Una selección breve de varios poetas panameños.
I
Plenitud de tu nombre, mar. Tu ritmo,
ir y venir, llegar, saltar la cima
de tu propio elemento:
deshojar con tu fuerza la flor de sal y vértice de espuma
de tu risa de fósforo:
sacudirte
como una crin inmensa, brava, rota,
doblarte en equilibrio de serpiente:
¡tragarte el cielo en tu plumón de agua!
Tu ritmo, mar, tu ritmo de latido:
Golpe, dolor, que convirtió tu sexo
en abismo insondable.
¡Pleamar, pleamar! Corre la línea límpida en su mórbida
cavidad de horizonte:
brinca con fiebre al signo de la altura,
vertical en su encuentro: despunta en el trapecio de su longevidad,
rosa de esponja.
Horizontal se tiende en la flexible maraña de sus vértebras
y vuela, salta, corre -libre y ágil-,
para alcanzar la linde de la playa.
Lame tu lengua, punta del sentido,
la roca caracol.
Delgada rompe
la telaraña de la arena fija.
Raíz de yodo y sal, pulpo de histeria roja,
se desbarata el sexo.
¡Látigo del naufragio!
La ola se alza en arco hueco y duro;
choca el acero
de su espuma en el yunque;
silba cortada
por su matriz eléctrica.
Ruge en la altura,
explota su pulmón con sangre amarga,
flor enferma y caliente.
Se arroja al nacimiento de su fulgor relámpago:
abre de nuevo el ángulo del trueno
y se tiende desnuda y cristalina.
¡Bajamar, bajamar! Tiembla la ola
de movimiento en círculo.
Grita el viento enredado dentro del caracol.
Abre el pulpo los brazos y la rosa coral.
Y, jadeante la estrella, quiebra el cristal -de sol, de sal y luna-
para enlazar tu seno con el cielo.
Tu ritmo, mar, tu ritmo de latido:
¡Golpe, dolor, que convirtió tu sexo en abismo insondable!
II
Bailan, bailan y bailan
las estrellas del mar, blancas, grises y lilas en la noche sin ecos.
Bailan ebrias de sal, duras de yodo y sol, senos tensos de una
concha partida en cinco.
Danza la estrellamar con la flor de los vientos. Danza en la punta breve
de sus púas dolidas.
En su mundo de peces brinca el sol de visita con sus joyas de oro:
¡Todo es canto en la ronda!
La luna grande cuelga del árbol de coral.
Canta la ola tonta con su coro de voces
y en la flauta del viento se ríe el caracol.
¡La estrellamar, la estrellamar!
Danza desnuda y ágil, danza casta y liviana con su traje de calcio
y sus dedos de luz.
¡La estrellamar!
......................................................................
Para que naufragara mi canto de esperanza
-¿Hacia dónde encendiste, mar, tu ardor de neblina?-:
para que mi amargura se muriese a la vuelta
de tu ruido mágico,
miré tu carne gris -gris de alma y de angustia- y tu espuma de nube.
¡El ancla del mar! ¡Los brazos levantados en cruz!
Y me elevaste todo el pensamiento oscuro de tormenta en la noche,
a tu fulgor sin sombras.
¡A tu rostro de abismo...!
De frente, sí, de frente
para guardar tu imagen eterna en la pupila.
¡Que se cierren los párpados por el peso del sueño!
En el pétalo verde de tu flor que se rompe
a la hora del llanto
se abrirán las varillas de los largos caminos.
Soñé tu soledad despierta por la aurora indecisa y fugaz.
Tu soledad de hoja
plana: ¡Circunferencia del azul en tu alma!
¡Semicírculo abierto por tus dedos cristales
en una sola ruta!
Tu soledad de pájaros. ¿Dónde el pico de estrella y la voz de infinito?
¡Tu soledad desnuda y ardiente por mi cuerpo!
¡Desnuda soledad!
¿Para qué en la distancia va la vela dolida de tu fulgor relámpago?
¿Para qué rompe el viento tu voz ronca?
¿Por qué contra la roca, agria de sal y sol, ha de estrellarse el pez?
