Sunday, April 15, 2007

Sexo furtivo

A Raúl Gómez Jattín


Hermana noche, a ti, que tantos enamorados
dirigieron sus dedos hasta los labios
de tu vientre, soñando saciar su sed
en tus senos, niños hambrientos
de tiniebla.
Hermana noche, tú, que has sosegado
en tus brazos oscuros
las frías esperanzas del suicida,
escribiendo en sus parpados
tus misterios de mujerzuela.
Hermana noche,
aquí, desnudo, te busca un hombre,
deseoso de encontrar refugio
entre tus piernas.

Daniel Montoly©

Friday, April 13, 2007


Elvio Romero
(Paraguay, 1926- Buenos Aires 2004)

Canto en el sur



Esta noche, en el sur
me he mirado en tus ojos.

Soy como tú,
de piel morena, oscura, oscura,
con estrellas metidas por dentro
y por fuera sudor, cáscara ruda.

Tengo la sangre hirviendo
como un sinuoso trueno derramado,
tengo las manos ásperas
como herramientas duras y soleadas;
tengo los ojos lúbricos
como lúbricas raíces.

Esta noche, en el Sur,
me he mirado en tus ojos.

Te vi ayer en el Norte;
vi en el Norte lo mismo, el mismo
y primario dolor sobre los cuerpos,
el aguardiente galopando a sorbos
y lo demás lo mismo: el mismo
brazo sudando a contraluz sangrienta,
el mayoral que brama entre los árboles,
los mismos ojos sin calor, la misma
temblorosa epilepsia del sudor,
los mismos exprimidos,
¡los mismos coronados!

Esta noche, en el Sur,
me he mirado en tus ojos.

Soy como tú,
la misma turbulencia contra el mismo espejismo,
idéntico remando bajo la misma noche.

Conservo el sortilegio
de estas zonas arbóreas que me cercan;
tengo la risa ronca
y estas anchas tristezas.

De piel morena, oscura,
pisando en el calor exasperado.


El santero


Lacú, cara de miel, cabello cano,
temblándole, jadeante, la camisa,
fabrica santos, leve la sonrisa,
barcino guante de sudor la mano.

Trabaja en palos. Y al tallarlos tanto,
con calor de melcocha por la frente,
lo llama por allí la buena gente:
"Lacú, cara de miel, cara de santo".

Modela efigies rojas de madera,
pálidos santos de color de luna,
y le suenan los dedos como en una
llanura fatigante y forastera.

Cuando está airado, talla entre avatares,
y cuando alegre, hasta el taller se alegra,
se le envuelve la sangre en noche negra
si se le llena el alma de pesares.

Tales son sus desvelos; Son tan fijos
sus labores, sus vértigos, sus sueños,
y es tanta la pasión de sus empeños
que tiene el rostro de sus propios hijos.

Lacú mira el vivir, sigue a la gente,
ante las vidas simples se emociona,
siente latir un gesto y lo aprisiona,
lo fija todo en su labor paciente.

De allí que cuando miran los vecinos
las figuras de palo en sus altares,
se ven, tal como son en sus hogares,
tal como son, jirones de caminos.

Para probar mejor lo que origina
dentro del puño como fuelle ardiendo,
se amarra al brazo enérgico un estruendo
de escopeta o cuchillo o carabina.

Si labra un santo, firme y despiadado
baña el cincel de fuego y agavilla
la gubia con cendal de maravilla,
fragor de tierra, semillar y arado.

Y si es santa, despierto en nuevo brío,
le da un soplo final mágico y sabio:
con flor de pacholí le pinta el labio,
las lágrimas, con gotas de rocío.

Y tanto se parece a sus criaturas
que él mismo es ya raíz, árbol, madera,
palpitación terrestre y verdadera
de cortezas con sol por vestiduras.

Trabaja en palos. Y al tallarlos tanto
con calor de melcocha por la frente,
lo llama por allí la buena gente:
"Lacú, cara de miel, cara de santo".


Transfiguración


No sé a veces qué somos, si ya cada
grumo de tierra suena en nuestra mano,
si eres mujer o barro de secano,
si yo varón o arena derrumbada.

Si tu cara es latido o si semilla,
si un ramaje de hierbas tu cabello,
si tus ojos dos ascuas en destello,
si mi sombra un helor que se arrodilla.

Tanto llevamos un color de tierra
que nuestro cuerpo es como tierra lisa,
tierra que el viento reconoce y pisa,
que el aire besa y su ademán encierra.

Tanto de tierra somos, tanto enciende
la tierra nuestra sangre y nuestra vida,
que ya no sé si somos sólo herida
de tierra que sus vértidos esplende.

Si te embisto, tal vez ya sólo embisto
una colina, un surco un sembradío,
y, labrador al fin de esfuerzo y brío,
de sol me anego y de calor me visto.

De tierra somos. Ya la tierra muerde,
mujer, tu entraña dulce y fragorosa,
y si mi fuego de varón te acosa,
los hijos saltan de tu prado verde.

No sé si por tu piel se transfigura
la vegetal orilla de un paisaje,
no sé si vuelves o si estás de viaje
hacia la tierra, hacia su agricultura.

Si varón o mujer, no sé; si en vano
pretendemos no ser yerba o simiente,
si dos ramas que sellan su corriente,
¡ si dos raíces que se dan la mano!



Con la mano tendida


Ahora es tender la mano
como los ciegos, como quienes cantan
por los pueblos:
abierta para todos la palma.

Y es ir echando en ella
luceros, cosas de la casa,
lo que pudo tener en nuestros días
sabor de yerba amarga,
de lluvias tristes de fragor sombrío
o de espurio rencor de una palabra.

