(El Tigre, Venezuela, 1961)
No vuelvo por haber vivido
Busco en mí los nombres
de la devoción
el ojo
de la alcayata celeste
que me sostendrá
los vaticinios
ocultos
el fuego
espinoso
Vislumbres de mí
Otras señales no hay
El pajizal no deja ver las cruces
la zamurana
y el canto de ese mochuelo alerón
que es aleluya
cielo caído
Toco la nitidez del aire
con la pluma del piapoco
Espero el mes de la espiga
No quiero vivir en la ceniza
del fracaso
No quiero estar prisionero
en mi propio temor
Espero
la resurrección de las alas
Espero
desnudo
en las arenas
¿Qué dios ilumina mi desamparo?
La llama del vértigo
reverbera en mi alma
desolada
***
ARREMOLINADO COMO SI FUERA
o viniera
Me pesa la muerte de los sueños
que no pudieron ser
Y me pesan los recuerdos
Tiendo las manos: no hay nada:
sólo aire
¿Bajo qué forma
volverá
lo que fue?
Con el reflejo de esta piedra edificaré mi templo
pues nadie regresa
(aunque regrese)
ME HA TOCADO el aire
de un relámpago
Esta desolación es el principio del fuego
Es la intemperie
y la única respuesta de la alianza
anterior a la palabra
Mira mis escombros. Todo quedó consumido
en sus cenizas áureas.
Todo me fue arrebatado
Sólo el signo de los arenales
me hace visible
¿En qué asombro me apoyo
para caer?
Néstor Rojas
(El Tigre, Venezuela, 1961)
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