Monday, September 9, 2013
VOCES DEL SIGLO XXI
JESSICA ISLA
( Hondura 1974)
Cassandra
He visto
mis manos amputadas
escribiendo en el vacío
los laberintos entramados de la soledad.
He sentido mis huesos, deshaciéndose y perdiéndose
extraños
en los
bruscos arpegios de la nada
y desapareciendo invisibles
entre polvo
de estrellas.
Los labios abultados han dejado salir
envueltos en sangre
los hilos cintilantes de mi ser
El cabello
que sostengo entre mis manos
ha perecido contando los minutos
de la angustia,
al desasosiego.
He tratado de abrir
mi pecho para dar paso
al dolor lacerante
que lo sostiene
He visto lo que se supone que no debo ver.
Y es por eso que vivo condenada
a repetir
inexorablemente
la dulce melodía del silencio,
sabiendo que de un día para otro
el reloj se moverá
indefectiblemente
de reversa
y me encontrará con
una profecía que nadie quiere oír,
pero que se espera, mientras tanto
Entonces,
mi túnica se vestirá de rojo
y cantaré bajo la lluvia
la sublime tragedia de
encontrarme por fin,
detrás de las palabras.
Pasó el tiempo del miedo,
del silencio forzado,
del hacerse invisible
del desaparecer.
La cara azul y pálida de la democracia
nos sonríe desde una vitrina hueca y desdentada
apresando nuestros sueños,
haciéndolos cómplices de la nada.
Apenas opinamos
sobre el menú
que nos sirven en los medios de la nada,
dentro de cajas estridentes
que
promulgan juicios y amenazas.
Ahora los cuerpos aparecen por las calles
y el silencio se come las ventanas
La sangre recorre las esquinas
vestida de decencia y las niñas
son sacrificadas
en los altares familiares
El asesino ya no tiene nombre.
La batalla transcurre al otro lado del mundo,
en nuestros barrios, en la casa de la vecina,
en la propia.
Y es así
como en tiempos de paz
seguimos…
en pie de guerra
Noticias
Tengo una sensación de humo
acre
prendida debajo de mis
párpados,
un cuchillo, una granada,
un tiro más
para saber que
las vidas huyen y se cuelan
transparentes
hacia el origen,
dejando a su paso
un sendero de polvo
La esperanza ha salido a
caminar y se
refugia asustada,
debajo de los pórticos
mientras esconde su rostro
ceniciento
sembrado de preguntas
¿Adonde fue la paz? ¿adonde las palabras?
Allá como acá
estas siempre son cosas de
la moda
una muerte, una decena, un millar
un simple número que logra
horrorizarnos
apenas,
de momento.
Detrás de los telones,
imperfecto
se encuentra el verdadero
miedo.
Certeza
No importaron
los permisos
ni las ansias,
ni el hijo que
no llega
las súplicas y
el llanto
Ni que entrara
decidida
en el camino
alucinada de
pasado,
anhelante de
futuro
Las corales
volvieron la espada
cantando
oráculos nefastos
cargados de
añoranza y previsiones.
Las cosas se
volvieron al revés
y me volví
invisible
sin peso, ni
sustancia.
Dejé de creer
y pase a formar
parte del ejército de seres innombrables
que habitan las
noches, las calles, los espejos…
Como una sombra
me pegué a los faroles de
la angustia y
esperé a que aparecieras,
hasta que me
salieron alas en el vientre y
dejé de caminar,
parada en el vacío,
entre el espacio de tus manos y tu
boca
Afrodita se encuentra sentada
a la orilla de la tarde
y otea al infinito
desde las cuencas de sus ojos vacíos.
Se vuelve,
cotidiana
y sueña con la noche,
como un anhelo triste e inacabado.
El mundo que conoce se derrumba
mientras ella juega desnuda
sobre camas vacías
con sombras de recuerdos ocultos
y pasados fugaces.
Los hijos, las ansias
la ropa que lavar,
el problema del piso,
la ropa media puesta de
camino al trabajo,
¿en que esquina y de que modo
se perdió
la diosa?
¿dónde encontrarla?
Perdidos,
los sin
rostro
acuden en su busca
como fieles adoradores de lo oculto,
esperando comprar una ilusión ficticia.
Ignoran que Eros hace tiempo que no vive con ella,
se fue llevándose tras él los sueños incendiarios,
los deseos.
Fue una simple cuestión de sobrevivencia..
La abandonó el día en que tuvo que enfrentarse
a la humanidad cotidiana, al polvo,
a la indiferencia.
No es nada personal,
que desilusionados, los adoradores pretendan
cortarle la cara a pedazos,
profanarla, violarla, mutilarla.
El mundo conocido la observa y la saluda
con la misma
expresión de hastío de todas las mañanas,
mientras rumian
palabras desechadas,
y uno que otro cuento inacabado.
A nadie le interesa y
a todos les asombra,
que la diosa perdida
conviva entre los muertos.
No quiere saber...
