Thursday, February 28, 2013

Amelia Biagioni 
- Pasos entre los bosques del silencio o una fuga por el lenguaje incansable




Por Cecilia Ortiz

 “estoy alegre- apenas-/ jugando a muerte con mi futura identidad” escribió Biagioni en su último libro, Región de fugas, de 1995.


Nació en Gálvez, Santa Fe en 1916 y partió hacia el mundo de la palabra eterna, en el 2000 desde Buenos Aires. Su obra comprende  seis libros de poesía: Sonata de soledad, 1954; La llave, 1957; El humo, 1967; Las cacerías, 1976; Estaciones de van Gogh, 1984 y Región de fugas, 1995.
Entre el primer libro y el último transcurren 40 años. Hay dos grandes momentos en su producción, sus tres primeros libros y los tres siguientes. Entre los dos momentos hay una marcada transfiguración estética y relaciones atrayentes entre escritura y subjetividad.
Biagioni inicia tardíamente su producción poética, luego de los treinta años, esta elección corre en paralelo a una obra no especialmente prolífica, centrada en cincelar la palabra, ajustarla como un guante a sus textos.
Recorre un exilio, exterior e interior. Recibe la Faja de Honor de la SADE, luego de la publicación  de Sonata de soledad (1954), lo que le otorga un lugar dentro del mundo literario porteño.
Sin embargo, por su enfrentamiento con el peronismo, pierde sus cátedras en la Universidad y se traslada a Buenos Aires, animada por el apoyo de Jorge Luis Borges y Mujica Láinez, entre otros escritores amigos. Allí verán la luz sus siguientes publicaciones.
La referencia anterior al exilio en la poética de Biagioni, ligada de alguna manera a la de Pizarnik- con la que mantiene correspondencia- se manifiesta en el fondo, aunque no en la forma, en la primera etapa de su obra.. Esta de filiación neorromántica e identificada con los poetas de la generación del 40 incluye, aparte de los dos primeros libros citados, los poemas no publicados y reunidos en la edición de Adriana Hidalgo (Poesía completa, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2009) y publicados inicialmente bajo el seudónimo de Ana María del Pinar.
La afinidad con Pizarnik de base epistolar y personal entre ambas poetas se puede rastrear en el ahondamiento de la angustia de un Yo lírico que se contempla a distancia desde el testimonio de la escritura.
En forma significativa, tal como reconoce en una carta Tomás Eloy Martínez, la persistencia de Biagioni en sostener la versificación clásica y las estructuras rimadas, frente a las críticas por su (supuesta) “falta de audacia”, la mantiene alejada de las “contaminaciones de falsos ismos”.

Judas

Mi beso interminable lo atraviesa.
Rojos, atroces, imperecederos
martillos dan, y dan ,y dan certeros.
Hace ya veinte siglos que no cesa

esta Crucifixión. Son mis primeros
desesperados siglos. Y no cesa
su venta de sonar en mi cabeza
con los treinta diabólicos dineros.

Renazco de mi ahorcada sombra, y sigo
traicionando sin fin, sin fin sintiendo
mi precio de la Sangre entre los dientes.

Y las monedas siempre y los crecientes
martillos. Y la Sangre, repitiendo
siempre: ¿“Me entregas con un beso, amigo?



Este poema, más allá de su motivo concreto que lo diferencia de otros publicados por la misma época, da cuenta de la orientación de los ejes de la tensión lírica: es una escritura del ser vuelto hacia su interioridad, con la carga de culpa originaria, trocada al cabo de los siglos por la herencia de la estirpe humana en soledad y abandono
Otros poemas de la época exploran las cavernas de la angustia anticipada del futuro
des-tierro de la pequeña patria, como los primeros versos de Mi patria, la de los trigales (Rosario, 1948)

Ya las niñas de mis ojos
son pura lumbre trigal
mi lirismo es trigo alado
que mana harina lunar


La segunda etapa de la poética de Amelia Biagioni va a ir abandonando las certezas que encierra esta serie de poemas, que se cierra con La llave (1954); es decir, la certidumbre de una vía única para una creencia ortodoxa en lo divino, junto a una geografía lírica afincada en el detalle moroso de paisajes y lugares, o en los topoi de la retórica del amor perdido en los recodos del laberinto del tiempo.

