Monday, October 10, 2011



Los gestos de Lezama revelaban mucho su personalidad


Entrevista al escritor y artista plástico cubano Fayad Jamís, donde recuerda a José Lezama Lima: “Siempre salía a relucir su cubanía, en lo histórico y en lo cultural, aún cuando se refería a algún tema extraño siempre lo mezclaba con algo cubano, siempre lo comparaba con lo cubano”


por Fabiola Mora y Víctor Fowler

Estábamos un día antes del año 1950 ó 51 en el café de Las Antillas por la calle San Miguel, entre Consulado y Prado (La Habana); ahí iba mucho Agustín Pi, a quien [Roberto Fernández] Retamar llamaba la eminencia gris, perla del grupo Orígenes. Un día [Rolando] Escardó me propone darle a Agustín Pi algunos poemas míos para que los leyera, y este me pregunta si se los pasaba a Lezama para que los viera.

Yo no tenía confianza con Agustín Pi. Un día me encuentro con él y me dice que a Lezama le habían gustado los poemas y que si le permitía publicar algunos en la revista Orígenes. Claro que estaba agradecido, por dentro me sentía muy contento porque Orígenes era una revista de una altísima categoría cultural no solo en Cuba, sino en el ámbito de la lengua española, y hoy sigue reconociéndose como tal.

Pi más adelante me invitó a almorzar para que conociera a Lezama ―aún no nos habían presentado― y me citó al restaurante árabe que estaba en la calle Indio llegando a Monte.

Los tres comimos una comida que no he olvidado: él pidió dos platos de cada cosa, con una gran delectación se despachó todo sin ningún tipo de pena. Así fue como lo conocí.

Recuerdo que lo vi en la famosa exposición antibienal ―que no se llamaba así, sino Homenaje a José Martí― que se desarrolló en el Lyceum; allí estaba Lezama.

Lo vuelvo a recordar en 1959 cuando yo estaba trabajando en el Palacio de Bellas Artes; él, en la Dirección de Literatura del antiguo Consejo Nacional de Cultura, y allí organizó un ciclo de conferencias sobre el tema del hombre y la poesía.

Mi conferencia se llamaba “Hombre y Poesía”. Para mí como para otros jóvenes fue importante: invitó a Pedro de Oraá y no olvido esa velada porque estaba Sandú Darié, que en la conferencia de Pedro caracterizó todo lo que este decía.

Lezama invitó a varios poetas jóvenes a dar conferencias. Sentíamos respeto porque éramos desconocidos y él creía en el trabajo de los jóvenes.

Respeté a Cintio [Vitier] también porque incluyó a Retamar y a mí en su antología, y ambos teníamos 22 años. Cintio también creyó en los jóvenes. Yo ni siquiera tenía ningún libro publicado en ese momento. No éramos grandes figuras los que hicimos las conferencias. La conferencia de Oraá salió publicada con las caricaturas de Sandú en una edición muy fina.

Trabajé un año en el Museo Nacional y me lo encontraba a menudo, conversábamos en un café por detrás del Museo que se llamaba Las Américas.

Lezama le daba mucho calor a las ediciones que hacía con un gran amor a la cultura cubana; eran ediciones sencillas.

Lo recuerdo más a partir del trabajo en la revista Unión, cuando yo la dirigía, él participaba en las reuniones, una vez al mes, tanto para la edición como para la comisión de publicaciones de la editorial Unión. Él era vicepresidente del organismo, integrante del consejo de redacción de la revista, en la que yo aparecía como jefe de redacción porque nunca quise ser el director, no había nadie como director, aunque yo era el que la dirigía plenamente. Lezama estuvo como tres años en este trabajo y nosotros pagábamos a lectores para que se leyeran los libros y esos dictámenes los leíamos en la comisión y se debatían: en la comisión estaba [Ángel] Augier.

Dejé de trabajar en 1969 y ya Lezama no era vicepresidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Lezama era una persona muy constructiva en el análisis de los libros, en el análisis de siempre estimularlo, no vetar un libro por malo, decía: “la persona tiene facultades, se ha expresado en la cultura”, siempre tratando de no dañar al escritor. Siempre le interesaron las revistas como la editorial, a veces se salía del tema ―cosa muy difícil conmigo porque las reuniones tenían una agenda larga, teníamos muchos libros para analizar; para discutir esos libros, teníamos que leer las evaluaciones que hacían los lectores que pagábamos, y por páginas.