Remuevo lo insondable de tu entraña partida, mar inmenso. La abierta
herida de tu carne.
Por tu alma tan sola y por mi cuerpo pleno, la comunión de dicha.
Y mis brazos tendidos cabalgando ignorados en tu rosa de oro:
¡Tú y yo en la soledad!
III
Si tu sollozo, mar,
te vaciara hasta el alma en la infinita saloma de la estrella.
Si tu voz, hueca y honda,
de trueno en la distancia, daga virgen
que amenaza la noche,
despertara la luz.
Si tú, lejano y cerca -cuerpo, cárcel-
de la nube y la espuma,
rompieras el misterio.
Pero no. Que están contados ya todos tus pasos
uno a uno en la sombra
de tus caminos grises.
¡Corazón, corazón de mar,
tan dolido en lo alegre!
¡Con tu tristeza abierta para el goce
de la ola y el cielo!
¡Ríos, muertes, dolor,
sombras desnudas
cabalgando a su antojo por tu sangre!
El trompo de coral, la calavera
con su risa vacía
bailando por tu ser, eterno ser.
¡Tú, mar,
con soldados de luna que se pudren
en los guiños del tiempo!
¡Y quillas de cristal entrelazadas
al árbol verde!
¡Tú, y la concha partida en el martirio
de sus hijos redondos!
¡Tú, mar, con los cien sexos
de la mujer y el hombre
podridos en su afán de paz delgada!
Mar infinito. Solo.
Paz y humo
de corazón adentro y de la rosa.
Comunión de mi ser y tu honda imagen:
de mi alma y tu cuerpo.
¡Tú y yo, mar,
en esta paz rosada, sin sentido!
Mar pleno. Puro mar.
Stella Sierra
(1917-1997)
Su infancia y parte de su adolescencia transcurrieron en Aguadulce, lugar de origen de su familia. De allí su acendrado amor a la tierra, al paisaje, a los seres humildes que se manifiestan a través de sus obras. Hizo estudios primarios en la Escuela Puerto Rico, de ese lugar, donde cosecha sus primeros triunfos literarios al participar en concursos escolares e interescolares. Obtuvo su título de Bachiller en Comercio, carrera que escoge su madre, pero que no es la de su vocación, en el Colegio María Inmaculada. En 1954 obtuvo el título de Profesora de Segunda Enseñanza, con especialización en Español, en la Universidad de Panamá. Su tesis de grado versa sobre la poetisa Nicolle Garay.
En 1942 obtuvo el Primer Premio de Poesía en el Primer Concurso Literario Ricardo Miró, auspiciado por el ayuntamiento de Panamá, con el libro Sinfonía Jubilosa en Doce Sonetos. Tiene libros editados en Bueno Aires y en México; y, en 1946, la Unión Nacional de mujeres de Panamá patrocinó el homenaje que se le hizo por haber ganado el Concurso Literario del Uruguay con su Himno para la glorificación de Franklin D. Roosevelt.
Grabaciones de la voz poética de la autora han sido registradas por el Archivo de Literatura Hispanoamericana de la Biblioteca del Congreso de Washington.
Fue, durante varios años, Subdirectora del Departamento de Cultura del Ministerio de Educación (1946-1951) y escribió una larga página en la docencia al ejercer como Profesora de Español en las Escuelas Secundarias de la capital: Escuela Profesional Isabel Herrera de Obaldía, Instituto Nacional, Liceo de Señoritas, Instituto de Enseñanza Superior, Instituto José D. Moscote (en este último colegio labora durante diez años consecutivos); durante su permanencia como profesora del Instituto Nacional funda el Círculo Estudiantil de Poesía Americana y lleva al Aula Máxima a escritores jóvenes, intelectuales y poetas. En el sendero del periodismo, sostuvo, por varios años, una columna literaria: "Marginalia", en Mundo Gráfico, y dirigió páginas literarias en este Semanario y en la Revista Épocas.
El Primer Ciclo América, ha fundado el Círculo Literario que lleva su nombre para estudiar, a través de él, a los poetas y escritores nacionales.
