Sunday, September 30, 2007

Derek Walcott

A lo largo de su carrera Walcott ha delineado los enigmas, paradojas y dilemas del artista antillano que trata de asumir la carga de la herencia colonial —y a la vez de apartarla


por Edward Hirsh

"Hay una fuerza exultante, una celebración de la buena fortuna, cuando un escritor se reconoce como testigo del amanecer de una cultura que se está dibujando a sí misma rama por rama, hoja por hoja, en esa alborada de autodefinición," dijo Derek Walcott en la conferencia que ofreció con motivo del Premio Nobel 1992. Esa fuerza exultante y esa celebración de la buena fortuna, junto con un sentido de la bendición y de la responsabilidad, un continuo esfuerzo de memoria y excavación, y un "atemorizante deber" para con "una lengua fresca y un pueblo fresco", han definido el proyecto de Walcott a lo largo de las últimas cuatro décadas y media.

Walcott ha sido siempre un poeta de grandes recursos verbales y habilidades, enfrascado en una compleja batalla por hacer visible su nativa cultura caribeña: el Nuevo Mundo; no el Edén sino el sucesor del Edén, un lugar políglota, un archipiélago decidido a sobrevivir —un mundo que él llama "un fermento sin historia, como el paraíso... un paraíso para escritores."

Derek Walcott es el mayor poeta y autor dramático anglófono que las Indias Occidentales hayan producido. Su Collected poems (1986) resulta en sí mismo un logro descomunal que reúne los textos de diez libros previos, escritos entre 1948 y 1984. Va desde su primera plaqueta, de edición privada, 25 Poems, hasta su secuencia lowelliana, Midsummer. Incluye trabajos tempranos del libro que constituyó un parteaguas en su obra, In a green night: Poems 1948-1960; poemas de su etapa intermedia tomados de The castaway, The gulf, y de su gran poema autobiográfico Another life (que es su Retrato del artista adolescente); y trabajos posteriores de Sea grapes, The star-apple kingdom, y The fortunate traveller.

Después de la aparición de Collected poems, Walcott ha publicado The Arkansas testament (1987) y Omeros (1990). Este último libro es una recapitulación de La Odisea que hace paralelos entre la experiencia griega y la antillana y representa hasta ahora la piedra de toque de su poesía. Los temas de los poemas de Walcott reciben un eco y un contrapunto en la acción ritual y el lenguaje coloquial de sus mayores obras dramáticas, desde Dream on monkey mountain, Remembrance y Pantomime, hasta Beef, No chicken, The last carnival y A branch of the Blue Nile. Al leer la obra completa de Walcott uno está siempre consciente del compromiso que mantiene con un pueblo y un territorio.

Walcott ha buscado en numerosas ocasiones dar voz a las caletas y playas, colinas, promontorios y valles de su tierra natal. Santa Lucía, su lugar de nacimiento, es una de las cuatro islas Windward del Caribe oriental, un pequeño y escarpado territorio que da hacia el océano Atlántico de un lado y del otro hacia el Caribe.

El mar —o lo que él ha llamado "el teatro del mar"— es una presencia inescapable en su obra y tiene una incidencia directa en su sentirse isleño, un poeta de un mundo nuevo flotante rodeado por el agua. "El mar fue mi privilegio / Y un pueblo fresco", escribe en Omeros, donde también define al mar como "un poema épico donde cada línea fue borrada / pero vuelve a escribirse en páginas de rompientes que explotan". Al mismo tiempo, Walcott ha sido un resuelto abogado de la literatura y la cultura pancaribeña, y considera que cada isla es una pieza integral de una unidad histórica mayor.

Se define a sí mismo como parte de una constelación de escritores —entre ellos, St.John Perse, Aimé Césaire y C. L. R. James— que han creado una literatura en muchas lenguas distintas, y pertenece a una generación que ha descrito con frecuencia su excitación y la posesión creativa que experimentan al escribir acerca de un lugar por vez primera, y definen su papel en términos de lo que Alejo Carpentier llama "la tarea adánica de darle a cada cosa su nombre".

Walcott irradia alegría en los nombres y los verbos, en el sazón del habla coloquial, en los sabores salados, marítimos de las palabras mismas. Posee uno de los más finos vehículos expresivos desde Hart Crane o Dylan Thomas.

Es como si el agua de mar hubiera saturado las vocales y consonantes de su vocabulario. ("Cuando escribo / Este poema, cada frase va empapada en sal", declara Shabine, el marinero poeta, en "The Schooner flight".) Éste es el principio de una de sus canciones tempranas, "A seachantey":

Anguila, Adina
Antigua, Canelas,
Andreuille, todas las eles
Voyelles, de las líquidas Antillas...

Hay algo de plegaria terrenal en la manera en que Walcott se goza en los sonidos y saborea las letras, da vuelta a las palabras y se detiene en los nombres. Un sentido sagrado de la vocación impele a su alta elocuencia y su poderoso compromiso a articular su tierra patria, su reino, llamándolo "la letanía de las islas, / El rosario de archipiélagos" y "el amén de las aguas calmas". Como lo afirma en Another life,

La Iglesia protegía la Palabra, pero esta nueva Palabra
estaba ahí, al alcance
de mi mano,
en el territorio profundo encontró al hombre natural
generoso, enraizado.

Para sus obras tempranas, Walcott se inspiró en un profundo sentido del privilegio y la oportunidad, tenía la sensación fundamental de que hablaba no sólo de su propia experiencia, sino de todo lo que lo rodeaba, y de esta manera nombraba un mundo hasta entonces indefinido: "Hace cuarenta años, en mi infancia isleña, sentí que / el don de la poesía me había convertido en uno de los elegidos, / que toda experiencia era combustible para el fuego de la Musa" ("Midsummer").

Walcott siempre ha gustado de escribir "empapado en sal", probando la riqueza de sus impulsos lingüísticos contra las simples claridades del mundo natural, en busca de un estilo arenoso, transparente "crujiente como la arena, claro como la luz solar / Frío como la curva ola, común / como un vaso de agua de las islas" ("Islands").

Creció hablando inglés, dialecto inglés y francés, pero desde sus trabajos tempranos prácticamente bifurcó ambas lenguas, explorando los recursos del inglés en sus poemas y las posibilidades de los dialectos en sus obras teatrales. En trabajos dramáticos tan innovadores como The sea at dauphin, Ti Jean and his brothers y Malcochon, Walcott utilizó un lenguaje influido por el creole, que sigue siendo un territorio inexplorado en la literatura de las Indias Occidentales, y se volcó hacia el exterior para dar cuenta del paisaje y la vida de los pescadores y guardabosques nativos.

El lenguaje de su niñez burbujea hacia la superficie en su libro autobiográfico Another life, que sitúa su infancia y juventud en Sta. Lucía y cuenta cómo se desarrolló la mente del poeta, cómo "se enamoró del arte, / y la vida comenzó".

Hay otro momento significativo en Sea grapes, donde mezcla sus múltiples herencias lingüísticas en los poemas. Resulta significativo que Sea grapes sea el primer libro de su producción que contiene un gran número de poemas que hablan de su alejamiento de las Indias Occidentales. El momento tiene lugar en "Sainte Lucie", una canción nostálgica en la que el narrador exclama de repente "Vuelve a mí, / lengua mía," y regresa al dilecto francés de su infancia: "C’est là moi sorti," dice, "is there that I born".

Desde entonces, Walcott ha llevado el dialecto a su poesía con frecuencia. Se ha llamado a sí mismo "un mulato del estilo" (frase tomada de Senghor) y ha explorado los distintos registros del habla en una serie de monólogos dramáticos, así como en su poema épico Omeros. De ese modo ha otorgado un lugar en sus poemas a las distintas lenguas en pugna —culturas en pugna— que contienden en su interior. La figura odiseica de Shabine sin lugar a dudas habla por su creador cuando utiliza el demótico y convierte el lenguaje del desprecio colonial en fuente de orgullo:

Soy sólo un negro al que le gusta el mar,
Tuve una sólida educación colonial,
Llevo en mí holandés, negro e inglés,
Y soy o bien nadie, o bien un país entero...

