nuevo León, 2007. Libros para niños: Taga el papalote. Algunas de sus obras han sido traducidas al francés, inglés, portugués e italiano. Ha dirigido diversas revistas nacionales, entre las cuales destaca Alforja, revista de poesía. Actualmente dirige la Coordinación de Publicaciones del Instituto de Posgrado, Investigación y Educación Continua de la Universidad Intercontinental. Es director general de La Otra. Revista de poesía+Artes visuales+Otras letras. Obtuvo el premio nacional de poesía "Olga Arias" (Gobierno de Durango-Bellas Artes) con el libro Entresueños, en 1990, y el Nacional de Poesía convocado por la Universidad Veracruzana, en 1994.
http://www.laotrarevista.com/
EDUARDO LANGAGNE
(Ciudad de México, 1952)
DISPERSIONES
en tus pesadillas soy un extranjero que mira madurar tu cuerpo
el mar es un fruto verde que no podemos morder
porque la lengua reconoce la traición y la desdeña.
el tigre corre, a pesar de la bala en sus costillas.
la poesía no se crea ni se destruye, sólo se transforma.
escribo ahora que la inmóvil terquedad de la tortuga
/me aviva el rencor.
NÚMEROS
Uno
El cangrejo perforó la garganta de tu abuelo
que era un pez y abría la boca
buscando el oxígeno
que el agua turbia y mínima había gastado
Envejecía aleteando en la pecera
y desde ahí mirando
a los que juegan dados con la muerte
Llevas el mismo nombre
y tu apellido es un mar donde avisan las ballenas
que la muerte ha visitado tu memoria
RIESGOS
los ingenieros querían hacer
un puente
que condujera el ojo
hasta un muslo de mujer
o la palma de la mano hasta un cuerpo de mujer
y querían hacer el puente para llegar a una mujer
sin tocar siquiera el agua
pero la mujer
cada vez que comenzaban a construirlo
lo dinamitaba
EJECUCIONES
en los saxofones anida un ave rara
picotea las llaves del instrumento
provocando
melodías extrañamente dulces
rechaza la vieja embocadura
argumentando olores rancios
y la cambia por un trozo de bambú
en el que viene escrita
la partitura que ejecuta por las noches
y el ave rara comienza a enceguecerse
cuando descubre que los ciegos
inventaron la música
y repite la misma melodía
sólo que más lento
tanto como su vuelo posterior hacia el paraguas
donde el ave decide que no llueva
para dormir como un cadáver terco
mientras los saxofones salen a la calle
a encajarle a la ciudad en plena cara
una música vieja
que recuerda el olor de las tabernas
DEFINICIONES
Ella está hecha a semejanza de las cosas que amo.
Se parece a la noche,
o mejor: a una noche sin ausencia.
Ella es exacta.
Cuando la noche escurre, su cuerpo se humedece.
Me permite trepar por mis temblores
y agita su nombre desde la oscuridad.
Ella es irrepetible.
Nació en las piedras donde empieza mi desorden.
DESCUBRIMIENTOS
colón no descubrió a esta mujer
ni se parecen sus ojos a las carabelas
jamás hizo vespucio un mapa de su pelo
nunca un vigía gritó tierra a la vista
-aunque vuelan gaviotas
en las proximidades
de su cuerpo
y en su continente se amanece cada día-
a esta mujer no la descubrió colón
sin embargo estaba en el oeste
era un lugar desconocido
y para encontrarla
hubo que andar mucho tiempo
con una soledad azul en la cabeza
(de “Donde habita el cangrejo”, 1980)
ORACIONES
I
Aún no he terminado de llorar por mis muertos;
tengo un nudo desnudo en la garganta
porque no he terminado de llorar por mis muertos.
El pecho acorralado,
temblorosas las manos,
mi respiración da cuenta de que no he terminado.
En mi memoria viven todos ellos.
Mi memoria no acaba de llorar.
Aún no he terminado de llorar por mis muertos.
APUNTES DESDE UN TREN
IX
Un hombre es solo
pero puede tener un instrumento
para tocar si le place
y cantar lo que le antoje
Un hombre es solo
pero puede tener un buen amigo
y desde un alto sitio
ver un paisaje limpio
Un hombre es solo
pero puede tener una mujer
y acariciar su pelo
y amanecer desnudo junto a ella
(de “La manzana en la cabeza”, 2000)
MUTISMO
Tal vez no haya un silencio más sereno que el tuyo:
vocablos que escaparon de tus sueños inciertos.
Tienes pocos recintos para explicar la vida,
tus palabras se agotan (manantial de ciudades)
y se pudren (manzanas negras y abandonadas).
No se puede decir que el mundo está girando,
no puedes hacer más de lo que ahora haces
pues no eres superior a lo que puedes.
Compra un hermoso cactus, adorna tu florero,
un cuchillo de nubes que corte serpentinas,
una cuchara grande que refleje la luna;
adquiere un cordel verde para volar al cielo
y finge ser un ángel que supo enamorarse
y no se ha arrepentido.
A VECES EL POEMA
Lo construyo despacio, es lo único que tengo.
Lo construyo despacio porque sé que algún día
aunque no esté presente habitarás mi casa,
así sea por un instante.
He de seguir cantando porque en estas paredes
escucharás mis voces aunque no esté presente.
MUERTE DE RILKE
¿Dónde leí que Rainer María Rilke murió por la
infección que le produjo pincharse la mano con la
espina de una rosa?
La rosa no viene a mi poema,
viene la espina de la rosa.
Pero no llega hasta el papel la espina,
se clava en la palma de la mano
de Rainer María Rilke.
De ahí brota una gota de sangre
y se escurre a mi poema
una mínima rosa.
ESTA MUJER Y YO
Esta mujer y yo, que sumamos un siglo,
nos unimos en el beso original
bajo un desnudo encino,
sobre un lecho de hierba,
mientras la luz del sol se abre paso entre las ramas
como un ave que se acerca al nido.
Esta mujer y yo,
sobre la arena suave,
a la sombra de una roca sin pecado,
damos un giro a nuestros cuerpos
humedecidos en una sola voluntad.
