Sunday, October 24, 2010

VOCES DEL SIGLO XX

MIGUEL ILDEFONSO
(Lima, Perú, 1970)


oración ante el cadáver de Elvis

dios que habitas en los desiertos
en los espíritus perdidos por calles oscuras
conduce a este cuerpo inerte hacia su paraíso
no lo dejes caer en la tentación de volver
a la vida a los aplausos y las anfetaminas
si alguna vez lo viste en un bar totalmente
borracho y maldiciendo la suerte de su corazón
perdónalo porque nunca supo lo que hacía
si lo viste muchas veces hacer lo mismo
en miles de bares de Tennesse perdónalo
mil veces porque así como lo hicieron rey
murió muy solo
igual como murió tu unigénito en el Gólgota
yo sé que si lo oyeras bailarías sacudiendo
esa barba sureña y cimbreando tu pelvis
al compás del rock de tu cárcel infinita
dios todopoderoso creador de la música de los 50’s
oye esta oración que es la única que he compuesto

COMO UN BRUJO DISFRAZADO DE CIERVO

Desaparecido todo rastro
Sombra murmurio puede haber surgido
La cabeza del cuerpo
(Aquí calle Camaná
Subsiste el puente hacia la nada:
“En las falsas praderas tuve un sueño
Abrigado por las bermejas hormigas”)
Detenido todo lenguaje -el ojo zahorí
Quizás un herrero se echó a la mar
En una copa de oro
Testadas las palabras -hecha la embestida
Todo aquello ahora es en vano!
(“El rumbo está en mis pies
Hacia donde vaya sé
Que estaré en todo lugar”)



LA MORADA DE LOS POROS QUIMERICOS

Camino en tu cuerpo que es la ciudad
Escupo en los confines de un cielo muerto
Silencio al zafir inclinado al bridón de ojo incierto
Persiste la tromba y un sol negro orina su niebla purísima corno la fada
Subsiste el muro inclinado en nuestros ojos
Aquí la injuria yaciendo en nuestras bolsas
La sangre inútil derramada en las osamentas
El valor entre rejas ferradas en una paja macilenta
El grito perdido del balido airado nocturno desolado oscuro sin eco
Se apagan los semáforos cuando suena la campana
En las orejas de un cadáver
Esa avenida fría sin luz allá van mis flores espumosas
Para hacer su música de violines
En esa pálida noche mi muerte renacerá
con mis huellas refulgentes
Y esperaré aquí la alborada




Mamá llevaba siete corazones
y un sol cuando la conocí.

Esto sucedió por el año 1970, tres años más quizás.
Mamá tenía brazos blandos, suaves y fuertes.

En su fortaleza, poco a poco, fuí escudriñando.

Mamá enseñaba.
Ella me enseñó a oír el silencio de las estrellas.

Un día ella me golpeó en la cara, junto a la nariz.
Obviamente, yo Yoré.
Pero aprendí que la vida es un largo camino
hacia la contemplación.

Mamá me hablaba de un pueblo pasado.
Las historias las iba tejiendo como un manto
que nos iba cubriendo en los inviernos.

El tiempo pasado no tenía un monumento
en la plaza del pueblo.
Pero los niños hacían figuras
con el barro arcilloso del río.
Mamá nos hizo de ese barro, y nos dejó volar
hacia el pasado muchas veces.

¿Qué diría ella, ahora
que me encuentro lejos de todo
y he perdido las alas?

Mamá me llevaba a la feria.
Yo Yoraba de todo.
Por eso ella me llevaba a jugar con los niños
que no lloraban.

Una tarde me perdí entre los cajones de frutas.
Pasé la barrera de los pájaros.
Yo escuchaba un tema de los Beatles.
Me perdí entre los mendigos.

Cuando estaba a punto de salirme de mi cuerpo
oí la voz de mamá.
Me sujetó de una mano. Y camino a casa,
yo comprendí que bajo la luz del mundo
no había nada que temer.

Vamos al sol, decía.
O si no, de noche, vamos a tomar aire.
El tiempo pasado ya estaba escrito en las estrellas.
Y la casa crecía mientras subíamos a la azotea.

Pasaron años.
Muchas explosiones veíamos desde la azotea.

Madre, déjame ver las explosiones, le decía.
Si vas, hijo, se apagará la luz en un segundo.
Madre, si no voy la luz me enceguecerá.
Pero si vas, tal vez ya no querrás volver.

Mamá lloró en sus siete corazones.
Por cada corazón un Ave María.

El tiempo pasado se apoderó del presente.
Los niños que no lloraban ya no jugaban en la feria.
Tiempo después ya no hubo feria tampoco.

Mamá trataba de hallarme desde la azotea.
Con tanto ruido yo no podía oír su voz.
Perdí la luz.
Perdí el camino.

Por eso ahora escribo este poema.


