VOCES DEL SIGLO XXI
MAURICIO ESPINOZA
(1975, Costa Rica)
Nada más que silencio
Yo, por mi parte,
quisiera ser más de lo que soy
pero sólo soy este poeta,
que quisiera decir más de lo que dice
pero sólo tiene el poema,
que quisiera decir más de lo que dice
pero sólo tiene palabras,
que quisieran decir más de lo que
dicen
pero no son más que silencio
De Nada más que silencio (2000)
Llueve
Una tarde cualquiera
la lluvia te acosa con gritos y puñales
que se clavan en los jardines,
las aceras
y tu propia carne cansada
La ventana es negra
y negros tus ojos
y negra la negra batalla sangrienta
que despedaza los pétalos
allá tan afuera
aquí entre tus rotas venas
Caminas por la habitación a ciegas,
invocas el relámpago
y hasta la fiera pronta de esa luz que se arroja a tu rostro,
que te inventa erecto contra las paredes enlutadas
duele,
y dueles desnudo,
como si arrastraras la tripa sangrante
del ombligo aún,
como si no pudieras arrancarle el primer llanto
a tu inacabada estatua
de temblorosos huesos
Un domingo cualquiera
allá tan afuera
tan lejos
la tarde sangra en negrísimos puñales
todo eso que ya no pueden llorar
tus ojos negros
Historia de ciudades
Habito tres ciudades hermanas,
inseparables,
para siempre atadas
por una historia de perpetua soledad
Una se llama Babel
y la truncaron
La otra Tenochtitlan
y la enterraron
La tercera me crece entre las manos
y no tiene
nombre
De Ciudad sin nombre (inédito)
pierrot
a leandro soto
me regalaste
una máscara de oro
con una lágrima que no se borra
que no se derrama
que no se agota
nunca más he llorado
desde entonces
Estatua
Acudo sudoroso
jadeante
a la inmovilidad de tu voz
Tienes un luna tatuada en el sueño
y una corona de espinas lamiéndote la frente
Abril nevado
A 30 grados en las montañas del trópico,
la nieve ha caído en abril.
Blancas las colinas que ayer no más fueron verdes,
tu piel vestida de sol
me recuerda
el rito anual,
milagroso,
de la flor del café.
Antes de que se acabe esta efímera visión,
este fragante momento,
antes de que mayo arribe con sus vendavales
y sus aguaceros,
vámonos al campo,
amada mía,
donde yo nací.
A la noche compartiremos un café,
endulzado por el licor de nuestras ansias,
y haremos el amor bajo la luna gris,
en las montañas blancas.
De Hijo de la lluvia (poemario en proceso)
Hoja de vida
Pensé por un momento
en poner mis diplomas y mis premios
en las paredes de la sala,
convertirla en un enorme currículum vitae
que estoy seguro deslumbraría a mis visitantes.
Pero en lugar de eso decidí cortarme la cabeza
y colgarla de la puerta,
a plena vista de todos,
con un nido de pájaros en mi cabello.
Aquí, en este rostro, podrás ver toda mi vida,
en la amargura de este sueño,
en estos labios —que a pesar de todo—
te pedirán un beso.
For Sale: Tu Muerte
Hoy pasé por una tienda con una gran pancarta
al frente: “Oferta especial, tu muerte a un 70 por ciento de descuento.
Pasa adelante y escoge la tuya. Te la envolvemos gratis.” Curioso,
entré.
El enorme escaparate donde vendían las muertes
era imponente, tengo que admitirlo, y decorado con gran gusto y
sutileza. El surtido también era increíble: muertes de todos
colores, formas, tamaños y circunstancias. Muertes lentas y ceremoniosas
con amigos y familiares a ambos flancos de la cama, muertes repentinas y
espectaculares como en película de acción, muertes sin sentido y
muertes heroicas, muertes a mano de sicario y hasta muertes con
recompensa para el propio sicario.
Pero noté algo extraño: nadie
compraba. ¿Algo tan importante, tan elemental, tan inevitable como la
muerte, a tan descarado descuento aun, y
esta chusma ni se digna a entrar en la tienda? ¿Esas mismas gentuzas
que todo lo compran, que cargan canastillas interminables por
el mall con sus ropas de marca, sus electrodomésticos de moda, el nuevo
algo que reemplazarán mañana con otro nuevo algo, esos delirantes que se
atropellan como idiotas en la oscuridad de sus viernes negros?
Yo
sí decidí comprar en esta tienda. Y como no soy ostentoso ni me gusta
usar mi tarjeta de crédito para compras transcendentales, escogí una
muerte sencilla, pequeña, sin efectos especiales. Cuando me ofrecieron
envolverla—gratis, cabe recordar—les dije que no gracias. Yo
quiero salir a la calle con mi muerte abierta, a plena vista de todos,
accesible y lista para ese preciso momento en que la necesite.
©Mauricio Espinoza
Mauricio Espinoza (1975, Costa Rica) es poeta, ensayista, traductor y
periodista. Es graduado de Ashland University (periodismo) y Ohio
State University (estudios latinoamericanos), y también hizo estudios
en comunicación y literatura en la Universidad de Costa Rica.
Actualmente cursa el doctorado en literatura y cultura latinoamericana,
en Ohio State University. Ha publicado un libro de poesía (Nada más que
silencio, San José, 2000), y es co-traductor de The Fire’s Journey,
traducción al inglés de El tránsito de fuego de la poeta costarricense
Eunice Odio (Tavern Books, Portland, 2013). También ha publicado ensayos
sobre literatura y cultura latinoamericana y latino-estadounidense
en varias antologías y revistas especializadas en Estados Unidos.
Puede leer su obra poética reciente en http://facebook.com/IluminadaOscuridad, o comunicarse con él a través de mau.espinoza@yahoo.com
Nota del autor del blog: Las obras visuales que ilustran esta muestra de poemas de la poeta costarricense, Mauricio Espinoza, son del artista italiano, Giorgo de Chirico, y provienen de diversas fuentes del Internet.
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