Aunque en verdad esta mujer y yo
estamos en un lecho conocido,
imaginando, amando,
y en el momento exacto
nuestros cuerpos irradian una luz
que se escurre como el sol entre las hojas
o una gota en la piedra
y el manantial de la vida brota nuevamente
en estos dos cuerpos que reúnen un siglo
pero no han olvidado el origen del mundo.
(de “El álbum blanco”, 2004)
Eduardo Langagne (Ciudad de México, 1952). Poeta y traductor. Ha realizado una importante labor como editor de libros y revistas, y también como promotor cultural. Ha sido colaborador permanente de ediciones Tierra Adentro desde 1978. Actualmente conduce el programa radiofónico Redes: Tierra Adentro. Con Donde habita el Cangrejo, en 1980, fue el primer poeta mexicano en obtener el Premio Casa de las Américas. En 1990, obtuvo el Premio de Poesía Gilberto Owen y en 1994 su libro Cantos para una exposición lo hizo acreedor al Premio de Poesía Aguascalientes, el más importante del país. Su obra está incluida en diversas antologías publicadas en México, Brasil, Colombia, España, Estados Unidos, Holanda y Québec. Sus libros de poesía más recientes son: El álbum blanco, Décima ocasión y Decíamos ayer…, una selección de su obra publicada entre 1980 y 2000, en edición de CONACULTA. En 2006 apareció su traducción a los 35 Sonnets, de Fernando Pessoa. Forma parte del consejo de redacción de Cultura Urbana, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y del Comité Editorial de El poema seminal, revista electrónica de poesía. Actualmente dirige la Fundación para las letras mexicanas.
http://www.redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/act_permanentes/lengua_comunicacion/palabraescritor/iprincipal/eselen.htm
EDUARDO CASAR
Quisiera estar a dos pasos de ti.
Y que uno fuera mío y el otro fuera tuyo.
REFERENCIA
para Andrea
Te hablo desde la noche. Desde
la lluvia que sé que te hace crecer
porque mañana serás más profunda.
Y aludo a las piedras. A las blancas
de Vallejo y a las secas
de León Felipe que perforarán –decía él–
el firmamento, y a la que Drummond tenía
en el medio del camino. Piedras
que son referencias frente a otras piedras.
Hija: te regalaré una honda.
FÁBULA DE LA ANGUILA Y EL PULPO
Algo le da a las cosas un clima de alberca,
un aire a cloro y sal se desprende de la luz que quisiera
mirar a través de las cosas.
Algo pasa en el fondo.
El pulpo se recarga y se mueve despacio y tercamente,
como si quisiera desprenderse de la idea
de una almohada que le está molestando.
La anguila lo vigila, cabecea también
y se va irguiendo para mirar qué pasa.
El pulpo abre sus dos brazos más llenos
y la anguila le toca con su boca más breve
los labios duplicados en el centro del pulpo.
Éste cierra los brazos que le quedan
en torno de la anguila y no le deja más
caminos que tensarse e insistir en el pulpo,
y no dar sino a veces marcha atrás.
Los dos se están moviendo, lubricados y vibran,
convertidos en un solo animal que nos explica
por qué se mueve el mar.
DOMINGO
Conozco a una mujer abierta por abajo.
Se le hace agua la boca
entre las piernas.
Me da la espalda pero no se aleja.
Nos volvemos a ver y se derrama.
Revuelve su cabello entre mi frente.
Parece que tuviera siete dedos
en una sola mano.
Sin ella no serviría el domingo.
No flotarían los barcos
en la fronda del agua.
Conozco a una mujer
abierta por abajo.
Ya tendría que comprar
más espejos.
TU VOZ DENTRO DE MIS PALABRAS
Por qué no te desnudas las manos.
Por qué no me atraviesas con la boca.
Dentro de estas paredes el mundo se completa,
muerde a la tierra el mar y el viento
le estremece la espalda, el arco donde el sol
hunde sus manos. Saliva extensa, intensa,
sudor, noche y planeta. Por qué no me separas
los dedos con tu boca, las piernas con la llamarada
flexible y negra de tu cabellera.
Viájame por la sal, aprieta mis raíces.
No existiremos luego
y no existimos antes. Súbete en los colores
del día que va emergiendo. Abraza al bosque entero
y cúmplete en un vuelo desplegado. Combina el filo
entre la muelle densidad del agua.
Yedra tu corazón y que la vida estalle
y la respiración
sacuda su estructura y se desencadene.
Mira cómo me muevo entre tus brazos.
En tus manos desnudas, plenamente desnudas,
con la voz sin ropaje y el gemido
que tus labios retienen en mi boca.
Cierro mis ojos dentro de los tuyos.
LA OTRA
Agarrar a la sombra por los hombros.
Encararla. Decirle sombra recuerda que eres mía.
Argumentar con ella. Escuchar
sus razones oscuras,
pulir los argumentos
y tratar de que adopte nuestra cara.
Poco a poco
convencer a la sombra de volverse un espejo.
Y luego darse cuenta de que no tiene caso
el esfuerzo invertido (ni el precio del espejo)
porque al pasar el tiempo nos desaira la sombra.
Porque tanta insistencia, durante tanto tiempo,
la fue volviendo noche. Y desaparecemos
cuando lo cubre todo.
ÉTICA A NICÓMANO
Cómo me gustaría ser como yo.
Tener el tiempo que yo tengo
para salir a caminar cuando yo quiera,
para leer lo que le venga en gana
a mi gana más íntima y soltera;
interrumpir sin que nadie se asfixie
cualquier obligación etiquetada;
para estar en pleno uso de la soberanía
de ir a pie por las calles,
descubriendo raíces que aparecen
quebrantando las reglas del asfalto.
Cómo me gustaría, deveras,
dedicarme una noche a platicar conmigo,
cada quien con su trago,
discutir, discrepar, desentonarse,
hasta que el pobre espejo
se quedara dormido
con el rostro apoyado sobre el azogue opaco.
Cómo me gustaría que a los dos
nos gustara la misma
y que uno tuviera
que ceder y cediera
por desatarle al otro las dos manos.
Cómo me gustaría
que yo y que yo
fuéramos tan amigos.