Recuerdo una cosa de Lezama, era muy cumplidor, muy educado, se complacía en cultivarlo, si faltaba a una reunión ―cosa no frecuente― me llamaba para disculparse.

Recuerdo que yo decía que la revista Unión era una pésima revista ―aunque la dirigía, tenía esa forma de decir―, a veces se insultaban los demás. El primero en criticarla era yo porque decía que quien la hacía era la Revolución, la hace el país, se supone que este es el centro de innovación, centro de belleza, de lo nuevo y de la calidad, y nosotros no cumplimos con esas normas, ni de la osadía, entonces yo lo argumentaba por ejemplo con el aspecto gráfico. Pienso que es una revista muy gris, nosotros estamos en otra situación porque empezaba el aparato de la distribución editorial, ya cobraba importancia la presentación del libro y de las revistas.

Decía que debíamos hacer una revista más contemporánea, porque la que hacíamos no daba la idea de una revista de vanguardia, de avanzada de los intelectuales cubanos y que gráficamente refleje la belleza y la audacia de un contenido.

Él dijo: “bueno, yo creo que hay cosas que no se deben cambiar porque una de las cosas que no debe cambiar es el arte de la imprenta que tiene sus propias normas”, que es tradicional en cuestiones de impresión, como lo demuestran todos sus libros que él les diseñaba la carátula o se las aprobaba a su amigo Blanco regente de la imprenta Ucar García que tenía un catálogo de libros ingleses del siglo pasado y de ahí fusilaba mayormente las portadas de los libros que imprimía, un estilo muy despejado, eran con una viñeta chiquitica allá abajo impresa a dos tintas, de portada blanca con tinta roja o negra.

En ese momento del cambio se mostró muy tradicionalista, muy conservador y yo le enseñé el proyecto. A él le gustó, fue un diseño de Luis Martínez Pedro a base de las letras montadas de Unión, engarzadas, un poco montadas y se hizo un logotipo fijo y la portada cambiaba, fue la época de diseño de carátula y de diseño interior más bello que tuvo la revista y fue una de las revistas más bellas de esa época. Lezama siempre participaba a las nueve de la noche, un día fijo de cada mes, se tomaba abundante café y fumaba tabacos.

Lezama ―y lo digo con cierto riesgo― fue una de las personas que escribió de acuerdo a como respiraba, y pienso que la sintaxis y el ritmo de la frase lezamiana, es el ritmo de la respiración, y la riqueza de asociaciones también se veían en la conversación, había un tremendo humor muy lindo, una gracia original, no chistes hechos, sino generados por el contexto dado, su conversación era clara. Daba opiniones breves y concisas en esas reuniones concretas respecto al libro, lúcidas, siempre pensando en ayudar a la discusión del libro y no dañar al autor. A él no le dábamos libros para analizar, porque no tenía tiempo para eso.

Fui editor de dos de sus libros, uno de ellos fue Paradiso. Presidía la comisión de publicaciones y compartí esto con otros seis o siete editores y bajo mi responsabilidad máxima quedó la edición de Paradiso, y además le diseñé la carátula, que según me dijo le había gustado y esto quedó patentado en una décima que me hizo como dedicatoria en el ejemplar que conservo.
    Dedicatoria de Lezama a Fayad en 1966, Órbita de JLL

    Querido Fayad Jamís:

    Cuando usted trajo su poesía, la quise como algo verdadero pues siempre encontramos en usted la verdad de un poeta hoy al darle las gracias por su participación en la presencia de esta antología sigo queriendo su verdad grave como un despertar en el mundo de la noche entera.

    Un gran abrazo de su José Lezama Lima
    .
Una dedicatoria ―en el plano puramente personal― es uno de los reconocimientos más grandes que se le puede hacer a un poeta.

