La vida luminosa de Javier Heraud
“Honor a su memoria luminosa. Guardaremos su nombre bien escrito.
Bien grabado en lo más alto y en lo más profundo para que siga
resplandeciendo. Todos lo verán, todos lo amarán mañana, en la hora de
la luz”
por
Julio Yovera B.
El Perú de los 60s
Javier Heraud Pérez había cumplido 21 años cuando fue acribillado el 15
de mayo de 1963 en el río Madre de Dios, en Puerto Maldonado. Se muerte
estremeció el ámbito intelectual, cultural y literario de la época. No
era para menos, se trataba de un poeta laureado y reconocido; además,
provenía de una clase media holgada y cultivada. Tengamos en cuenta que
sus estudios secundarios los realizó en el prestigioso Colegio Markham y
los superiores en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
La
opción de vida que eligió no fue resultado de marginación personal
alguna, de resentimiento o desesperanza, sino producto de su amor, su
solidaridad y sus ideales.
La sociedad peruana llegó a la segunda mitad del siglo XX con
manifestaciones abiertas de convulsión social y de polarización política
entre cambio radical o conservación del estado de cosas. En la
estructura económico-social la presencia del capital imperialista (Cerro
de Pasco Corporation, Southern Perú Mining, Nothern Mining Corporation,
Marcona Mining Corporation, International Petroleum Company) era
hegemónica. Al mismo tiempo, la clase feudal terrateniente concentraba
en el 83% del total de la tierra cultivable de los Andes. (de La
Puente).
En ese convulsionado escenario la clase obrera luchaba por mejorar sus
condiciones de vida y los campesinos, a su vez, iniciaban una serie de
acciones orientadas a recuperar las tierras que les habían usurpado. La
sociedad semi feudal y semi colonial, rigurosamente investigada por José
Carlos Mariátegui, estaba gestando una crisis que hacía avizorar el
probable advenimiento de una situación revolucionaria.
Las organizaciones, conscientes de la gravitación del ande y de las
zonas rurales, fijaron su atención en el Perú rural; el objetivo era
organizar al campesinado, levantarlo a la lucha y convertirlo en
protagonista de su libertad. Se asumió que abriendo escenarios
guerrilleros, las masas campesinas ocuparían su lugar y “tomarían el
cielo por asalto”.
En el escenario internacional, los pueblos del mundo luchaban y algunos
triunfaban y sentaban las bases de un nuevo orden. En Cuba, en China, en
Vietnam, en Angola, en los países de centro América, la lucha armada
era no solo una posibilidad sino una ruta.
En la década del 50 el país estaba gobernado por la dictadura de Odría.
Los partidos existentes eran molde del orden establecido. El APRA no
obstante el sacrificio de algunos de sus líderes, asesinados unos, en el
destierro otros, perfilaba contradicciones y ambigüedades. Esta
conducta llevó a su juventud a la creación de una fracción que se
conoció como APRA Rebelde y que lideró Luis de La Puente; después tomó
el nombre de Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR. Los líderes
del Partido Comunista también fueron al destierro. Su problema mayor
provenía de una lectura sectaria y dogmática, que demostraba cuán lejos
estaban del pensamiento del Amauta José Carlos Mariátegui.
En el 60 se formaron los sindicatos campesinos, Lares y La Convención,
en el departamento del Cusco y fueron una demostración que el
campesinado empezaba a convertirse en clase consciente, en sujeto social
histórico. En 1962 hubo elecciones generales, Haya de la Torre resultó
vencedor en esta contienda; la derecha no aceptó los resultados, y,
nuevamente, se instaló un gobierno militar presidido por Pérez Godoy
primero, Lindley después.
Las organizaciones políticas de izquierda, por propia experiencia
dedujeron que la vía democrática electoral era inviable en sociedades
retrógradas. Se aceleró entonces la formación de organizaciones de
carácter político militar: el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, El
MIR, el Frente de Liberación Nacional y el Ejército de Liberación
Nacional. De ese proceso surgieron personajes como Javier Heraud,
Edgardo Tello, Héctor Béjar, Alaín Elías, Guillermo Lobatón, Máximo
Velando. Los dos primeros conocidos por su estela de poetas y por su
destino de guerrilleros asesinados por los “descuartizadores de la luz y
el canto” (Zeballos)
El río de Javier
Javier Heraud tuvo lo suficiente para “sentirse realizado”. De haber
sido indiferente nadie le hubiera enrostrado nada, pero su ser lo empujó
a cultivarse en la solidaridad. Fue un convencido que la felicidad
debía pertenecer a todos y, de no ser había que luchar para
conquistarla. Eso lo llevó a hermanarse con los que sufren; a dar
residencia en su corazón a las causas justas; a portar sobre sí una
parte del destino de todos, y rebelarse contra toda forma de injusticia.
