Wednesday, February 10, 2010

VOCES DEL SIGLO XXI

Esteban Moore

(Buenos Aires, Argentina 1952)



“Strahlenwind deiner sprache” 1



el viento que sopla desde el desierto cristalino
tan blando como un terso cielo –anunciará del
universo, infinitas desconocidas geometrías/el
más pequeño de sus detalles / los dominios de
una agregada luminosidad


“not things but minds”2


los glaciares en la lejana patagonia impulsan/ el
tamaño -de su acumulado volumen/-- recreando
bajo la magnitud de sus formas/--una música de
aguas


“confondant la nuit et le jour”3


la naturaleza de las ciudades / que despliegan en
la planicie desolada --sus abanicos circulares/ no
será nunca correspondida/ de la vibración íntima
que irradia del fuego -esta ceniza calcinada


“Aquí en el silencio,/ oigo” 5


una brisa nocturna ---atraviesa los campos roturados
agita las hojas del eucalipto -el crecido follaje de los
cañaverales/ roza sonora ---las grandes ruedas de un
tractor detenido




Ángeles caídos

“city of fallen angels •


Borracho de alcohol
y desesperación
Dylan con sus aullidos estremece la noche
Vallejo tose en un conventillo parisino
la noche se extiende en los hemisferios
en México Lowry
oculta sus visiones zoológicas
en las abrasivas lenguas del mezcal
viajando sobre el chirrido de un tren de carga
Kerouac canta ronco vómito tras vómito
las bondades del agrio vino californiano
Bukowski resbala y cae
en la noche brillante del Sunset Boulevard
en la trastienda de una farmacia de turno
Carver abre una botella de licor clandestino
mientras una vieja con un perro ridículo
espera el preparado
que tranquilizará sus tormentas
a esta hora de la madrugada
quizás alguien se esté preguntando
qué sucede
bajo el ardiente sol de los parajes sureños
en el extremo de Oriente pálido de luna
En una jaula iluminada por reflectores
Pound murmura palabras
que sus carceleros no comprenden
Michaux cubierto de noche
en un cementerio de Cuernavaca
se deja volar en sustancias
sin entender la magia del paisaje
en una ciudad que lo desconoce
Julio Huasi
decide por mano propia
abrazar las tinieblas
otros en el pico de una botella
apagan los exactos compases del corazón
En un sitio donde todos cantan la belleza
de las ondulantes mujeres junto al mar
alguien bebe risueño su caipira
absorbe el oscuro aroma del azúcar
el rancio perfume de pobladas axilas
la imaginada fragancia de una flor
pleno sabor deseado
nosotros desde Montevideo observamos
el cielo cargado
Los modos cambiantes del tiempo
no conocen la amabilidad de tus deseos
se desplazan imperturbables
a través de las cordilleras los océanos
las llanuras
cruzan el poniente
someterán a cada uno de aquellos
que intenten penetrar sus polos de radiación
a las pequeñas
obsesivas cuestiones cotidianas
Perlongher viaja en un automóvil
que se desliza
hacia los suburbios
su destino
una capilla donde frente al altar
en el círculo de energía otorgada
ante los ojos
del sangrante cordero de Dios
un sacerdote administra la esperanza
sí y…
qué dones qué palabras mama
en su desesperada desilusión
en qué aguas alimenta esa fe apresurada
Padre Nuestro…
que estás en las sacrísimas alturas
comienza la invocación inútil
su único consuelo
la voracidad de Dios
Al viento en el río
voces extrañas
en el río al viento
desconocidas almas en pena
Aquel que elige
en la pobreza del exilio
el nombre de Sebastian Melmoth
recuerda una esposa los hijos tan amados
añora ese mundo al que no podrá regresar
infantilmente recuerda la redondez
de su colección de fina porcelana
el color de Londres bajo la luz del otoño
anota en su cuaderno:
poseo la tranquilidad de los objetos perdidos/
soy un hombre que ha vivido su tiempo/
en simbólica relación con el arte/