NO ES QUE LA MUERTE
No es que la muerte sea
casa de segundo plano
plato
de segunda fila
que no le demos la importancia
que tuvo
simplemente no nos impone
un respeto tan grande
no sabemos ni por qué cempazúchil
simplemente no nos arrodillamos
simplemente le invitamos su trago
le ponemos su disco
de Sabina
y amanece borracha con nosotros
y se peina y se va
HIEROFANÍAS
Si Dios viviera
no sería un hombre justo.
O lo sería solamente
en el sentido
más negro del humor:
porque Él apunta y da
siempre en el blanco:
escoge a una niña que es capaz
de deslumbrar con su sonrisa
de solamente dos dientes diminutos
y le derrumba un techo encima.
Escoge a una mujer inteligente y bella
y la encierra en un taxi con tres
bestias que la cortan y la tiran.
Dios tiene mucho instinto,
es un bardo con tino
como para dejar a Borges ciego
y concederle una vista perfecta
al francotirador asalariado.
Aunque Dios es el autor intelectual
parece que alguien le estuviera pagando.
AL MAR SE DEBE
Al mar le debe remorder la conciencia.
No por los náufragos que se embarcan sabiendo,
ni por el juego lubricado entre unas bocas
y otras bocas mayores,
ni por las agotadas gaviotas que renuncian.
Sino que a veces una mirada
se va distraída sobre la superficie
y la tela se rasga aunque no quiera:
la mirada zozobra,
el horizonte restaña y finge
calma eterna.
Algo le duele al mar.
Basta mirarle las orillas.
ESA OLA
Si tomamos una ola, la escogemos con pinzas entre todas
y nos fijamos atentamente en su personalidad de ola,
en su perfil preciso y su manera
de hacer la curva que la vuelca hacia dentro de sí misma,
y le medimos los decibeles que va desenvolviendo
y la cauda de espuma y el diámetro de cada
burbuja que la forma, cada línea de su hidrógeno doble
que se revuelca y juega con pulseras de sal,
con esa gracia exacta y con esos colores, dios, esos colores,
con esa forma suya de rendirse,
esa ola es una vida singular.
Mira cómo se rompe y se va declinando
como la rosa rosa en el latín, cuánto dura,
es como un enunciado que ya
no puede desliarse en los labios,
otra ola la está sustituyendo
y se va levantando de sus cenizas líquidas.
No es la misma, pero es otra ola.
Claro, el mar sigue, impresionante, gastando sus orillas
con ese gesto azul de capital eterno. Pero
esa ola, la nuestra, jamás
volverá a repetirse.
Eduardo Casar (México, D.F, 1952). Es Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM. Tiene estudios de maestría en Literatura Mexicana en la FFy L de la UNAM. Actualmente elabora su tesis de doctorado en Letras, donde ya aprobó el examen de candidato a doctor. Obtuvo el Premio Nacional de Ensayo Literario “José Revueltas”, en 1976. Ha publicado: Noción de travesía, Mester, 1981 (poemas), Son cerca de cien años, UNAM, 1989 (poemas), Caserías, UNAM, 1993 (poemas), Mar privado, Conaculta/ Instituto Cultural de Aguascalientes, 1994 (poemas), Las aventuras de Buscoso Busquiento (en colaboración con Alma Velasco), Conaculta/ Grijalbo, 1994 (cuentos para niños), Amaneceres del Husar, Alfaguara, 1996 (novela). Autor del guión de la película Gertrudis Bocanegra, filmada en 1991. Es profesor de tiempo completo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y de la Escuela de Escritores de la Sogem. También es conductor, desde 1994, del programa radiofónico Voces interiores, de la Dirección General de Vinculación Cultural del Conaculta y Radio Educación, y del programa de televisión La dichosa palabra, que se transmite en el canal 22.
http://festivalinternacionaldepoesiaenpuertorico.com/eduardocasar.html
ALBERTO BLANCO
(Ciudad de México, 1951)
SUEÑO EN UNA ESTACIÓN
DE TRENES AL AMANECER
Estoy en una estación
a bordo de un tren
Camino de carro en carro
de puerta en puerta
Paso gabinetes y fuelles
ventanas encendidas
Pero al poco tiempo
ya no hay ventanas
No hay fuelles ni carros
no hay tren ni estación
Sólo la luna dormida
sólo el cielo y la tierra
Y las blancas estrellas
que iluminan este poema
NOSTALGIA
Allí está el cielo: ahora veo.
Allí está el cielo abierto
esperando por lo mejor de mí.
Atrás quedan los padres
los amigos, los consejos…
Los juguetes soñados en la infancia,
el árbol de los deseos,
la noche al fondo de la alberca,
el parque del primer beso.
Lo veo todo a la distancia
como un cuerpo que se despierta
al fondo de un paisaje.
Lo veo como si no fuera cierto.
Hemos venido a la vida
a despedirnos de todo lo que amamos,
de aquello que nos fue dado,
de todos los que queremos.
Pero justamente allí está el cielo.
TÚ
Qué voy a hacer contigo, dime,
a dónde quieres que te deje,
si a donde quiera que voy
tú vas conmigo
y me recuerdas siempre
mi condición de hombre
atado al potro de la sangre
y al agridulce rastro del deseo…
Basta mirar
la suave curva del cielo
para sentirte entre mis manos.
Sólo tú sabes de cierto
que mucho más que el dolor,
el miedo o el amor
al conocimiento,
me movió la belleza
de un rostro
en su desigual perfección:
la proporción exacta
de un cuerpo real
equilibrado
a la sombra de unos ojos
y al borde de unos labios.
Tú lo sabes de cierto
y sin embargo callas…
Pero, mírate, pequeña,
y recuerda que en ti
todo lo grande duerme.
AMOR DE TULUM
Hermosa es la mujer
que de mis ojos se va caminando al mar.
En la arena su falda
dibuja la pausada línea de las aves…
Turquesa en el turquesa,
cadena de finas palmas y leves huellas,
la siguen, ardientes:
sobre el agua se yergue un templo de sal.
EL FIN DE LAS ETIQUETAS
La mosca se levanta de la mesa
y domina los cuartos desde el techo,
atraviesa puntualmente el pasillo
que comunica el mar con el paisaje.
Penetrante en la luz es su zumbido
una burbuja más dentro del agua…
navegando descubre entre los botes
el borde iluminado del mantel.
