VOCES DEL SIGLO XXI
JOSÉ
GERARDO NERES
(São Paulo, Brasil, 1966)
NARCISO DE RADOVAN IVSIC
I
la noche inunda a narciso
con olor de peces
sueño en los párpados de la floresta del gallo
húmedo
y viento verde
la noche camina vestida de dedos soñolientos
escalofríos en las hojas
el rápido nacimiento de las piedras
el aullido nocturno con eco de camaleones
donde narciso bucea más allá de los peces
piedra en la piedra en la noche húmeda en la piedra
enjambre donde la oscuridad se separa y se aleja
narciso avanza
mueve el cubrecama
escucha el miedo de los escogidos
entierra el viento
y un árbol adormecido
el silencio se insinúa
dentro de la lengua del
reloj
de un niño de otro tiempo
el corte en la visita de
las sombras
río orilla de otro río
margen de sí mismo
un espejo se desagua en el
mar
embarcada en el fuego en
forma de secreto
toca los hombros de narciso
un rosario asegura un
cuerpo de voces antiguas
una serpiente ciega corre
dentro de sus venas
una estrella se hace piedra
narciso dentro del árbol
del olvido
sus
pies son las raíces del árbol
sumergido en el sueño de otro
en el tiempo hueso funeral
UNA PIEDRA EN EL VIENTRE DEL RÍO
I
una piedra en el vientre
del río
se desdobla en sombra
húmeda
el cuerpo río de historias
el hambre en la escritura
del vientre primario
el caos abre la tierra
& semeja siete días
un esqueleto vacío
habita el verbo
su nombre bebe el río
& el agua sin margen se
agota
¿son esos sus labios de furia?
¿esos sus huesos en la sombra que gira el sol?
dios
oye la caída
– de sus pesadillas
entran en las almas &
arrancan los ojos & los labios –
el peso del barro después del
diluvio
la palabra se extiende
cuando digo agua
el secreto & su lengua
extraña revelan la nada
mi cuerpo pesa
digo agua para beber sin
tregua su lágrima
la poesía & sus árboles
de sueños no cicatrizan
oigo la caída
pintura de enero
en pelaje de serpiente
otro ropaje
en el cementerio andaluz
el espíritu de la noche
desnuda la violeta de su
cuerpo
en los huecos de la luna
oculta
en la guitarra
duerme un ángel
medio-niño
siente el dolor de la
poesía
cosechada en el abismo de
los siglos
lloro de invierno
los ojos de otra niña
amamantan
un sol de cobre
en el ala del ángel caído
barca
de sombras
desierto
de mil lenguas
retazos de estrellas
y
sonido de hojas
rasgadas
en tres partes
la roca virgen
sangra
el río callado
canto de luces
abisales
polvo de rosas
azuladas
gozo
al colorear
el viento negro
I
el sol
balancea
la red
sin miedo
de despertar
el puño de
la serpiente
el viento tiembla
en el agua
– la
muerte camina en sus ojos –
bucea &
resucita tempestades
acuerdo
en medio
de sus tentáculos
(ellos todavía arrastran estrellas)
siento arder los espejos
dibujo el silencio
con los colores
de sus entrañas
EN LA VIDRIERA
seis ojos
puñal
cocodrilo mariposa
con
una cuchara
el segundo se divertía
mezclaba
lágrimas con espejos
la
tercera
traía la fe para los niños
-pero
por una moneda
vendía milagros-
el
primero
era el portero del infierno
hacía puertas en el pecho de las estrellas
pedazos de pieles brillaban
su
lengua-perro
penetraba el escorpión-asfalto
tres
hombres descienden del alfabeto
Henrique Emílio Lorenzo
en
la vidriera
la herida-mundo
besa una gota de nube
&
el girasol devora la última virgen
en
el tejado los tres hombres
beben un seno ahogado
& el corazón de Lorca
Traducción: Antonio Alfeca (España).
Publicado en la antología bilingüe; portugués y español; “Antología
de Poetas Brasileños” de la
Huerga & Fierro Editores (España), editada en 2007. Poema original en portugués, parte del
libro: “Outros silêncios”.
