Wednesday, November 23, 2005

Comevacas y Tiznaos


«Comevacas y tizna(d)os» reconstruye, por la vía de la historia documental y oral, el escenario social de una rebelión campesina ocurrida en el pueblo de San Sebastián del Pepino en 1898, misma que fue secuela directa de la Invasión Norteamericana y las consecuencias económicas originadas y agravadas por la Guerra Hispano Americana. López Dzur nos da una pintura de la influencia que dejara el movimiento anarcosindical y libertario peninsular y las injusticias y desigualdades inherentes a un régimen colonial, cuyo liderazgo local aún representó los intereses del caciquismo conservador.


13. El ataque a Jaunarena y los Laurnaga

Y mientras lo escuchaba, Carmelo Cruz hilvanó las décimas rimadas que pasarían, de boca en boca, memorizadas por los campesinos de Hato Arriba en aquella tarde:


Me le dirás a Cheo Font,
el pie de la espada blanca,
que ya El Pepino se arranca
al grito 'e Revolución
y que aquí, a la población,
no se debe de asomar
y a Victorino Bernal
le dirás con alegría
que junto a Antonio Pavía
lo vamos a compontear.

Se decidió, entonces, efectuar un escarmiento ejemplar. Y se eligió como víctima a Pedro José Jaunarena y Azcue (1859-1940), apoderado general de la sociedad mercantil Laurnaga y Compañía, Scrs., cuyas operaciones comerciales se remontaban a 1853. [1]

Esta compañía tenía su edificio en el sector pueblo, por la Calle Padre Feliciano, y vendía ferretería y materiales de construcción. En otro de sus edificios, Laurnaga, Scrs., por el camino oriental hacia Lares y Camuy, se refaccionaba café. Su casa comercial fue una de las principales cosecheras del producto. En su carácter individual, el navarrense Pedro José tenía su extensa finca en Hoyamala; pero vivía en el barrio Guajataca, en otra finca cafetalera, donde ubicó su residencia de dos plantas. La planta baja se constituyó en su comercio de alimentos secos y licores, La Euskalerría.

El empleado llamó a gritos a su patrón y, al oír su respuesta de que bajaría, su empleado salió huyendo de la tienda. Vana fuga. Afuera, a corta distancia, se halló a más de una docena de jinetes. No había escapatoria posible. Estaban armados con palos y machetes. Algunos bajaron de sus caballos y le detuvieron al ver que huía y, después entraron con él a la tienda, golpeándolo por el menor motivo.

Al identificar a Jaunarena, Flores Cachaco, líder de la partida, lo despojó de la llave de la caja fuerte. Otros dos lo golpearon con los puños mientras Flores abrió la caja fuerte para robar. Después exigieron los libros de cuentas y deudas, no sólo de La Euskalerría, sino de los negocios de Gumersindo Micheo e Irigoyen. Pedro J. Jaunarena y Francisco Laurnaga fueron encargados de cobrar a los deudores de Laurnaga y Co. por don Gumersindo. Ya habían sabido de las visitas de Jaunarena a muchos de los clientes deudores.

«También te las das de militar voluntario; pues, dáme los libros de deudas que te voy a leer las tuyas, sargentito».

«¡No tengo aquí tales libros!», advirtió Jaunarena a los forajidos. [2]

Los sediciosos interpretaron su actitud como poco colaborativa y gritaban al exigir cada documento disponible. Se dispusieron a subir a la planta alta. Jaunarena temió por su esposa, María Cleofe Ballester González, y se avalanzó sobre Flores Cachaco, quien parecía el dirigente de los sediciosos. Se enfrascaron en forcejeo, al pie de la escalera que daba a la planta alta. La violencia y los gritos hicieron que doña Ma. Cleofe bajara, a tiempo para evitar que Flores Cachaco decapitara a machetazos a su esposo. Al atajar un machetazo que el agresor lanzó, el machete se hundió entre los dedos de la mano derecha de Jaunarena casi hasta la mitad del antebrazo.