Esta es la dedicatoria de Analecta del Reloj (1965), aunque el libro está publicado años antes:
    Para Fayad Jamís que ha seguido los mejores secretos de una gran tradición poética, pero añadiéndole los misterios de un verbo inaugural, dueño así de un secreto y un misterio.

    De su amigo José Lezama Lima
En 1967 lo llamé con pena para ver si me podía hacer las palabras de mi exposición retrospectiva en la Biblioteca Nacional. Fue una retrospectiva de tintas, no incluí telas ni otro tipo de materiales y técnicas, y él enseguida escribió esas palabras que son ―para mí― uno de los poemas más bellos de Lezama que aparece en el libro La Imagen Posible; tiene más de poema que de ensayo. Me da tristeza porque nunca le regalé un cuadro, siempre lo dejaba para después, para llevarle obras más grandes para que escogiera. Esas obras las tuvo para hacer el texto y después las recogí, me entregó el texto y después no lo vi más, por negligencia que uno tiene a veces sin idea de futuro, que la vida es frágil. A Lezama lo vi ocasionalmente después de que se fue de Unión; pues yo viajé a México a trabajar en 1973.

Paradiso fue una novela polémica, incomprendida por unos y comprendida por otros. Fue polémica porque al comienzo no había un público preparado, porque todavía se veía la vida en pequeño, de manera esquemática, como quienes la ven a través de la cerradura de una puerta; no tienen el optimismo que se debe tener en una revolución. Se pensaba que había que escribir una literatura para el pueblo pero no se podía generalizar este pensamiento de modo que todos los escritores escribieran a priori a partir de este esquema.

Recuerdo que alguien le habló del problema de Paradiso y le dijo que eso no tenía importancia, que este era un país donde todo se arregla y que eso pasaría. A los pocos días el libro se agotó.

Cuando apareció la carta del Che dirigida a Carlos Quijano ―el director del periódico Marcha (Uruguay)―, conocida actualmente como “El Socialismo y el Hombre en Cuba”, que se divulgó en Cuba a través de Ediciones R, se inició un debate de este texto en la sala Martínez Villena ante no menos de cien intelectuales cubanos. Guillén se encontraba de viaje y Lezama como vicepresidente del organismo asumió la presidencia de las sesiones de debate acerca del contenido de esta carta por aspectos, lo cual duró dos noches. Él fue una de las personas que con más detenimiento y con gran seriedad la analizó, hasta por aprender una materia que creo le era un poco ajena como el marxismo, pues él en su formación cultural no había asumido el marxismo, a lo mejor por prejuicios ajenos a su voluntad.

Los gestos de Lezama revelaban mucho su personalidad, creo que si él no hubiera hablado, lo estaría haciendo con las manos más que con la cara. Casi siempre estaba fumando su tabaco, se regodeaba con el humo del tabaco, había una relación muy estrecha entre él y el placer de fumar de un modo integral.

Siempre estaba con una guayabera impecable, o en traje: era elegante. Siempre salía a relucir su cubanía, en lo histórico y en lo cultural, aún cuando se refería a algún tema extraño siempre lo mezclaba con algo cubano, siempre lo comparaba con lo cubano.

Él no era imponente de deslumbrar con su cultura, no abrumaba a la gente con un aval de conocimiento, no era la mentalidad típica del ensayista: te estaba dando datos, pero con metáforas, con poesía.

Saturday, October 1, 2011


Poetas hondureños y cubanos en una antología


Reseña de la antología Cuarta dimensión de la tarde, la muestra de un conjunto de autores de Honduras y Holguín, hermanados en el oficio de la poesía

por Rubén Ricardo Infante

Muestra del trabajo en común del sello editorial holguinero Ediciones La Luz y la editorial hondureña Nagg y Nell, nace la antología Cuarta dimensión de la tarde, donde confluyen las voces de poetas de las ciudades de Holguín y San Pedro Sula. A este empeño se suma la colaboración del Centro para el Estudio y el Desarrollo Sociocultural (CEDES), institución que pretende apoyar los espacios para la creación en territorio holguinero.