Es ir echando en ella
lo que hubo de maleza y viejas lágrimas,
lo que fue grito al caminar, lo que fue sangre
sucia y acorralada,
lo que hubo de impaciencia escarnecida,
lo que de tierra y heredad manchada.

Es ir echando cuentas
como un bolsón sobre la espalda,
lo mejor y peor, lo que tuvimos
de sangre buena y mala,
de desazón nocturna o de semilla
caliente y saneada.

Es ir echando cuentas
de cuanto nos tocó de muerte y de esperanza.

¡Y de esa vocación de ver la vida
sobre su palma desollada!



Me ve pasar la misma gente


Por calles de caliente arcilla
suelto mi flor, como un trapecio
que el trapecista suelta al aire,
mi flor, mi flor de jazminero;
por tierra roja y pasto verde
voy caminando a pasos lentos,
en el ojal un clavel morado,
sombrero en mano y sonriendo.
Me ve pasar la misma gente
(la de mis sueños), porque vuelvo
con el resol iridiscente
de los campos sobre mi pecho;
veo las ramas del lapacho
con algo de color eterno,
me interno en la profunda noche
que ha presentido mi regreso.
Conversando con habitantes
que conversan con su silencio,
siento la risa de aquel músico
que dio insolencia hasta a sus besos,
me guiña el mago con sus párpados,
con su paloma y sus pañuelos,
el poeta y su cabellera,
con su cantar y su misterio.
Está todavía mi padre
con su porte de caballero
en el umbral, avizorando
la luz del horizonte abierto;
y están mi madre y sus tejidos
de lana en un telar de ensueños,
mis hermanos que preparaban
su aventura y sus devaneos.
Tantos hechos aquí pasaron,
tantas cosas, tantos sucesos,
que hasta el alba fue erosionada
por un raro quehacer incierto;
la comarca y sus pobladores
cargan su cruz, su cruz de hierro,
dialogando con su pasado,
con su ceniza y con sus muertos.
Emite el aire un eco extraño
que todo se parece a un cuento;
la vida es irreal, un vano
soplo que pasa en un desierto;
las puertas salen de sus goznes,
la querencia es un hervidero
de ansiedades que no florecen,
de anhelos que no se cumplieron.
No sé, pues, si estoy regresando
o es que regresan mis recuerdos;
si hoy es ahora o es mañana,
si mañana está transcurriendo;
de todos modos, aquel camino
se me acerca como al encuentro,
y yo avanzo con pasos lentos,
sombrero en mano y sonriendo.


El amor


El amor

Sí,
hoy me he puesto a encender el viejo fuego.

El azar y los años
me han llevado a pisar en el sendero
que me ha impuesto el amor;
que mi adorada
impuso a mi corazón; ahora vuelvo
al fervor inicial, a esa primera mañana
en que el sol se ha instalado en nuestro pecho.

Y así las cosas:
la canción, la plenitud, el deseo
me han alumbrado el rostro, se me han ceñido
como un pañuelo verde sobre el cuello,
y entro en la casa del fervor como antaño,
asombrándome al ver reverdecer los sueños.

Es como si hubiesen atizado
a mi sangre el verano, la intemperie, los vientos
cordilleranos, o inundando sus cauces
un enérgico brío de panales repletos,
los brazos encendidos al apretar sus brazos,
las dos manos cargadas de un esplendor secreto.

Sí,
porque mi corazón no descansa en la noche,
hoy me he puesto a encender el viejo fuego.


Allá


Debe, allá, estar lloviendo;
sin pausa estar lloviendo, lloviznando
en los bosques,
sobre las casas pobres, abotonándose
la noche y mesándose la barba envejecida
en los obrajes, allá lejos, lloviendo,
lloviznando en la noche.

Y habrá ya anochecido.
Siempre se me ha hecho tarde entre los tilos
serranos, a la hora de volver, anochecido,
allá lejos, cuando aún no sabía
que no fuera a volver, que se ha hecho tarde
lloviendo, anocheciendo.

En la noche, allá lejos, lloviznando.


Fiesta


Y ASI te pasarías
la vida,
tibia carne adorada.
Danzando,
empapada de lluvias,
los cabellos pegados a la piel,
joya desengarzada, aroma y rosa
sobre un campo de hortensias y jazmines.
Cantando,
arrebatada, risa
y ofrenda clara, elástica y hermosa,
los labios frescos en la noche, agitando
el ansia de las guitarras, tentadora
música montaraz, vivaz y airosa, dulce
codicia de forasteros,
blusa de encaje y flores sobre el hombro desnudo,
llenando el patio abierto de canciones.
Así te pasarías,
en el canto y la danza
y asombrado a los caminantes,
hija del fuego, del aire, de las tardes,
visita inesperada, brisa prometedora
de ardor y adivinanzas, apartando
y abriendo las cortinas de las ventanas, viento
marcando el calendario del amor en la aurora.
Así te pasarías,
tibia carne dorada.


