Tus pies descansan desnudos sobre mis labios
como rosas sobre los péndulos
que celebran su belleza.
La noche rehúsa protegernos
de la curiosidad
de las estrellas; nos entrega
al brillo inquisidor
que todo lo cuestiona
que no dejará piedra sobre piedra
para perpetuar el tabú
de lo perverso.
Mas por besar tus pies
o sentir los bordes de mi lengua
desenvolviendo la seda húmeda de tus dedos;
arder en la hoguera... vale la pena.
©Daniel Montoly
de las que nacen putas”
José María Álvarez
Salvo por aquellas verdades
omitidas
-convertidas por la rutina
en gestualidad
de sábanas insatisfechas-
jamás le dije a mi ex-mujer
que la quería.
Ella tampoco disponía
de tiempo para ello.
En raras ocasiones
se la veía sin su amante.
©Daniel Montoly
Cuando se interpone la noche
entre nosotros
y el cigarrillo en tus manos
quemándose
parece ser el árbitro
o el terapeuta
para nuestra conyugal disputa,
siento en mí
que algo hierve. Entonces
cualquier caricia
no alcanza a tener el eco
del cuando nos conocimos.
Pero esta vez, inexplicable,
tu sexo es fuego.
Yo gozo
al arder en tu hoguera:
Beato por el estigma de tus líquidos.
©Daniel Montoly
Vino una noche hasta mi mesa
y en una copa de vino
dejó su enervante rostro tendido,
tal luna sobre el mar de Oporto.
Más tarde escuché, entre burbujas,
las sílabas rumorosas de su aroma
y fueron sus miradas, baúles
en donde floreció mi adolescencia,
azuzada por el calor de su senos.
©Daniel Montoly
La oscuridad rebelde
encierra tréboles
en su vientre.
Se acurrucan,
sutilizan sus veloces
y mágicos destellos.
Te penetro
con los roces audaces
de mis dedos.
Estigmatizo con humedad
tus senos púberes.
Rueda tu carmín
por mis labios
sin preámbulo, ni velas.
Eres joven, luna:
El farol que alumbra
mi musgo negro
poda, con amor,
tus bustos místicos,
la muerte, y mi silencio.
Ven. Aproxímate.
Acoge en tu flora
la levedad
de mis deseos.
Permíteme abrir
la cerradura de tu aura.
Seré humilde prólogo
en el vaivén divino
de tu rica sinfonía.
Escucharás el preludio
de mi voz
surcar tu monte
como un águila, salvaje.
Que se sature el viento
con tus espasmos.
Ven, reposa plácida.
Sé mi sombra. Goza
mi puñal armónico
en tu alcoba de suspiros.
Me dices,
te digo,
me besas,
te beso.
Somos, inconscientes
raíces humedecidas
en el tántrico misterio.
Esconderé mi cabeza
en la hondura de tu abismo.
Arriba, luna:
Se escuchará el regreso
del Fénix
cantando sutras.
Ven. Deja que desnude
tu mandala secreto;
que beba la miel
de tus entrañas. Ven y besa
con tu luz, besa
mi oscura niebla, ven
y entonces luna, entonces
nacerán, al alba
dos luces, y un universo.
©Daniel Montoly
2 Comments:
bonito
Gracias por la visita y celebro que te gustaran, Taio.
Un saludo.
Daniel
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