VOCES DEL SIGLO XXI: ALEJANDRO DREWES
VOCES DEL SIGLO XXI
ALEJANDRO DREWES
Un irse de a poco
en las pequeñas
cosas cotidianas
en una silla vencida
por el peso de los años
en una foto de otro
tiempo que acaso
fuera menos ingrato
que hoy.
Como un solo destello
de luz cenicienta
o la sombra de oro
rodante hasta el fondo
del sueño. De la cárcel
del cuerpo cansado
irse hasta la honda noche
común sin piedad ni memoria.
con los otros muertos
irse apenas al grave
país sin regreso.
sino el mismo sueño
en que junto a otros fluyes
y un rumor lejano de mar
-pero qué lejos queda todo-
Como un viejo papel
olvidado en el silencio
de las vastas bibliotecas
como un grito nunca jamás
escuchado: dolor que cava
sin prisa ni pausa su honda
fosa en el tiempo: así escurre
tu vida, un domingo cualquiera
que tiende su arco de sombra
hasta la hora nona, sin paz.
en fulgurante penumbra
como lluvia de plomo
de su largo exilio cayendo.
a los otros desta senda
del asco y la nada.
De la vida cansancio;
de haber arrastrado
este cuerpo, esta voz
por los días de los días.
y las plegarias entre todo
cansan. Su filosa daga
hunden aquí las palabras
hasta el fondo
de los fondos
de esta infinita
y recurrente pesadilla.
1981
Cómo evocarte ahora
bajo esta misma bóveda tensa.
Una sola sombra tu pelo
hojas de un bosque al que aún
no llegaba el rigor del invierno.
Contigo el primer amor
de juventud y los muros grises
las aulas nefandas, y los otros
rostros olvidados. Un país
daba vuelta campana
y nosotros a bordo. Recuerdo
de entonces apenas un viento
el azote de ramas furiosas
un gesto suave de madre,
la frugal alegría de un domingo
en la campiña y un ancho lago
negro en la memoria
luego.
Como en medio de un Ponto
terrible plañían los gritos
siempre más y más cerca
acaso pedían auxilio y nunca
jamás los oímos.
Sabes, amor, pienso a veces
que nunca logramos despertar
de ese sueño, no más real
ni menos duro que la vida.
Por eso le escribo hoy a tu
ausente
figura en la declinante curva
de la tarde: sin saber
hace tanto si yerra tu alma
por los mismos lugares
o habrás muerto joven
si alguna mano cuida la flor
de tu nombre todavía.
Pues hemos dado tan poco
de beber a esa sed en el fugaz
esplendor de su día. Y llega
el tiempo gris del retiro
como en aquel sublime
poema de Rilke. Furtivos
se acercan los pasos de los dioses
a cerrar sobre nosotros
la pesada losa de la noche.
En el fúlgido trazo
de la hora que cruza
el llano de un alma aterida
sin piedad ni homenajes
en algún remoto lugar
que no alcanzan los ojos
acaso en el denso follaje
de las constelaciones
ahí donde ya nada se espera
como cenizas de un lento
fuego de náufragos, queda
el poema y alta recoge
la oscura flor de su noche.
Midt i vejen
For Fisker Pelagon
oprejste hans Fader Meniskos
ruse og åreblad
til minde om usle kår
Sapfo, Fragment XXVII
Sommetider tænker man
på gamle, flygtninge dagen:
Men hvad var det for en
lampe?
Hvem ville man spørger midt i vejen
om tågen i hjertenslandet?
Og sommetider bliver hele verden
så fremmed som støvet
daggrys lyset. Og man gå ind
med dem i samme tomme stuer.
Altid går sjælen fare vild
i levendes byen, hvor døden
begynder hver dag
den aldrende vekslende kredse.
Traducción:
En mitad
del camino
Sobre el pescador Pélagos
tendió su padre Meniskos
una red y un remo
en memoria del tiempo de miseria
Safo, Fragmento XXVII
A veces se piensa
en los viejos días fugitivos:
¿Pero qué clase de lámpara era aquélla?
¿A quién preguntar en mitad del camino
por la niebla en el país del corazón?
Y a veces el mundo se vuelve
tan extraño como la luz
polvorienta del alba. Y uno entra con ella
en las mismas estancias vacías.
El alma yerra siempre
en la ciudad de los vivos, donde la muerte
comienza cada día
su vieja ronda muda.
Salvatore Quasimodo
de esa forma precisa
despedimos al mundo:
cual sombra que oculta
hasta los celajes de la
luna
o impalpable paso
de luz cruzando las cañas
una escena perdida
en el sueño de otros
algo que ni siquiera
luego ha de recordarse
un dolor a medio camino
entre el barro y los astro
de esa forma imprecisa
nos reclama el origen
el canto siempre inacabado
pequeños huesos que roe
paciente la boca infinita
del mar y hasta el fondo.
1.
Cuando tus pasos vuelvan al corazón de
ciudades oscuras, recuerda tu estirpe. Y entonces corre, hasta desandar tu propia noche corre. Corre.
2.
Sabes que siempre alguno ha de doblar la
apuesta. Y es el mismo que hace tanto te busca.
3.
Y el mundo al impulso del alba como un
solo poema, latiendo al ritmo del corazón de los pájaros, el mundo y nosotros,
únicas notas fuera de tono.
4.
Pues ha sido hecho breve tu cuerpo para la
gran travesía, y al otro lado del mar esperan tus sueños por autor.
5.
Junto a la ventana, ella espera como antes
esperara, y por su rostro el viento de los años pasa, y el agua y el tiempo de
pasada risa sopla y al cabo también pasa.
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