Fraternidad del fusil

Con mis dedos lo acaricio, tenaz y fiel compañero.
Su inquebrantable amistad
me enseña como un ejemplo
lo que es lidiar sin flaquezas,
sirviendo de parapeto
contra las balas que llegan
buscando encontrar los cuerpos.
Con aspereza acaricio
su frío metal de acero,
oscuro túnel cargado
que en los minutos intensos
de la contienda enrojece,
se nombra y late en el fuego.
De inquebrantable amistad,
lo sé, lo palpo, lo siento:
lo comprendo cuando vamos
camino de bosque adentro,
y buscando su calor,
al caño negro me aferro.
¡Qué erguido cuando entre sombras
avanza mis regimiento!
¡Qué firme cuando penetra
malezas, firme guerrero!
Este fusil es amigo
que me acompaña en el hecho
de sangre que se desata
por una verdad de pueblo.
Y cuando llega la noche
-posada en el campamento-
después de ver la jornada
del plomo en su caño experto
(sin que duerman esos hombres
tendidos sobre sus puestos),
reposa a mi lado, en frío,
tenaz, a medias despierto
como yo, como los otros,
que no olvidamos el eco
de los pasos rezagados
del enemigo siniestro.
Lo acaricio con mis manos;
fusil gozoso en el duelo
terrible de la contienda;
siempre nombrando a un encuentro
de balas que al aire silban
sin dar al viento sosiego.
Entonces en la batalla
cuando se nombra a este pueblo,
se templa en un rojo vivo,
gozoso mira, y soberbio
perfila su boca negra
destacándose primero.
Lúcido hermano y amigo,
sobre mis brazos lo siento.
Ayer le dijo a la muerte:
-"No vengas, porque te espero;
que el pueblo desnudo y pobre
disputa, pleno de esfuerzos,
con fin de aplastar las ratas
cobardes, llenas de miedo."
Lo palpo y lo siento mío,
parapeto de mi cuerpo.

Elvio Romero

Elvio Romero. Nació en Yegros, el 12 de diciembre 1926. Se incorporó a la vida literaria de Asunción siendo muy joven y compartió tertulias con Josefina Plá, Hérib Campos Cervera, Óscar Ferreiro, José Antonio Bilbao y otros altos exponentes de las letras paraguayas de entonces.

En 1947 tuvo que exiliarse a la Argentina. Entre su obra poética, destacamos Días roturados (1947), Resoles áridos (1948-49), Despiertan las fogatas (1950-52), El sol bajo las raíces (1952-55), De cara al corazón (1955), Esta guitarra dura (1960), Un relámpago herido (1963-65), Los innombrables (1959-73), Destierro y atardecer (1962-75), El viejo fuego (1977), Los valles imaginarios (1984), Flechas en un arco tendido (1983-1993), El poeta y sus encrucijadas (1991).

Los créditos de la fotografía corresponden a:

www.sololiteratura.com/elvio/Elviolanacionpar.htm





Tuesday, April 10, 2007



Pies que dejé en París

Pies que dejé en París a fuerza de vagar
religiosamente por esas calles sombrías
La ciudad me decía no eres nada
a cada vuelta de sus diez mil esquinas
y yo: eres bella, a media legua, hundiéndome
otro poco en el polvo deletéreo:
nieve a manera de retribución,
y en la boca un sabor a papas fritas

Enrique Lihn

Fuente de la foto: www.memoriachilena.cl/ut_pres.asp?id_ut=enriq...


EN LA LIVIANDAD

Volviendo sobre una línea de Cortázar, las mujeres
cómo recaen. Man Ray
hizo la foto: lomo largo
con todas las vértebras preciosas a la vista y ella cayendo
flexible en el encantamiento, flaca
la pelirroja, lista
para la otra pasarela del placer, los tirantes
por allá, las medias disparadas, y algo más lejos
en la otra punta de la alfombra los dos
zapatos altísimos sin nadie muertos de amor, tristísimos
y viudísimos de ella pidiéndole frenéticos que no,
que su cuerpo blanco no, que no se entregue
a la usurpación, que vuelva
como en el tango, que
no. -Cierren
finas las cortinas.

Gonzalo Rojas




Fuente de la foto: www.studiopesci.it
¡¡Bienvenida a los Hermanos Poetas de América y del Mundo!!


Bienvenida a los escritores, poetas y artistas del mundo a la cita internacional

"LOS HAPUS HABLAN EN MACHU-PICCHU"


que la Asociación Internacional Latinoamericana de Poetas, A.S.O.L.A.P.O. llevará a cabo en la ciudad de Cusco, Perú, los días 26 , 27 y 28 de abril

Homenaje a los escritores:

GABRIEL GARCIA MARQUEZ

ATILIO JORGE CASTELPOGGI

LUZ SAMANEZ PAZ



En este encuentro estará presente la escritora Lidia Carrizo como Embajadora de A.S.O.L.A.P.O. en Buenos Aires, recibiendo el INTI DE ORO, junto a Gloria Dávila y escritores peruanos y latinoamericanos.


Lidia Carrizo presentará obras de los poetas


NORMA PEREZ MARTIN

LILIAN CAMERA

SILVIA LONG-OHNI

MARIA ELENA LLORET GALCERAN

GUSTAVO TISOCCO

DANIEL MONTOLY

ALEJANDRO DREWES


Estos poetas serán presentados a través de textos seleccionados en un café literario en Macchu Picchu, en la Universidad de la Idolatría, en el marco del homenaje a la Pacha Mama "El árbol de la vida".
El encuentro será clausurado con la ceremonia de la Hoja Sagrada, la T Inca.


Mi reconocimiento especial a los poetas por este privilegio

Desde el alma

Lidia C. Carrizo

BUENOS AIRES //// ARGENTINA

Monday, April 9, 2007



Priya

Los días resultan innombrables en la vida de los pobres, sus nombres carecen o tienen poca importancia. Las hojas aquel día comenzaban a madurarse los árboles de mango, y sus troncos, lucían llenos de extrañas florcillas de intenso amarillo. Parecían harina de maíz mal triturado.

Priya, sentado sobre el suelo con un ojo semi-arrancado, miraba al horizonte de desafiante manera. Había nacido para su desgracia en una familia, y no en la jungla, con los animales como era su deseo. Su padre, un granjero, siempre consideró que tener hijos era una buena fortuna y forma de ennoblecer el orgullo de su apellido: “Patel”, que distingue a las personas cuyos ancestros se dedicaron a la agricultura y la ganadería. Lo que en el sistema de castas se llama “vaishia”.