ya no se avergüenza en las calles
cuando alguien murmura a sus espaldas
o grita Fingal O’Flahertie ooo ooooooohhhhh
él repite en voz baja mansamente:
el dolor es un momento demasiado prolongado
Tampoco imaginará de Joyce
el calembour lanzado en
The Ballad de Persse O’Reilly:
Fingal Mac Oscar Onesine Bargearse Boniface
a quién se le ocurre
Ortodebarcaza Carabonita
Las sombras
su proyección geométrica
permanecen
quién o qué
erosiona la forma que envuelve
grabará en la historia
las marcas del pudor ajeno
Alguien recuerda
el eclipse de luna de Lu T’ung
la figura del cielo el emperador
la visión de sus ojos
apagándose en la belleza terrenal
la luna el ojo nocturno del cielo
devorada por la tremenda boca del sol
y de la terrible ejecución
de este poeta que amó las alegorías
en el 835 año del Señor
No tienen nada que decir
Pregunta una voz ajena
El gran círculo gira sobre su propio eje
Las primeras luces del alba
Penetran profundos pliegues abismales
Las imágenes fulgentes
Se repiten
Una y otra vez
En la superficie bruñida
Qué podrán decir en México
en Montevideo en Buenos Aires
que no haya sido cantado en el Occidente
en Venezuela en el extenso Brasil
en el muerto Oriente perdido
donde los magos
buscan por el firmamento
la luminosa trayectoria de una estrella
la develación del secreto
Auden
en vísperas de un nuevo año
propone un brindis alza su copa
elevo dice
en el agrio aroma del licor
el peso de los planetas
la mutabilidad del universo
no busquemos en el pasado
edenes ilusorios
menos aún
la seguridad de las jerarquías
el siglo nos presentará
las imaginadas ruinas
Rimbaud arrastrará
su gangrena de oros
El cuerpo de Alejandra
sus oscuros labios de sangre quieta
callarán la última palabra

A Yeyé in memoriam
Custozzagasse 5, Viena, 1994.


• “Ciudad de ángeles caídos”, Pintada mural, Silver Lake, Los Ángeles, EEUU.



W.C.W. en homenaje


“nature’s face will alter”
Joseph Brodsky


En el campo de batalla de las estaciones
amparado
en el sol
la luna
el Tiempo
su Voz
impasibles al infortunio
y sus labores
no miden en vano
el propio paso

el helado de chocolate y
cremas vainilladas
se derrite pegajoso en mi mano

dócil a la ley de gravedad
estampa
la esencia de su amarillo
en mi zapato marrón


Postal urbana



"numbered caves in enourmous jails"
W.H. Auden


ese que al oriente de un apagado sol -camina
seguro en la multitud / los ojos sin punto fijo
sabe que al final de su trayecto lo espera
una habitación vacía
los rayos titilantes de un viejo televisor /glaceando
de brillos
la oscuridad
parpadeo de luz que nunca podrá rememorar
la combustión de los aceites
la fulgurante flama de las lámparas
que alumbraron
en la larga noche de los inviernos romanos
la labor de Livio Andrónico
quién pregunta si una vez ahí en la protección
de este dominio ajeno / sus lamentos serán
los gemidos de una voz plegada
que recuerda una por una
las pérdidas del alma alzada en amores
el suave abrigo de las bocas
el perfume de Francia en los cuerpos
el dulce extravío de los cuerpos
en las plumas de pájaros remotos
quién pregunta -se golperá a puños el pecho /con
manos de piedra/ los sitios del corazón vencido
quién



La blanca del áfrica


“The diamond-like splendor of the Sphinx’s face/
blinds the eye’s vision.”
E. P. Kirk

… ella
la blanca del áfrica tiene amarillos ojos
de león adormecido
la lenta fosforescencia de las serpientes en verano
sus mandíbulas
Dios lo sabe
conocen la consistencia de la carne masculina
si lo desea para adornar sus pálidos pechos
puede hacer de un hombre
pequeñas mariposas rojas mágicos colgantes
la blanca del áfrica oculta un corazón que bombea
profunda sangre negra
sus dientes de afilado hielo antártico a la luz de la
luna
dejan oscuras huellas en el cuerpo elegido
hecho que provoca
en ocasiones su dulce sonrisa
la blanca del áfrica también puede a criterio de sus deseos
alzar su mano
estirar el marfil de sus dedos
detener el mundo frente a tus ojos
dejarte vacío de toda memoria