LA NOCHE DEPENDE DE TU LUZ

“Vuelve, vuelve, Noche”
Guinda


¿dónde habrá de quedar este papel y esta tinta
que hacen de la noche la forma más pura
de entregarte mi amor?
en cualquier otra noche
y aunque exista una noche parecida
este papel y esta tinta
no podrán decir jamás lo mismo
aunque hablen del amor
tal vez si me llevara esta noche a todas las ciudades del mundo
si me llevara esta noche en mi equipaje
como se llevan las fotografías las cartas los libros
tal vez podría llevarme este amor
algo del amor
si eso fuera posible entonces podría ocurrir
que quien llegara a las ciudades con su preciado equipaje
ya no fuera yo sino mi fantasma
entraría a un café en Nueva York
hablaría en español o en inglés
qué es lo que lleva ahí? me preguntaría
una muchacha con alas muy enormes
yo abriría mi maleta
y se haría de noche en todo Nueva York y Nueva Jersey
saldría a caminar sin rumbo
o guiado por el mismo amor que esta noche
(ahora) guía mi lapicero



ODISEO

no sé adónde voy
ni de dónde vengo
ni a qué viene esto
si pienso sólo en una mujer parada en una calle
la vida es simple
si sólo se piensa en una mujer parada en una calle
yo pienso en una mujer parada en una calle
no pienso adónde va ella
ni de dónde viene
ni a qué vienen estas preguntas
no se debe pensar adónde va ella ni de dónde viene
ni a qué viene esto o lo otro
la vida es simple
si sólo se piensa en una mujer parada en una calle


INUTILES AIRES QUE MOLDEAN LOS DÍAS



entre los bosques de tu sueño se abriga

mi alma atado al sol que entre las hojas borra el tiempo


ella era una mujer que había mirado siempre

pasar el tren desde la puerta de su casa
ella sólo soñaba con viajar en algún tren
no quería saber hacia dónde se dirigían los trenes
que pasaban por la puerta de su casa
cuando pasaba el último tren de la noche
ella podía soñar que viajaba en el primer tren de la mañana
en toda su vida habrá visto cientos y cientos
de trenes pasar por la puerta por la ventana
o por el espejo de su casa
de día los trenes vienen — decían todos
de noche los trenes se van
pero para ella todos los trenes se iban sin llevarla
ella sólo quería que un tren — cualquier tren —
de día o de noche la llevara
se había hecho un vestido floreado
se había comprado una maleta
había imaginado que al voltear un pañuelo blanco se despedía
desde el último vagón
cuando pasaba el primer tren de la mañana
ella quería rogaba que el próximo tren parase
en la puerta de su casa
pero nunca los trenes pararon ni en la puerta
ni en la ventana ni en el espejo
y aunque una vez se colocó el vestido y cargó su maleta
nunca un tren ni de día ni de noche paró
sólo el pañuelo que había bordado en años se fue diciendo adiós
por el riel que pasaba por la puerta de su casa vacía




El extraño camino de la poesía de Abel

Si la poesía dijera algo
quiero entonces que diga:
“o reche modo to edire de za tau dari do pradera coco”,
que en español peruano dice algo así como:
“oh saudade un viento azul se lleva nuestras angustias”.

Si la Poesía hablara, yo sabría hacia dónde va este poema.
Sé que hay ríos, ciudades, Heráclitos y Dantes
por donde Uno pasa a veces como un extraño.
También edificios, de El Porvenir, por ejemplo,
por donde se pasa obligatoriamente todas las tardes,
colgado de una corbata o de los audífonos,
como un albatros sucio
mismo el extraño de pelo largo.

Si la Poesía comunicara sería un puente.
Por eso existen puentes en mi ciudad natal:
Santa Rosa, sobre el río Rímac, donde el Infinito
es un despliegue de colores o un cuadro de Humareda
que sale del hambre de los que lo habitan.
Puente México, sobre la Vía Expresa,
donde el Infinito nada en la neblina que vuela
entre edificios inertes
y un polvo gastado que no sabe adónde ir como el Amor.
Puente Quiñones (el más nuevo), sobre la Av. Javier Prado,
donde el Infinito se pasea como un satélite espía
leyendo todo tipo de anuncios luminosos de la Modernidad.
Por todos esos puentes el alma, el corazón, el sexo,
todo se pasea como un extraño animal que ha escapado de su jaula.
Entre Ayacucho y Andahuaylas,
pueblos andinos del Perú (perdonen la tristeza), hay precipicios
donde hasta la Vida misma pasa como algo extraño,
y las vísceras y las uñas y el carro en que se viaja
pertenecen a una nueva Metafísica.

Si la Poesía fuese como una mujer (como decía Bécquer)
y estuviera callada (como le gustaba a Neruda)
no dejaría de ser Poesía, los Románticos me aplaudirían,
me dirían que la siga hasta el final, sí,
porque ella de cualquier forma es la luz del mundo.


El lugar secreto del desierto (1804)


Todo un bosque de tristeza es una frase aplicable al sentimiento de nadie.

Pero podría suceder que Hölderlin caminara en esta orilla plateada
.... bajo el rumor del bosque.
Muchos sueños vendrían como bestias a consolar sus mejillas,
al igual que la mirada extraña que habita por encima de los techos.
En la orilla de un árbol, luz y sombra son significados
que han abarcado su inmensidad, solo no, acompañado,
en el abierto campo de los pájaros hechos de palabras.
Sólo después de haber cerrado el camino, ya sin aspirar llegar
a la casa de las aspiraciones, en la silueta de una flor ausente,
Hölderlin se acuesta en los tensos bordes de la noche que no alcanza
a tocar en el sueño, porque el sueño tiene otro borde como dedos
o ramas de sangre de donde cae una hoja seca que ha perdido la carrera.
Aquí lo vemos sonriendo en la fotografía de un jardín,
que a su vez es la fotografía de muchos pájaros.
Los cactus ya no pueden con el ruido, aguardan el paso
de cualquier sombra y piden que se los lleven.
Describir este jardín ya no es mitología, los años que rajan el cemento
dieron a los árboles un hogar sencillo.
Se oscurecen las ventanas, se abren las puertas.
En la otra orilla, llueven nuestras viejas palabras,
y hay una luz al fondo para los que se detienen a contemplar el silencio.
Hölderlin se adentra al fuego del bosque perpetuo, y no hay lugar para su sombra.
Del eclipsado sopor de las cosas se abre la rosa de los vientos.
Ciego, como un árbol, el anciano se cierra el abrigo, tose y se introduce
en su propio centro. Una dama se desnuda de lágrima en la otra orilla
..... y su follaje de oro se disuelve en el agua.