Pero éste no tenía más tierra, que el pedazo que usaba para descargar sus excrementos, ni más vacas que las muelas negras que pastaban en su boca mugrosa de masticar tabaco. Explotaba de manera inmisericorde a sus trece hijas e hijos, que formaban un clan de subsistencia. Obligándolos a las dos hembras mayores a prostituirse, y a los varones y las niñas más pequeñas, a pedir limosnas en las calles de la capital del estado de Bihar.

Priya, cuyo nombre, significa paradójicamente “Sonrisa de Dios” o “Aquel que goza de la bendición de Dios”, fue siempre más ágil y despierto, y quien más ingresos proporcionaba al padre del rebaño miserable que salía diariamente a mendigar dos o tres rupias y trozos de chapati s, tanto a turistas como a comerciantes locales, quienes los miraban con odio, porque aducían que por culpa de todos estos niños, molestando a los turistas, éstos rehusaban a acercarse a sus negocios y optaban por comprar en las tiendas de los grandes hoteles.

Los comerciantes, contrataron vigilantes para que los corretearen y a golpes, los hicieran alejarse de sus tiendas. La primera vez que Priya se vio frente a frente con uno de estos vigilantes, éste con una vara de bambú le partió la boca de un ramalazo, y con una actitud -casi rayando en el sadismo- contempló cómo el niño chorreaba negros borbotones de sangre de su boca destrozada, y luego salió corriendo como un pequeño cachorrito herido entre la ruidosa muchedumbre.

Ya asomándose los primeros rayos de la luna, Priya volvió a su pequeña choza, que por lo general estaba sucia y andrajosa, y era una más de las tantas que se aferraban a un frío barranco con cara de perro gris. Este era el momento que más odiaba porque su padre, sentado como un fantasma en la bruma, salía a su

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1) Chapati: tortilla hecha de harina de garbanzos o harina de trigo, y que sirve de acompañante de sopas y guisos.
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encuentro para quitarle el dinero, y una vez que caía en sus manos, le pegaba una estruendosa bofetada, ya fuera porque lo consideraba muy poco, o porque pensaba erróneamente, que se había gastado parte del mismo comprándose caramelos.

Hecho lo de rutina, su padre abandonó la casa sin decir media palabra, mientras su madre, algo distante y fría por temor al marido, esperó a que se perdiera en la niebla de la noche para salir a revisarle los labios A Priya. Desgarrados y magullados con dos heridas profundas, que le marcarían para siempre. Pero seguramente, era peor la herida de odio y auto-desprecio que sentía cada día crecer en su corazón, amenazando con estallarle cuando tuviera mayor. Porque a los golpes ya estaba acostumbrado.

El niño se odiaba sin saber por qué, pero sabía por quién. Su madre tomó un poco de ceniza y, mezclándola con hierbas frescas preparó una especie de almargaza para curarle las heridas. Priya lanzó un grito como un mandril al sentir el ácido de las hierbas, introduciéndosele entre la carne viva con manchas de pus amarillentas. La madre intentó calmarlo. Sus compañeros de infortunio lo observaban perplejos como oscuros gnomos a los que la asiduidad del miedo, llegó a doblegarlos, transformándoles en zombis, o pesarosas sombras en movimiento.

Se reflejaban sus pupilas saltonas en la oscuridad. El hedor a hacinamiento del cuarto se extendía nauseabundo a la redonda, como cuando alguien fuma marihuana. Esa noche la fiebre estremeció sus huesos y delirando, gritaba encogiéndose por los escalofríos que le recorrían de arriba abajo como gélidos gusanos invisibles escarbando en su médula. Aquella noche sucia de Bihar, olorosa a sándalo y mierda fresca, a Priya le resultaba difícil dormir. Tirado en una pequeña manta de algodón extendida a ras de suelo, lloraba alegre pensando que moriría, e imaginaba visiones de Shiva , viniéndolo a buscar en su toro Nandi .

El padre que parecía gozar de un extraño reloj despertador biológico, se despertó temprano y tocándolo con las puntas de los pies, le gritó que se levantara y saliera como de costumbre a mendigar. Estaba seguro que traería más dinero esta vez, apelando a la compasión de las personas pues verían las profundas heridas de sus labios abultados por la infección, conmiserándose de él. (Muchas veces el dolor ajeno se convierte en un buen negocio para seres a
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2) Shiva: dios de la trinidad hindú, representa la modalidad de la ignorancia. Los seguidores de esta corriente de hinduismo, se encuentran entre las castas más pobres.
En esta corriente filosófica, (La Vedanta) se han conocido grandes pensadores y filósofos como Shri Sankacharia y Shri Eurovindo, este último muy conocido entre los místicos occidentales.

3) Nandi: es el toro cuyo lomo viaja el dios Shiva a buscar las almas de sus seguidores.
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los que, el dinero es su única droga capaz de saciar su vicio). El pobre niño intentó ponerse de pies varias veces pero se caía, el padre tomándole del hombro, le ayudó a incorporarse mientras sonriéndole le dijo: “Estará bien dentro de poco”. Con siete años de dolor y sufrimiento al hombro, se internó entre la multitud de bicicletas, autos pequeños, vendedores ambulantes y, por supuesto, el nauseabundo olor a mierda, o a cadáver incinerado que recorre como una mala noticia de sur a norte, sin telégrafos, las ciudades de la India.

