ENRIQUE LIHN
(Santiago, Chile, 1929 – 1988)

Pequeña antología
Selección: Mario MeléndezPORQUE ESCRIBÍ
Ahora que quizás, en un año de calma,piense: la poesía me sirvió para esto:no pude ser feliz, ello me fue negado,pero escribí.Escribí: fui la víctimade la mendicidad y el orgullo mezcladosy ajusticié también a unos pocos lectores;tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.Pero escribí: tuve esta rara certeza,la ilusión de tener el mundo entre las manos—¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barrococon toda su crueldad innecesaria—Escribí, mi escritura fue como la malezade flores ácimas pero flores en fin,el pan de cada día de las tierras eriazas:una caparazón de espinas y raícesDe la vida tomé todas estas palabrascomo un niño oropel, guijarros junto al río:las cosas de una magia, perfectamente inútilespero que siempre vuelven a renovar su encanto.La especie de locura con que vuela un ancianodetrás de las palomas imitándolasme fue dada en lugar de servir para algo.Me condené escribiendo a que todos dudaránde mi existencia real,(días de mi escritura, solar del extranjero).Todos los que sirvieron y los que fueron servidosdigo que pasarán porque escribíy hacerlo significa trabajar con la muertecodo a codo, robarle unos cuantos secretos.En su origen el río es una veta de agua—allí, por un momento, siquiera, en esa altura—luego, al final, un mar que nadie vede los que están braceándose la vida.Porque escribí fui un odio vergonzante,pero el mar forma parte de mi escritura misma:línea de la rompiente en que un verso se espuma,yo puedo reiterar la poesía.Estuve enfermo, sin lugar a dudasy no sólo de insomnio,también de ideas fijas que me hicieron leercon obscena atención a unos cuantos psicólogos,pero escribí y el crimen fue menor,lo pagué verso a verso hasta escribirlo,porque de la palabra que se ajusta al abismosurge un poco de oscura inteligenciay a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.Porque escribí no estuve en casa del verdugoni me dejé llevar por el amor a Diosni acepté que los hombres fueran diosesni me hice desear como escribienteni la pobreza me pareció atrozni el poder una cosa deseableni me lavé ni me ensucié las manosni fueron vírgenes mis mejores amigasni tuve como amigo a un fariseoni a pesar de la cóleraquise desbaratar a mi enemigo.Pero escribí y me muero por mi cuenta,porque escribí porque escribí estoy vivo.GALLO
Este gallo que viene de tan lejos en su canto,iluminado por el primero de los rayos del sol;este rey que se plasma en mi ventana con su corona viva, odiosamente,no pregunta ni responde, grita en la Sala del Banquetecomo si no existieran sus invitados, las gárgolasy estuviera más solo que su grito.Grita de piedra, de antigüedad, de nada,lucha contra mi sueño pero ignora que lucha;sus esposas no cuentan para él ni el maíz que en la tarde lo hará besar el polvo.Se limita a aullar como un hereje en la hoguera de sus plumas.Y es el cuerno giganteque sopla la negrura al caer al infierno.
LA PIEZA OSCURA
La mixtura del aire en la pieza oscura, como si el cielorraso hubiera amenazadouna vaga llovizna sangrienta.De ese licor inhalamos, la nariz sucia, símbolo de inocencia y de precocidadjuntos para reanudar nuestra lucha en secreto, por no sabíamos no ignorábamos qué causa;juegos de manos y de pies, dos veces villanos, pero igualmente dulcesque una primera pérdida de sangre vengada a dientes y uñas o, para una muchachadulces como una primera efusión de su sangre.Y así empezó a girar la vieja rueda —símbolo de la vida— la rueda que se atasca como si no volara,entre una y otra generación, en un abrir de ojos brillantes y un cerrar de ojos opacoscon un imperceptible sonido musgoso.Centrándose en su eje, a imitación de los niños que rodábamos de dos en dos, con las orejas rojas—símbolos del pudor que saborea su ofensa— rabiosamente tiernos, la rueda dio unas vueltas en falso como en una edad anterior a la invención de la ruedaen el sentido de las manecillas del reloj y en su contrasentido.Por un momento reinó la confusión en el tiempo. Y yo mordí largamente en el cuello a mi prima Isabel,en un abrir y cerrar del ojo del que todo lo ve, como en una edad anterior al pecadopues simulábamos luchar en la creencia de que esto hacíamos; creencia rayana en la fe como el juego en la verdady los hechos se aventuraban apenas a desmentirnoscon las orejas rojas.Dejamos de girar por el suelo, mi primo Ángel vencedor de Paulina, mi hermana; yo de Isabel, envueltas ambasninfas en un capullo de frazadas que las hacía estornudar —olor a naftalina en la pelusa del fruto—.Esas eran nuestras armas victoriosas