Una manera de ver la obra de Walcott es como una enérgica batalla por reconciliar una herencia dividida. El pacto que realiza con la isla, su primer compromiso, el de describir el mundo que lo rodea, se balancea mediante un sentido de autodivisión y extrañamiento. Walcott creció como un "niño dividido": era metodista en un lugar abrumadoramente católico, era un artista en desarrollo salido de la clase media, con una ascendencia africana, inglesa y holandesa mezclada, que llegó a la mayoría de edad en un mundo mayoritariamente negro, un remanso de pobreza.

Mucha de la tensión dramática en sus poemas viene del vacío que siempre ha tenido que atravesar para describir a la gente con la que ha compartido la vida en una isla. Al mismo tiempo, su "sólida educación colonial" iba acompañada de la triste conciencia de que "el sueño de la razón / ya produjo su monstruo / un prodigio de edad y color incorrecto."

En cierto sentido, el verdadero trabajo de Walcott comenzó con su compromiso dual hacia la tradición literaria inglesa, por un lado, y por el otro, hacia el país intocado que buscaba recrear en su escritura. Desde el principio se enfrentó con el precoz fardo de sus decisiones, dividido entre la mímica y la originalidad, entre el Viejo y el Nuevo Mundo.

Walcott se ha descrito a los diecinueve años como "un poeta gozoso y exuberante locamente enamorado del inglés", y afirma verse a sí mismo como "una legítima prolongación de la poderosa línea de Marlowe y Milton". Al no contar con una tradición literaria caribeña suficientemente vital para abrevar en ella, Walcott se dirige hacia los metafísicos ingleses y hacia poetas como T. S. Eliot y W. H. Auden, y los toma como modelos. Poseía tal don de asimilación que para la aparición de su primer poemario, In a green night, Robert Graves escribió: "Derek Walcott maneja el inglés con un entendimiento más cercano de su magia íntima, que la mayoría (si no es que todos) de sus contemporáneos nacidos anglófonos."

Sin embargo, algo del precio de la influencia inglesa de Walcott se refleja en las angustiosas preguntas que concluyen su más célebre poema temprano, "A far cry from Africa":

Yo, que estoy envenenado con la sangre de ambos,
¿Hacia dónde debo volverme, dividido hasta las venas?
Yo que he maldecido
Al oficial borracho de la ley inglesa, ¿cómo elegir
Entre esta África y la lengua inglesa que amo?
¿Traicionarlas a ambas, o rechazar lo que ofrecen?
¿Cómo presenciar esa carnicería y quedarme tranquilo?
¿Cómo volverle la espalda a África y vivir?

A lo largo de su carrera, de manera implícita, Walcott ha dado respuesta a esas preguntas afiliándose progresivamente a la línea de los poetas del Nuevo Mundo, junto con escritores americanos que se declaran en favor de un sincretismo de culturas y una estética del Nuevo Mundo. "Como mestizo que soy, algo en mí se sobresalta cuando veo la palabra ‘Ashanti’, y con ‘Warwickshire’ me sucede lo mismo", ha dicho Walcott, "ambas, cada una por su lado, están muy cerca de las raíces de mis abuelos, ambas bautizan a este bastardo, ni orgulloso ni avergonzado, a este nativo de las Indias Occidentales".

La tarea para el artista antillano híbrido es fusionar los diversos fragmentos, pegar los añicos africanos, asiáticos, europeos y formar un nuevo todo que se goce en el fermento y la babel, glorificando la marquetería de la cultura de las Indias Occidentales.

En ocasiones, en la obra de Walcott irrumpe la cólera —una invectiva—, la rabia contra el racismo: contra los que han etiquetado al poeta como no suficientemente blanco o negro ("El primero encadenó mis manos y se disculpó con la ‘Historia’", dice Shabine, "El siguiente dijo que yo no era suficientemente negro para su orgullo"); contra los que siguen viendo a los caribeños como un pueblo ilegítimo y sin raíces ("Aquí no hay un pueblo", escribió el panfletista Froude, "en el auténtico sentido de la palabra"); contra el legado de esclavismo y colonialismo y "la herida incurable / de la pobreza"; contra una clase media venal "que quiere un arte nuevo / mientras sus artistas mueren a la vieja usanza"; contra los "ministros de cultura, ministros de desarrollo" que vendieron la idea de una federación y han estado más que dispuestos a prostituir la cultura antillana ("Adán tuvo una idea. / Él y la serpiente compartirían / la pérdida del Edén a cambio de una ganancia. / Así que ambos crearon el Nuevo Mundo. Y la cosa iba muy bien"). Shabine expresa esta rabia abrumadora cuando advierte:

...más vale que todos ustedes teman el día en que me cure
de ser humano. Su suerte va’star en mis manos,
ministros, hombres de negocios, Shabine los va a agarrar, amigo
Dispersaré sus vidas como un puñado de arena,
¡Yo que no tengo más arma que la poesía y
las lanzas de las palmas y el escudo deslumbrante del mar!

Al enfrentarse con esa furia devoradora, con esa amarga alienación, con frecuencia el poeta ha vuelto su mirada hacia los esplendores de "un mundo virginal, sin pintura" que brilla más allá de los reclamos de la historia o la política; y tiene siempre presente su permanente compromiso. Cuando Shabine ancla en la bahía de Castries en Santa Lucía, puede decir con callado orgullo:

He mantenido mi
promesa, dejarles lo único que poseo,
a ustedes que son mi amor primero: mi poesía.
La tarea adánica es finalmente curativa pues el poeta sobrepasa la historia y se vuelve, reverente, hacia su reino primordial.

A lo largo de su carrera Walcott ha delineado los enigmas, paradojas y dilemas del artista antillano que trata de asumir la carga de la herencia colonial —y a la vez de apartarla. Robinson Crusoe fue su primera —y por lo demás, la más persistente— figura simbólica del artista de las Indias Occidentales. En su obra temprana y la inmediata posterior, Walcott vuelve una y otra vez a la historia de Crusoe ("nuestro primer libro, nuestro génesis profano") porque representaba para él la doble naturaleza de labrarse un destino en una pequeña isla.

El Crusoe de Walcott se desespera por el naufragio y el aislamiento —justamente los títulos de The castaway y The gulf sugieren el peso del aislamiento artístico—, pero a la vez experimenta el júbilo de ser el monarca de su isla. Es el hombre adánico, "el primer habitante de un segundo paraíso", el resistente cronista de un territorio virgen. Crusoe también representa el proceso de colonización, pues salva a Viernes pero lo transforma en una figura servil. El poeta es también a la vez Crusoe y Viernes, un náufrago que forja las herramientas para construir una nueva cultura.

En la obra de Walcott, la figura del náufrago ha derivado lentamente hacia la del exiliado, el viajero caprichoso pero afortunado. "Acepto mi función / como un advenedizo colonial en el fin de un imperio", afirma irónicamente en el poema "North and South", "un solitario, vagabundo satélite que da vueltas".

En todos sus libros, a partir de Sea grapes, Walcott ha escrito poemas situados en el Caribe, pero también en otros lugares, moviéndose entre culturas, estableciendo un diálogo entre el emblemático "Norte" (los países metropolitanos) y el "Sur" (el Caribe). The fortunate traveller, por ejemplo, tiene tres secciones: "Norte", "Sur" y "Norte"; por su parte, The Arkansas testament se divide en dos partes, "Aquí" (Santa Lucía, el Caribe, el ancla "hogar") y "Allá" (que incluye todos los paisajes extranjeros, pero en especial América y Sudamérica).

