Sunday, August 6, 2006


Tres breves narraciones del narrador y periodista puertorriqueño, Josué Santiago.

¡Viva la Revolución!

Al Col. Francisco Alberto Caamaño Deñó
Con redoble de tambor se paró frente al grupo de hombres que minutos más tarde habrìan de fusilarlo y a cada uno le fue entregando todo cuanto de valor poseía: el sombrero, las pistolas, el fuete, las cananas, los pantalones, la camisa, los calzoncillos que juró no cambiarse hasta tanto no triunfara la revolución, el caballo con todos sus arreos y la carabina 30/30 con la que le había volado los sesos al último de los Altamiranos, ante la mirada atónita de los campesinos. Sólo se quedó con las botas, porque hubiera sido una desvergüenza morir sin ellas puestas.
―¿Por qué mataste a ese hijo de puta en frente de toda esa gente, Zacarías? Ahora te tengo que fusilar para limpiar el buen nombre de la revolución y para quitarme de encima a ese muerto –le dijo el General Francisco Villa al hombre que por seguirle perdió la mujer y el hijo.
Zacarías Hurtado, desnudo y con las botas puestas, se echó un “¡Viva la revolución!” en el preciso momento en que las balas le perforaban el pecho y los abogados y el administrador de la hacienda Altamira celebraban la llegada de los insurrectos con vino importado de Francia y exclamaciones de:
―¡Viva Villa!


© Josué Santiago de la Cruz
A 28 de mayo de 2006





La última plaga


A Críspulo Pizarro


Entonces cayó sobre Egipto una lluvia de fuego que quemó los campos de trigo y los pastos y secó las corrientes, llevando angustia y desolación a la tierra de los faraones.

Iracundo, Ramsés mandó llamar a Moisés.

Después de buscarlo por todo el reino y sus contornos, los emisarios regresaron a palacio con las malas nuevas de que Moisés, y todos los esclavos israelitas.

—¡Todos! ―enfatizó uno de los mensajeros―, han desaparecido de la faz de la tierra.

Ramsés miró a los ancianos en busca de consejo y éstos le devolvieron la mirada, incrédulos...Con la frente sudorosa y cansado, El Hijo de Ra caminó a sus recámaras, arrastrando el peso terrible de su soledad.


© Josué Santiago de la Cruz2005



El último vuelo de Superman

“Up in the Sky! It’s a Bird! It’s a Plane! No…! It’s Superman!”


A Daniel Montoly


En el Banco Nacional un hombre vestido de Superman le exigió a la cajera que vaciara las arcas en una bolsa enorme que le entregó:

—Y no se te ocurra llamar a la policía, eh, porque si lo haces vas a ver lo que te va a pasar.

Ella lo miró sin creer lo que sus ojos veían: un anciano decrépito, de aspecto melancólico, que de ninguna manera recordaba al imbatible hombre de acero. Además, tenía que estar fuera de sus cabales, pensó. ¿Acaso no sabrá él que Superman murió a causa de unos golpes que recibió al caer de un caballo?

© Josué Santiago de la Cruz22 de mayo de 2005






Josué Santiago de la Cruz es un puertorriqueño residiendo en USA que escribe columnas de boxeo, a veces poemas y es narrador a tiempo completo. En 1999 Ediciones Abeyno le publicó un libro: “Cuentos del solar (y otros encojonamientos bien masas)”. Desde 1982 escribe columnas y artículos periodísticos para el Community Focus Newspaper, publicación bilingüe que se distribuye, gratuitamente, en el Norte de Philadelphia, y cuentos que publica en diversas revistas literarias y semanarios de Puerto Rico, Europa, Sur América y Estados Unidos. Le han conferido varios premios y reconocimientos por su labor en el periodísmo y las letras, en y fuera de su país, pero nada le es más gratificante que llevar sus propuestas a aquellos lugares donde la literatura es un lujo difícil de sufragar. Su narrativa es sencilla. No es intimidante porque él le escribe, como suele decir a menudo, a los obreros de la industria, a las amas de casa, a los estudiantes, a los desempleados. “A mi gente del barrio”. Hasta el presente sus cuentos y sus poemas están recogidos en 8 Antologías y trabaja en un libro de microrrelatos que ha titulado: “Cuentos y des-Cuentos”; una Antología de escritores salinenses: “Salinas en el ojo de la creación”; un poemario: “Ahogo del alma”; un libro de cuentos, semblanzas, algo de historia y poemas: “Añoranzas de mi pueblo” y otro titulado: “Los grandes monarcas del pugilismo en Puerto Rico”.


1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Un gusto leer tus minis, Josué. Magister minimorum te llamó el magister Manu, y con razón. Hay muy pocos autores en la red y fuera de la red con la templanza y la sutil ironía que despliegas en tus relatos.

Un saludo cordial desde San Juan (una calla de Cadiz)

2:54 PM  

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