y las suyas vencidas confundiéndose unas con otras a modo de nidos como celdas, de celdas como abrazos, de abrazos como grillos en los pies y en las manos.Dejamos de girar con una rara sensación de vergüenza, sin conseguir formularnos otro reprocheque el de haber postulado a un éxito tan fácil.La rueda daba ya unas vueltas perfectas, como en la época de su aparición en el mito, como en su edad de madera recién carpintereadacon un ruido de canto de gorriones medievales;el tiempo volaba en la buena dirección. Se lo podía oír avanzar hacia nosotrosmucho más rápido que el reloj del comedor cuyo tic-tac se enardecía por romper tanto silencio.El tiempo volaba como para arrollarnos con un ruido de aguas espumosas más rápidas en la proximidad de la rueda del molino, con alas de gorriones —símbolos del salvaje orden libre— con todo él por único objeto desbordantey la vida —símbolo de la rueda— se adelantaba a pasar tempestuosamente haciendo girar la rueda a velocidad acelerada, como en una molienda de tiempo, tempestuosa.Yo solté a mi cautiva y caí de rodillas, como si hubiera envejecido de golpe, presa de dulce, de empalagoso pánicocomo si hubiera conocido, más allá del amor en la flor de su edad, la crueldad del corazón en el fruto del amor, la corrupción del fruto y luego... el carozo sangriento, afiebrado y seco.¿Qué será de los niños que fuimos? Alguien se precipitó a encender la luz, más rápido que el pensamiento de las personas mayores.Se nos buscaba ya en el interior de la casa, en las inmediaciones del molino: la pieza oscura como el claro de un bosque.Pero siempre hubo tiempo para ganárselo a los sempiternos cazadores de niños. Cuando ellos entraron al comedor, allí estábamos los ángeles sentados a la mesaojeando nuestras revistas ilustradas —los hombres a un extremo, las mujeres al otro—en un orden perfecto, anterior a la sangre.En el contrasentido de las manecillas del reloj se desatascó la rueda antes de girar y ni siquiera nosotros pudimos encontrarnos a la vuelta del vértigo, cuando entramos en el tiempocomo en aguas mansas, serenamente veloces;en ellas nos dispersamos para siempre, al igual que los restos de un mismo naufragio.Pero una parte de mí no ha girado a compás de la rueda, a favor de la corriente.Nada es bastante real para un fantasma. Soy en parte ese niño que cae de rodillasdulcemente abrumado de imposibles presagiosy no he cumplido aún toda mi edadni llegaré a cumplirla como élde una sola vez y para siempre.LA MUSIQUILLA DE LAS POBRES ESFERAS
Puede que sea cosa de ir tocandola musiquilla de las pobres esferas.Me cae mal esa Alquimia del Verbo,poesía, volvamos a la tierra.Aquí en París se vive de silenciolo que tú dices claro es cosa muerta.Bien si hablas por hablar, “a lo divino”,mal si no pasas todas las fronteras.Digan, al fin y al cabo, lo que quieran:en la profundidad de la ignoranciasuena una musiquilla verdadera;sus auditores fueron en Babellos que escaparon a la confusión de las lenguas,gente anodina de los pisos bajoscon un poco de todo en la cabeza;y el poeta más loco que sagradopero con una locura con su cuerdacapaz de darle cuerda a la alegría,capaz de darle cuerda a la tristeza.No se dirige a nadie el corazónpero la que habla sola es la cabeza;no se habla de la vida desde un púlpitoni se hace poesía en bibliotecas.Después de todo, ¿para qué leernos?La musiquilla de las pobres esferassuena por donde sopla el viento amargoque nos devuelve, poco a poco, a la tierra,el mismo que nos puso un día en piepero bien al alcance de la huesa.Y en ningún caso en lo alto del coro,Bizancio fue: no hay vuelta.Puede que sea cosa de ir pensandoen escuchar la musiquilla eterna.MONÓLOGO DE UN PADRE CON SU HIJO DE MESES
Nada se pierde con vivir, ensaya:aquí tienes un cuerpo a tu medidaLo hemos hecho en sombra por amor a las artes de la carnepero también en seriopensando en tu visita como en un nuevo juego gozoso y doloroso;por amor a la vida, por temor a la muerte y a la vida,por amor a la muertepara ti o para nadie.Eres tu cuerpo, tómalo, haznos ver que te gusta como a nosotros este doble regalo quete hemos hecho y que nos hemos hecho.Cierto, tan sólo un poco del vergonzante barro original,la angustia y el placer en un grito de impotencia.Ni de lejos un pájaro que se abre en la belleza del huevo,a plena luz, ligero y jubiloso, sólo un hombre:la fiera vieja del nacimiento, vencida por las moscas, babeante y rebosante.Pero vive y verás el monstruo que eres con benevolenciaabrir un ojo y otro así de grandes,encasquetarse el cielo, mirarlo todo como por adentro,preguntarle a las cosas por sus nombresreír con lo que ríe,llorar