Monday, March 25, 2013
VOCES DEL SIGLO XXI
WINSTON MORALES CHAVARRO
( Neiva-Huila, Colombia 1969)
I
Y estoy buscando las voces
del camino
Para traducirlas
Seguro llevarán tu nombre
He aprendido a interpretar la
voz del viento
Esa misma que arrulla las
hojas entreabiertas
De tu árbol.
¡Aniquirona, Aniquirona!
Te llama el río
Y en las gotas frenéticas del
aire
Va tu aliento prendido a las
veletas.
Al cuenco de mis manos
Llega impetuoso el sol
Con el oro y el trigo de tu
cima
¿Debo ascender al principio
del lenguaje?
Allí narran las gaviotas
Los días difíciles del cielo
El trasbordo misterioso de
las nubes
¿Debo traducir el idioma
musical de sinsontes y de mirlos
para conocerte?
He de cuestionarme
Mujer de largos sueños
E inexplicables trances
Cuál es el país al que me
invitas?
Apenas sé cómo te llamas
Me lo ha contado el río
Y sé que Aniquirona
Es el umbral de otros
caminos.
II
Toda vez que me aproximo a
Schuaima
La muerte posee la voz
De múltiples aves
El aire azul revolotea de
fibra en fibra
Mientras las piedras
Juegan a pronunciar sus
palabras menos comunes
Y las hojas saben de antemano
Que soy nuevo en este sitio.
Aniquirona
Hay un yo que me detiene
Que se esmera en el regreso.
A veces pienso
Que ese habitante
Joven entre los viejos
Ama las mismas cosas
La obscura puerta de las
posibilidades
La famosa casualidad de las
instancias
¿A dónde van todas esas voces
que me conducen a tu reino?
Sigo las hojas que corretean
presurosas
Sigo la lluvia y su música
húmeda
Sigo los pájaros y sus ondas
Hay una aproximación entre el
lenguaje de los árboles
Y el mío.
Sólo así puedo acercarme
Sólo así sé que existo
Y que el camino no es camino
Sino va cargado de palabras y
de voces.
Estoy en Schuaima
He llegado con la brisa
Sólo su silencio musical me
satisface
Aniquirona:
¡Hablemos de poesía!
III
Aniquirona
Cuando bajo las escaleras de
la casa
Pienso que esta es otra forma
de llegar a Schuaima
-el reino del gran más allá-
puede que descender
sea otra forma de ascenso.
Allí
Al otro lado de este día
Está el tren que debe
transportarnos.
Llueve,
Llueve
Minutos
La carretera adversa,
Va el camino
Contragolpeando este
chasquido de paisajes.
Por la ventana
El puente de los árboles
Una puerta
Un árbol de pájaros azules
El río de los caracoles
Todo se aglutina en torno
nuestro
Sólo el tren va por el camino
Y con él
El canto distante de los
rieles
La música de la calle
La voz continua de la lluvia
Una luz lejana que me llama.
¡Silencio, silencio!
Voy prendido al viento
Floto
Y me doy cuenta
Que la muerte es música
Y a la muerte hay que
escucharla
Con los oídos despiertos.
VIII
Aniquirona
No te temo
Antes te amo.
El camino como un espejo
Me muestra uno a uno tus
atajos, el principio.
¡Escucha la voz de los
sinsontes!
Descalzo,
Desnudo
Y loco
Sin la vaciedad del infante
tiempo
Debo fundirme en la
respiración del aire
Volverme partícula de tu
cosmos.
Para llegar a ti
No sirve cuestionarme en el
arreglo de la casa
Ni siquiera mover los muebles
de lugar
Para que el ambiente parezca
distinto
No sirve tomar cada mañana
una ruta diferente
Para creer que se llega a
otro país
No vale adelantar el reloj
Para sentir que el tiempo
pasa rápido
Tampoco vale atrasarlo
Para creer que se vive
eternamente
No sirve callar para que las
palabras no se gasten.
Basta con meter la cabeza en
el río de la nada
-ojalá hasta la nuca-
y sentir como la luz del agua
inunda los pulmones
y cómo su risa redentora
nos moja de equilibrio
y de la libertad serena
de pisar otros caminos.
De De Regreso a Schuaima
Ediciones Dauro,
Granada-Espana, 2001.
II
LAS PIEDRAS
Las
piedras de esta Terra
Parecen
perlas
o
nidos de pájaros prehistóricos.
Aquí
las palabras huelen a viento
Y
el silencio tiene forma de roca.
En
las piedras de esta Terra solemne
Se
encierra el espíritu de la lluvia
El
canto de los jilgueros
El
color de los árboles y las selvas.
Piedras
de Schuaima:
Montañas
desnudas
Solitarias
colinas
Peñas
blancas que se botan como palomas
A
un verde cielo de tierra;
Aquí
mi mano saluda
un
país constituido de piedras:
Rocas
perfumadas, rocas uniformes, grises piedras para la pesca,
Grandes
y escamosas rocas
Todas!