Su creciente alcance y cosmopolitismo, que expresan una visión global del imperio, han estado acompañados por una inquietud equivalente, un sentimiento de distancia de sus orígenes que aumenta de manera progresiva. A lo largo de su vida Walcott ha escrito poemas de una dolorosa autoconciencia y de regreso al hogar, entre los cuales se cuentan "Homecoming: Anse la Raye", "Return to d’Ennery, Rain", el capítulo final de Another life, "The lighthouse", y "The light for the world".

Estos poemas tratan el tema de cuán lejos ha crecido el poeta de su pasado provinciano, de "regresos al hogar sin hogar". El temor de haber abandonado a la gente que lo rodea ("Yo, que nunca podría solidificar mi sombra / para ser una de sus sombras") se transforma en el preludio a un compromiso renovado con el hacer del arte antillano.

Uno de los temas persistentes en la obra de Walcott es "la antigua guerra / entre obsesión y responsabilidad", la continua dialéctica y conflicto entre el mundo interno contemplativo del artista individual —el naufragio, el exilio— y el mundo externo de la comunidad. "Soy una especie de escritor dividido", ha dicho. "Dentro de mí hay una tradición que sigue un camino, y otra que sigue una dirección diferente. Los elementos miméticos, la danza y la narrativa dominan por un lado, y del otro es más fuerte la tradición literaria, clásica."

Estas dos tradiciones no sólo indican el hecho de que Walcott se considera tanto poeta como autor dramático, sino también el sentido dual de la vocación que da forma a su escritura. Tiene una alianza tanto con una poesía de sentimiento personal ("obsesión") como con una escritura de deber público ("responsabilidad"). Una estética postula que el compromiso fundamental del poeta es con los recintos de su propia imaginación, lo que amplía la realidad; la otra afirma que el poeta es primordialmente un cronista, un vehículo o voz para lo que lo rodea.

El marinero-poeta Shabine ejemplifica esta división cuando en un momento dado confiesa "No tengo más patria que la imaginación" y en otro anuncia "Me siento satisfecho / si mi mano da voz al dolor de alguien". La tarea homérica del poeta —del poeta homérico— es promulgar y reconciliar estos impulsos estéticos divididos.

La reciente versión escénica de La Odisea es especialmente apropiada, pues la figura del exilio en su obra se ha deslizado suavemente hacia el personaje de Odiseo, un vagabundo, un hombre común en un viaje circular hacia su hogar. La observación de Walcott al principio de "Sea grapes" es característica:

Esa vela que se inclina en la luz,
cansada de islas,
una goleta azotando el Caribe
hacia el hogar, podría ser Odiseo,
confinado en la casa del Egeo...

Todos los personajes de Walcott —sus diversos viajeros de fortuna, aguafiestas recurrentes y marineros mulatos— son tipos odiseicos. Los viajes de Shabine en "The Schooner flight" son una auténtica odisea, y cuando declara "Y soy, o bien nadie, o bien un país entero", está haciendo eco del momento en el poema épico griego en que Odiseo engaña socarronamente a los Cíclopes llamándose a sí mismo "Nadie". Al mismo tiempo también está afirmando que este "nadie" es la figura representativa de la cultura, "un país". Del mismo modo que los exiliados de Walcott se han vuelto figuras odiseicas, Homero se ha convertido en su espíritu poético tutelar. El patrón de la imaginería homérica en su obra culmina en Omeros, el nombre griego de Homero, el bardo arquetípico.

Omeros es un poema de alcance épico. No habla de las hazañas sobrenaturales de dioses o semidioses ("Olviden a los dioses y lean lo demás", dice Omeros al narrador) y tampoco intenta ennoblecer a los que en él aparecen; lo que quiere es contar la historia de una tribu, dar voz a "la experiencia entera del pueblo caribeño". Omeros es a la vez un personaje en el libro y un prototipo del artista como náufrago —una especie de Robinson Crusoe— que canta a los pobres, los extraviados, los desposeídos de la tierra.

Es una figura proteica que aparece como el ciego en "Seven seas", un vagabundo en Londres, un chamán hindú, el artista americano del mar Winslow Homer, y un guía virgiliano que conduce al narrador a través del infierno de la historia. El pueblo antillano aparece en el poema con nombres homéricos (Aquiles, Héctor, Filoctetes, Helena), y el poema recorre una amplia variedad de eventos históricos, tocando el genocidio de los nativos americanos, las tragedias de la esclavización africana, los horrores de la segunda guerra mundial y el sufrimiento individual de los exiliados.

"Canto nuestro vasto territorio, el mar Caribe", dice el narrador, y tras el poema yace la idea de que el mar contiene las memorias de todos los que han muerto en él. El bardo homérico desentierra las vidas perdidas, las historias fragmentadas, pero también canta a un pueblo nuevo y una nueva esperanza.

A fin de cuentas, Walcott es un poeta de afirmaciones, un escritor que cree que la tarea del arte es trascender la historia y volver a nombrar el mundo. Como lo afirma en "Las Antillas: fragmentos de una memoria épica", "para cada poeta el mundo es siempre un amanecer, y la Historia una noche insomne y olvidada; la Historia y el miedo primigenio son siempre nuestro temprano comienzo, porque el destino de la poesía es enamorarse del mundo a pesar de la Historia".

Al principio y al final, la empresa del poeta es redentora, es una llamada jubilosa. La obra entera de Walcott es un gran testamento a los poderes visionarios del lenguaje y a las refrescantes maravillas de un mundo que está recomenzando incesantemente a pesar de la Historia, un mundo siempre nuevo y excitante.


Tomado de Fractal
Edwards Hirsh, "Derek Walcott", Fractal n°10, julio-septiembre,
1998, año 3, volumen III, pp. 63-74.

Artículo reproducido con el aval de: La Ventana

Friday, September 28, 2007




Obra: AMANECER
Álvaro Antón


PEDRO SHIMOSE
( BOLIVIA 1940)



La Vida Me Está Matando

Ya no me persigue el terror político
con su rayo láser,
ni los prójimos me aman
con su palo y su picana eléctrica.
Ya no me ofende la Declaración Universal
de los Derechos Humanos,
ni la bomba me quita el sueño,
ni siquiera los disparos
de una guerrita en Africa o Europa,
¡qué más da!
Caen los muros,
crecen los lamentos.
Y el odio vuelve
con sus ángeles violentos.
El Sur sigue donde estaba.
No nos portamos mal
(es evidente)
y todos tan contentos,
constitucionalmente.
Esta vida me sobra
con su nicotina,
con su infarto y su cáncer,
con su miedo al sida y las jeringas.
Sólo el amor
y la poesía
pueden ser míos
cuando a nadie parece ya importarle
el amor
y
la poesía.


Fax Nada Urgente

Después de tres cafés
me sobran las alquimias.
Curado del estrés,
supero lipotimias.
Mis dolencias, ya ves,
son afecciones nimias.
Males de la vejez:
insomnios y bulimias.
El sístole aburrido
y el diástole cansado
repiten el maullido
De un gato enamorado.
(Largo y hondo quejido
de un macho engatusado).


Epigrama

Después de impresionar a las muchachas con nuestro ingenio;
después de quemar lirios, enterrar nubes e incendiar templos;
después de degollar vacas sagradas y asesinar dioses;
después de escribir sin mayúsculas y sin signos de puntuación;
después de dinamitar museos y bailar en los cementerios;
después de perseguir la gloria y soñar que nos acostamos con ella;
después de pelear con dragones, imperios y quimeras;
de gemir porque publiquen nuestro nombre en los periódicos
y de reunirnos por la madrugada para derribar pirámides,
¿qué nos queda?
un sillón en la academia
y una chequera.