Doña Ma. Cleofe vio que, con el cabo del machete, se seguía golpeando a su esposo. La intención fue matarle sobre el piso donde había caído. Ella se avalanzó sobre Flores Cachaco (o Casaco) para evitar el homicidio, mientras otros miembros de la partida escalaban mercancías, picaban los libros de cuentas y deudas y desordenaban todo, en búsqueda de dinero. Allí, al pie de la escalera, ante el cuerpo sangrante de Jaunarena Azcue, el agresor hizo empeños por violar a la mujer. Pero la intervención de un miembro de la partida sediciosa, el maestro de escuela y compadre del herido, Lino Guzmán, lo impidió.

¡No la toques, no la toques, Cachaco!

Y aún hizo un gesto criminal final a fin de rematar a Pedro J. Jaunarena, quien a la fecha tenía 39 años, cuando la esposa gritó: ¡Déjenlo, déjenlo que ya está muerto! [3] En la confianza de que moriría, por la golpiza y las heridas de machete, lo dejaron. Abandonaron el lugar. Sin embargo, don Pedro sobrevivió e hizo las acusaciones pertinentes. José de Diego, Fiscal del Distrito de Mayagüez, se encargaría de las investigaciones de la procuraduría.

Este incidente fue tema de un articulo de Rubén Arrieta Vilá en una serie publicada para el diario El Nuevo Día (San Juan, 2 de septiembre de 1998), con motivo al cumplirse el primer centenario de la Invasión Norteamericana, y el artículo de la serie Sangrante Verano de 1898 en Guajataca, resumía:


... Cuando el machete cayó sobre el vasco Pedro Jaunarena Azcue, éste levantó la mano derecha para cubrirse el rostro, por lo que el filo amolado cortó entre los dedos a lo largo de la mano y le hendió el brazo hasta el codo, desplomándose el herido. Yacía tendido a los pies del atacante que trató de rematarlo con un tajo a la cabeza... Los gritos de la esposa de la víctima resonaron por la Hacienda Euskalerria (Vasconia), nombre de la finca que fue escenario de la tragedia en el barrio Guajataca de San Sebastián del Pepino. Aquella fue una de las noches de terror que vivieron los ciudadanos españoles en 1898... A Jaunarena lo dejaron moribundo, a su pulpería sin provisiones, a la finca sin ganado, y a los ranchos quemándose. Para que no quedara constancia de las deudas registradas, picaron los libros a machetazos, lo que pudo haber sido una táctica premeditada para encubrir a personas que le adeudaban dinero al propietario... También cambiaron las marcas de las colindancias de la finca para reducir la extensión de la propiedad y expandir las de amigos en el vecindario... A los pocos días, varios soldados de Estados Unidos acompañaron un sobrino de don Pedro, llamado Pedro J. Labayen Jaunarena, a recuperar las bestias y lo que les habían robado. [4]
También sufrió un ataque, por esos mismos días, Juan B. Ballester González (n. 1852), hermano de la esposa de Pedro José Jaunarena. Juan Bautista era entonces un hacendado del barrio Eneas de Pepino y su finca fue incendiada, destruyéndose otras propiedades y robándosele animales. En tal momento, Ballester estuvo casado con Pilar López González (n. circa 1856). Las fechas aproximadas de nacimiento de estas personas, aludidas en la monografía, han sido cotejadas con el Censo Federal (Abril 1910) y el último censo realizado por España en 1898, salvo el hecho de que los entrevistados proveyeran su propia documentación sobre las familias. En ausencia de ésto, tras el contejo de los Censos, se utiliza el término «circa» seguido de la fecha de probable nacimiento.

El testimonio más elaborado sobre el ataque a las propiedades de Ballester González y su padre, Ballester Pujols, se ofrece en un artículo de la Dra. Helen Santiago.