El fondo es sucio, lo que mira es claro:
esta vida que flota vacilante
con aire de papel, blanco de luz,
nada recuerda ya de las palabras.
NO PASA NADA
La vida es una película en blanco y negro
donde no se alcanzan a leer los subtítulos…
tal parece que la muerte no descansa
ni a sol ni a sombra.
Se echan a rodar pequeños mundos
a la orilla del sueño
con el viento del dolor
y la inclinación de los recuerdos.
Pero no pasa nada…
allá en el fondo de la pantalla
no hay reproche posible
ni tristeza mortal en la pareja.
Sólo una sed de imágenes
apagada dulcemente
en el manantial de la costumbre
donde las palabras toman cuerpo.
MI TRIBU
La tierra es la misma
el cielo es otro.
El cielo es el mismo
la tierra es otra.
De lago en lago,
de bosque en bosque:
¿cuál es mi tribu?
-me pregunto_
¿cuál es mi lugar?
Tal vez pertenezco a la tribu
de los que no tienen tribu;
o a la tribu de las ovejas negras;
o a la tribu cuyos ancestros
vienen del futuro:
una tribu que está por llegar.
Pero si he de pertenecer a alguna tribu
-me digo-
que sea a una tribu grande,
que sea a una tribu fuerte,
una tribu donde nadie
quede fuera de la tribu,
donde todos,
todo y siempre
tengan su santo lugar.
No hablo de una tribu humana.
No hablo de una tribu planetaria.
No hablo siquiera de una tribu universal.
Hablo de una tribu de la que no se puede hablar.
Una tribu que ha existido siempre
pero cuya existencia está todavía por ser comprobada.
Una tribu que no ha existido nunca
pero cuya existencia
podemos ahora mismo comprobar.
Alberto Blanco (Ciudad de México, 1951). Poeta, ensayista y traductor. Cursó estudios universitarios de Química y Filosofía en la UIA y en la UNAM, respectivamente, y de maestría en Estudios Orientales, en el área de China, en El Colegio de México. En 2001 recibió la Beca de Poesía “Octavio Paz”. A la fecha ha publicado 25 libros de poesía, entre los que destacan: Giros de faros, 1979; Antes de Nacer, 1983; Tras el rayo, 1985 y El libro de los pájaros, 1990. Su trabajo ha sido traducido a una docena de idiomas e incluido en diversas antologías de literatura hispanoamericana. El Fondo de Cultura Económica publicó en 1998 en su serie mayor de Letras Mexicanas bajo el título de El corazón del instante, una reunión de doce libros de poesía que abarca 25 años de escritura (1968-1993). En 1988 recibió el Premio de Poesía "Carlos Pellicer" por su libro Cromos, y en 1989 el Premio "José Fuentes Mares" por Canto a la sombra de los animales. En 1996 También los insectos son perfectos recibió en Holanda el Diploma "Honor List de IBBY". En 2002 recibió el premio “Alfonso X, El Sabio”, que otorga San Diego State University a la traducción literaria. Entre sus libros más recientes se encuentra su segundo ciclo de doce libros de poesía publicado en el 2005 dentro de la colección de Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica: La hora y la neblina.
http://www.fractal.com.mx/F25blanco.html
EFRAÍN BARTOLOMÉ
(Ocosingo, Chiapas, 1950)
INVOCACIÓN
Lengua de mis abuelos habla por mí
No me dejes mentir
No me permitas nunca ofrecer gato por liebre
sobre los movimientos de mi sangre
sobre las variaciones de mi corazón
En ti confío
En tu sabiduría pulida por el tiempo
como el oro en pepita bajo el agua paciente del claro río
Permíteme dudar para creer:
permíteme encender unas palabras para caminar de noche
No me dejes hablar de lo que no he mirado
de lo que no he tocado con los ojos del alma
de lo que no he vivido
de lo que no he palpado
de lo que no he mordido
No permitas que salga por mi boca o mis dedos una música falsa
una música que no haya venido por el aire hasta tocar mi oreja
una música que antes no haya tañido
el arpa ciega de mi corazón
No me dejes zumbar en el vacío
como los abejorros ante el vidrio nocturno
No me dejes callar cuando sienta el peligro
o cuando encuentre oro
Nunca un verso permíteme insistir
que no haya despepitado
la almeja oscura de mi corazón
Habla por mí lengua de mis abuelos
Madre y mujer
No me dejes faltarte
No me dejes mentir
No me dejes caer
No me dejes
No.
EL ORO MÁS PULIDO
Cada vez que le descubro a mi mujer un gran poeta
y la convenzo con mi entusiasmo y mi memoria y mi alegría
y ella lo lee y lo nombra y lo disfruta
arde mi corazón con unos celos miserables
¿Por qué se me adelanta ese canalla?
¿Por qué escribió los versos que yo pude escribir
si acaso el tiempo el mundo el improbable azar...?
¿Por qué?
Y me pongo a sufrir largos minutos sintiendo como ortiga por dentro
mientras ella recuerda o cita o pronuncia en voz alta
los versos las imágenes el oro musical que yo le convidé
Y me arrepiento de haber puesto en sus ojos
de haber puesto en su alma
un rival que (¡afortunadamente! dice el lado egoísta de mi corazón)
ya está muerto o ya es muy viejo o vive en un país tan lejano
o no habla nuestra lengua
Pero pasan los días
y no puedo dejar de poner en su alma
una nueva ración del oro más pulido del espíritu humano
Porque a pesar del vidrio molido de mi resentimiento
¿cómo podría ofrecer a mi amada
un manjar menos rico
una mesa más pobre
unos enclenques versos tartamudos o sosos?
Y me pongo a sufrir otros largos minutos...
Luego todo se aclara
y me siento más santo por el resto del día.
TROZOS DE SOL
La tempestad ha comenzado a grabar su nombre sobre el polvo.
Tengo hambre, tengo dolor, tengo tristeza,
tengo un deseo profundo de confundirme con el mar,
de integrarme a la piedra,
de perderme en el aire podrido de la ciudad.
Quiero tocar la fuente del rayo.
He visto la luz postrada.
He visto sonrisas para estrangular.
He visto una flor roja en la sien del Enemigo.