En busca del epitafio


Una noche sentí la muerte en mi mejilla izquierda.
Todos los edificios de Lisboa se transformaron en árboles donde me perdí
convertido en un ciervo, como Nietzsche al terminar el siglo XIX
o como Li Po borracho persiguiendo a la luna.
Podía haber sido diferente, pero tenía que ser como siempre
cuando sucede lo peor, tarde, sí, hasta que todo es tarde para volver.
Por eso, quizás por la resignación, no tuve miedo.
El ciervo pasaba por el mismo lugar todas las noches,
su llanto era pesado en el invierno, no decía una palabra,
nadie lo conocía en Berlín.
Las ventanas sucias de Praga brillaban con la desaparición
de su rostro cuando alguien le gritó Franz,
pero al voltear para ver de quién provenía esa voz
sólo vio carros llenos de cucarachas que se mofaban de su fealdad.
El que no va a ninguna parte encuentra una luz entre los rieles,
o entre los sucios puertos, o en el fondo de una cantina .
Baudelaire se apoyó en la pared repleta de sonetos y grafitis,
su vaso de vocales ácidas le dijo vete antes que te mate el aire
de la madrugada, antes que te enteres que bajo la espalda de Jean Duval
hay un tatuaje con otro nombre.
La mirada agónica hacia la luna del ciervo se confundía
con el gemido ignorado del camino de Granada aquella noche
justo en el preciso momento en que sonaron las balas
y cayó Lorca. Ya todo estaba escrito en sangre.
La neblina envolvía calientes nombres del cementerio.
Y era eterna la sensación circular del vacío.
Yo moriré en los brazos de los dioses.

Las aves son hijas del paraíso


En La Parada nadie espera que el gallo cante

para empezar a trabajar.
Sin embargo, los peladores esperamos que el sol
suba hasta la punta del cerro,
y que el agua sea como el infierno para estas almas
que sacrificamos todos los días.
A mí me enseñaron a rezar y a matar los pollos
desde pequeño.
Agarrarlos de las alas y de las patas,
darles un golpe de puño en la cabeza
y abrirles el cuello es cosa de pan y no de la tentación.
Así formé a mi familia que vive en San Cosme,
mi mujer que está gestando
y mis dos hijos que también aprenderán a resistir
el infierno, sus plumas, el sudor
y más que el propio sudor, la sangre.
Cuando ya hemos pelado a todas las aves
y éstas se exhiben como falsos trofeos para su venta
y mis dos hijos corren tras un polluelo
que se ha escapado de la jaula,
recuerdo que yo también corrí mucho,
mucho antes que el gallo cante en La Parada.


TU DEBERIAS CONOCER A HOLDERLIN


La caricia de la flor en agua de ojo arrancada de su sombra
Y de su muerte que mira en su ausencia habitada
Tal vez podríamos cortar las ramas invisibles que nos atan
Al canto de la noche y volver
Corno bajo el dedo del sol desnudo al fondo del lago vacío
Que lleno de peces relata su viejo murmullo apasionado

La yerba amarilla resplandece la voluptuosidad del amor
Enterrado junto a la sombra de un caballo
Esta hierba arrancada por la luna filuda pudo haber soportado
El sueño de los amantes trémulos
Nuestro peso áureo en éxtasis apretados sofocados alternándonos
En estaciones carcomidas por palabras

Tu cabellera extendida sobre el mar no podrá hundirse
En la caída vertical de las aves -que es como la palabra
La melancolía de tu pelo reflejado en las gordas nubes
Que suenan a antiguos metales golpeados en pérfidas batallas
De mitos muertos

El viento nos rodea con el cuero celeste del grillo
Trepado en el tronco
Una hoja verde cae en su ebrio naufragio sin estrellas
Los secretos cisnes se acercan con la luz encendida de las calles
“Dónde están los mitos?”-Me preguntas
Y en el lago vacío donde se reflejan los viejos amores
Que vagan sin olvido
Un anciano está sentado sostiene una caña dorada
Tranquilo muy tranquilo -Ahí está el mito-Te contesto







