Marina Centeno
(Progreso, Yucatán, México)

Hay árboles varados al camino
solemnes
taciturnos
cubiertos de quietud
y aún así
pueden hablar de campos
de invierno y de insomnio
Los árboles observan
como cae el otoño en la naranja
y el verdor del verano en la maceta
la textura del polvo
cuando llega la noche por sus cuevas
porque saben –los árboles-
que de la soledad nace el poeta
XXIV
El viento juega a desafío
cuando vienen los nudos a cimbrar las palmeras
Se lanza en erotismo como un dios que dispone
latigando la costa con la lengua
Se vierte en escándalo
al poema que gasta el desparpajo
en ajetreo histérico de niebla
que deteriora al mundo
porque llega de lejos la tristeza
Te lo decía –amor- cuando amanece
hay un hambre de azul por los rincones
y un impulso de luz sobre la muerte

Tu nombre empieza con la sombra
que se ondula en la línea de los labios
Cuando te nombro
por lo blando de la lengua
se curva la inicial de la serpiente
que juega con la perpetuidad de la letra
Naces mío
en la sonoridad que crece con la noche
donde se yerma el tiempo
Entonces pierdo la distancia de la ese
En tu nombre me salvo y naufrago
cuando te vuelves agua
y te escurres
en mi boca

Debemos liberar las piedras que pesan
en las cuevas que hemos fabricado
cada cual con su médula
No es mayo y un poema me habita
como mármol de palabras
al péndulo de la tristeza
en la estrechez de la casa
donde las hormigas rondan las fotografías
Entonces
comienzo a odiar las faenas del mundo
y las flores que se agitan
entre los baches de la rutina

Por qué mis horas tienen
el cansancio de las cosas perdidas
que apilan su memoria sobre el párpado
Escucho el traquetear de los pasos
por la anchura del aire
en esta opresión en que transita
quejumbroso de hueso y lozanía
Por qué la noche llega
a poner sus puntos suspensivos
al bullicio que ronda en la cabeza
con clamor de plegaria
La luna
se resbala desierta sobre el éter
aprisiona la lámina del ojo
jugando entre el telar de las arañas
Comienza el monólogo del tiempo
a incrustar de sierpes
las palabras…
No me he puesto el hipil
la humedad de la lluvia entra por los huecos de la hamaca
mientras parpadea tu rostro a contraluz
La lluvia habita por el patio
salpica el barandal del pozo
donde cercenamos a la luna
Sobre mí siempre te hallas
hurgando en la bombilla de mis ojos
goteando bajo la opresión de la lluvia
Aún deambulo entre larga tropa de recuerdos
con los hombros desnudos expuestos a lacias tardes en el patio
¡Ah nuestro patio!
Cubierto por famélicas flores sometidas a la lluvia
en está tierra fértil a semillas
donde los sapos buscan refugio sobre los estanques del agua
El perro atisba el rabo al sonido de tu voz
persigue fantasmas que se burlan de su olfato
corre con el ladrido que se hace eco en la certeza del silencio
Estás aquí No te has ido
Eres el escarlata que se incendia a las seis
la migaja de pan sobre la mesa
la jícara a la espera de tu sed
los hilos de la hamaca donde se enreda mi cuerpo
Eres lo que escribo -Sin saber lo que escribo-
Mis pechos tienen el desamparo de la madrugada
Colgados al tendedero como braga que oscila al viento
evaporando su aroma a sexo
Asumo mi condición de claustro
Se oxida el tiempo en la ventana
le pongo aldabas a la puerta
las horas me devoran por la opresión de la lluvia

Nada muere más lento
que el fuego entre los hielos extrañamente ebrios de cenizas
Desde la ruptura de las voces
las golondrinas cantan despedidas sobre la ruta del polvo
Voy de viento
abrazada a las canículas
que derriten la seda
cuando es piedra el comal
e hincha la tortilla bajo el hambre y la lumbre
Reguero de silencios en manteles que vuelan
desprovistos de sal y de pimienta
siguen dando vacíos a la mesa
y orfandad a la silla
que resguarda fantasmas apáticos y tristes
Nos estamos volviendo taciturnos
Así será la ruta de la despedida
con escasos vestigios que agonizan en la mecedora
sosteniendo a Neruda entre nylon y encaje
sintiendo el cansancio de las soledades
con la rabia y la duda sahumando poemas
como las náuseas y el rencor
como el abandono y la voz de las mendigas”
Efraín Huerta
Reclamo el estertor de los ovarios
su abandono andropáusico
su milicia de caldo al montar escenarios
por el cuarto menguante
que gotea los pasillos en tropiezo y coito
Reclamo la habitación del intestino
que alimenta lombrices maliciosas
en blasfemia y sonrisa por los bordes del útero
Reclamo el umbral del inicio
Reclamo la espesura del bosque custodiando el ombligo

Yo duermo en el sur
donde el árbol crece desprovisto
y el sol rompe la piel con su amarillo
Tú navegas el mar de los destinos
paladeas la sal de los rincones
desordenando todos mis silencios
Vacíame la noche
en el labriego ducto de mi libido
Abre las llagas
con espada de luz y de infinito
Tu cincel me desarma
y me vuelvo cabriola en el martillo
porque llegas variable a los relojes
en las ojeras que surgen de improviso
por el insomnio húmedo
Sujeta voy hacia el peligro
por la curva cerrada de tu exilio
Menstrúan lunas
se prepara el camino
un sigilo de mar se revuelca en el río
©Marina Centeno

Poemas de su autoría se encuentran en la edición No. 24 de la Revista digital “Ágora, papeles de arte gramático” que codirigen los escritores Fulgencio Martínez y Francisco Javier Illan Vivas. Parte de su trabajo están publicados en las páginas virtuales: “Arte Poética” del Poeta de El Salvador, André Cruchaga; “Mis Poetas Contemporáneos”del Poeta Argentino Gustavo Tisocco y “Botellas en el mar”del Poeta mexicano Irving Berlín.
Blog de la poeta invitada: http://marinacentenopoemas.blogspot.com/