con lo que llora,tiranizar a gatos y conejos.Nada se pierde con vivir, tenemos todo el tiempo del tiempo por delantepara ser el vacío que somos en el fondo.Y la niñez, escucha:no hay loco más feliz que un niño cuerdoni acierta el sabio como un niño loco.Todo lo que vivimos lo vivimos ya a los diez años más intensamente;los deseos entonces se dormían los unos en los otros.Venía el sueño a cada instante,el sueño que restablece en todo el perfecto desordena rescatarte de tu cuerpo y tu alma;allí en ese castillo movedizo eras el rey, la reina, tus secuaces, el bufón que se ríe de sí mismo,los pájaros, las fieras melodiosos.Para hacer el amor allí estaba tu madrey el amor era el beso de otro mundo en la frente,con que se reanima a los enfermos,una lectura a media voz,la nostalgia de nadie y nada que nos da la música.Pero pasan los años por los años y he aquí que eres ya un adolescente.Bajas del monte como Zaratustra a luchar por el hombre contra el hombre:grave misión que nadie te encomienda;en tu familia inspiras desconfianza,hablas de Dios en un tono sarcástico, llegas a casa al otro día, muerto.Se dice que enamoras a una vieja, te han visto dando saltos en el aire,prolongas tus estudios con estudios de los que se resiente tu cabeza.No hay alegría que te alegre tanto como caer de golpe en la tristezani dolor que te duela tan a fondo como el placer de vivir sin objeto.Grave edad, hay algunos que se matan porque no pueden soportar la muerte,quienes se entregan a una causa injusta en su sed sanguinaria de justicia.Los que más bajo caen son los grandes,a los pequeños les perdemos el rumbo.En el amor se traicionan todos,el amor es el padre de sus vicios.Si una mujer se enternece contigo le exigirás te siga hasta la tumba,que abandone en el acto a sus parientes,que instale en otra parte su negocio.Pero llega el momento fatalmente en que tu juventud te da la espalday por primera vez su rostro inolvidable en tanto huye de ti que la persigues a salto de ojo,inmóvil, en una silla negra.Ha llegado el momento de hacer algo parece que te dice todo el mundoy tu dices que sí, con la cabeza.En plena decadencia metafísica caminas ahora con una libretita de direcciones en la mano,impecablemente vestido,con la modestia de un hombre joven que se abre paso en la vida,dispuesto a todo.El esquema que te hiciste de las cosas hace aire y se hunde en el cielo dejándolas a todas en su sitio.De un tiempo a esta parte te mueves entre ellas como un pez en el agua.Vives de lo que ganas, ganas lo que mereces, mereces lo que vives:eres, por fin, un hombre entre los hombres.Y así llegas a viejo como quien vuelve a su país de origen después de un viaje interminable corto de revivir, largo de relatar,te espera en ti la muerte, tu esqueleto con los brazos abiertos,pero tu la rechazas por un instante,quieres mirarte larga y sucesivamente en el espejo que se pone opaco.Apoyado en lejanos transeúntes vas y vienes de negro,al trote, conversando contigo mismo a gritos, como un pájaro.No hay tiempo que perder, eres el último de tu generación en apagar el sol y convertirte en polvo.No hay tiempo que perder en este mundo embellecido por su fin tan próximo.Se te ve en todas partes dando vueltas en torno a cualquier cosa como en éxtasis.De tus salidas a la calle vuelves con los bolsillos llenos de tesoros absurdos: guijarros, florecillas.Hasta que un día ya no puedes luchar a muerte con la muerte y te entregas a ella, a un sueño sin salida, más blanco cada vez, sonriendo, sollozando como un niño de pecho.Nada se pierde con vivir, ensaya: aquí tienes un cuerpo a tu medida,lo hemos hecho en la sombra por amor a las artes de la carne pero también en serio,pensando en tu visitapara ti o para nadieT.V.
Como los primitivos junto al fuego el rebaño se arremansa atomizado en la noche de las cincuenta estrellas, junto a la televisión en colores. De esa llama sólo se salvan los cuerpos. En cada hogar una familia a medio elaborar clava sus ojos de vidrio en el pequeño horno crematorio donde se abrazan los sueños. La antiséptica caja de Pandora de la que brotan ofrecidos a la extinción del deseo meros objetos de consumo en lugar de signos, marcas de fábrica. Hombres y mujeres reducidos por el showman a su primera infancia, ancianas investidas de indignidad infantil, juegan en la pantalla que destaca sus expresiones inestables como las de las cosas en el momento de arder.

PIEDRA SACRIFICIAL
No me quiero hacer la víctima A lo sumo estoy cómodamente tendido sobre la piedra de los sacrificios y un tipo que se limpia las uñas con un cuchillo me dice ¿Qué es de tu vida? ¿No te parece que sobra?
