Monday, April 9, 2007



Priya

Los días resultan innombrables en la vida de los pobres, sus nombres carecen o tienen poca importancia. Las hojas aquel día comenzaban a madurarse los árboles de mango, y sus troncos, lucían llenos de extrañas florcillas de intenso amarillo. Parecían harina de maíz mal triturado.

Priya, sentado sobre el suelo con un ojo semi-arrancado, miraba al horizonte de desafiante manera. Había nacido para su desgracia en una familia, y no en la jungla, con los animales como era su deseo. Su padre, un granjero, siempre consideró que tener hijos era una buena fortuna y forma de ennoblecer el orgullo de su apellido: “Patel”, que distingue a las personas cuyos ancestros se dedicaron a la agricultura y la ganadería. Lo que en el sistema de castas se llama “vaishia”.

Pero éste no tenía más tierra, que el pedazo que usaba para descargar sus excrementos, ni más vacas que las muelas negras que pastaban en su boca mugrosa de masticar tabaco. Explotaba de manera inmisericorde a sus trece hijas e hijos, que formaban un clan de subsistencia. Obligándolos a las dos hembras mayores a prostituirse, y a los varones y las niñas más pequeñas, a pedir limosnas en las calles de la capital del estado de Bihar.

Priya, cuyo nombre, significa paradójicamente “Sonrisa de Dios” o “Aquel que goza de la bendición de Dios”, fue siempre más ágil y despierto, y quien más ingresos proporcionaba al padre del rebaño miserable que salía diariamente a mendigar dos o tres rupias y trozos de chapati s, tanto a turistas como a comerciantes locales, quienes los miraban con odio, porque aducían que por culpa de todos estos niños, molestando a los turistas, éstos rehusaban a acercarse a sus negocios y optaban por comprar en las tiendas de los grandes hoteles.

Los comerciantes, contrataron vigilantes para que los corretearen y a golpes, los hicieran alejarse de sus tiendas. La primera vez que Priya se vio frente a frente con uno de estos vigilantes, éste con una vara de bambú le partió la boca de un ramalazo, y con una actitud -casi rayando en el sadismo- contempló cómo el niño chorreaba negros borbotones de sangre de su boca destrozada, y luego salió corriendo como un pequeño cachorrito herido entre la ruidosa muchedumbre.

Ya asomándose los primeros rayos de la luna, Priya volvió a su pequeña choza, que por lo general estaba sucia y andrajosa, y era una más de las tantas que se aferraban a un frío barranco con cara de perro gris. Este era el momento que más odiaba porque su padre, sentado como un fantasma en la bruma, salía a su

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1) Chapati: tortilla hecha de harina de garbanzos o harina de trigo, y que sirve de acompañante de sopas y guisos.
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encuentro para quitarle el dinero, y una vez que caía en sus manos, le pegaba una estruendosa bofetada, ya fuera porque lo consideraba muy poco, o porque pensaba erróneamente, que se había gastado parte del mismo comprándose caramelos.

Hecho lo de rutina, su padre abandonó la casa sin decir media palabra, mientras su madre, algo distante y fría por temor al marido, esperó a que se perdiera en la niebla de la noche para salir a revisarle los labios A Priya. Desgarrados y magullados con dos heridas profundas, que le marcarían para siempre. Pero seguramente, era peor la herida de odio y auto-desprecio que sentía cada día crecer en su corazón, amenazando con estallarle cuando tuviera mayor. Porque a los golpes ya estaba acostumbrado.

El niño se odiaba sin saber por qué, pero sabía por quién. Su madre tomó un poco de ceniza y, mezclándola con hierbas frescas preparó una especie de almargaza para curarle las heridas. Priya lanzó un grito como un mandril al sentir el ácido de las hierbas, introduciéndosele entre la carne viva con manchas de pus amarillentas. La madre intentó calmarlo. Sus compañeros de infortunio lo observaban perplejos como oscuros gnomos a los que la asiduidad del miedo, llegó a doblegarlos, transformándoles en zombis, o pesarosas sombras en movimiento.

Se reflejaban sus pupilas saltonas en la oscuridad. El hedor a hacinamiento del cuarto se extendía nauseabundo a la redonda, como cuando alguien fuma marihuana. Esa noche la fiebre estremeció sus huesos y delirando, gritaba encogiéndose por los escalofríos que le recorrían de arriba abajo como gélidos gusanos invisibles escarbando en su médula. Aquella noche sucia de Bihar, olorosa a sándalo y mierda fresca, a Priya le resultaba difícil dormir. Tirado en una pequeña manta de algodón extendida a ras de suelo, lloraba alegre pensando que moriría, e imaginaba visiones de Shiva , viniéndolo a buscar en su toro Nandi .

El padre que parecía gozar de un extraño reloj despertador biológico, se despertó temprano y tocándolo con las puntas de los pies, le gritó que se levantara y saliera como de costumbre a mendigar. Estaba seguro que traería más dinero esta vez, apelando a la compasión de las personas pues verían las profundas heridas de sus labios abultados por la infección, conmiserándose de él. (Muchas veces el dolor ajeno se convierte en un buen negocio para seres a
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2) Shiva: dios de la trinidad hindú, representa la modalidad de la ignorancia. Los seguidores de esta corriente de hinduismo, se encuentran entre las castas más pobres.
En esta corriente filosófica, (La Vedanta) se han conocido grandes pensadores y filósofos como Shri Sankacharia y Shri Eurovindo, este último muy conocido entre los místicos occidentales.

