Monday, August 31, 2015
Por
Literatura.
en
Washington Delgado
La
investigación literaria en el Perú no ha estudiado detenidamente la
obra de algunos escritores de la llamada generación del 50, que tiene
nombres ilustres como Jorge Eduardo Eielson o Julio Ramón Ribeyro. Por
ejemplo, no hay un libro dedicado íntegramente al pensamiento de
Wáshington Delgado. Solamente hay comentarios interesantes, pero que
dejan de lado el rico material figurativo que se evidencia en Formas de ausencia o Para vivir mañana.
El poema argumentativo de Washington Delgado
de Camilo Fernández Cozman (Lima, 1965), pro-fesor de la Universidad de
San Marcos y de la Universidad San Ignacio de Loyola, intenta asumir el
reto antes planteado. Este nuevo estudio tiene un sistema metodológico
amparado en la Retórica General Textual (Stefano Arduini y Tomás
Albaladejo); sin embargo, en este libro se asimilan los conceptos de la
Retórica de la Argumen-tación de Chaïm Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca
en lo que respecta al funcionamiento de las técnicas argumentativas en
la obra literaria que “abren la posibilidad de una lectura pragmática
del poema por-que el argumento de un locutor in-tenta producir un efecto
en el alocutario” (15-16). Para Fernández, “dicha particularidad de la
obra de nuestro autor aparece a partir de Días del corazón y, sobre todo, desde Para vivir mañana;
además, permite inferir que esta escritura busca fundamentar una
opinión a través del empleo de una estructura argumentativa” (19).
El
ensayo está dividido en cua-tro capítulos. El primero, “La crítica y la
poesía de Wáshington Delgado”, parte desde dos perspectivas (la
cronológica y la comparativa) para comentar los trabajos herme-néuticos
acerca de esta poesía. Señala tres periodos en la crítica a la poesía
delgadiana: a) la etapa de los enfoques iniciales (donde se precisa la
concisión verbal como rasgo peculiar de dicha escritura); b) el pe-riodo
del predominio de la crítica estilística tradicional o de los enfoques
históricos (que pone énfasis en el contenido de dichos poemas) y c) la
etapa de los nuevos enfoques (desde varias perspectivas: semiótica,
neorretórica, etc.). Sin embargo, Fernández advierte que ningún trabajo
analiza la naturaleza argumentativa de Para vivir mañana o El extranjero
y ello lleva a estudiar “cómo el locutor, en estos poemas, busca
convencer al alocutario a través del uso de diversos tipos de argumento
en el hilo del discurso poético” (32).
En el segundo capítulo,
“Wá-shington Delgado y la poesía perua-na de los años cincuenta”, el
crítico aborda ciertas secuelas políticas y socioeconómicas que se
manifiestan en la dictadura de Manuel A. Odría (1948-1956), pues en ésta
se evidencia un creciente proceso de urbanización; por otro lado, la
dictadura representó la restauración de la oligarquía en el control del
país. Asimismo, todavía se evidenciaba el fantasma de la Segunda Guerra
Mundial. También circulaban muchos libros de los existencialistas
franceses. Otros hechos esenciales son el redescubrimiento de la obra
de Vallejo y la publicación, en 1950, de Canto general de
Neruda que manifestaba la opción del autor chileno por la poesía
comprome-tida. En este capítulo, el crítico sanmarquino precisa algunas
tendencias en la poesía peruana, en castellano, de los años 50: a) la
ins-trumentalización política del discurso (se nutre de la teoría
marxista y de las nociones de Jean-Paul Sartre acerca de la literatura
comprome-tida); b) la neovanguardia nutrida del legado simbolista, que
procura una creativa asimilación de los legados simbolista y
vanguardista; c) la vuelta al orden, pero con ribetes vanguardistas
(cuyo máximo representante es Carlos Germán Belli, que plantea, en el
nivel del lenguaje, la pugna entre tradición y modernidad; la
modernización del lenguaje, de este modo, se sitúa en el cauce de la
asimilación de formas estróficas arcaicas); d) la lírica de la oralidad,
nutrida del legado peninsular (caracterizada por la asimilación del
legado de la poesía española, especialmente de la Generación del 27); e)
la polifonía discursiva (hay una narratividad polifónica, donde el yo
como categoría coherente cae en sano desuso y, entonces, brota una
multitud de voces en el poema); y f) la poesía andina (que tiene como
representante a Efraín Miranda).