Color de mayo en Gálvez ( fragmento)

Pasa que esta ciudad, brote genuino
del terrón que graneara cada abuelo
fundador, rodrigado por el celo
de quienes van alzando su destino:

esta ciudad, ceñida de cereales
en la que junto al sueño campesino
van brotando los sueños industriales;

Ana María del Pinar (Buenos Aires, 1947)


La segunda etapa de su poética, iniciada con El humo (1967), y con un hito central en el poemario Las cacerías (1976), marca una profunda ruptura con estas certezas. Y correlativamente, la poesía se libera en su canto y supera las ataduras formales y el verso medido. Esta ruptura en la forma, lejos de implicar adhesiones a algunos de los “ismos” de la poética de los años ‘50 y ‘60 en el país – la poesía concreta, por ejemplo, o el imaginismo-, surge en Biagioni como reflejo de un hondo cambio en la actitud existencial; y a la vez, es notoria una ampliación de la concepción religiosa personal a otras lecturas del libro del ser y del cosmos, en particular, al  budismo. En esta etapa, ya la naturaleza pierde su sentido de refugio (“la certeza de que el mundo era un nido”) y la poesía concebida como “tenebrosa, fulgurante, impía”, se vuelve un rayo en la tiniebla. El lenguaje poético, zona de sombra, se constituye un camino a la plenitud del propio vacío.
El Yo remeda las imágenes multiplicadas de un Yo aterido, reflejada en un espejo quebrado. Y la metamorfosis comienza a intuirse, oscuramente, como un camino del ser para refutar a la muerte del cuerpo. Así se lee en este fragmento de La escuchante

Mi oído te comulga día y noche,
como nadie,
más que ese hombre innumerable,
creciente,
que en los lugares
donde el sol lo engendra,
para oírse te escucha
y seguirá escuchándote
hasta que yo haya sido setenta veces
hierba.


En muchos de estos poemas, la anáfora toma el lugar de la metáfora, y se suceden aliteraciones en verso corto, en ocasiones para cerrar algunos poemas. Biagioni recurre asimismo a elisiones, puntuaciones y rupturas de la concordancia, que recuerdan a Alejandra Pizarnik, sin dejar de ser por ello su tono personalísimo e inconfundible.

Acerca del poemario Las cacerías  

Gestalt

De mi boca brota el bramido de los soles.
Orión recién despedazado
sopla el cuerno de caza
                            halalí
que reverbera en astronaves y galaxias,
en flecha en selva y en turbina
con ansia blanca y negra
las estirpes
                       del polvo al ángel
devorándose comulgándose
persiguen  la persecución
                        halcón azor amor neblí radar
para alcanzarme límpidos a Mí
que soy el Cazador



De mi boca brota el bramido de los soles, es el primer verso del poema, hay una relación particular entre el sonido y la luz (ruido y color). El verso trabaja de una manera especial el sonido boca- brota- bramido, paranomasia o aliteración que abre al límite de las palabras el significado y significante y consolida una imagen poética.
Cristina Piña, a propósito de este poema dice:
“Gestalt es, sin duda el más importante, pues plantea, simultáneamente y en 14 versos la concepción del universo como una cacería que compromete todas la instancias del ser, la concreta dimensión astronómica del universo y tanto el sentido final como la naturaleza de esa mecánica de decoración. Tal magnitud semántica, además, está reforzada por la persona poética que pronuncia el poema y que se revela como Dios- el Cazador- en la última línea.”

El primer verso parece advertirnos la operación que tendrá lugar en el poema.
De mi boca anuncia la presencia del yo poético, pero esa presencia parece evaporarse al llegar al segundo
Orión recién despedazado, es la imagen que da comienzo a la cacería
La cacería del Yo


Gestalt introduce la primera parte del libro: el sujeto aún no puede ser establecido, antecede a la aparición de La Hormiga, El tigre y la Rana.
Descoloca al lector, lo obliga a transitar por un texto que desconoce el modelo o camino recorrido por el sujeto poético y entremezcla voces.
La escritura opera aquí como marco de reflexión histórica y antropológico-cultural, constituye un acontecimiento complejo.

