Llego. Ella pregunta: ¿Quien eres? Soy yo... ¿no me reconoces? Sigues siendo la misma descarnada sombra de lo que era. ¿Aún continuas escondida tras el disfraz de marfil cubierto de terciopelo corroído por las confidencias de la arena y por el reloj? No has cambiado nada. Oye: ¿Qué haces para no envejecer tus própositos? Nunca tomas vacaciones. No te maquillas el cinismo, tampoco te pintas los labios. Pero ¿para qué? No sabes sonreír. Odias que otros también te sonrían.
Claro. Eso si, sabes cómo arrastrarlos hasta oscuras alcobas. Coqueteas con ellos, o ellas. Porque eres bisexual. Bueno, tal vez... pan-sexual. Porque también te da por hacerle ojitos a ciertos animales... ¿No? ¿Por qué eres así? ¿Es de nacimiento? Si naciste así: ¿Quienes fueron tus padres? No...no. No me digas que la cuestión del huevo y la gallina se aplican a tu caso. En verdad, perdonas... pero me resulta imposible creerte. En este mundo, todo tiene un principio y un final. Todo Caín tiene una Eva, y un Adán en sus costillas…
La existencia material es un concepto dual. ¿Entiendes? Nucas ha visto a alguien preñarse sin previamente aparearse con el sexo opuesto. Bueno, hay excepciones. Como esa, de la virgen purísima que se embarazó de Dios. Pero ahora ¿oyes? Se han ido mucho más lejos porque puedes encargar tu bebé en una clínica de fertilización, escoger su género, y bueno, sí...sí. Lo escuché. Dicen que el siglo veintiuno se designará como “el de la desaparición de los géneros.” No...no. Eso no viene de mi boca. Es la teoría de algunos sicólogos postmodernos.
Creo que llevo demasiado tiempo hablando, y a ti no parece importarte. ¿Porqué estoy perdiendo mi tiempo de esa manera? En realidad, sólo iba de paso y me detuve para saludarte. Pero no estás de humor para charlar con este frustrado sociópata. Espero que sigas así. No me gustaría que cambiaras de parecer repentinamente, y te decidieras por aparecerte el día de boda, ni cuando vaya a recibir un premio. Me gustaría poder negociar contigo mis saliditas de tono.
Si vas a venir a verme, quiero que sea durante la noche, mientras duermo. Sin ruidos que puedan delatar tu presencia. Solos los dos, bajo la luna de la angustia. Rodeados con una alambrada de la incertidumbre. Quiero ser tu toro, y que me torees como la mejor torera en la historia de la tauromaquia. Y una vez que me duerma para no despertar, deseo que me susurres al oído, porque dicen que tus cantos, son tan dulces, que al escucharlos, los inmortales ofrecen su inmortalidad a tus pies. ¿Será que eres temida? o al contrario, ¿tan amada? Porque hay quienes se abalanzan en la oscuridad para ir en tu búsqueda. ¿...? Ven, bésame... yo te dejaré escupir tranquila esa sentencia que tanto alegra a mis fracasos.
©Daniel Montoly
2 Comments:
Si se trata de quien parece, lo que he escuchado es que es imposible ponerle reglas. Vendrá cuando le plazca. Siempre ruidosa e impertinente.
Llegué por aquí gracias a una entrada de Rosa Silverio. No me arrepiento. Volveré. Saludos.
Estimado Oggi:
Sea por siempre bienvenido a este santo hogar del destierro del lar isleño, cayo en parsimoniosas aguas del Internet. Sí. Se trata de la descarnada mujer que a todos ama con igual justicia e indiferencia por las convenciones sociales. La morte, la muerte, la parca, la viuda y la reina madre de los sustos.
Eres bienvenido a quedarte si gusta en este reino anclado en el sin tiempo y el sin sentido de los literatos ofuscados por el silencio.
Saludos con afectos.
Daniel
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