Friday, March 6, 2009


Laura Yasan: “La poesía es mi lugar en el mundo”

Conversación con la escritora argentina, ganadora del Premio Casa 2008 de poesía, a propósito de la presentación de su libro en la edición cincuenta del concurso literario y en la XVIII Feria Internacional Cuba 2009

por Xenia Reloba

El teléfono sonaba una y otra vez esa mañana, pero ella se resistía a responder porque es muy dormilona. Ante la insistencia, acabó por atender. «Era de Prensa Latina para hacerme una entrevista por el Casa de las Américas. “Señor, usted está equivocado, no gané el Casa de las Américas”. “Sí, acá tengo el cable”. “Debo haber ganado una mención”. “No, no, usted ganó el Casa de las Américas”. Y fue una entrevista que contesté sin haber procesado el premio. Me emocioné, me puse a llorar, no sabía lo que decía. Me preguntaban de qué se trataba el libro y no podía resumirlo.»

Las palabras de Laura Yasan brotan raudas en la noche apacible del Hotel Nacional. Está en La Habana. Se hizo el sueño. Vino a encontrar la llave marilyn, ahora editada, un año después de conocer inesperadamente que había ganado el Premio Literario Casa de las Américas en la categoría de poesía.

«Creo que me presenté con todos mis libros al Premio Casa de las Américas porque es lo máximo a lo que puedes aspirar como autor latinoamericano. Es un referente muy importante, muy prestigioso. Sabía que un día iba a ganarlo, no sabía cuándo, pero un día. Siempre digo que me dieron tiempo para mejorarme porque lo gané con mi séptimo libro.»

Un puente, una roca, un lugar que resiste en el espejo

Una se fija metas. Dije: quiero ganar un Casa de las Américas, sé que tengo con qué, algún día me lo ganaré… o no. La poesía es mi lugar en el mundo, es el lugar donde hago militancia, y creo que Casa de las Américas es el único lugar que resiste en el espejo y allí es donde uno quiere estar, en ese puente —porque vas de ida y vuelta—, y a la vez es una roca sólida en el medio del mundo, que también es mi impresión del país con lo poco que lo conocí.

El lugar por donde la aguja tiene que pasar

A veces o en general cuando cumples el sueño y llegas al lugar del sueño, te decepciona, porque ya conseguiste lo que deseabas. En este caso fue al revés, superó totalmente mis expectativas. Encontré un espacio donde se trabaja tan seriamente como jamás vi. Fue muy emocionante para mí tanto la presentación del libro como la ceremonia donde el jurado dio a conocer los premios del 2009. Fue algo tremendamente emocionante estar ahí. Me sentía como en el lugar de gestación, del nacimiento de las cosas, del flujo de la cultura. El lugar por donde la aguja tiene que pasar para hilvanar.

Un Premio limpio

Todos sabemos que los premios importantes en general son muy marketineros. Creo que el que no tiene una sola mancha es el Casa de las Américas. Me parece un premio limpio desde todo punto de vista porque ves los autores que lo ganaron y realmente todos persistieron en el tiempo. Hay muchos premios que ves quién ganó y dices: ¿quién es? No lo sé, ya fue olvidado. Pero lees los ganadores del Casa de los cincuenta años y todos son perdurables, son ejemplo, son maestros. Por eso me cuesta tanto precisar que lo gané. Si bien envío la obra para ganar, una vez que gano digo: ¡Wow!, ¿ahora qué hago con esta responsabilidad?

la llave marilyn, un libro distinto

Cada uno tiene sus obsesiones y escribe siempre sobre el mismo punto y tropieza siempre con la misma piedra, pero creo que lo que va cambiando con la edad es el ángulo desde el cual miras a eso que te obsesiona. El desafío cuando termino un libro y abro otro, lo que deseo y más miedo me da es: ahora qué. No quiero más de lo mismo, quiero encontrar otras formas estéticas.