Sé bien que la Mujer, viendo hacia atrás,
alcanza a ver más lejos hacia adelante.
Lo sé bien: una mujer desnuda
hace brotar un dios en cualquier miserable.
Al pie de un cerro cruel
hay una piel colgando de un árbol espinoso:
alguien sube a ofrendarse para glorificar tu nombre, oh Diosa.
Un día me dio por escuchar los ruidos de la noche.
Por eso estoy aquí.
Miradme: desolado.
Una ele nomás y heme aquí: desollado.
He soñado.
Sueño que una soberbia estrella de diamante quema mi corazón.
Sueño en caer.
Sueño una lenta noche precipitándose conmigo
hasta la boca del Infierno.
Hasta la última roca desolada.
Soñé que mi corazón era mi Madre.
Soñé que mi cerebro era mi Padre.
Soñé que mi mujer era la Noche.
Mi hermana era la Muerte.
Mi corazón oscuro era el Viento del Sur.
Por eso pude alimentar el día.
Por eso tengo el corazón deshilachado. (Altura, Madre, Altura!)
Por eso arrojo estos poemas al crepúsculo:
trozos de sol,
como monedas sucias.
(De “Partes un verso a la mitad y sangra”)
CUADERNOS CONTRA EL ÁNGEL
Este cuaderno pesa
Es pura luz
Es pura sombra:
es mi sangre total cargada de sentido.
2
Escribo este desorden
Soplo este polvo estéril esta hojarasca esta ceniza sucia
como quien escupe una brasa un alacrán un trago de vitriolo
Los hombres pasan movidos por el viento de la preocupación
Pasa un largo silencio
Pasa un dolor como un recuerdo oscuro
Pasan las palabras iluminando la noche dolorosamente
Abro este verso para que entre por él todo el aire nocturno
Para que entre por él la palabra que no se ha dicho aún la bienvenida
la palabra de seda neblinosa y caliente
que un día atravesara un territorio hostil de ademanes y ruidos y palabras ajenas
y unió tu mano con mi piel
mis labios con tu cuello
Bienvenida la palabra que no se ha dicho aún:
la tenue lluvia cálida
que comienza a caer
aquí:
5
Un tropel de bisontes en mi sangre rojísima
Un aguardiente ronco me rasga la garganta
Cruje revienta derrama sus rotas letras turbias tibias amargas
Agua dolorida de todos los días
Trago de vinagre
Tronco derribado por el más estúpido rayo kamikaze
El rayo más brutal estalla en mis costillas:
astillas
Me pone alas en la frente enferma
Ensombrece mi turbio corazón que suena
Que sueña
que tenía un hermoso vergel y dos serrallos
un ejército enorme de estúpidos vasallos
y una infinita colección de casullas para ornar sus caballos
El corazón en sombras el sombrío el sembrado de asombros
el desnudo el pobre corazón como un puño aplastado
como un perro sin patria
atropellado roto tajado destazado por los dientes rojizos
de la calle : el perro destrozado
Un hervor inhumano me sube a la garganta
Rumio trozos de carne como espesas palabras
El sol cae a plomo sobre mi cabeza rota que golpea la roca del aire
El agua se enciende
Arroyos cercanos ensayan cascadas
El sol cae a plomo
Desmaya su aplomo
Se desploma el pomo de su espada rubia
Hace una fogata verde sobre el árbol
y suben por dentro del tallo
los rayos
cargados de palabras densas los verbos amados la sangre la tierra
humo de cigarros alcohol y relámpagos
encendidas venas de amoroso hierro
torrentes rabiosos ríos de puñales que hieren
que rompen
que encienden la furia de su fuego negro:
el aire apesta
la mujer sonríe
el hombre bala
el tigre pía
el gusano relincha
el burro toca la flauta
el poeta escupe a las horas amargas sus cuchillos ágiles
Un carbón ardiendo le quema la aorta
Sube por su pecho un río de luz roja
Un rugido destroza su garganta
Y en una bocanada de diamantes
el poeta pronuncia su palabra.
(De “Cuadernos contra el ángel”)
Efraín Bartolomé (Ocosingo, Chiapas, 1950). LIBROS: Ojo de jaguar, Ciudad bajo el relámpago, Música solar, Cuadernos contra el ángel, Música lunar, Partes un verso a la mitad y sangra, y Fogata con tres piedras, entre otros. Su obra ha sido reunida en los volúmenes AGUA LUSTRAL, Poesía 1982-1987, Col. Lecturas Mexicanas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1994; OFICIO: ARDER, Obra poética 1982-1997, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1999; y EL SER QUE SOMOS, Antología poética., Editorial Renacimiento, Sevilla, 2006. PREMIOS: Premio Ciudad de México, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, Premio Carlos Pellicer para obra publicada, Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen; Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines. DISTINCIONES: Recibió en 1998 el Premio Chiapas de Arte, máxima distinción que concede el Gobierno del Estado de Chiapas a sus artistas. En 1999 recibió la Ledig Rowohlt Fellowship en Suiza. En el 2001 recibió en los Estados Unidos el International Latino Arts Award. En el 2002 fue elegido Stipendiaten por la Landeshauptstadt München Kulturreferat, en Alemania. En 2005 representó a México en la Primera Cumbre Poética Iberoamericana en Salamanca, España. Hay traducción de poemas suyos al inglés, francés, portugués, alemán, gallego, árabe, náhuatl, maya peninsular y esperanto.
http://amediavoz.com/bartolome.htm
MARCO ANTONIO CAMPOS
(México, D.F., 1949)
INICIO
Cada uno de mis poemas pretendió
ser un instrumento útil de trabajo.
Pablo Neruda (Estocolmo, 1971)
Las páginas no sirven.
La poesía no cambia
sino la forma de una página, la emoción,
una meditación ya tan gastada.
Pero, en concreto, señores, nada cambia.
En concreto, cristianos,
no cambia una cruz a nuevos montes,
no arranca, alemanes,
la vergüenza de un tiempo y de su crisis,
no le quita, marxistas,
el pan de la boca al millonario.
La poesía no hace nada.
Y yo escribo estas páginas sabiéndolo.
ÁLBUM INFANTIL
En fotografías de los años cincuenta,
a Carlos puede vérsele con cara
de angustiado o de tristemente escéptico,
que luego borraría del todo.