De otro lado, era innata su capacidad para crear una forma de poesía que
la crítica literaria saludaba. Lo suyo era canto puro y por ello nadie
habría sospechado el menor atisbo de vocación guerrillera en su alma de
poeta. Nadie leyendo su poesía abría sospechado que en él habitaba un
hombre dispuesto a subir al monte y tratar de acabar con ese orden que
lacera por siglos la vida de los pueblos.
Sus poemas son cantos a la vida, a las estaciones, al río, en él
encontró y desarrolló, mejor que nadie la metáfora exacta para
compararlo con su devenir vital. Si los versos de Jorge Manrique
refieren que: “nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar, que
es el morir”, Javier se encargaría de describir el ciclo completo de ese
río que fue ―que es― su vida, e hizo una obra hermosa e intensa. Leamos
los siguientes versos:
Yo soy un río un río
un río cristalino en la mañana.
A veces soy tierno y bondadoso.
Me deslizo suavemente
por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado, a la gente dócil.
Los niños se me acercan de día,
y de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos
en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.
Yo soy el río.
Pero a veces soy bravo y fuerte
pero a veces no respeto
ni a la vida ni a la muerte.
En este poema Javier Heraud se mostró como un maestro del lenguaje,
combinó imágenes que captó con su mirada de poeta y, al mismo tiempo,
hizo aflorar desde su mundo interior emociones y conceptos implícitos,
llenos de vitalidad y de coherencia. A la vez que tierno se mostró
apasionado y amoroso pero también bravo y enérgico.
Poética y compromiso social
Heraud llegó a la política por los caminos de la poesía; de ello no debe
deducirse que la utilizó simplemente como un medio pues no es así.
Hasta cuando se adentró a cumplir su destino de guerrero, su poesía
fluía de su espíritu y adquiría naturaleza propia. En una conversación
que sostuvimos con Jorge Heraud, hermano del poeta, nos refirió que éste
era un ser brillante, muy agudo e inteligente, pero sobretodo, sensible
y dotado para la creación.
Si nos atenemos, en estricto, a la obra poética de Javier advertimos que
no hay atisbos explícitos de esa poética confrontante, a lo Maiakovsky,
que caracteriza a algunas corrientes poéticas militantes y que,
deliberadamente, convierte a la poesía en trinchera o en puño poético de
clase; que no significa en modo alguno que sea mala poesía, por lo
menos no en el caso del poeta soviético. Veamos:
Adelante, automóviles!
¡Al mitin, motocicletas!
¡Lo pequeño, a la derecha!
¡Ceded el paso a los camiones!
¡Los caminos se pusieron en fila india!
Escuchad lo que dicen los caminos
¿Qué dicen?
Nos asfixiamos de tanto viento y polvo,
retorciéndonos en los rieles por estepas hambrientas.
Por dóciles kilómetros sin empedrar,
estamos hartos de arrastrarnos tras los presidiarios.
Queremos saturarnos de asfalto,
ceder bajo el peso del expreso.
¡Levantaos!
¡Basta de dormir
carreteras mecidas por el polvo!
¡Vamoooos!
(Fragmento del poema “150,000”)
Esta expresión poética nos retrae una barricada obrera. En cambio, la
poesía de Javier Heraud no tiene esas características, al contrario, es
sencilla; no buscó la complejidad, ni la forma ni en el contenido.
Cuando publicó El río, en 1960, la crítica de todos los tonos lo saluda y le augura un porvenir luminoso. Ese mismo año, con su poemario El viaje,
compartió con César Calvo el primer premio en los Juegos Florales “El
Poeta Joven del Perú”, que convocaba el escritor Marco Antonio Corcuera,
promotor de los “Cuadernos Trimestrales de Poesía”.
Javier Heraud fue docente en la Gran Unidad Escolar “Melitón Carvajal”.
La vida de los hombres trascendentes tiene hondos recodos y misterios.