La Rana escribe, es coherente con su destino. No hay principio, tampoco muerte.

En los soles culebras grullas sollos
no me aguarda lo negro:
la muerte no es muerte
es un salto cromático
en la infinita metamorfosis

Sigue un ritmo diferente, desconcertante.

pronostico en la copa de Noé
hu-me-dad en         au-men-to
po-si-bles  cha-     pa-rro-nes         

 un juego de espacialización en el juego de separar sílabas. Y la Rana continúa 

y le tramito un puerto
sobre los montes de Ararat


El uso del lenguaje poético anuncia su poder de transformarse.; “preferí quedarme germen/ donde los Monstruos y otros pueden ser”;“la verdad original/ aprendida en el barro”

Tigre

En la curva del salto
rujo.

               Vil cazador
               Aún no ha nacido el rey
               que ha de contar mis manchas.

Yo estoy
dentro del bosque
dentro del tiempo.

Y él
afuera
temiéndome
sentado sobre mi piel.






En la última estrofa comprendemos el carácter genérico de la voz. Estamos en el universo de la cacería, una región sin límites. un yo genérico que es la voz de muchos.
La hormiga es todas la hormigas, “con filas guerrillas y diásporas; mi fila agobiada predice; mi fila aliviada anuncia”
Es igual en el Tigre y en la Rana. No hay una voz única, sino una plural, creadora, según una ley: la de la cacería
La recurrencia del gran motivo de este libro: la cacería, la persecución de la presa, con un ritmo que se acelera hasta el vértigo.

Fragmento del poema Concéntricos

Ardiendo frío circula en su curva idea
sin pausa el cazador plural
el invisible
-a quien tu nuca en todo sitio ve-
condenado a  la esperanza y al éxtasis
de matar

Lleva en el ojo un cazador que acecha
y este en el ojo un cazador que acecha
y este en el ojo un cazador que acecha
y así hasta las tinieblas.


Cazadores, presas, bosques, persecución y muerte configuran espacio, tiempo, ritmo, voz, sin límites o regenerados en nuevos límites.

Aviso

A mediodía
mi mano se enciende y escribe:
     Debes huir
     te buscan
     te están juzgando de perfil.
                   No siento culpa.
     Te cazarán porque no sientes culpa.

Desconecto
lío elementos vertiginosos
suelto mi torre y bajo a la ciudad.

.

Escribía Susana Thénon en una carta a Biagioni: “No sé cómo es que en un poema cabe el universo. Pero sé que es así, y en muchos de los tuyos eso ocurre y para siempre”

Amelia Biagioni, al igual que su poesía, ha sido tal vez como lo dice ella misma:
“Solo sé  que estoy viva/ y la vida no quema”

Biagioni como testigo de la condición humana

Decir


Cuando recibo una palabra inesperada la retengo y vigilo sus diferentes porvenires hasta que alguno e ellos de pronto se recuerda se incorpora y no hay palabra ya sino un gran viento que me empuña.

León


No importa si la pálida mujer que en su torre escribe amontona palabras tibias.

Cuando duerme de un rojo salto la arrebato y enciendo la llevo a su selva le infundo mi dinastía y la obligo a reinar, a avanzar segura y espléndida a apresar bravamente las palabras amantes o guerreras y a desdeñar las otras.

Calle

Señor del fiat
sálveme
soy culpable pero inocente.
Me persiguen fusiles
porque amé demasiado por un lado
y nada por el otro.
Lléveme a una embajada
por el mayor favor.
                          ¿De qué color?
Una embajada blanca.
                          ¿No le gusta una negra?



Luego de leer en profundidad parte de la obra  de Amelia, en especial el poemario Las cacerías, y haber sentido en medio de un tumulto de voces, imágenes, colores, que era presa , que era cazadora, que tenía delante de mis ojos la expresión de Biagioni en su totalidad, siento que transité el camino elegido por la poeta para que no callen las voces, nuestras voces o tal vez para que no estalle su voz, mi voz, todas las voces.  