LAS GARRAS DE UN RELÁMPAGO
el
abrazo
el
acero
el
barco
reposan en la jaula de un poeta
el
llanto de gotas blancas
roza los pies
intenta tocar el
papel
separa los segundos
el
sonido de la turbulencia
letras azules
en los ojos de un niño
rezuma
el barullo
abre
la urna
pesca un enigma
muerde el instante & sus flores mudas
aprieta los gritos
cambia la máscara
& reposa
el ala negra en la piedra
el
naufragio de los puñales ocultos
el
ruido de la aguja en el calendario
corta la noche & manipula la muerte
con
una cerradura
amarra el sol en el galope de los pájaros
la
ceguera del silencio
cose las almas
las manos del viento
los ojos de las casas en las curvas de los huesos
LA TRAVESÍA DE LOS ESPEJOS
corre en
el borde del abismo
en
la sombra del sol
bucea en dirección a un puñal
es
perforada
el perfume salvaje rezuma por las manos
(una de
cada color)
ellas
abren un poco más el corazón
la sombra entra
y doce
pájaros salen del pecho
una melodía en el desierto
bebe el
líquido rojo de las palabras
la voz se mueve poco a poço
en el
pecho
en
la sombra en el puñal
los cuatro vientos alimentan la melodia
atraviesan los espejos
dos lenguas buscan su dorso
descienden
por sus piernas
tocan el
abismo y vuelven
en las llamas
el
cuerpo canta
aguas sin márgenes
el
vientre rechina
se
entierra en el tiempo
ondas de
piel
jardín azteca con sus dientes afilados
el grito
en la dulzura de las pesadillas
el
ritmo de las ventanas de todas
las ventanas
sumergidas
en el reloj
dos lenguas
mirando
la una a la otra
la sangre de la danza de la noche
y su
suave barco
en los párpados
la verdad
de los dioses
y los doce pájaros en el vientre
el desierto camina
joplin se
despereza en el calendario
la tempestad llega
mis ojos
danzan
summertime time time
LA
MUERTE LLEVABA
VENDAS EN LOS OJOS
I
La
muerte llevaba vendas en los ojos. Grandiosa voz domadora de los desiertos – mi
corazón — combatía a los ángeles. Era el niño en su caballo blanco. Atravesaba
los espejos; andaba descalzo sobre las tumbas de las almas perturbadas; bebía
la sangre de las sombras en un cáliz tomado de la voz de un cuervo, del lecho
profundo de un dios olvidado. La muerte tenía los ojos de ese dios, hacía de él
su casa. Corría por las venas como humareda y cruzaba la ciudad y sus torres de
sangre; vendedora de milagros.
El
deber en los callejones y callejas, un ángel traza una jeringa. En aquella
prisión de vidrio ellos viajan con otros dioses. Descubren el útero del tiempo.
Encuentran el poeta que vive en el abismo.
II
María
no consigue más evocar el rostro de su madre. Cuando alguien pregunta, da
siempre la misma respuesta: ¡Mi madre es la calle!
María,
doce años. Carga una muñeca, regalo de Navidad. Pero la miseria no le da
tregua; el hambre tiene rostro antiguo dentro de María. La virginidad tiene su
valor. El sudor de aquel hombre le corre por el cuerpo. El sol es un puñal.
Rehace su rostro. Corta el alma. El lloro, el grito, y ningún ángel para
escuchar. Ninguna lágrima.
¡Hoy
ella almorzó!
José
usa la muñeca para limpiarla. La sienta a su lado. Llora.
—¿Qué
fue? ¿Por qué está llorando? Guardé un poco de comida para usted.
III
Un
minuto. La encrucijada. Árbol de ramas retorcidas y frutos sueltos. A los pies
pedazos de pan, un espejo, una vasija con agua, una madeja de lana, una
victrola. Una pequeña con un mazo de naipes en las manos. Ella cubre el espejo
con pequeños pedazos de pan. Toma una carta y la escudilla. Mira para los dos objetos. Zambulle la carta.
Comienza a moverse de un lado a otro. Gira, gira. Retira la sombra dentro de la
sombra, arrastra el silencio para dentro de la
vasija. Eleva las manos, las juega para lo alto. El agua cae en la
madeja de lana. Cada milímetro de la madeja conduce a otro laberinto. Con un
rosario de carnes la pequeña coge niños sin sombras.
IV
Está
surgiendo un silencio nuevo cada día, y siempre surge ese abismo que ronda las
sombras blancas del papel. El disparo de un ángel sádico quebró mis alas.
—Madre; hoy no escuché su bendición; siento una risotada cortar el aire.
En
el lecho profundo de un dios olvidado la muerte llevaba vendas en los ojos.
El tiempo y los lugares - presencia de
un solo poema recitado por varias voces.
Somos el mismo poema en las ruinas de
un mundo imaginario.
La respiración de las sombras y su
nacimiento.
Somos una gota de sol y sus raíces
aéreas.
El gran arco de una plaza desierta en
plena celebración de la alegría humana.
El origen del abismo esta en la misma
mirada que atraviesa esa plaza.
La alegría humana pide una limosna, un
milagro, un sentido para la muerte - de una
vida ya sabemos sin sentido.
Seis de la tarde, y cruzamos un nuevo
siglo.
Somos esa distancia, la promesa y el
futuro.
Lenguaje de la inconsecuencia, alegoría
que nunca llega al fin.
La poesía nos reprueba y nos da el
sentido de libertad.
¿Cuál es la ventaja de llegar a Itaca
si a camino ella misma se disuelve?
Somos un intento para descifrar
símbolos, símbolos más allá de los símbolos, la gran
cobra que devoraremos para fecundar
nubes de hermosura terrestre.
El agua de la lluvia que no llega.
El ganado en la sequía interminable.
La imagen del movimiento doble.