larguémonos

hola Jack viejo amigo te dedico esta noche
triste del 2001 no sé qué fecha es hoy
sé que es lunes del mes de setiembre
mi canción de estos días de inicios de invierno es:
Apuesta por el rock and roll
cantada por Bunbury
hace días que el fondo del mar es el pico del cielo
un lugar para oler las flores
que van naciendo con la muerte
de las cenizas del desierto
bajo el volumen de la música
oigo de milagro la sirena de un patrullero
sonido familiar música de Lima
de esta hora de la noche.
“no hay amanecer en esta ciudad”
dice esta canción podrida de licor
en Amor transformada
te vi Jack por Stanton
ebrio arrastrando constelaciones
ladrando sobre la luna
te vi bailando esto de Bunbury:
“perdí mi apuesta por el rock and roll
el paraíso nunca es para el corazón
el paraíso nunca dura más que el abandono
no Jack no pudo ir peor
pero llegaste a la playa inexistente
una muchacha en la noche desnudando la noche
dejando frías las estrellas y más pálida la luna
hace tiempo que no reías, te dice la muchacha
y te invita a sentarte en la arena tibia
hay luces a lo lejos y todo su cuerpo
es la suma de todos los caminos recorridos
porque el cuerpo de ella es el camino
no recorrido: plusvalía (diría Pound).
porque el cuerpo de ella
es el mar del fondo de tu borrachera
sí hace tiempo no escribes nada nuevo
todas esas cosas de amar
las guardas en el frish como una primavera
por Adán por César por Arthur por Neil
y por la ruta sin retorno de tu último tren
no sé si una vida encaja en un cuerpo
en una sola vida
no sé si dos corazones es un alma
o mil almas es un corazón
no sé si dos ojos ven igual que quinientas bocas
no sé si la estrella envidia a su reflejo
o si la luna odia al sol
el viento ahora es fuerte por Schuster
aquella noche en que viste el infierno
fue también la noche en que amaste
todo acabará con las mismas palabras
que empezaste a decir
después de la muerte habrán
otras palabras que la poesía ignora
ningún licor te emborracha
ningún sueño podrá despertar a la vigilia
el mundo real ya no existe
el fin de tu historia es el inicio de una historia fantástica
donde los mares son espejos helados de estrellas muertas.
hacer el amor será pisar la luna con los versos de Dante
o cruzar el Stigia con la última línea de Homero
o trepar un tren con las vocales de Rimbaud
u orinar en la Plaza Mayor
con el poema XXXI de Trilce.
dónde estás en este momento, Jack, en qué cantina
de México
dionisio y Apolo están en esta tinta que fluye
como alcohol y sangre
ser libre es escapar de los puntos de vista
escucha: Kansas conecta con Main
y tu corazón conecta a una noche
en que la cocina de tu hogar ardía
madre aquí estoy no he muerto
madre yes son estoy aquí escribiendo nada más
aquí estoy soñando entre los sueños de tanta gente
que no quiere despertar de su pesadilla
desde aquí veo algo del soñado
Paraíso Perdido de Milton
te veo en un bar Jack fuera del mundo
fuera de tus libros solo con tu alma
tú paseabas por Hollywood con barba de tres días
y con una botella de cerveza
una mujer aparece es la misma mujer de la playa inexistente
pero esta vez te dice para hacer el amor
cada instante es el cementerio de alguna palabra
en qué cantina estás Jack
a cuántos kilómetros de este papel
perdiste la apuesta por el rock and roll
y yo gané el silencio


la Virgen Loca con final de Edward Norton

Dolores Alanis O’Connor
velaba por el cuerpo de Dante que se extraviaba por Florencia
los punks y los vampiros se atravesaban por el corazón del poeta
casi un mínimo verso lo mantenía en vilo
un sonido cómplice del mar lo rescataba, embarrado ebrio
hacia su sino desconocido
Dante sabía que Dolores Alanis O’Connor velaba su destino
como si no existiera otro mundo que el del internet
es el S. XXI, decía, no hay ficción, ni es la carta XXI del tarot
los vampiros del mar corrían trayendo mensajes funestos de su país
oh es el exilio decía un frío que recorre estos versos
Pero cuántas veces Dante perdió su inocencia en las nubes
en la eclosión del sol, tras la ventana de cualquier cantina
y la seguía perdiendo hasta con el bostezo de un cuculí
podría petrificar su corazón bajo la calamina de su agrietada memoria un rayo de sol
sin embargo ya no había poesía en Florencia
Dolores Alanis O’Connor se le presentó en el bar
los punks y los vampiros llenaban de sangre y ácido los bosques de humo
el naualth que se fundía en el humo se convertía en la serpiente
que bailaba en el cuerpo de Dolores desnuda
la ciudad de Florencia apestaba
todos los peces muertos en el mar, todas las aves muertas en el aire
y la poesía como ya se dijo bajo la tierra agostada de Eliot
podría ser que las estrellas aún girasen por ese Amor
pero ella se desnudó frente al poeta, porque la angustia
es del ser que ha abandonado su alma, y porque así era su amor
tiempo atrás un niño se había comido el corazón de Dante
entonces ese niño empezó a escribir tercetos en italiano: lengua vulgata profana
y con su obra se hizo más niño porque había alcanzado
mediante el amor - ese estado anterior a todos los idiomas
ah los vampiros y los punks se fueron con el alba
dejando las mesas manchadas por la verdad poética
Florencia seguía estallando pues los anárquicos querían luchar hasta el final
Dolores Alanis O’Connor yacía en la tina con los vellos
de sus piernas por afeitar - los senos congelados como icebergs
en los periódicos sólo se hablaba de la guerra se hablaba tanto
que parecía tratarse de una guerra muy lejana
Dante en su locura cayó en la esquina asesinado por la sociedad
idolatrado por unos cuantos druidas
un niño se le acercó y tras escribir el último terceto se miró en el espejo
y empezó a decir:
“al diablo Beatrice
le di mi confianza
y ella me apuñaló por la espalda
me vendió arriba del río Rímac
maldita perra
fuck you!
y al diablo tú Dante
lo tenías todo y lo tiras por la borda
¡maldito idiota!”