En el tercer capítulo, “El poema argumentativo en Para vivir mañana”,
Fernández se detiene en los periodos de la poesía delgadiana. El
primero (poesía de índole contemplativa) implica la asimilación del
legado de Pedro Salinas y el tópico neorromántico de la lejanía, y está
constituido por Formas de la ausencia; el segundo periodo (poesía de conciencia crítica) abarca El extranjero, Días del corazón y Canción española,
donde se percibe el influjo de Bertolt Brecht; y, finalmente, el
tercero (poesía escéptica respecto de la realización de la utopía) que
comprende Para vivir mañana, Parque, Destierro por vida, Historia de Artidoro y Cuán impunemente se está uno muerto.
En el cuarto capítulo, “El poema argumentativo en Cuán impu-nemente se está uno muerto”, se analizan las referencias intertextuales del título del libro de Delgado en relación con el poema LXXV de Trilce
de César Vallejo. Como señala el crítico “estar muerto, para Vallejo,
es no ser sensible ante el dolor humano. El título del poemario de
Wáshington Delgado establece complejas relaciones intertextuales con el
poema LXXV de Trilce porque enfatiza que los receptores tomen
conciencia de la necesidad de luchar por sensibilizar al hombre frente a
la profunda crisis de valores que afecta al mundo contemporáneo” (116).
Fernández analiza el poema “Sobre la traslación de los restos de César
Vallejo” y señala que dicho texto posee las cuatro partes del texto
argumentativo (el exordio, la narración, la argumentación y el epílogo).
Desde un punto de vista pragmático, el poema como macroacto de habla se
concibe como una refutación de la necesidad de discutir el traslado de
los restos de Vallejo al Perú. El locutor, en el poema, trata de refutar
la opinión del alocutario con el fin de convencerlo. Para tal
pro-pósito, emplea una gama de técnicas argumentativas: a) un argumento
de reciprocidad, b) argumentos basados en la estructura de lo real, c)
un argumento de co-existencia, y d) un empleo irónico del argumento de
autoridad. El segundo poema que Fernández aborda es “Un caballo en la
casa”, don-de se detiene en analizar la simbología del caballo para
luego refe-rirse a las partes del texto argumentativo en el poema de
Delgado. Para Fernández, el título evidencia una oposición entre la
libertad y el encierro, además “el locutor que delibera consigo mismo,
no pierde de vista que, en un segundo momento, busque convencer a un
determinado auditorio o a un cierto alocutario” (138), pero desde el
punto de vista pragmático el poema es un macroacto de habla, pues
plantea la afirmación del deseo de libertad y ello se exterioriza en el
uso de ciertos recursos estilísticos como la iteración discursiva.
El poema argumentativo de Wáshington Delgado
de Camilo Fernández Cozman es un libro valioso en el ámbito del
abordaje de la poesía peruana del siglo XX, pues indaga sobre uno de sus
autores más representativos. No es un libro que toma al poeta como una
isla paradisiaca e inaccesible, sino que logra el diálogo constante de
la poesía delgadiana con poemarios de otros autores peruanos
impor-tantes como Juan Gonzalo Rose. Asimismo, vincula la obra poética
de Delgado con otros géneros lite-rarios como el ensayo, rasgo que
ilumina el complejo, pero fecundo, lazo de esta escritura con el
imaginario occidental.
Alejandro Mautino Guillén
Universidad Santiago Antúnez de Mayolo, Huaraz
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home