Wednesday, April 16, 2008



VICENTE GERBASI

(CARABOBO, VENEZUELA 1913-1992)



CREPUSCULO DE SOLEDAD



Vuelve a pasar el día por estos árboles quemados por el rayo,
por estas grandes rocas donde danzaron los enmascarados,
donde una mujer sale y tiende ropas fúnebres,
o algún pañuelo rojo
que bate el viento calido del canto de los gallos.

Vuelve a pasar el día por esta soledad,
por esta soledad de espesa flores,
de negras mariposas
que vuelan lentamente por los ojos
por la orilla de cielo,
donde los negros abren las moradas frutas del cacao
y miran un crepúsculo de guacamayos espectrales.



REALIDAD DE LA NOCHE



Una sombra de una almendra amarga
saboreo en medio del mundo.
Debajo de mis parpados se encierra el furor de la noche
y detrás de los días esta el rumor del mar contra las escolleras.
Mis sentidos resuenan en la bóveda del cráneo,
en la tiniebla cóncava de las luciérnagas.
Hay un derrumbe de la noche como carbón
en mi costado izquierdo
un espanto de agua.
Sombra de la arboledas venenosas, redondos follajes relucientes
refugio de los mendigos bajo los fuegos artificiales.
Sombras detrás de las ventanas,
sombra de la sábana, de la silla, de la lámpara.
sombra de los epilépticos, de los paralíticos, de los ciegos.
Sombra de las medicinas, de los relojes, de los sombreros.
He aquí mis manos moviendo lo cotidiano,
sostén mudo, simple convicción de la muerte.
Soy un testigo, desterrado en las avenidas crepusculares,
en los martes de carnaval,
con hijos que llegan a la rodilla.
Me persigue el presentimiento como una mascara nocturna.
caen estrellas en la llanura, al borde las ciudades.
Las manos que hacen el plan socavan la noche.
Las lámparas iluminan el pan.



LOS NIÑOS



Para ellos la tarde ha reservado una luz externa
en la fronda cambiante de los parques.
Para ellos vuelan en círculo las aves del día,
y una música nace precediendo la noche
de las calladas colinas.
Ellos han visto el arcoiris en el fondo del valle,
donde el año ha dado a los árboles un denso tinte rojo,
donde las nubes organizan la fulgurante coronación de un rey.
Ellos conocen el movimiento de las flores,
el rumbo de los insectos,
la desaparición lenta de la luz entre las yerbas.

En sus ojos se va ocultando el día
con el canto de las cigarras.
Ellos viven dentro del secreto del mundo,
como dentro de la música de un arpa.
En su alegría la tarde mueve sus últimos ramajes,
y ellos comienzan a sentir que la noche nace de su corazón.



FRAGMENTO DE “ MI PADRE EL INMIGRANTE”