La malla de palabras que alguien
intenta traducir.
Vengan a beber en el pecho de las musas
despreciadas.
Vengan en las alas del cometa los
suspiros de los huérfanos.
Mirar al espacio en busca de algo que
nunca caerá.
El guardián del cuervo con sus ojos en
llamas.
Padre de divina imagen, escucha al
rebaño en el cielo creado con osamentas y que se disfraza en el fuego ardiente
del laberinto.
Tigre. Tigre. La maldición completa el
espejo que clama por Blake.
Condenados a la espera del golpe
angelical que nos colocará nuevamente en el hospicio.
Somos el espectáculo de la repetición
simbólica.
Ahora déme la mano, vamos a atravesar
el desierto y coger algunas flores en la sala del almuerzo.
Poe buscando en sus ojos el acto
original de la creación del mundo.
El tiempo presente y el tiempo pasado
en dirección a la puerta.
Otras voces.
Profeta no.
Eliot. Lázaro. La voz retorna. Lázaro
en el otro borde del abismo. Seis horas.
Los mundos se contraen alrededor de las
imágenes.
Las sombras retornan.
El secreto es un escorpión de ojos
tímidos.
Palabra dentro de la palabra. El polvo
dentro del polvo.
El silencio se desdobla en un resto de
vida.
Palabra sin habla.
El frío y sus ojos de lámina.
No puedo beber el tiempo, él es siempre
tiempo.
El esfuerzo más allá de los huesos.
La poesía no se importa. Son seis
horas. Otros intentos.
Recoja sus zapatos, está llegando una
tempestad y no tenemos tiempo.
Una carcajada de serpiente cuando
nuestros pies descalzos alcanzan la lluvia.
Somos esa ola peregrina que perfora el
poema, ondulación de guitarras en el
golpe líquido de Lorca.
Somos su compañía con pedazos de
espejos y tambores de heridas abiertas.
La desnudez de la niebla que devora
toda luz.
Los números del monasterio de sangre.
Escondrijo en la noche de su asesinato.
La traición.
Muro para dividir el mundo, en medio de
una noche que no salva.
Somos aprendices dentro de la marmita
que Baudelaire se rehúsa a cerrar.
El nombre vacío de su amigo de
libertad, su igual, él mismo.
Volvamos al mundo de los nombres
propios, donde un jardín no es nada más que
un jardín.
No recibe niños ni cuervos ni flores.
Somos ese jardín.
La lengua de los dioses en Whitman.
El entendimiento de los dos amantes.
Tome mi mano.
Libertad, Whitman.
No soy de aquí; veo, escucho, toco, y
no soy de aquí.
Temo un encuentro con la ceguera.
Ser parte de esa noche, del vacío de
los nombres, y del amor universal.
En la escritura abolimos lo que cubre
la página y la no página.
Leí en Paz: el poeta no es el que nombra las cosas, pero si es el que disuelve sus nombres.
El mundo pierde sus nombres, pero
continúa siendo un nombre.
Mis parpados golpean las repeticiones
en los desfiladeros de la creación.
El sistema de espejos donde la lectura
de la metáfora es la suplica del poeta, que se inscribe en otra palabra, otra
carne - el eco y la respuesta - la revelación no es una casa, es un follaje en
llamas.
La salida es la entrada, y la entrada
es el pecado que engulle la manzana y la serpiente.
La sombra de un poema recitado por
varias voces.
Repetí la lectura:
La
poesía no quiere saber lo que hay al fin del camino.
La
poesía busca, se contempla, se funde y se anula en las cristalizaciones del
lenguaje.
Soy la ropa de arbustos donde un poeta
se intenta equilibrar.
La vida despojada del reloj, los
punteros disuelven al poeta en su figura negra y única.
La sombra en busca del poema.
Danza de símbolos en la eterna búsqueda
del hombre que un día podrá ser.
Cuerpo dividido, dispersándose en la
medida que leo lo que escribo.
Yo no existo aquí. El poema mal sabe de
mí.
© JOSÉ GERALDO NERES
JOSÉ GERALDO NERES (São Paulo,
Brasil, 1966). Es poeta y gestor cultural. Publicó: Outros silêncios, Premio
Beca de La Fundación Biblioteca Nacional em 2007, y Premio Programa de Apoyo a
la Cultura de la Secretaría de Estado de la Cultura de São Paulo en 2008
(Escrituras Editora, 2009) y Pássaros de papel (Dulcinéia Catadora, 2007).
2
Publicado en la edición numero 15 (invierno, 2011) de la Revista LA PALABRA Y EL
HOMBRE, de la Universidad Veracruzana, México.
3
Traducción al castellano: LEO LOBOS (Santiago de Chile, 1966) es poeta,
ensayista, traductor y artista visual.
Nota del autor del blog: Las obras visuales que
ilustran esta muestra de poemas del poeta brasileño,José
Gerardo Neres , son del artista francés, Odilon
Redon, y provienen de diversas fuentes del
Internet.
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