CRUZ Y FICCIÓN

Cristo medía 1 mt. y 64 ctms. Y caminaba
por el Centro de Lima
eran las 3: 30 de la tarde — siempre eran
las 3: 30 de la tarde
Y él caminaba descalzo por Camaná
veredas quemadas por el sol
su piel ardía y era un extraño color para la temporada
pálido como colmillo de elefante
Cristo vivía como nosotros
del paso del aire del tabaco
de una canción en la rockola
dormía en la Plaza Francia
Y ahora cuando ya tengo su edad y me enfrento
todos los días contra la ceguera
creo verlo todavía sobre cartones durmiendo
con los ojos abiertos
Cristo tomaba aguardiente
era huraño y cuando hablaba
hablaba solo quizá porque los romanos ya no usaban
escudos ni sandalias
Y el emperador no era de Occidente
Y nadie quería escucharlo
Y nadie quería creer
Y nadie era nadie nadie para lanzar la primera piedra

Cristo nunca escribió nada
fueron sus apóstoles los que me dijeron
que él era Cristo
pero yo nunca vi a ningún apóstol
Judas tal vez era el bodeguero
Pedro quizás vestido de verde caminaba también por el Centro
las cosas no parecen ser las mismas para nosotros
Y no porque era enero
Y yo estaba por cumplir los cinco años
a esta edad tengo más preguntas
Y las pocas respuestas que poseo son mías:
Cristo medía 1 mt. y 64 ctms.
la cruz es Lima los judíos trabajan en los ministerios
el Emperador está en Palacio
preparando su discurso...
Y Magdalena? está en Magdalena?
(ella volvió al oficio y ahora es una próspera regente)
Cristo usaba barba
era flaco como John Lennon
Y jamás entraba a las iglesias
no sé si porque tenía vergüenza de su pobreza de su mugre o porque no lo dejaban entrar
o simplemente porque la calle era su casa
un día lo vi comiendo de la basura
Y nunca más lo vi


José María


José María venía en bus por la Oroya a Lima.

En sus audífonos escuchaba a Lou Reed.
Afuera, los cerros mojados, la lluvia entrándole por el hueco de la bala.
Esa mezcla de Perfect Day con la caída de la lluvia puso nostalgia
a la visión cristalina de la ventana.
Recordó entonces cuando chiquillo dormía sobre los pellejos,
aprendió el quechua, canciones más tristes todavía que las de Lou.
Los cerros con sus minas ya no eran moradas de mitos.
Cerros como tumbas de Huarochirí y humo que salía de las chimeneas.
Un tren fantasma entró a un viejo túnel,
la lluvia sepia como las cuerdas de un arpa le cosquilleaba el hueco de la bala.
Entonces se preguntó si en cincuenta años todavía existiría este país.
Esta idea lo avergonzó, puso otra canción, algo de Pastorita,
y casi el empezar a dar vueltas en torno a ello quedó dormido.
La carretera daba curvas, lo acurrucaba.
Oye niño - le dijeron - regresa a casa.
Pero su madre murió. Niño, esta no es tu lengua. Pero él cantaba en el bus:
Aun no veo el cerro de mi pueblo,
soy un forastero,
soy un alma que vaga junto a un río.
Tengo un revólver al cinto.
Mi corazón, una tinya, un charango y una quena.
Ay mi corazón se lo llevó el río
y aun no veo el cerro de mi pueblo.
José María cantaba en quechua con su guitarra de palo, pero adentro,
en las entrañas de su voz, los danzantes ya contaban sus pasos.
La muerte - es una herida que se lleva desde el nacimiento
la muerte - es un alma que acompaña: una nostalgia, un país.
El niño que cantaba en el río llamaba a su madre para que lo salve.
Ese niño tenía miedo que se lleven su corazón,
que en cincuenta años nadie cante sus canciones en quechua.
Porque el país tenía montañas y cargamentos que llegaban a los puertos,
lo saqueaban todo, se lo llevaban todo.
Ese paisaje de perros famélicos que anunciaba la entrada a la ciudad
iba mezclando la muy dulce melodía de su voz con el fuerte sonido de una bala.
Sus amigos lo querían, pero el resto no entendía el quechua,
ni quería entenderlo. Cosas de serranos, decían ellos,
ellos que hoy publican sus libros, lo estudian, lo celebran.
José María, el día que pusiste la pistola en ti
alguien tocaba su violín en las alturas de Andahuaylas.
Ellos esperaban que lo hicieras para hacer de ti una leyenda:
la gran leyenda cultural del país. Ellos que escupían en tus cantos.
Con una mano cogiste el arma: yo nacía cuando te despedías.
Tres días antes cantaste en una reunión con amigos.
Alguien grabó tu voz y aquella grabación fue una burla a la muerte
que siempre te asechó.
Fue tu victoria sobre una prole de intelectuales.
Un día antes fuiste a La Parada a comprar discos de huaynos,
nos emborrachamos escuchando a Jilguero.
Nos vemos mañana, tú naces, yo muero, cantabas.
Habrías tenido un flash back, tu infancia entre los indios,
una clase en la Universidad o algo como una retama
que al comienzo te hiciera dudar,
pero que luego más bien te impulsara con una fuerza irrefrenable.
José María, una mujer canta en la esquina de mi calle,
viene de Ayacucho. ¿Estaré yo en su canto?
¿Estarán mis poemas en la palma de esa mano de barro?
José María, tú cantabas en quechua un rock en el fondo de mi tumba.
Yo escribo esto para cantar en ti.



