Friday, April 11, 2008


LOS GANSOS


"Él quería ponerle vida a su matrimonio, ella seguir pasiva, sin rastros de pasión por medio…"

En la lujosa vitrina de la tienda exhibían hermosos accesorios femeninos. Eusebio pensó comprarle algo a Matilde, con quien la mecha sexual tenía demasiado tiempo apagada. La infelicidad del rechazo de su esposa, crecía con el tiempo.

Intentó todo -o casi- todo. Juegos, caricias, romance, flores, y ahora, cada viernes –por consejo de un amigo- aparecía con una funda llena de mariscos para pasar el fin de semana. Matilde –que odiaba el olor- dejó que pasaran semanas y los mariscos seguían en hibernación. “Condenado. Si quiere comerse esas cosas, él mismo va a tener que cocinarlas. Yo no le pongo un dedo a esa vaina.” – Pensaba sonriendo al verlo llegar. Mientras él, al mismo tiempo pensaba: - “Tú vas a ver cómo se van a poner las cosas entre nosotros.”

Eusebio no logró el cambio de dieta. Tampoco pudo evitar que comenzaran las discusiones, y lo que pudo ser una solución al problema en la cama, se transformó en una tromba que por poco los lleva a la corte.

Aquel día llegó a la oficina con cara de morras. El jefe, que acostumbraba a bromear con él, se acercó a saludarlo con una clara nota de cinismo -asumió lo que ya sabía por el chismerío en la oficina- que tenía problemas con su mujer. Lo invitó a una conferencia acerca del desarrollo de la medicina oriental. Eusebio pensó en lo conveniente de estrechar lazos con el jefe acercándose fechas de cambios en la estructura de la empresa; en cambio, la motivación del jefe era intervenir y de paso convencerlo indirectamente de quedarse en el mismo puesto que ostentaba hacía diez años. La cita fue un jueves. Día catorce a las dos de la tarde en el restaurante “La Casita de Paja”, y de ahí partir juntos a la conferencia.

Una vez concluida la charla del chino se acercaron. El médico tenía nexos con la empresa, así que al ver venir al jefe en su dirección, se liberó de sus fans para ir a su encuentro. Tras las presentaciones, hábilmente el jefe los introdujo a la charla y se excusó para ir a saludar a un alto ejecutivo de la compañía naviera. Eusebio y el oriental se quedaron conversando a solas por varios minutos. En algún momento, no se sabe cómo, la crisis del matrimonio salió a flote. El médico escuchó atento las quejas y habló de una vieja técnica milenaria, usada por los emperadores chinos para satisfacer a sus cientos de concubinas. Sin entusiasmo, Eusebio prometió intentarlo.

El viernes, cuando Matilde apagó la televisión y se fueron a la cama, comenzó a acariciarla, susurrándole frases hermosas al oído, a lo que ella reaccionó como habitualmente lo hacía. Le apartó las manos y comenzó a sermonearlo sobre sus motivos, a lo que Eusebio se mostró indiferente. Al notar esto, Matilde rompió el hielo y lo abordó besándolo ardorosamente. Eusebio sin perder tiempo apagó la lámpara que estaba en la cabecera de la cama y de inmediato extrajo el objeto recomendado por el médico del oriente. Comenzó pasándoselo por la espalda y luego por todo el cuerpo. La euforia era tanta que ella nunca se dio cuenta.

Al final de la noche durmieron plácidamente, después de hacer el amor varias veces. Desde aquel incidente, el estado emocional de Matilde ha cambiado y Eusebio le dice todos los días cuánto la ama, mientras observaba un grupo de gansos cantoneses correteados en el patio por Toby, su perro.


©Daniel Montoly

2 Comments:

Blogger teresa coraspe said...

Sí, recuerdo a Los Gansos, pero no quiero referirme al relato, ya leído hace cierto tiempo, cuando conversábamos a menudo; así como hemos vuelto a contarnos historias de la vida real y que nos suceden; así como decirte, que aún sigo triste por lo que te referí de la Antología y el abuso de un amigo en cambiarme el sentido de las palabras y nombres que eran de mi particular afecto...Y vienes tú con esa sonrisa tan plena de alegría, porque el trabajo pasa por debajo de tu sonrisa...y yo te saludo, con mi eterna amistad, brujo. Teresa.

1:50 PM  
Blogger Daniel J. Montoly said...

Querida Teresa:

Pues yo también disfruté mucho la conversación contigo, especialmente por que sé cómo arrancarte un par de risas. Sobre la situación de los textos de las antologías no sé qué decirte. No entiendo como alguien puede tomarse la libertad así a la ligera y modificar el trabajo de otro autor sin consultar con él.

Siempre cuando los malos momentos nos azotan como mosquitos tenemos que buscar la forma de espantarlos y seguir adelante.

Un beso. Daniel

12:17 PM  

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