Cecilia Ortiz - Para CEP (Centro de Estudios Poéticos ALETHEIA)

Marzo de 2011

Wednesday, February 20, 2013

 Rafael Courtoisie: "La poesía alimenta y deslumbra"

 Literatura Declaraciones del escritor uruguayo Rafael Courtoisie, merecedor del Premio Honorífico de Poesía José Lezama Lima en la edición 54 del certamen literario más antiguo de su tipo en el continente, por su libro Tiranos temblad

Sobre el texto ganador, sus impresiones sobre el Premio y su doble condición de jurado y laureado, dialogó vía email con La Ventana: “La poesía se comparte y se goza en la boca y en el resto del cuerpo, incluyendo la parte invisible del dolor y la parte invisible del amor, incluyendo el silencio y sus gritos y la música muda del tejido muscular”.

¿Cómo fue y cuánto te tomó el proceso de escritura de Tiranos temblad?

―El libro es una suerte de antología compuesta por cuatro libros muy diferentes pero que poseen una relación de diálogo y unidad. Me tomó tiempo, varios años, como siempre toma la poesía, pero se trata de un tiempo que luego se vuelve materia escrita y se multiplica y avanza, la eternidad, para el verso, es un momento. Y lo contrario también es cierto.

»El proceso de escritura fue, en cada una de sus partes, una aventura con la palabra y con el gesto del lenguaje cuando se pliega y se expande, cuando uno trata de subirse a su intensidad, a su energía y misterio. Ninguna escritura es ingenua, al menos no lo es si tiene una intención de ser arte. Pero tampoco es un proceso frío, meramente intelectual, en la escritura y composición literaria siempre hay pathos, pasión, uno busca la raíz, el venero de la vida al escribir... a veces se encuentra y es profundo y fresco».

¿Qué intereses u objetivos perseguías con él?

―Creo en verdad que la poesía es un modo de vivir, y un libro y su composición un medio para que esa vida entre en relación con los demás, para que comunique y transforme, para que ahonde su humanidad en los otros...

¿Cómo se conecta, cómo dialoga con tu obra anterior y con tu compromiso permanente hacia la vida?

―Casi todos son poemas en prosa, textos que dialogan con Lezama Lima, que tutela sin intervenir buena parte del libro, pero también con esa bella oscuridad que son los textos de Juan Carlos Onetti, o de Monterroso, o de Vallejo. Hay intertextualidad e intratextualidad. Si pienso en mi narrativa, creo que este libro de poesía establece un diálogo con lo que el narrador quiso alguna vez decir, pero logra ese decir de otro modo, por una vía que trata de ser racional y mágica a la vez.

¿Cuál fue tu reacción al saber que habías ganado?

―El premio resulta imperecedero en mí. Entre otras cosas, porque el nombre de Lezama Lima está en la médula de mucho de lo que creo es poesía. Lezama dice, en un texto inolvidable: “De la contradicción de las contradicciones/ la contradicción de la poesía/ obtener con un poco de humo/ la respuesta resistente de la piedra”. Esa contradicción implica una dialéctica, un proceso orgánico, vital, y de esa contradicción que postula Lezama se produce la respuesta resistente de la piedra, la conversión del lenguaje en una dureza humana y flexible, ojalá que también perdurable y nutricia para otros...

Jurado y galardonado

―Son dos instancias diferentes pero que ayudan a comprender en simultáneo ambas caras de la moneda o, tal vez, las infinitas caras, como en el “Aleph” de Jorge Luis Borges. Ser jurado es un trabajo creativo, estético, de lector, un trabajo privilegiado pero de constante alerta y atención. Ser galardonado es una magia, tiene algo de milagro pero es un milagro terrestre, y por lo tanto disfrutable. Ser jurado es como cultivar el mamey, como cuidarlo... cuando uno es galardonado degusta, paladea, disfruta del sabor del mamey. La poesía es una fruta rara pero cotidiana. La poesía alimenta y deslumbra. La poesía se comparte y se goza en la boca y en el resto del cuerpo, incluyendo la parte invisible del dolor y la parte invisible del amor, incluyendo el silencio y sus gritos y la música muda del tejido muscular.