ÉPICA DE LAS TRIBUS

— decía aquel NOlA que Beatrice Angiola Giovanissima
1266-1290) inspiró a su Dante —
ZARPASOS: ANIMALES DESPROVISTOS DE DESIERTO / GRANDES CIUDADES DE ILUSION


el desierto era el insomnio de las tribus-era pues el sol atrapado en esa malla
eléctrica era el coyote que se tiró del puente-no me dejes ahogar en el río gritaba
no pues no seas gacho reía antes de ser-comido por las turbias aguas del Grande
porque el desierto es maldito-y no te juntes
llévate agua y júrate que lo cruzarás-y esta noche estarás a mi diestra
por dios las tribus creían en la bondad-del desierto de Guadalupe
mijo - decía - esta vela te llevará-y te limpiará no te pierdas ahora
los países
abajo hacían fila para cruzar-dejando casa dejando lenguas leguas
atrás
se bautizaban en el río
pocos vivían para contarlo luego-luego no importa que se le olvide
mira este desierto - te digo- antes de quererlo escúpelo
rara que veas que ni así te responde-él compró una falsa identificación
ero sólo alcanzó a cruzar un falso río-cayó en una boca grande
definitivamente la boca del Ogro-desiertos de amor todos iguales
desiertos de Nueva York de Lorca-Oh pirámides sin misterio
entonces el desierto era chicano-el desierto era un melodrama
que las tribus veían por televisión
dime si el desierto abarcará nuestro silencio
decidme, Dante, por qué me haces esto?
_ella recapitulaba mientras él nacía de entre las aguas de sus ojos
desde antes de llegar al desierto
desde antes de cruzar los puentes
para pisar la Vita Nuova
romper las páginas en que Beatrice moría
en que Florencia no florecía
antes de amar ya te amaba
_decía el vaquero a la muchacha que a la mala
había subido a su alma
adónde mires Dante
verás el desierto pero no te sientas mal
que el desierto te dará de mí nuestro lenguaje
todo desierto, recuerda,
es un lenguaje entre dos cuerpos desnudos
todo desierto asi no es soledad jamás
jamás entonces me olvides
porque adonde mires estará el desierto
(ellos hablan mientras afuera llueve
mientras afuera se incendian las tribus
mas el desierto es una exacta dimensión en una frontera mojada)
- yo era un eco que naufragó en tu cuerpo
los vestigios de mi biografía se remontan a Apolo:
Mi corazón es ilegal
Mi alma es mojado
Mi tristeza no tiene Visa
antes de la mitad del camino /1 de mis sueños
me desterré /1 500 años adelante & ella cruzó
el Amo Grande 1/ ella encima del desierto de mi alma
la Matria Patria //la lengua en Rojo
- no me mires así chiquillo que me da vergüenza (decía)
entonces escucha (respondió):
la noche es clarísirna
en cada punto de tu cuerpo se descifra el universo
el desierto no miente
es duro atravesarlo pero no te miente

ahora ella canta los exilios del firmamento - ella camina hasta la biblioteca
sube al cuarto piso - busca el código PQ - encuentra su Vita Nuova allí se lee:
el desierto es un vil coyote que escupe en el cuerpo del inmigrante
el desierto es un helicóptero mortífero que arranca el polvo
de sus muertos
bienaventurado el desierto del angelus benedectus que venis
bienaventuradas estas tribus condenadas a la otra orilla
la paz sea esta malla eléctrica de contención
porque congoja y rabia no tienen nombre
cuando te piden que lo digas
dejadme morir a orillas de ti
& abandona este desierto —te lo suplico
antes de que vuelvan las tribus
antes de que caigan los helicópteros
sobre la baba de los coyotes
pueblos del perú pueblos de méxico
pueblos de españa bienaventurados
maldita sea
hay un crepúsculo + negro en el sueño de los dioses que se mojan en el río
hay un crepúsculo + verde en las calles desoladas que se las lleva el viento
hay un crepúsculo + violeta en la mirada perdida de los negros en Nueva York
hay un crepúsculo + amarillo en las tribus regadas a la mala sobre a luz del desierto
hay un crepúsculo + rojo en los labios que se ahogan en el insoportable beso

hay un crepúsculo + azul en el llanto de una niña arrancada de la raíz de !a tierra
hay un crepúsculo + encendido en los cuerpos desnudos que se aman desesperados
lejos de aquí…

por eso creo que es amor esta realidad que se baña en el sueño
(el desierto echaba humo flechas le habían herido
ella las fue secando con cariño lamió sus heridas hasta curarlas
& hacerlas arder de nuevo mas ahora con su Dulce Estilo Nuevo)
lo que está más allá del amor (decía) también es amor

sólo amando se puede saber que lo que está
más allá del desierto también es amor
hagamos el amor mi Dante! —me dijo / entonces mi nicho 130

fue más allá del mundo más allá de las fronteras más allá de las palabras
(algo muy dulce en ti)
me interné en la selva oscura a formar mi verde guerrila

mas yo estaba soñando en ella lo vi en sus ojos pero igual me interné

en la selva oscura del desierto

“déjame dormir en ti -decía entonces-

déjame perderme en tus frondas de silencio llegar hasta el centro perdido

donde ya no pueda salir jamás” llovió tan claro que despertaron esas rosas que habían quedado

pegadas en mis huesos
para entrar en ti me mojé en tus fluidos
mojado corrí en tu desierto / me oculté entre tus senos y vi pasar la luna y la migra me miró
déjame morir — decía —
déjame soñar en ti amor mío - decía -
este desierto no basta
entonces dinos — le gritaron las voces — por qué desentierras a tus muertos?

dinos qué te ha hecho el desierto para que lo manches así, perro? mi corazón es mojado
mi corazón es cholo — repetía —
mi maldito corazón
(& mojado y perdido así se lo llevaron arrastrándolo
& le cumplieron al pie de la letra todo lo prometido)
el desierto es una luz que nos entra por la boca
el desierto es una aguja que nos cose las tripas y nos arranca los ojos

el desierto vuela como un brujo por los techos de las casas:
es una pesadilla
una pesadilla
mas “Yo denuncio a toda la gente que ignora la otra mitad” (decía su
canción)
te quiero —cantaba—
te quiero chiquilla mírame
— esa voz se ahogaba diciendo te quiero —
te quiero llevo los ojos abiertos toda la madrugada
(& toda la madrugada no hizo más que cantar)
te quiero aquí
en la tierra — musitaba al final —
y nació 2000
entonces estas calles se llenaban de almas se colmaban de vacío

