La radio no se escucha en el invierno
porque los hombres van de caza
al bosque de las intrigas.
Los campos de maíz,
se vuelven cementerios tórridos
a donde, pájaros y tractores
pelean el sacro fallo
del Imperio.
Hacia el atardecer,
huesudos jinetes sin caballo
insertan sus rojas venas
en el horizonte, mientras
perros y gatos duermen juntos
(como viejos políticos
que han aprendido
a repartirse un biscocho).
Holligan City,
tierra a donde Dios puso sus ojos
en los esfínteres de sus siervos.
La cruz encendida
abre sus brazos al cielo,
y saluda al desconocido desde la colina.
Daniel Montoly/© 2006
1 Comments:
A veces llegan sueños melancólicos y anhelantes de un poeta verdaderamente lírico y y de buen gusto. Y es este poema lleno de trazos que no nos dejan despertar. El creador vive en esos espirales entre el sueño y la vigilia; nos ofrece tiempo, pensamiento y hasta vacíos, al alcance de la mano que a veces ha quedado varada en lo estéril y necesita almohadas para no abandonar del todo el sueño. Me acercaré en algo? No lo sé, pero lo sugestivo suele convertir lo estéril en emotivo.
Gracias, Daniel, por motivar mis especulaciones,
María Eugenia
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