EL VACIADERO
No se renueva el personal de esta calle:el elenco de la prostitución gasta su último centavo en maquillajebajo una luz polvorienta que se le pegaa la caraUna doble hilera de caries, dentadura de casas desmoronadases la escenografía de estaDanza Macabratrivial bailongo sabatino en la pústula de la ciudad.Es una cara conocida llena de costurones con lívidas cicatricesbajo unos centavos de polvo,y que emerge de todas las grietas de la ciudad,en este barrio más antiguo que el Barrio de los Alquimistascomo la cara sin cuerpo del caracol ofreciéndoseen los dos sexos de su cuello andróginoblandamente fálico y untado de baba vaginalel busto de un boxeador que muestra las tetasen el marco de un socavón.No avanza ni retrocede el río en ese tramodescolorido y bullente alrededor de la compuertaEl mecanismo de un reloj descompuestocuelga como la tripa de un pescadode la mesita de nocheentre los rizos de una peluca rosadaLa fermentación de las aguas del tiempo que se enroscan alrededor del detrituscomo el caracol en su conchael éxtasis de lo que por fin se pudre para siempre.LA DESPEDIDA
¿Y qué será, Nathalie, de nosotros. Tú en mimemoria, yo en la tuya como esos pobresamantes que mientras se buscabande una ciudad a otra, llegaron a morir—complacencias del narrador omnividente, tristezasde su ingenio— justo en la misma piezade un hotel miserablepero en distintas épocas del año?Absurdo todo pensamiento, toda memoriaprematuray particularmente dudosacualquier lamentación en nuestro caso;es por una deformación profesional que me permitoeste falso aullidoávido y cauteloso a un mismo tiempo. «Todo estriste —me escribes— y confuso,y yo quisiera olvidarlo todo». Pero te das incluso,entre paréntesisel lujo de cobrarme una pequeña deuda y la palabraadiós se diría que suenade un modo estrictamente razonable.El amor no perdona a los que juegan con él. Notenemos perdón del amor, Nathaliea pesar de tu tono razonabley este último zumbido de la ironía, atrapada ensí misma,como una cigarra por los niños.El viento nos devuelve, a ti en Bonnieuxa mí en un París que a cada instante rompe, contratoda expectativa,sus vagas relaciones lluviosas con el sol,el peso exacto de nuestras palabras de las quehicimos un mal gasto al cambiarlas pormoneda liviana, pequeñísima,y este negocio de vivir al día no era más que,a lo lejos, una bonita fachadacon angustiados gitanos en la trastienda.El viento al que jugamos Nathalie, mientrassoplaba del lado de lo real, en la Camargue,nos devuelve—extramuros de la memoria, allí donde el mar brillapor su ausenciay no hay modo de estar realmente desnudo—palmerales roídos por la arena, el sibilino rumorde una desolación con ecosde voces agrias que se confunden con las nuestras.Es la canción de los gitanos, forzadosa un nuevo exilio por los caminos de Provenzabajo ese sol del viento que se ríe a mandíbulabatiente del verano y sus pequeños negocios.Son historias, también tristemente confusas. Ladiferencia está en que nosotros bajamosdesde el primer momento el diapasón de la nuestra;sí, gente civilizada. . . guardando, claro está,las debidas distancias—mi desventaja, Nathalie— entre tu tribu y la mía.Pero Lulú es testigo del Tarot; Lulú que parecehaber nacido bajo todos los signosdel zodíaco,antes hada madrina que rigurosa vidente,ella lo sabe todo a ciencia incierta, tu amiga.Nada con los romanos y sus res gestae; el porvenirse lee bajo la inspiraciónde los aerolitos, en la mano misma;entre griegos no hay líneas decisivas; una muerte quedice, únicamente ella,la última palabra de lo que un hombre fue; y eltemblor en las manos, Nathalie,el brillo o la humedad en los ojos, el deseo.NATHALIE
Estuvimos a punto de ejecutar un trabajo perfecto,Nathalie en una casa de piedra de Provenza.Dirás ahora que todo estuvo mal desde el principiopero lo cierto es que exhumamos, como por arte de magia,todos, increíblemente todos los restos del amory en lo que a mí respecta hasta su aliento mismo:el ramillete de flores de lavanda.Es cierto: nuestras buenas intenciones fracasaron,nuestros proyectos se redujeron al polvo del caminoentre la casa de Lulú y la tuya.No se podía ir más lejos con los niñosque además se orinaron en nuestro experimento;pero aprendí a Michaux en tu casa, Nathalie; unavociferación que me faltaba,un dolor, otra vez, incalculablepara el cual las palabras no tienen gusto a nada.Vuelvo a París con el cuaderno vacío,tu trasero en lugar de mi cabeza,tus piernas prodigiosas en lugar de mis brazos,el corazón en la boca no sé si de tu estómago o del mío.Todo lo intercambiamos, devorándonos: órganos ymemorias, accidentes del esfuerzo por calarnos a fondo,Nathalie, por fundirnos en una sola pulpa.Creer en dios; sólo me falta estoy completar, rumiando, el ciclo de la baba,a lo largo de Francia.Pero sí, trabajamos duramentehombro con hombro, ombligo contra ombligoy estuvimos a punto de sumergirnos en Rilke.No hemos perdido nada:este dolor era todo lo que podía esperarse;sólo me falta aullarlo en el momento oportuno,mi viejecilla, mi avispa, mi madre dedos hijos casi míos, mi vientre.“Va faire dodo Alexandre. Va faire dodo Gérome.”Ah, qué alivio para ellosel flujo de la baba de la conciliación. Toda otraforma de culto es una mierda.Me hago literatura.Este poema es todo lo que podía esperarsedespués de semejante trabajo, Nathalie.SI SE HA DE ESCRIBIR CORRECTAMENTE POESÍA
