Tuesday, May 14, 2013

VOCES SIGLO XXI:EDGAR RAMÍREZ MELLA



VOCES SIGLO XXI

EDGAR RAMÍREZ MELLA
 (San Sebastián, Puerto Rico,1954)
 

 
EL TERROR DE LA PALABRA
            I

El terror de la palabra,
el abismo,
vértigo del sonido
desterrando el silencio o la nada.

Las palabras
que no quieren ser dichas,
hartas del texto ambiguo:
Distorsión de la ciudad,
caricatura del cadáver,
del cáncer triunfante y exquisito,
del odio común y necesario viajando por las venas.

Burla patética de la mueca,
risa del largo y sordo grito de calaveras, innumerables,
como las arenas o la sal de la tierra.

La caída,
el escape hacia la piedra,
precipitación en la inacción entumecida,
la impotencia de los alcoholes:

¡Clausurar todas las ventanas!
¡Tapiar las puertas!
De la casa ahora casi desierta.

            II
                        yo era un tonto y lo que he visto
                        me ha hecho dos tontos
                                                            Rafael Alberti


Las palabras silenciadas
mientras los cuerpos se deslizan
por lascivias espléndidas, rudas e involuntarias,

espiar esa pústula gloriosa que nace
y con el paso del ruido en los minuteros del sueño
crece maloliente precisamente en el alma,

laberinto donde ayer las emociones
se convertían en gramática,
úlcera viva que la carne no exhibe,

humillación de los chancros,
más soberbia que las llagas abiertas por la peste,
más sublime que el crimen

-las palabras no dichas-,
promover la maledicencia, el rencor,
alimentar al miedo,
ser verdaderamente el lobo
sin discrimen de todos
y hacerse uno mismo tres tontos.


            III

El horror de la palabra,
venganza del silencio sinuoso
detrás del cielo en las noches sin luna,
al acecho desde la otra orilla del río,

castración del aliento creciente
            aturdido
que espera anhelante entre las piernas

y hundirse feliz en la almohada mugrienta:
Aspirar de cuando en vez el polvo,
revuelto por los ventiladores del cuarto,
lleno de caca seca y telarañas
como si fuese el polen de diez primaveras,

la vergüenza de la propia vida,
vista en la miradas de los ojos más recónditos,
la indolencia y la nausea de todos los siglos,

la traición       la mentira     la miseria,
muda oscuridad donde se agitan los pueblos.

Edgar E. Ramírez Mella, Marginalia, edi. taorojo, Puerto Rico, 2010





FUMANDO LA NADA
                                                (de un sueño)
Los viajeros del tiempo y del sueño,
argonautas de ciudades de uranio,
en sus cámaras y cápsulas de puros metales alienígenas,
nos invitan auspiciosos
-desollándose vivos,
                                                prendidos de eslingas,
escarpias y ganchos adiamantados y asépticos-
a sacarnos la piel como una vestimenta de hule:
Móvil,
                                    mudable,
-en carneviva, exhibiendo sus venas violetas y epitelios rosados-
Una monda sanguinolenta que eriza la razón
y mantiene erectos los pelos de la nuca.

Declino la invitación lleno de un mágico espanto,
observo y espero:
Fumando pequeños pedazos de nada,
pesada,
                                    plomiza,
por boquillas de carbunclo y mangas translúcidas,
vivas substancias vacías, volátiles,
densa antimateria que se cuela hacia el alma.

De súbito llegan milicias seráficas
en una batida con trampas de láser y espadas flamígeras,
huimos entonces perseguidos por el aliento
y la sombra, infusos de espanto,
por los corredores de las ciudades de angustia
que pintara de Chirico, solísimos claustros.

Despertar…
-Frío sudor de escalpelos-
con un sabor en la lengua y los labios
a terribles e inusitados narcóticos:
El corazón golpeando las sienes con pedernales y rayos.

Edgar E. Ramírez Mella, Marginalia, edi. taorojo, Puerto Rico, 2010



 
 
COMO EL BUEN ALFARERO

Como el buen alfarero estimo al rojo barro,
azogue donde escucho: Las dormidas palabras,
los suspiros, la risa, los sollozos.

Desde el barro elemental,
lleno de piedras y de pajas,
a las más preciosa arcilla acudo afectuoso.

Develar y ya no hacer,
y allí donde todo se asemeja
y se hace forma, dando vida soplo:
Como un pequeño Dios
huyendo de su Todo.