Oh estos desiertos de hambre se materializaban en los caminos del exilio

porque entonces tu amor no era divino chiquilla y estas tribus enfermas
TE RECLAMARON
las tribus desesperados cholos se mojaban en la muerte caray y ni modo
las tribus te lloraban te besaban los pies pos soñaban cruzar el patio trasero
las tribus se largaban luego volvían porque entonces sólo era sueño tú crees?

mas el desierto es la cara de dios que llora invisible en la frontera

el desierto es el infierno que carcome estas almas en llamas y los petrifica
pero el desierto es también el paraíso donde nadie recuerda sus nombres
IN ILLO TEMPORE
COMO EL AMOR
un rock mojado en el río Grande, recuerdas?: muertos desaparecidos y tortura
recuerdas? nuestros países...?
Mírame te dije por última vez:

ni todo el desierto bastará para nombrarte
porque he dormido en tus huesos
porque he comido de tu carne
porque he amado con desesperación
la esperanza embriagada de tus sueños
toda mi patria — supongo — eres tú
porque el amor habla entre tus labios y mis labios
porque este amor dice algo que por separados nuestros labios
no saben pronunciar

............ TODO
todo el polvo del desierto
todo el luminoso polvo enamorado del desierto
quedará en el aire
cuando nuestros cuerpos desnudos de amor
.......... se hallan marchado




PACHAKAMAK


evacua de una vez tu oscuridad entre los dedos para desatar la fingida
tranquilidad del caracol -tritúralo en vano o guárdalo en la eternidad
para así poder conciliar el sueño con la muerte en esa posición del caracol
que es un punto invisible en el sólido aire de tu angustia porque lo perfecto
sólo lo es una vez puesto que toda pasión está correspondida con la creación
además si se destruyen los puentes los ríos ya no pasan


despertar al borde del piélago pérfido de los barcos muertos
metales oxidados del céfiro y la tremante distancia de lo real
hacia la palabra en el movimiento inmóvil entrambos los ojos
que se desperezan y miles de ojos son restos de otros tiempos
y en ellos vuelven a este mundo sin arriba sin abajo al fin
de la historia donde todo deseo abraza la dualidad con ella
que todo lo ocupa que todo lo invade con celajes en un monte de perros
y moscas bajo el mismo sol de los fenicios el mismo sol de calcinó
estas pirámides y los ejércitos del César de Alejandro subo
por escalera al fondo sin fondo muérdagos putrefactos de mi reposo
mugiente una gota vagarosa cayendo de mi frente y la alegoría espléndida
destructora y tu mente vagarosa vacilante por el factor
del ya macilentas manos columnas de goces
de los olmos olvidados mustios impulsos golpes fragantes
brisas de abetos de hormigas lánguidas subiendo por mi cuerpo
zarzales en los floridos universos del vértigo y gemebundo
y lenitivo en el tiempo donde me he detenido tras la puerta
del crepúsculo derramadas sus sombras en mis manos perennes
grave la encontré desnuda sollozando cabellos
como brumas estáticas en el suelo áspero donde crecían lluvias hongos
recuerdo tu cuerpo como una sucia ciudad y el cielo curvo
estando de pie sobre la arena miraba ese otro cuerpo en el mar
con infinitas ostras como ojos en la metálica agua
y la madera de los botes abandonados sonidos delgados y largos

como un deseo amurallado en el aire obtuso que se arrastraba
surcando los cerros tocando con su lengua el hilo final
de un laberinto la ciudad esta vez abrió sus muslos frente a mí
dijo oh clava esta espada en la tierra muchacho y el mar me reflejaba
como un espejo viajando por las sendas de cilicio tú no puedes
ser eres en los cipreses y estás en los mirtos sobre el espantoso
silencio eres en mis ojos y yo soy en los tuyos ad infinitum
como esas ondulantes ballenas febriles lobos del sexo palpitante
aquí dijo ella te vi morir aquí tras los tiempos enmarañados
viento lluvia se mezclaban en nuestras manos la verdad
era esta ciudad sin estaciones perdida u ocultada en las tuberías
del cuerpo que yo buscaba una sonrisa sin labios colgada
en el tiempo borrascoso absolviendo el llanto
ante ese cielo ennegrecido sin ozono altos techos huellas
en el firmamento tras los inviernos bélicos jalados por las sirgas
de las pestes hay un puente aquí está mi presente mi pasado
tú renacías en la gloria de abetos pero más allá repercute la grey
la reyerta de los caballos salvajes en la oblación de protervos
de exangüe la celaja de los domos en la almenas y las tiorbas
azales de clámides la soporosa luna de barro y quincha y los cronicones
en el infolio oscuro del desierto cubierto de bullidos
ritornelos muérdagos del abrupto horizonte
donde se apostaban las aves engalanadas en avispero azogue
sobre la popa de las naves la expiación de las aves en los pliegues
de la noche reptando el origen de la realidad sinuosa
removida con aletazos diciendo thalassa thalassa
tu cuerpo se sumergía en otro olvido y el dios
encadenado a la huaca decía
tenemos una historia en nuestros huesos arena
en las zapatillas mientras las pulgas del tiempo chupaban tu sangre y tú
desfallecías de placer virgen que terminaba con ese frío solipsismo
que arrastraba los naufragios trémulo iba entonces
cuando las sirtes de anudados buitres me llamaban
cuando los espasmódicos besos de las sañudas
furias me besaban