Si se ha de escribir correctamente poesíano basta con sentirse desfallecer en el jardínbajo el peso concertado del alma o lo que fuerey del célebre crepúsculo o lo que fuere.El corazón es pobre de vocabulario.Su laberinto: un juego para atrasados mentalesen que da risa verlo moverse como un bueyun lector integral de novelas por entrega.Desde el momento en que coge el violínni siquiera el Vals triste de Sibeliuspermanece en la sala que se llena de tango.Salvo las honrosas excepciones las poetisas uruguayastodavía confunden la poesía con el baileen una mórbida quinta de recreo,o la confunden con el sexo o la confunden con la muerte.Si se ha de escribir correctamente poesíaen cualquier caso hay que tomarlo con calma.Lo primero de todo: sentarse y madurar.El odio prematuro a la literaturapuede ser de utilidad para no pasar en el ejércitopor maricón, pero el mismo Rimbaudque probó que la odiaba fue un ratón de biblioteca,y esa náusea gloriosa le vino de roerla.Se juega al ajedrezcon las palabras hasta para aullar.Equilibrio inestable de la tinta y la sangreque debes mantener de un verso a otroso pena de romperte los papeles del alma.Muerte, locura y sueño son otras tantas piezasde marfil y de cuerno o lo que fuere;lo importante es moverlas en el jardín a cuadrosde manera que el peón que baila con la reinano le perdone el menor paso en falso.Quienes insisten en llamar a las cosas por sus nombrescomo si fueran claras y sencillaslas llenan simplemente de nuevos ornamentos.No las expresan, giran en torno al diccionario,inutilizan más y más el lenguaje,las llaman por sus nombres y ellas responden por susnombrespero se nos desnudan en los parajes oscuros.Discursos, oraciones, juegos de sobremesa,todas estas cositas por las que vamos tirando.Si se ha de escribir correctamente poesíano estaría de más bajar un poco el tonosin adoptar por ello un silencio monolíticoni decidirse por la murmuración.Es un pez o algo así lo que esperamos pescar,algo de vida, rápido, que se confunde con la sombray no la sombra misma ni el Leviatán entero.Es algo que merezca recordarsepor alguna razón parecida a la nadapero que no es la nada ni el Leviatán entero,ni exactamente un zapato ni una dentadura postiza.HOY MURIO CARLOS FAZ
Porque un joven ha muertopido que me demuestren, una vez más, el valor de la vida,antes de que este cielo de octubre me haga bajar los ojoshacia una tierra en ruinasy el canto de los pájaros y el canto de los niños se confundanen un mismo lamento en lo alto del coroy las flores de octubre sean los incensarios que me envuelvencon su perfume húmedo y oscuro.Tú y yo lo conocíamos,no tenía el deseo de morir ni la necesidad, ni el deberde morir,era como nosotros o mejor que nosotros:un hombre entre los hombres, alguien que día a día hizolo suyo:reflejar el mundo,amar a la mujer, intimar con el hombre,dar cuerda a su reloj,transfigurar el mundo.Obsérvense sus cuadros;he aquí los espejos que retienen el aire del ausente, su imagen en imágenes,lo que de él permanece despierto en su vigilia absolutade objeto,en su fácil vigilia;allí todo está en orden, en un orden secreto que no irrita,en un orden que asombra: caprichoso y exacto, hostil y vivo,vivo,delicado,luminoso como una sola estrella.CISNES
Miopía de los cisnes cuando vuelan,bien alargado el cuello, bien redondosy como si empuñaran la cabeza.Pero aun así no pierden, ganan otraforma de su belleza indiscutibleestas barcas de lujo de Sigfridobajo cuyas pesadas armadurastomaron el camino de la óperasin perder una sola de sus plumas.La poesía puede estar tranquila:no fueron cisnes, fue su propio cuelloel que torció en un rapto de locuramuy razonable pero intrascendente.Ni la mitología ni el bel cantopueden contra los cisnes ejemplares.ELEGÍA A GABRIELA MISTRAL
