Tuesday, August 27, 2013
En Medellín, comparseando con la poesía
A propósito de la Novena Fiesta de las Artes Escénicas Medellín en Escena
por Vivian Martínez Tabares, directora de Teatro de la Casa de las Américas
He pasado un domingo singular, en medio de la Comparsa “inaugural” ―y
luego se verá el porqué de las comillas― de la Novena Fiesta de las
Artes Escénicas Medellín en Escena, que por tres horas inundó la Avenida
La Playa en el centro de la ciudad, con el desfile de dieciocho grupos
teatrales, cada uno con su comparsa, sus historias y motivos, sus
vestuarios, maquillajes y accesorios, su música, este año guiadas por el
tema de los poetas colombianos.
Y la energía subió y contagió a miles de personas que
acompañaron el trayecto por varias cuadras, desde el Teatro Pablo Tolón
Uribe hasta el Museo de Antioquia.
Minutos antes de rayar las 3 de la tarde, la calle está llena de
colores, máscaras y artificios de todo tipo. Con Jaiver Jurado, director
de la Novena Muestra, al frente, unos controlan el orden del desfile y
otros si falta alguien por llegar. Un grupo de mujeres y hombres de
mediana edad exhibe en sus camisetas amarillas la condición de
voluntariado, amantes de la ciudad, que ayudan en la organización.
La Orquesta de la Escuela de Música Moravia, de la Red de Escuelas de
Música de Medellín, integrada por muy jóvenes músicos, ensaya en la
entrada del Teatro Tolón Uribe, y la gente de la ciudad va ocupando
todos los espacios de la acera a lo largo del trayecto con sus niños y
sus perros, con cámaras fotográficas y móviles, para garantizar el
disfrute.
Abre la Comparsa, la Banda Show de la Ciudad de Medellín, con sus
músicos uniformados y sus relumbrantes bailarines, las lentejuelas al
sol y tremendos bríos. Le sigue el grupo Polichinela de Caldas, que
rinde homenaje al poeta Carlos Castro Saavedra, porque cada uno de los
dieciochos grupos escogió a un poeta y, a su modo, recreó su imaginario,
y aquí el teatro asumió e el enorme potencial del país y de la ciudad,
sede del emblemático Festival de la Poesía, para dialogar con él.
Cada grupo y cada poeta se identifican al frente con un pendón con la
imagen principal de la Muestra, una encapuchada de amplias faldas que
sostiene en sus manos a una virgen. Siguen los representantes de Casa
Teatro El Poblado, una magnífica instalación recientemente fundada en la
zona sur de Medellín, acomodada y sin tradición teatral, y se apropian
de la obra de la poeta Meira del Mar.
Así, el Teatro El Trueque y Fractal Teatro con Gonzalo Arango, la Red de
Artes Escénicas de Medellín, con Manuel Mejía Vallejo, de cuya poesía
leían al público fragmentos en la intimidad creada, en medio del
bullicio, con un extraño artefacto de comunicación, como un juguete de
conos y mangueras para hablar solo entre dos o tres. A la Oficina
Central de los Sueños le toca el cierre, con su poeta elegido, Raúl
Gómez Jattín, reproducido en una suerte de alter ego: un enorme muñeco
que con un miembro enorme, salpica de agua a la gente a su paso.
Y así, Ex Fanfarria, la Corporación Cachimalos, que recrean la cultura
del café, de la siembra a la taza, la Corporación Cultural Nuestra
Gente. Y Matacandelas, el grupo de brillantes actores y músicos que
dirige Cristóbal Peláez y que es el único acompañado por un poeta vivo,
el nadaísta Jaime Jaramillo Escobar X-504, para quien su edad no es
impedimento para marchar con los histriones y en varios puntos de la
parada, abrir con la lectura de uno de sus textos, que los actores
recrean en un circo de animales maravilloso y con cañón y muñeco lanzado
al público incluido.
Casi a las 6, cuando el último de los grupos pasa ante la posta de
llegada, rompe a llover y la vista del Parque Berríos con sus magníficas
esculturas de Botero y los colorines de los comparseros, se transforma
en un espacio de magia entre las gotas. Un arcoíris se marca en el cielo
y los actores comienzan la retirada con sus figuras de atrezzo y sus
zancos, extenuados y felices.
Y aunque pudiera parecerlo, esta no fue la inauguración de la Novena
Fiesta, sino la tercera jornada, y el día antes, sábado 24, después de
las funciones de las 8, en Matacandelas se celebró la Molienda Teatral,
un maratón “para noctámbulos, trasnochadores y sinvergüenzas”, en el que
participaron hasta el amanecer decenas de grupos con un relevo de
pequeñas presentaciones o fragmentos en no más de 12 minutos.
Y falta mucho por ver. El martes 28, a las 10 de la noche, me tocará
centrar ―con el honor de haber sido nombrada madrina de esta Novena
Fiesta―, Teatro y Cocina, una curiosa escala híbrida de creatividades,
en la que hablaré de mi labor como editora teatral, de cómo ha sido y
cómo se arma la revista Conjunto, ya próxima a cumplir sus
primeras cinco décadas de vida ininterrumpida promoviendo el teatro
latinoamericano, y con un equipo de teatreros colaboradores, prepararé
para los asistentes un cubanísmo tamal en cazuela, para que despidamos
la noche chupándonos los dedos. Deséenme suerte.
Tomado de La Ventana
1 Comments:
Qué bien, amigo. Gracias por compartírnoslo.
Abrazos
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