La Fundación Cultutal Signos ha organizado el concurso de poesía "Stella Sierra", como un merecido homenaje a la gran poetisa Stella Sierra
Fue jurado del Concurso Literario Ricardo Miró, sección Poesía, durante los años: 1951, 1958, 1972, 1974 y 1980. Murió en el año 1997.
Campo traviesa, cansada,
con el hijo en el cuadril,
la moza va hacia el lejano
cuchitril.
El sol coloca en los árboles
sus moneditas de oro.
Y el niño suelta la fuente
de su lloro...
La rapaza saca el seno
rozagante a se lo dar...
El niño bebe. Ella ríe.
Y echa a andar...
ROGELIO SINAN
(1902-1994)
Rogelio Sinán es el nombre que en las letras adoptara Bernardo Domínguez Alba, para sustentar su original teoría de que el hombre es hijo del padre y de la tierra.
Su padre se llama Rogelio.
Sinán es la conjunción de Sinaí y Renán.
Cursó humanidades en el Instituto Nacional de Panamá. Entonces sinpatiza con los enciclopedistas. Se graduó en 1923. Empleado del National City Bank, en pocos meses se hastió de balances y marchó a Santiago de Chile, donde amplió sus horizontes como estudiante del Instituto Pedagógico y en el trato de escritores y artistas.
Realizó su gran deseo de vivir en Europa, y en la vieja Universidad de Roma asiste a las clases de Rossi, de Gentile, de Venturi y de Spirito, entre los años de 1925 y 1930. Es entonces cuando, compenetrado con las nuevas corrientes literarias, escribe y publica, en 1929, en Roma, su primer libro de poemas: Onda.
En 1930 está de regreso en Panamá; explica la cátedra de Literatura y Estética y empieza sus luchas por las nuevas direcciones de la poesía. Nostálgico de Europa y con muy escasos medios, vive en París el año 1932. Allí escribe el cuento A la orilla de las estatuas maduras, que los críticos han clasificado como "joya de la literatura nacional". Motivos económicos le reintegraron a su cátedra del Instituto Nacional de Panamá. Entonces prepara su farsa para teatro infantil titulada La cucarachita mandinga, cuya representación, en 1937, en el Teatro Nacional, fue un inesperado y verdadero acontecimiento escénico. El mismo año fue nombrado cónsul general de Panamá en Calcuta, cargo que desempeñó por dos años.
En 1941 organizó y dirigió el Departamento de Bellas Artes, de Panamá, una compañía de teatro popular, que representó diez meses ante el público, y una Biblioteca Selecta, de la que se publicaron veinte números de cuentos, panameños en su mayoría.
En 1943 conquista el Premio Miró con su novela Plenilunio que fue editada en 1947, y que, por su rara técnica y el tema que trata, alzó una gran polémica.
En 1944 publicó Incendio, poema en tres cantos, nacido de una experiencia vivida una madrugada de sobresalto.
Hizo nuevos viajes de tipo cultural. Fruto de sus andanzas por India y China es su libro Dos aventuras en el Lejano Oriente, que publica en Panamá en 1947. En 1948 dicta conferencias en Perú, Chile, Argentina y Uruguay.
Depués, en 1949, publicó Semana Santa en la Niebla, primer premio del concurso Miró, hermoso libro que se apoya, según propia confesión, en las tradiciones de su isla natal, agregó un título a nuestra mejor bibliografía poética y el Ministerio de Educación lo edita lujosamente.
En 1951 recorre las Repúblicas centroamericanas, creando en sus capitales el centro correspondiente a su idea de una gran Asociación Centroamericana de Escritores y Artistas. La comunidad literaria creada con esta campaña tuvo para Panamá gratas sorpresas, y así fue incluida en el Certamen de Artes, Ciencias y Letras que se celebra anualmente en Guatemala y en las ediciones "Clásicos del Istmo", del Ministerio de Educación de dicho país.
En el año 1969, publicó Saloma Sin Salomar, libro que recoge poemas de hace un cuarto de siglo y agrega la mayor parte de su producción postrera, no muy abundante, donde apuntan modalidades que implican una renovación.