Dirán que se ha dormido para siempre, diránque un ala color fuego y otra color cenizael ángel de su voz baja por ellalleno de un Cristo único: impaciente en la espera;que esperezándose de su vida profundanunca bien conciliada como sueño de exiliocon ojos que sus ojos de polvo le cegarontodo lo ve en su Dios que lo ve todo.Y cae allí donde estuvo su pechodesenredado el nudo que la hizo cantar;silencio ahora guarda, feliz, como de niño.Dirán que está en la Gloria.Dirán que está en la Gloria y que se encuentra en ellauna a una sus pérdidas como en un arenaldonde acampara el reino del que fue reina.Su madre se le ofrece nuevamente en la jarraen que le bebe el rostro con el suyo mil años.Se yergue y he ahí los niños que no tuvo;su amor luce en el cielo carne y hueso divinos.Jóvenes de otra edad, fantasmas vivoscallan para que hable y es en Elqui, su vallea un paso de países que le dan alegría.Dirán que es suyo el seno de los suyos.“Son palabras, palabras” creo oírle a la tierraque, como siempre tiene la razón, coge y muelesu presa en un silencio que desvela a las víboras.Palabras, sí. Pero algo suena en ellascomo en un verso mío un verso suyode vivo y cierto y creo y se abre el cielobajo la sombra que le da mi manoNo hay secreto ninguno en el azulque no sea el azul de su secretoy si otro mundo existe el sol lo abrazaría.Enero corre incrédulo, apegado a sus díashombre y buey a la vez, perro salvaje...Y un absurdo solemne se prepara:una misa solemne.No me muevo de aquí, no bajo a la ciudad,viene en su lugar otra que era apenas su sierva.La tierra apoderada del cuerpo de Gabrielabailará al paso lento del cortejo en las callesy el Cristo mendicante que amó como mendigaserá sólo una cruz de una pieza, doradaesplendorosa y fría como treinta monedas.Niñas de blanco, en blanco, demasiado inocentesbostezarán el sol hasta que entre en escenaseguido del ejército su primo, el gran soldado.No me muevo de aquí donde está ella,en su libro, en su voz que le leemostoda una noche de cerrada vigilia.Agua que se bebió vuelve a embriagarnosde una sed, maravilla de las aguas.Compañía nos hace el pan, su hermanoy la sal que aprendieron, poco a poco, sus sienes.Envejecemos con sus criaturasen el desierto que las guarda vivaspara un día feliz no venidero;y muere, ante nosotros, la extranjeraen una soledad que nos ahoga.Cabe en un redondel de luz la Américaque un corazón contuvo en un gesto de amor.La vida innominada no vive en nuestra viday cuando es justa como lo es su palabraparece que las cosas sólo existenpara corroborarla desde lejos.Al sol del Trópico lo alumbra Gabrielala que levanta a signos toda una cordillera;y el maíz tiene ojos que ella mira y la miraninnumerablemente como a madre gigantacomo el verde amarillo de agradecimiento.Mil años esperaron que naciera, sus hijos.Y no ha nacido el día de los días para ellacuerpo sólo es ahora que se encarna en la tierra,ola que pierde espumas de su nombreen la fosa común del mar del fondo.Por mi parte yo nada le deseo,busco su dicha allí donde encontró su dicha;el canto, cuando es bello, cura el dolor que mientay le sobra belleza para el dolor más ancho.Creo verla poner a su desgraciael rostro grave y dulce que espejea en su verbo.Escuchémosla hablar, roto el silenciono atinaremos a llamarla ausente.CEMENTERIO EN PUNTAS ARENAS
Ni aún la muerte pudo igualar a estos hombresque dan su nombre en lápidas distintaso los gritan al viento del sol que se los borra:otro poco de polvo para una nueva ráfaga.Reina aquí, junto al mar que iguala al mármol,entre esta doble fila de obsequiosos cipresesla paz, pero una paz que lucha por trizarse,romper en mil pedazos los pergaminos fúnebrespara asomar la cara de una antigua soberbiay reírse del polvo.Por construirse estaba esta ciudad cuando alzaronsus hijos primogénitos otra ciudad desiertay uno que otro ocuparon, a fondo, su lugarcomo si aún pudieran disputárselo.Cada uno en lo suyo para siempre, esperando,tendidos los manteles, a sus hijos y nietos.
DE ANCIANO A ANCIANA A TRAVÉS DE SUS CELDAS CIRCULARESLeeremos poemas que escribí hace tres años,después de haberte sido presentadopor un desconocido, junto al invernadero,bajo un cielo de agosto manchado por la lluviatácita como el ángel que tú eras.Ya habrá pasado todo ese futuroque sólo fue un instante de tiempo reunidodurante nuestro encuentro, habrá pasadolo que nunca llegará a suceder,eso que, sin embargo, como un eje a sus ruedas nos reúne,fundiendo nuestros viajes paralelos.Leeremos mis versos, leeremos tus cartas de hace siglos,dirigidas a mí que las besaba en una pieza roja de soltero;buscando en ellas algo, una frase invisible que pudo comenzar.¿Por qué, me digo ahora, no fue doble tu mano,por qué callaste sílabas que hubiesen reveladoel revés del amor y sus satélites, negros,en la negrura que ahora nos corona?Pero estábamos tristes: debías regresarcontinuamente al punto de partiday el nuestro era un encuentro de dos seres que huyenpor una misma calle a mediodíafingiendo caminar con lentitud.