Cobertura a la edición 54 del Premio Casa de las Américas en La Ventana:















































Tomado de La Ventana

Tuesday, February 19, 2013




EN EL CORAZÓN DE LA OSCURIDAD


Soñé queriendo no soñar
estando ausente
del sueño,
pero tomé la ruta
equivocada, y me perdí
en la llanura más extensa
que haya devorado
a un hombre.


Daniel Montoly © 


A una mujer de Barcelona


Hundí la tecla, y apareció la sorpresa
ante mis ojos.
Luego ambos entramos
en la meditación del fuego
abocados a destruirnos.
Y fue verano
en la fugacidad de los valores,
ella adquirió
la porción que yo le di para que existiera.
Entonces se hizo carne, bocado
para mis deseos,
y todo cuanto nos rodeó
vino a ser parte de la sombra.


Daniel Montoly ©


LA VÍSPERA DE LOS MURCIÉLAGOS


Me visto
para verme en la noche
cuando los gatos cruzan entre mis piernas
con sus rabos eléctricos encendidos
para profetizar lloviznas de medianoche,
cuando los murciélagos,
que se ocultaban en los sótanos de la duda
salen, para festejar conmigo,
por la plenitud dionisíaca del eclipse
de la luna llena;/ y yo,/
celebro desnudo el viejo rito
de vestirme para ellos./


Daniel Montoly © 


CONFESIÓN EN PRIMERA PERSONA


Me alimento con las uñas
pues vivir de las palabras
cuesta muy caro.
He tenido que seguir
o aguardar algunas veces
hasta que alguien se apresure
a echarlas en la basura.
No valen excusas improductivas;
decir que eres poeta
no te inmuniza
contra la miseria.


Daniel Montoly © 


APOLOGÍA DE UN FALSANTE


Out of the thousands/ who are known/
as poets, maybe one or two/ are genuine/ and rest are fakes…
I am one of the fakes, and this is my story.
-Leonard Cohen-


Después de encerrarme con las líneas
recojo las palabras que me sobran
las pongo en una bolsa
salgo de viaje a tierras de bárbaros
cuando me encuentro con un mercader
las saco al sol, y se las vendo
como pepitas de oro.


Daniel Montoly © 


El naufragio de la risa

Echada sobre la superficie de la piedra de cuarzo
la misteriosa línea de caracoles, predice
lo que a los meteorólogos
les resulta imposible: será un año de sequía.
Los vientos del sur
arrastrarán consigo cenizas rojas
de las viejas épocas, cuando el horadar en la tierra
era desenterrar lágrimas y huesos
porque la superficie
te robaba las yemas de los dedos.
Pero el viejo chamán dice, que la ira
de la tierra aplacará después de la segunda luna,
que el pájaro de la muerte
volará con rumbo a los bosques del norte
en donde la risa naufragará en sangre
ante los ojos asustados
de los cazadores.


Daniel Montoly ©



Daniel Montoly (Montecristi, República Dominicana, 1968) estudiante de la carrera de derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Fue finalista en el concurso de poesía Latin Poets for Humanity, ganador del concurso de poesía de la revista Niedenrgasse y del "Editor's Choice Award" de The Internacional Poets Society. Ha publicado en el Primer Volumen de Colección Sensibilidades (España, Alternativa Editorial), Maestros desconocidos de la poesía contemporánea hispanoamericana (USA, Ediciones El Salvaje Refinado), Antología de jóvenes poetas latinoamericanos (Uruguay, Abrace Editores) y en Jóvenes poetas cantan a la paz (Sydney, Australia, Casa Latinoamericana). El Verbo Decenrrejado (Apostrophes Ediciones, Santiago de Chile) Antología de Nueva Poesía Hispanoamericana (Editorial Lord Byron, Lima, Perú) y en la antología norteamericana: A Generation Defining Itself- In Our Onw Words (AMW Enterprises, North Carolina). Algunos de sus poemas han sido traducidos al portugués, inglés y alemán. Colabora activamente con diversas publicaciones literarias y dirige el blog El Wrong Side, dedicado a la difusión de la literatura hispanoamericana.
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