3) Nandi: es el toro cuyo lomo viaja el dios Shiva a buscar las almas de sus seguidores.
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los que, el dinero es su única droga capaz de saciar su vicio). El pobre niño intentó ponerse de pies varias veces pero se caía, el padre tomándole del hombro, le ayudó a incorporarse mientras sonriéndole le dijo: “Estará bien dentro de poco”. Con siete años de dolor y sufrimiento al hombro, se internó entre la multitud de bicicletas, autos pequeños, vendedores ambulantes y, por supuesto, el nauseabundo olor a mierda, o a cadáver incinerado que recorre como una mala noticia de sur a norte, sin telégrafos, las ciudades de la India.

Resulta contradictorio que un país tan inmenso, con grandes riquezas naturales como éste, que ejerce una especie de encantamiento hacia los occidentales, curiosos del misticismo, por ser la cuna de importantes movimientos religiosos como el Hinduismo y el Budismo, dos corrientes que gozan de mucha aceptación en occidente, fuera lo que es: Un huerto de muertos vivientes que deambulan sin más esperanza de vida que el aliento sucio a fatalismo y resignación. Priya, que lleva veinte dolores por cada día que le ha tocado vivir, es uno de ellos; arrastrándose como si fuese una iguana, se retuerce por el dolor que le produce la infección de sus heridas. Nadie se detiene a socorrerlo, ni siquiera otros mendigos como él. Ni los gritos de los vendedores de té, llamando a los escasos clientes, lograron despertar sus antiguos ojitos vivaces. Las mujeres pasaban a su lado con hermosos saris de exóticos colores y motivos ornamentales. Hasta con las puntas de los dedos maquilladas, caminaban con ese dejo misterioso que caracteriza a los hindúes, como una rara especie de seres procedentes de La Lemuria cósmica.

Caminando hasta la zona en donde habitualmente mendigaba - la zona más hermosa y elegante de la ciudad, de edificios suntuosos, de ladrillos de color rosa que asemejan pasteles de nupcias, y losetas de sus pisos en azulejos - vio las ventanas de arcos repuntados de finos detalles barrocos -que enloquecen a los extranjeros como a los peregrinos budistas camino a la tumba del emperador Ashoka, famoso por ser quién se encargó de difundir la incipiente fe budista, en los territorios colindantes con su reino. Por ello, se considera este lugar como un “satiagraha”, o lugar sagrado para el budismo. Es común ver grandes concentraciones de ellos con su cámara digital filmando esta enloquecedora ciudad, que para unos es antesala del Nirvana para otros, como Priya es la entrada a los planetas infernales, conocidos como Pathalas *, habitáculos de Los Yamadutas , seres descomunales, castigadores de quienes pecan o violan el sistema de casta. A él, no le cabe la menor chispa de dudas de que su padre irá a dormir a ese lugar cuando muera por su comportamiento. - Sentado debajo de un árbol cómplice, Priya miró fijamente al horizonte, lanzándole un grueso desafío con un pedazo de cristal en sus manos temblorosas, y dejó escapar dos
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4) Pathalas: son los nombres que se le dan a los planos infernales.

5) Yamadutas: seres con forma de animal que se encargan de darle escarmientos a los pecadores.
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lágrimas impotentes, quizás de amor, o talvez de odio por la vida: La razón que le trajo al mundo.

Un grupo de monos peleaba un banano en las ramas del árbol de mango. Los movimientos de los primates, hicieron caer una nube espesa de florecillas, como una tormenta de nieve amarilla que fue a enredarse en su pelo negro como azabache de infortunio. Priya lanzó una última mirada al caos y al bullicio de los vendedores, mercaderes de cuánto puede venderse, como diciéndoles adiós, sabedor de que nunca más volvería a pisar el suelo de su casa.

Al momento en que la luna regrese de su viaje a cubrirlo con su sombra, Priya estará perdidamente solo y a la deriva. En donde el eco de los vivos, no alcanza a perturbar el sueño de los que aborrecían morar entre ellos.

Aquella noche, el barranco estuvo más tranquilo que de costumbre. Un grupo de personas incineraban un cadáver con una pira de basura, y varios más, se limpiaban los bigotes, sucios por el humo grasoso y hediondo a muerto.


© DANIEL MONTOLY

2 Comments:

Blogger Unknown said...

Priya... Priya...cuantas cosas te han pasado. ¿Cuando pudiste sacar de todo eso algo positivo? ¿Cuando dejaste de permitir que la amargura te recoma la esperanza? Priya crece, vuela, intenta ser feliz!!!

6:48 AM  
Blogger Daniel J. Montoly said...

La vida del personaje está plagada por el dolor como fiel reflejo de esa inocultable realidad, que es la explotación de la niñez. Creo, Gaiar, que sí ha aprendido una lección positiva acerca de la vida sobre todo para entender la naturaleza de su relación con el padre, que más que padre, es una bestia.

No creo que sufrir sea una forma de aprender, porque cualquier lección que pueda sacarse de tal dolorosa experiencia siempre va ser traumática. Recuerdo tener una conversación con una querida amiga al respecto, ella fue abusada y maltratada por su madre cuando era una niña y hasta su vida ha estado marcada por ello, aunque es una excelente madre como reacción al infierno que vivió en su niñez.

No sé, quizá no sepa cómo explicar algo así, porque nunca viví en hogar con tal situación.

Un cordial saludo. Daniel

2:42 PM  

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