Sunday, November 4, 2007


Manuel del Cabral

Poeta de lo humano tras la mística rebeldía del sincretismo.



Por Daniel Montoly






Dicen que don Manuel
ha muerto,
don Manuel
no ha muerto ná.
Don Manuel en el lomo
de chinchina
pasó de largo el más allá.

Parafraseando a Luís “El terror” Díaz



“Pocas veces nos llega del otro lado del mar una voz tan humana, tan vital y tan americana como la del Cabral...” Escribió el francés, André Gide sobre don Manuel del Cabral y es que, en la obra poética de pocos poetas puede verse tanta riqueza y diversidad temática como en la este dominicano insigne. Su poesía es como mar insular rodeado de elementos no ajenos a la historia y al testimonio vivenciar de esa pequeña isla sobre la que escribiera:

Sudando como un lunes su domingo,
hay una Antilla que sepulcro y cuna
juntó en su vientre de parir cansado
héroes y héroes,
y ahora un feto de robot parir le obligan.


Se asume que la historia ha de ser cosa de historiadores, pero los poetas son testigos de primer orden en la urgencia de la memoria, para conservar en sus poemas las cenizas de lo trágico en el hombre en aras de ganar al olvido sus fauces. Los versos anteriores fueron escritos mientras la República Dominicana era ocupada por el garrote de Monroe.

En cuanto a colorido, su paleta de artista de la palabra; su maestría es solo comparable con la del colombiano, José Asunción Silvas, cuya imaginación -como la del Cabral - nunca supo ahogarse en aguas pocas profundas. Si en Estados Unidos el poeta negro, Langston Hughes acercaba su voz adolorida para confesarle al río Mississippi la brutalidad y la opresión padecida por los suyos, en el Caribe antillano, don Manuel del Cabral y el cubano Nicolás Guillén daban voz a los llantos del hombre negro silenciados por los mandamases de la riqueza y de la tierra.

Tu sudor, tu sudor. Y todo para aquel
que tiene cien corbatas, cuatros coches de lujo
y no pisa la tierra.
Sólo cuando la tierra no sea tuya
será tuya la tierra.

A propósito de la obra de Manuel del Cabral el crítico, poeta, ensayista y filósofo dominicano, Antonio Fernández Spencer dice lo siguiente en “Hay algo que (…) caracteriza la poesía de Manuel del Cabral: unidad y la conjunción de los procedimientos verbales por él empleados y su temática. Su poesía lo es en gran parte de una raza, de un especial tipo psicológico: el negro americano en su transito a ese subtipo racial que es el mulato. “ La obra de del Cabral no se quedó en lo anedoctico del folklorismo caribeño o en la cadencia musical de las caderas de las mulatas, sino que profundizó en la raíz o en el origen del racismo y la rampante pobreza de seres humanos reducidos a animales de carga, cuando con versos como los anteriores o los siguientes dice:

Y los hombres negros cantan cuando pican
como si ablandara las piedras su voz.
Mas los hombres cavan, y no acaban nunca...
cavan la cantera: la de su dolor.

Su libro “TROPICO NEGRO” pone de manifiesto esa preocupación humana y social por aunar su voz a esas voces sin ecos, para desentrañar la fuente de su eterno dolor en una época donde se buscaba sorprender a los lectores con exoticismo y elementos foráneos en la tradición de Miguel de Cervantes, Góngora y Sor Juana Inés de la Cruz. Esos dos titanes caribeños sacaron los trapos sucios resultantes de la colonización y el despojo por una élite engreída, sus ojos clavados en clavicordios y pompas europeas.

Cuando la noche despachó 42 mil espartanos ocultos en el caballo de una falacia a apoderarse del día por nacer, la voz inclaudicable de del Cabral la confrontó desde la primera avanzada con un lirismo social poco común, sin los maniqueos ideológicos tan propios del panfleto. Luego, esa misma oscuridad se trasformaría en océano de serpientes alimentadas por el miedo existencial, el bardo cruzó a nado el insalvable laberinto con “LOS HUESPEDES SECRETOS” hasta reunirlos a todos en una mansión techada de vientos huracanados, preguntándole al universo:

¿Tendrán los ciegos, oh infinito,
más niebla que los ojos que te miran.?”

Manuel del Cabral, ese espartaco de la poesía caribeña y universal demuestra que los hombres no mueren al caer al hoyo aunque sus coetáneos les tiren todo el silencio del mundo. Su voz y magisterio sirvió de horizonte a otros poetas dominicanos y su influencia puede rastrearse preponderantemente en el cuerpo poético de “La Generación de los ochentas” y posterior a esta. Don Manuel es un poeta con adultez de irrefrenable adolescente siempre buscando la impactante originalidad. Poemas como “ANO” o “CANCIÓN DEL INVERTIDO” muestran a un poeta sin aprietos y sin miedo a torear la palabra en su ruedo, sin mordazas de ningún tipo o auto-censura de carácter religioso. Color, musicalidad, humor y desenfado caracterizan el libro: “SEXO NO SOLITARIO”, donde versos como:

Ano viene de anónimo
pero sin mí no hay animal posible.

si quieres a tu cuerpo, siglo embustero, lávame,
soy la única salida de todos tus negocios.

El humanismo sin manoseos pequeño burgués de del Cabral lo sitúa como un faro numantico ante mediocre post-modernidad. La fuente clara donde beber a plenitud el néctar elemental de la eterna juventud de la poesía. Cien años han pasado desde que naciera en el corazón de la isla a la cual cantó nanas malcriadas, pero a pesar de volar al infinito puede observársele montado en una mula crepuscular loma arriba, listo a cruzar el cielo donde Whitman y Bolívar lo esperan para beberse juntos un cafecito de relámpagos.


Daniel Montoly




Notas:

La Magia de lo permanente.
-Antología Poética de Manuel del Cabral-
Tomás Castro Burdiez
Editorial Ciguapa
Santo Domingo, RD

Historia económica y social de la República Dominicana.
- Roberto Cassá
- Editorial Alfa y Omega
- Santo Domingo, RD

2 Comments:

Blogger Unknown said...

De nuevo gracias, siempre que paso por aqui me encuentro con algo interesante y totalmente nuevo para mi.

7:49 AM  
Blogger Daniel J. Montoly said...

Hola Gaiar!

No tienes que dar las gracias, soy yo quien debe hacerlo, por tomar parte de tu tiempo para dejar tus huellas en este espacio.

Un abrazo insular.

Daniel

2:37 PM  

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