El nombre de Rogelio Sinán ha sido la bandera de la literatura nueva de la cultura de Panamá. Actualmente los jóvenes siguen reconociendo su magisterio y como puede advertirse, el aporte de Sinán a nuestra poesía es considerable. Sinán desapareció, de edad avanzada y activo además, en 1994.
Como un necesario homenaje a su memoria, y con el fin de propiciar un mayor acercamiento a su compromiso con la literatura y con Panamá, así como para estimular la creación literaria al más alto nivel de excelencia en toda el área centroamericana, la Universidad Tecnológica de Panamá creó en abril de 1996 un certamen anual y permanente cuyo nombre es "PREMIO CENTROAMERICANO DE LITERATURA ROGELIO SINAN", el cual se convoca cada 25 de abril, fecha del nacimiento de Sinán.
Unidos como un número insoluble,
la Humanidad y yo somos un sólo concepto indivisible,
un líquido sin forma vaciado sobre el Tiempo,
que no rasgan las uñas de la brisa ni enturbian los paisajes.
Con la invisible savia de los cantos,
vamos creciendo mutuamente esbeltos
por el camino de las altas estrellas silenciosas
en busca del hallazgo presentido.
Nada pueden hacer los meridianos con sus doradas hoces
dividiendo los pétalos del mundo,
ni los lóbregos brazos de los mares
hundiéndose en la tierra maternal y doliente.
Es tan mío el dolor que corre por todos los compases,
entre los agrios ríos de lágrimas descalzas,
que aunque mis ojos no hayan dicho una palabra de protesta
mi corazón se empaña perennemente de neblina.
Ricardo J. Bermúdez
(1914-2000)
Fue uno de los más importantes poetas de la vanguardia panameña, una de las figuras literarias de mayor prestigio nacional. Sus extraordinarias aportaciones al oficio poético, mezcla de sensibilidad, imaginación, vivencias comunicables y rigor literario, hacen del conjunto de su obra un testimonio artístico digno de trascender las fronteras nacionales y de ser apreciado en el contexto de la literatura latinoamericana.
Tanto en el campo educativo como en la actividad profesional logró acrisolada reputación. Fue miembro de la Academia Panameña de la Lengua, profesor de la Universidad de Panamá, funcionario del Ministerio de Obras Públicas, Ministro de Educación en 1951, Decano de la Facultad de Arquitectura; fundador y miembro de la Junta Directiva de La Prensa, Diario Libre de Panamá (1980), miembro de la Junta Directiva de la Universidad Santa María La Antigua (1982-1987), presidente de la Junta Directiva de la Universidad del Istmo (1987) y Columnista del Diario La Prensa (1992-1994).
Obtuvo dos veces el segundo premio en la sección de poesía del Concurso Ricardo Miró, con sus obras Adán Liberado (según los críticos, "uno de los mejores libros escritos en el país") y Cuando la Isla era Doncella, hermosos poemas, formado por Catorce temas taboganos, en donde el sentimiento de la naturaleza tiene categoría principal. En 1961 obtiene el primer lugar con su obra Con la Llave en el Suelo.
Los cristales de belleza libertaria
que formaron la teoría de tu vivencia
magnifican en la cósmica cintura
tu dolor de Prometeo sobre las rocas.
Y tu sed, la de los vértigos azules
sin colores y sin formas suficientes,
te llevó por los senderos sin orillas,
la llevaste por el fuego y la vigilia.
Tu pasión clarividente
por los brotes
maduró los verdes surcos
de tu sombra.
Y un volar de mariposas en el cielo
presidió la ocupación de tus sandalias,
fugitivo, peregrino, navegante,
con tus brújulas de esteta atormentado
fabricaste los espejos de señales
y los faros y los signos y las cruces
para guiar los argonautas sin sirenas
por el camino infinito de la noche.