Resulta contradictorio que un país tan inmenso, con grandes riquezas naturales como éste, que ejerce una especie de encantamiento hacia los occidentales, curiosos del misticismo, por ser la cuna de importantes movimientos religiosos como el Hinduismo y el Budismo, dos corrientes que gozan de mucha aceptación en occidente, fuera lo que es: Un huerto de muertos vivientes que deambulan sin más esperanza de vida que el aliento sucio a fatalismo y resignación. Priya, que lleva veinte dolores por cada día que le ha tocado vivir, es uno de ellos; arrastrándose como si fuese una iguana, se retuerce por el dolor que le produce la infección de sus heridas. Nadie se detiene a socorrerlo, ni siquiera otros mendigos como él. Ni los gritos de los vendedores de té, llamando a los escasos clientes, lograron despertar sus antiguos ojitos vivaces. Las mujeres pasaban a su lado con hermosos saris de exóticos colores y motivos ornamentales. Hasta con las puntas de los dedos maquilladas, caminaban con ese dejo misterioso que caracteriza a los hindúes, como una rara especie de seres procedentes de La Lemuria cósmica.

Caminando hasta la zona en donde habitualmente mendigaba - la zona más hermosa y elegante de la ciudad, de edificios suntuosos, de ladrillos de color rosa que asemejan pasteles de nupcias, y losetas de sus pisos en azulejos - vio las ventanas de arcos repuntados de finos detalles barrocos -que enloquecen a los extranjeros como a los peregrinos budistas camino a la tumba del emperador Ashoka, famoso por ser quién se encargó de difundir la incipiente fe budista, en los territorios colindantes con su reino. Por ello, se considera este lugar como un “satiagraha”, o lugar sagrado para el budismo. Es común ver grandes concentraciones de ellos con su cámara digital filmando esta enloquecedora ciudad, que para unos es antesala del Nirvana para otros, como Priya es la entrada a los planetas infernales, conocidos como Pathalas *, habitáculos de Los Yamadutas , seres descomunales, castigadores de quienes pecan o violan el sistema de casta. A él, no le cabe la menor chispa de dudas de que su padre irá a dormir a ese lugar cuando muera por su comportamiento. - Sentado debajo de un árbol cómplice, Priya miró fijamente al horizonte, lanzándole un grueso desafío con un pedazo de cristal en sus manos temblorosas, y dejó escapar dos
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4) Pathalas: son los nombres que se le dan a los planos infernales.

5) Yamadutas: seres con forma de animal que se encargan de darle escarmientos a los pecadores.
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lágrimas impotentes, quizás de amor, o talvez de odio por la vida: La razón que le trajo al mundo.

Un grupo de monos peleaba un banano en las ramas del árbol de mango. Los movimientos de los primates, hicieron caer una nube espesa de florecillas, como una tormenta de nieve amarilla que fue a enredarse en su pelo negro como azabache de infortunio. Priya lanzó una última mirada al caos y al bullicio de los vendedores, mercaderes de cuánto puede venderse, como diciéndoles adiós, sabedor de que nunca más volvería a pisar el suelo de su casa.

Al momento en que la luna regrese de su viaje a cubrirlo con su sombra, Priya estará perdidamente solo y a la deriva. En donde el eco de los vivos, no alcanza a perturbar el sueño de los que aborrecían morar entre ellos.

Aquella noche, el barranco estuvo más tranquilo que de costumbre. Un grupo de personas incineraban un cadáver con una pira de basura, y varios más, se limpiaban los bigotes, sucios por el humo grasoso y hediondo a muerto.


© DANIEL MONTOLY

Thursday, April 5, 2007

A propósito del Centenario de Jacques Roumain

Palabras pronunciadas el 19 de febrero de 2007, en la Casa del Caribe, de Santiago de Cuba, como parte de las actividades por el centenario de Jacques Roumain

por Orlando Vergés Martínez
Director de la Casa del Caribe

Convocar a la celebración del Centenario de Jacques Roumain actualiza la afirmación sabia del fundador de la Casa del Caribe, Joel James, cuando apuntó: ...“Impedir el olvido es una necesidad de todos los oprimidos”. En la noble y altruista iniciativa de la Casa de las Américas de iniciar esta jornada pro el Oriente cubano y desde la Casa del Caribe, se consuma la voluntad nacional de solidaridad con el hermano pueblo haitiano.

En muchos pensadores, escritores, estudiosos y activistas sociales del área del Caribe y América Latina, lo que se alcanza en términos de conocimientos y aportes reveladores sobre la realidad social no ocurre al margen de un compromiso político, y Roumain fue un intelectual comprometido con su pueblo. Lo que hoy clasifica como ciencia social en esta parte del mundo se gestó y creció estrechamente vinculado al independentismo y ligado a ideales de libertad y en franca pugna con el colonialismo imperante, de modo que, las circunstancias en las que aparecen los estudios sociales y las explicaciones de nuestras realidades, no le favorecieron frente al peso de la escolástica y el viejo cientificismo europeo.

Al tiempo que nacía una ciencia social nueva, o al menos con pretensiones de dar explicaciones nuevas a realidades diferentes a las de Europa, se destapó la mentalidad colonial eurocéntrica; hubo y aún hay eurocentrismo de allá y de acá que cae como cortafuego ante nuestra ya no tan nueva manera de hacer ciencia social.

Esta conducta también fue visible en disciplinas tales como la medicina, la botánica y la ingeniería donde los resultados se obtienen, en su mayoría por la experimentación y donde la objetividad es cuantitativamente medible. ¿Qué podían esperar entonces las disciplinas humanísticas? ¿Cuánto tiempo debió esperar la crónica social martiana para validar su carácter científico?, ¿cuánto, la obra etnográfica de Fernando Ortiz nacida de un ejercicio de la abogacía? y ¿cuánto la de un narrador como Carpentier? Es raro encontrar esos nombres en las enciclopedias y diccionarios de autores definidos como científicos. Hay mucho de esto en la relación entre literatura y ciencia.