Piedras
de Schuaima
Las
amo por sabias y no por duras.
III
LOS PÁJAROS
Pájaros
hay en Schuaima
Como
abetos en la China
o
místicos orientales en las orillas del Nilo
Pájaros
ataviados de luz:
Currucas,
navíos, toches, goletas,
Derroteros,
serpentarios, piqueros de patas azules.
Los
pájaros de esta Terra
conocen
las violetas de Parma, los tábanos del este,
las
arborescencias del Mississippi;
Mundos
posibles en el crepitar de sus alas lluviosas;
Pájaros
que parecen nubes de yarumo y trigo
remontando
su vuelo
por
bosques de arrayanes y dindes balsámicos.
Estos,
los
viandantes de este piélago desnudo
los
pájaros que soñara la Dulce Aniquirona
en
su canción por la memoria del bosque.
Pájaros
de Schuaima
provistos
de alas, de luz y madreselvas
decidme:
¿Qué
es lo que gravita en las otras orillas?
De Memorias de Alexander
de Brucco
Editorial Universidad de
Antioquia, 2002.
IV
ABEL
Caín
Hermano
de vientos, nubes, diluvios y ríos
Un mar
de luces opalinas gravita en los guáimaros de la ciénaga
Y se
aglutina en mi espejo
Como
un prisma que nos dice:
La
muerte es una puerta
Y el
tiempo una ventana
Por
donde nuestros pasos presurosos
Perciben
otras cosas, otros mundos.
Bello
Caín
La
quijada de burro con la cual me mataste
Tenía
el olor de las encinas y los pinos,
De tus
labios venían hasta mi norte
Unos
chopos amarillos
Que
enhilaban mis pétalos melancólicos
En el
hilo de la muerte.
Hermano
profanado por los cielos
El
dolor de tu hacha cavernoso
Penetraba
mi topografía más remota
Mi
geografía y mi valle más sagrado.
Ante
el golpe subceleste
Que yo
he encontrado sutil y generoso
Y que
tú asestaste con una sabiduría infinita
Yazgo
en la orilla de tu río, pensativo.
Oh,
amado Caín
Tus
huellas de madreselva
Van
decorando mis entrañas,
Van
vistiendo de semillas, de hiedras y resinas olorosas
Mi cuerpo
fatigado por los viajes.
Mi
sudor se impregnaba de tus frutas;
Tus
piñas, toronjas y zapotes
Decoraban
mi cabeza
Con
coronas tejidas por cientos de cuchillos.
Nada
soy sin tu golpe
Herrero
milenario;
Tus
manos son el yunque
Que
moldean, a la sombra de estas islas misteriosas,
La
herradura, los cristales y los cuarzos
De
otras Islas en el hado de la muerte.
Caín
Hermano
de mis antepasados
Hay en
ti un pretexto para silenciar la historia
Como
si la memoria de las dagas
No
aceptaran la muerte de Goliat
Como
una templanza de David,
Mi
muerte es una templanza tuya.
Amado
Caín
Por tu
golpe y tu palabra
He
conocido el paraíso.
XIX
LÁZARO
A
Jader Rivera Monje.
Ahora que soy tantas cosas al tiempo
Ahora
que asumo mis vidas pretéritas
Y las
lanzo a la carne o al barro
para
que se vuelvan poemas
o
pequeñas hojas que se enfrenten
al
aire rizado del Zaire
me
llaman Lázaro.
Soy
Lázaro
El
hijo de Betania
El
hermano de Martha y de María
He
conocido la muerte
Su río
de rosas, gladiolos, violetas, mirtos y lirios
Que he
transitado, navegado y respirado
En los
cuatro días que duró
Esa
odisea por el mundo fascinante de las sombras.
Soy
Lázaro
Tengo
setenta nombres
Música,
viento, pájaro, buey, lluvia
Son
algunos de ellos
Creo
en la resurrección
En la
pervivencia
En el
soplo cálido que trasciende
Más
allá de estas tribus.
Me he
levantado del barro nueve veces
Y
ahora
Soy el
polvo que no vuelve al polvo.
Mis
manos y pies
Todavía
están atados con envolturas de entierro
Pero
también es cierto
Que
bajo mi cuerpo crece la hierba
Circundan
el gusano, el ciempiés, las calambrinas olorosas,
La
gaviota que remonta su vuelo
En
busca de otras corrientes de aire.
Soy
Lázaro
Habitante
de Betania
Amigo
de las sinagogas
De
Canaám, de Cafarnaum, de Nazaret, de Galilea
Y de
otras tierras lejanas
Cuyos
nombres no entenderían
Tengo
el rostro cubierto con un paño
Pero
cada vez que me levanto a la vida
Cada
vez que una mariposa
Me
recuerda que he nacido de nuevo
El
paño va cediendo paso
A
otras estrellas, a otras luces, a nuevas especies de animales,
A
otros caminos.