Breve vuelo trasandino


Luego de tranquilizar a los pasajeros destacando la bondad
de las condiciones climáticas –con palabras que no rozarán
el erizado núcleo de nuestro temor
y de recordar que de acuerdo a lo previsto aterrizaríamos
a horario en el aeropuerto de Santiago de Chile
el comandante de la aeronave remata su discurso de rutina
“estamos volando sobre los andes
a cuarenta y tres mil pies de altitud”
mientras tanto saboreo en la levedad de la cabina
climatizada
el amargo roce del alcohol en las papilas
y escucho a mi acompañante casual
fabricante de tornos automáticos que narra
en términos casi poéticos -la novísima retórica de los metales-
la pasión con la que doblega
el duro acero crea partes pequeños engranajes
- compleja maquinaria-
la precisión de cada uno de sus productos el esmerilado de
la válvula durabilidad belleza eficiencia etc. Etc.
a cuarenta y 3 mil pies de altura
volando sobre los andes
miramos desde la ventanilla el océano de nubes
entramadas
impenetrables a la vista
/ocultan el paisaje/
sorpresivamente nuestros ojos descubren
a un costado
del metálico cuerpo brillante del ala
del avión
el macizo pico negro
coronado de helada nieve cristalina
asomando
su granítica pureza de siglos a través de las nubes
de la tendida espuma de moléculas -plena de átomos
eléctricos
de tormentas posibles
rasgándola rasgándola como si fuera
el poderoso dedo índice de una de las extraviadas
manos
de dios
de su hijo el crucificado en la quietud de los maderos
que desde su rústico sitial
en la pequeña capilla de salvador maría
en la llanura argentina /plana página de imposible lectura/
al verano de los vientos secos y las recordadas palabras de
florecido filo observa inmóvil
la explosiva furia de la motosierra
el tajo certero del instrumento mecánico
la pérdida de la palma de los dedos extendidos
yeso y óleo -conmemorativo memento mori triturado
polvillo desgranada molida materia flotando en la luz
bajo tus ojos


a c.c.


plegaria


oh padre
que nos has dado la luz
el ardiente sol de la tierra
las fauces saurias de la noche
los cielos de amenaza
la lluvia ácida, el gas tóxico
los cuerpos plenos de células corruptas
el aroma maloliente de las aguas servidas
la pestilencia de la nube química
los esfínteres túmidos
el aire al humo encadenado, este paisaje que flota
en la bruma de las ciudades

y el deseo y sus dientes de metal
y la avaricia y sus visiones del universo
y estas papilas sangrientas que absorben
el virus de tu boca

oh padre
que nos has dado la propia celebración de tu nombre
te pregunto
una manzana en la boca de una mujer desnuda
justifica el estado de las cosas
nuestro…

“en lo profundo de la noche”


el agua contenida en la pava
hierve sobre el fuego
en la noche todo es silencio
cada uno de nuestros dioses goza
la otorgada quietud de la noche
el agua en la pava se evapora
sus silbos punzan el silencio
este silencio de la noche
en el que una multitud
de cuerpos sin rostro
se desplaza en las sombras
el ardiente metal de la pava
separa las llamas del fuego
de los borbotones del agua
los cuerpos no hacen ruido
sus pisadas nunca retumbarán en tus oídos
en el silencio
nadie
nadie responde
a los nombres que lento repito
la multitud de cuerpos desnudos
se desliza en las tinieblas
en la negra noche eterna
siempre abismal
donde el silencio crece
como un dios
todavía desconocido


nota


Lu t’ung rememora
frente a sus verdugos
el serpenteante río de jade
el verde profundo de las aguas
olvidando que en esas orillas
Yü-ch’uan-tzu
el pensador del río de jade
soñó la imagen del joven Buda
tensando su arco
en las salas del museo Guimet


Anotación anónima inscrita al pie de la página 32 en un
ejemplar de “One Hundred and Seventy Chinese Poems”,
de Arthur Waley (Londres 1918) exhibido en la librería El
Túnel, Buenos Aires, 1993.