No la obliguen a
conocer la nada.
Recuerdos de la
infamia
Un látigo colgado en una pared,
una cama sin
nombre
Y un espacio
ocupado.
Por la ventana,
cinco años
infantiles se asoman
y
ven como la
tarde
se esconde,
oscura
centelleante.
A su lado,
junto a la cama
una muñeca de
cristal
(la última de
su generación)
envejece con
una sonrisa eterna
mientras
los labios de
un rojo intenso,
se insinúan
contra la idea de la inocencia
promulgada por
los ángeles y los santos
de la iglesia
nuestra de cada día.
Ella sabe que
no sueña
cuando la
puerta del cuarto es
tirada abajo de
una patada,
Sabe que es
cierta esa mano que la
agarrara de las
colas mal hechas y
la estrellará
en la pared.
Los azules se confunden
con la noche y
en su cabeza
retozan
alocadas
las luces
increíbles del
horror.
Nada de eso la
asombra.
Ni la detiene
A través de los
gritos, se agiganta y
abre la boca,
inmensa
engullendo el
tiempo.
El reloj se
detiene
y es un tic-tac
vacío
dentro de su
cuerpo, un río
de colores que
navega por cuenta
y riesgo
propio.
Prueba a
tocarse sola
primero las
manos,
luego el
vientre y las piernas
desde donde
otras marcas le
recuerdan las
cosas innombrables,
las excusas,
el no quise
hacerlo,
los perdones.
Por último
adivina su
cara,
máscara
perfecta del aquí no pasa nada
y se atreve a
sonreír,
entre el
manantial que envuelve
su cuerpo.
Satisfecha
vuelve la mirada hacia
mañana,
donde se espera
a sí misma
y de nuevo
se reinventa.
Presentación
A Suyapa, quien inspiró este poema
Soy este cuerpo dibujado a golpes
Que camina día tras día bajo el sol,
bajo este cielo
incierto de máquinas aladas,
en medio de ráfagas de humo y
el sonido de fusiles
Soy infinidad de
rostros:
el de un chico
asesinado,
el de la abuela que camina
el de la gente lenca armada de una paciencia infinita
El de la pintora de mantas,
El de la chica de las muletas
Que se enfrentan de a pedazos o en conjunto
A las murallas verde olivo cargadas de violencia
Puedo decir que de mi cuerpo salen muchos olores
El de la montuca fresca
El de la tortilla y los frijoles
El de manos sudadas y cuerpos cansados,
pero también
el olor de sangre derramada
el de gas y pólvora
el olor a muerte y a miedo.
Mi garganta
está poblada de voces:
Estoy en las discusiones acaloradas de las asambleas
en el grito de
la maestra
En el relato de la joven violada,
En la protesta de los golpeados, de las torturadas
En la voz que canta en las calles
Soy miles de sombreros y
cientos de
palabras,
soy abrazos, lágrimas,
ternura, carcajadas.
Estoy llena de
sonrisas que iluminan el día
colores que vienen de todas partes
tengo alegría, ganas de bailar,
tengo esperanza.
Porque sin mí
las calles
Se quedarían solas,
Porque sin mí las paredes no dirían nada
Porque soy tus manos, tus pies cansados,
Tu voz.
Yo soy la resistencia
Jessica Isla
Jessica Isla: Escritora e investigadora. Licenciada en Letras con
orientación en Literatura por la UNAH, cuenta con un Diplomado en Políticas
Públicas y Género de FLACSO Argentina; un post grado en Desarrollo Humano y
Estudios de Género por la Universidad Rafael Landívar de Guatemala y un
certificado de especialización en Género y Efectividad de la Ayuda del ITC/ILO. Fue coordinadora de la Editorial Capiro en San Pedro Sula en los años
2000-2004. Productora de la revista Letras en el Centro Universitario del Valle
de Sula. Actualmente realiza de forma eventual trabajos de redacción y edición
de textos. Ha publicado Antología de Narradoras Hondureñas (Letra negra 2005),
Infinito Cercano (Colección de relatos, Letra Negra 2010) y forma parte de
diversas antologías y revistas de poesía y narrativa: Mujeres poetas en el país
de las nubes (2002), Relámpago Perpetuo 2010, Poesía Nosside 2012, Pasos
audaces 2012, entre otras. En el ámbito de crítica e historia de la literatura
hondureña, particularmente historia de la literatura de las mujeres hondureñas
y centroamericanas ha participado en eventos y congresos en Centroamérica,
México, Cuba y República Dominicana. Fundadora e integrante de la Red
Latinoamericana de Escritoras y Artistas feministas (2002), desde donde ha
desarrollado diferentes actividades. Es miembra de la Red Académica en Historia
de la Literatura de Mujeres en Centroamérica a partir del presente año.
Nota del autor del blog: Las obras visuales que ilustran esta muestra de poemas de la poeta hondureña, Jessica Isla son de la artista nortemaericana, Dorothea Tanning y fueron tomadas de diversas fuentes del Internet.
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