iba al hotel de los treinta arcos de los cuatro pisos
abro la puerta te miro tú me detienes ya no puedes más
y en la escalera lo hacemos el humo medra entre la mata
estas flores transparentes que son mis besos en oscuridad
estos cambronos embarrados del enebro en nuestras bocas
torvas que ululan como insectos ávidos de recentales
y más allá el laberinto del templo aquí el pasmo de la angustia es
la espiga que tú coges con tus labios ungidos de semen
yegua en celo que yo golpeo con mi lengua hundiéndose
en la historia insondables raíces al eco en las orejas de la noche
expiación de sonidos trémulos que releyó su sustancia profunda
viscosa penetrando por los pasadizos de tu vulva
atenazándome hacia ese espacio inmensurable de la acción inmutable
abnegados afanosamente el goce lento inclinado ahíto
a la vez solitario rápido y tenaz cunilingüis irrumación
furibundas tinieblas en la cueva trasera del sepulcro
tú en los antros y desde la eternidad
tú en el numen y tras la férvida noche muerta inflamada
flotando sobre el mar
frenéticos ojos en tu pecho mojado y los dardeantes
ojos catecúmenos septicordes enclavijados en tus manos
que ciñen mi cuello estrujándome dolor de uñas
falansterianos bacanales soledades méntulas bajo laxitudes
soledades trianonescamente nuestras palabras inútiles
inútiles nuestras formas de sobrevivir a la noche
cuando braman las furias de las frondas a lo largo del tiempo
y tus palabras grabadas en el silencio cuando besaba tu muerte
y mordía tus tensos pezones como ojos de zafiro
recuerdo me miraban en medio de la garúa abrojos bajo sombras
nos tocaban y nos decían todo lo concerniente a ese fuego extinto
paroxismo de antiguos cuerpos que habitaron esta playa
y la ceniza del silogismo que vertiginosamente
entrega deletéreos nacarados crustáceos bocabajo devolviendo
la materia de nuestros cuerpos bocarriba la aceza
la cabriola ola incauta la pauta entre horizontes
o sea esta fuente en mi cuerpo donde bebes
como un ciervo esto que es tu angustia y te simplificas
y nos asustamos
cruzados ya apilados calcinándonos en el suelo áspero
bajo el mismo sol nocturno sumidos rápidamente
la ablusión del vientre la orilla colosal del minuet
más allá todo ha de perdurar allí habitaremos
allí la razón copulará con nuestras bajas pasiones
como un sesgo de vitrales inextinguibles y blasonados
de clorofila los cadmios la polinización de los opuestos
mundo de arriba y mundo de abajo
la fotosíntesis de la mente y la antera de mi sexo vellos
pétalos cabellos zarzarrosa los gemidos suben bajan
se aproximan rojos y dorados con incrustaciones moradas
conculcadas del bacanal anonadadas en el tiempo
y la violencia mezclándose mi pene de barro en tu vagina
de cenizas naciendo destellos rosas de tus mejillas
oh Santa Rosa
oh mujer omniamorosa gozas en tu delirio sadomasoquista
yo sin embargo seré otra vez tu esclavo embarázame
hágase en mí según tu palabra señora viólame
viólarne con tu sufrimiento extasiados siendo para no ser
en el cuarto en el abismo los apóstatas de la noche
entreabiertas nuestras mezquindades
nuestros cuerpos desnudos creados de palabras muertas
y para este vano descubrimiento nos inmolaremos
por enésima vez y esperaremos esperaremos a esos pelícanos
hambrientos verdugos del mar nocturno esperaremos a esas hienas
que husmean en el sexo con un soliloquio esperaremos en la oscuridad
de la noche porque esa es la ley que nos corresponde
como hace siglos aquí te estoy esperando a ti
tú que no habéis muerto te espero desde el otro tiempo

©Miguel Ildefonso




Miguel Ildefonso, nació en Lima, Perú, en 1970. Estudió Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú e hizo una Maestría en Creative Writing en la Universidad de El Paso, Texas. Dirigió la revista virtual El Malhechor Exhausto. Recientemente obtuvo el Premio Nacional PUCP 2009 en la categoría poesía, con Libro de Exilio. En el 2010 edita su poemario Todos los Trágicos Desiertos y cierra un gran ciclo de poesía con la obra voluminosa: Dantes.

Ha publicado los poemarios: Himnos (Editorial Apolo Land, Lima: 2008), Los Desmoronamientos Sinfónicos (Hipocampo Ediciones, Lima: 2008), Heautontimoroumenos (Jakembo Editores. Asunción, Paraguay: 2005), M.D.I.H. (Editorial Zignos. Colección El Malhechor Exhausto. Lima: 2004), Las Ciudades Fantasmas (Ediciones Copé. Lima: 2002), Canciones de un Bar en la Frontera (El Santo Oficio Ediciones. Lima: 2001), Vestigios (Gonzalo Pastor Editor. Lima: 1999).


http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Ildefonso_Huanca
http://miguelildefonso.blogspot.com/



NOTA DEL AUTOR DEL BLOG: Los trabajos que ilustran esta antología breve del poeta peruano, Miguel Ildefonso son del poeta y artista visual español, Gonzalo. El enlace es: http://www.vbz.es/vbz.htm

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