Edgar E. Ramírez Mella, Marginalia, edi. taorojo, Puerto Rico, 2010


LA MARIPOSA GENITAL
La mariposa genital de los deseos
navega hacia el sueño de las islas,
en la balsa de piedra hiende la corriente
sin advertir los ángeles, faro en la atalaya.

Con el éter salitroso en las arterias y la vista,
-y la impronta del león y del castillo en la epidermis-
toca la bajura justo cuando el alba grita casi menstruo.

Vetusto animal con vísceras de polen
y motores ebrios de máquina emotiva,
ardiente, al llamado sigiloso de serpientes,
con grandes aleares frente al fuego
y los cuencos llenos de néctar
de caña de azúcar, dátil y maíz.

Bajo una catarata de hongos vivos:
El lunar arcoíris con brumas de nitrógeno y metano;
(Cassini, la sonda, se desliza igual,
solemne, silenciosa, entre los anillos de Saturno).

Por los jardines del agua sueña un sueño
tan arcaico como el vientre que la arrope un día
en esa pleamar de lenguas, gusarapos y mil constelaciones.

Edgar E. Ramírez Mella, Marginalia, edi. taorojo, Puerto Rico, 2010
OTRA DE VIAJES


Porque el viaje es hacia todas partes
adentro de nuestro propio corazón.

Estupores
pedruscos de estas llagas,
el resplandor del viento de un tórrido diciembre,
colmillos de la jauría de sus fiebres
en articulo mortis, y el rigor
que ruge en el horizonte feral
de extremidades, hoy, irreconciliables
con ese clamor de féretros,
autores del dolor:

Largas procesiones del amor eterno,
por estos sueños, con grifos y esfinges fantasmagóricos,
lánguidos, globales, posmodernos...

Dentro de aquella copa
como una aceituna, a medias flota lo que quedó del corazón:
Sin más viaje que la vergüenza del espejo.

Edgar E. Ramírez Mella, Marginalia, edi. taorojo, Puerto Rico, 2010





HAY UNA CANCIÓN

Hay una canción subversiva
en los urinarios,
-nadie parece escucharla-
todos pretenden no vivir
la verdadera vida,
echarle tierra al vivo
desenterrar lo muerto:
Espantapájaros        seca saliva               hueso,
naturaleza escondida
por las tuberías de ciudades de miedo.

Hormiguero de instintos desnudos,
anterior a todas las señales de tránsito,
anterior a los códigos divinos,
a todos los idiomas humanos,
a los virus y a todos los catarros.

Hay una revolución tramándose en los baños,
en todos los armarios de los hospedajes,
en todas las sábanas revueltas de los hospitales:
Un cántico omitido en todas las iglesias
que desprecian al hombre.

Por los canalones de desagüe
baja una revuelta,
una reyerta entre la bestia y el ángel,
una guerra subrepticia y prohibida,
olvidada en los paraninfos de las universidades,
expurgada de los libros de las bibliotecas,
-expresada en todas las miradas de los ojos del hombre,
en todo su gesto inocente de animal-
una guerra del instinto con todas las palabras.

Hay una canción subversiva,
en todas las casas desvencijadas y agrias,
una canción que murmuramos tocándonos,
cuando atamos el terror,
-compartiendo el silencio-
a una esquina de la cama mugrienta:
Anulando el frío desolado
de todos los espejos astillados y falsos.

Edgar E. Ramírez Mella, Marginalia, edi. taorojo, Puerto Rico, 2010


 
COLOFÒN


Las torturas
Las hogueras
Las cámaras de gas
Las interminables guerras
La hambruna, la opresión y la miseria.

Son los regalos
Que vuestra delirante y democrática religión
Acostumbra dar
A mi pobre humanidad agonizante.

¿Cuando amanecerá la oscuridad
Que el alma me anochece?


Edgar E. Ramírez Mella, Marginalia, edi. taorojo, Puerto Rico, 2010

SÉ QUE DEBO SER SANTO
                                                                        Sé que debo ser santo
                                                                                    Francisco Matos Paoli

Sé, que debo ser santo,
porque cuando camino sobre la hierba,
cruje y arde.

Los silenciosos gusanos de la tierra
contra esa noche verde,
se retuercen, dolor entre las losas,
suero que gotea de las venas.
La estrella escondida entre los ojos,
traspasa la persiana,
parpadea en el cuarto obscuro,
témpano en llamas.

Ciego el aurículo, no cesa
de sangrar:
Cósmica herida,
dulce fuego.
El polvo de los cuerpos, que han amado,
vuela y se esparce.
El aliento sobrevive
arrugando la superficie del mar.