Heraud fue probablemente el docente más joven del Perú, y algo más, fue
profesor del Colegio Nacional “Nuestra Señora de Guadalupe”, es decir,
en la misma institución donde, cuatro décadas atrás, un hombre iluminado
por el fuego de la poesía se dedicaba a la educación de los niños. Ese
hombre se llamaba César Vallejo.
La obra del poeta Heraud quedó trunca. Cecilia, su hermana, ha dicho:
Javier no tuvo oportunidad, la vida no le dio la oportunidad de
madurar su poesía, no en el sentido de que la poesía que él escribiera
fuera inmadura, no, sino que él pudo llegar a un sitial más, mucho más
elevado. Javier tiene una poesía muy sencilla, pero a la vez muy honda,
era un trascurrir de vivencias, de pensamientos que los hilvanaba. (Vida y muerte de Javier Heraud)
Aquel joven que se sentía río, miró a su pueblo ya no solo con ojos de
poeta; con la ayuda de la teoría marxista se detuvo a mirar las noches
sin lunas de los parias, el abandono y la tristeza de los pueblos. Fue
entendiendo entonces que había un poder que asfixiaba los sueños e
impedía el progreso. Decidió entonces actuar, simplemente no quería ser
“el hombre triste, que agota sus palabras”.
Se interesó entonces por la actividad política, ingresó al Movimiento
Social Progresista, creyó encontrar la opción que buscaba. Viajó a
Europa, a Moscú y a China. Se entusiasmó con la construcción de lo que
hasta entonces era la experiencia más terrenal de una sociedad nueva.
Mario Vargas Llosa, cuando aún era un escritor con ideales, dijo del poeta:
“Su entusiasmo político estaba acompañado de un enorme entusiasmo
literario también. Estaba muy entusiasmado con Bertolt Brecht, con la
idea de una literatura que de alguna manera reflejara convicciones
políticas nuevas”. (ob. Cit.) Destinos tan opuestos los de ambos. Javier
Heraud ascendió en convicciones e ideales y Mario Vargas se hizo un
escritor afín al sistema.
Después de cerca de dos años de militancia en el Movimiento Social
Progresista, Javier renunció; lo hizo de manera firme y serena:
No había salido aún de las filas del Movimiento Social Progresista
porque me quedaba una última esperanza: la de entrar en el cauce de la
verdadera Revolución, aquella que se enraíza en la ciencia y tiene
vigencia universal. Infelizmente ha sucedido todo lo contrario. Ni la
Revolución de la que hablan sus dirigentes es la Revolución Proletaria
ni el Socialismo que pregonan es el Socialismo Científico. Se carece de
una ideología seria y el reformismo campea por doquier” (ob. Cit.)
Decidió ingresar al Frente de Liberación Nacional. Cuba fue su
motivación. A ella se dirigió, en 1962. Su propósito era estudiar cine.
En la Cuba de Martí y de Fidel entendió que las palabras no bastaban,
que la poesía si bien es un relámpago maravilloso, una fogata
libertaria, no son suficientes para acabar con un orden injusto. Estaba
en su camino, en su opción. Heraud se hizo guerrillero.
Decidió ingresar con sus demás compañeros por Bolivia. En plena travesía
por el río Madre de Dios fue sorprendido y acribillado. Se ensañaron
brutalmente contra él. En ningún momento las fuerzas represivas dejaron
de disparar proyectiles cuyo uso estaban prohibidos cuando de seres
humanos se trataba.
Heraud asumió ese destino no porque le gustara la violencia, menos por
una postura de heroicidad “poética”. No. El poeta se fue convenciendo
que frente a una clase dominante, que no le interesaba en absoluto el
destino del país ni el bienestar de las mayorías, las gestas
guerrilleras eran decisivas para abrir nuevos caminos.
Porque la patria es hermosa
Al poeta se le puede calificar de soñador, de romántico, pero no de ser
un vulgar violentista. Además, su decisión de irse al monte estuvo
dictada por el amor a los que sufren. Lo dijo de manera muy precisa en
este poema que firmó como Rodrigo Machado, su nombre de combate:
Pero voy al combate y a la guerra
por amor a mi patria, a mi Perú,
por amor a mi suelo, a mis paisajes,
por amor a los pobres de mi tierra,
por amor a mi madre, a sus cariños,
por amor a mi padre, a sus durezas,
por amor a hermanos y amigos,
por amor a la vida y a la muerte,
por amor a las cosas de los días,
por amor a los días del otoño,
por amor a los fríos del invierno.