carta de Feng a Tu Fu


hermano mío
habito un templo en las montañas
en las cercanías de Hang Chou
aquí con el primer brillo del alba
el gran río de colores y aguas veloces
libera bruma /visiones/
extraños espejismos
y en el atardecer puedo observar
el humo que en el horizonte se eleva
arrastrando en su oscura columna
las cenizas de la belleza
terribles predicciones

hermano mío imagino a la distancia
tu preocupación, tus laboriosas jornadas
protegido por la sombra de grandes árboles
en cuyas ramas los ágiles gibones aúllan
desesperados




homenaje del recuerdo


fuimos…
un jinete feliz en la niñez provinciana
un soldado aguardando en silencio el asalto final
un piloto de caza que defiende el cielo de inglaterra
un espía oculto en las sombras del cinematógrafo
un explorador solitario a quien derrota el desierto
un navegante audaz en la inmensidad del cabo de hornos
todo lo que fuimos…
y además el ciego poeta sonriendo ante la pequeñez del escriba
que somos…


burgess street, farm Near/ southhampton


ataviado lujosamente
el cuerpo macizo
asume formas desconocidas
al practicar
una lenta cortesía de ocasión

en la paz de su arriendo escribe
largas cartas a su fiel pepita gómez
y piensa con medido escrúpulo
cuántas veces cabría un húmedo condado inglés
en el continente de sus propiedades

es allí en esa isla extraña
que se le presenta la imagen del muerto
cubierto de tierra y sangre el pecho desnudo
viajando veloz desde la muerte
hacia un destino que no ha de serle infiel

es allí en ese paraje hermoso
donde por primera vez teme el veredicto de la historia
en aquella geografía de lluvias y niebla un apodo felino
todavía habita su trágico carruaje
quizás la gloria misma

él, el poderoso, duda
no reconoce en las nubes su premio
-posiblemente le aguarde
una lápida fría
bajo el pesado cielo de inglaterra-


con bogey en casablanca


bogey bebe en silencio
el agrio bourbon del olvido
su mirada perdida en la noche africana
oculta las profundas cicatrices del amor

desde la mesa observa al pianista
que sin emoción acaricia en el aire
con manos de brillante caoba
las teclas de un piano destartalado

en el fondo del salón a media luz
acompañada por una vieja guitarra
la francesita delgada y triste
sostiene el tibio mate de la espera

bogey la mira a través del humo del cigarrillo
para comentar lentamente como sólo él puede hacerlo
con la entonación propia de un reo del abasto
“muchachos… ella algún día lo comprenderá…
…carlitos se nos ha ido para siempre”


transpiraciones


en la noche prendida de silencio
cuando mueren los televisores
de las sombras nace la poesía

-mis dedos restregan su pelo-

y yo
yo sigo siendo

soy:
el mismo enano solitario necesitado de palabras
el que no se acostumbra a viajar con la muerte

muerte natural


muchas y no pocas veces me pregunto
si el sol de la infancia huye en la noche
si han de morir los sueños en el cuerpo
pequeñas intenciones

mis manos revuelven tu cabello
e imagino /atroz y personalmente/
a Wordsworth (valedera palabra – su peso en palabras)

repitiendo con aplomo:
“let the age continue to love its own darkness…”
yo y tú es decir vos y yo
tan sólo recordamos


la batalla de nuestros días


el campo perfumado

por el aroma del cardo y la menta
oculta en la crecida gramilla del verano
la presencia inquieta de un guerrero furtivo
que aguarda el llamado de su joven doncella

abrirá
el moderno gladiador
en el meditado instante del deseo
suaves heridas en el gemido

y ha de brotar la sangre clara
sangre que desconoce el acero


no hagas una historia del amor


sé de tus pies
perdidos en la noche clara
recorriendo las cenizas del fuego sin medida

todo es inútil:
en el invierno
tus labios no poseerán su lengua

todo es inútil:
en el invierno
la voz que te nombra escalará la memoria del olvido


tormenta de primavera


en la tormenta
un rayo de sol halla el camino
entre cerrado cielo
y más allá

desde aquel punto incierto la luz afilada
abraza el blanco cuerpo de una gaviota solitaria

que más acá del cielo cerrado
vuela sobre un todavía verde campo de trigo

frente a las nubes oscuras
su plumaje es un resplandor fugaz
que anticipa en ese instante
todo el oro todo el trigo todo el verano




el café


calles silenciosas
conducen al café
del solo última casa en luces

allí el solitario
en compañía de sus recuerdos
y copas y humo y música y humo
se envuelve de nostalgia
para dibujar en el aire días posibles

pero…veloz, la madrugada
no tardará en golpear
el sucio ventanal

entonces dispondrán los abandonados
de la luz que los agobia




Esteban Moore Buenos Aires en 1952. Poeta y traductor. En su condición de cronista urbano ha dado a conocer: Librerías de valor patrimonial de Buenos Aires, (Dirección de Patrimonio, Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, diciembre 2003) y la reciente Pizzerías de Valor Patrimonial de Buenos Aires, (Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, Junio 2006); ambos volúmenes realizados junto al artista plástico Horacio Spinetto.