Ricardo tiene ojos de tigre listo
para lanzarse a través de la selva
o a la calle o adonde fuese.
Gabriela disfraza de gorrión en fresno
porque las hojas son ala natural.
Él mira en el álbum el niño que fue:
el niño gesticula, grita, golpea, hace
ademanes, anhela ser visto, siempre
y nada más y siempre, el gran payaso.
Ve lo mal que vestían, si vestir es eso,
y si ropa ésa. Ve la casa agrietándose,
ve la cara y la casa.
Andando el tiempo ha andado por el mundo.
No cambió, o mínimamente, de cara,
de máscaras o de hábitos. Sólo una leve
tristeza, sólo un leve dolor que le ha minado,
que le ha sangrado el cuerpo, el corazón, el alma,
como si hubiese enfrentado parsimoniosas fieras,
como si hubiese cabalgado ferozmente solo
entre las patas de los caballos.
CEFALONIA
Era agosto. Era 1988.
Yo veía desde lejos, como si estuviera
en cubierta, la línea verde, la línea larga
verde y sinuosa de la isla de Ítaca.
Oía el silbido de las embarcaciones
a punto de partir.
Bajo el sol en fuego de las cuatro de la tarde
a diario subía la colina para contemplar Ítaca
y oía los versos de los líricos arcaicos en el murmullo
de plata de los olivos. E imaginaba Ítaca.
En los caseríos de la isla miraba a las ancianas
tejer asiduas a la hora del atardecer y a los viejos
hablar como sólo lo hace el rumor de las olas.
Oía pláticas de los ancianos (que me sonaban
pero no entendía) frente a puertas y ventanas
de pequeñas casas albas que fulguraban más
con la fulguración del sol. E imaginaba Ítaca.
Con dos barcelonesas en las noches
cenaba cordero y ensalada,
mal gustaba del vino de resina, y decía que sí,
con seguridad decía que al día siguiente
me embarcaría hacia Ítaca: me esperaba el barco
en el que iría a la isla que era el final de la navegación.
La isla donde pensaba llegar. La isla
donde siempre pensé llegar.
Pero al alba siguiente posponía el viaje
para el alba siguiente y al alba siguiente
para el otro día. Mientras tanto,
subía a diario las colinas, visitaba en el bus
precipitados pueblos, saludaba
de mañana a los recién llegados,
los despedía al partir, y miraba
de tarde desde la colina
la costa esmeralda y ligeramente sinuosa
de la isla de Ítaca.
MADRUGADA EN ATENAS
Anoche, en el jardín de los sueños,
te vi:
estabas en las ruinas y en los arcos
Hoy, al levantarme,
me asomé a la ventana,
y en las ruinas y en los arcos
había un manantial
de pájaros
GRABADOS ESPAÑOLES (2)
Silencio, por favor, cambien de acto. “¿Recuerdas –me dices--, recuerdas aquella vez cuando oíamos las hojas del olivo como música verde en aquel valle griego, recuerdas, recuerdas, cuando te dije: ‘Tu poesía es muy amarga, no entiendo por qué tu desamparo’...?”
Y renace iluminándose el rostro dulcísimo y triste de Paulina en el instante que era el universo.
Bah, todo es cierto y no es cierto, tan cierto como este coñac que bebo hondo, como este hombre que habla de diciembre y del dolor como algo ajeno. No es para rasgar las vestiduras pero escúchame: uno es hermosamente infeliz y así lo dice, así lo escribe para el oído y los ojos de las generaciones que pasan como hojas. Uno actúa o simula actuar, o mejor, decide o cree que actúa, como el príncipe Hamlet, lleno de luz y lucidez, hasta que otro, ignorante del libreto, opina inopinadamente que el personaje o su disfraz no tienen ni heroísmo ni nobleza mínimos.
Y la función no continúa.
Uno es hermosamente infeliz, como te he dicho, como te digo, Paulina, con mexicanísimo modo de aguzar el grito a media sombra, huyéndome del cuatro en el caballo apocalíptico, ¡huyéndome! Al blanco, al negro, al culpable, al soñador, ¡huyéndome! Exacto: el pez astralmente se me impuso y el agua calló a mi cuerpo hasta volverme sol bajo el olivo en aquel valle desolladamente griego en la mañana terminal cuando oíamos las hojas como música verde.
¿El cielo? ¿Escuchas en el cielo? ¿Crees en verdad que exista un paraíso para culpables? ¿Lo crees? Soy el infierno de mi cielo ético. Me he vuelto flébil, fino, elegante en ocasiones, yo que juré por la llama y la gloria corporales. ¿Me escuchas?, ¿me quieres escuchar? Quizá si te grito me alcances a escuchar: “Yo quise –anhelé—que mi Reino se hiciera en este mundo”.
ARLES 1996 – MIXCOAC 1966
El estado más puro de nuestra
vida es el adiós.
Péter Dobai, “Campanas apagadas”
Ahora el mistral en su furia agarra todo, lleva todo,
arrebata todo: follajes, olas, olores, el color de las
faldas de las mujeres, las miradas desde
las ventanas, el amarillo quemado de las casas.
Miro desde el muelle el puente de un extremo a otro,
de un barrio a otro, a una ciudad que se desvae,
a una soledad que crece, que no ha dejado de crecer.
Teníamos diecisiete años y el patio de la escuela
era inclinado y grande y no necesitábamos decir
ayer porque mañana ilusionaba todo.
¿Qué ayer puede tenerse a los diecisiete años?,
pienso, mientras el Ródano se aleja bajo el puente
y las golondrinas se ponen de amarillo
para medir el trigo y llamean de azul
para anidar el cielo.
¿Y qué pájaro sabe decir adiós como las golondrinas?
¿Qué pájaro mide treinta años en un adiós sin fechas?
Entre ella y las golondrinas quedaba
el verano a la distancia.
El mistral se contrapone a las ventanas,
las miradas huyen, y yo lo oigo, y hay algo
en él, algo, algo en el viento poderoso
--la fuerza, la fiereza, el combate--
que yo hubiera querido comparar a mi vida
--mientras el viento golpea los plátanos, la fachada
del cine y golpea de nuevo la fachada de
la capilla. Golpea.