Continuación
__________


Notas bibliográficas

[1] Acerca de la familia Laurnaga se conoce que Juan Miguel Tomás Laurnaga de Sagardía se casó con Margarita Orfila Pons. Desde San Sebastián, en la provincia de Guipúzcoa, España, la señora Marga Zabalza Laurnaga me proporcionó los siguientes datos: «Miguel T. Laurnaga y Sagardía que resulta ser mi bisabuelo, y de los Orfila que nombra porque Miguel T. estaba casado con Margarita Orfila Pons, oriunda del Pepino e hija de Lorenzo Orfila Cardona y de Agueda Pons Orfila, quienes eran oriundos de Mahón (Menorca)... A Guipúzcoa en España, ... aquí es donde se trasladó el bisabuelo Miguel con sus 6 hijos, entre ellos mi abuelo Fermín Laurnaga Orfila, oriundo también de San Sebastián del Pepino. Tengo su acta de nacimiento y en ella pone que Miguel T. vivía en el nº 12 de la calle de la plaza, barrio de la 'Urréjola' (¿puede ser?). ¿Sigue existiendo esta calle?»

[2] Entrevista con Andrés Jaunarena (hijo del hacendado y comerciante Pedro José Jaunarena y Azcue), realizada en su hogar del Sector Pueblo, el 13 de octubre de 1978 y Pedro Tomás Labayen. Cf. v., Juan Manuel Delgado, Las Partidas Sediciosas, en: En Rojo, suplemento del semanario Claridad (Río Piedras). Vea Bibliografía General.

[3] Entrevista con Andrés Jaunarena, op. cit. Hay versiones, no admitidas por éste sobre la violación de la esposa e hijas de Pedro José, doña Cleofe Ballester González y, al menos, en acorde a lo expresado por ellos, evidentemente, las hijas del matrimonio se libraron de los ataques sexuales pues la mayor (Ana Jaunarena Ballester) sólo tenía 5 años a la fecha del incidente; Josefina Jaunarena tenía la edad de dos o tres años en 1898 y actos canallescos en niñas de tal edad son impensables y no se habrían solapado. La familia me solicitó aclarar estos rumores.

Si hubo algún tipo de ataques a la dignidad moral y física de los más jóvenes representantes de estas familias, los nombres posibles son los de Pedro José Labayen Jaunarena (n. 1883), quien se casó con su prima Ana Jaunarena Azcue. Si él tenía 15 años en 1898, su prima debía rondar aproximadamente la misma o poco menor edad. Otra víctima potencial fue Micaela Jaunarena Azcue. (Acordé con mis entrevistados André Jaunarena y Pedro T. Labayen respetar la secretividad que se mantuvo sobre el asunto y no nombrar el agresor.

[4] Las décimas, aunque incompletas, así como la historia de Pedro José Jaunarena, fueron recogidas por Rubén Arrieta Vila, periodista de El Nuevo Día, en un artículo titulado Sangrante Verano de 1898 en Guajataca (en: El Nuevo Día (San Juan, Puerto Rico), miércoles, 2 de septiembre de 1998).

En su artículo Arrieta, especificó que: «A los pocos minutos de haberse perpetrado la agresión en la hacienda y pulpería, donde residía Jaunarena, la esposa puertorriqueña de éste, María Cleofe Ballester, y algunos estancieros del Guajataca llevaron el herido en hamaca a San Sebastián, donde el Dr. Miguel Rodríguez de Cancio le amputó el brazo destrozado. A los pocos meses, el vascongado estaba de regreso a las tareas en el campo, utilizando la mano izquierda, con la cual escribía con dificultad al principio porque era derecho».

Font Ríos tocó el tema de las Partidas y uno de sus protagonistas, Yare-Yare, en un cuento incluído en Entre cuentos y versos (Impreso en Argentina, 1968), ps. 10-11 y Carlos López Dzur en un cuento sobre la familia Mayol Navas en su libro Sarnas de la ira parda (Río Piedras, 1980). Las décimas sobre estos incidentes las escuché y transcribí, desde temprana la década de 1970, gracias a campesinos de Pozas, Mirabales y Guacio.


About Carlos López Dzur

Carlos López Dzur es un historiador, poeta y narrador, graduado en las universidades de Puerto Rico (UPR), San Diego State University y Montana State. Es candidato al PhD en Filosofía Contemporánea en UC, Irvine, y autor de más de una docena de libros poéticos y de ficción. Este es uno de los trabajos de la serie en preparación «Trece monografías sobre historia pepiniana».


Este trabajo ha sido reproducido gracias a la cortesía del escritor Carlos López Dzur
y http://www.outskirtspress.com/cgi/webpage.cgi?ISBN=1598001612

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