Monday, September 13, 2010

Margo Glantz, pasión y lucidez

Al recibir la noticia del Premio FIL que se le concedía, Margo Glantz expresó su dolor ante el silencio y el anonimato al que son condenadas, en todo el hemisferio y en el planeta, los talentos y las obras de numerosas y excelentes autoras…

por Mercedes Santos Moray

Cuando los cables dieron la noticia, al otorgársele el Premio FIL, que se entregará en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, (y que con anterioridad era el Premio Juan Rulfo) a la escritora mexicana de ochenta años, Margo Glantz, no era ni su obra ni su vida muy conocida en esta Isla… Sin embargo, en 1961 estuvo en este caimán, en medio de las transformaciones de la sociedad cubana, al triunfo de la Revolución.

Y, con ella, volvía el galardón a concederse, por sus méritos, a una autora latinoamericana, ya que hacía una docena de años que no se había vuelto a conferir a una fémina. Antes que ella solo otras dos escritoras de nuestra América lo han merecido, la brasileña Nélida Piñón en 1995 y después la argentina Olga Orozco en 1998. También, al recibirlo, se convertirá en la primera autora de la nación azteca en obtenerlo desde la creación de ese lauro, que años atrás recibieron, por cierto, dos grandes maestros de las letras cubanas: Eliseo Diego, primero y más tarde Cintio Vitier.

Pero cabe la pregunta, porque y a pesar de la explosión de la información, todavía en este continente, y en particular, en el Caribe, sabemos más de escritores de Estados Unidos o Europa que de nuestra propia región, y reitero, ¿quién es Margo Glantz Shapiro, quien nació en la Ciudad de México, nada menos que un 28 de enero —el de 1930— y que por su obra, tanto como autora de cuentos, novelas, libros de memorias y viajes, ensayos y críticas, investigaciones y docencia, desde su condición de académica, ha sido reconocida en su maestría, con este lauro y que ahora tiene como nominativo: el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances?

Descendiente de emigrantes, procedentes de Ucrania y de orígenes judíos, llegaron a México en la segunda década del pasado siglo, aunque en realidad pretendían llegar a los Estados Unidos, país al que sus padres querían trasladarse ya que allí contaban con familiares que los ayudarían a establecerse en América, pero vieron frustrados tales sueños al negárseles el permiso de ingreso. Por eso se radicaron en México, donde nacería su hija, quien es una de las más destacadas intelectuales de esa hermana nación y cultura. Allí, y por la propia vocación de su progenitor, ellos se introdujeron en los medios artísticos y cultivaron la amistad de figuras del calibre del pintor Diego Rivera.

Dentro de una familia de cuatro hijas, Margo sobresalió tempranamente, con una extraordinaria pasión por el conocimiento que la llevó al estudio de las letras anglófonas, las literaturas hispánicas y la propia Historia del Arte, con particular énfasis en el mundo de las artes escénicas. Contó, afortunadamente, con la guía, en calidad de mentores y maestros, con personalidades como Alfonso Reyes, Rodolfo Usigli y el filósofo Leopoldo Zea, entre otros.

Además, pudo realizar su doctorado en Letras Hispánicas en la Sorbona, y al regresar a su tierra, ingresar en el mundo de la docencia, por la que transitaría en diversas instituciones, al tiempo que ampliaba sus horizontes culturales en otros viajes, y finalmente, en 1978 apareció su primer libro de ficción, la novela Las mil y una calorías, y continuó su discurso literario mientras avanzaba en sus investigaciones estéticas, y asumía en la década de los 80 la dirección de Literatura en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), desplegándose en la promoción de diversas publicaciones especializadas.

En 1984 llegaría para ella el Premio Xavier Villaurrutia por Síndrome de Naufragios, y como otros intelectuales latinoamericanos, también ocupó un espacio en su biografía su labor diplomática como Agregada Cultural en la Embajada de México en Londres.

Al regresar a México y al retornar a la docencia en las universidades de su país, impulsó las investigaciones humanísticas, y mereció, en 1991 obtuvo el Premio Universidad Nacional que otorga la UNAM, así como en 1994 se le confirió la categoría de Profesora Emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México, y en 1995 ingresó como miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y ocupó el sillón que correspondió, anteriormente, al escritor Juan Rulfo.

Al iniciarse el siglo XXI, en el 2004 se le entregó el Premio Nacional de Lingüística y Literatura, así como la distinción de Investigadora Emérita del Sistema Nacional de Investigadores, entre los múltiples reconocimientos que ha recibido en su fecunda vida, que incluye, desde su condición de escritora, una profusa obra literaria en diversos géneros, entre los que sobresale su condición de narradora con títulos como Doscientas ballenas azules y cuatro caballos, Las genealogías, por el que recibió el premio Magda Donato y El rastro, novela que le ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz.

Además, y dentro de la llamada prosa reflexiva, en el ensayo y la crítica, cuenta con una amplísima y muy variada bibliografía activa, con títulos como Tennessee Williams y el teatro norteamericano; Narrativa Joven de México; La Máquina de Escribir; Repeticiones. Ensayos sobre literatura mexicana; Intervención y pretexto. Ensayos de literatura comparada e iberoamericana; Borrones y borradores. Ensayos sobre literatura colonial; Esguince de cintura (ensayos sobre narrativa mexicana del siglo XX); La Malinche, sus padres y sus hijos; Sor Juana Inés de la Cruz, ¿hagiografía o autobiografía? ; Sor Juana Inés de la Cruz: saberes y placeres; José Gorostiza y Juan Rulfo (Discurso de recepción en la Academia Mexicana de la Lengua), entre otros.

Al recibir la noticia del galardón que se le concedía, Margo Glantz expresó su dolor ante el silencio y el anonimato al que son condenadas, en todo el hemisferio y en el planeta, los talentos y las obras de numerosas y excelentes autoras… y aprovechó también la oportunidad para expresar su condena a la violencia social que hoy padece la nación mexicana, y en especial, sus mujeres, principales víctimas del caos, como lo demuestran, así lo enfatizó, los miles de asesinatos cometidos contra ellas, y que han quedado impunes, con las mujeres asesinadas en las maquilas de Ciudad Juárez, desde 1993.

Tomado de Cubarte

Tomado de La Ventana

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