En mi primer libro puedes ver lo que llamo poesía de pasillo, que son todos los versos cortados finitos, como el tronquito de una palmera. En Ripio, el libro anterior a la llave marilyn, los versos son tan largos que está lleno de corchetes, porque los versos se chocan con el margen. Después de Ripio nació la llave…, que fue la primera vez que utilizo una unidad temática en un libro. Porque escribí la llave… pensando que era un poema que terminaba allí, sin embargo, me salió una “llave marilyn versión libre”, y después “la llave marilyn toma 2”, y me fui dando cuenta de que este era un libro distinto, que todos los poemas iban a pasar por la llave marilyn.


No puedes ser prolijo y ser un buen poeta

Considero que para contar una historia está la narrativa, y la poesía es un lugar para dejar la impronta, la huella de la historia. La poesía es el lugar de máxima libertad del escritor. Para mí el desafío de la poesía es violentar la gramática y encontrar un nuevo lenguaje. Para ser original tengo que romper con lo convencional. No entiendo por qué se ponen las comas al final de los versos. Si el blanco de la hoja es lenguaje en el poema... ¿Para qué hay un doble espacio entre una estrofa y otra? Es una respiración, un aire, un momento. También lo es el corte de verso: es musicalidad, ritmo. No puedes ser prolijo y ser un buen poeta. No combina eso.

No elegí quedarme con la poesía

Hay algo extraño, muy misterioso, a cuyo fondo no pude llegar: ¿por qué desde que aprendí a unir las letras hice poemas? Escribí mi primer poema a los 6 años, pero no tenía estímulos literarios ni en mi casa ni en la escuela. Fue algo que nació de mí. Recuerdo incluso el momento en que escribí ese primer poema, que fue para mi mamá.

Mi infancia fue de clase media. Soy de origen rumano por parte de madre y ruso por mi padre. Mis abuelos eran inmigrantes muy humildes, y mis padres, de clase media. Consumían mucho bestseller, literatura chatarra, y yo era ávida lectora, pero de toda esa basura. Escribía cosas horrendas. Tenía toda mi habitación llena de frases escritas por mí. Fui autodidacta hasta mis veintitantos años. Me creía una genia, que me tenían que descubrir y dar el Nobel, hasta que di con mi primera orientadora, una poeta argentina, Diana Bellesi, que me hizo leer un montón de poetas que desconocía por completo, me enseñó a corregir mis poemas. A partir de ahí se me abrió mucho la cabeza, y conforme fui leyendo buena poesía fui modificando mucho mi manera de escribir.

En mi adolescencia probé todas las artes: hice teatro, música, expresión corporal, cerámica, escultura, bellas artes; cursé la carrera de Bellas Artes. Fui pésima dibujante, pintora. Había una inclinación natural hacia todas las formas del arte. No elegí quedarme con la poesía, ella quedó, sobrevivió a todo, y la enriquecí con esos pasos. Lo que fue cambiando en cada uno de mis libros fue la mirada del mundo, porque los temas son siempre los mismos: uno escribe sobre la muerte, sobre el amor o el desamor…

¿Poesía para mujeres, para hombres?



Es igual que en la vida. Cuando hablas con una mujer, esta entiende una cosa. Cuando hablas de lo mismo con un hombre, este entiende otra. El lector siempre completa. La poesía tiene que ser lo suficientemente abierta para que el lector complete con lo suyo. La poesía y la literatura en general. Si uno diera los textos como concluidos, cerrados, para qué necesitas un lector. La poesía femenina o masculina es para todo público, y también cada uno tomará de esa lectura que hace, lo pasará por su propio tamiz, por su necesidad, su imaginario, su historia. Escribo desde mí, y jamás voy a poder saber qué hay del otro lado del espejo.