Edgar E. Ramírez Mella, Estación De Lirio, edi, Isla Negra, Puerto Rico-Santo Domingo, 2006.




 
CANCIÓN DE LA AUSENCIA
                                                                         

Esa mujer se parecía a la palabra nunca
                                                                                                            Juan Gelman
Tu ausencia es el dolor
que la vida me arroja,
-la maldición equívoca que pasma,
el juego de las horas caprichoso-
ebrio caballo pateando al corazón,
que sólo late, solo ya, desangrándose,
en la cercanía de tus pasos,
bajo la cruel luz que sale por tus ojos.

Me escondo del cosmos, en una esquina
donde nadie me halle,
a musitar tu nombre
con el cual invento otros lenguajes.
Te llamo desde aquí, acuclillado
en esta oscuridad que sólo tu disipas.
Te llamo en todos los sentidos,
mas tú no acudes a curar estas heridas,
que la ciudad me inflige desquiciada.

Tu ausencia es el reloj
donde mido la miseria
de mi cuerpo en el mundo.
¡Ah! Si pudieras entender el infinito desorden,
que tu ausencia provoca.
Y ya que no estás, no te maldigo,
pero entiendo que has comenzado a marcharte.

Edgar  Ramírez Mella, Estación De Lirio, edi, Isla Negra, Puerto Rico-Santo Domingo, 2006.

YESTERDAY’S GONE

Como la neblina de ciertos salones
Con ciegas y roncas sirenas de cruceros fantasmas.
El pasado inasible
Rumor persistente de espumas alzadas,
Rostros y risas de ayer difuminadas
En el frío humentín de estaciones borrosas
Donde ya no te hayas.

Sólo el rubor del ocaso
Y el eco insondable de raras palabras enterradas,
De polvorientos dialectos olvidados ya
Junto al hollín de la memoria.
Los pulmones hoy como alas cansadas
En el zigzag de los vientos contrarios.

Escucho certero un dolor latiendo en el pecho,
Mientras discurre la vida pasada
En los invertidos y acelerados relojes del tedio, sus cigarrillos
Y su desesperada calma,
-El corazón palpita aún en el Castillo de la Calavera-

Al acecho estoy, de los improbables amores
De excitantes mañanas, caminando ciudades de humo
Y en guardia por los posibles horrores,
Al doblar cualquier esquina,
Que ciertos aún nos amenazan;
Haciendo Denunciantes Grafitis Contra La Nada.

Edgar Ramírez Mella, julio 2012. De: Bitácora de Niebla (inédito)

© Edgar E. Ramírez Mella

Edgar E. Ramírez Mella, San Sebastián, Puerto Rico,1954. Estudió Literatura Comparada en la Universidad De Puerto Rico, recintos de Mayagüez y de Río Piedras respectivamente; es pintor y poeta. Aparece Ramírez Mella en varias antologías poéticas, como: Poesía de Puerto Rico (Cinco Décadas 1950-2000), colección Poesía del Mundo, fundación editorial el perro y la rana, Caracas, Venezuela 2009; Poesía En El Tiempo, editada por el colectivo Identidad, Mayagüez, Puerto Rico, 2006;  Canto A Un Prisionero, compilada por Elías Letelier, de la editorial Poetas Antiimperialistas de América, Canadá, 2005; La Morada de la Palabra, (homenaje a Luce y Mercedes López- Baralt) editorial Universidad de Puerto Rico, 2002; en El Límite Volcado, Isla Negra editores, Puerto Rico, 2000, ó Pulso De Poesía, Antología de Poesía Premiada [1981-90], ICPR, Mayagüez, Puerto Rico, 1990. 

Tiene tres poemarios publicados: Estación De Lirio, y Máquina Emotiva por Isla Negra Editores, Republica Dominicana-Puerto Rico (2006); y Marginalia, por edi. Taorojo, Puerto Rico 2010. Están en imprenta Púrpura, con edi. la secta de los perros y la trilogía Jardín en Ascuas con Colección Maravilla.

Nota del autor del blog: Las obras visuales que ilustran esta muestra son la otra faceta del poeta,  Edgar E. Ramírez Mella como artista visual.

2 Comments:

Blogger José Valle Valdés said...

Buena poesía, amigo.

Gracias por compartírnosla.

Abrazo

2:00 PM  
Blogger Daniel J. Montoly said...

Saludos José. ¿cómo estás? Gracias por entrar a leer la poesía del puertoriqueño, Edgar Ramírez Mella. Abrazos con cariño y afecto.

2:48 PM  

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