En poesía ha publicado: La noche en llamas (1982); Providencia terrenal (1983), Con Bogey en Casablanca (1987), Poemas 1982-1987 (1988), Tiempos que van (1994), Instantáneas de fin de siglo (Montevideo, 1999, mención Honorífica Premio Municipal de Buenos Aires), Partes Mínimas (Mar del Plata, 1999); Partes Mínimas y otros poemas ( 2003, segundo premio de poesía, Fondo Nacional de las Artes); Antología poética ( 2004, Colección Poetas Argentinos Contemporáneos, Fondo Nacional de las Artes) y El avión negro y otros poemas (2007, del Fondo Metropolitano de las Artes y las Ciencias de la ciudad de Buenos Aires).

Ha realizado la traducción de diversos autores de lengua inglesa: Lawrence Ferlinghetti, América desierta y otros poemas, Colección de Obras Representativas de la UNESCO (Ediciones Graffiti/Unesco, Montevideo Uruguay, 1996); James Laughlin, Los poemas de amor, (Editorial Martín, La Pecera, Mar del Plata, Argentina, 2001); Craig Czury, Tecnología Norteamericana y otros poemas (Papel Tinta Ediciones, Buenos Aires, 2003); Charles Bukowsky, Una de las más ardientes y otros poemas (Ediciones Laberinto, México, 2004); Lawrence Ferlinghetti, Los Blues de la procreación y otros poemas (Alción Editora Córdoba, Argentina, 2005), Lawrence Ferlinghetti, La vida sin fin (Editorial Arquitrave, Bogotá, Colombia, 2005), Sam Hamill, Ojos bien abiertos y otros poemas, (Dirección de Cultura, Universidad de Carabobo, Valencia Venezuela, 2006).

Asimismo tradujo a Joy Harjo, C.K. Stead, Liv Lundberg, Patricia Jabbeh Wesley y Chirag Bandel para la edición del XVII Festival de Poesía de Medellín (2007) y a Freedom TV Nyamubaya, Nguyen Bao Chan, Bassem Al Meraiby , Joe Woods y Gulrokhsar Safi; XVIII Festival de Poesía de Medellín ( 2008).

En ensayo publicó: Primer Catálogo de Revistas Culturales de la Argentina (Ediciones Revista Cultura, auspiciado por la Secretaría de Cultura de la Nación y la Federación de Revistas Iberoamericanas, Buenos Aires, enero 2001) y ha dado a conocer en revistas y diarios textos sobre la obra de Alberto Girri, H.A. Murena, Horacio Salas, Lawrence Ferlinghetti, Allen Ginsberg y la poesía argentina contemporánea, reunidos en Versiones y apropiaciones, de próxima aparición.

Ha participado los festivales de poesía de Medellín, Colombia (1995 y 2005); Montevideo, Uruguay (1993); Rosario, Argentina (1994) festival de Cali, Colombia (2005); Encuentro de Escrituras, Maldonado, Uruguay (2006 y 2007), Semana de las letras y la lectura (Rosario 2007), Encuentro Internacional de Poesía de Valencia, Venezuela (2006) y fue invitado a la escuela de poesía The Jack Kerouac School of Disembodied Poetics, fundada por Allen Ginsberg, donde inició un proyecto de traducción y a la Schüle fur Dichtung in Wien , Viena Austria, donde expuso sobre poesía y traducción. En 2005 dictó en la IX Escuela de Poesía de Medellín el seminario: La generación Beat: sus póeticas y su legado.

Colabora con publicaciones del país y del extranjero. Su obra ha sido parcialmente traducida al inglés, italiano, alemán, lituano, albanés y portugués e incluida en diversas antologías

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