¿Hubiera sido? Hubiera sido, sin duda.
Pero hoy sólo oigo el mistral sobre el follaje,
la rabia del mistral tremendo en pandemónium,
y el puente se ahuyenta, la ciudad se borra,
antes, claro, de esos diecisiete años, cuando
yo decía en el patio: “Eres la reina”, y ella
me decía: “No sé...tal vez...”
BIRKENSIEDLUNG1
a Brigitte Winklehner
Jesucristo caía inclinado y azul
desde el cielo azul.
Moró lleno de lluvia entre abedules
y bosques y praderas en invierno
eran intransitables por el lodo.
Sin hojas, los árboles parecían
de pronto figuras atroces o fantasmales.
Rememoraba el rumorar del arroyo,
las voces cayéndose de agua del Untersberg.
Las grises nubes bajaban difuminándose,
esfumaduras leves levemente en el
ramaje azul abrumado por un paisaje áspero;
en días de sol hacía que la piel
se hiciera hierba al rozarse en la hierba,
oía pasos y hormigas como astillas crepitantes,
saber que la sangre consumía fuego,
que el cielo eran praderas y libertad y sol,
y sólo eso queda, y sólo eso nos queda,
porque los años nos van dejando
como los abedules en invierno.
*1 Barrio en el límite del sur de la ciudad de Salzburgo.
LA MUCHACHA Y EL DANUBIO
Como rama al romperse en el invierno blanco,
corazón lloró a la estrella; triste era el olmo,
y hace muchos años; cuánta fuerza y fiereza
en la adolescencia sin dirección; quién se atrevería
a decir: “Por aquí pasó el vendaval”; Dios creció
las ramas y cortó las hojas para que supiéramos
de la felicidad, si la luz pasa. ¡Ah el Danubio!
Estrella lloraba el corazón. Ella era agua
que sabía a vino; donde llegaba se oía
la luz. Era la estrella en el invierno blanco.
Era blanca y hermosa como el pueblo donde nació.
Ella me queda, me vive en mí, me llama
como un remordimiento.
EL PAÍS (2)
Donde quiera que vayas o vivas,
de modo sorpresivo o secreto,
algo llamará para llevarte
a un país más hermoso que es el tuyo,
a una ciudad tan hermosa que era casa.
Ningún reino o república dará lo suficiente
para olvidar lo suficiente mares despoblándose,
montañas altas, desiertos claros que son como
fotografías que iluminan leves, pero
que ahondan la piel, el corazón, el alma.
México será el dragón que devora
las doncellas del reino que perdiste.
¿QUIÉN LEERÁ MIS VERSOS?
Quem sabe quem os lerá?
Quem sabe a que maôs irâo?
Alberto Caeiro, O guardador de rebanhos
¿Qué será de mis versos? ¿Quién los leerá?
Pronto me iré, y así será, y me iré ¿y qué pasa?
Me he resignado a irme, como me resigno
a los dolores de la tendinitis, a los cólicos
que arquean el cuerpo y a la mala circulación.
Qué importan las novelas, los cuentos,
las crónicas o ensayos ¿pero mis versos?
Si en el futuro alguien los lee, tal vez perciba
que los escribí con la llama del sol en la hoguera del mediodía
sobre los girasoles, con los matices múltiples
del púrpura y del violeta en la disminución del crepúsculo,
con el grito doloroso del tigre lanceado
en el momento de fallar la red,
con gotas de sangre del pecho de las golondrinas
que no lograron completar el vuelo.
Marco Antonio Campos (México, D.F., 1949). Poeta, narrador, ensayista y traductor. Ha publicado los libros de poesía: Muertos y disfraces (1974), Una seña en la sepultura (1978), Monólogos (1985), La ceniza en la frente (1979), Los adioses del forastero (1996) y Viernes en Jerusalén (2005. La editorial El Tucán de Virginia volvió a reunir en 2007 su poesía en un solo tomo: El forastero en la tierra (1970-2004). Es autor de un libro de aforismos (Árboles). Ha traducido libros de poesía de Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, André Gide, Antonin Artaud, Roger Munier, Emile Nelligan, Gaston Miron, Gatien Lapointe, Umberto Saba, Vincenzo Cardarelli, Giuseppe Ungaretti, Salvatore Quasimodo, Georg Trakl, Reiner Kunze, Carlos Drummond de Andrade, y en colaboración con Stefaan van den Bremt, Miriam van Hee, Roland Jooris, Luuk Gruwez, André Doms y Marc Dugardin. Libros de poesía suyos han sido traducidos al inglés, francés, alemán, italiano y neerlandés. Ha obtenido los premios mexicanos Xavier Villaurrutia (1992) y Nezahualcóyotl (2005). Y en España, el Premio Casa de América (2005) por su libro Viernes en Jerusalén. En 2004, se le distinguió con la Medalla Presidencial Centenario de Pablo Neruda otorgada por el gobierno de Chile. En París es miembro de la Asociación Mallarmé.
http://amediavoz.com/campos.htm
JOSÉ VICENTE ANAYA
(Villa Coronado, Chihuahua, 1947)
Los ángeles lanzan
un autobús de muertos
sobre estos poemas
MORGUE No.1
Empiezo a dormir sobre el aliento
que dejó mi muerte / no puedo soñar.
D e a m b u l o
entre cavernas
que se toman por calles. Salgo
del alarido secreto de otros gritos y
vuelvo a ser el vagabundo perdido,
con huesos tan triturados
que se confunden con cocaína... ¿Qué me sostiene?
Quiero salir,
y en mi cuerpo caigo
a recorrer
este desgano oculto de la noche. ¿A quién busco?
Todos están dormidos. Si fuera verano
y el ambiente de la ciudad menos corrupto,
algunos grillos
me cambiarían el tono de la angustia. He
brincado
límites,
pero me engaño
porque termino en el lugar del salto. Ahora
el trecho
está creciendo
en reversa
de los obstáculos pasados; y
sólo me queda el recurso de las transgresiones,
o quedo anclado. ¿Dónde meterme?
Dicen que en otras ciudades hay
cafeterías, cines, bares, para los desvelados...