IV


Lo que siento en mi sangre como un reloj de arena,
cerca de algún retrato, del hilo y del salero;
lo que escucho en mi sangre como un rumor del día,
cuando una mariposa de la noche
viene a besar la sombra de nuestro corazón;
lo que escucho en mi sangre como acordes de luto,
cuando todo se apaga y todo es un ayer,
con rostros, con cenizas y manos en la sombra;
lo que escucho en mi sangre como grano que cae
en la penumbra de los aposentos,
donde el espejo de hundida confidencia
destruye vanamente las máscaras del hombre:
lo que escucho en mi sangre como flautas del sol,
cuando mis hijos danzan en torno a mi existencia
como en una lejana colina de vendimias;
cuando el pensamiento transforma mis secretos
en abismos de yedras,
y reclino mi frente sobre el vino nocturno;
cuando siento mis pasos en la tierra,
y cuando digo: tierra,
y sé que estoy aquí iluminándome,
amándola y oyendo su mandato, que es el existir,
es lo que desciende en secreto hacia mi muerte:
rumor que me sostiene y me dibuja
en mi retrato antiguo,
con un halcón sobre el hombro,
en la penumbra de tus olivares:
marco de la conciencia,
enigma de viejos muros,
caída de la luz en la tristeza,
heno en la tarde, nubes de soledad,
higueras de la noche en forma de esqueletos,
mirada hacia la sombra del jaguar.
No somos habitantes de la luz.
Hay lenguas de tiniebla y signos ardorosos
danzando en torno nuestro.
Se nos cae la mirada en anillos de luto,
en juncales de miedo, en estrellas de plata.
La frente va perdida, como ráfaga fría
por la humedad nocturna de los espantapájaros.
¿Cuándo sale de ti mi oscuro andar?
Atrás quedan abismos en que mis ojos caen.
El hombre es de la noche que lo sigue,
sueño que el sol defiende,
paréntesis de incierta maravilla,
imagen que derriba la tiniebla.
Aún mi madre contempla tu retrato
y en su cabello blanco se hace un lejano resplandor.
Aquí en la tierra estoy, aquí en la tierra,
y en tu muerte, disperso en mis sentidos.
Y persisten los ojos, las brasas del peligro
y el hábito de andar por los sonidos,
por la humedad, la risa, las tinieblas,
donde las lumbres danzan
como reminiscencias de muertos familiares.
Y todo avanza en mí y todo cae, y todo es un rumor,
un acercarse y amar, y un sufrir por lo amado,
y un llevarlo todo al sueño
y hacer de la tierra un sueño.
Y es lo que viene ardiendo, sonando como un trueno
sobre un niño,
desde tu vida dura, desde tu muerte sola,
tu muerte semejante a una llanura,
donde curva la noche su lentitud de estrellas,
con un rumor de cascos, de piedras, de esqueletos,
con guitarras caídas junto al corazón,
con una copla del diablo,
con el azufre del Tirano Aguirre
danzando en las colinas,
y lejanos relámpagos antiguos
en un denso horizonte con sombras de diluvio,
y el viento que resuena sobre el sordo tambor
de la tierra caliente,
del agua del caimán y el venenoso diente.
Padre mío, padre de mi huracán. Y de mi poesía




XI


Por ti sé que el remo que regresa del horizonte,
y el hacha que al contacto del árbol
llena de resonancia el día,
y el martillo que aplasta el hierro
y lo moldea como una llama densa, 5
y la mano que amasa el barro para la vivienda,
y amasa la harina para los hijos,
y para los hijos de nuestros hijos,
y el escalpelo que transmite sangre a la piedra,
elevando su suave gesto en la penumbra,
y la frente inclinada sobre la maravilla,
hacen la conclusión de la jornada.
Por ti sé que el paso de cada uno es solitario,
como un recuerdo, como un instante,
como la muerte de cada uno.
Por ti sé que el amigo es sagrado,
y que más vale un árbol con frutos
que brillantes monedas de oro.
Pero aquí estoy debatiéndome con sangre, imagen y lamento,
recogido en mi gesto como habitante que sale de la noche.
Por ti me alejo de las ruedas del lujo,
de la serpiente de oro, de la araña de cristal pulido,
de la cortina de azules mariposas.
La tierra nos reclama más cerca de sí misma,
más cerca del sueño en que la vemos.
Ráfagas solitarias se acercan a mi frente,
donde la noche mora temblando en los jazmines.
Fugaces resplandores pasan entre mis huesos,
mientras voy escuchando mis pasos en el polvo.
Avanzo, clamo, caigo, y yo mismo levanto
mi cuerpo abandonado.
Agítanse las sombras al golpe de la sangre,
con el trueno que enluta barrancos y montañas,
y en la humedad enciende cuchillos, ojos, cuerpos
y manos que socavan la soledad oscura.
Camino por escombros, recojo un niño herido
que interminablemente llama hacia las paredes.
Busco un pan, me persiguen
y mis rodillas sangran por largas madrugadas.
Padre de mis huellas,
padre de mi tristeza nocturna.
Y de mi poesía.