Poema de Amor

La mujer de mi vida se acuesta con un tipo
que la hace sufrir cada vez que llega con un ramo
de rosas al amanecer;
que le ha robado sus horas más preciosas y no puede
devolvérselas.
La mujer de mi vida comparte su belleza con un ciego
que, a menudo, tropieza en la misma piedra de
escándalo;
que la trae por la calle de la amargura
y la lleva a la punta de un cuerno de la luna.
Sordo ausente, no le presta atención cuando ella le
habla de las horas muertas.
Todo le entra por un oído y le sale por otro en la
consulta del otorrinolaringólogo.
Harta de tanta sombra en una habitación cansada,
la mujer de mi vida sigue ocupándose de la declaración
de la Renta y de las pólizas de seguro de vejez;
sigue haciendo cuentas para que las bombillas no se fundan
este fin de semana.
Ella sigue hermosa y puede que ese patán la siga viendo
hermosa
y le diga que la quiere (a lo mejor, es cierto)
y puede que la siga seduciendo como cuando sus
miradas se cruzaron hace mil años.
La mujer de mi vida.

La esfera y el río

Se engaña y engañándose te engaña
sin querer. No ve más que el dolor lento
de las cosas. Ignora el movimiento
de la luz. El ve sólo la montaña.

Es su realidad una maraña
de símbolos, un puro sentimiento
o un sueño donde el sueño es pensamiento,
cristal de tiempo que la sangre empaña.

Ojo burlado y burlador, tu instante,
tu fragmento de certidumbre inerte
no ve sino diamante en el diamante.

Tú sabes lo que sabes al no verte
e ignoras lo que ignora el nigromante,
lo que ignora la vida de la muerte.


Asamblea de Jucus1

Mejor no hablaremos.
Nos beberemos
ya que moriremos
y cuando oscurezca,
cuando nadie nos vea,
nos robaremos
lo que es nuestro.

1: Obreros ladrones de minerales en los yacimientos andinos.


Seis Fragmentos Apócrifos
1.

El canto en el deseo de los pájaros.
La poesía
en el amor del hombre – Rugiente
la belleza,
león en llamas.

2.

a) Suma del aire: un día como un sueño real
más cinco sueños que aún no son
sueños...
b) [el tiempo] la única
fractura del espacio.

3.

Tiempo azul / sonoro espacio
un árbol un dios una ciudad un río
un viaje una mujer desnuda
(memoriaimagensueño).

4.

Cada verso me cuesta una agonía.

5.

Se apaga la llama de una vela
no hay gallos en la noche [sin embargo]
un gallo canta.
(Publicado en Caducidad del Fuego)

6.

La poesía espera la muerte del poema.
El poema espera la muerte del poeta.
Sólo el poeta
no espera
nada.


Jazz

Libas el zumo de las horas mientras hablas del mundo y su impudicia.
Eco de trompetas lejanas en tu cuerpo.
Caricias de saxo entre tus piernas. La batería zarandea tu soledad tan joven.
Entre temblores nos perdemos sin saber por qué un hombre y una mujer se buscan para aniquilarse.
(No sabemos por qué nos perseguimos ni para qué nos queremos).
Gimen clarinetes en tu pecho y el piano se vuelve loco en tu cabeza.
Tu tren se va sin nadie y yo presiento que esta noche no estás conmigo, aunque duermas en mi cama.


INTRODUCCIÓN A LA COSA

Este poema
forma parte de un libro
del cual se tirarán
500 ejemplares.
De esos 500 ejemplares
se regalarán 50,
de los cuales
se leerán 5,
de los cuales
sólo 1
será comprendido.
Vale la pena.

Reflexiones maquiavélicas, 1980.


Ribera Alta

En la alta
ribera
un hombre espera
volver a Riberalta.
En su tierra colorada
todo es alborada.
No hace falta
la melancolía
de la tarde
en el barranco.
El cielo arde
y el amor fermenta
su melaza.
Junto a un banco
de la plaza
el tataí cuenta
lo que fuimos
y el bibosi lamenta
lo que no hicimos.
En la alta ribera:
el sol y la palmera.
En la ribera alta
sólo tú prevaleces
en forma de alegría.
A veces,
te llamas Riberalta;
otras, Poesía.

PEDRO SHIMOSE

Pedro SHIMOSE (1940). Poeta, narrador, ensayista, periodista, dibujante y compositor de música popular. Dirigió el Departamento de Extensión Cultural de la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz (1970 - 1971). Desde 1971 vive en España, donde dirigió la colección "Letras de Exilio" en la editorial Plaza & Janés y la importante Biblioteca de Poesía Hispanoamericana en el Instituto de Cooperación Iberoamericano. En 1972 obtuvo el Premio Casa de las Américas en Cuba por su libro Quiero escribir pero me sale espuma. Además ha publicado: Triludio en el exilio (1961), Sardonia (1967), Poemas para un pueblo (1968), Caducidad del fuego (1975), Al pie de la letra (1976), Reflexiones Maquiavélicas (1980), Bolero de caballería (1985), los relatos de El Coco se llama Drilo (1976), el Diccionario de Autores Iberoamericanos (1982) y el ensayo Historia de la literatura latinoamericana (1989).

Wednesday, September 26, 2007

Luis Vidales
(Calarcá,1900-Bogotá, 1990)


El paseo


El cielo espejea entre los árboles.
Los árboles se imaginan
que están a orillas de un lago color violeta.
Nosotros advertimos el engaño
y a grandes voces espantamos a los árboles
como si se tratara
de unos altos pájaros verdes
que hubieran escondido
en el plumaje
la otra pierna.

Cuando volvemos a casa
empieza a holgar en mi cabeza
el sombrero de copa de la noche.

Vamos de brazo
– monograma significativo
que no hemos podido descifrar . . .

En mi pupila del lado del paisaje
llevo el monóculo de la luna.

El sueño aumenta de volumen
a través de la lente.

Si tú quieres soñar
y te hace falta un tónico
vuelve la copa del cielo
¡y bébete el azul!

Tú me escuchas.
Abres los ojos claros.
Y toda tú – pequeñita –
te quedas acurrucada
detrás de tus ojos claros.

© 1976, Luis Vidales

Cinematografía nacional


Por el cielo amarilloso
de linterna
pasan las nubes colombianas.
Y cómo se les nota que no habían ensayado
antes.

Los árboles
– por ser la primera vez que trabajan en cine –
aparecen
tiesos
cohibidos
amanerados.

Pero el Salto de Tequendama
lo hace con naturalidad
como si tuviera
una larga práctica
en cinematógrafo.

Por los alrededores de Bogotá
merodea la luna.
¡Y qué luna!
Es una luna barnizada de blanco
y con instalación propia.

Afuera
el cielo de la noche
oscuro . . . ampuloso
es un inmenso gongorismo.

Luego veo la luna.
¡Oh! ¡Oh!
¡Les saca a los transeúntes
sus fichas antropométricas contra el muro!

¡Son como clichés quemados
que huyen!

Y en el salón de la noche
yo aplaudo
las películas incoherentes
de este Pathé Baby.


© 1976, Luis Vidales

Teoría de las puertas


Soy alguien dado a investigaciones científicas. Últimamente he descubierto una teoría del
equilibrio.

Ante todos los sabios del mundo yo siento mi teoría de equilibrio.

Cuando una puerta se abre, la puerta equidistante, al otro lado del mundo, se cierra
irremisiblemente.

Por esto – y todos lo hemos visto– de golpe, las puertas se cierran solas.

El día que todas las puertas se abrieran de una vez, el mundo quedaría lleno de huecos y el
viento se entraría en ellos y se llevaría la tierra por los espacios ilímites . . .


© 1976, Luis Vidales

Nocturno número ocho


Llevar un río en uno cantando como un niño
y el mar del tiempo, en uno, mugiendo a las estrellas
noche
y día
Y entrar al sueño solo, lo que se dice solo,
tan solo acompañado por el ser de otros días
sin que valga en el lecho
el cine de la almohada
ni el cobertor en que los dedos cierran
la adormidera de un país gigante:
el país escondido en que me duermo
para que después se agrande
y su gran muchedumbre me haga compañía.


