Wednesday, April 4, 2007

GUILLERMO ARANGO
Cienfuegos, Cuba, en 1939



Esta isla abandonada

Esta isla abandonada
es un cuerpo exasperado
que vaga a la deriva
sin luz y sin olvido,
la calina a ras de la garganta,
la fiebre amontonada
en torno al pecho.

Esta isla de que hablo es mía,
no tengo otra
donde reposar los huesos peregrinos
o encender la lumbre
y mirar el espejo de la luna,
o recoger en una concha
el cárdeno céfiro de la mañana.

No tengo otra tierra ni eso importa,
basta ésta, y sobre, para sufrirla
con cada uno de sus hijos,
y luego repartirla
con las aves de rapiña …


Rumiando como una vaca al sol

Con sabor a odio
la sangre atruena en la garganta
y comprendemos que la soberbia
sólo dicta malas palabras.
Pero hay que escribirlas
coño,
aunque la página
lívida de cólera
se torne en mortaja.


Mis tías se despiden

La primera en marchitarse
que la clara espiga de la tía Palmira.
Una tarde nos dijo “mañana
no despierto”, y se despidió de todos,
de sus conejos y sus pitas,
y antes que llegara el sol
nos había dejado su precisa fragancia matinal.

Luego se nos fue
el tallo erguido de la tía Pilar.
aliento de lluvia, sangre vegetal:
un día se disfrazó de planta
y se perdió en las nube espesa del monte.
en su adiós nos dejó un verde abrazo enamorado.

La ultima en irse fue la tía Piedad.
Se escapo una tarde de junio.
Hechó alas y revestida de poniente
se fue volando
que es la mejor forma
de eludir responsabilidades.
No nos dejó nada.


Un tibio nido de pájaros
A mi hija Sara


Tu piel era de plata, suave y clara.
Tus ojos dos estrellas de roció
que robaron el color de las flores silvestres
húmedas y transitas,
y tus manos pequeñas y sorprendentes
cerradas sobre el dedo pulgar.
“Tiene miedo perderlo”, decía tu madre
y te acunaba dichosa
con ojos donde había misterio extraño
que sólo tienen las miradas de las mujeres enamoradas.
Yo me acerqué a tu sueño de ángel
y para apaciguar mi curiosidad de padre
cogí una de tus manitas que casi se perdió
entre mis cálidas mano de gigante, y delicadamente
con cuidado infinito,
fui abriendo uno a uno los cinco deditos
que se empeñaban en permanecer cerrados
guardando
el secreto de la palma.
Y al abrirse aquella manecita
apareció clara y rotunda
en obsequio de origen puro
la flagrante letra indescifrable.
Volviste a cerrar tu manita
dejando mi dedo prisionero
en aquella cárcel quieta y blanda.
Y todo era tan suave, tan íntimamente entrañable
que me hacia recordar un tibio nido de pájaros
hecho de ramitas y plumas …


Pregunta

El ventarrón
con voz de trueno
sorprendió a los niños
allá
en el fondo del patio.
El susto
los hizo correr a mis brazos
vestidos de lluvia
con rostros de miedo
y ya a salvo del viento
mi niña
en el límite de la emoción
con ojos ansiosos
me preguntó: “Papito,
¿dónde se esconde el viento
cuando no sopla?”


Chicago, 1963

Nos aparecimos un día
en aquella ciudad fría de luz arrinconada
al igual que un huésped desahuciado:
nuestros ojos amarrados
a los últimos recuerdos
y clamor secreto escondido en el corazón

Desertores de una horda,
huyendo del horror de las espinas
llegamos buscando
el cauce nuevo de las aguas mansas,
el camino melodioso de la luz;
llegamos pidiendo una mañana
donde se pueda respirar
el aire limpio y sin temor de la vida.

En Chicago bajo altas torres de silencio
arriamos la bandera
como los hijos pobres del olvido
que tienen una vida por construir.
Fue una hora insólita
dolorosa y bella,
marcando el declinar de una angustia
y el resucitar de una esperanza.
Y era un espectáculo delirante
el contemplar
aquel grupo de gente con rostro de verano
envuelto en ropas de invierno.


Fragmento de metralla

En medio de la lucha
entre el romper desgarrado de la metralla
te marchaste.
Cogiste tu maleta
empacaste tu familiar intimidad
los discos de Bob Dylan,
tus muñecos de peluches
y lo abandonaste todo.
Dejaste atrás tu vuelo,
tu esperanza, las gavetas llenas de antojos
y la herradura
de fotografías en el tocador.
Dejaste
un dolor perplejo de amaneceres y ocasos,
de paraísos perdidos,
un sabor agrio, impotente, inesperado.
dejaste también el recuerdo de las noches
enredadas en las sábanas,
esas sábanas tibias que sorprendían
el suave batallar de nuestros cuerpos.
Te marchaste en una tregua de la lucha.
no lo meditaste mucho
y ya entrada la noche
me dijiste: ¡me largo de aquí!
Y te fuiste.
Te retiraste de la contienda
rindiéndote
sin saborear el aliento de la victoria.
Ahora ya no queda ni un olvido
pero yo sigo en el arduo combate
de guerrero alucinado,
llorando tu sombra huidiza y traicionera,
sigo plantado en la trinchera en mis botas firmes
con sudor y ansia resoplando
con la camisa manchada de sangre
porque la bala entró por donde ya no estabas.


En este día

En este día
como en tantos otros
cada vez que me detengo
a escuchar el rumor de la vida
sólo advierto
el latido del pueblo.


Pancarta

Hoy día
qué derecho tiene nadie
a preguntar
por qué vive
cuando hay hombres que mueren
sin poder preguntar por qué
lo hacen.


Viva la vida

“Pies para que los quiero
si tengo alas para volar”
escribió Frida Khalo
en el año de su muerte.



Retórica

Padecer es un deber, y,
acaso una necesidad
de los poetas.
José Martí.

Poeta,
Nunca pierdas la costumbre de tu oficio:
donde quiera que estés
habla sin miedo con voz repleta y ancha,
infúndele a tu palabra la verdad,
llena el verso con lo mejor tuyo
porque aunque manchen tu nombre
y quemen tu página
y allanen tu casa
y te den bofetadas
y quieran reventarte a pescozones
tienes que vivir
a la altura del dictado platónico
de ser el vehiculo escogido
de la critica y el descontento.

GUILLERMO ARANGO



GUILLERMO ARANGO, Nació en Cienfuegos, Cuba, en 1939. Vivió en Asturias, España, lugar de origen de sus padres. Reside en Ohio (EE.UU) desde 1966, donde se dedica a la enseñanza.


Nota: Los poemas seleccionados forman partes de su libro bilingüe: "MEMORIA DE UN PASADO INMEDIATO" Publicado por la editorial, LINDEN LANE PRESS

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