((Managua, Nicaragua 1961)
Recordé episodios en tentáculos de realidad,
junto al respirar de un cuerpo en reposo.
Ayer sostuve una batalla de sensaciones;
Hoy soporto la marea compulsiva;
Mañana, con la complicidad de la noche,
pulularé contornos de devenir andado.
Me asedia el tiempo y sus vaivenes,
demonio constante indagando punto débil
por donde introducir impune su daga.
No busco pétalos de rosas en los caminos,
cuando con espinas he trascendido
y de mi sangre he bebido el vino que calma
esta inquietud en estado intemporal.
(Del poemario inédito Desafuero)
La vida es así, como somos,
instantes fugaces en el tiempo,
fallecimientos alegóricos, expectantes,
vuelos apacibles y abruptos.
La vida es así, como somos,
en el enfurecido fuego del amor
y la callada inquietud del agua;
caricias en pieles llagadas,
besos en almas divagantes.
La vida es así, como me ves,
ido en la luz interior
de un universo que no ha sido
aquí.
Atmósfera roja, densa,
rojo agrio, de fuego,
reino de furia y odio
consume la vida.
Crepúsculo azul, amante,
poético, idealista,
también de fuego
y agua,
creador de cielos.
La guerra en mercados
con estridentes armas:
plásticas monedas
despojan almas
cual carnes leprosas.
Hay un hueco oculto,
una semilla sideral flotante
y un génesis en el cenit.
Pintarán como dioses
los prismas aliados,
la nueva Era trae
espíritus en acuarelas
cercanos al cinturón
de la luz.
Bebo el jugo de una tarde ansiosa
con nuevos sueños y el rumbo de la magia...
Escalamiento de espíritus, vibraciones penetrantes.
Vuelo elástico hacia el infinito, virando cuando voltea,
voltea rotando, y en oposición empuja, corta e irrumpe,
los opuestos se desplazan y prolongan, cada paso enseña
la estación vital, el lenguaje que conecta lo humano,
naturaleza en movimiento. Armonía.
Del cuerpo la arcilla elocuente, correlación continua
de peso, tiempo y espacio, repeticiones constantes
y elevación a punta de fuerza, pelvis potentes
en ejecuciones coordinadas, exactitud de brújula,
el ideal.
Avance, avance, a veces cortante... suave,
dejándose ir... rapidez y ritmo,
geográfico el recorrido con brazos y piernas
como compás y artefacto, el sonido
entre ondulaciones de almas apareadas.
El ritmo esculpe luz,
el cuerpo habla de su verdadero rostro.
¿Lo desconocido, lo nuevo?
Pensar danzando, encontrar el paso adecuado
para asaltar escenarios en contrastes y contramarchas.
De los poros el agua que acaricia la piel,
de la densidad a la estela liviana:
un barco invisible que habita el ser.
Los encantos juegan y danzan,
invitan como niños traviesos. No hay paraísos,
sólo plácidos lugares, nobles corazones;
primigenios que no temen el pecado original,
mas en la carne se posa el espíritu.
El amor indeciso, valiente, conjugado y traicionado,
también encanto ofrece, regateando,
vacilando, y cuando se cree seguro, se rompe
como cristal de lujo en casa ajena.
Nada es más auténtico que la niñez.
¡Ay, la idea! Encanto preciado que juega a fuego.
Se atreve tocar tronos, usurpar privacidades,
mas quién es aquél que no ha profanado.
Nada, sin embargo, es original.
Como danzaron los dioses después del inicio,
cuando nacimos del fuego, ese punto universo,
así la danza juntando partículas viajeras y esparcidas;
la danza que en mágico vibrar ocurre y se escurre
marcando pasos, compás del movimiento,
sonrisas que develan contorsiones.
¿Quién osa rehusar,
cuando estrellas, soles, planetas;
universos, estelas e infinitos
se mueven y buscan inciertos
el punto de la estática definitiva?
El cuerpo expide su alarido;
la sangre, vibrante y rítmica, corre al fuego.
Transpiración diluviana y poros dilatados.
Remanso con tono nocturno y sabor añejo,
sexo en puntillas con olor delirante;
suena la vida, revive el ardor. La danza.
Dentro, profundo, de este corazón y mente rebeldes, están mis jardines inocentes, cohabitando con laberintos de zonas ocultas. Se extravían los rostros de múltiples amores, mas el revoloteo del colibrí perseverante, ama libando el néctar de su historia.
Ante el mundo enjaulado, mi rechazo. Entre multitudes, yo, sin banderas ni pancartas, sin deidad ni fetiche, rondando paraísos contaminados e infiernos tras pulcritudes. Busco la fisura inadvertida, con ímpetu de convulsión acribillando normas, invocando libertad. Todo régimen moral me sabe a fraude.
No es enojo ni pesimismo, al escribir. Tan extraño así, que estoy liviano, con ponderado entusiasmo, vital. Me desafuero al encuentro de tantos Yo, sabiendo de la unidad en los nosotros, porque hay mucho de nosotros en otros, y cómo negar que somos tantos del todo, expresivo.
Al navegar, soy. Descubro, aprendo y mi hambre se acrecienta, entonces aspiro más, se clava incisiva la inquietud, lejos del orden de las cosas, y hurgo como arqueólogo, quizá buscando huellas olvidadas, memorias dormidas o veladas, por todos los dioses del miedo.
Oigo el rumor de la mar, anunciándome el sollozo de amores reprimidos, y de otros tantos inventados, como cuentos de abuela, soplo y olvido, al dejar de ser aves, o no soñar más. Siento ausencia y frío de quien promete, necesitando. Frente a la posibilidad de cada amor, entregarlo en vuelo alto y libre, con vista al horizonte, será el gusto. Respiro sueños exiliados, en hogares que no son más que eso.
©Henry A. Petrie
http://www.foronicaraguensedecultura.org/
Ilustraciones: http://www.vbz.es/vbz.htm
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home