© 1979, Luis Vidales

Breve poema de las 5 artes irónicas


¿Una estatuilla esbelta,
ágil,
retorcido manojo
de líneas irónicas?
Sí.

¿Unos versos rimados
– o no –
trapecio
donde el humorismo
– cabezón payaso –
desdoble una cabriola?
Sí.

¿Un dibujo
de dibujante bizco,
de un sombrero
y unas botinas,
y en medio un señor
tembloroso
como visto a través de un vidrio ondulado?
Sí.

¿Un ritmo burlón
que llegue y cruce por el alma
como un pájaro
por un lugar abigarrado
de paisajes?
¡Oh! sí.

Todo muy bello
y muy recomendable
para las orejas
de todos los tamaños
y para las entendederas
de toda circunferencia.

Pero más bello
y más recomendable sería
edificar un palacio
– desmesurada arquitectura –
en espiral,
que bajo el cielo incólumne
y sin ningún viso de mejoría
se alzase siempre, siempre,
ligeramente irónico
ya sabemos contra quién.


© 1976, Luis Vidales

LA ORACION DE LOS BOSTEZADORES

Dedicado a Leo Le Gris - Bostezador

Señor,
Estamos cansados de tus días
y tus noches.
Tu luz es demasiado barata
y se va con lamentable frecuencia.
Los mundos nocturnales
producen un pésimo alumbrado
y en nuestros pueblos
nos hemos visto precisados a sembrarle a la noche
un cosmos de globitas eléctricas.
Señor,
Nos aburren tus auroras
y nos tienen fastidiados
tus escandalosos crepúsculos.
¿Por qué un mismo espectáculo todos los días
desde que le diste cuerda al mundo?
Señor,
Deja que ahora
el mundo gire al revés
para que las tardes sean por la mañana
y las mañanas sean por la tarde.
O por lo menos
-Señor-
si no puedes complacernos
entonces
-Señor-
te suplicamos todos los bostezadores
que transfieras tus crepúsculos
para las 12 del día.
Amén

© 1976, Luis Vidales


Luis Vidales



El poeta, escritor, crítico de arte, profesor universitario, periodista y estadígrafo Luis Vidales (Calarcá,1900-Bogotá, 1990), Premio Nacional de Literatura y fundador del movimiento vanguardista Los Nuevos , fue también, a lo largo de toda su vida, un infatigable luchador político. Estudió ciencias políticas en la Escuela de Altos Estudios de París, entre 1926 y 1929. Formó parte del grupo fundador del Partido Comunista colombiano, y llegó a ser su Secretario General en 1932. Se distinguió como agitador y propagandista, y dirigió varios periódicos de combate, entre ellos "Vox Populi", órgano del partido. Las luchas internas en la Tercera Internacional condujeron a su marginación de las filas comunistas desde 1934 hasta 1964. Mantuvo a pesar de todo una posición de izquierda militante, apoyando las corrientes más radicales dentro del partido liberal. Aunque sus ideas eran conocidas, sucesivos gobiernos liberales confiaron en su capacidad técnica, llegando a nombrarlo Director Nacional de Estadísticas, puesto que dejó en 1944. Su adhesión al caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán lo llevó a ocupar importantes cargos en su movimiento, entre los cuales destaca el de columnista del diario "Jornada", órgano del gaitanismo. Ese aguerrido periódico continuó publicándose después de los hechos trágicos del 9 de abril de 1948, y en sus páginas continuó jugándose la vida, día a día, el periodista Luis Vidales. Luego vino un período de dura clandestinidad que condujo finalmente al exilio: en 1953 recibió asilo político, con su esposa y sus hijos, en Chile donde vivió durante once años, trabajando en la Dirección Nacional de Estadística y dictando cátedra de Estética e Historia del Arte. A su regreso a la patria trabajó como experto en el Departamento Nacional de Estadísticas (DANE). Rehabilitado discretamente por el Partido Comunista, se mantuvo en sus filas hasta el día de su muerte, a los noventa años de edad. En 1986 le fue concedido el Premio Lenin de la Paz.
Obras publicadas: Suenan Timbres (1916); Tratado de Estética (1945); La insurrección desplomada (1948); La circunstancia social en el arte (1973); Historia de la estadística en Colombia (1975); La Obreríada (1978); Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves (1985). Una colección de su obra inédita fue publicada en los Cuadernos de Filosofía y Letras , de la Universidad de Los Andes (Vol. V, núm. 3, Bogotá, julio-septiembre de 1982).
Muchos de sus trabajos inéditos se perdieron en el saqueo que algunos de sus "amigos" y "compañeros" hicieron en su casa pocos días antes de su muerte, aprovechándose de su vejez, confianza y hospitalidad.
En esta sección, que dedicamos a su memoria, iremos publicando algunos de sus textos.

Fuentes: http://colombia.poetryinternationalweb.org/piw_cms/cms/cms_module/index.php?obj_id=1575
http://vidales.tripod.com/luisv.htm

Friday, September 21, 2007


Edel Morales
(Cabaiguán, Cuba, 1961)


Mujer gozando su desnudez


Las piernas recogidas,
el pelo cansado,
distinta.
Ha dejado su temor junta al último café,
ahora goza mi presencia.
La semipenumbra
y los discos moviéndose en la madrugada,
permiten un espacio para el deslumbramiento.
Está sentada sobre el piso
y mira sin palabras
la esperma que deja en los mosaicos
la vela de la fortuna.
Escucha una canción de ángeles.
Goza en su cuerpo mi presencia.
La limpieza de su cutis y la lentitud de abril
me ofrecen en el espejo manchado
la otra cara de la luna.

Sólo ardiendo


Nadie sabe si al fin te alcanzaremos:
cazadores demasiado torpes para tu huella
y para esa luz que oculta permanece en el fuego.

Sólo ardiendo lograrás
un verso que me rinda,
dice tu voz perdida en la hojarasca.

Y nadie sabe si al fin te alcanzaremos, cegadora.
En la densa claridad de los trópicos
lo único cierto es que te seguimos.
Con fiebre.

Un poco de amor en la mano izquierda


Estoy sentado en la misma piedra que mi mano quiso.
No pregunto, ni blasfemo, ni escojo nada.
Sonrío como un héroe de novelas triste y solo.
Fumo para quemar las semillas más terribles del miedo.
Y miro en silencio a través de la ventana.
En los círculos que las luces dejan sobre los parques abiertos
alcanzo a ver un rostro que sostiene el fuego.
Cerca los perros muerden este diciembre blanco y mudo.
Nada recuerda esta noche el tiempo feliz.
Por esa helada quietud se han marchado los amigos,
luego también las escasas muchachas.
No pregunto, ni blasfemo, ni escojo nada.
Sonrío con la bondad y dureza que he visto sonreír a mis héroes
y espero en silencio la próxima lectura.
Afuera pasan los días de Navidad.
Entrañablemente azul tras la muda hojarasca


1983 no era un año triste


Guarda esas fotos en el forro de tu abrigo,
y guarda esa cara de circunstancia:
1983 no era un año triste,
lo sabes tú y lo saben las paredes del Club.
Deja que el tiempo arrastre esas nubes.
Deja tu rabia vagar en esta carne blanca y suelta,
la carne que el cielo te dio.
No trates de explicar el color de las luces.
Escoge una pregunta
cercana a la claridad de las voces más jóvenes,
y guarda esa cara de circunstancia.
Lo sabes tú y lo saben las paredes del Club:
1983 no era un año triste.


Mar Atlántico


Como en las fotos del Mar Atlántico,
que Enrique guarda en el forro de su abrigo,
ahora todos
miramos al cielo fijamente.

