Thursday, October 27, 2005

Boceto de una noche




Era la una de la madrugada, la parada del bus lucía como mi rostro y te buscaba desde la habitación de mi casa con las yemas de un lápiz. Qué vago se hizo todo, porque eras como un gas filtrándose por la simetría de mi insomnio. Besando la página descansaba tu esqueleto en el sin tacto de mis dudas transparentes. Te hacía valorar como a un lujo por la apetencia de mis sentidos; dándole a comer mi sueño a las libélulas con una actitud malvada.

Te esperé con la edad rota, y tú viniste, virgen de medianoche con el velo de tu cuerpo rasgado ya por la testarudez de mis esperas, y allí me encontraste, sumido en un atolladero de silencio, con un trago de amargura derritiéndose en la mesa y la sombra de dos labios protuberantes, tallados en una servilleta.

Luego mis ojos se establecieron en la ingravidez de tu origen, y las cenizas espantosas de tus lágrimas de gárgolas se diluyeron por los brazos y las grietas del olvido. Sólo quedaron los trazos infinitos de tu negrura, muriéndose sobre el telar de una rosa abandonada ante la levedad de mi tumba...

Daniel Montoly© 2002

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