Te diste en la esperanza
y el desvelo
donde todos los marfiles
fructifican
por tu clara voz, Enrique Ruiz Vernacci
Matilde Real de González
Vagar sin rumbo, sin punto fijo
con los ojos llenitos de lágrima
con lloviznas de imágenes encontradas
con la muerte, la vida, la ironía
de un amor inexplorado
se fueron los sueños del alma
llegan los pensamientos y el llanto
vagar sin rumbo, sin punto fijo
con los labios llenitos de rozaduras
con lloviznas de sensaciones encontradas
con la muerte, la vida, la ironía
de un placer concebido logrado
se quedaron en la garganta
los sabores del cuerpo
llegan los escalofríos y el sentimiento
que encierran un cuerpo aún vivo
vagar sin rumbo, sin punto fijo
con el cuerpo llenito de caricias y besos
con lloviznas de pasiones encontradas
con la muerte, la vida, la ironía
de un amor completo inalcanzable
Ivone Del Pilar Miranda
(1963)
Inicio como educadora en la Escuela de Doleguita en 1998, en 1996 laboró en la escuela de pedregal y desde el 2000 trabaja en el Centro Básico General Elisa Chiari en la ciudad de David como educadora de segundo grado.
Tiene dos hijos de 18 y 15 años, le gusta escribir poemas. Ha publicado poemas en el Diario La Prensa y esta por editar su primer libro de poesías.
Este grito estrangulado
que agoniza en mi garganta
y se alarga en estertores
lacerando, como garfios, las entrañas;
este grito ardiente, trémulo,
que no pudo sublimarse en una estrofa
ni cuajarse en una lágrima;
que soñó, áurea libélula,
remontarse hasta libar el sacro polen,
miel de luz de las estrellas;
que anheló -prisma de agua-
ser gotita transparente,
diminuta luna diáfana,
con espejos,
donde un iris de ideal se perpetuara.
Este grito,
que en la celda tibia y blonda
de su omnímoda crisálida,
cuna fue de ardiente anhelo,
fragua viva de ilusiones,
núcleo férvido y vibrante
de inquietudes y esperanzas.
Este grito,
que cual flecha luminosa e incendiaria,
fue rasgando los cendales milenarios
de pretéritos atávicos
y de angustias y de ansias
enquistadas;
y en el árbol de la vida
puso el zumo redentor
de una nueva y fresca savia;
y de pájaros cantores y de nidos y de felpas
y retoños
pobló el lecho verde y tibio de sus ramas.
Este grito
que prendió la estrella guía
de otros rumbos y otras sendas
y otros mares y otros cielos y otras ansias,
y dejó la blanca estela
llena toda de su lumbre esmerilada.
Este grito
que hoy crepita, se retuerce
y se ahonda
en convulsas vibraciones
y se extingue lentamente,
abrasado en los umbrales
de su propia llamarada.
Este grito estrangulado
que agoniza en mi garganta
y se alarga en estertores
lacerando, como garfios, las entrañas;
este grito,
fiel imagen de mi vida desolada,
no tendrá jamás la gloria de ser trino
ni el embrujo inefable de ser ala.
HERSILIA RAMOS DE ARGOTE(1910-1991)
Realizó sus estudios primarios en su pueblo natal, los secundarios en la Escuela Normal de Institutoras, en la ciudad capital y los universitarios (Español y Educación) en la Universidad de Panamá. También tomó cursos de Literatura, Métrica y Declamación en el Conservatorio Nacional. Participó en Seminarios de Orientación Pedagógica para la preparación de material didáctico de lectura para los primeros grados, auspiciados por el Ministerio de Educación de Panamá y el SCIDE, ICA, celebrados en Panamá (1958 y 1959) y en Lima, Perú (1960).
Desde los 15 años trabajó como maestra y directora en escuelas primarias del interior de la República; luego fue trasladada a la capital, donde, en 1933, contrajo matrimonio con el Profesor Benigno T. Argote, compañero suyo en las tareas de la educación. De este matrimonio nacieron cuatro hijos. Enviudó en 1953. Continuó su apostolado en escuelas primarias y luego como profesora de educación secundaria en la cátedra de Español. Luego ocupó la Dirección del Departamento de Textos Escolares del Ministerio de Educación, donde laboró hasta su jubilación.
Nosotros
los rompebarcos de la marinada
tirapiedras fecundos
antes de que un pedazo de sandía
perturbara
los plácidos kilómetros de los ojos
azules.
Nosotros
la botella de lágrimas rabiosas
contra toda fecha
de la letra perpetua renovada.