Con su guitarra y su silencio
Fran arpegea en las botellas, y quiere llegar,
y la vida vale o no, pero aquí estamos.
Tere afirma su manía de nubes en la boca
y sus príncipes mendigos
que nunca quisimos comprender,
porque la amábamos tanto;
la amaba yo soñando en el muro
de espaldas a las preguntas de mi cuerpo;
todos, alguna vez, fuimos su insomnio verdadero.
Si todavía Mandy fuese el mejor anfitrión,
Monsieur Zaping in Zaping's Club,
descorcharíamos otra vez la Havana,
y el pasitrote de Fernan perdido en las minas
sería el más fantástico juego,
la mayor felicidad para los golpes de Ale.

Eran otros años, nosotros demasiado jóvenes
para entender esa historia
de gente dispersa en el mundo.
Nosotros demasiado jóvenes pero muy seguros
de que Fillo no mintió,
de que a medio paso del dos mil no se regalan islas.

Como en los rostros del Mar Atlántico,
murales del Zaping's Club
jamás borrados por el peso de la bruma,
cada uno es el genio,
todos latiendo en un mismo corazón,
vigías de un tiempo
que nos costó la infancia.



Fábula del hombre y la ciudad


I


Sentados junto a una vieja cruz de madera
cuatro pescadores miran al mar.
Aguas lejanas y muertas, un hombre solo por las calles.
Son imágenes que preciso, los últimos lugares
que vieron sus miradas de testigos.
En sus palabras, y en el relato de otros protagonistas,
recuerdan los miedos de aquel año.
Escuchan el silencio de treinta mil rostros
perdidos en su memoria de niños.
Los cayos barridos por las olas, la ciudad apagada.
Luego llega la luna y tensa los cordeles
sobre el tranquilo mar del sur.
Hasta la claridad del día siguiente.


II

Habrá otro silencio en la poca arena de las costas,
han dicho mirándome a la cara.
Con el tono de las cosas inevitables.
Es la memoria de la sal en el aire de la noche,
el color del miedo en sus brazos desnudos.
Yo respiro en ese lenguaje de pescadores
la temporalidad manifiesta de mis veintiséis años.
Yo espero con la mano en la cruz
una voz que magie mi nombre y mis ojos de tigre.
Por ella atravesé el país y vine a esta playa.
Luego regreso por un camino de piedras
a mi habitación de hombre de paso en la leyenda.
Y veo cómo se apagan sin amor las casas a lo lejos.


III

Hay un cuerpo en la cruz, unas calles en penumbra,
una magia que muere entre las aguas.
Una línea de sombras donde se corta el horizonte.
Vuelvo a la costa por este silencio antiguo
que desde ayer los pescadores me anunciaron.
Ciudad anclada en el letargo, y una bella mujer
que se pierde entre el fuego y la tristeza.
Ciudad de míseros rituales, donde escucho y miro
y palpo cada día la simple repetición de estas imágenes.
Nadie puede sin cambiar retener de verdad sus mitos.
Esas lunas de la memoria de los niños
se hunden para siempre bajo este cielo acabado.
Desde el mar avanza en ras la marea deslumbrante.


Cuando seas alguien


I


No espero mi nombre en las encuestas,
camino hacia otro resplandor.

Escucho voces que murmuran:
Cuando seas alguien podrás decir,
ya soy alguien, amarás decir,
si quieres ser alguien no debes decir.
Como si esa proposición de barnizado yugo
pudiera convencernos.

Modelar,
y luego pájaros tristes preguntan por nosotros.
No. Hace ya varias guerras elegimos
la estrella, el pecho abierto, la mano siempre lista.
No vamos a ser otros, seguimos siendo fieles,
al fin y al cabo el tiempo es nuestro
y nuestra es la tierra.

Cruzan las piernas y mirando al mar murmuran:
Cuando todo se confunde
es fácil ascender barajando bien las cartas,
basta saber moverse en la marea
como hace la blandísima arena que jamás traspasa el veril.
Y con esa letanía trataban de cegarnos.


II

Para no caer como una mosca en la tela
juega tu vida en las corrientes
y al margen, con rabia y dolor, con toda el alma,
con hambre y miedo y paz
siempre puedes gritar, y decir:

Soy alguien,
y no espero mi nombre en las encuestas.
Camino hasta las primeras luces,
enciendo alguna lámpara porque soy cualquiera
y a todos nos importa,
el halo del rocío en las flores abiertas.

Murmuren y barajen esas cartas marcadas
los que nunca dieron su mano.

De tanto no ser nadie y no cambiar un rostro
que irremediablemente arde,
tenemos en la mirada el tiempo:

una estrella que abrasa para siempre
a los murmuradores.


El hombre prevalecerá sobre todas las angustias, dice William Faulkner



Sobre la angustia de un amanecer
donde no estás.
Sobre el blanquísimo sol
y la dolorosa penumbra cuando llueve.
Sobre la angustia de los cómplices
traidores.
Sobre el golpe de las gotas
en el fondo.
Sobre la angustia del lazo
y las correas.
Sobre el más lento redoblar
de las campanas.
Sobre la angustia de los cielos
perdidos.
Sobre vicios y bondades y
desesperanza y melodías.
Sobre colmos y mañanas
el hombre será más que silencio.
Sobre la angustia de su propio miedo
prevalecerá.


Los textos escogidos


I

Después un amigo me envió unos textos de Borges.
Eran peligrosas reproducciones en mimeógrafo
encuadernadas con el escaso papel de bodega
que pudo pagar.
Sobre la íntima pobreza que anunciaba el soporte
estaban las palabras, la ruidosa inocencia de un gesto
de juventud, que descreía del fracaso y del éxito,
de las escuelas literarias y de sus dogmas.
Eran, supe luego, apenas seis los textos escogidos
entre los mil y un poemas que Borges tradujo,
mirando las antiguas estrellas desde estos barrios del Sur.


II


Cafés de Palermo Viejo, calle Florida,
certidumbre y tiempo deseable, ya eterno, de la Recoleta.
Atestiguo la belleza y las mejillas que el amor desea,
la derrota, la falsía, el río de cielo que fundó la ciudad.
El primer puente de Constitución y a mis pies
el tedio ruinoso que se ordena hacia los arrabales infinitos,
las Obras escogidas de Jorge Luis Borges:
Naipes, bife, editoriales orientales y occidentales,
precios de oferta, tapas plastificadas, papel bond.
Veredas donde un cuerpo prefigura otro cuerpo,
una inteligencia otra inteligencia, una sensibilidad otra
que vuelve en mi memoria circular.

III


Un idioma es una tradición, un modo de sentir la realidad.
Mi lejano amigo espera aún de mi poesía una magia
que nos haga recordar los textos escogidos.
Tú buscas en los numerosos stands cuál tipografía
hará el milagro
de eternizar una circunstancia que sé azarosa y frágil.
En esos movimientos de mi vida adivino los Límites de El otro,
el mismo; Lo perdido de El oro de los tigres.
Es Buenos Aires, su fervor, y puedo definir la claridad:
las palabras que intento para ti son también palabras
que en otra latitud del círculo mi lejano amigo espera.
Confundo, al evocar el gesto, su mano y la tuya, su libro
y el tuyo.



Un golpe de remo en el agua




Un
golpe
de remo
en el agua

Un
golpe
de remo
en el agua

Traza
el
remero
en
el
mar

el
esqueleto
sin
límites
de
un
pez.