Es cierto que hay narrativa al margen de los llamados conocimientos científicos, como también puede haber ciencia a partir de ella; y eso es posible demostrarlo en Julio Verne o en El país de las sombras largas, donde el napolitano Hans Ruesch describe la vida esquimal.

¿Acaso el Mancondo de Cien años de soledad es sólo pura ficción de García Márquez? ¿Cuántos pueblos como Fonds Rouge, donde transcurre la trama de Gobernadores del Rocío, pudieran haber en Haití? En muchos de nuestros más agudos y profundos pensadores sociales también está la facultad especial para describir la realidad sin que ello suponga expresarse, absoluta y necesariamente, en el lenguaje y tradicional de la ciencia.

No porque la literatura y la ciencia accedan a sus respectivos objetivos por caminos diferentes, se puede levantar entre ellas un muro divisorio. No debe haber resistencia a la hora de considerar que en la creación literaria —aún y cuando no sea en toda— puede encontrarse material valioso para las ciencias sociales.

Hace mucho que la producción científica mundial dejó de ser un proceso autoral aislado, incluso hoy es imposible obtener un resultado sino es a partir de una especia de división científica del trabajo, en la que se combinan múltiples y variadas disciplinas. Voto, de paso también, porque la intuición y la especulación seria —dos de los abordajes mayormente empleados por los pensadores, estudiosos y científicos sociales del área— sean considerados dentro del panorama de las ciencias. Creo, como García Márquez, que las “realidades inventadas” contribuyen a la socialización de la información sobre las llamadas realidades objetivas.

En el prólogo a la primera edición cubana de la novela de Jacques Roumain Gobernadores del Rocío, Nicolás Guillén, citando al autor y colega, apunta: “...La poesía no es pura destilación idealista, encantamiento mágico, ya que refleja lo que en lenguaje común se llama época, esto es, la complejidad dialéctica de las relaciones sociales...”

Guillén, que lo conoció profundamente, lo calificó de científico, “...disciplinado por el estudio...” En su haber están no sólo sus obra de carácter —digamos— más técnico, también está su producción literaria y poética de marcado corte realista, su no menos importante dominio del español, el alemán, el inglés, el francés y el creole, además de su labor fundacional y organizativa del Instituto de Etnología de Haití. Roumain perteneció a la Sociedad Americanista de París y fue miembro de la Sociedad de Geografía e Historia de su país.

Si de algo nos vale conmemorar el Centenario de Roumain es que lo podamos aprovechar para dimensionar la proyección ecuménica de su vida y su obra, comprometidas, como ya dije, con el pueblo haitiano.

Una buena parte de su creación intelectual y de su vida política transcurre durante la ocupación yanqui de Haití (1914-1934), período en el que se evidenció un resurgimiento de la voluntad nacional haitiana por rechazo al ocupante extranjero, dos veces sufrió prisión, pero no se replegó. Coincidentemente, en igual período, arriban a nuestro país grandes contingentes de inmigrantes haitianos que como braceros se ocuparon en el corte de la caña de azúcar y en el cultivo del café; Roumain no estuvo ajeno a eso, había vivido en La Habana en 1939 y desde años antes, en 1937, comenzó a crecer una legítima amistad entre Nicolás y él.

Dieciocho veces escribe el nombre de nuestro país en su novela póstuma Gobernadores del Rocío; sin dudas está refiriéndose al Oriente Cubano, donde su personaje Manuel San José compartió, junto a otros haitianos y campesinos cubanos, las penurias de entonces.

Cuando en unos años no quede memoria viva de aquel intercambio entre haitianos y cubanos, una invención literaria servirá como referencia para los estudios de la historia de la cultura e nuestras respectivas naciones. Por lo pronto, lo narrado por Roumain sobre este particular nos permite hacer un ejercicio de comparación con muchos de los testimonios y resultados de observaciones de campo recogidos por la Casa del Caribe desde hace más de veinticinco años.

Antes de concluir, reitero nuestro júbilo por la iniciativa de la Casa de las Américas y ofrezco nuevamente nuestra Casa a su Presidente, al poeta, ensayista y científico cubano Roberto Fernández Retamar y a la profesora Yolanda Wood, hija legítima de Santiago de Cuba y directora del Centro de Estudios del Caribe de la Casa mayor, para otros empeños.

A Jacques Roumain nos unen varias razones; a saber: su profunda vocación popular, también la historia y la cultura común de los pueblos del Caribe y su entrañable amistad con Nicolás Guillén, nuestro poeta mayor y a quien Roumain pidió almorzar en su casa “algo que tuviera ñame” unos días antes de morir a su paso por La Habana y de regreso a Haití desde México.

Permítanme dedicar a la memoria de Roumain las palabras que él mismo pusiera en boca de uno de sus personajes en Gobernadores del Rocío cuando narra el velorio de Manuel, víctima del odio que provoca la pobreza:

“Había luz en la frente el día que volviste de Cuba y ni la muerte puede borrarla, te vas a las tinieblas con ella. Que esa luz de tu alma te guíe en la noche eterna, para que encuentres el camino de ese país de Guinea donde reposarás en paz con los antepasados de tu raza”.



(Palabras pronunciadas el 19 de febrero de 2007, en la Casa del Caribe, de Santiago de Cuba, como parte del programa de actividades por el centenario de Jacques Roumain)


Wednesday, April 4, 2007

GUILLERMO ARANGO
Cienfuegos, Cuba, en 1939



Esta isla abandonada

Esta isla abandonada
es un cuerpo exasperado
que vaga a la deriva
sin luz y sin olvido,
la calina a ras de la garganta,
la fiebre amontonada
en torno al pecho.

Esta isla de que hablo es mía,
no tengo otra
donde reposar los huesos peregrinos
o encender la lumbre
y mirar el espejo de la luna,
o recoger en una concha
el cárdeno céfiro de la mañana.

