Obra: Futuro Incierto 1978
Álvaro Antón
Santo Domingo de Heredia, Costa Rica (1909 – 1997)
Dice el filósofo sapiente
como en el siglo XVI:
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Cierto es.
El cósmico viento
que mueve el átomo
y dispersa en orden
el enjambre de las galaxias,
también borda
el mínimo infinito de esta hoja.
En página 26, párrafo 3,
renglón 7, abajo para arriba,
lo dice este libro.
Y entre el átomo y la galaxia,
el hombre-dios, ¿dónde quedó?
El grito es lo más claro, todavía
la piedra es una estatua oscura. El viento
vaga sin arpa, solo. La Poesía
es un enigma, un canto sin acento.
El mismo sol, no halla aún su día.
Hasta el tiempo se agota en su momento.
Hay una agua sedienta. Hay una vía
sin hombre aún, sin ser, sin movimiento.
Un color, una luz, un solo aroma.
Un estar sin sustancia, un vivir puro.
Un aspirar que nada deja o toma.
Un rumor extasiado, sin idioma.
Un olvido celeste del apuro.
Aquí nace el poema o la paloma.
Día y noche amor te llamo, amor te digo.
Repito amor, amor, y naces viva
de la raíz de mi alma, amor, y estás mirándome
o me besas o me hablas, amor, y estás ausente
o regresas, y amor te llamo, amor te digo.
No sé, ni quiero otra palabra
que la palabra amor.
Mi lengua es sólo esta, amor te digo,
amor respondes y borramos
en el aire el mundo.
Amor decimos y nos nace
recién creado.
Amor día y noche, amor te llamo, amor te digo,
amor, por siempre amor, amor te llamo
amor te digo.
¿Tú me dejas aquí o partes conmigo?
¿Estoy dentro de ti o es que me llamas?
¿Vives única en mí o encuentro el mundo en ti,
contigo?
El orden de las cosas en que te amo,
¿dónde empieza o acaba?
Ahora está el silencio aposentado
en la rosa del aire
y un árbol cerca trina entre los pájaros
para sombrar tu sueño, ¿ o es mi sueño?
¿Es esta una prisión o acaso el vasto cielo
empieza aquí donde tus pies
tocan juntos la tierra, o es la luna?
De pronto entro en la luz que ya habito
y mis ojos se encuentran con tu frente.
Busco salir de ti y te llevo dentro
de mí, sin encontrarte.
Sin cómo, dónde o cuándo
Ciego en la luz con mi mirada abierta
a tanta multitud de ti que ando
extraviado en la noche en la mitad del día.
Yo soy,
me llaman, soy, me digo
lsaac Felipe,
nacido en Santo Domingo, '"
una ciudad en medio del campo,
una vieja ciudad fuera del tiempo,
donde los años antes se medían por cosechas,
y ahora sólo están las campanas de las iglesias
y las golondrinas,
que desclavan la corona de Cristo
cada día, como antes.
Ahí nació hace mucho
me nació el miedo de ser otra cosa
que una simple criatura simple,
y me dolía el vivi1; como ahora.
Pero aquel tiempo
la luz me confortaba largamente
la llaga de los nervios,
-yo amo todavía la fresca claridad del verano-
y aunque el invierno pertinaz prolongaba sus lluvias,
me protegía su bandera verde sobre el campo.
De todos modos, yo y la ciudad vivíamos cerca del cielo.
El corazón del mundo es este pueblo.
Aquí estuvo mi infancia.
Aquí sigo aprendiendo la furtiva
cacería del sueño,
en la difusa luz del alba.
Se aclara mi oscuridad y vuelvo a ser el mismo
alumno de doña Ester; don Marcial, don Albino,
que enseñaban a ser buen ciudadano y buen hijo
aquí de nuevo está mi padre,
tan lejano, tan duro, tan en ruinas. Quería
que yo fuese abogado
para que peleara por los pobres.
Pero el verso que leo me envuelve en niebla triste,
me suspende en el aire, me devora,
me deja en nervio vivo,
y debo estar enfermo, pues me gusta estar solo.
Camino sobre un vasto rocío, yerro por trillos vírgenes.
Hay moradas ocultas, aguas, insectos, frutas,
y flores como mínimas trompetas
cuyo sonido de miel chupo,
y unos tiernos cuchillos
a dulces pitos destinados por mi lengua.
¡Oh, la flor, la flor; el débil reto
del árbol sin estirpe, del herido peón de los caminos!
Hay coleópteros de oro bajo las boñigas.
Cientos de hormigas marchan de una en una
o se detiene y conversan.
Cantan pájaros. Alguno
me descubre y me sigue y me denuncia a gritos.
El hondo cielo azul, ¿ho de estar tan lejano?
y las nubes veloces, ¿adónde irán las nubes?
¿ y qué quiere decir
esa danza del polvo en el camino?