Dentro de mil o cincuenta años


Es por la felicidad que escribo estas cosas.
Los discos, el ocaso, las monedas, la espera interminable
bajo la sombra apacible de los árboles.
La silueta, ligeramente inclinada y sola,
de una muchacha hermosa que todas las tardes a las seis,
tiende su ropa del día en los balcones blancos.
El silencio de las balsas que salen al mar
y los pasajeros sin voz, cada vez más lejos de la costa
que habitaron, agitando sus manos en el agua.
Es por la felicidad de unas noches aún lejanas.
Como esos pescadores que en el interior de sus botes
recogen el naylon y lo lanzan y ven pasar las lunas
sin agotarse nunca —con la misma estudiada paciencia—
miro pasar la historia bajo la sombra apacible de los árboles
y escribo estas levedades.
La profundidad del azul en el ojo del pez
me ofrece los mejores motivos.
No la fuerza con que el viento arrastra
cuando penetra en las ciudades del Golfo.
No el movimiento de las batallas que enrojecen el cielo,
haciendo más visible el sentido trascendente de las palabras.
Escribo estas levedades para noches aún lejanas.
Para la felicidad de sorprenderme un instante
—dentro de mil o cincuenta años—
mirando una silueta inclinada en los balcones blancos,
mientras el ocaso, las monedas, los discos
giran su espera interminable en el aire del mar.
Distinto a las balsas que parten
y a esos pasajeros que en el silencio agitan sus manos,
intentando vanamente retener una costa
que ya para siempre se aleja.



Niebla de la crisis. Pequeño relato


En los años de la crisis
iniciamos largas conversaciones por teléfono.
Cada noche discaba un número de otro municipio
—que para nosotros era oscuramente
otra distante ciudad, otra aduana infranqueable,
el otro extremo del mundo.
Discaba a medianoche la señal esperada:
dos veces el timbre, y luego volvía a discar.
En el otro extremo del mundo ella permanecía desnuda.
Nada fue comparable entonces —tampoco después—
a la plenitud que su voz trasmitía
al decir: Hola.
Escribo sin pretender novedad
—como se escribe al regreso del límite—
las palabras de un contexto que asumí fielmente.
Ella dictó estos diálogos, estas voces habituales:
El cubrecamas de raso está sobre el piso, por la frialdad,
y yo estoy de espaldas sobre el cubrecamas.
Tu voz está sobre mi cuerpo —le hace bien a mi cuerpo
la claridad de tu voz
en la penumbra de estos años.
Muchas veces disqué ese número capturado al azar.
Una noche
el timbre en la casa distante la trajo hasta mi puerta.
En el otro extremo del mundo ella escuchaba
una canción:
sentí el arpegio de la cuerda en la boca del teléfono
y entramos juntos a la sala de conciertos.
Puntualmente a las doce vivimos esos años
las vidas posibles de La Habana:
ahora un cine, después un café, más tarde
un paseo junto al mar.
Era nuestra ficción de La Habana
una ciudad más palpable que la ciudad apagada, física,
real.
Nunca la vi fuera de aquellos diálogos, nunca lo intentamos.
Cortada la ciudad en pedazos distantes,
sorprendidos también nosotros por la niebla de la crisis,
quisimos salvar el sentido de esas vidas:
la intensidad o el relato o la imagen o el deseo de una voz
capturada por azar en las líneas telefónicas
de una ciudad fantasma.


Antes del Big Crunch


El Universo expande la finitud de sus cuerdas.
No hay bordes. Es de noche alrededor.
Y de estos versos —escritos para precisar un instante—
nada quedará, finalmente. Lo sé, intentan
una imagen imposible del suceso.
Perdura en ellos la magia antigua del cazador,
su fiebre por encontrar la huella en la espesura,
su destino entre el bien y el mal.
Los acontecimientos se revelan demasiado visibles,
demasiado vergonzantes para una escritura
sumergida en el smog y en la frialdad
de la época contemporánea.
Lo sé, conozco las escuelas y sus dogmas.
Nada quedará de su impulso cegador. Nada
de la intensidad y la fiebre de esa singularidad desnuda.
Es de noche. El Universo se expande. No hay bordes.
Pero sí finitud en las cuerdas
y en la antigua magia del cazador para cumplir un sueño.
En esa fría indeterminación hago lecturas.
En ese caos preciso un instante —La Habana, año noventa
y sucesivos—y traduzco para un amigo estos versos:
hechos con una rara claridad que los condena
y los aleja de cualquier estética al uso.
Serán barridos hacia otro horizonte, lejos de la corriente.

Lo sé. Como sé que ninguna sustancia
escapa a la intensa gravedad de los agujeros negros.
Ni siquiera la luz.


Edel Morales



Edel Morales (Cabaiguán, Cuba, 1961) Escritor, investigador y promotor cultural. Ha publicado los poemarios Viendo los autos pasar hacia Occidente, 1994, y Escrituras visibles, 1999. Seleccionó y prologó el catálogo de jóvenes poetas cubanos Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo, 2000, y la muestra La Estrella de Cuba. Inventario de una expedición, 2004, todos por la editorial Letras Cubanas. En el 2002 la editorial canaria Globo publicó su poemario Lejos de la corriente, corregido y aumentado para Ediciones Unión en el 2004. También en el 2004 Ediciones Luminaria publicó su relato testimonial Los pies en la tierra. Obtuvo, entre otros, los premios Revolución y Cultura, 13 de marzo y Razón de Ser. Sus textos aparecen en numerosas antologías, publicaciones periódicas y sitios digitales de la isla y de otros países. Poemas suyos han sido traducidos al inglés y al francés. Ha impartido conferencias y realizado lecturas en Cuba, España, Venezuela, Argentina, Puerto Rico, México, Estados Unidos y Alemania. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y Miembro de Honor de la Asociación Hermanos Saíz de escritores y artistas jóvenes. Le fue conferida la Distinción Por la Cultura Cubana. Es director del Centro Cultural Dulce María Loynaz y de la revista de literatura y libros La Letra del Escriba. Reside en La Habana.


Nota: Pueden encontrar otros poemas sobre el autor en
http://www.elortiba.org/edelmo.html

Monday, September 17, 2007




Obra: El misterio de la Santísima Trinidad
Álvaro Antón



LA NEUROSIS DE DYLAN THOMAS


... La vieron, la barca subterránea
ahogada por los chirridos
de los pájaros sórdidos
de Alfred Hitchcock
alzarse con el cuerpo inerte
de Dylan Thomas
hasta su gruta. Adentrarse
en el hondo ostracismo
sin dejar rastros visibles
en la superficie oleaginosa
como impulsada
por la boca mágica de un duende
que abre río torbellinos
en plenas rocas neurológicas.
La vieron dejar una estela
del vestido grisáceo
enganchado en los incrédulos
traficantes de cordura.
Moverse en círculos,
danzar desnuda
igual a una serpiente líquida.
Y el pobre rostro quijotesco,
la enajenada voz de Dylan Thomas
se adhería pávida a sus risas
como un liquen, como el ala
a un murciélago azufroso.
La vieron, vieron su ígnea boca...
porque la neurosis
es consistente a las neuronas.
Se ve, se huele y se mastica.
La vieron, ya no lo digan
que resucita de entre los muertos.

Daniel Montoly©

Saturday, September 15, 2007

Redescubriendo a Gabriela Mistral


Gabriela Mistral apenas se conoce, apenas ha sido leída. Este es el momento clave para divulgarla plenamente

por Daniela Estrada

SANTIAGO, ago (IPS) - El centenar de cajas con manuscritos, cartas, fotografías y otras pertenencias de la poeta chilena Gabriela Mistral, que pasaron a manos del Estado chileno, pueden contribuir a revalorizar la obra de la primera figura latinoamericana en recibir el premio Nobel de Literatura.

La poeta "todavía es una desconocida" para el pueblo chileno, comentó a IPS Ana María Cuneo, doctora en literatura de la Universidad de Chile y autora del libro Para leer a Gabriela Mistral quien considera que el material inédito encontrado aumentará el interés por conocer su vida y obra, dejando de lado los estereotipos y el morbo que la han rodeado.