XXIX


Arden puertas oscuras hacia el fondo
de muros solitarios,
hacia la escala antigua de Jacob.
Resbalan las maderas, los metales,
cayendo en las tinieblas como lenguas,
en la sangre que hierve,
hacia rostros oscuros,
y aquí, junto a mi alma,
se abren flores azules
en medio al resplandor.
Detrás están las llamas saliendo de la madera,
detrás están los vientos de las constelaciones.
Una espada, una espada, una espada que brilla
derriba un árbol negro.
Ahí va como un río el mármol por la noche,
y resuenan las voces
de las almas que llegan al panteón nocturno.



ESCRITO EN LA PIEDRA



En el valle que rodean montañas de la infancia
encontramos escritos en la piedra,
serpientes cinceladas, astros,
en un verano de negras termiteras.
En el silencio del tiempo vuelan los gavilanes,
cantan cigarras de tristeza
como en una apartada tarde de domingo.
Con el verano se desnudan los árboles,
se seca la tierra con sus calabazas.
Pero volverán las lluvias
y de nuevo nacerán las hojas
y los pequeños grillos de las praderas
bajo el soplo de una misteriosa nostalgia del mundo.

Y así para siempre
en torno a estos escritos en la piedra,
que recuerdan una raza antigua
y tal vez hablan de Dios.


VICENTE GERBASI


Vicente Gerbasi nació el 2 de junio de 1913 en Canoabo, pequeña población en el estado de Estado Carabobo, Venezuela; hijo de los inmigrantes italianos Juan Bautista Gerbasi y Ana María Federico Pifano, quienes se habían establecido en esa región venezolana. En 1940 se vinculó a los poetas del grupo Viernes, atraído por varios ejemplos de la llamada Generación del 27. La poesía de Gerbasi comenzó con un libro de 1937: Vigilia del Náufrago. Su poesía es generalmente cálida y armoniosa, sin demasías ni turbulencias. Refleja su asombro ante la naturaleza, el sentimiento de la soledad y su intimidad. En 1969, Vicente Gerbasi gana el Premio Nacional de Literatura por su obra Poesía de viajes. Vivió en Colombia entre 1946 y 1947 como agregado cultural y luego fue embajador en países de varios continentes. Una de sus hermanas Modesta de Iglesias, Algunos de sus versos han sido vertidos a lenguas europeas. Se le admiró tanto su magia verbal, como la relación estrecha que su lenguaje estableció entre aquel espacio geográfico de su tierra.


Obra:

• Vigilia del náufrago, 1937
• Bosque doliente, 1940
• Liras, 1943
• Poemas de la noche y de la tierra, 1943
• Mi padre, el inmigrante, 1945
• Tres nocturnos, 1947
• Poemas, 1947
• Los espacios cálidos, 1952
• Círculos del trueno, 1953
• La rama del relámpago, 1953
• Tirano de sombra y fuego, 1955
• Por arte del sol, 1958
• Olivos de eternidad, 1961
• Retumba como un sótano del cielo, 1977
• Edades perdidas, 1981
• Los colores ocultos, 1985
• Un día muy distante, 1987
• El solitario viento de las hojas, 1990
• Iniciación a la intemperie, 1990



Fuente: Wikipedia

Nota: La fotografía fue reproducida de la página oficial del poeta brasileño, Antonio Miranda.

http://www.antoniomiranda.com.br/

3 Comments:

Blogger princesa_bacana said...

Gracias por compartir estas poesías de Gerbasi. Excelente tu blog.

Un gran beso para vos, Daniel.

Patricia Ortiz

11:41 AM  
Blogger Daniel J. Montoly said...

Hola Patricia!

Gracias a ti por tomar parte de tu tiempo para visitar mi blog.

Un abrazo bien fuerte. Daniel

5:01 PM  
Blogger Cecilia Ortiz said...

Abrazo y gracias por difundir ´la Palabra.
Cecilia Ortiz

1:29 PM  

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