Soy
Lázaro
Y en
este viaje al final de la vida
Me
sentaré sobre otra roca
A
hilar el cordón sagrado
El
pedazo de río
Que me
devuelva a otra corriente
En
donde todas las voces clamen,
Todos
los músicos canten,
Todas
las lluvias digan:
“Lázaro,
levántate!”
XX
CARTA DE UN ESCRIBA
A MAGDALENA
Yo no
sé de dobleces de campanas
De
sanear o purificar sepulcros
Pero
un torbellino de hojas secas me conduce hacia tu vientre
Y
alguna parte de esa música secreta
Que tú
reinventas y traduces.
Yo no
sé de multiplicación de pájaros y peces
Ni
siquiera escanciar las ánforas de vino
Pero
busco tu cuerpo Magdalena
Como
si fuera ese santuario
Donde
redimir mis carnes y mis velas
Agobiadas
por los golpes de las sombras.
Yo no
sé de resurrecciones
-Acaso
mi carne no soporte tantas instancias-
No se
perdonar las querellas con el polvo
Pronosticar
las épocas de lluvia
Pero
estoy seguro Magdalena
Que mi
amor te reivindica de las culpas
Y
talla en tu ofertorio
Una parvada
de pájaros azules
Donde
sopesar tus deudas y tus vinos.
Yo no
sé de estrellas y ovellones
De
esferas cuyo fin esté más allá del cosmos,
Pero
mi conocimiento en tu cabello
Quiebra
los mapas
Y mis
manos no poseen otro lenguaje
Que el
mismo que tú diagramas
En el
río de la muerte.
Desde
las selvas sirias
Hasta
el mar occidental,
Desde
el monte Nebo
Hasta
el río Rogitama
Irá mi
ancho y dulce amor, bella Magdalena,
Revestido
de luz para tus hombros
Y un
collar de caracolas
Hará
tejido con peces de distintas geografías
Para
adornar tu pubis
Y tus
cabellos crispados por los astros.
Yo no
sé de oratorias y viejas enseñanzas
Mi
lenguaje no supera los silencios de la tierra
Pero
acaso me domina la palabra
Y un
Te Amo
No sea
otra respuesta
Que el
peso enamorado de esta cruz.
WINSTON MORALES CHAVARRO Neiva-Huila, 1969.
Comunicador Social y Periodista. Magíster en Estudios de la Cultura, mención
Literatura Hispanoamericana, Universidad Andina Simón Bolívar, Quito. En la
parte literaria ha obtenido los siguientes premios: Concursos Departamentales
del Ministerio de Cultura 1998; Concurso Nacional de Poesía “Euclides Jaramillo
Arango”, Universidad del Quindío, 2000; Segundo premio Concurso Nacional de
Poesía “Ciudad de Chiquinquirá” en el 2000; Concurso Nacional de Poesía
Universidad de Antioquia, en el 2001; Tercer Lugar en el Concurso Internacional
Literario de Outono, de Brasil. Primer y único Premio en la IX Bienal Nacional
de Novela José Eustasio Rivera. Primer Puesto en el Premio Nacional de Poesía
Universidad Tecnológica de Bolívar, Cartagena, 2005. Ganador de una residencia
artística del Grupo de los tres del Ministerio de Cultura, Colombia, y el
Foncas, de México, con su proyecto: Paralelos de lo invisible: Chichén Itza-San
Agustín. Finalista en varios concursos
de poesía y cuento en Colombia, España, Argentina y México. Poemas suyos han
sido traducidos al inglés, francés, portugués e italiano.
Ha publicado los libros de poemas
Aniquirona-Trilce Editores 1998; La Lluvia y el ángel (Coautoría)-Trilce
Editores 1999; De Regreso a Schuaima, Ediciones Dauro, Granada-España 2001;
Memorias de Alexander de Brucco, Editorial Universidad de Antioquia-2002; Summa
poética, Altazor Editores, 2005; Camino a Rogitama, Trilce Editores, 2010; la
novela Dios puso una sonrisa sobre su rostro, y el libro de Ensayo Poéticas del
Ocultismo en las escrituras de José Antonio Ramos Sucre, Carlos Obregón, César
Dávila Andrade y Jaime Sáenz.
En la actualidad se desempeña como
profesor de tiempo completo en la Universidad de Cartagena, Bolívar, Colombia.
Nota del autor del blog: Las obras visuales que ilustran esta muestra de poemas del poeta colombiano, Winston Morales Chavarro, son del artista italiano, Caravaggio, y provienen de diversas fuentes del Internet.
1 Comments:
Muchas gracias por compartírnoslo, amigo.
Abrazo
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