Luis Vargas Saavedra, un investigador de la vida de Mistral, comparte esa percepción. "Apenas la conocen, apenas la han leído, incluso las gentes cultas de Chile. Culpa de ello es la versión pueril que de ella se ha enseñado en los colegios", se quejó.

"Se siente ahora, gracias a la prensa, una pre-resurrección. Este es el momento clave para divulgarla plenamente", señaló a IPS el académico de la Universidad Católica de Chile.

Lucila Godoy Alcayaga, cuyo seudónimo era Gabriela Mistral, buscaba nada menos que "el sentido de la existencia" en su obra, según Cuneo.

El legado de Mistral, que estuvo 50 años en poder de su amiga y albacea, la estadounidense Doris Dana, y luego de la sobrina de ésta, Doris Atkinson, ingresó el 15 de este mes a la embajada de Santiago en Washington proveniente de la ciudad de Massachussets, donde estaba en una casa especialmente acondicionada para resguardarlo en buen estado.

Se trata de 105 cajas con libros, manuscritos, cartas, fotografías y otras posesiones de la poeta chilena, nacida el 7 de abril de 1889 en la ciudad de Vicuña, región de Coquimbo, y fallecida de cáncer el 10 de enero de 1957 en Nueva York. Sus restos fueron traídos a Chile el 19 de enero de ese año y hoy descansan en el pueblo de Montegrande, en su región natal.

Con esto "culmina la primera etapa y se inicia el redescubrimiento de Gabriela Mistral, de cara al Bicentenario (la celebración en 2010 de los 200 años de vida independiente de Chile)", afirmó la ministra de Cultura, Paulina Urrutia, al comentar en Santiago la llegada del legado mistraliano a territorio chileno en Estados Unidos.

Mistral fue en 1945 la primera figura latinoamericana en ganar un premio Nobel de Literatura. De profesión maestra, tuvo una notable trayectoria como educadora tanto en su país como en el exterior. Escribió en periódicos nacionales y latinoamericanos y en 1932 inició una carrera como cónsul, lo que la llevó a recorrer el mundo.

Esta autora publicó cuatro poemarios: Desolación (1922), Ternura (1924), Tala (1938) y Lagar (1954). Póstumamente aparecieron sus libros Poema de Chile (1967) y Lagar II (1992), en cuya publicación trabajó la doctora Cuneo. Entre su prosa, se destaca la obra Lecturas para mujeres (1923).

Al fallecer Dana, en noviembre pasado, el material pasó a manos de su sobrina, Atkinson, quien decidió entregárselo al Estado chileno, específicamente a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), pero poniendo una serie de condiciones.

Los libros y manuscritos permanecerán en la Biblioteca Nacional de Chile, la cual microfilmará y digitalizará todos los documentos para posteriormente distribuirlos a las universidades de Chile, Católica y La Serena.

También se harán llegar copias a la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y a la Organización de Estados Americanos.

La Orden Franciscana en Chile, de la Iglesia Católica, recibirá los derechos y regalías de parte de la obra de la poeta y cuidará tres valiosos objetos de ella: uno de los tres volúmenes en cuero de la Biblia, el prendedor que usó en su traje para recibir en Estocolmo el premio Nobel y dos crucifijos que se cree fueron también de su propiedad.

En caso de que estas instituciones no puedan hacerse cargo del legado, los beneficiarios serán la Fundación Chileno-Americana, el Centro Chileno Lautaro y el Centro de Amigos de la Educación Católica Chilena, localizado en Washington.

Aunque las autoridades no han querido precisar fechas, se estima que las cajas podrían arribar al país el segundo semestre de 2008. Mientras concluyen los trámites administrativos necesarios para sacar la obra de Estados Unidos, ésta será clasificada por el conservador del archivo del escritor y jefe de colecciones especiales de la Biblioteca Nacional de Chile, Pedro Pablo Zegers.

En estos momentos, Vargas se encuentra en Chile revisando los microfilmes que registró durante los ocho días en que tuvo acceso a los documentos en Massachussets, junto a la experta estadounidense Elizabeth Horan, quien está próxima a publicar una biografía de la poeta.

Atkinson lo autorizó para que publicara en conjunto con la Universidad Católica la versión en español de las obras completas y los poemas inéditos de la poeta. También pretende editar su profusa prosa y epistolario, donde se desenvuelven sus pensamientos educacionales y políticos.

El experto ya dio a conocer en el diario El Mercurio algunos poemas inéditos de la premio Nobel. Después de leer esas pequeñas muestras del tesoro encontrado, Ana María Cuneo percibe que los nuevos versos no significarán un cambio en 180 grados en la valoración de la poeta, sino que se trata de "las mismas inquietudes y sensibilidades de Mistral enriquecidas".

"Por ahora voy transcribiendo lo inédito y catando la evolución de la poesía de Gabriela Mistral, que avanza desde la década de los años 40, a un coloquialismo rítmico y a una sencillez que yo calificaría de clásica, en contraste con el innato barroquismo de los años 30", explicó Vargas.

"En 2008 editaré la poesía inédita con todas sus sucesivas variaciones pero sin las estrofas, versos o palabras tarjados por la autora", adelantó a IPS el experto mistraliano.

"Para quienes se interesen por sentir y conocer la creación misma en su proceso de búsqueda - rechazo - hallazgo, para tal lector corresponde compartirle una edición facsimilar. En síntesis, todos los chilenos podrán primero entrar a una poesía inédita y lograda, y después algunos a su gestación", detalló.

Vargas recordó que Horan llegó a la conclusión, entre otras cosas, de que Mistral no tuvo una relación lésbica con Dana, como siempre se especuló, sino que la veía como a una hija. Además, se zanjó la duda sobre la paternidad de Juan Miguel Godoy, más conocido como Yin Yin, el sobrino que Mistral adoptó como hijo. El joven se suicidó en 1943 en Brasil, a los 18 años.

Además, "el epistolario recibido, que es copioso, y las cartas no enviadas por Gabriela Mistral, iluminan su contacto con grandes contemporáneos: Thomas Mann, Jacques Maritain, Aldous Huxley, Carson McCullers, (Miguel de) Unamuno, (Gregorio) Marañón, etcétera", subrayó Vargas.

También "se ha precisado el periplo de viajes, las idas a Alemania y al norte del África, la estadía en Portugal", acotó el experto.

El hecho de que Atkinson haya pedido expresamente al gobierno chileno que el material tenga objetivos educacionales y culturales, y que se realicen exposiciones itinerantes, aviva las esperanzas de que se dé un uso adecuado al legado de la poeta.

Pero según los expertos, debe hacerse un trabajo profundo. "Si el Estado, a través del Ministerio de Cultura y el de Educación, le presentan a los niños y a los jóvenes lo mejor de la obra, escogiendo poemas que ejemplifiquen su riqueza: ternura, intensidad, dramatismo, folclorismo, americanismo, religiosidad, sólo entonces se entenderá porqué le fue concedido...el premio Nobel", advirtió Vargas.

Rolando Manzano, director del Centro Mistraliano, perteneciente a la Universidad de La Serena, señaló a IPS que la expectación y efervescencia generada en el público en torno a la poeta ha permitido trabajar más expeditamente en la mesa regional formada para dar curso a la "ruta patrimonial Gabriela Mistral".

De carácter educativo, cultural y turístico, el circuito anunciado por la presidenta Michelle Bachelet en su discurso del 21 de mayo pretende ser una realidad hacia 2010, cuando se celebre el bicentenario de vida independiente de Chile.

"Lo fundamental es que su poesía y su prosa (que espero poder publicar en forma definitiva y completa) sean leídas, explicadas, asumidas, pues el pensamiento humanista y neo-platónico de esta mujer genial aportan rumbos trascendentales para Chile y el mundo", concluyó Vargas.

Gabriela Mistral: Un tesoro en verso

Reproducido de: La Ventana


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