Sobre las lecturas, las influencias, la originalidad

Me gusta que se vean las influencias, porque considero que los poetas solo podemos aprender de otros poetas. No existe una escuela de poetas. La única forma de aprender a escribir, de que tu voz sea más sólida, es leyendo a otros. Entonces, me gusta que se vea en mi poesía a Alejandra Pizarnik, Olga Orozco, Gelman, Boccanera, y me gusta descubrir nuevos poetas, y probar cómo es escribir como ellos, porque siempre va a ser diferente cuando lo pase por mí. Siempre que lees un poeta te queda como una especie de rastro, de sabor, de tono, de música, y me encanta que se vea en mi poética porque me siento orgullosa de mis lecturas y me gusta ver en otros poetas los rastros que dejaron las lecturas que ese poeta hizo.

¿De dónde sale la poesía?

El narrador tiene que tener una conducta y sentarse todos los días, porque si quieres escribir una novela no te queda otra, pero el poeta tiene que hacer una suerte de equilibrio: por un lado existe la inspiración, la musa, pero te visita muy poco. Uno tiene que estar en momentos muy abiertos, muy especiales, y se te tiene que juntar la musa con el tiempo de escribir. Si te sientas a esperar la musa vas a escribir dos poemas en la vida. Creo en el trabajo, y tiene que ver con la mirada. Si salgo de mi casa cerrada y voy por la ciudad cerrada, no me va a llegar nada del mundo exterior. En cambio, si dejo mi mirada abierta y veo en profundidad, entonces se me arma una suerte de cóctel con los restos diurnos, con las frases que oí, con lo que vi... A mí el poema me sale del lugar más común, no de lo elevado, salgo de abajo de todo.

Sacar un cisne de un ladrillo

Para mí escribir un poema es sacar un cisne de un ladrillo, porque mi primer poema en estado puro es espantoso. Dejo que salga todo, que fluya hasta que se acabe. Termino esa cosa catártica del vómito y después empieza mi verdadero trabajo placentero que es convertir esa porquería en una joya. Es trabajo, mucho trabajo, verso por verso, encontrar las imágenes. Mi poesía es muy visual, es como mi ideología de la poética, que tiene que comunicar la sensación a través de lo visual.

Hay poesía abstracta que te lleva a lugares muy especiales, pero creo que la imagen es la herramienta más poderosa de la poesía, la más inmediata. Entonces, en la corrección trabajo mucho lo visual, lo musical. El poema no está terminado hasta que no sea una respiración sin una sola interrupción, excepto que el propósito sea hacer un poema interrumpido.

Después de la llave marilyn

Me empezó a salir una poesía que vuelve un poco a mis fuentes irónicas, y estoy trabajando mucho el doble y múltiple sentido. Mi segundo libro, Cambiar las armas, es muy irónico, pero considero que con muy poco trabajo lírico. En su momento era un libro que me gustaba y ahora me parece muy pobre en su trabajo formal. Esta vuelta de tuercas después de la llave…, que por suerte me salió algo totalmente nuevo, fresco, distinto, es un libro que les da mucho palo a las convenciones del matrimonio. El desafío fundamental es que llegues a un verso y creas que tiene un sentido, y leas el siguiente y veas que trataba de otra cosa… Son muchas lecturas que se van abriendo.

Por cábala no te voy a decir el título, porque tampoco lo quiero cerrar. Recién tuve en mis manos un ejemplar de la llave marilyn por primera vez. Quiero disfrutar de la llave… editado, seguir escribiendo, y cuando vea que el que estoy haciendo es ya un libro, cerrarlo. Tengo una idea del título pero no la quiero quemar.

En una edad “bisagra”

El Premio Casa cristalizó en un momento de mi vida que es como una bisagra. Tengo 48 años, estoy yendo hacia los 50, que es una edad importante en una mujer, y me siento muy afortunada porque estoy llegando con muchos logros personales. Y eso me hace sentir muy agradecida con la vida porque trabajé mucho y estoy recibiendo a cambio.
Entrevista reproducida cortesía de: La Ventana

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