No tengo otra tierra ni eso importa,
basta ésta, y sobre, para sufrirla
con cada uno de sus hijos,
y luego repartirla
con las aves de rapiña …


Rumiando como una vaca al sol

Con sabor a odio
la sangre atruena en la garganta
y comprendemos que la soberbia
sólo dicta malas palabras.
Pero hay que escribirlas
coño,
aunque la página
lívida de cólera
se torne en mortaja.


Mis tías se despiden

La primera en marchitarse
que la clara espiga de la tía Palmira.
Una tarde nos dijo “mañana
no despierto”, y se despidió de todos,
de sus conejos y sus pitas,
y antes que llegara el sol
nos había dejado su precisa fragancia matinal.

Luego se nos fue
el tallo erguido de la tía Pilar.
aliento de lluvia, sangre vegetal:
un día se disfrazó de planta
y se perdió en las nube espesa del monte.
en su adiós nos dejó un verde abrazo enamorado.

La ultima en irse fue la tía Piedad.
Se escapo una tarde de junio.
Hechó alas y revestida de poniente
se fue volando
que es la mejor forma
de eludir responsabilidades.
No nos dejó nada.


Un tibio nido de pájaros
A mi hija Sara


Tu piel era de plata, suave y clara.
Tus ojos dos estrellas de roció
que robaron el color de las flores silvestres
húmedas y transitas,
y tus manos pequeñas y sorprendentes
cerradas sobre el dedo pulgar.
“Tiene miedo perderlo”, decía tu madre
y te acunaba dichosa
con ojos donde había misterio extraño
que sólo tienen las miradas de las mujeres enamoradas.
Yo me acerqué a tu sueño de ángel
y para apaciguar mi curiosidad de padre
cogí una de tus manitas que casi se perdió
entre mis cálidas mano de gigante, y delicadamente
con cuidado infinito,
fui abriendo uno a uno los cinco deditos
que se empeñaban en permanecer cerrados
guardando
el secreto de la palma.
Y al abrirse aquella manecita
apareció clara y rotunda
en obsequio de origen puro
la flagrante letra indescifrable.
Volviste a cerrar tu manita
dejando mi dedo prisionero
en aquella cárcel quieta y blanda.
Y todo era tan suave, tan íntimamente entrañable
que me hacia recordar un tibio nido de pájaros
hecho de ramitas y plumas …


Pregunta

El ventarrón
con voz de trueno
sorprendió a los niños
allá
en el fondo del patio.
El susto
los hizo correr a mis brazos
vestidos de lluvia
con rostros de miedo
y ya a salvo del viento
mi niña
en el límite de la emoción
con ojos ansiosos
me preguntó: “Papito,
¿dónde se esconde el viento
cuando no sopla?”


Chicago, 1963

Nos aparecimos un día
en aquella ciudad fría de luz arrinconada
al igual que un huésped desahuciado:
nuestros ojos amarrados
a los últimos recuerdos
y clamor secreto escondido en el corazón

Desertores de una horda,
huyendo del horror de las espinas
llegamos buscando
el cauce nuevo de las aguas mansas,
el camino melodioso de la luz;
llegamos pidiendo una mañana
donde se pueda respirar
el aire limpio y sin temor de la vida.

En Chicago bajo altas torres de silencio
arriamos la bandera
como los hijos pobres del olvido
que tienen una vida por construir.
Fue una hora insólita
dolorosa y bella,
marcando el declinar de una angustia
y el resucitar de una esperanza.
Y era un espectáculo delirante
el contemplar
aquel grupo de gente con rostro de verano
envuelto en ropas de invierno.


Fragmento de metralla

En medio de la lucha
entre el romper desgarrado de la metralla
te marchaste.
Cogiste tu maleta
empacaste tu familiar intimidad
los discos de Bob Dylan,
tus muñecos de peluches
y lo abandonaste todo.
Dejaste atrás tu vuelo,
tu esperanza, las gavetas llenas de antojos
y la herradura
de fotografías en el tocador.
Dejaste
un dolor perplejo de amaneceres y ocasos,
de paraísos perdidos,
un sabor agrio, impotente, inesperado.
dejaste también el recuerdo de las noches
enredadas en las sábanas,
esas sábanas tibias que sorprendían
el suave batallar de nuestros cuerpos.
Te marchaste en una tregua de la lucha.
no lo meditaste mucho
y ya entrada la noche
me dijiste: ¡me largo de aquí!
Y te fuiste.
Te retiraste de la contienda
rindiéndote
sin saborear el aliento de la victoria.
Ahora ya no queda ni un olvido
pero yo sigo en el arduo combate
de guerrero alucinado,
llorando tu sombra huidiza y traicionera,
sigo plantado en la trinchera en mis botas firmes
con sudor y ansia resoplando
con la camisa manchada de sangre
porque la bala entró por donde ya no estabas.


En este día

En este día
como en tantos otros
cada vez que me detengo
a escuchar el rumor de la vida
sólo advierto
el latido del pueblo.


Pancarta

Hoy día
qué derecho tiene nadie
a preguntar
por qué vive
cuando hay hombres que mueren
sin poder preguntar por qué
lo hacen.


Viva la vida

“Pies para que los quiero
si tengo alas para volar”
escribió Frida Khalo
en el año de su muerte.



Retórica

Padecer es un deber, y,
acaso una necesidad
de los poetas.
José Martí.

Poeta,
Nunca pierdas la costumbre de tu oficio:
donde quiera que estés
habla sin miedo con voz repleta y ancha,
infúndele a tu palabra la verdad,
llena el verso con lo mejor tuyo
porque aunque manchen tu nombre
y quemen tu página
y allanen tu casa
y te den bofetadas
y quieran reventarte a pescozones
tienes que vivir
a la altura del dictado platónico
de ser el vehiculo escogido
de la critica y el descontento.