No sé qué pasará conmigo y mis
hermanos en la lucha,
pero supe vivir y morir como
hombre digno,
queriendo respetar y salvar al que
todo lo sufre,
quiero abrir nuevos soles salvadores.
El final de la historia lo dirán
mis compañeros
arriba, abajo, encima de la historia
y contarán a mis hijos
historias verdaderas,
y para siempre vivirá la esperanza
Pocos como él. Desde los tiempos de la lucha patriótica de Mariano
Melgar no se conocía historia parecida. En todos los periodos el oficio
de poeta es motivo de sospecha, y el de poeta revolucionario es
peligroso. La lista es larga, Edgardo Tello, Otto René Castillo, Roque
Daltón, Miguel Hernández, Federico García Lorca, son conocidos entre
nosotros, pero hay muchos más.
Javier Heraud es un ejemplo para una juventud que al acerársele lo
encuentra puro como un río no contaminado, sólido como “un cedro fuerte y
perenne”, tierno “como un trémulo amante”. El poeta es un ejemplo de lo
que significa ser joven, no solo desde el ámbito político, sino desde
la condición de hijo, hermano, amigo, ciudadano.
Como dijo Pablo Neruda: “Honor a su memoria luminosa. Guardaremos su
nombre bien escrito. Bien grabado en lo más alto y en lo más profundo
para que siga resplandeciendo. Todos lo verán, todos lo amarán mañana,
en la hora de la luz”.
No concluiré esta nota sin decir que Javier Heraud es un ejemplo de
pureza y de desprendimiento, de amor y de sacrificio. Sabemos que sus
padres sufrieron una enorme y profunda herida. Tuvieron, sin embargo, el
enorme orgullo de saberse progenitores de un hijo noble, que los amó en
todo instante, que amó a su pueblo siempre.
Los restos mortales del poeta ya no están en Puerto Maldonado, ahora
reposan en un lugar que es accesible para que la familia y los amigos
visiten a este eterno joven que, además de revolucionario fue poeta,
aunque quizás sea más exacto decir que este extraordinario poeta fue,
además, un auténtico guerrero.
Y así como sus padres siempre lo sintieron vivo y así como sus hermanos sienten que Javier está con ellos:
Mamá, papá,
he vuelto.
Hermanos,
aquí estoy
como antes,
cantando en
las noches
del invierno,
con mi seco
corazón
de pan y piedra.
Así también los hombres que no han renunciado a los sueños sienten que Javier está vivo y también están vivos sus ideales.
▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪
CARTA DE JAVIER HERAUD A SU MADRE
Nov 62. La Habana. Cuba.
Querida madre:
No sé cuándo podrás leer esta carta. Si la lees quiere decir que algo ha
sucedido en la Sierra y que ya no podré saludarte y abrazarte como
siempre. ¡Si supieras cuánto te amo!, ¡si supieras que ahora que me
dispongo a salir de Cuba para entrar en mi patria y abrir un frente
guerrillero pienso más que nunca en ti, en mi padre, en mis hermano tan
queridos!
Voy a la guerra por la alegría, por mi patria, por el amor que te tengo,
por todo en fin. No me guardes rencor si algo me pasa. Yo hubiese
querido vivir para agradecerte lo que has hecho por mí, pero no podría
vivir sin servir a mi pueblo y a mi patria. Eso tú bien lo sabes, y tú
me criaste honrado y justo, amante de la verdad, de la justicia.
Porque sé que mi patria cambiará, sé que tú también te hallarás dichosa y
feliz, en compañía de mi padre amado y de mis hermanos. Y que mi vacío
se llenará pronto con la alegría y la esperanza de la patria.
Te besa
Tu hijo
Javier
▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪
• Fuentes consultadas: Conversación con el Ingeniero Jorge Heraud Pérez, Vida y muerte de Javier Heraud, de Cecilia Heraud Pérez (Mosca Azul Editores), Historia del Perú, Edición de Juan Mejía Baca, Poesía de Vladimir Maiakosvski, fotocopia. Ensayo sobre la sociedad Peruana, de de La Puente, Luis, tomado de:
http://www.marxists.org/espanol/delapuente/1964/rev-peru.htm.
1 Comments:
Honrar: honra. Me resulta de mucho merecer este post, amigo.
Gracias por compartírnoslo.
Fuerte abrazo
(Lo copio; si no tienes inconveniente deseo presentarlo en mi Blog
http://eclipses-pichy.blogspot.com
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