La antología Cuarta dimensión de la tarde es la muestra de un conjunto de autores de Honduras y Holguín ―provincia oriental de Cuba―, hermanados en el oficio de la poesía. Con la publicación de este libro se cumple un viejo y anhelado sueño de los poetas holguineros Rafael Vilches y Luis Yuseff, quienes al lado de Otoniel Natarén concibieron la idea de conformar una selección de poesía y poetas de ambas ciudades.

Por la parte hondureña es Helen Umaña quien escribe las palabras de presentación y lo hace con un texto titulado Entrelazamiento de causas y efectos en la lectura de una antología, donde ella clasifica a los poetas en tres generaciones fundamentales e igualmente distingue a la poesía hondureña: “Con el enriquecedor aditamento de preferencias que se disparan hacia los cuatro puntos cardinales de la cultura universal, los apoyos intertextuales alientan en muchos de los textos”.

Los integrantes hondureños que conforman el volumen son doce en total y como ya ha apuntado Umaña se diferencian cada uno, pues desde su pertenencia a estas generaciones ya definidas: “no han volado los puentes entre sí, razón por la cual no pierden un cierto aire de familia cuyo rasgo más significativo podría ser la huida del verso dulzón o sentimental”.

Para los que integran el libro por la parte del país centroamericano es un trabajo de enorme significación, pues quienes escriben no mantienen espacios de confluencias, además de trabajar en equipo en una obra con varios resultados.

Para obtener el libro como hecho final se trabajo intensamente, pues los textos hondureños fueron enviados por correo y revisados por el equipo de La Luz, donde se le hizo el diseño y se concluyó hasta enviar de regreso a Honduras, donde fue impreso el libro.

La muestra de poetas holguineros es más extensa, se inicia con los textos de Delfín Prats, se incluyen los de Luis Yuseff hasta cerrar con Yoan Ricardo, donde se advierte también la pertenencia a tres generaciones distintas. Lo cierto es que, sus nombres integran un abanico bastante integro del quehacer poético en tierras holguineras.

Los veinticinco nombres incluidos la sección cubana de Cuarta… son presentados con el texto de la profesora Maricela Messeguer quien asegura que la Poesía es la cuarta dimensión del ser, y que: “Holguín se place de que sus poetas y poetisas de distintas generaciones, publicados por editoriales nacionales e internacionales, muchos de ellos premiados en importantes certámenes dentro y fuera del país, permanecen aquí, cargados de sueños y esperanzas, apegados a la vida de provincia que caracteriza a todo lugar alejado de la capital, espejo al mundo de cualquier país”.

Los poetas holguineros con estos proyectos buscan una manera de proyectar su voz hacia nuevos oídos sensibles a la poesía, pensar solamente en un público holguinero o nacional sería demasiada pretensión, pensamiento de aldeano vanidoso, diría Martí, así que, con esta antología se abren los vínculos entre la nación centroamericana y Holguín, así nace este volumen que ya fue presentado en el Museo de Antropología e Historia de San Pedro Sula, el pasado viernes 17 de junio de 2011, donde contó con un amplio público y recibió los elogios como uno de los acontecimientos más importantes acontecidos en esa nación en los últimos años.

Pues, como ha hecho notar Messeguer: “La presente muestra de poetas que dialogan entre dos orillas, Honduras y Cuba, resulta útil como medio para ver y proyectarse cada cual mejor desde el contraste. Desde dos contextos que comparten muchas de las vicisitudes de países pequeños y pobres, con parecidos antecedentes históricos, este libro puede ayudar a ver cómo se asume esa realidad y cómo se trasciende en el cuerpo poético.”

Al llegar a la ciudad cubana de los parques los primeros ejemplares, los poetas sintieron el gusto de compartir espacio para la poesía. La antología pertenece a la colección Mar por medio, que inauguró la casa editorial el pasado año para agrupar a poetas vizcaínos y holguineros en Ciudades bajo un mismo cielo y ahora retoma el diálogo con creadores de otras latitudes para crear un puente, un gran puente.

La antología Cuarta dimensión de la tarde es el resultado de un sueño que pretende acortar distancias; trascender el ámbito geográfico de dos pueblos que han sabido destrozar con versos las fronteras del mar.

Publicado originalmente en: La Ventana.
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