Mi casa es este silencio rodeado de ventanas.
Esta mirada abierta sobre el mundo.
Es uno de mis rostros.
Es este ojo profundo vuelto hacia su propia oscuridad,
Su iluminada oscuridad, su noche
radiante. ¿ Cómo decir de otro modo
que yo soy quién aquí vive,
sin despertar del sueño en que soñando vive?
Mi casa
me rodea, me cubre, me mantiene invisible.
Yo soy su víscera, ella es mi otra piel.
Cuando quiero mira¡; me asomo a sus balcones
y saludo el otro lado del mundo.
El cielo es siempre bienvenido. El sol se para
en el umbral a llamarme, lo mismo
que el camino, que entra de pronto,
cuando la puerta le invita a descansar
agitando sus hojas como un saludo.
Mi casa es esta ínsula serena,
este juez. salomónico verdugo, con el nombre de padre;
este brazo y regazo con que una dulce sombra
llamada madre, está presente y amo.
y la bandada silvestre de los crueles hermanos,
y los fuertes primos y sus perros,
y la tía enlutada de los cuentos de miedo,
agria como una cáscara, y el corazón azúcar.
Las bodas, el nacimiento, los cumpleaños, la muerte
han sido siempre aquí. Lo cuentan estos ;
tristes retratos, estos muebles en que el tiempo
vive herido, muriendo solo; este vacío
colmado de vejez. de vidas y de muertes.
Ah, corazón que amas el presente,
¿no sientes que la sangre
es como un río que viene de lejos y se queda
quieto aquí para siempre?
Ah, corazón, mira estas hierbas
amargas, estos muñones de árboles antiguos,
este resto de barro de los muros.
Mi casa ya no existe.
Nada queda que no sea este niño perdido
Que consigo lleva aquel silencio,
Aquella oscuridad iluminada.
Aquel balcón de donde mira
Estrellarse la muerte contra el sueño.
Hace cientos de años que nuestros padres escogieron
tu nombre de mar y mina, de oro batido de la ola,
nombre de ríos opulentos que viniendo de lejos
entraban en el mar como indios rituales
con su carga sonora de aúrea arena.
La región de la muerte se ha poblado de sombras anhelantes
desde entonces, no fruto de batallas,
no sangrientos frutos de la violencia:
fuertes leones eran, sí, pero nutridos
de la miel cenital que tus soles destilan;
fuertes leones, sí, mientras los días y las noches
en el celeste horario
la égola medían de nuestra historia.
Ved cómo sube al cielo
el polvo de los combates con el duro terrón de la ladera,
y el labrador es un guerrero que descansa.
Aquí los príncipes no reinaron;
pero eran reyes ciertos de su vida y su casa, y se vistieron
como todos los días, para ir al encuentro de su diosa,
que era la libertad, desde que el ser de hombre les fue dado.
De hueso a hueso y sangre a sangre enredando raíces
va la patria profunda; congregando voces;
urdiendo el amor fértil. ¡Oh tejedora
de nuestros sueños, madre de todos, seno pródigo, tierra
gentil, cuyo cuerpo se hincha de cunas y cosechas.
¡Oh nutricia!
Entre todos los pueblos,
el pueblo que ha construido su casa debajo de tu nombre - ,
es bueno, vive en paz y quiere sin descanso
ser justo, noble patria, mientras
la hiena de las agrias disputas husmea
por los rincones todos del mundo,
y los duros gritos de los heridos combatiendo por nosotros
hasta aquí llegan.
Ved que esta guerra de total poder de muerte
por la supervivencia del hombre y su ventura
hasta aquí llega.
Pero un joven héroe su bandera de llamas ha sembrado en tu vientre,
y te fecunda, madre de amor; y amamos
tu corazón abierto.
-¡Oh balcones al mar! ¡Oh, la pupila
de limpio azul del cielo sobre la alta meseta!
Amamos
tu corazón abierto, solidario con el alma del hombre.
De lo más puro de la luz ha sido hecha:
de lo más puro de nosotros mismos.
y mueres y renaces para siempre
en los mínimos actos cotidianos con que cada uno de nosotros
su paso por el mundo escribe.
Y en verdad te creamos y construimos
con la viva herramienta, con el libro
de abiertas alas,
con la mano tendida de hermano a hermano cada día,
día tras día,
un día y otro,
cada día cualquiera, como este.
Adolescencia, vaga voz, ¿ si junta?
llegas con el amor y el miedo, y llora
el alma, sin saber y sin pregunta,
de dónde llegas, pálida invasora?
El alma a un infinito blanco apunta
la indecible pena de esta hora.
¡Qué nostalgia de amor que la trasunta
ésta que de sí misma se enamora!
Azul adolescencia, móvil llama,
Narciso fiel a amor que amando se ama,
se descubre, se pierde, se rehace!
de dónde llegas, vaga voz, sollozo
iluminado centro, grito y gozo
gozo del hombre que entre espanto nace!