Nosotros
los legendarios quiebravidrios
negafirmas contagiosos gritabarcos
con nuestra siembra de banderas
en el despertar de todas las mañanas.
Nosotros
sí
los prohibidos
los malditos apagados prendidos
desde no sé que consigna
del Prestán amotinado.
Nosotros
malditos
malditísimos despojados de la
Patria.
Nosotros
cuando el gallo de Pascua
despunte el sol del mediodía
dos mil veces ascarios aragones
prestanes palominos
construiremos la casa de los sueños
con la moneda propia de su mapa.
No es la moda de llamarnos tercos
sino el instinto de conservar
el nosotros de la sangre y del esperma.
No es el querer ser tercos de remate
con un golpe gastado dominio
semántico.
En este desafío de relojes
entre el supermán que se roba las
galaxias
y el despegue endeudado de las
pulgas.
Tenemos que ser tercos:
tercos de dulzura
tercos en la cárcel
en la muerte tercos
tercos y más tercos en la firma
tercos
terquísimos
para pasar por el ojo del camello
y recobrar la cintura de las aguas.
Fue docente en el Instituto Fermín Naudeau (hasta su detención y destierro) donde orientó a muchos jóvenes en las lides literarias y les inculcó el amor por el arte y la patria.
En el colegio de México obtuvo el Doctorado en Letras Hispánicas con la tesis Cien Años de Soledad: novela de la demitificación (editada por la UNAM en 1988).
Su poesía combativa y revolucionaria fue publicada en Panamá, Cuba, México, Guatemala, Estados Unidos, Chile y España. Gaviotas de Cruz Abierta, recibió el premio Ricardo Miró en 1965 y nunca fue publicado en volumen.
Eres más fuerte que una máquina
hasta ahora has hecho el trabajo
tuyo y el de otros
eres más inteligente que el tiempo
has ganado más batallas que los
que las han provocado
eres más suave que el rocío
más ligera que el viento
y todavía preguntas ¿qué hacer?
pon tu corazón donde lo cubra la ternura
anida tus manos junto al fuego sin temor
no desanimes no cedas no des un paso atrás
no tires por la borda lo ganado
el futuro sólo guarda para tí
despejada la senda nueva vida
Bertalicia Peralta
Ejerció la docencia a nivel secundario por dos años. Ha ejercido el periodismo cultural: la divulgación e información en entidades del Estado; ha ejercido crítica literaria, musical y teatral. Ha escrito también guiones para Televisión y libretos especiales para Radio. Fundadora y Co-directora de "El Pez Original" (1968-1970), Revista de la Nueva Literatura Panameña. Dirigió la página literaria "Letras de Critica", en el periodismo nacional.
Recibió mención honorífica, en el Concurso Literario Ricardo Miró, en 1962 con su obra Sendas Fugitivas. Con su obra Casa Partida obtiene el premio Universidad, cuento, otorgado por la Universidad de Panamá en 1971; ese mismo año obtiene el Tercer Premio del Concurso Internacional de Poesía José Martí, en Perú , con su obra Un Lugar en la Esfera Celeste. En 1973, su libro Libro de las Fábulas es mencionado en el certamen de poesía latinoamericana de Casa de las Américas, en Cuba. Su obra Himno a la Alegría fue mención del Premio Universidad, poesía, Universidad de Panamá en 1973; ese mismo año, obtiene el Premio Universidad, cuento, otorgado por la Universidad de Panamá, con su obra Barcarola y Otras Fantasías Incorregibles. Ha sido ganadora del premio "Itinerario" de Cuento del Instituto Nacional de Cultura (INAC), de Panamá, en 1974 con su obra "Muerto en Enero" cuento publicado en la revista "CASA" de las Américas, Cuba, en la cual ha sido publicada reiteradas veces. Posteriormente sus obras Encore y Guayacán de marzo obtienen el Premio Itinerario-INAC y Mención, respectivamente en 1980.
Poemas y cuentos suyos han aparecido en gran parte de las revistas, antologías y suplementos literarios de América y Europa, en traducciones al inglés, francés, italiano y portugués.
Fuente: http://www.geocities.com/franpcoronel/
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