LA VEJEZ DE NARCISO
Me miro en el espejo y no veo mi rostro.He desaparecido: el espejo es mi rostro.Me he desaparecido;porque de tanto verme en este espejo rotohe perdido el sentido de mi rostroo, de tanto contarlo, se me ha vuelto infinito,o la nada que en él, como en todas las cosas,se oculta, lo oculta,la nada que está en todo, como el sol en la noche,y soy mi propia ausencia frente a un espejo roto.NATHALIE A SIMPLE VISTA
En lo real como en tu propia casa,el secreto reside en olvidar los sueños;poner así en peligro el sentido de la nocheretirando, uno a uno, los hilos de la urdimbreen que ella trama sus horribles dibujos,como se gasta en el umbral la estela bajo el polvo.Y bienvenidos sean los consejos del cuerpoy las sanas costumbres de la nueva barbarie.Quizá la práctica del yudoo el furibundo asalto a un neumático viejoen rue Manuel, a las seis de la mañanay la dulce y perdida murmuración del ombligoal caer de la tarde; sí, atrévete a decirlo maravillosa.Viene del vientre la voz de paraíso.En lo real como en su propia pulpael desnudo femenino corta el aliento del sueño.Atrévete a decir que no habías mordidosino sólo pequeños frutos ácidos.PIES QUE DEJÉ EN PARÍS
Pies que dejé en París a fuerza de vagarreligiosamente por esas calles sombrías.La ciudad me decía no eres nadaa cada vuelta de sus diez mil esquinas,y yo: eres bella, a media legua, hundiéndomeotro poco en el polvo deletéreo:nieve a manera de retribución,y en la boca un sabor a papas fritas.NUNCA SALÍ DEL HORROROSO CHILE
Nunca salí del horroroso Chilemis viajes que no son imaginariostardíos sí -momentos de un momento-no me desarraigaron del eriazoremoto y presuntuosoNunca salí del habla que el Liceo Alemánme infligió en sus dos patios como en un regimientomordiendo en ella el polvo de un exilio imposibleOtras lenguas me inspiran un sagrado rencor:el miedo de perder con la lengua maternatoda la realidad. Nunca salí de nada.CORTE DE PELO
Te pedí que te cortaras el pelopara que volviera a su suavidad naturalComo todo lo demás lo hiciste a mediasA medias me rompieron la cara en tu nombre,a la vuelta de la esquinay a medias me esperabas, entre tanto, en la casapues partiste enseguida a refugiarte en otra.Y a medias le habías dicho al agresor que me amabas.Pero, eso sí, le diste mi nombre y mi direcciónpues no todo ha de hacerse a mediastuviste la honradez de pensaren un cincuenta por cientoLA DESAPARICIÓN DE ESTE LUCERO
La desaparición de este lucerolo puso ferozmente en evidenciano era Venus la estrella vespertinano era Venus la estrella matutinaEra una lucecilla intermitenteno nacida del cielo ni del mary yo era sólo un náufrago en la tierraNo era siquiera una mujer fatalbella, sí, pero espuma del oleajeun simulacro de la Diosa ausenteNi de pie sobre el mar: en la bañerani espuma: algo de carne, algo de huesoun pajarillo, y eso, de mujerdócil al aire pero desaladoy desolado, pues volar podíatan sólo cuando el viento lo soplabani tuvo el mar por mítico escenarioEn la ciudad más fea de la tierrase hizo humo a la hora de los quiubosEra fulana, y eso, simplementey yo, el imbécil que escribió este libro.LA MANO ARTIFICIAL
Es una mano artificial la que trajopapel y lápiz en el bolso del desahuciadoNo va a escribir Contra la muerte, ni El arte de morir¡felices escrituras! No va a firmar un decretode excepción que lo devuelva a la vida.Mueve su mano ortopédica como un imbécil que jugaracon una piedra o un pedazo de paloy el papel se llena de signos como un hueso de hormigasAPARICIÓN DE LA VIRGEN
(Fragmento)Virgen del NeoprénSeñora del SimulacroBajas del cielo de tus utileríasacompañada de un guerrero antiguoA ver si puedes dividirnos aún másTiendes tu mano sobre los intereses creadosy nos amenazas con un acabo de mundoVirgen de la chacota en la punta del cerrola que se cree el sol y nos quema los ojosReina de todos los apagonesDesprotectora de los desprotegidosFosa común de los buscadosAntiseñora del despojo del P.O.J.H.Virgen señora de las aparecidastú que retomas tu antigua tradicióny te resuelves por angas o por mangasa darte en espectáculoAhora, mamita, contra el apagón culturaly a favor de él están dando tu golpe marianohaciéndote aparecer en la punta del cerroporque así lo asegura el niño ángel a grito pelado¡La Virgen! y de todos los rincones de este país angulosodesde todos los ángulos de este país arrinconadolos de tu equipo nos volamos a la carreraapelotonados hacia ti que estás no derretida en el solnos quemamos los ojos para verte mejory a pocos metros sobre el nivel del