He salido a revolcar la voz. Con cada paso
ascienden las cenizas
de los incinerados. La garganta
no puede con otro ritmo
que esté alejado
de los acordes con que responde el piso
en cada huella. La noche
está empeorando,
con esta canción
que se introduce
a envenenar las venas, como
si otro alguien, que soy yo,
se hubiera metido en mí
para usurparme
las ganas de vivir... y
en esta pena
me preparo un escándalo mayor
que sufriré más tarde.
Pero insisto en caminar,
y me voy
disputándole al pánico
mi suerte.
Me voy parpadeando
la oscuridad. Apretado
en la incertidumbre
de que me toque amanecer. Los pajarracos
grises
que anidan los techos
ni siquiera saben recibir al día... no hay
petirrojos, gorriones, canarios, alondras ni
cardenales, y
las palomas pasan con plumajes sucios...
Sin embargo amanece, y
la señal
es ese pitido de la fábrica
que saca su chimenea
sobre las casas. El humo
se levanta
burlándose con sus tonos de negro: adentro
están los hombres
moliéndose la vida... Afuera
el sol nos pinta la bóveda con rojos
mirados
tras una tela opaca... Sigo caminando
hasta
que no obedece el pie
a las intenciones. Me canso. Llego
a donde los edificios
se fueron agrandando, y
esta urbe
impostora
se viste de metrópoli. Hay que pasar
por su centro
palpitante
de pordioseros, pegados
a las puertas
de la abundancia financiera, moscas
enloquecidas
en los muladares
donde nada encuentran... Los
alcohólicos lumpen
desvariando
recuerdos, ilusiones
con que abandonan
la realidad encrudecida: una mujer
huesuda
de costras negras en la piel,
con larga vieja capa
de terciopelo negro,
pasea
majestuosa
como viniendo de la Corte
del Reino de Castilla /
Otro mundo dentro de este mundo:
Y puedes percatarte
de que la lepra no fue una maldad
quedada en el Medioevo:
en la banqueta
se sienta una anciana
que muestra una pierna de madera
y la otra vendada con medio pie comido...
Este mundo
metido en este mundo.
CONVERSACIÓN CON ARMANDO PEREIRA
Hazme una leyenda, amigo,
como tú quieras.
Al cabo no adiestro mi cuerpo
para ninguna posteridad.
Ya ves, Virgilio murió de cáncer
a los 30 años
de andar arrancando
asperezas de la vida, cuando lo supe
pasaron mis 28
rompiendo la barrera del sonido:
se volcaron las pústulas
de algunos de mis órganos.
Ahora entiendo
que yo me acabaré más pronto
quel licor desta cantina legendaria,
más pronto que toda la droga
que le entregó su paranoia
(de amputación en manicomio)
a Fernando,
de quien nadie leerá
los poemas
que lo metieron por ventanas
de soledad eterna.
En esta noche,
mis neuronas alcoholizadas
brincan
en vez de mi dolor,
que apaciguado,
me muerde detrás de una sonrisa...
Hazme una leyenda, qué importa.
La vida ya no puede alcanzarme,
como a James Dean,
aunque tenga 100 años
de existencia...
(de “Morgue”, 1980)
EPIGRAMAS VENENO
I
¿Esperas que te dedique
mis epigramas, nuevo César?
Te los doy a beber.
Los hago con veneno.
II
Los poetas mediocres
responden a Huidobro:
“No pudimos hacer que
florecieran en el poema
…y ahora la usamos
prendida en el ojal”.
Sin olvidar al amor
VII
Caminando contigo la ciudad es nueva:
A nuestro paso las calles se van construyendo.
Los edificios adquieren formas que
los arquitectos jamás han pensado. Y
es verdad. Es cierta esta locura de
reconstruir el mundo, porque dos enamorados
no merecemos estas calles grises.
Golpes de desamor
X
Este polvo que rodea mi osamenta
fue mi carne
en aquél tiempo
cuando aún no anochecíamos.
XI
No sé por qué perdimos ese amor que nos
asombraba tanto. Los dos somos hijos de
la misma época desquiciada. Yo soy, sí,
uno de los peores… ¡y tú me ganas!...
Tiempo suspendido
XIV
Autocrítica:
Me observo en el espejo
y trato de encontrar a otro hombre
que no soy yo, que no puedo serlo;
el que fui y el que pude ser;
el poeta ramplón y el poeta maldito.
Pero me observo más
y tampoco soy un Dios
ni un hombre de trueno,
ni un héroe de aventuras irreales.
Soy este hombre que llora
sin que las lágrimas afloren,
pero que lucha
para que el llanto
no pierda el motivo de la vida.
Venenos para descansar
XVIII
Me saqué los ojos, como Edipo,
y los hijos de la chingada
esperan que sea cierto…
XIX
El único poder trascendente
lo tienen los gusanos
devorando cadáveres
a través de los siglos
y los siglos. Amén.
(de “Epigramas veneno”, inédito)
José Vicente Anaya (Villa Coronado, Chihuahua, 1947). Poeta, ensayista, traductor y periodista cultural. Ha publicado más de 20 libros, entre ellos: Avándaro (1971), Los valles solitarios nemorosos (1976), Morgue (1981), Punto negro (1981), Largueza del cuento corto chino (7 ediciones), Híkuri (4 ediciones), Poetas en la noche del mundo (1977), Breve destello intenso. El haiku clásico del Japón (1992), Los poetas que cayeron del cielo. La generación beat comentada y en su propia voz (3 ediciones), Peregrino (2002 y 2007), entre otros. Ha traducido libros (publicados) de Henry Miller, Allen Ginsberg, Marge Piercy, Gregory Corso, Carl Sandburg y Jim Morrison. Ha traducido a más de 30 poetas de los Estados Unidos. Ha recibido varios premios por su obra poética. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores CONACULTA-FONCA. Formó parte de la Sociedad de Escritores de México y Japón (SEMEJA). En 1977, funda alforja REVISTA DE POESÍA. Desde 1995 ha impartido seminarios-talleres de poesía en diferentes ciudades de México. Ha asistido a encuentros internacionales de poesía y dado conferencias en varios países como Italia, Estados Unidos, Colombia y Costa Rica.
http://josevicente.infrarrealismo.com/
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