Amantes que os calláis como la rosa,
mientras la rueda leve del amor tan lenta
suave mueve
el mundo silencioso,
y el libre pájaro de la luz se fuga
por el cristal del aire,
y el ojo azul del agua mira al cielo
fijamente, suspenso, contenido.
Mirad cómo el insecto
del infinito movimiento
parece escuchar en éxtasis
vuestro claro silencio.
Sólo la savia sube
con lengua húmeda
hasta donde la flor de vuestro labios dio su aroma,
amantes, que os calláis como la rosa.
Verde lluvia, vertiente y territorio.
Verde el espacio, la luz verde.
El clima verde. Verdes las colinas.
Las hondonadas y los ríos verdes.
Un lago verde el valle. La montaña
verdeazul, verdema1; verdeprofundo.
Lo cerca y lo lejano en aire verde.
Verde lluvia, vertiente y territorio.
Roto temblor el verde de los plátanos.
Casi líquida lágrima, el verdor
del sauce. El verde
militar del café, el verdor húmedo
de junco, caña y lirio. Verde música
en el órgano, -oh verde viento! Del bambú.
La plata verde
del eucalipto. El verdor silencioso
de los pastos, las malvas, las legumbres.
Verde lluvia, vertiente y territorio.
De mi sangre saltó una estrella verde.
y verdín, verdinal y verdolaga,
mayo estira su lluvia hasta diciembre
en el trópico verde.
Hoy no has venido al parque.
Podría ponerme a recoger del suelo
la luz desorientada y sin objeto
que ha caído en tu banco.
Para qué voy a hablar
si no está tu silencio.
Para qué he de mirar sin tu mirada.
Y este reloj del corazón que espera
golpeando y doliendo.
Esta noche de luna, y tú, lejana.
Necesito a mi lado tus preguntas
y encontrarte en el aire vuelta brasa,
vuelta una llama dulce,
vuelta silencio y regazo,
vuelta noche y reposo, como cuando
guiábamos la luna nuestra hasta la casa.
Qué manojo de rosas olvidadas.
Qué tibia pluma y mansa luz,
tu cuerpo como un árbol,
como un árbol gritando,
con tanto poro abierto, con tanta sangre
en olas dulces elevándose.
Oh, sagrado torrente del naufragio.
Cómo amaría perderme
y encontrarte.
Isaac Felipe Azofeifa
Sin embargo habrían de pasar muchos años antes de que publicara su primer libro de poemas, Trunca Unidad (1958). Con el tiempo se sumaron Vigilia en pie de muerte (1962), Canción (1964), Estaciones (1967) y Días y territorios (1969), entre otros.
Profesor muy querido, dedicó casi medio siglo de su vida a la docencia: empezó dando clases en el Liceo de Costa Rica y llegó a dirigir la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica.
Entre sus múltiples homenajes destacan el premio de poesía Aquileo J. Echeverría y el Premio Nacional de Cultura Magón. Su deceso ocurrió en 1997.
Fuentes:
http://www.ciicla.ucr.ac.cr/boletin21_08.htm
http://members.tripod.com/poesialat/azofeifa.html
3 Comments:
Danieal: Siempre interesante, cada nuevo integrante de tu blog. Hace que uno quiera leer uno o dos poemas solamente, pero cada verso te lleva a querer leer el otro.
Gabriela Abeal.
Siempre ando escarbando en las antologías y luego me lanzo a bucear en el Internet a ver que aparece de ese autor. Sabes algo extraño, los únicos poetas que sus obras casi no figuran en el Internet son los dominicanos. Un detalle bastante curioso, me gastado las suelas de los ojos y nunca encuentro nada.
Pienso visitar mi país el próximo año y voy a aprovechar para comprar cuantos libros de poesía encuentre para compartirlos en el blog con los lectores. Supe que perdiste varios archivos en tu computadora, lo siento mucho. Hace un tiempo me pasó lo mismo después de formatear una que tenía.
Ahora, soy tan desconfiado que hago varias copias en papel y los archivos también en grabadores portátiles que puedo llevar conmigo.
Un abrazo fuerte y me alegro de verte de nuevo. Daniel
Daniel: Sí, asi es, también por experincias anteriores me hice los famosos back up, pero siempre algo se escapa en el momento de apuro, cuando tenés al técnico más de diez horas en casa y termina poniéndote tan nerviosa que cuando borra olvidé varias cosas. Pero bueno todo sirve de experiencia.
Aquí hoy empieza la Feria del Libro que se ve muy completa, y anadré por allí por placer y por otros motivos, miraré si veo de autores Dominicanos.
Bueno si sabes lo de mis archivos, es que te llegó lo del amigo Jerónimo.
Bueno por acá seguimos y luego dejaré comentario para la nueva obra ya la leí, con un final que estrangula.
Cariños.
Gabriela Abeal
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