cerrocomo un pez centelleante que allí desovacomo un platillo volador y dentro de éltal como cualquiera puede verte en el Templo de Maipútu nave espacialcon tu corona de perlasy tu moreno color de manolasentada a la mesa de comando, haciéndola girarhacia el que sube el platillo por el chorromirándolo con láser a los ojosfulmínalo si lo que hace es un blufporque (ahora sí) las condiciones están dadaso nunca, para tu aterrizaje, inclusoun comunicador de primera se negó a que su mediodesmintiera tu aparición“Con la Virgen -dijo- nunca se sabe”Hablando en cualquier lengua abre, madre, la bocay dinos lo que quieras por lo que más quierasel niño ángel –tu perico- es el César de Santisde este festival de la emociónLlegaremos por cientos, por milesa columpiarnos en ti al pie del cerroasí lo dicen tus titulares, tus emisiones radialesy los polaroides que te disparancuando el Ángel lo ordenala nube luminosa en el ojo de nuestras cámarasHAY SÓLO DOS PAÍSES
Hay sólo dos países: el de los sanos y el de los enfermosPor un tiempo se puede gozar de doble nacionalidadpero, a la larga, eso no tiene sentidoDuele separarse, poco a poco, de los sanosa quienes seguiremos unidos hasta la muerteseparadamente unidosCon los enfermos cabe una creciente complicidadque en nada se parece a la amistad o el amor(esas mitologías que dan sus últimos frutosa unos pasos del hacha)Empezamos a enviar y recibir mensajesde nuestros verdaderos conciudadanosuna palabra de alientoun folleto sobre el cáncerNADIE ESCRIBE DESDE EL MÁS ALLÁ
Nadie escribe desde el más alláLas memorias de ultratumba son apócrifasEn la casa de la muerte sólo se encuentranagonizantes lectoresalgunos vivos que curiosean allí, pero no muertosAunque el libro tibetano de los muertos digaque se dirige a ellosno hay lectores en el más allá, muertos queno guarden las formas y la gravedad de la nocheSólo se recuerdan aparicionesfantasmas, más bien fantasíasenfermedades de la memoriaEsos señores, en lugar de hablarresponden a la desesperación de preguntasmediúmnicas sin interésPeor aún, suspenden mesas de tres pataspara probar que existenComo invisibles pionetasbajan un piano del quinto al cuarto pisoQuiero saber qué son los muertos, si sonNo lo que hacen ni lo que dicen de otrosno las pruebas de su existencia, si existenANIMITA DE ÉXITO
Me he convertido en una animita de éxitoentre los camioneros y sus familiasUna casita de la muerte iluminada a velaPiadosamente; a diario con flores fresas a sus piesMe he convertido en un actor que va a morirpero de verdad, en el último actoen un afamado equilibrista sin red que bailanoche a noche sobre la cuerda flojaEl teléfono suena constantemente en mi camarínNo me pueden llamar para derogar mi aparición en escenalo hacen solo para pedirme que les reserve entradasaunque sea para el tercer actoTinguirinea gente cercana a mi corazón ahora vacíopero no indiferente,y gente que estuvo a miles de kilómetros de élestos últimos para reconciliarse con Jesús, su paralíticoa pito de mí para obtener la absolución en el último momentoPar delicatesse voy a perder con lo que me queda de vidala alegría de morir, recibiendo a esos jetonesLa muerte es un éxito de públicoBasta con doce personasno quiero a nadie más en la platea
Enrique Lihn (Santiago, Chile, 1929-1988). Poeta, novelista y ensayista. Realizó sus estudios básicos en el Saint George College, posteriormente en el Colegio Alemán y en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Miembro de la generación del 50, inició muy joven la carrera literaria, incursionando no sólo en poesía sino también en el campo de la novela, el ensayo y la crítica. Fue profesor del Departamento Humanístico de la Universidad de Chile y en 1965 viajó a Paris mediante una beca de museología de la Unesco. Posteriormente vivió en Cuba y EE.UU., gracias a la beca Guggenheim obtenida en 1978. Su obra poética consta de numerosas publicaciones, entre las que se destacan: Nada se Escurre en 1949, Poemas de este tiempo y de otro en 1955, Poesía de paso en 1966, Situación Irregular en 1977, A partir de Manhattan en 1979, El Paseo Ahumada en 1983 y Diario de la muerte en 1989. De los galardones obtenidos sobresalen el Premio Municipal de Poesía 1970 por su obra La musiquilla de las pobres esferas y el Premio Casa de las Américas de Cuba por su obra Poesía de paso en 1966. Nota del autor del blog: La fotografía del poeta Enrique Lihn que aparece en esta muestra fue tomada del blog dedicado a la obra del poeta: http://poetaenriquelihn.blogspot.com/Labels: Poetry