GUILLERMO ARANGO



GUILLERMO ARANGO, Nació en Cienfuegos, Cuba, en 1939. Vivió en Asturias, España, lugar de origen de sus padres. Reside en Ohio (EE.UU) desde 1966, donde se dedica a la enseñanza.


Nota: Los poemas seleccionados forman partes de su libro bilingüe: "MEMORIA DE UN PASADO INMEDIATO" Publicado por la editorial, LINDEN LANE PRESS

Monday, April 2, 2007

DOLORES DE LA EDAD

Anidarán las palomas aún
en la palmera
en medio del patio
de piedras y corredores,
se arrullarán quedamente
como entonces,
cuando intentaba alcanzar su vuelo
aleteando quimeras infantiles,
tratando de ganar alturas.
Retumbarán los sones
de la Heroica
o de la Suite Cascanueces
llamando a la Pasión y Muerte
de la semana santa
al Teatro Nacional,
a cuya vera me parieran
y creciera saltando murallas
y edades
para espiar a Fumanchú,
el Jinete Escarlata
o Flash Gordon.
No me di cuenta del dolor
del crecimiento
hasta que vuelvo hoy
con mi metro noventa,
a recorrer rincones
de tus calles, como entonces,
La Serena.


PINCOYAS DE PESCERA

A las chicas del Café Haití

Se necesita señorita cansada
de entregar currículos,
humillada por manoseos
de seudogerentes y viejos verdes;
agotada de revisar diarios y periódicos
con la ilusión de la pega decente,
espantada por visiones futuristas
en su barrio,
casada con el Lucho o el Jorge,
guagua por año,
chascona y maltratada.
Imprescindible buena presencia:
sonrisa permanente,
pasos cadenciosos y largos,
caderas pendulares,
obligatoria arrogancia de modelo top
y entrega imaginaria
a cada baboso que se atreva
a desnudarla a distancia
con la mirada.
Recibirá sueldo miserable,
al decir del vitalicio,
además del título bastardo:
“chica del café”.
Alertas las Paolas, Patys,
Soledades o Jacques,
arranquen a tiempo de la pobla.


SEDUCCIONES MÚTUAS


Dame señales rituales para iniciar vuelo,
dilatadas tus pupilas pectorales
clavan miradas amorosas en mi cerebro
acelerando pulsaciones;
heráldicos avisos hormonales
al toque de trmpetas,
avisan que la guerra de lasa flores se avecina;
respiraciones entrecortadas,
manos-palomas revolotean todos los contornos
erizando pieles y órganos,
en misión invasora de rincones
avanza la sangre,
saeta hirviente y atrevida,
atraviesa entrañas palpitantes
descubriendo a su paso
otros paraísos terrenales;
espaldas que se turnan
después de cada abismo,
pregonan tu nombre y el mío,
gritos calcinados van apagando lentos
las señales, el rito ha terminado...
por ahora.


ODA AL OCASO AUSTRAL


Atardecer austral,
mágico llamado a paseos solitarios
por barrosos caminos patagónicos;
lluvia intempestiva
entre duras granizadas
o plumillas silenciosas
acariciando lenes
en mezcla melancólica
de frío y viento
para crepúsculo.

Mis pasos resuenan
con acuática armonía
sobre charcas curiosas,
tratando de colarse por la suela.

Prematura penumbra invernal
entorpece mi marcha;
paisajes circundantes
abstraen mi atención;
níveas apariencias
van tornando lentamente
en confusasmasas fantasmales,
como densas humaredas,
perfiles de árboles
y arbustos aislados.

Vislumbro improvisadas lagunas,
hermosas en su glauca quietud
de agua dormida,
reflejando por doquiera,
panorama agreste,
panorama agreste,
solitario;
rocas verdosas y mojadas,
de recuerdos imprecisos,
proyectan sombras infinitas.

Mientras toma respiros
la tormenta
permitiendo leves claridades,
el viento ordena
sus celestiales dominios,
arrastrando nubes
ya vacías y livianas
como albos pañuelos de chinas
agitados con donaire,
en alborotada cueca climática;
otras de negro semblante,
van quedando enredadas
en alturas graníticas
de cerros y picachos.

La aves en silente vuelo
regresando a sus nidales,
entrecruzandose aéreas,
guiadas por atávicas señales
tratando de atraer la oscuridas
que acata sumisa la llamada
cayendo pesada,
como poncho empapado
aplastando postrer estertor
de una fogata.

Obedeciendo mensajes invisibles
regreso presuroso,
terminando bruscamente,
la húmeda aventura
de otro ocaso austral.

Dinko Pavlov


Dinko Pavlov, Nacido en 1943 en la Serena, escritor y psicólogo. Sus obras abarcan los géneros de ensayo, poesía, cuento y novela, siendo laureado en el ámbito nacional y regional en poesía y cuento. Obras publicadas del autor: “Escape imaginario” (Poesía, 1983); “Atrapado pero....... con salida” (novela, 1986); “Odas" (poesía 1989); “Poetria” (poemas, 1989); “Impronta” (antología de 4 escritores regionales, poesía y cuento, 1990); “Chiloé Mágico” (poesía popular ilustrada); “Códigos Perdidos” (Cuentos regionales español-ingles 1995); “Sigo Vivo” (Poesía escrita a tipo parado. Editorial Magallánica, 1996); “Desde el sur del sur en sexo y negro” (Poesía, Editorial Tinta Roja 1998) y “Boris y Las Ratas” (Cuentos magallánicos, Editorial Pobeta, 1999)

Fuente: : www.letras.s5.com/ae170606.htm
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